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Autor Tema: Mi niñera *w* Actualizacion. EL FIN  (Leído 20033 veces)

DarkHime
« en: Octubre 21, 2011, 09:58 am »

Mi niñera *w* Actualizacion. EL FIN
« en: Octubre 21, 2011, 09:58 am »
Pues aquí yo, otra vez, con una nueva historia. Espero que les guste y la disfruten tanto como yo disfruté escribiéndola. Les dejo el mini-prólogo y el capítulo 1. Ahaha, si a eso se le puede llamar miniprólogo xDDD



Sinopsis: La vida de Kevin es como la de un chico de su edad, pero sus días de “normalidad” son alterados por la misteriosa llegada de una extraña mujer que se hace llamar Nimi. La vida de Kevin dará un giro de 360° al enterarse de que su niñera (Nimi) es una extraterrestre.

MI NIÑERA


Prólogo

Hace mucho tiempo, tal vez hace unos años luz, un planeta llamado “RAC” fue destruido, no por un meteoro o por alguna otra raza, sino por sus mismos habitantes. Así que éste dejó de existir en el universo.


Cap. I: “Todo comenzó así”


Era un día normal, los muchachos estaban en la escuela y los padres de familia en sus respectivos trabajos. Ubiquemos una escuela en específico. La escuela secundaria Harton, nombrada como el pueblo. Dentro de esta escuela, en el salón 1-B para ser exactos, se encontraba un joven que respondía al nombre de Kevin Ibarra. Era un chico de cabello corto, peinado hacia arriba, color negro; su estatura era de unos pocos centímetros menos que el promedio de su edad, lo que era molesto para él al ser víctima de constantes burlas. Sus ojos eran café muy claro, tirando a miel, su piel era blanca colorida.

Él, como muchos otros de su clase, tomaba una siesta en la clase de Historia. Debido a que él ocupaba el asiento de la fila de enfrente, era común que los profesores lo regañaran cada vez que dormía en sus clases, pero esta vez era diferente. Al profesor que impartía Historia no le importaba que los chicos descansaran, lanzaran notitas o hicieran trabajos de otras materias. Él ignoraba eso y seguía con su clase, sin embargo, al llegar la hora del examen, era cuando no mostraba compasión y era de tenerle miedo. Alguna duda y decía: “Eso lo vimos en tal clase”. Eso sí, sólo a los que en verdad pusieron atención a su clase era a quienes ayudaba, los otros sinvergüenzas que se las arreglasen solos.

Debido a que esa era la última clase del día y el timbre sonó, todos los jóvenes salieron de sus salones y corrieron a la salida, pensando ya en qué hacer el resto del día libre y no precisamente estudiar, eso sí era seguro.

—Espera, Kevin —el joven se detuvo y observó a su amigo Armando, conocido como el intelectual del salón B. Notas perfectas, con unos padres orgullosos de él. Un chico castaño y un tanto delgado que se la pasa estudiando en casa, o bueno, eso es lo que cualquiera pensaría al verlo, pero la gente que lo trataba sabía que era un chico fiestero y un tanto loco.

— ¿Qué sucede, Armando? Si quieres que vuelva a pasear a Little, tu enorme perro san Bernardo, ¡olvídalo!

—Eso no —dijo al estar a una prudente distancia de su amigo—. Quiero invitarte a una fiesta que voy a tener en casa. Como mis padres se fueron a visitar al tío Oscar a la cárcel, mi hermano me está cuidando y como ya tiene novia, no hace más que estarse todo el día pegado al teléfono, por lo que aproveché para hacer una pequeña fiesta en el sótano —puso su mano derecha sobre el hombro izquierdo de Kevin y continuó—: He invitado a los chicos —bajó su mano y empezó a contar con los dedos—. Irán José, Claudia, Susana, Pablo, Melisa…

—Melisa… —repitió sorprendido.

—Sí, Melisa… La chica que te gusta, ¿cierto?

— ¡No! Claro que no me gusta, eso es mentira.

—Oh, Kevin, por favor. Yo sé que te mueres por ella, eh, eh, eh —empezó a darle golpecitos con su codo—. ¿Vienes? No importa que sólo sea para ver a Meli.

—Voy a ir, pero no por eso.

— ¡Mira! Ahí va Meli. ¡Meli, Meli! —corrió hacia donde la joven castaña oscuro con una larga cabellera, por debajo de las cadera, que caminaba con sus amigas—. ¡Tienes un admirador!

—Armando, ¡no hables! —siguió a su amigo intentando detenerlo.

Después de un par de horas, Kevin llegó a su hogar, el que era su dolor de cabeza. Abrió la puerta y entró.

— ¡Ya llegué! —gritó como de costumbre, para que donde fuera que se encontrara su padre, lo escuchara. Había ocasiones en las que no le contestaba, pero aun así gritaba por hábito.

Lo primero que hizo al llegar, fue ir directo a su lugar favorito: la cocina, donde comería un aperitivo antes del platillo fuerte. Abrió el refrigerado y comenzó a recorrer con su mirada todo lo que éste contenía. No encontró nada de su agrado por lo que lo cerró y se dirigió a las alacenas. Abrió una y repitió el proceso que hizo con el refrigerador, pero tampoco encontró nada que pudiera comer. Sólo halló latas y pan, tal vez caducado.

— ¡Apá! —gritó mientras subía las escaleras y se dirigía al cuarto de su padre. Vio la puerta abierta y se asomó. No lo encontró, sólo vio ropa regada por todo el suelo. No podía creer que un adulto tuviera así su habitación—. ¡Apá! —volvió a gritar, pero esta vez bajando las escaleras al primer piso. Si no lo encontraba en su cuarto, lo encontraría en la sala de trabajo. Al entrar a ésta, descubrió que tampoco se encontraba allí.

¿Acaso se volvió a ir sin decir nada?”, pensó. “¿Cómo tiene el descaro de dejar a su…?”

— ¿Qué haces aquí? —preguntó alguien detrás de él. Se volvió a donde la persona y vio a su padre, con las mismas ropas de ayer y desaliñado, como si apenas se hubiese despertado, parado en el marco de la puerta—. ¿No deberías estar en la escuela?

— ¿Pero de qué hablas? Acabo de salir hace como dos horas.

Su padre miró su muñeca izquierda, donde tenía un reloj.

— ¿Tan tarde es? Maldición, me quedé trabajando hasta la madrugada… Maldición, y ni siquiera tengo hecho nada. Estoy escaso de ideas —mientras decía lo último, se acercó a un escritorio y empezó a quitar un montón de papeles hasta descubrir que debajo de éstos había una laptop, la abrió y tomó asiento en su silla movible.

—Papá, ¿no sabes dónde quedaron las galletas de chocolate? —no obtuvo respuesta alguna—. Olvídalo… —iba a dar media vuelta para irse pero se acordó de algo—. Ah, sí, Armando me invitó a una fiesta que hará en su casa, ¿puedo ir?

— ¿Una fiesta? —Preguntó el hombre sin dejar de mirar la pantalla de la laptop—. Pero escuché que sus padres no se encuentran.

—Es verdad, pero Marco, el hermano mayor de Armando lo está cuidando, así que…

—No.

— ¿Por qué no? —inquirió un poco enojado ante la negativa de su progenitor.

—Porque no. Si no hay adultos supervisando no te dejaré ir —levantó su vista un poco para ver a su hijo.

—Pero…

—Pero nada —alzó su voz, autoritario—. Ya dije, no vas a ir.

Kevin se molestó mucho por eso, ni siquiera le había dado la oportunidad de darle su opinión. En verdad que estaba molesto.

— ¡Siempre, siempre es igual! ¡No me dejas hacer nada! ¡Te odio! —y ante lo dicho, salió de la sala.

— ¡Vete a tu habitación!

— ¡Es lo que hago!

—¡Oh, ya está en la etapa rebele! —se oyó un portazo—. ¡No golpees la puerta! ¡Niños!

Una vez solo en su habitación, Kevin se sentó en su cama y se acostó en ella. Cerró los ojos e imaginó cómo sería su vida si fuera mayor de edad. Se vio caminando por las playas de Fiji, buscando entre la gente y los turistas a su amada y dulce novia, y en la orilla del mar la vio. Vio a su amada Melisa. Eso es, una vida fuera de esa casa. Después de imaginare aquello abrió los ojos y se dio cuenta de que no fue una simple imaginación, sino un sueño. Se había quedado dormido. Lo descubrió al mirar por la ventana y ver el cielo oscuro.

—No fui a la fiesta —se dijo mientras volvía a acostarse en la cama. Puso las manos sobre su rostro—. No fui.

Se sentó presuroso y de manera drástica cuando escuchó un ruido que no le pareció normal. Era algo que no había escuchado. Por un momento lo ignoró, pero volvió a escucharlo y esta vez un poco más cerca. Se levantó de la cama y se asomó por la ventana. Al principio, no vio nada más que los árboles grandes que estaban en el patio de la casa de al lado, que estaba vacía. Iba a retirarse de la ventana pero su vista logro detectar una luz parpadeante proveniente de aquella casa inhabitada. Entrecerró los ojos para enfocar mejor su visión.

— ¿Qué es eso? —se preguntó al ver una y otra vez parpadear la luz aquella, hasta que dejó de hacerlo.

Iba a ignorar el suceso, mas la curiosidad lo invadió por completo; en verdad quería saber qué era esa cosa. No podía creer lo que iba a hacer. Abrió su ventana, subió el mosquitero, sacó uno de sus pies y lo apoyó en el tejado naranja. Cuidadosamente empezó a andar, poco a poco, sin despegar sus manos de la pared hasta que llegó a la orilla del techo, donde se encontraba un árbol alto del cual se aferró para bajar por él.

Esa no era la primera vez que hacía eso, la verdad era que ya lo había intentado unas cinco veces y no creía que esa fuera la última, bueno, hasta que su padre decidiera talar ese árbol, que esperaba no lo hiciera hasta que fuera a la universidad. No es que él se escapara por allí todas las noches, sólo utilizaba esa ruta cuando estaba muy, muy deprimido y no quería estar en casa.

Al bajar del árbol, se dirigió a la reja de madera, una vez allí, levantó una tabla y se agachó para pasar al otro lado.

¿Qué estoy haciendo?”, se preguntó al merodear cuidadosamente por el patio lleno de arbustos, basura y plantas que estaban muy crecidas. Era un total desastre. Hacía años que nadie vivía en esa casa y todo allí era un desorden. “Tal vez es sólo un auto o una moto que se descompuso”, pensó por instante. “Pero… ¿una moto o carro aquí adentro? Eso es extraño.”

De repente, sintió un golpe en el estomago, fue doloroso porque gimió y hasta sintió que fue con algo duro, una tabla quizá; después, sintió otro en la espalda. Este último golpe lo derribó.

—Pero si eres un crío —dijo una voz.

Kevin volvió a gemir de dolor. La persona aquella lo agarró y lo puso en sus brazos.

¿Pero quién…?” Miró a la persona y descubrió a una mujer a quien nunca había visto. Cabello corto, hasta los hombros, extraño corte y su color era verde. ¿Verde? ¿Su cabello era verde? ¿Acaso era un punk? “¿…Es ella?"

La mujer caminó a la casa de Kevin. Lo bajó cuidadosamente y con una muy dulce voz le susurró mientras pulsaba el timbre:

—No te preocupes —en ese momento, él quedó en modo de shock. No sabía por qué exactamente, pero eso sí, era impresionante como esa mujer lo llevó a su casa. Era como una persona amable, que se preocupó. Tal vez ella…

Se abrió un poco la puerta principal y su padre se asomó por la rendijilla.

—Dígame.

—Señor…

…Tal vez ella era…

—…Este crío estaba afuera, iba a escaparse. Si por casualidad es su hijo debo informarle que lo cuide más y lo eduque adecuadamente, pues iba a irse de casa.

"…Era absolutamente una loca. ¡Una loca de pelo verde!"

—¡Válgame! —miró fríamente a Kevin.

—Pero yo…

— ¡Nada! Entra a tu cuarto y no salgas de allí. Estás castigado hasta nuevo aviso. ¡Adentro, Kevin! —ordenó el hombre enojado. Kevin hizo lo encomendado—. Pido disculpas por mi hijo.

—Ah, no se preocupe —informó la mujer—. Está en la etapa de la rebeldía.

El padre asintió.

—Es cierto, muy cierto.

Continuará xDDD

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Gracias por... aún no lo sé, pero gracias xD.

DarkHime
« Respuesta #1 en: Octubre 27, 2011, 11:42 am »

Re:Mi niñera *w*
« Respuesta #1 en: Octubre 27, 2011, 11:42 am »
Hola xD Dejo el cap. 2



Cap. II: “Una loca en casa”

La alarma del despertador de Kevin sonó por toda la habitación. Marcaba las 6:30 a.m., la hora en que el joven se levantaba para cambiarse y arreglar todo para irse a la escuela. Como todas las mañanas, fue al baño. Lo ocurrido la noche anterior lo habría tomado como un simple sueño de no ser porque, al verse en el espejo, descubrió la marca en su estómago que el golpe de la tabla le había dejado.

Esa mujer extraña, con extraño corte de cabello color verde, tal vez era una loca. Sí, una loca que escapó del manicomio, había robado un auto, hizo ese extraño ruido y se escondió en esa casa desolada. Sí, tal vez eso fue lo que había sucedido. Kevin asintió con cada pensamiento que se le venía en mente. También creyó que fue ella la que lo había golpeado con ese palo o algo así. Claro, eso es lo que los locos hacen. Golpean a las personas comunes y corrientes. ¿Por qué no había pensado eso anoche? Pudo haberle dicho a su padre todo lo sucedido, pero sabía que éste no le creería, así que decidió dejarlo como agua pasada.

Ya estaba listo. Estaba bajando las escaleras para irse, pero antes, decidió pasar por su lugar favorito y comer algo.

— ¡Buenos días! —gritó desde la sala la mujer de cabello verde al ver a Kevin.

El muchacho se sorprendió mucho al verla en su sala.

—Tú… tú… tú… tú —dijo sorprendido mientras la apuntaba con su dedo índice.

—Kevin —lo nombró su padre al verlo—, es de mala educación apuntar a la gente.

—… pero… pe-pero…

—Ya escuchaste al jefe —dijo la mujer mientras bajaba el dedo de Kevin con el suyo propio—. Eso es de mala educación.

— ¡¿Qué está haciendo ella aquí?!

—¡Oh, es verdad! —informó la mujer con una sonrisa de oreja a oreja—. El señor de la casa me dijo que si cuidaba de su hijo por un par de días podría quedarme aquí y yo acepté.

— ¿No se te hace raro? —le preguntó el chico a su padre— ¿Y cómo cuidarme? ¡No soy un bebé!

—Eres un niño y no se puede dejar solo a un niño. ¡Papi debe ir a trabajar! —soltó sin más éste empacando unos papeles y su laptop en una maleta—. Hasta luego. Nos vemos en un par de días, Kevin. Tengo una importante conferencia y no puedo faltar.

— ¡Espera!¡No soy un niño! ¡Tengo doce años! —Gritó el joven, pero el adulto ya había cruzado la puerta y la había cerrado—…No me dejes con ella.

Sintió como alguien se recargaba en su espalda; era ella, quien muy feliz le dijo:

—Kevin, espero que nos caigamos muy bien.

Kevin se la sacó de encima.

—Pero tú… No lo creo. Yo sé la verdad.

— ¿En serio? —Lo miró con una seriedad penetrante que asustó a Kevin, quien sintió que le atravesaban el cuerpo—. ¿Cuál verdad?

—La… la, la, la de que eres…

—Soy…

—Una loca que escapó del manicomio.

— ¿Manicomio? —se preguntó pensativa—. ¿Qué es eso?

Kevin volvió a quedar en estado de shock. No podía creer lo que estaba escuchando. Pero con esto estuvo más seguro de que era una maniaca y tenía que tener cuidado con ella. Al dejar de vagar en sus pensamientos, se dio cuenta de que la mujer lo miraba fijamente a tan sólo unos centímetros de distancia de su rostro. Se asustó y lanzó un pequeño grito dando un brinco hasta llegar a la puerta; acto seguido, aún asustado, abrió ésta.

—Me voy —dijo y salió.

Su corazón saltaba en su pecho. Ya no quería regresar a su casa. Sabía que era un peligro, más si esa demente se encontraba ahí.

—Sólo es un sueño, sólo es un sueño, sólo es un sueño —se repetía una y otra vez ya sentado en su butaca.

—Kevin — lo nombró Armando un tanto preocupado al percatarse que a su amigo le pasaba algo—. ¿Te encuentras bien?

— ¡Que sólo sea un sueño! —gritó en desahogo. Se dio cuenta de que todos los que estaban en el salón dejaron de hacer lo que estaban haciendo y todas las miradas se dirigieron a él.

—Parece que no —se dijo Armando.

—Armando, ¿estoy perdiendo la cordura?

—La verdad… sí. ¡Ah! No importa, será para la próxima.

— ¿Próxima?

—Sí, estás así porque ayer no fuiste a ligar a Meli, ¿cierto?

— ¿Dices por lo de la fiesta?

—Así es.

Era verdad, ayer lo habían invitado a una fiesta, pero por lo que había vivido anoche el asunto ese se le había olvidado por completo. Pero no estaba preocupado por eso ahora, sino por el gran problema que tenía en su casa. Era increíble que su padre fuera tan irresponsable y dejara entrar, es más, dejar vivir a una completa extraña en su casa. Pero bueno, así era su padre. No pensaba más que en hacer videojuegos. Su cerebro sólo servía para pensar en su trabajo.

—Kevin —escuchó la voz de una dulce persona. Melisa. Posó toda su atención en ella. Por un momento, todas sus preocupaciones se acabaron y quedaron encerradas en una caja sellada—. Todos te extrañamos ayer en la fiesta. Fue una lástima que no pudieras asistir— sonrió levemente por algo que recordó y para Kevin ese fue el mejor momento de la mañana—. Fue divertida, espero que a la próxima puedas ir.

—Claro, claro que sí, te lo prometo.

—Bueno, hasta luego —con esto se retiró y fue a tomar su asiento, que para desgracia de Kevin, éste se encontraba en el otro extremo del salón.

— ¡Ah, pero qué linda se ve hoy! —Informó Armando—. Si tú no haces nada creo que me la haré mi novia.

En ese momento, la caja que guardaba las preocupaciones se abrió y dejó salir una tormenta. Kevin dejó caer su rostro sobre la butaca.

—Espera —se apresuró Armando—, sólo era una broma, no es verdad. ¿Kevin, estás bien? No es para tanto, es broma…

—Armando.

—Dime.

—Dime que estoy soñando.

—No, no lo estás.

—No quiero ir a casa.

— ¿Tu padre de nuevo se puso pesado?

—Mi padre está bien, es sólo que anoche me pasó algo raro… —y antes de que pudiera continuar, el maestro de la primera clase llegó y todos tomaron sus respectivos asientos.

Faltaban escasos diez minutos para que el timbre del almuerzo sonara. Algunos estaban esperando a que lo dieran pues tenían hambre, es más, muchos ya estaban comiendo en el salón. Las primeras clases, Kevin estuvo muy nervioso. Se movía inquieto en la butaca y no dejaba de mover sus ojos de aquí para allá y, precisamente, cuando por fin estuvo calmado, se escuchó que alguien tocó la puerta.

— ¿Pero quién podrá ser? —inquirió la profesora un tanto extrañada. Se acercó a la puerta y la abrió—. ¿En qué puedo ayudarle?

—Busco a Kevin Ibarra —Kevin se sobresaltó al reconocer la voz; una voz que lo había estado siguiendo toda la mañana—. Ha ocurrido algo urgente y necesito que venga conmigo.

— ¿Y usted es?

— ¡Ah! —Entró al salón—. ¡Yo soy su niñera! ¡Hi, Kevin! —saludó felizmente al joven. Acto seguido, todos los del salón empezaron a reírse, mientras la maestra los silenciaba.

—No la conozco —dijo Kevin escondiendo su rostro entre sus manos.

Afuera de la escuela.

— ¡Absolutamente no! —dijo Kevin, enojado—. ¿Cómo te atreves a venir aquí y decir frente a todos que eres ¡mi niñera!? ¡Eso no se hace! Además, no pienso ir a donde estés tú, sólo espera a que papá llegue.

—Kevin —empezó a decir ella con seriedad—, necesito hablar contigo de algo importante, vamos a casa…

— ¡No! ¡No voy a ir, ya te lo dije, me quedo aquí! —cruzó los brazos, decidido a quedarse plantado en ese lugar si era necesario.

—Eres un desconsiderado, ¿sabes cuánto tardé para poder dar contigo?

—Yo no pedí que hicieras eso —dijo seriamente mientras giraba su rostro en dirección contraria a donde estaba la mujer y cerraba los ojos; luego, sintió que sus pies dejaban el suelo, elevándose. Abrió los ojos y descubrió que nuevamente, estaba en brazos de ella—. ¡Bájame! ¡Déjame! —se agitó bruscamente.

—Si no quieres por las buenas, entonces serán por las malas.

— ¡No puedes hacer esto! ¡Es un delito! ¡Me secuestran!

Pataleaba y daba manotazos al viento, pero todo aquello que intentaba parecía ser completamente ignorado por ella, porque como si nada comenzó a correr a la casa.

Kevin estaba totalmente molesto, sentado en el sillón grande de la sala. Molesto porque fue a la casa a fuerzas y molesto porque no podía creer que a nadie se le hizo raro ver a un "niño" en brazos de una persona de cabello verde, y a parte, gritando.

— ¡Listo! —aseguró la mujer estando frente a Kevin. Ella se tomó el cabello y se lo quitó, ocasionando que el joven se sorprendiera—. ¡Me estaba dando calor con esta cosa! —dijo satisfecha.

— ¿Pero como…? Eso es… ah… es… ¿Por qué tienes eso? —su cabello era normal, de un café fuerte y le llegaba a los hombros.

— ¿Por qué lo dices?... Bueno, ¡es para camuflarme entre las hierbas! —informó acompañada de una carcajada.

“Absolutamente es cierto, está loca”.

—Pero no es momento de reír —volvió a su seriedad—. No, lo que tengo que decirte es severamente importante y serio.

—Dilo.

—Soy extranjera.

—O sea, ¿de Europa?

—No, no. Soy de arriba —apuntó el techo.

—O sea, ¿de la alta sociedad?

— ¡No! ¿Cómo lo dicen aquí? ¡Soy del espacio!

...............................................................

Continuará
Saludos xD

Revelación Desconectado
« Respuesta #2 en: Noviembre 03, 2011, 01:01 pm »

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Re:Mi niñera *w*
« Respuesta #2 en: Noviembre 03, 2011, 01:01 pm »
Ooh, ya le reveló quien es.

Tal vez ahora Kevin entienda de donde le sale a ella esa fuerza como para cargarlo y llevárselo a la casa como si nada xD Ahahaha, y además, wow, lo avergonzó delante de la clase presentándose como su niñera, digo, me parece ya grandecito como para tener una niñera. Pobre Kevin xDDD Yo también la odiaría en su caso y la llamaría loca, demente, lunática y demás xD

Espero el siguiente capítulo. Lamento no haberte posteado antes... ¡¡Pero nadie me presta el pc!!

Aaaah me voy.

DarkHime
« Respuesta #3 en: Noviembre 04, 2011, 09:19 am »

Re:Mi niñera *w*
« Respuesta #3 en: Noviembre 04, 2011, 09:19 am »
Ooh, bueno, menos mal que te has podido pasar Revelacion, mmm, por el momento, dejare el cap 3 de esta historia, todavia no termino de escribir la conti de la otra xDD

Sin mas bla, bla, la dejo xDD

Cap. III: “¡Sorpresa!”


— ¡No! ¿Cómo lo dicen aquí? ¡Soy del espacio!

—O sea que, ¿eres astronauta?

Lo único que sé es que con cada minuto que paso con ella, más me convenzo que escapó de un manicomio”.

La mujer puso su dedo índice en su frente.

—Quieres hacerme enojar, ¿verdad?

— ¡Pues explícate bien!

— ¡Soy una extraterrestre!

Las palabras quedaron suspendidas en el aire. Kevin quedó estupefacto al escuchar aquello. Hubo unos segundos de incómodo silencio, luego, el joven, presuroso, cogió el teléfono y desesperado, comenzó a marcar unos números como loco.

— ¡Auxilio, policía! ¡Estoy con una demente!

— ¡Oye, alto! ¿Qué haces? —le arrebató el auricular y lo colgó.

— ¡No quiero vivir contigo!

—Te digo la verdad.

— ¡Estás loca!

—No, es la verdad. Vengo del espacio y no soy astronauta.

— ¿En serio quieres que me crea eso?

—Es verdad, ¿quieres que te lo demuestre? —notó que la atención de Kevin volvió a ella—. ¿Quieres que te muestre cómo soy?

— ¿Cómo eres?

En ese momento, el ambiente se tensó. El joven observaba cuidadosamente a su “niñera”. No sabía qué iba a ocurrir, sólo sabía que algo iba a pasar. La espera lo estaba matando, no podía imaginarse cómo sería, claro, si era verdad eso de que era una extraterrestre.

— ¿Estás preparado? —inquirió ella.

Por un momento dudó, pero después se armó de valentía y le dijo que estaba listo. La mujer lo tomó por los hombros y volvió a preguntarle si estaba listo.

—Hazlo de una vez, ¿quieres? —suplicó Kevin más nervioso que nada, con las manos sudándole y sintiendo que la presión lo sofocaba.

—De acuerdo —acercó su mano a sus ojos, provocando que Kevin fijara su vista en éstos, y ¡puf!, se sacó una especie de lentes de contacto, mostrando unos ojos azul claro, ya no marrón—. Así soy. Extraño, ¿no?

Exactamente, era extraño, pero un extraño diferente a lo que ella imaginaba. Si hubiera un grillo, ese sería el momento perfecto para que chirriara. La reacción de Kevin fue la de dar media vuelta y comenzar a correr, con la intención de alejarse de aquella loca; pero la mujer no lo dejó. Se lazó sobre él y lo tomó por los pies, provocando que ambos cayeran al suelo.

— ¿Qué haces? —indagó ella.

— ¡Suéltame! Eres extrañamente rara, no quiero estar aquí. ¡Suéltame!

— ¡Espera, espera! Creo que no te convencí.

— ¡Sí, sí lo hiciste! ¡Me convenciste al cien por cien que saliste del manicomio!

—No quiero saber.

Kevin y la mujer estaban frente a la puerta que conducía al garaje de su casa. Por alguna razón, “la demente”, pues así la llamaba, lo había convencido. Había dicho que lo que demostraría que ella venía del espacio se encontraba allí adentro; pero claro está, fingía demostrar interés en todo eso dado que su plan era que en el momento en que ella estuviera distraída, correría y huiría de allí, tal vez a reportarla, pues había deducido que por algún motivo, ella lo tenía como rehén, ya que no lo dejaba salir de casa. Bueno, así se sentía él y dadas las circunstancias, no había que culparlo.

La mujer abrió la puerta. El lugar estaba oscuro, sólo alcanzaban a verse algunas cosas y eso porque se encontraban cerca de la luz que salía de la puerta. En el garaje, lo único que guardaban eran cajas viejas, pues ya ni el auto del “señor de la casa” se quedaba ahí. La mujer buscó el interruptor y prendió la luz.

— ¡Oh, Dios! —Exclamó sorprendido Kevin mientras daba un paso atrás, tropezando y cayendo al suelo—. ¿Qué…qué es eso? —no podía creer lo que sus ojos estaban viendo. Una especie de nave estaba donde, desde un principio, debería estar el auto de su padre.

—Es mi transporte —notificó ella con una gran sonrisa dándole una patada a la nave, causando que unas cuantas piezas cayeran de ésta debido al terrible maltrato que demostraba tener—. O era, ahora es chatarra. ¿Ya me crees?

Kevin observaba esa extraña máquina, llamada “El Hatton”, pero no podía asimilar lo que sucedía, estaba totalmente sorprendido, quizás en un estado fuerte de shock. Su cabeza le decía que no era verdad, que todo eso era un cruel juego de su mente; pero no era así, por desgracia no lo era. Todo estaba allí. La mujer que estaba a un lado de “El Hatton” era precisamente una… una… ¡Una loca! ¡Una loca venida de otro mundo! No sabía si ese descubrimiento era algo agradable. No dijo ni una palabra, en ese instante no estaba para pronunciar palabra alguna.

— ¡Oye, crío! ¿Estás bien?

Ahora, por extraño que fuera, todo parecía tener sentido. Anoche, lo que escuchó fue tal vez aquella máquina. Kevin se puso de pie, por poco volvía al suelo, pero se mantuvo firme en sus plantas de los pies. Sentíase mareado, como si hubiese estado en una barca en medio del océano y una tormenta; así se sentía debido a la impresión. Se acercó a donde la mujer, se colocó al otro extremo de la nave y dando un hondo suspiro, preguntó, refiriéndose a la nave:

— ¿Cómo la has traído aquí? —fijó su mirada a la puerta principal y la vio destrozada de la parte de abajo—… A la fuerza, entiendo. Ahora, otra cosa, ¿por qué has venido aquí? Me refiero a la tierra.

La mujer sonrió, como si estuviera esperando que le preguntara eso.

—Es una larga historia. Verás, soy una transportadora. Unos compañeros y yo nos encargamos de viajar a diferentes planetas transportando gente, animales, materiales o lo que sea. Esta vez, transportábamos bestias únicas a un lugar seguro porque están en peligro de extinción. Por desgracia, se escaparon y llegaron aquí a la tierra e intento encontrarlas porque son peligrosas. Tienen garras enormes, dientes filosos que pueden perforar hasta el material más resistente de la tierra…

— ¿Qué dices? Espera, espera. ¿Estás diciendo que andan rondando bestias feroces en las calles?

—Así es —aseguró con descaro, como si fuera algo divertido—. ¿No crees que es emocionante?

— ¡Para nada! ¿Sabes lo peligroso que es eso? —empezó a alterarse al imaginar lo que pasaría si unas de esas cosas atacara y que luego investigaran las muertes, periódicos, reporteros, FBI, tanques, soldados…. Se tranquilizó.

—Es por eso que estoy aquí —siguió la mujer, como si le hubiese leído la mente; de hecho, por un momento así lo creyó—. Para evitar que esto se convierta en un caos.

Las palabras lo tranquilizaron.

—Algo más, ¿cómo es que vas a atraparlos?

Ante la pregunta, la mujer sonrió, pero por una extraña razón, a Kevin esa sonrisa le pareció mala, siniestra, una sonrisa a la cual no tenerle confianza. Sufrió un escalofrío y aún más cuando ella dijo:

—Ahí es donde entras tú…

— ¿Qué yo qué…? —no completó la frase cuando la mujer lo sujetó por el brazo derecho fuertemente—. ¿Pero qué…? —sintió miedo y un mal presentimiento.

Estiró su brazo para soltarse, pero fue inútil. Ella era por mucho, más fuerte que él, esa era una de las muchas cosas que le daba miedo de ella. Entonces, la mujer, rápidamente y en fracción de segundos, sacó de su bolsa izquierda del pantalón un aparato, una especie de pulsera estilo reloj, de color verde y se la colocó en su muñeca. Terminado su objetivo, lo soltó y debido al esfuerzo que estaba haciendo al tratar de soltarse, Kevin cayó al suelo, pero en lugar de quejarse por el dolor, su reacción fue la de querer quitarse esa cosa de su muñeca. La jalaba, la empujaba y de todo, pero nada.

—Lo que hagas será en vano —le advirtió la mujer caminando a la nave, agachándose para revisar algo de abajo—. Para abrirse necesita la contraseña y esa sólo la sé yo.

— ¡Dámela! —se puso de pie, furioso—. ¿Qué se supone que esta cosa? ¿Una especie de bomba?

—Escucha, esa “cosa”, como la llamas tú, es un radar y sirve para detectar a esas bestias debido a la energía que emanan. Si uno de ellos, que por cierto se llaman cannies, está a unos metros, pita y entre más cerca estén, el sonido se hace más fuerte. Entonces tú tienes que presionar el botón azul cielo que está del lado izquierdo, para yo recibir la señal por medio de mi pulsera —le mostró la pulsera, idéntica a la que le había puesto, en su muñeca izquierda.

— ¿No puedes hacer tú eso?

—Claro, pero como voy a estar reparando esta chatarra no voy a poder salir mucho y tú sí.

—En pocas palabras, yo soy la carnada.

—Pues si lo ves de esa manera, sí.

La mujer, por un instante, creyó que Kevin iba a sobresaltarse como lo había hecho desde el principio, pero no, lo único que hizo fue acercarse a la pared, apoyar su espalda en ésta, resbalar poco a poco hasta quedar sentado, con las rodillas flexionadas hacia su pecho y ocultar su rostro entre éstas. Permaneció allí, sin decir nada. La mujer lo miró, por un momento pensó que estaba llorando y se lo preguntó, pero él se limitó a negar con la cabeza, sin mostrar su rostro. La mujer se encogió de hombros y continuó revisado la nave, moviéndose a la parte trasera para abrir una especie de maletero y sacó algunas herramientas de allí.

Transcurridas un par de horas después, Kevin habló:

— ¡Oye! —la mujer posó su atención en él—. ¿Cómo es tu planeta?

— ¿Mi planeta? —ella comenzó a recordar—. Hace tiempo que no estoy ahí, pero es muy parecido a aquí, a la tierra. Aurón es un lugar hermoso igual que aquí, eso sí, tiene mucho menos luz. Nuestros ojos son un poco delicados, es por eso que aquí tengo que usar esos lentes de contacto, para que la luz no me haga daño. ¡Ups! Un enorme defecto.

Mientras decía esto, Kevin se había levantado y había caminado hacia ella. Cuando ella terminó su explicación, él levantó su antebrazo derecho a la altura de su pecho y con la mano derecha señaló la pulsera.

— ¿En serio no puedo quitarme esto?

—No —contestó con una sonrisa burlona.

El joven suspiró. Sabía que diría eso, pero no perdía nada si preguntaba.

—Iré a comer algo, tengo hambre —se dirigió a la puerta para entrar a la casa, se detuvo en el umbral y se volvió a ella—. ¿Quieres algo?

—No gracias, comí algo en la mañana.

— ¿En la mañana? Pero si ya es tarde.

—Sólo como una vez al día.

“¿Sólo una vez al día? ¿Cómo puede? Yo me ando muriendo si no como una de las tres veces al día”, pensó mientras cruzaba la puerta, entonces recordó algo. Volvió al garaje.

— ¿Cómo es que te llamas?

— ¿Qué? ¿No sabes cómo se llama tu niñera?

— ¿De qué hablas? ¡No llevas ni un día aquí!

—Aun así, ¡pero qué crío!

—Y no me digas así, me llamo Kevin,

—Me llamo Nimichiminimi

— ¿Qué? ¿En serio?

—Es verdad.

—Nimimichi…

—Nimichiminimi. Sólo dime Nimi.

—Nimi, ¿qué clase de nombre es ese? —se dijo en voz baja mientras se dirigía a su lugar favorito.

Después de prepararse un sándwich bien relleno, sonó el teléfono. Kevin corrió y lo descolgó para contestar.

—Kevin —escuchó la voz de su padre—. ¿Cómo has estado? ¿Todo bien?

—Papá, ¿cuándo vas a venir? Quiero que regreses.

El padre escuchó la voz de su hijo, ansiosa. Como si en verdad esperara su llegada, lo que lo extrañó mucho ya que nunca había ocurrido eso, nunca. Desde que era muy pequeño se iba y sí, siempre pedía a su padre que no se fuera, pero cuando comenzó a crecer, Kevin demostraba que le gustaba que se fuera y ahora no, fue diferente y eso lo hizo muy feliz.

—Mañana en la mañana voy a dar mi conferencia, ¡voy a dar lo mejor de mí! Tal vez esté en la tarde.

— ¿Hasta la tarde? —suspiró. No quería estar más tiempo con Nimi—. Bueno, entonces hasta mañana.

— ¡Oye, espera!...

Colgó. Tendría que esperar más. Bueno, por el momento iba a comerse ese rico sándwich que lo esperaba en la cocina y luego, quizás vería tele hasta la hora de dormir. He aquí otro día más en su vida o un día menos, para Kevin daba igual.

Al día siguiente, como todas las mañanas, Kevin se levantó, se vistió e iba a irse a la escuela. Bajó las escaleras y al pasar por la sala, para ir a la puerta que conducía a la calle, vio a la mujer loca de otro mundo dormida en el suelo. Ni siquiera estaba sobre un sillón, no, estaba en el frío piso. Antes de irse, subió de nuevo al segundo piso y de su cuarto, del armario, sacó una colcha que utilizaba para cuando lavaban la que él usaba en ese momento, así las turnaba. Bajó las escaleras y llegó a donde Nimi, colocando la colcha sobre ella.

—No sé si ustedes pescan resfriados o no, pero no puedo dejarte así —se dirigió en murmullo. Enseguida se fue a la escuela.

Desde el suelo, Nimi sonrió.

—Kevin, ¿eh?

Y eso es todo por hoy xDDD

Ah, bueno. Los que se pasan, espero que les haya gustado xD
Y si no... pues no importa, en realidad xDD

Bye... ewe, o mejor, continuara ~~


Revelación Desconectado
« Respuesta #4 en: Noviembre 07, 2011, 06:52 am »

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Re:Mi niñera *w* Cap. 3
« Respuesta #4 en: Noviembre 07, 2011, 06:52 am »
Jajaja, yo también me pregunto, ¿qué clase de nombre es ese? xDD

ahora se pone interesante. ¿Unas bestias monstruosas que extinguirán la raza humana? Jaja, no, exagero, pero como no exagerar si ella estará muy ocupada arreglando su navecita y no creo que Kevin pueda contra esas bestias xDD

Buen trabajo le dio ella. Hacerla de carnada xD

Buen capítulo.

DarkHime
« Respuesta #5 en: Noviembre 11, 2011, 12:00 pm »

Re:Mi niñera *w* Cap. 3
« Respuesta #5 en: Noviembre 11, 2011, 12:00 pm »
Hola, gracias por tu comentario, Reve *w* Te dejaré conti xD


Cap. IV: “Un día más extraño que ayer”


Kevin llegó como siempre, diez minutos antes de que las clases iniciaran. A pesar de que no era un chico responsable, siempre le había gustado estar puntual para comenzar con el día escolar. Se sentó en su lugar asignado y esperó a que llegara el profesor. Algo que también le gustaba hacer era observar a sus compañeros entrar y mucho más le gustaba cuando se trataba de Melisa. Se le quedaba viendo hasta que ella dejaba su mochila en su asiento y se iba con una de sus amigas hasta que dieran el timbre. Miró como su mejor amigo entraba por la puerta hecho un zombi.

— ¡Ah! Ayer me desvelé terminando el ensayo del profesor Pablo. Por cierto, ¿lo hiciste?

— ¿Yo? ¿No recuerdas que ayer me fui a casa temprano?

—Es verdad, pero el profe nos lo dejó hace una semana.

— ¿En serio?

— ¿En qué mundo vives, Kevin?

Por supuesto, esa era una broma, pero Kevin no la tomó como una, pues ese juego de palabras ya no le gustaba. “Mundo” le recordaba a la mujer que estaba durmiendo en el suelo de su sala. Las primeras clases antes del almuerzo, Kevin se la pasó mirando su muñeca derecha.

“¡Dios! Mínimo me la hubiera puesto en el brazo izquierdo. Ahora siempre que haga algo me la voy a ver”.

Una vez terminados los tres primeros períodos y dieron el timbre del receso, todos los alumnos empezaron a reunirse en sus lugares favoritos de las instalaciones para poder comer junto con sus amigos o charlar. Armando y Kevin, como todos los días, se dirigieron a la parte trasera de la escuela, a donde casi nadie iba y se sentaron a la sombra de un árbol.

—…Entonces, ¿tú siempre te haces tu lonche?

—Así es.

— ¡Órale!, mi madre siempre me lo tiene preparado antes de venirme —en realidad, sus padres se lo tenían todo bien preparado; incluso hasta lo llevaban a la escuela, tal vez porque sacaba buenas notas o porque era hijo único, aunque pensándolo bien, Kevin también lo era—. ¿Entonces tu padre no te cocina?

—Para nada —confirmó Kevin negando con la cabeza—. Él come lo que hace y yo como lo que hago, así es la regla.

—Mira, mira, ahí viene Meli.

—Oh, ya veo —se hizo el desinteresado, pero sus ojos miraron hacia donde estaba la joven, notando hasta lo que pisaba.

— ¡Oye, Kevin! —escucharon una brusca voz.

—De nuevo ese molesto de Erick —dijo Armando entre dientes—. ¡Deja de molestarlo!

— ¿Tú qué, cuatro ojos? No es contigo —Kevin ignoró lo sucedido y siguió comiendo, pero el nombrado Erick se molestó al no ver reacción alguna por parte del chico—. ¿Me oyes? —una vez más, fue ignorado. Erick golpeó la comida de Kevin y ésta cayó al suelo, ensuciándose por completo.

— ¡Oigan, pelea! —gritó alguien de por allí, con eso, más estudiantes comenzaron a reunirse alrededor de ellos para ver el pleito.

Kevin se puso de pie. Ante la acción, todos los presentes lanzaron una exclamación de sorpresa; sin embargo, las intenciones del chico fueron las de retirarse de allí, no quería meterse en una pelea o una discusión, no quería dar problemas. No obstante, no contó con que el chico brabucón lo sujetaría por el cuello de la camisa por la parte de atrás, lo halaría y lo arrojaría al suelo con violencia.

—Claro, es tal como dicen mis padres, tu padre es un flojo inútil, igual que tú. ¡Eres un inútil! —con esto, estaba por irse del lugar.

En el suelo, Kevin temblaba de furia por lo que el otro había dicho.

— ¡No es un inútil! —gritó levantándose con rapidez e iba a darle un puñetazo a su contrincante cuando su brazo se detuvo a medio camino con brusquedad, provocando que cayera nuevamente al suelo, arrodillado.

—¡Se detuvo, se detuvo! —dijeron los espectadores. Kevin, igual que los demás, estaba sorprendido.

—¡Oye...! —empezó a decir Erick algo molesto, pero no logro continuar porque la campana sonó—. ¡Bah, vámonos de aqu!í —dijo al fin y se fue.

— ¡Qué tipo! —murmuraron algunos—. Él sí es fuerte. ¡Se contuvo! —después se retiraron.

Armando se acercó a él e intentó ayudarle a levantarse, pero Kevin rechazó su ayuda.

—Bien hecho, Kevin —lo felicitó entonces, orgulloso de ser su amigo—. Vámonos —y también se fue adelantándose.

—Me alegra que no te rebajaras.

Kevin levantó su mirada y vio a Melisa. Ella tenía una expresión contenta y a él encantó ese momento. Por alguna razón todos habían estado hablando de lo valiente que fue y escuchar a Melisa decirlo, lo puso realmente feliz. Pero no se había detenido por lo que pensaron, ni porque quería impresionar a la chica que le gustaba; realmente él quería romperle la cara al molesto de Erick, aunque en el intento él sería el que terminaría con la cara rota. Había parado porque había escuchado un ruido, un sonido proveniente de la pulsera en su muñeca o tal vez fue su imaginación. Estaba tan molesto que su mente pudo engañarlo para que se detuviera.

Se puso de pie y por curiosidad, observó su alrededor. No vio nada extraño. Afuera, entre la maya, podía verse un montón de hierbas crecidas. Iba a dirigirse a su salón cuando, al dar el primer paso, escuchó un “pip” seguido de otro. El pánico se apoderó de él, pero lo controló mientras veía desaparecer a Melissa al dirigirse al frente de los salones.

“Si una de esas ‘cosas’ está a unos metros, el aparato pitará y entre más cerca esté, el sonido se hará más fuerte”, recordó las palabras de la loca, miró la pulsera, nervioso y con dolor de estómago. “Debes presionar el botón azul cielo que está del lado izquierdo para enviar una señal que mi pulsera detectará”.

Eso fue lo que hizo. Presionó el botón azul y esperó que eso funcionara.

En casa, Nimi pateaba desesperadamente la nave.

— ¡Porquería del infierno! ¡Funciona! —gritó enojada mientras iba a la parte trasera de la nave y del maletero sacaba un arma, apuntándole a la máquina—. ¡Chatarra, si no quieres vivir entonces muere! —después oyó que su pulsera comenzaba a sonar, indicando que Kevin la había llamado—. Con que han empezado a salir.

Kevin, aún afuera en el patio, caminaba de un lugar a otro, esperando algo, no sabía exactamente qué, pero algo, una señal, ruido o algo; algo que no fuera el molesto sonido que emitía su pulsera y que por cierto, definitivamente no era su imaginación ya que sonaba con más constancia que al principio. No sabiendo qué hacer, se encaminó a su salón, teniendo la esperanza de que Nimi solucionara aquello, pero antes de que entrara al edificio, escuchó la voz de ella.

— ¿Hola? —saludó en forma de pregunta porque no estaba seguro de que fuera la voz de Nimi, además, nadie era visible en el entorno.

—Kevin, necesito que hagas algo al respecto —Kevin se dio cuenta de que la voz de ella salía de la pulsera—. Desaloja el edificio.

— ¿Que quieres que haga qué? ¿Y cómo hago eso?

—No lo sé, piensa en algo. Tal vez con una alarma o algo así, pero haz que el edificio quede vacío —mientras escuchaba las indicaciones Kevin entró al lugar, buscando una alarma de incendio, fue lo único que se le ocurrió en ese momento—. Porque puede que el cannie entre y haga de las suyas en la escuela— siguió diciéndole Nimi.

 —¡Está bien, está bien! —dijo mientras corría por los pasillos vacíos.

Hallándose a unos metros de la oficina del director, aminoró la velocidad. Debido a que en ese instante su mente era un caos completo, la primera alarma que se le vino a la mente fue la que estaba a un lado de la oficina del director del plantel. Se acercó sigilosamente, esperando que en el último minuto, como en las películas de Hollywood, lo descubrieran y lo llevaran a su salón; pero no, llegó y todavía un poco indeciso, bajó la palanca. En cuestión de segundos, los alumnos y catedráticos empezaron a salir de los salones y demás, intentando mantener el orden y así los pasillos se llenaron de personas amontonadas, como una colonia de hormigas o una colmena de abejas.

Kevin quería caminar en sentido contrario a donde todos se dirigían a la salida, pero no podía, era como luchar contra una corriente de agua. Era empujado y golpeado. Algunos profesores intentaban tranquilizar a los muchachos, otros ya habían corrido, siendo los primeros en salir. Por fin, con esfuerzo, llegó de nuevo a la salida de atrás y realmente esperó ver a Nimi. Debido al ruido que impregnó en la escuela, Kevin ignoró por completo el sonido de su pulsera, que se había vuelto más veloz. Al poner un pie afuera, se quedó helado, asombrado de ver esa “cosa” frente a sus ojos. Un monstruo, eso era un cannie.

No era tan grande como lo había imaginado, pero lo demás era concorde a lo imaginado. Una especie de perro, tamaño de un labrador, su fisonomía era robusta, su color era café oscuro con nubes café claro, una enorme mandíbula, la boca era pequeña en comparación con sus filosos y largos dientes que siempre mostraba, su nariz era aún más pequeña en comparación con su boca y ojos, unos grandes ojos negros, tan negros que reflejaban lo que veían. Monstruosas patas con unas afiladas garras que al verlas, a Kevin se le puso la piel de gallina.

El cannie escuchó cuando Kevin salió del interior, porque en ese instante sus canicas negras lo miraban, insistente. El chico no se movió, estaba en blanco y paralizado. El cannie corrió hacia él. Unos metros para embestirlo cuando Kevin despertó, por decirlo así, al ver como a un par de metros, el monstruo se detuvo, ya que escuchó, como Kevin, un silbido que le pertenecía a nadie más que a Nimi, quien estaba donde el cannie había roto la maya para entrar a la escuela.

— ¡¿Pero qué te pasa?! —Gritó ésta al ver al joven ahí parado, en pleno peligro—. ¡Muévete de allí, crío! ¡Y tú…! —apuntó al cannie. En su hombro derecho le colgaba una bolsa y de ésta sacó una especie de brazo metálico que se puso sobre su brazo izquierdo—… ¡Ven a jugar conmigo! —aplaudió como si de un perro se tratara.

El cannie corrió hacia ella haciendo caso de su invitación. Kevin no se fue de allí, se encontraba algo emocionado. Nunca había visto algo como eso y pensó que absolutamente nunca iba a verlo de nuevo, por ello aprovechó el espectáculo y se quedó mirando. El cannie sujetó fuertemente el brazo metálico que Nimi le ofrecía mientras hacía extraños ruidos, parecidos a los de un gruñido pero diferentes. Luego, al ver que no logró hacerle nada, el monstro soltó el brazo.

—Ven, ven —Nimi seguía con su juego, gritándole al cannie para provocarlo.

Aún emocionado de ver aquello, Kevin se percató de que los bomberos estaban por llegar porque escuchó la sirena que los caracterizaba. Eso era un problema. Se preocupó pues sabía que ellos entrarían a las instalaciones del plantel y verían que todo había sido una farsa y no sólo eso, saldrían al patio trasero y verían la escalofriante escena que él presenciaba. Una mujer loca que toreaba a un monstruo, ¿algo más extraño? ¡No lo creía!

—¡Nimi, las autoridades ya están aquí! —informó al escuchar también las sirenas de los autos policías—. ¡Nimi!

—¡Ya escuché! —dijo ella un poco fastidiada porque los aburridos humanos le estaban echando a perder su diversión. Ya no podría jugar más con ese “simpático” cannie.

— ¡Nimi, si no haces algo…!

— ¡Cuidado!

El feroz cannie iba a saltar arriba de Kevin, pero la mujer, velozmente, ya al tanto de eso, se colocó frente al muchacho y con su puño golpeó el pecho del “animal”, quien por el golpe, cayó al suelo lanzando un extraño y ahogado gemido de dolor.

—¡Te dije que te fueras de aquí! —le dijo la mujer algo molesta a Kevin.

El chico, sorprendido y sin aliento por lo que pudo haberle pasado, corrió dentro del edificio para salir de la escuela, dejando en manos de Nimi la situación. Unos metros antes de llegar a la salida, los bomberos comenzaron a bajar del camión preparándolo todo y unos cuantos se adentraron al lugar; luego, la policía hizo lo mismo. Kevin se quedó afuera junto a los demás, viendo el espectáculo. Unos minutos después los hombres al servicio de la seguridad pública confirmaron que todo, al parecer, había sido una espantosa broma de algún delincuente juvenil; aun así, las clases se suspendieron por ese día. Kevin sentíase aliviado de ver que todo había salido bien. Parecía ser que Nimi había llevado al cannie a otro sitio o algo así, justo en el momento preciso. Se encaminó a su casa.

“Espero que no esté batallando mucho”, pensó el muchacho al estar frente a la puerta de su casa. “Espero que le haya ido bien”.

— ¡Hola, crío! —recibió el saludo de felicidad de Nimi en cuanto puso un pie en su hogar.

— ¿Pero qué?... —se quedó con la boca abierta al verla frente a él—. ¿No estabas con el animal ese? —cuestionó perdido.

La mujer caminó a la sala y muy cómoda se sentó en un sillón.

— ¡Ah! Eso fue fácil. Sólo rocié un líquido en su nariz y ¡pum! Con eso estuvo para que cayera rendido.

— ¡¿Qué?! ¿Entonces por qué no hiciste eso desde un principio?

— ¿Por qué? Porque así no sería divertido —respondió a carcajada abierta. Ese momento a Kevin le desquició. Se acercó a ella.

— ¿Sabes? ¡Me preocupé mucho!

— ¿Y quién manda que hagas eso?

—¡Eres de lo peor!

—Y tú divertido.

Hubieran continuado con su discusión si no fuera porque escucharon la puerta principal abrirse y cerrarse.

— ¡Ya estoy aquí, Kevin! —oyó la voz de su padre.

Nimi se levantó rápidamente y saludó al hombre.

—¡Bienvenido, jefe! —dijo con vital energía, que a Kevin le resultó increíble. ¡Ya ni él tenía esa energía que era más joven que ella! —. ¿Qué tal le fue?

—Mal, muy mal.

“Qué novedad”, pensó Kevin.

—No quieren ningún trabajo mío. Soy un asco. ¡No sé qué hacer!

Se escuchó la risilla de Nimi.

—No diga eso. Se le ocurrirá algo.

Kevin iba a retirarse a su habitación cuando recordó algo.

—Nimi, ¿dónde…?

—No te preocupes —lo interrumpió—. Está en un lugar donde no causará daño alguno.

—Tengo hambre —dijo el Sr. Ibarra—. ¿Sabes cocinar? —le preguntó a ella.

—Claro.

Así, terminó otro día para Kevin. Otro día que fue más extraño que el anterior. Ahora se preguntó cómo serían los días de ahora en adelante. Bueno, no quería preocuparse en vano, era mejor esperar a que pasaran.

Continuará ewe xD

Mmm, si lo leen, espero que les... Oh, vamos, para qué engañarme. Ni a mí me gusta xD

DarkHime
« Respuesta #6 en: Noviembre 18, 2011, 11:44 am »

Re:Mi niñera *w* Cap. 4
« Respuesta #6 en: Noviembre 18, 2011, 11:44 am »
Sin mas:

Cap. V: “Una parte de la verdad”


Debido a que los cannie escaparon y huyeron a un planeta, he tomado una nave del Blipon y he salido a traerlos de vuelta”.

Atte. La heroína de la historia XD

Una vez terminó de leer la pequeña nota que había encontrado en la mesa, el hombre la arrugó con su mano derecha, molesto, enojado, furioso. Se dirigió a una joven mujer que parecía ser su fiel ayudante.

—Esa mujer —dijo entre dientes—. ¿En qué rayos está pensando? ¿Cree que soy un tonto?

Su ayudante permaneció callada, mejor eso a meterse en problemas. El hombre dirigió sus dedos índices a sus sienes e hizo presión en ellas con éstos.

—No lo puedo creer, simplemente no puedo creerlo. Aley, ¿acaso quiere que piense eso? —Le mostró la bola de papel—. Cuando es imposible que los cannie abrieran sus jaulas, tomaran una nave y la programaran para que aterrizara en cierto lugar. ¡Aley! Quiero que me muestres las cámaras de la zona donde estaban los cannie.

—Sí, señor —los dos se dirigieron a la sala de monitoreo a ver los vídeos reveladores.

Denor es el capitán a cargo del comando del Blipon, la nave que utilizan para ir a diferentes planetas para transportar diferentes cosas y especímenes. Era un hombre de estatura promedia y cabello castaño claro.

Aley era su ayudante, su secretaria, por decirlo así. Ha estado trabajando con él ocho años terrestres. De piel moreno claro y cabello oscuro. A simple vista se diría que odia su trabajo, pero al parecer no porque no lo ha dejado, aunque puede que realmente lo haga.

La joven mujer tomó asiento frente a una enorme pantalla en la que había pantallas más pequeñas a cada lado, las encendió y empezó a mover el monitor hasta lograr ubicar el lugar que deseaban encontrar. Pulsó un botón y ante el acto todas las pantallas mostraron interferencia, indicando que las cámaras habían sido saboteadas. Giró la silla en la que estaba y miró a su jefe, que se encontraba detrás de ella.

—No se muestra nada, parece que las desconectó. Mandaré a alguien a que las revise.

Denor sujetó su barbilla y se la masajeó mientras se decía:

—Dime, Nimi, ¿cuál es tu plan? ¿Qué ganas haciendo esto? —Empezó a molestarse al no imaginarse nada—. ¡Maldición! ¡Aley! —se dirigió a ella una vez terminó de dar la orden de verificar las cámaras—, ubica dónde cayo la nave que robó Nimichiminimi.

Una vez más, la mujer hizo lo ordenado. Después de buscar por unos segundos, se mostró un radar donde, representada por un puntito rojo, la nave se movía poco a poco hasta llegar a cierto lugar y desaparecer.

—El radar indica que el Hatton 7 se movió a las coordenadas del sistema solar 458, llegó a un punto donde la señal fue desactivada, indicando que entró a la atmósfera terrestre. La nave aterrizó en el planeta azul.

— ¡¿Qué?! —Se sobresaltó al escuchar tal cosa—. ¿Al planeta azul? —su mirada se tornó preocupada—. ¿Qué piensa hacer allí? ¿Cuál es su plan? ¡Maldición! Tengo que ir a detenerla. ¡Tenemos que ir allá!

Al decir lo último, salió disparado del cuarto de monitoreo hacia la sala principal, para poder dar la orden de cambiar el rumbo. Esto provocó que su secretaria, preocupada, se levantara de la silla y lo siguiera. El mayor había llegado a una enorme puerta que estaba a punto de abrir insertando un código, pero Aley le dio alcance y lo detuvo.

—Espere, ¿qué va a hacer? No haga eso.

—Tengo que detenerla, detener su malvado plan…

— ¿Cuál plan?

El hombre se sujetó la cabeza con las manos y exaltado, respondió:

— ¡No lo sé! Pero no quiero saberlo cuando ocurra. Esa mujer está loca, no sé qué es lo que su retorcida mente está maquinando. Así que tenemos que detenerla.

—Pero no puede hacerlo —la mujer intentó razonar con su mayor—. Si los de la Federación Universal se enteran lo retirarán de su cargo.

Se quedó pensativo ante aquella posibilidad, la verdad no había pensado en eso.

—Tienes razón, entonces yo solo iré por ella.

— ¿Quiere decir que yo estaré a cargo? —preguntó la otra un tanto feliz por la idea.

—No.

— ¿No? —se desilusionó.

—No, tú vas a ir conmigo.

— ¿Qué? Está loco, no quiero meterme en problemas. Además, usted dijo que iría solo.

—Solo, contigo —marcó el código y la puerta se abrió, cediéndole paso.

— ¿Solo, con alguien? Eso no tiene sentido —siguió a su jefe. Para su desgracia, una orden tenía que ser cumplida y más para una simple ayudante.

La sala principal estaba compuesta por seis monitores y cada uno era manejado por un co-capitán. Denor se dirigió al co-capitán número cuatro, una bella mujer que llevaba trabajando diez años y que, después de Aley, era una de sus queridas amigas.

—Co-capitana Berry, usted estará a cargo de la navegación del Blipon mientras esté ausente.

— ¿Ausente? ¿A dónde irá?

—A cumplir una importante misión y la señorita Aley irá conmigo. Así que dejo el trabajo en sus manos.

Berry tan sólo asintió a la orden de su capitán.

—Por favor, cuida muy bien de mi querido Blipon.

Con esto, junto a su fiel secretaria, se dirigió a donde estaban las naves de excursión. Ambos se subieron a una. Aley se colocó en el monitor de mando y Denor se colocó unos lentes negros y unos guantes negros también, y empezó a mover su dedo a la altura de sus ojos. Los lentes eran especiales, ya que a través de éstos él podía ver una especie de pantalla y con los guantes podía mover las imágenes que en la pantalla se mostraban, cambiándolas hasta que encontró lo que buscaba. Agrandó la pantalla poniendo sus dedos índice y pulgar juntos hasta ir separándolos indicando algo grande. Silbó.

—El planeta azul está a una gran distancia. Tardaremos días en llegar.

—Sí —dijo ella al presionar algunos botones del monitor para encender la nave—. Un viaje largo.

—Sólo espero que no sea demasiado tarde.

La compuerta que conectaba el interior del Blipon y el espacio se abrió y así, la nave cuatro se dirigió a su nuevo destino: la tierra.

En la tierra, Kevin estaba afuera de los módulos, pues era la hora del almuerzo, no obstante, él no estaba en la parte de atrás del edificio como todos los días, ya que unos trabajadores estaban quitando la maya pues, por alguna extraña razón que aún las autoridades desconocían, tenía un agujero enorme, como si alguien lo hubiese hecho para robar o algo. A pesar de que nunca antes había sucedido algo parecido, ahora no sólo pondrían una simple maya, sino que sería una pared, para evitar otro desagradable accidente.

—Todavía me parece increíble el escándalo de ayer con la alarma de incendios —dijo Armando a su mejor amigo.

Kevin no respondió nada ante el comentario, pues estaba pensando que si en su casa hubiera una alarma de fuego, indudablemente se hubiera escuchado el día anterior en la tarde, pues Nimi casi había incendiado toda la cocina de no haber sido porque su padre estaba allí con ella. Aun así, ¿quién cocinaría cuando ni siquiera sabe prender una estufa? ¡No! Ni siquiera sabía prender un simple encendedor. ¡Dios! Ni él ni su padre volverían a poner a Nimi a cocinar. Eso estaba bien claro.

—… ¿Quién crees que fue el que la activó? —esa pregunta fue lo único que alcanzó a escuchar cuando dejó de prestarle más atención a sus pensamientos.

—Un desesperado —fue lo único que dijo.

Después de que el receso hubiese acabado, como todos los días, entraron a clases, terminaron y Armando y Kevin caminaron a la salida.

— ¡Kevin!

—Esa voz —dijo el joven Ibarra al reconocer a la persona y, precisamente, a unos metros de distancia se hallaba la dueña de la voz agitando los brazos en forma de saludo, para que la viera.

—Kevin, ¿esa no es tu niñera? —le preguntó su amigo.

—No la conozco —caminó mucho más rápido, en dirección contraria a donde estaba Nimi, para evitar encontrarse con ella.

— ¡Kevin, estoy por acá!

—Sí, lo sé, por eso voy por allá!

Y su plan hubiese funcionado a la perfección, perdiéndola entre todos los alumnos de no haber sido porque escuchó que alguien lo llamaba y era nadie mas que Melisa. No podía ignorar a la chica de sus sueños, así que se detuvo a su llamado.

—Hola, Melisa.

—Hola, sólo quería entregarte esto que se te cayó de la mochila —le entregó una pluma y él la tomó.

—Gracias.

—Bueno, nos vemos hasta mañana.

—Hasta mañana.

—Con que, esa es la chica que te gusta —mencionó Nimi una vez le dio alcance y la chica se hubo ido.

—Nimi, ¿qué haces aquí? —inquirió el joven en tono enojado por no poder escaparse de ella y por haberse detenido por una pluma que resultó no ser de él. Aunque le agradó la idea de que Meli lo hizo para hablar con él.

—Soy tu niñera, ¿no? —Obvió mientras colocaba su mano en su hombro—. Por eso me pagan; además, estaba desquiciada con esa odiosa máquina de pacotilla que no puede funcionar como es debido. Necesitaba u poco de aire —suspiró—. ¿Te cargo?

— ¡No! No soy un bebé, puedo caminar.

Ambos dirigieron sus pasos hacia el hogar Ibarra.

—Dime —inició Kevin rompiendo el silencio que había entre los dos—. ¿Es muy difícil reparar esa máquina? Oh, espera, ahora que lo pienso, creo que dejarla en el garaje no es muy buena idea, puede que mi padre la descubra y no creo que responda de la misma manera que yo.

—No te preocupes por eso —le dijo con una gran sonrisa—. Ya me adelanté, la puse donde tengo al cannie.

—Es verdad, ¿qué es ese lugar?

—Un lugar que encontré por causalidad.

—Espero que ese monstruo no se escape y haga de la suyas —dijo Kevin en un suspiro.

—Te digo que no te preocupes, todo está perfectamente calculado.

Kevin se detuvo.

—Por supuesto que me preocupo. Siempre pienso en qué es lo que pasaría si una de esas cosas sale a plena luz y devora todo a su paso.

Nimi se colocó frente a él y colocó su mano sobre su cabeza, volviendo a repetir:

—No te preocupes —por alguna razón, quizás por la manera tan convincente que ella pronunció las palabras, Kevin pareció relajarse. Ella estaba muy segura de lo que decía—. Además, íbamos a llevar a ocho cannies y sólo se escaparon siete —rió mientras seguía con su camino, muy divertida por su comentario.

— ¿Siete? ¿Se te hacen pocos? —susurró el chico también comenzando a caminar. No pudo evitar reír pues sentía que Nimi tenía todo bajo control, aunque puede que sólo se veía así ya que realmente no sabía qué hacía. Bueno, por el momento no había pasado nada grave así que todo marchaba bien.

///////////////////////

Y asi como asi termina este capitulo. Saludos. 

Juankure Desconectado
« Respuesta #7 en: Noviembre 22, 2011, 10:58 pm »

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Re:Mi niñera *w* Cap. 5
« Respuesta #7 en: Noviembre 22, 2011, 10:58 pm »
He leído el primer capitulo, me ha parecido bastante cómico, sobre todo al  final cuando Kevin esta intentando hacerse una idea de la mujer y termina por pensar que es una loca de pelo vede.

Realmente me gusto, las partes cómicas han llegado sin forzarlas y has usado situaciones cotidianas, (ese no de los padres es típico y la respuesta a nuestro y por que, por que no, me ha hecho acordar de mis propios padres), manana continuare leyendo.

Espero que sigas adelante con esta historia, porque me gusta leer comedia, ya que soy pésimo para escribirla.
Mis escritos
Sorry but you are not allowed to view spoiler contents.

DarkHime
« Respuesta #8 en: Noviembre 23, 2011, 11:27 am »

Re:Mi niñera *w* Cap. 5
« Respuesta #8 en: Noviembre 23, 2011, 11:27 am »
xDDD Juan:

Que placentero verte aquí xD
Me alegra saber que te ha divertido el primer capítulo. De hecho, esta historia hace años que la escribí, mentalmente hablando, así que se ve más mi lado infantil, y aunque no es tan interesante, es una de mis favoritas xD

Jajaja, sip, creo que más o menos tenía la edad de Kevin, unos doce años cuando la planeé y justamente así era mi madre. "¿Me dejas ir allá?" "¡No! "¿Por qué no?" "Porque no" Así, sin más y también solía decirle "Apá" a mi papá xDD Y mi lugar favorito era la cocina en donde atacaba todas las alacenas y comía lo que me encontrara y también el pan de caja que se guardaba allí estaba casi simpre caducado xDDD

Contigo aquí, es seguro que la historia continuará hasta que finalice xDDD
Gracias por leer y por tu lindo comentario.
Nos vemos.

Juankure Desconectado
« Respuesta #9 en: Noviembre 29, 2011, 06:42 pm »

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Re:Mi niñera *w* Cap. 5
« Respuesta #9 en: Noviembre 29, 2011, 06:42 pm »
Segundo capitulo leído.

Me he imaginado como un anime la parte en donde Kevin señala,asi con el fondo blanco y las llamitas que indican fantasmas rondando, ademas de la mancha morada en el rostro del protagonista.

Realmente, estuvo bastante bueno el cap, y para rematar lo dejas en la parte de la verdad.

Un padre que hace videojuegos (es mi sueño) XD jajajajaja. :lol:
Mis escritos
Sorry but you are not allowed to view spoiler contents.

Revelación Desconectado
« Respuesta #10 en: Noviembre 30, 2011, 09:13 am »

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Re:Mi niñera *w* Cap. 5
« Respuesta #10 en: Noviembre 30, 2011, 09:13 am »
Oh, me había perdido los últimos dos capítulos. Pero de los dos, me ha gustado mucho el cinco. Jajaja ¿Atte. "la heroína de la historia? Sólamente Nimi podía despedirse de esa manera xDD En verdad, me gusta mucho esta extraterrestre. Es simpática y a la vez, tiene un desprovisto sentido de la urgencia. Pobre Kevin con ella.

Nuevos personajes, ya quiero saber porqué ese mayor desconfía tanto de Nimi y ¿fue Nimi quien en verdad dejó salir a los cannies? Pero si así fue, ¿con qué objetivo lo hizo? Esto se pone más intrigoso, además, me intriga mucho la mención de ese planeta en el prologuito. Un planeta destruído por sus propios habitantes que todavía no logro ubicar en la historia. ¿Qué tiene que ver ese planeta destruído con todo esto?

Y me parece que es muy importante dado que ese planeta, "RAC" es lo primero mencionado en la historia. Wow, tendré que esperar el avance de esto.

Quiero conti ya!!

DarkHime
« Respuesta #11 en: Diciembre 04, 2011, 12:33 pm »

Re:Mi niñera *w* Cap. 5
« Respuesta #11 en: Diciembre 04, 2011, 12:33 pm »
¡Hi! Gracias, juankure y Revelación por sus comentarios xD

Oh, wow, juankure, pues ese es un lindo sueño. Me has recordado a mi hermano, él también quiere hacer videojuegos xDD

Actualizo:


Cap. VI: “Cuidado con quién te metes”


Un niño estaba acuclillado en el suelo, de espaldas, mientras miraba extrañas flores moradas; giró su cabeza y con una gran sonrisa en su pálido rostro dijo:

—Mira que bonitas flores.

Gray…

Nimi abrió los ojos y vio el cuarto iluminado por los primeros rayos del sol.

—Ya es de día —se dijo levantándose de la cama del padre de Kevin.

Solía dormir en la sala, pero el señor de la casa, desde que había llegado, dormía en el sillón, así que ella debía dormir en su cama. Bajó al segundo piso. Ese día había despertado un poco tarde a lo acostumbrado ya que Kevin ya estaba en la escuela. Se asomó a la sala y no encontró a nadie, es más, aún estaba doblada la cobija que la noche anterior Kevin le había traído a su padre. Se encaminó ahora a la habitación de trabajo y descubrió al hombre sentado frente a su laptop como el día anterior, y se notaba bastante cansado.

—Jefe, ¿no ha dormido? Se ve horrible, debería descansar un poco.

— ¿Hm? No, aún no.

—Ha de tener hambre, le cocinaré algo —iba a dirigirse a la cocina, pero el hombre se levantó de su asiento y con el brazo extendido le dijo, apurado y olvidándose del cansancio:

— ¡No! No te preocupes, yo lo haré — No iba a permitir que volviera a quemar la cocina.

—No, no, yo lo haré. Usted está súper cansado.

—En serio —insistió él acercándose a la puerta para ir a la cocina—, yo lo haré, no te preocupes. Además, soy un hombre mayor, puedo hacerme algo de comer.

—Como quiera —lo vio ir a la cocina—. Entonces yo iré a… hacer cosas normales como pasear y esas cosas.


-N-


—Claro que sí, muchas gracias —dijo una mujer de cabello castaño claro, despidiéndose del hombre de la mudanza.

Ella, junto a su esposo y su pequeña hija, se había mudado a esa ciudad. La niña, que era la viva imagen de su madre, abrió la puerta de su nueva casa para salir al patio trasero, que era muy grande y estaba arreglado con diversidad de plantas y árboles.

—Ivonne —la llamó la madre desde adentro acomodado unas cajas—, no te alejes mucho.

—No, mami —respondió la niña quien ya corría por todo el patio, divertida.

Después de unos minutos de andar de acá para allá, la niña escuchó un ruido de entre unos arbustos. Curiosa, se acercó poco a poco y, con mucho batallar, atravesó los arbustos, caminó un poco más y se detuvo sorprendida cuando vio a un extraño animal que nunca antes había visto en su corta vida. La extraña criatura se acercó a la niña y la miró fijamente con sus negros ojos; la reacción de la pequeña fue la de correr dentro de la casa y, algo asustada, se aferró a la pierna de su madre, quien hablaba por teléfono.

—¡Mami, mami, hay un feo perro afuera, mami!

—Espera, hija —tapó la bocina del aparato—, estoy hablando con papi, deja a mami acabar de hablar con él.

Ivonne apuntó afuera.

—¡Pero mami, es un perro grande y está feo!

—Está bien —destapó la bocina y habló por ella—. Querido, te hablo después, tengo que llamar a alguien… De acuerdo. Te amo, adiós.

Colgó y marcó otros números. Casi enseguida de llamar al departamento de control animal, una furgoneta se detuvo frente a la casa. Las dos no habían salido al patrio por seguridad. Se escuchó el timbre y la señora abrió la puerta.

—¡Muy buenos días! —saludó Nimi animada y con una sonrisa en el rostro—. Ya estoy aquí, ¿dónde está el perrito malo?

— ¿Usted es del control animal?

—Es verdad, sí, soy yo la que le quitará el problema. ¿Usted ha visto al perrito?

—La verdad no, mi hija y yo quisimos esperar aquí.

—Pues han hecho muy bien, debido a que ese es un horrible animal, ¿cierto? —se hincó para quedar a la estatura de la péquela, que sólo afirmó con la cabeza. Nimi se irguió para seguir hablando con la señora—: Le recomiendo que pase lo que pase, oiga lo que oiga, se quede aquí. Yo le haré saber cuando el lindo animalito sea capturado, ¿de acuerdo?

—Está bien.

Con eso, la de “control de animales” se dirigió al patio trasero a hacer su trabajo.


-N-


—Dígame lo que vio— ordenó un oficial a uno que trabajaba en la fundación de control de animales.

Por lo visto, alguien había ponchado las llantas de los vehículos de la fundación. ¿Por diversión? ¿Venganza? ¿Sin alguna razón? La verdad, este oficial no lo sabía, era algo raro, nunca había pasado algo como eso. En cierta manera, esa situación le parecía graciosa, pero no, tenía que ponerse serio.

—¡Está loco! —opinó en la conversación otro hombre que al parecer había escuchado todo—. ¿Usted cree? ¡Dice que fue una mujer de cabello verde! —al decir el color de cabello se le notaron las ganas de reír—. ¡Y dice que luego esa mujer se llevó un auto!

— ¿Una mujer de cabello verde? —preguntó el oficial un poco incrédulo.

—Es verdad, es un poco extraño, pero tal vez ella esté en alguna banda e hizo eso para molestar, no lo sé, pero de que se robó una camioneta, es cierto.

—Entiendo —comentó el hombre de traje, enseguida observó su alrededor y distinguió una cámara de seguridad en el poste del otro lado de la calle—. Espere aquí, voy a ver al gerente de la tienda de enfrente.

Con eso, se dirigió al otro negocio. Una vez habló del caso, él, el gerente y otro chico, se dirigieron a los monitores para activar la cámara y ver lo que realmente había sucedido. Un plan ingenioso. La persona que había inventado las cámaras de seguridad, en estos casos, era la mejor.

—Es extraño que algo como eso sucediera —mencionó el gerente de la tienda para romper el silencio—. Ponchar los neumáticos de todos los vehículos excepto uno. Lo mires por donde lo mires, es realmente inusual, ¿no creen? —el hombre no aguantó más y carcajeó.

Los tres hombres que se encontraban en el cuarto se quedaron sorprendidos al ver lo que había aparecido en las pantallas. No era algo poco común como ver a una mujer robarse un camión ni una banda de locos que desinfló las llanas de los demás autos. Lo que vieron fue simplemente una pantalla gris con pequeños puntitos negros que hacía un ruido infernal; en pocas palabras, sólo vieron interferencia. Las cámaras fueron dañadas.

— ¿Pero qué…? —el oficial no pudo completar la frase ante su asombro.

¿Con qué clase de persona se estaba metiendo? Pensó detenidamente. La persona esa se había puesto alguna peluca para distraer a los demás. ¿Quién podría fijarse en el rostro de alguien cuando la atención se dirige al cabello verde? Era inteligente, eso debía reconocerlo el oficial, pero la pregunta que retumbaba en su cabeza sin dejarlo en paz era: ¿Cuáles eran las intenciones de usar un vehículo del control animal? La respuesta le vino en mente tan rápido como un relámpago. ¡Plan con maña! Hacer un crimen con un auto robado y, quién sabe, dejarlo por ahí y perderle la pista, no pudiendo localizarla más.

No podía fiarse de esa camioneta robada, así que por el momento sólo tenía dos pistas: Una, esa mujer y dos, que tenía pelo verde; pero si esta última se trataba de una peluca no podría detenerla a menos que alguien la viera y la denunciara en ese momento, pero no creía que eso sucediera, una gran desventaja. Darío Guerra, un oficial de la policía local había trabajado más de cinco años allí. Era alto, cabello rubio y ojos de un color verde agua. Era uno de los mejores oficiales y ese caso le interesó mucho.


-N-


Nimi, aún en el patio de la señora, ya había atrapado al cannie. No había batallado mucho en capturarlo. Parecía ser que el animal había comido algo que le había hecho daño, porque al ver anteriormente a la niña no hizo nada ni cuando Nimi fue a verlo, por lo que ella se sintió un poco decepcionada ya que quería divertirse con el cannie, pero en esas condiciones era imposible. Bueno, de cualquier manera, lo durmió, lo colocó cuidadosamente en un costal y sin dificultad, claro que con mucho cuidado también, se lo colocó en la espalda. Se acercó a la puerta.

—Bien, mi trabajo aquí ha terminado —le informó a la señora que aún acomodaba varias cajas.

—Eso fue rápido.

—Sí, es que soy una experta. Espero que este lindo animalito esté en un lugar mejor —mostró el costal.

—Ese es…

— Sí, este es el perrito malo. Nos vemos.

Sin más cruzó la puerta de salida, se trepó a la camioneta una vez dejó el costal en la parte trasera y se fue, dejando a la señora un poco preocupada. Por alguna extraña razón, sentía lástima por el animal.

—Van dos, quedan cinco —se dijo Nimi mientras se miraba por el espejo retrovisor y se colocaba la peluca. Luego se dirigió a devolver la camioneta cuando llevó al cannie con el otro.


-N-


Kevin había llegado de la escuela y como de costumbre, se sentó en el sillón para ver la televisión; además, Nimi no estaba, lo que lo extrañó porque no fue a recogerlo como ayer ya que había dicho que siempre iba a ir por él. Su padre estaba en la sala de trabajo y a él, por ser fin de semana, no le habían dejado tarea así que aprovechó ese momento de paz para relajarse y ver la televisión, algo no que había hecho desde hacía… tres días. De acuerdo, exageraba, pero vivir con una extraterrestre hacía ver que ya llevaba viviendo un año con ellos. Hizo funcionar la tele y comenzó a cambiar de canal hasta que encontró un programa de su agrado. Las noticias locales. No es que a él le gustara ver eso, le aburría mucho para ser sinceros; pero algo había llamado su atención, lo que una mujer estaba diciendo:

“…Así es, es poco común este caso. Se dice que en la fundación de control de animales una mujer de pelo verde robó una camioneta y eso no es todo, la camioneta fue devuelta. Esto ha hecho que…”

“Nimi”, pensó Kevin. ¿Cómo era posible que estando fuera de la casa, fuera del alcance de él, ella lograra hacer que se preocupara? “¿En qué piensas?” Rápidamente cambió el canal al escuchar a su padre.

—Hijo, ¿no ha llegado Nimi? Es raro, en la mañana se fue y no ha regresado. ¿Crees que nos dejó?

“Eso quisiera”, pensó el muchacho.

—Tal vez fue a comprar algo y se perdió.

—No creo que se haya perdido, Kevin. Tal vez fue a visitar a algún familiar.

—O tal vez tuvo un accidente.

—O tal vez se encontró con un amigo en la calle.

—O tal vez la metieron a la cárcel… o la meterán —lo último lo dijo en un susurro.

—No importa, realmente —dijo el hombre volviendo a la sala de trabajo—. En tanto no le haya pasado algo grave y nos hable o algo así.


-N-


El oficial Darío entró a la sala de los policías y se dirigió a la oficina de su comandante, lanzándole una libreta que cayó en el escritorio.

— ¿Y esto? —lo tomó y empezó a leerlo.

—Son los informes que acabo de escuchar sobre el caso.

— ¿Hablas de lo que sucedió en la fundación? Es verdad, es algo inusual, pero la camioneta fue devuelta y al parecer fue una simple broma.

—Aun así, debemos detener a la mujer que hizo esto. Es posible que tenga cómplices. Es imposible que ella desinflara todos los neumáticos ella sola. Es mejor detenerlos antes de que vuelvan a hacer otra de esas “bromas”.

—Guerra, ¿acaso piensas detener a todas la mujeres de cabello verde? ¿Sabes cuántas bandas punk hay en este sitio?

—Es verdad, pero hay que intentar resolver este caso.

—No lo considero un caso grave, pero ya que estás obsesionado con eso, haz lo que quieras, pero no hagas que esto te quite el sueño, te quiero al cien.


-N-


Kevin, una vez hubo comido se fue a su recámara. Se encontraba un poco preocupado por Nimi. Su padre había dicho que desde la mañana había salido y todavía no regresaba. Sí, ella era una mujer grande como para hacer una locura; pero se trataba de Nimi, una alienígena que no sabía las reglas de la tierra. Además, Kevin no tenía ni la más mínima idea de lo que pasaba en su cabeza. ¿A quién se le ocurriría llevarse una camioneta? ¿Acaso estaba loca? Pero qué demonios, ¡claro que estaba loca! Y eso él lo sabía muy bien. En verdad que era buena haciendo preocupar a la gente.

Una vez en su cuarto, Kevin se asomó a la ventana para poder salir por su escape, pero al recorrer la cortina se sobresaltó e incluso pegó un gritito, pues vio a su niñera afuera, sobre el tejado. Ella tocó el vidrio.

— ¿A dónde ibas, crío?

El joven abrió la ventana.

—No me asustes —pidió—, ¿qué estás haciendo aquí?

Estaba claro, no sabía qué pasaba por su mente.

— ¿Sabes? Estoy súper aburrida, por eso estoy aquí —entró al cuarto del muchacho—. Acabo de encontrarme otro cannie, pero este fue fácil de atrapar, no hizo ninguna resistencia y tampoco quiso jugar conmigo —lo último lo dijo en tono triste—. Hazme un favor…

— ¡No! —se adelantó sin pensarlo dos veces. Fuera lo que fuera lo que tendría que pedirle, no sería algo bonito.

—Anda, vamos, no te comportes como un crío. Y ni me dejaste explicarte de qué se trata. Lo único que quería era que salieras.

— ¿Salir?

—Así es, es que no me sirves…

—Oh, ya veo, sólo soy una herramienta —le dio la espalda a Nimi para salir de su cuarto.

—No te lo tomes tan a pecho, me refiero a que salgas a la calle, que pasees, te diviertas con tus amigos de la escuela y que no te quedes aquí amargándote solo en tu habitación, escapando por la ventana. Eso déjalo para cuando tengas novia.

—¡Eso o para buscar cannies! —le casi gritó el joven, pues ya estaba bajando las escaleras. Nimi lo siguió.

—Eso de paso. ¡Estoy aburrida!

— ¿Por qué no vas a arreglar tu nave?

—Es igual de aburrido, no se quiere arreglar.

—No creo que la máquina se arregle sola —después de hacer el comentario se quedó pensativo un momento—. Bueno, a lo mejor si tienen esa tecnología.

—Pero esa máquina no —después de estar triste su puso enseguida feliz al recordar algo—. Bueno, por el momento esperaré —se tumbó en el sillón de la sala—. ¡Jefe, ya estoy en casa!

—David, se llama David, dile así, que lo llames jefe… hm, bueno, no creo que le quede.

— ¿Sr. David? —lo pensó un poco, luego hizo un sonido con la boca, indicando que la idea no le pareció agradable—. Mejor sigo diciéndole jefe.

—Como quieras —se sentó a un lado de ella y prendió la tele.

—Kevin —lo nombro seria, luego sonrió—. ¿Salí en la tele?

.....................................

Es todo por hoy. Continuará xDD

DarkHime
« Respuesta #12 en: Agosto 06, 2012, 05:19 pm »

Re:Mi niñera *w* Cap. 6
« Respuesta #12 en: Agosto 06, 2012, 05:19 pm »
Hello, mmm, he regresado con este nick para actualizar esto hasta terminarlo aqui.


Cap. VII: “Un invitado no deseado”[/


Los alumnos del salón 1-B estaban ansiosos de que el timbre de salida sonara, tan sólo quince minutos más. La última clase era de Biología, impartida por la maestra Teresa. La mujer observó a los chicos y los notó algo desanimados debido al horario de su clase y eso que apenas empezaba la semana.

—Chicos, por último les voy a dejar un trabajo para dentro de tres días. Es una pequeña exposición acerca de lo que vimos aquí: La biodiversidad. Serán equipos de a tres.

Al escuchar la parte final, los estudiantes se levantaron con la intención de conformar sus equipos. Les gustaba mucho esa clase de trabajos porque pasaban un rato agradable con sus amigos y podían repartirse el trabajo, aunque algunos lo hacían más por conveniencia. Armando ya estaba dirigiéndose al asiento de su amigo.

—Esperen —tomó la palabra la profesora—. Yo haré los equipos, así que tomen asiento, por favor.

Ante esto, el salón completo dejó escapar una exhalación de inconformidad y una que otra queja.

—Pero maestra… —se escuchó la voz de Armando, totalmente inconforme. Observó a Kevin y éste se limitó a encogerse de hombros.

Teresa comenzó a formar los equipos y Kevin, como muchos de sus compañeros, no prestó mucha atención a los demás nombres, sólo al suyo.

—…El siguiente será: Arturo, Kevin y Melisa…

“¡Me tocó con Melisa!” Kevin se puso sumamente feliz con la idea.

A la hora de la salida, cuando caminaban hacia la puerta que los conduciria a la calle:

—Me gustó eso de que la maestra hiciera los equipos.

— ¿En serio? —inquirió Armando no muy contento—. A mí no me parece. Me tocó con los hermanos Padilla, ¿algo peor? ¡No lo creo!

Como si sus palabras fueran mágicas, como si los hubieran invocado, los hermanos nombrados aparecieron.

—Hola, amigo —dijo uno de ellos pasando su brazo por los hombros de Armando, él otro se limito a caminar a su lado—. ¿Listo para empezar el proyecto?

—Por fin vamos a sacar un diez, hermano.

—Así es, nos tocó con el intelectual.

Armando le pidió ayuda a Kevin moviendo los labios sin soltar palabra.

—Vámonos, Juano.

—Es Armando —replico el mejor amigo de Kevin y sin más, los hermanos Padilla se lo llevaron.

Kevin vio alejarse al trío mientras él se quedaba allí, un tanto divertido por la escena que acaba de presenciar. Luego se encontró con Meli y ella le preguntó que si podía ir a su casa después de clases por lo de la exposición. Sin titubear ni una vez Kevin accedió. El joven Ibarra estaba en verdad contento; era cierto eso que se dice de que después de la frustración llega la felicidad o algo así. Después de eso siguió su camino a la entrada principal y como siempre, desde que había conocido a Nimi, ésta lo esperaba frente a la puerta. Él ya se había acostumbrado a verla, aunque en verdad le costó hacerlo.

— ¿Sabes qué he estado pensando? —Mencionó la mujer en tanto caminaban a casa—. En ir a vacacionar por allí, a salir un rato de este lugar un tiempo, ¿qué te parece? Solos tú, tu padre y yo.

— ¿En serio has estado pensando eso? ¿No crees que en vez de eso deberías pensar en reparar tu nave?

—Oye, ya me quieres correr, ¿cierto? Siempre tienes que hablar de ese tema.

—Aún faltan unos días para salir de vacaciones y hoy pienso ir a la casa de Melisa.

— ¡Oh, bueno! Tenía planeado ir a reparar la máquina, pero bien, otro día será. Vamos a la casa de Meli.

— ¡Espera, espera! —Kevin se detuvo intentando procesar lo que acaba de oír—. ¿Vas a ir? ¿Y quién te invitó?

— ¿Cómo que quién? Soy tu niñera, no lo olvides.

—Pero no necesito que vayas conmigo a todos lados.

—No te preocupes por mí.

— ¿Quién está preocupado? ¿Me estás escuchando? ¡Nimi!

La mujer comenzó a alejarse de Kevin, quien no tuvo más opción que ir tras ella. El chico llegó a su casa, cansado de correr tanto. Nunca alcanzaba a Nimi. Esa mujer tenía una condición de acero, muy resistente. Esa fuerza y esa agilidad a Kevin le daban miedo.

—Hi, joven, por fin llegas —le dijo Nimi muy cómoda sentada en el sillón con los pies en la mesita que adornaba el medio de la sala.

—Baja los pies de allí, eso no es un escabel —pidió Kevin en un tono recriminador, luego se encaminó al cuarto de trabajo para decirle a su padre que ya estaba en casa y que iría a hacer un trabajo escolar, pero no lo vio.

—Oh, es verdad. El jefe salió para algo de su negocio y dijo que iba a llegar tarde.

— ¿Qué se le puede hacer? Bueno, me voy ahora a la casa de Melisa.

— ¿Ya? ¿Viniste sólo a avisar a tu papá?

Kevin no respondió.

— ¿Nos vamos?

Minutos despues:

Kevin y Nimi estaban sentados en la sala de la casa Prados. Una hermosa mujer los había recibido, seguramente se trataba de la madre de Melisa porque vaya que era idéntica a ella. Los genes. La señora, muy amable por cierto, les llevo un par de vasos con agua mientras esperaban a la joven Prados, pues había ido a su alcoba por algunos plumones para empezar con el trabajo que harian en cartulina.

—Entonces me decías que ella es tu niñera —dijo la señora entregando los vasos.

—Gracias, así es, ella es mi niñera.

—Es un poco raro que un chico de tu edad tenga una.

—Lo que sucede es que el señor David, el padre de Kevin, lo quiere tanto que me pidió que siempre lo cuide, ¿cierto? —Notificó Nimi muy sonriente mirando a Kevin, quien, de la vergüenza, no pudo contestar nada—. Además, el muchachito me quiere tanto que no puedo despegarme de él, lloraría…

—No exageres.

—…Por eso me quedaré con él. Bueno —se levantó del sillón—, muchas gracias por su hospitalidad, pero me tengo que irme.

— ¿No dijiste que te ibas a quedar conmigo? —preguntó Kevin algo confundido. Nimi lo abrazó.

— ¿Ve lo que le digo? Lloraría.

La señora sonreía por esa escena tan tierna. Se veía que se apreciaban muchísimo y que se caían muy bien. Casi podía decirse que eran como hermanos o madre e hijo. No obstante, Kevin se sintió un poco engañado. ¿Plan con maña?

—Siento mucho la espera —dijo Meli en cuanto regresó.

—Bueno, los dejo en paz —dijo la señora—. Si se les ofrece algo estaré en la cocina.

Melisa tomó asiento en el sillón de una sola persona una vez dejó todo el material en la mesa que estaba allí.

—Arturo aún no llega —dijo la chica mirando el reloj que se encontraba colgado en la pared—. Vamos a tener que empezar sin él, de cualquier modo, si no llega, le dejaremos trabajo para que lo haga después.

—Sí —estuvo de acuerdo el chico.

—Manos a la obra.

—Bueno, yo también los dejo-volvio a informar Nimi

— ¿Te vas? —indagó Kevin extrañado. ¿Acaso no era broma lo anterior?

—Tengo cosas que hacer. Nos vemos, crío, no llegues tarde a casa.

—Ok.

—Se ve que es una buena persona —mencionó Meli una vez Nimi se hubo retirado.

—No vives con ella —fue el único comentario de Kevin.

-N-

Se procuró que la nave de excursión aterrizara en un lugar no habitado, para sí no sorprender, alertar o atemorizar a los terrícolas. Así que el lugar fue las afueras del pueblo.

—Lo siento mucho, pero no puedo ver —dijo Denor tapándose los ojos con sus manos—. No quiero ver, no quiero ver la destrucción que hizo esa mujer.

—Señor —lo llamó su secretaria mientras abría las puertas del Hatton cuatro—, abra los ojos, por favor. Todo se ve tal y como debe verse. Todo en orden.

— ¿En serio? —preguntó con un tanto de duda todavía. Retiró las manos de su rostro, aunque aún mantenía los ojos tras los párpados.

—Oh, señor, antes de que…

— ¡Oh, por Dios! ¡Mis ojos! ¡Me quemo!

—…abra los ojos y póngase esto —concluyó, un poco tarde como pueden imaginarse—. Aquí los rayos del sol son más fuertes.

—Es verdad, se me olvidó por completo.

Denor estaba muy contento de verificar que todo estaba bien. Seguramente allí estaba la gente paseando de aquí para allá, todos los pueblerinos haciendo sus vidas. Los dos llegaron al centro del pueblo Harton. Denor Inhaló profundamente respirando el aire a lo más.

—Qué hermoso planeta, ¿no lo crees?

—Es idéntico a Aurón.

—Sí, pero este es un maravilloso lugar. Mira que es el único planeta del universo que tiene más de trescientos idiomas oficiales y más usados, eso sin contar los miles de dialectos. Si uno quiere venir a vacacionar aquí, se tiene que aprender todas estas lenguas. ¿No es increíble? Yo sólo sé hablar trece. Este lugar es interesante…

—Tal vez por lo mismo vino Nimi, ¿no?

— ¿Eh? No lo creo, yo lo dudo —se puso serio, la mencion de Nimi le robo su deleite—. Ella está tramando algo, de eso estoy seguro. Vamos a buscarla, ¿por dónde empezamos?

—El lugar es extenso, puede estar en cualquier sitio.

El capitán se colocó los lentes oscuros, y un tanto molesto, informó:

—Por desgracia, la señal no llega aquí a la tierra —se quitó los lentes—. Si no, sólo la buscaríamos por radar. ¡Ya qué! Tendremos que buscarla a la antigua. ¿Usted ha visto a Nimi? —le preguntó a un hombre que pasó por allí.

—No.

—No creo que la conozcan —razonó la mujer—. Es mejor buscarla por nuestra cuenta o empezar a buscar en los lugares que más le gustan.

El hombre se quedó pensando.

— ¿Un lugar que le guste? ¿Una florería? ¿Un lugar? ¿Un lugar?

—Bueno, si aterrizó en este pueblo no creo que sea muy difícil encontrarla. A menos que se haya ido a otro lugar.

— ¿Por qué aterrizaría en este lugar específicamente? —Se preguntó el mayor—. Tal vez… sólo tal vez… podría ser que… no tengo ni la más mínima idea.

Aley tan sólo lo miró. No podía creer la actitud tan extraña de su jefe. Todavía no se acostumbraba a ella a pesar del largo tiempo que llevaba trabajando para él. Era el jefe más extraño que había tenido y esperaba fuera el único.

— ¿Sabe qué? —Siguió la morenita—. Si ella todavía tiene la pulsera de corta distancia podríamos ubicarla con eso.

—Es cierto. ¡Aley, eres increíble! Cada día me sorprendes más. Vamos.

“Yo cada día me sorprendo más de usted”, pensó la mujer.

—Sólo espero que no se haya deshecho de ella —comentó un poco intranquilo, porque si así era ya no tendrían nada para encontrarla. Cierto que habia aterrizado en ese pueblo, pero tardarían días en encontrarla y era urgente tenerla enfrente de ellos...ya!

—Pues si ella no quiere ser encontrada lo más seguro es que sí. Pero no hay que ser negativos.

Ambos comenzaron a moverse, caminando de aquí para allá. Del sur del pueblo al norte, del oeste al este. Ya habían transcurrido un par de horas desde su búsqueda y para desgracia del mayor, no había ninguna señal de la pulsera. Esa pulsera funcionaba de la siguiente manera: cada explorador debía contar con una de éstas, casi de por ley, si uno de ellos perdía la comunicación con los demás, éstos iban y lo buscaban y al estar a algunos metros de distancia la pulsera lanzaba un pitido y conforme se acercaban más y más, el sonido aumentaba y era constante hasta que se presionaba el botón azul que servía para cortar la señal. La pulsera también funcionaba para comunicarse con los demás, como una especie de radio.

—Espera —Denor se detuvo y corto el paso de Aley —creo que escuché algo.

Efectivamente, el sonido que había estado esperando se oyó.

—Por aquí —dijo apuntando cierta dirección.

-N-

Kevin tenía mucha hambre. La madre de Melisa, quien en verdad era una persona amable, invitó tanto a él como a Arturo a comer. Su compañero aceptó, pero él no, porque le daba algo de pena, además de que no quería estar mucho tiempo fuera de casa por si su padre llegaba; aunque, pensándolo bien, tal vez ni notaría que su hijo no estaba, pero le prometió a Nimi que no tardaría; aunque, pensándolo bien, tal vez ella ni estuviera en casa. ¡Maldición! ¿Por qué no aceptó mejor? ¿Qué haría solo en casa? ¿Ver televisión? Una vida solitaria. De cualquier manera, se alegró un poco. Ya estaba adaptándose a su nueva vida. Se detuvo en seco cuando escuchó el mismo sonido que había escuchado por primera vez aquel día que vio al cannie. De nuevo se repetiría la escena. La reacción más pronta que tuvo fue la de correr a su casa, que ya no le quedaba lejos, solo unos metros. Y deseo profundamente que Nimi estuviera en casa.

— ¡Nimi! ¡Nimi, Nimi! ¿Estás aquí? —Empezó a correr por toda la casa, desesperado.

— ¿Y esos gritos? —Oyó la voz de su padre—. Estamos en la cocina.

— ¿En la cocina? —Se adentró a ésta. Nimi y su padre estaban sentados frente a la mesa en donde había comida, claro, comida de restaurante—. ¿Y esta comida?

—Nimi la trajo —informó el señor.

—Es correcto, así que ven y siéntate, crío.

— ¿Qué es ese ruido? —inquirió David extrañado.

—Es verdad —a Kevin ya se le había olvidado a lo que realmente iba. Le enseñó la pulsera a su niñera.

—Oh, presiona el botón azul —dijo mientras se levantaba de la silla y se acercaba al chico.

Kevin hizo lo sugerido y al mismo tiempo se escuchó que alguien tocaba la puerta. Rápidamente, Nimi fue a abrir con Kevin detras de ella. Una vez Nimi estuvo frente a la puerta, la abrió encontrándose, del otro lado, a nada más y nada menos que a Denor y Aley. Nimi se sorprendió mucho y luego sonrió.

— ¡Hola! Cuánto tiempo sin verte, Aley —tomó las manos de la mujer—. Pasa, pasa.

— ¿Eh?

La morena entró un poco confundida, después Nimi cerró la puerta en la nariz del mayor. Ignorado por completo, éste se enfurecio ante el recibimiento y tocó la puerta con mucha más fuerza.

— ¡Nimi! ¡Abre ahora! ¡No finjas que no me viste! ¡Abre mujer! ¡Abre, Nimi!

La puerta se abrió apenas lo suficiente como para que los dos pudieran mirarse a través de una rendija.

— ¿Estabas aquí? —preguntó ella en tono sarcástico.

—Nimi, ¡qué simpática! —respondió con el mismo tono y fulminandola con la mirada.[/
..............................................................

Y en pocos dias pongo el siguiente.

Saludos ewe.




DarkHime
« Respuesta #13 en: Agosto 13, 2012, 04:25 am »

Re:Mi niñera *w* Actualizacion. Cap. 7
« Respuesta #13 en: Agosto 13, 2012, 04:25 am »
Actualizo ewe xD

Cap. VIII: “No juzgues a una persona antes de conocerla”


— ¿Quiénes son ellos? —preguntó Kevin a la extraterrestre. ¿Cómo la conocían? ¿Eran también del planeta de Nimi? ¿Por qué estaban ahí? ¿Acaso Nimi era una fugitiva y fueron a la tierra por ella? Estas y otras preguntas se formularon en la cabeza del chico. La que más le preocupó fue la última. Por una extraña razón, no lo dudaba; pero dejó de pensar en eso cuando escuchó la voz de la protagonista.

—Son unos de los compañeros del trabajo que te mencioné anteriormente.

—Por fin te encontré. Ahora vámonos —tomó la palabra Denor.

—No —respondió Nimi sin pensárselo y secamente.

— ¿Eh? ¿Pero de qué hablas? No estás en posición de negarte. Tienes que venir conmigo ahora, te agrade la idea o no.

—No.

El hombre enfureció ante el comportamiento tan irritante de Nimi.

—Nimi —dijo ahora Kevin—, ¿ellos son de tu planeta?

—Él… él sabe… ¿sabe que no somos humanos? ¡La gota que derramó el vaso! ¡No puedo creerlo! —se frotó fuertemente las manos en el cuero cabelludo—. ¿Sabes cuántas reglas intergalácticas has roto? ¡Has roto 236!

— ¿236? —repitió Kevin sumamente sorprendido—. ¿Tantas?

—Uno: Saltarte el trabajo; dos: robar un Hatton; tres: dirigirte a la tierra; cuatro —apuntó a Kevin—: hablar con un humano; cinco:…

—Tú también las has roto —apuntó Nimi.

— ¿Cómo? —pensó incrédulo en lo que le había dicho y, analizándolo bien, era cierto—. ¡Rayos, es verdad! —Su estado de ánimo cambió a uno de completa congoja—. ¿Qué clase de capitán soy? —comenzó a lamentarse.

—Uno corrupto —aseveró Nimi con descaro.

— ¿Quiénes son? —inquirió esta vez David acercándose a la multitud.

—Son mi hermano y mi prima —le informó Nimi en voz baja, luego sonrió muy ampliamente—; pero no se preocupe, jefe, ya se van.

— ¿Ya nos vamos?

Nimi empezó a empujar a Aley y Denor a la salida.

—Espera…

—Ahora no puedo atenderte, Denor. ¿Por qué no dejas un mensaje después del “pip”? —enseguida, Nimi volvió a cerrar la puerta de la entrada.

— ¿Eh? ¿Y el “pip”? ¡Nimi! —una vez más se acercó a la puerta y volvió a tocarla—. ¡Tienes que venir con nosotros!

—Señor, pronto va a oscurecer —habló Aley —. Ya sabemos dónde está hospedada, podríamos volver mañana.

Sin más, se fueron de allí.

—¿Quiénes eran ellos, Nimi? —volvió a preguntar Kevin, dentro de la casa.

—Son Denor y Aley. Denor es el capitán que está a cargo de la nave que se dirige a los planetas y Aley es su secretaria.

—Oh, eso quiere decir que el tal Denor es tu jefe, ¿cierto?

Al escuchar eso, Nimi no puso una expresión de mucha alegría; pero era cierto, ella sólo se encargaba de cuidar la mercancía. El patrón era el encargado del Blipon.

—Por desgracia, sí… Pero bueno, ¿qué te parece si mejor acompañamos a tu padre a comer?

Y al concluir la comida, Nimi y Kevin se dispusieron a ver la televisión hasta la hora de dormir. David se había ido a seguir su trabajo; aunque había pasado una comida divertida. Hacía mucho que Kevin y su padre no se sentaban juntos a comer. Así ese día terminó, ¡oh! Los otros dos nuevos llegados se habían ido a descansar a su nave. El viaje los había agotado mucho.

Al día siguiente, Nimi había acompañado, como todas las mañanas, a la escuela a Kevin. Cuando regresó a casa, frente a la puerta estaban Denor sentado en el suelo y Aley a su lado, de pie.

—Hey, Denor, qué temprano has venido. ¿Tanto te urge que me vaya contigo?

—Nimi —dijo éste mientras se ponía de pie—, ¿sabes en qué he estado pensando?...

—Ni idea.

— ¡Déjame terminar! Hm, estaba pensando en los cannie que dejaste escapar…

— ¿Yo?

— ¡No te hagas la inocente! Yo sé muy bien que tú planeas algo. No sé qué es, pero lo descubriré. Como sea, por el momento necesito saber dónde está la nave donde vinieron los cannie.

Nimi pasó de largo el comentario y se dirigió a la puerta.

— ¡¿Me estás escuchando?! —se molestó ante la actitud de ella.

—Nimi —tomó la palabra ahora la joven morena—, necesitamos saber dónde está la nave para volver a reprogramarla y llevarnos a los cannie de nuevo al Blipon y terminar nuestro trabajo. Dejaste escapar siete, ¿cuántos has encontrado?

—Dos.

— ¿Sólo dos? ¿Qué has estado haciendo estos días? —cuestionó iracundo el mayor. Aley intentó tranquilizarlo.

—Ah, otra cosa. No sé dónde está el Hatton dos, pero si me disculpan, tengo cosas más importantes que hacer.

— ¿Más importantes que terminar nuestro trabajo? —quiso saber Denor, definitivamente fuera de órbita, o al menos de la suya.

—Sí.

Entró a la casa.

—Me pregunto qué será —se dijo Aley curiosa.

—Hay que tenerla vigilada.

-N-

El oficial Darío entró a la oficina de policía.

—Hola, Guerra —lo saludó un compañero más joven que él. Darío le devolvió el saludo—. ¿Es verdad que aún sigue con el caso de la semana pasada? ¿No cree que fue una mera broma?

—Fuera lo que fuera, voy a descubrir quién lo hizo y por qué.

El joven oficial le palmeó la espalda en un ademán de despedirse.

—Le deseo lo mejor.

¿Acaso estaba mal? Muchas veces esa pregunta se planteaba el hombre. Todos siempre le recordaban o le decían abiertamente que dejara el caso, pero él no quería; él deseaba conocer a la mente maestra de aquel plan. Tenía esa sensación de querer conocerla pasara lo que pasara. Por desgracia, no podía avanzar en su investigación debido a que estaba como había empezado: en ceros. Tal vez la mejor opción era dejar aquello por la paz, bueno, a veces pensaba eso; mas no podía, no quería. Aun así, tenía la esperanza de que tarde o temprano iba a conocer a esa persona y esperaba que fuera más temprano.

— ¡Oye, Guerra! —escuchó su nombre y vio como otro de sus compañeros lo saludaba—. ¿Te apetece acompañarme a patrullar por la calles un momento?

Daría aceptó sin problemas, quizás una vuelta le hacía falta para despejar su mente un poco.

-N-

— ¿Esta es la cosa más importante? —preguntó Denor incrédulo caminando por uno de los tantos pasillos del supermercado mientras Nimi empujaba un carrito del mismo.

— ¡Claro! Al jefe se le acabó el pan. ¿Qué es lo que voy a comer mañana si no hay pan fresco, eh?

—Bueno, en eso tienes razón… Pero en estos momentos lo más importante es buscar la nave donde estaban los cannie, repararla, volver al trabajo ¡y misión completa!

—Pues que te vaya bien.

—Necesitamos tu ayuda —calló al darse cuenta de lo que acababa de decir. ¿Necesitaba su ayuda? Eso fue estúpido—. ¿De qué estoy hablando? Es contigo con quien hablo. No sé por qué te pedí eso, ¡estoy enloqueciendo!

—Sí, lo estás —afirmó la mujer alejada unos metros de él y luego vio como la gente lo miraba extrañada, pues prácticamente estaba hablando solo. Estaba dando un monólogo en pleno mercado. Se acercó a la mujer y suspiró.

—De acuerdo —comenzó a decir a la morena—, creo que tenemos que ir por nuestra cuenta.

— ¿A quién le hablas? —preguntó curiosa Nimi.

— ¿Cómo que a quién? A Aley… —se volteó a un lado y no la vio, se giró al otro lado y tampoco la vio—. ¿Eh?

—De veras que estás loco —sentenció Nimi divertida—. Tu secre hace rato que se fue. Qué jefe tan más atento.

-N-

Aley caminaba hacia la residencia Ibarra. No quería estar con ese par de locos. Siempre era igual, cada vez que los dos estaban juntos surgía una disputa entre ellos. Eso la cansaba y no quería ir a la tierra por lo mismo, pero órdenes eran órdenes. ¿Qué hacer? Por el momento esperaría a que su jefe terminara de hacer compras y lo esperaría en la casa de esa familia. Un paso antes de llegar a la casa, Kevin y ella cruzaron miradas. Kevin había salido temprano debido a que las vacaciones de verano estaban por llegar, ahora sólo entregaban algunos trabajos y ya estaba, los que los entregaron podían volver a casa.

— ¿Tú eres la de ayer? —indagó el chico.

—Hola, soy Aley —se presentó muy amablemente—. ¿Estás estudiando? —preguntó al ver la mochila de Kevin que colgaba de su brazo izquierdo.

—Sí, sólo venía a decirle a mi padre que iré a hacer un trabajo con un amigo.

— ¿Puedo acompañarte? No te molestaré.

—Ah, claro. Voy a avisar.

¿Por qué no?, se preguntó el chico. Aley se veía una persona agradable, muy diferente a Nimi y de lo poco que conocía al otro también se veía que era diferente a él. Así, el joven entró a su casa para decirle a su padre que iría a hacer una tarea escolar. Después de eso, él junto a Aley caminaron a la casa de Arturo, ahora se habían quedado en ver ahí.

—Creí que estaría con... ¿Denor? —dijo Kevin para sacar conversación.

—Denor y Nimi están de compras…

“¿De compras?”. No se podía imaginar a Nimi haciendo eso.

—… Y la verdad es un poco molesto estar junto a ellos —se desahogó la morena—. Siempre están discutiendo y eso llega a fastidiarme mucho. Bueno, ¿qué se le puede hacer? Creo que eso viene de genes.

— ¿Genes?

—Sí, Nimi y Denor son hermanos.

— ¿Hermanos? —preguntó sorprendido Ibarra.

— ¿No te lo mencionó Nimi?

—No, creo que se le pasó decirme ese enorme detalle.

—En cierta manera son iguales, tal vez por eso siempre están discutiendo; aunque de alguna forma son diferentes.

Ahora Kevin entendía un poco más. Había creído que todos los de esa raza eran unos locos, pero pensándolo bien la persona que caminaba con él ahora era más calmada. ¡Pero claro!, esos genes eran poderosos, los dos estaban locos. Y no era su culpa haber pensado eso; de hecho, cualquiera que no supiera que eran parientes diría que los de Aurón son raros.

— ¿Tienes otra niñera? —le preguntó Arturo a Kevin, quien estaba afuera esperando a su compañero junto a la puerta, al verlo con alguien diferente a la que se había presentado días pasados en el salón.

— ¡No! Ella es conocida de mi niñera… digo de Nimi.

— ¡Ah!, ya veo. Bueno, hay que empezar ya. Hoy tengo prisa, mis padres y hermanos siempre vamos a visitar a mi abuelo y Meli y su mamá también van a salir, así que no tenemos mucho tiempo.

—Entiendo, de acuerdo —dijo Kevin. Qué bonito era tener compromisos con la familia. Cómo le gustaría a Kevin tener uno de esos—. ¿Pasamos?

—Oh, no, tu ve —informó la morena.

— ¿Segura?

—Sí, te espero.

— ¡Rápido, Kevin! —se escuchó la voz de su compañero desde el interior de la casa.

— ¿Ya está aquí Kevin? —se oyó después la voz de Meli.

Con eso, el joven entró a la casa un poco incómodo de dejar afuera a Aley, pero no podía obligarla a hacer algo que no quería, como entrar a la casa.


Mientras tanto, en el supermercado por fin estaban formados para pagar. Se habían entretenido en darle la vuelta a toda la tienda y ver cada cosa. ¿Quién dijo que ir de compras era algo fácil? Aun así, no compraron mucho, sólo lo básico y lo que en verdad hacía falta en la casa. Era la primera vez que Nimi hacía algo así, pero le gustó mucho, lo único malo fue tener a Denor ahí.

—Espero que Aley no esté perdida —dijo el mayor.

—Tú estarías perdido sin ella. Por eso no te has ido, ¿cierto?

— ¿Qué pretendes? ¿Que no sé llegar a la casa?

—Exacto.

—Bueno, no es mi culpa, soy nuevo aquí, sería fácil para mí perderme.

En otra de las cajas: Darío y su compañero estaban pagando una caja de donas. Darío aún estaba pensativo y su compañero se dio cuenta de eso, también lo único que miraba era su palma derecha, la cual sujetaba un circulito bien hecho de aproximadamente tres milímetros, casi no se veía en su palma.

— ¿Y eso qué es? ¿Un imán? —cuestionó su compañero mientras pagaba lo de la caja de donas.

—Algo así.

—Vamos, no estés tan pensativo, relájate, de veras que te pegas mucho a tu trabajo. No te preocupes, no hubo un robo mayor o un asesinato, sólo una simple broma, quizás para molestar a los policías, muchos hacen eso. Vamos ahora por un café.

Se disponían a salir cuando Darío chocó por accidente con Nimi.

—Lo siento —se disculpó ella, luego siguió caminando discutiendo con Denor sobre quien llevaría las bolsas del mandado.

— ¡Es ella! —dijo el oficial sorprendido.

— ¿Quién? —preguntó su compañero extrañado.

—Es la mujer que ponchó las llantas la semana pasada- su sexto sentido se había activado.

— ¿Ella? ¿Estás seguro? ¿Cómo lo sabes?

—sí, tiene cara de que haría cualquier cosa, lo que sea, pensada o… ¡No! Idear planes bien pensados. No me equivoco, ella es.

Claro que su compañero no le creyó.

— ¿Estás seguro? Creo que lo que te hace falta son vacaciones. ¿Hace cuanto que fueron las últimas que tomaste? Deberías hablar con el jefe sobre eso, de seguro él piensa lo mismo.

—No estoy equivocado —se dijo el oficial-estoy convencido que es ella

—No creo que debas juzgar a las personas sin antes conocerlas —dijo su compañero para finalizar su monólogo.


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Continuará.



 


DarkHime
« Respuesta #14 en: Agosto 18, 2012, 05:12 am »

Re:Mi niñera *w* Actualizacion. Cap. 8
« Respuesta #14 en: Agosto 18, 2012, 05:12 am »
Dejo el cap que sigue


Cap. IX: “Un vistazo más allá de lo que se ve. Parte 1”

El oficial Darío Guerra estaba sentado en su oficina con los pies en el escritorio. Pensaba en el encuentro de unos momentos atrás, cuando estaban Erick y él en el supermercado y no dejaba de observar el pequeño imán.

—Estoy un 90% seguro de que es ella. Sólo necesito saber dónde vive, hablarle y así sacarme de dudas. Hubiera ido si no fuera porque Erick estaba conmigo.

— ¿De nuevo hablando solo? —inquirió un tanto divertido su comandante. Darío bajó los pies y se levantó rápidamente.

—Señor…

—Guerra, hubo un robo en la tienda de la salida Este, gracias a Dios no hubo ningún herido. Ya he mandando a alguien. Pero quiero que usted vaya con el gerente para que le muestre las cámaras de vigilancia.

“Cámara de vigilancia”, pensó mientras volvía a ver ese pequeño círculo negro que no soltaba desde que lo había tomado de la cámara de vigilancia la semana pasada. El dueño de la tienda había mandado reparar la cámara para saber por qué no funcionaba; pero el hombre que la examinó abriéndola en todas sus partes informó que no estaba dañada, que debía funcionar adecuadamente, sin embargo, no volvió a funcionar, así que antes de que terminara en el cubo de la basura, él pidió llevársela para darle un vistazo. Fue entonces cuando descubrió ese pequeño círculo que parecía un imán. Después sucedió esa cosa extraña en el supermercado, cuando chocó con esa mujer, el “imán” tuvo un tipo de reacción, por eso dedujo que ella era la dueña de ese aparato. Ahora tenía que encontrarla.

-N-

Nimi había ido a recoger a Kevin a la escuela como de costumbre, pero al llegar no lo encontró. Sólo habían salido los de segundo y tercer grado. Allí una maestra le informó que los de primero ya habían salido, por lo que no tuvo más opción que regresarse a la casa a ver si ya había llegado.

Denor, que se mantenía sentado frente a la puerta de la residencia Ibarra, se puso de pie al ver a Nimi.

— ¿Has visto a Aley?

—No, ni siquiera encontré al crío.

—Me pregunto dónde… ¡Mira!, ahí vienen —Denor apuntó a las dos personas que conversaban muy amenamente.

— ¡Crío!

— ¡Aley!

Gritó cada quien al verlos.

—Aley —se dirigió ahora muy serio a su secretaria—, tenemos que ir a buscar esa nave por nuestra cuenta y también debemos buscar a los cannie — fijó su mirada en Nimi, llena de reproche, aunque más que nada de reto—, porque si no lo hacemos nosotros, nadie lo hará.

—Espera, espera —dijo la niñera al darse cuenta de las intenciones de Denor—. ¿De qué hablas? Seguro y yo atrapo un cannie más rápido que tú.

—Jajaja, eso no tuvo gracia. Es claro que yo atraparía dos de ellos en menos de una semana.

—Ya veo. ¿Qué te parece esto? Yo me llevo a Aley conmigo y tú te llevas al crío…

—Es Kevin-intercaló el crío, aunque de nada sirvió.

—…contigo, a ver qué equipo atrapa a un cannie primero. Tú y el crío.

— ¿Es un reto?

—Claro, a menos que no quieras porque nosotras vamos a ganar.

— ¿Bromeas? Por supuesto que acepto. ¡Vamos, crío! —dijo muy entusiasmado. Ya quería ver la cara de Nimi cuando ese mismo día encontrara y atrapara a un monstruo de esos.

—Esperen, ¿y por qué yo? Ni siquiera me preguntaron si estaba de acuerdo —protestó Kevin ante tal cosa.

—Tú ve por allá y nosotras por acá —Nimi apuntó las direcciones.

— ¡¿Me están escuchando?!

—De acuerdo, vamos.

— ¡Oigan! —Denor sujetó la muñeca de Kevin y lo haló para correr. Y así, sin decir nada ni interesarse por la opinión de Aley o Kevin, la competencia inició, aunque sólo era entre Denor y Nimi.

Kevin ya había planeado su día. Había salido temprano y había ido a casa de Arturo a continuar con el proyecto de Biología, aún era temprano cuando estaba dirigiéndose a casa. El plan después de eso era descansar todo el día, preparase algo de comer, relajarse y sentarse frente al televisor esperando la hora de dormir. No era la gran cosa, pero era la rutina de todos los días. Mas ahora, por una extraña razón, su simpática niñera ya había planeado su día. En ese momento no estaba comiendo algo que se preparó, estaba caminando... corriendo, mejor dicho, a un lado de Denor. No estaba relajándose en su cómodo sillón para ver la televisión, estaba dirigiéndose hacia las afueras del pueblo. ¿Ahora qué se suponía que pasaría? En lugar de esperar la hora de dormir, ¿esperaría ser comido por esos perros mutantes?

— ¿Estás bien? —le preguntó el mayor al notarlo un poco decaído.

—Más o menos. ¿Por qué vamos en esta dirección? —preguntó el muchacho al dirigirse hacia los bosques.

—Porque hay más probabilidad de que encontremos un cannie aquí —se dio cuenta de que el joven no sabía a lo que se refería—. Debido a que estos lugares se parecen a su hábitat, además de que consiguen más fácil la comida.

— ¿La comida? —ahora sí que estaba más en blanco que al principio.

—Sí, por la vegetación.

Kevin se quedó con la boca abierta.

— ¿Quieres decir que esos mutantes son herbívoros? —el hombre asintió—. Pe-pero Nimi dijo que eran peligrosas y que podían morder hasta el material más resistente de la tierra.

—Esas criaturas son mansas, no harían daño; mas es verdad que pueden perforar el material más resistente, pues sus dientes son fuertes ya que en su planeta existen plantas que tienen como protección un caparazón muy duro y a causa de eso han desarrollado dientes así de fuertes y grandes.

—Creí que eran carnívoros.

—No. Ellos no pueden comer carne, sus ácidos gástricos no la disolverían, no son tan hábiles, si comieran se intoxicarían. Para ellos, comer carne, significaría suicidio. Así que no te preocupes, no se comerán a nadie y eso lo sabe ella.

Kevin se sintió más aliviado al escuchar aquello, pero irritado a la vez, pues todo ese tiempo ella sabía que no podían atacar a un humano y no se lo dijo y lo hizo preocuparse por nada. Ahora entendía esa actitud tan despreocupada de Nime ante los cannie que lo sacaba de quicio. Denor se dio cuenta de que estaba un tanto irritado y rió divertido.

—Así que Nimi no te mencionó eso, ¿eh? Es muy problemática, ¿cierto?

—Ah, demasiado para mi gusto —dijo en forma de suspiro de desahogo.

—Pero se ve que te quiere —mencionó al recordar cuando había llegado a la casa de las compras y ella había ido por él a la escuela—. Ah, tal vez sea porque le recuerdas a su hijo.

— ¿A su hijo? —el chico se sorprendió, ¿acaso tenía un hijo?

— ¿Tampoco te mencionó eso? Sí, tenía un hijo, era un chico muy inteligente —al recordarlo, Denor se puso muy feliz y más al decir—, tanto como su tío. Era muy alegre. Se llamaba Gray.

Kevin se detuvo y Denor hizo lo mismo.

— ¿Se-se llamaba?

Ante la pregunta, Denor fue tornándose triste al retornar al pasado una vez más.

—Sí. Gray nació con una condición muy mala, su salud no era estable, con cualquier cosa se ponía grave. Nimi trabajaba viajando a varios lugares de Aurón y Gray no quería estar solo en casa, quería permanecer al lado de su madre, así que empezó a llevárselo. Varios viajes fueron así y eso lo mejoró, o por lo menos eso se veía, pues se le notaba más feliz. Pero un día, en un viaje se agravó mucho. Él tenía la costumbre de cortar flores, le gustaban mucho, pero cuando Nimi fue a buscarlo, lo vio en el suelo, él ya estaba… Ese día fue triste.

Kevin comprendía a la perfección ese dolor que ella debió sentir ese día. Había perdido a alguien muy importante.

—Bueno —se escuchó entre los pensamientos de Kevin la voz del mayor—. Hay que continuar. Si no buscamos no vamos a encontrar nunca —y siguieron moviéndose.

-N-

Nimi y Aley caminaban al centro del pueblo.

—Nimi —comenzó la morena—, ¿no crees que los cannie estén a las afueras del pueblo por la alta vegetación?

— ¿De qué hablas, Aley? —sonrió—. Deja que Denor se encargue de eso.

La morena empezó a comprender la verdadera intención de ella.

—Ya veo, todo fue planeado, dejar que los chicos hagan el trabajo pesado. Nimi, sí que das miedo.

La nombrada se limitó a sonreír ante el cometario, luego habló:

—Por cierto, ¿por qué aún trabajas para Denor? Debo decir que has soportado mucho. Es demasiado problemático, ¿cierto?

—Sí lo es, pero no puedo hacer nada. Soy una simple secretaria, si mi jefe no quiere reeemplazarme no puedo hacer nada.

—Hm —Nimi pareció meditar un poco—. Pero escuché que la primera secretaria que tuvo lo dejó porque no lo aguantó y sí aceptaron su petición.

— ¿A-ah, sí? Eso no lo sabía —se sorprendió un poco. No se imaginó que ya había tenido una secretaria antes que ella o que había cambiado. Después sintió como Nimi le tocaba el hombro.

—Así que si quieres dejarlo puedes hacerlo. Pero te agradezco que cuides al Sr. Molestia. ¿Qué te parece si nos relajamos un poco y compramos un helado? Verás qué buenos están los sabores de aquí y luego nos vamos a descansar al parque mientras dejamos que los hombres se encarguen del trabajo.

Así, las dos hicieron lo mencionado y fueron a sentarse al parque donde había juegos para niños y disfrutaron de su nieve. Las dos veían a los niños jugar, después notaron algo extraño. Los niños comenzaron a dejar el lugar poco a poco; unos entraban a un montón de arbustos y volvían a salir para llamar a más niños y así, hasta que todos los niños se congregaron para mirar los arbustos..

—Nimi…

—No, no, no creo que sea un cannie. Es imposible, además, no ha sonado ninguna de nuestras pulseras.

—Es cierto….

Se escuchó un pitido, otro y muchos más, demostrado que definitivamente, lo que había detrás de esos arbustos era un perro de esos. Las dos mujeres se miraron.

—No traje nada —mencionó Nimi dándole la razón Aley.

-N-

—Denor — se escuchó la voz de Nimi por la pulsera del mayor.

— ¿Qué pasa Nimi? —respondió el hombre.

— ¿Es Nimi?

—Encontramos a un cannie…

“Maldición, qué rápidas”, se frustró por eso.

—… pero no tenemos equipo para atraparlo.

— ¡Qué! ¿Estás loca Nimi o qué? ¿A quién se le ocurre ir a la guerra sin armamento? —comenzó a sermonear a la mujer, pero recordó algo—. ¡Maldición! Yo tampoco traigo nada.

—Mira, mira, quién es el tonto —se escuchó burlona.

— ¡Loco!

— ¿Por qué no vas a la nave, recoges el “armamento” y vienes?

—De acuerdo, pero… ¿en qué dirección queda el Hatton?

En serio, al escucharlo, Aley pensó en dejarlo, sin embargo, solo se limitó a suspirar.

—Denor, ¿cómo es posible? Está bien, ¡Kevin! —Se dirigió al muchacho—, ve a tu casa y en el garaje está una bolsa, tráela.

—Sí.

—Rápido, en tanto, Aley y yo sacamos a los civiles del parque.

Con esto, velozmente, Denor y Kevin fueron a la casa por esa bolsa, mientras en el parque, Nimi informaba a los padres que se retiraran de allí porque se necesitaba cerrar el lugar.

— ¿Cómo puede cerrar algo público? —inquirió una mamá no muy contenta, apenas iba llegando y su hijo quería subirse a la res-baladilla, y Nimi no tenía en ese momento mucha paciencia aunque la mamá en cierta manera tenía razón por su descontento.

—Como quiera— dijo Nimi sin importancia—, pero si su hijo sale dañado por su arrogancia, es su problema.

— ¿Disculpe? —no entendió la joven madre.

—Sí, no ve que ha escapado un feroz y peligroso animal que puede morder, perforar y arrancarle el brazo a cualquiera, y se encuentra aquí en el parque —la manera en que Nimi lo dijo, hizo que la señora se asustara, mejor llamó a su hijo y se fueron de allí, a un lugar más seguro. Mientras esto sucedía, Kevin y Denor entraron a la casa.

—Oh, hijo, ya llegaste —dijo David al verlo entrar, un tanto presuroso.

—Lo siento, pero tengo prisa.

Sin detenerse abrió la puerta del garaje y vieron una bolsa.

— ¿Es esa? —cuestionó el chico.

—Sí —aseveró el mayor, quien tomó la bolsa y la colocó sobre su espalda, como un costal de papas, después salieron de allí y se dirigieron al parque de los niños.

— ¿Se le olvidaría algo? —se preguntó el señor de la casa, ya que lo vio en verdad con prisa e intranquilo—. ¿Ese no era el hermano de Nimi?

El cannie se asomó de los arbustos y con sus ojos negros vio a Nimi unos metros alejada de él, quien, con una sonrisa divertida lo saludó:

—Hola, lindo perrito. ¿A qué vamos a jugar hoy?

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Después edito el que sigue u.u xD

DarkHime
« Respuesta #15 en: Agosto 22, 2012, 05:15 am »

Re:Mi niñera *w* Actualizacion. Cap. 9
« Respuesta #15 en: Agosto 22, 2012, 05:15 am »
Cap. X: “Un vistazo más allá de lo que se ve Parte 2”


Desde que llegó a ese extraño lugar no había jugado con ninguno de sus compañeros. Los había estado buscando. Se habían despertado un poco asustados. Él, al igual que sus amigos, se perdió. Había estado caminando por mucho tiempo escondiéndose de esas cosas que caminaban en dos pies, aunque a veces había de esas cosas que en vez de caminar en sus dos pies, se desplazaban con sus cuatro pies y había unos grandes y otros pequeños y los pequeños tenían ojos grandes y de intensos colores azules, verdes y miel. No sabía si todas esas cosas eran peligrosas, por eso se mantenía alejado de ellas. Casi siempre salía a comer cuando se oscurecía, pues era cuando no había casi de esos extraños seres, aunque sí de los más pequeños, pero ellos se apartaban en cuanto los sentían cerca. Tal vez las otras criaturas que se veían por todos lados a la luz del día le tenían miedo a la oscuridad, no lo sabía; pero él no le tenía miedo y aprovechaba para comer de esas ricas plantas. Las mejores que había probado.

Se dispuso descansar y esperar a que volviera la oscuridad ya que estaba aburrido, extrañaba jugar con sus amigos. No despertó en la oscuridad, despertó pasada esta y comprendió que quizás había comido alguna planta adormecedora. Vio al abrir los ojos, a muchas pequeñas criaturas que deambulaban por allí para verlo y sintió miedo, pero a la vez deseó jugar con ellos porque parecían inofensivos. Entonces miró que la versión pequeña de las cosas que caminan en dos pies desaparecían y se puso triste. Se asomó para ver a dónde habían ido, por lo menos quería enterarse si ellos sabían dónde estaban sus amigos. Y cuando se mostró, la vio a ella, ese extraño ser que caminaba en dos pies y que había visto ya en ocaciones anteriores en la nave y ella lo estaba invitando a jugar. Se puso contento por eso y no esperó más. Comenzó a jugar con ella.

El cannie saltó encima de Nimi. Ella estaba con la espalda en el suelo y sostenía el peso de la cabeza del animal sujetándolo de los dientes. Era verdad que los cannie no eran carnívoros ni peligrosos, tan sólo jugaban; pero en sus juegos tendían a morder, para ellos no muy fuertemente, mas si llegaba a darle una mordida podría cortarle el brazo o la cabeza. Nimi seguía esperando a que llegaran Denor y Kevin con la bolsa. Estaba cansándose de estar es esa posición. Los cannie tenían una fuerza aterradora y realmente no quería perder ninguna de sus extremidades, todas las ocupaba. Así que no tenía otra opción que aguantar.

—Maldición, ¿dónde están? —se dijo entre dientes por el esfuerzo.

Aley se limitó a observar. No podía hacer nada. Quería ayudarla, pero no era tan fuerte como Nimi, cazar criaturas mostruosas no era su especialidad. Por desgracia, a los que trabajaban como secretarios no les enseñaban nada  de eso, aunque sí estaba preocupada por ella. Nimi se vio en la necesidad de empujar al cannie, quien dio un brinquito hacia atrás, lo que aprovechó Nimi para ponerse de pie rápidamente. Fuera como fuera tenía que distraer a la criatura para evitar que saliera corriendo a plena luz del día.

“Sería más fácil si tuviera el brazo metálico”, pensó Nimi mientras se reflejaba en los ojos del monstruo. El cannie se fue contra ella para seguir jugando e iba a saltar una vez más sobre ella, pero Nimi lo esquivó en esta ocasión y valiéndose de la confusión momentánea del animal, rodeó su cuello con sus brazos, como si estuviera abrazándolo. El cannie se movió bruscamente para intentar soltarse del agarre de ella. En eso, un silbido se hizo oír, que provenía de Denor. Él y Kevin había llegado. El mayor tenía el brazo metálico puesto y llamó la atención de la criatura.

—Por fin llegas, señor Molestia —dijo Nimi soltando al cannie. Ya había llamado su atención, así que ahora le tocaba jugar con el capitán.

— ¡¿A quién le dices señor Molestia, señorita Insoportable?! —repeló enojado, luego palmeó y llamó al cannie como si fuera un perro. Para la sorpresa de todos, el cannie no se movió de donde estaba.

—No le gustaste —aseguró Nimi, burlona—. Ni a los animales les gustas.

— ¡Cállate! Ven, ven —volvió a silbar y nada, es más, el animal se sentó muy cómodo.

—Se sentó —obviaron Kevin y Aley al unísono.

— ¿Pero qué significa esto? —Se preguntó extrañado el capitán—. ¿Qué le hiciste, Nimi? —se acercó a ella y al cannie.

—Nada, estábamos re-bien antes de que llegaras.

—No entiendo e…

— ¡Cuidado! —Gritó Nimi al ver que el cannie saltó repentinamente a donde Denor, pero el hombre había puesto el brazo y la feroz mandíbula lo rodeó- ¡Uf! De la que te salvaste. ¡Lástima que no te apresó por el cuello!

—Fue una trampa y ya deja de quererme tanto.

—El Cannie quería que te acercaras, creo que es más listo que tú —informó Nimi alejándose de ellos—. Aunque quizás estaba cansado pues lo agoté mientras lo sujetaba del cuello.

El cannie gruñía incansable e intentaba mover el brazo. Denor intentaba que no se lo sacara o le dislocaría el suyo.

—Dame el espray —ordenó Denor-y deja de decir tonterías.

— ¿No vas a jugar un rato con él? —Preguntó la mujer con voz inocente—. Yo lo tenía más entretenido. El Sr. Molestia no es bueno con los juegos.

—¡Deja de hablar y dame el espray!

Nimi se lo lanzó y Denor lo aplicó en el cannie. Después de respirarlo, el cannie quedó profundamente dormido y así terminaron con la tarea. Denor suspiró profundamente aliviado.

— ¿Sabes? —Dijo después de ver al animal acostado en el suelo—. Hubiera sido más fácil... ¡si no te hubieras traído el brazo más pesado! —replicó enojado mientras se quitaba el brazo metálico y lo dejaba caer al suelo, el cual se hundió un poco. Parecía como si hubieran dejado caer una pesada roca. Kevin quedó atónito con eso. ¿Qué tan fuertes eran? —. ¿Por qué te trajiste este de la era de mi abuelo?

—Porque fue el único que vi en ese momento, pero no te quejes, funciona, ¿no?

—Sí —respondió al volver a ver al cannie—. ¿Y a dónde lo llevamos?

—Con los otros cannie —notificó Nimi.

 Kevin mostró interés, pues no sabía cuál era el lugar donde estaban las otras bestias y su nave. Quería saber dónde estaba. Denor cargó la bolsa sobre su espalda y todos siguieron a Nimi durante varios minutos.

-¿Ya mero llegamos? No creas que esta cosa pesa un kilo.

—Aquí es, debilucho.

Mostró Nimi una enorme fábrica abandonada que se encontraba en las afueras de la ciudad. Era el único lugar donde todo podía mantenerse a salvo por causa del abandono. Nimi empujó la enorme puerta, que en realidad estaba muy pesada porque era de hierro. Los cuatro entraron y observaron que el lugar estaba lleno de partes de vehículos viejas y con moho, además de partes de máquinas que ahora estaban por completo abandonadas y oxidadas. Nimi los condujo a otra puerta donde ahí estaban los otros dos cannie que había atrapado en días pasados. Éstos estaban en una jaula que había hecho con los materiales viejos que había en la fábrica. Los otros dos animales se habían levantado en cuanto ellos ingresaron al cuarto. Nimi apuntó una de las jaulas.

—Déjalo por ahí.

De esas jaulas había sólo cuatro y una a medio terminar. Cuando Kevin supo que allí era donde estaban los simpáticos “perritos”, decidió que era hora de regresar a casa. Él y su niñera arribaron a su hogar. Nimi estaba disculpándose con el Sr. David, quien se encontraba muy enojado debido a que no sabía dónde estaba su hijo y ya era muy tarde. ¿Quién no se preocuparía? Mientras, el joven, en cuanto puso un pie en casa se dirigió a la cocina. El hambre estaba más que calando. Ya tenía hambre antes de ir con Denor a casar un cannie, y con eso de la emoción de la aventura y las preocupaciones se olvidó de esa necesidad tan básica, pero cuando se dirigieron a la fábrica, regresó ese apetito con más intensidad y aumentaba conforme se acercaban a su casa. Casi oía que su estómago le gritaba: "¡Dame comida!". Ahora disfrutó de un guisado recalentado que le supo a gloria, era la comida más sabrosa que había probado en mucho tiempo, aunque fuera recalentado. Nimi se acercó a la cocina.

— ¿Y? —preguntó ésta al verlo comer con rapidez, como si no hubiese comido nada desde una semana.

— ¿Y qué? —cuestionó el chico con algo de comida en la boca.

— ¿Qué te pareció este día?

—Fuera de lo normal, pero contigo todo es fuera de lo normal.

Nimi se acercó más y se inclinó un poco para poder pasar su brazo sobre el cuello del muchacho, luego le picó una mejilla.

— ¿Listo para atrapar a otro cannie mañana?

— ¿Eh? —Kevin se la quitó de encima—. ¿De qué hablas? Mañana van a venir Melisa y Arturo a ensayar lo que vamos a decir en el proyecto del jueves.

— ¡Ah, qué lástima! —Empezó a apenarse la mujer—. Quería ir a ayudar a Denor a buscar la nave, pero si no se puede, ¡qué va! Otro día voy.

— ¿Sabes? Lo decía para que te tomaras el día de mañana libre y me des un respiro.

Nimi lo abrazó tan de sorpresa que el pobre Kevin casi saltó de la silla.

—¡Ay mi niño, no te preocupes! —le acarició la cabeza—. Tu niñera estará siempre contigo.

—Me siento como un perro.

“¿Qué clase de madre sería Nimi?”

—Bueno, bueno —la mujer lo dejó—, acaba de comer, date una ducha y después vete a dormir. Hoy tuviste un día pesado, ¿verdad?

—Fuera de lo normal. Nimi…

— ¿Qué pasa? —estaba a punto de irse, pero se detuvo al oír que la llamaba.

—Nada, olvídalo.

— ¿Seguro? ¿No quieres saber algo? Lo que sea.

—No.

 Nimi asintió y siguió su camino. Unas horas después, cuando el señor de la casa y el crío estaban profundamente dormidos, la niñera salió de la casa en busca de su hermano. A él lo encontró donde pensaba lo encontraría; caminando con Aley. Debido a que era de noche, se les hizo más conveniente encontrar a los cannie.

—Denor —lo llamó y él se acercó a ella—. ¿Qué tal la búsqueda?

El hombre se quedó de piedra ante la pregunta. No podía creer lo que estaba escuchando. ¿Qué tal la búsqueda? ¿Acaso se estaba burlado de él? ¡Ella era quien debía estar buscando, por Dios!

—No muy bien —se limitó a responder con un tono de voz no muy agradable.

—Ya veo. ¿Qué fue lo que le dijiste al crío?

—La verdad. Pobre. Cómo lo tenías. Preocupado por nada. Le mencioné que los cannie son vegetarianos y que son mansos, dentro de lo que cabe.

— ¿Es todo?

—Bueno, también le mencioné lo de Gray. Que tenías un hijo.

Ahora entendió por qué Kevin estaba actuando tan raro.

—Sobre la nave donde venían los cannie, se encuentra por esa dirección.

Apuntó en cierto lugar, ante esto, Denor la miró con irritación. ¿Cómo era posible que fuera así? Anteriormente le había pedido que le dijera algo con respecto a la nave de los cannie, pero no, ella había omitido la información. Ella no era una chica fácil de tratar y Nimi no era feliz si no hacía batallar a alguien. Con la información que se les proporcionó, Denor y Aley optaron por dirigirse a la dirección mencionada. El mayor se fue corriendo y la morena iba a seguirlo, pero una mano se posó sobre su hombro. Se volvió y descubrió a Nimi, quien, con una sonrisa y voz divertida le dijo:

—Deja que Denor vaya solo y se dé cuenta de la verdad.

—Oh, ya veo —definitivamente, ella no era feliz si no hacía sufrir a alguien.


-N-

El oficial Guerra caminaba por las calles vacías. Él tenía la costumbre de salir a dar una vuelta por el pueblo después de terminar un día de trabajo. Hacerlo lo relajaba un poco y también podía meditar en las cosas que había hecho ese día o si tenía pendientes. En esa ocasión, pensaba en el robo de esa tarde en la tienda de la salida este. Aún no encontraban al criminal; además, en su cabeza también estaba el hombre secuestrador que había escapado de la ciudad y qué mejor escondite que un pueblo. ¿Cuál era su nombre? ¿Eduar Gavilán? No lo recordaba, pero tenía que estar al cien para que no hubiera que lamentarse después. El oficial se detuvo asombrado al reconocer a la persona que estaba dirigiéndose a él. Era la misma mujer que había visto en el supermercado esa mañana. Ella, como si nada, pasó a un lado de él.

“De acuerdo”, pensó el oficial. “Vírate despacio y síguela sigilosamente”. ¡Eso era! Ese plan era bueno. Seguirla y ver dónde vivía, después se aseguraría si era alguien de fiar o no. Nimi estaba a metros de distancia de él. Guerra estaba entrenado para pasar desapercibido.

Así pasaron unas cuantas calles y cuadras, después tuvo que acelerar el paso porque la mujer estaba caminando más rápido, como si llevara prisa. Ella dio vuelta en una esquina y rápidamente, para no perderla, él también la dio, pero al darla se llevó la sorpresa de que esa calle estaba sin un alma. Movió su cabeza de un lado a otro buscando a la mujer sin salir de su sombro. ¿Cuándo? No, ¿cómo se había escapado y desaparecido? Vio claramente cuando ella dio la vuelta, ¿entonces dónde estaba? ¿Acaso entró en una de esas casas? Y si era así, ¿en cuál, y por qué no vio siquiera cuando estaba abriendo la puerta? Eso era ilógico. Ni siquiera pudo ver dónde vivía.

— ¿Está perdido? —escuchó que alguien le preguntaba, tal vez porque lo vio un poco desubicado.

—No lo estoy —le contestó y giró para ver a la persona y al hacerlo, se encontró con nadie más ni nadie menos que con la mujer que estaba siguiendo—. ¿Cómo…? Lo siento, no. Sólo me desubiqué un momento, no había caminado por estas calles desde hace mucho, han cambiado un poco, pero estoy bien.

—Me alegra escuchar eso. Creí que estaba perdido. Regularmente la gente se pierde en la noche por estos lugares.

— ¿De verdad? —eso no lo sabía. Era nuevo.

—No.

—Ya veo, ¿era una broma?

—No lo sé, lo vi en la televisión.

Muy bien, no era momento para seguir con las bromas. Era el momento perfecto para ir al grano. El hombre se puso serio y eso lo notó Nimi, algo venía, tenía que estar preparada.

—Soy un oficial de este pueblo. Mi nombre es Darío Guerra y creo que usted está involucrada en el caso de la semana pasada del robo de un vehículo y el desinfle de los neumáticos de los demás vehículos de la fundación de control de animales. Necesito que me acompañe.

— ¿Que lo acompañe? Pero si apenas si lo conozco.

— ¿Eh? No, no, no piense que soy de esos tipos. ¡Soy un oficial!

— ¿Está seguro que yo soy la responsable de ese suceso?

—Estoy un setenta por ciento de que sí.

—Pero no un cien.

—No, pero eso es suficiente como para interrogar a alguien.

— ¡Perfecto! Hablemos aquí, ¿por qué ir a otro lugar? ¿Qué hay de malo arreglar todo aquí?

El hombre miró su alrededor.

—Nada, creo, pero aun así…

— ¿Sabe? Ahora es muy noche, estoy un poco cansada y tengo que levantarme temprano para llevar a mi niño a la escuela.

Era verdad, era muy tarde y él también estaba algo cansado. Hacía noches que no cerraba los ojos y su cuerpo le pedía de mínimo una noche de descanso.

—Está bien, deme su dirección y su nombre. Usted es sospechosa, mañana hablaremos con más tranquilidad.

—Nimi.

— ¿Disculpe?

—Me llamo Nimi.

— ¿Sabe que puede ir a la cárcel por burlarse de un policía?

— ¿Usted se está burlando de mí al decirme que me estoy burlando de usted? ¡Ese es mi nombre! —dijo ella un poco enfadad. ¿Quién no se enfadaría si se burlan de su nombre?

— ¿Es su nombre? —Se avergonzó Darío—. Lo lamento.

Nimi le dio su dirección para poder tener después una plática mejor con aquel oficial. Y así, cada uno se fue a su respectiva morada.

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Y esto fue todo por hoy.

DarkHime
« Respuesta #16 en: Septiembre 01, 2012, 07:29 am »

Re:Mi niñera *w* Actualizacion. Cap. 10
« Respuesta #16 en: Septiembre 01, 2012, 07:29 am »
Actualizo xDD


Cap. XI: “Un momento para reflexionar”



Nuevamente había sido engañado, ¿por qué no vio venir esa? Así era ella. Una enorme desventaja porque Denor no sabía cuando se trataba de una broma y cuando hablaba en serio. El haber ella dicho al principio que no sabía dónde se encontraba la nave pudo haber sido así, ¡pero!, también pudo haberlo dicho para molestar; después, el haber dicho que la máquina estaba en cierto lugar pudo haber sido así, ¡pero!, también pudo haberlo dicho para molestar y lo último fue el caso. Denor se quedó casi toda la noche buscando la nave y nunca la encontró. ¡Ja! Había sido engañado. Debió pensar eso cuando vio que Aley no estaba detrás de él. Cansado, se retiró del lugar que había explorado durante tantas horas. ¡Ya qué! Tendría que descansar.

Nimi, como todas las mañanas, había madrugado para levantar a Kevin. Estos últimos días ella se levantaba más temprano que Kevin, para poder despertarlo. Lo llevó a la escuela. Los primeros días, el joven se sentía muy avergonzado, pero fue acostumbrándose; ahora le parecía raro que Nimi no lo llevara o lo recogiera. Una vez cumplida su misión, Nimi se dirigió a la nave donde Aley estaba. Quería ver la cara de Denor cuando la viera. ¡Ah!, la mejor expresión que sabía poner.

— ¡Nimi! —Gritó a todo pulmón en cuanto la vio—. ¡Eres la peor!

—Hola, mayor —sonrió felizmente—. Yo también pienso lo mismo.

—No creo que sea el mejor momento para pelear— dijo la morena antes de que iniciara una discusión—. Tenemos que encontrar el Hatton dos y los demás cannie, sólo faltan cuatro.

—Tienes razón —concordó el mayor, tranquilizándose, luego se dirigió a Nimi—. Te agrade la idea o no, tendrás que ayudarnos. Todo esto es tu culpa, toma tu responsabilidad. Demuestra ser una Aurona decente.

—De acuerdo, je-fe —respondió sin dejar su sonrisa y colocando la mano derecha en su frente a modo de saludo militar. Obvio que la ironía era patente.

—Sólo espero que los humanos no la hayan encontrado y se la hayan llevado —comentó Aley preocupada ante esa posibilidad

—No te preocupes —intentó calmarla Nimi—, los humanos son muy escandalosos. Si la hubieran encontrado, ya hubieran hecho todo una revuelta y estarían asustados y locos y todo eso… pero hay que encontrarla antes de que ellos lo hagan. Debemos evitarles dicho comportamiento.

Puestos de acuerdo, los tres se fueron en búsqueda del Hatton dos. Primero fueron a las afueras del pueblo, pensando que tal vez por allí habría caído. Eso sería lo mejor, lo mejor para todos. Después de un par de horas de estar buscando la encontraron. Precisamente, se hallaba en medio de un bosque. Se pusieron felices de verla, pero la sensación se esfumó casi al instante cuando se acercaron más y la observaron con detenimiento. Estaba destrozada del frente, y eso mostró que había sido un aterrizaje carente de profesionalidad, aunque más que nada, la puerta era la más dañada, ni el frente estaba así de mal. Al parecer, los cannie se habían espantado de tal manera cuando sintieron el doloroso y brusco aterrizaje, que con toda su bestial fuerza rompieron la puerta para poder salir. Ahora  no sólo tendrían que repararle el motor —cuyos daños ya tenían previstos porque el Hatton siete y cuatro habían sufrido daño también del motor debido al descenso—, sino que de igual manera, debían reparar la parte frontal y la puerta. ¡Así que debían poner manos a la obra de inmediato! Del sitio trasero, que era como una cajuela, sacaron una bolsa de herramientas. Todos los Hatton por ley debían tenerla, por si se ocupaba y vaya que con dichas aventuras, sí que se necesitaba.

-N-

Kevin se dirigía a casa. Otra vez había salido temprano de sus clases. Eso era lo único que le gustaba de cuando iba a salir de vacaciones, que las últimas semanas las clases terminaban antes de lo normal. Iba a esperar a que Meli y Arturo fueran a su casa a ensayar lo que el día siguiente dirían en la última clase de Biología. ¡Sí! El último trabajo. Tenían que dar lo mejor de sí. Estaba buscando las llaves en su mochila para abrir la puerta. Dedujo que su padre no estaría ya que no vio su auto en el lugar que había designado como estacionamiento cuando llegó. Y lo más seguro es que Nimi estuviera de vaga.

—Disculpe —escuchó una voz masculina detrás de él. Se giró un poco para ver de quién se trataba y se asustó cuando descubrió que era un hombre con uniforme de policía. Su corazón comenzó a latir con rapidez. Él sabía que no había hecho nada malo, pero la persona que vivía ahora con ellos sí—. Soy el oficial Darío Guerra —se presentó ofreciéndole su mano. El chico le devolvió el saludo—. Estoy buscando a Nimi, ¿aquí vive?

— ¿Eh? Sí, sí. Ahora la busco —fue lo que atinó a decir sin poder ocultar su nerviosismo.

“Qué has hecho, Nimi?”

—Permítame —entró a la casa y casi al instante regresó. Si no la veía en la sala viendo tele sabía que no estaba—. Lo siento, pero ella no se encuentra en este momento.

—Pero aquí vive, ¿verdad? —Kevin asintió—. ¿Es tu madre?

—No, es mi niñera.

—Oh, ¿tu niñera? No eres demasiado…

—Sí, lo sé —lo interrumpió cortésmente. No quería volver a escuchar eso. Siempre era lo mismo—. Pero bueno, idea de mi padre.

—Ya. Es un poco extraño. Si es tu niñera debería estar contigo, por eso le pagan, ¿no?

Era verdad.

—Tal vez fue a hacer un mandado. A veces mi padre se lo pide.

—Bueno, más al rato vengo de…

— ¡Hey, Kevin! ¿Ya saliste? —gritó Nimi llegando a casa, después saludó al oficial al reconocerlo cuando éste se giró a verla—. Buen día, oficial Guerra. Lo siento, estaba haciéndole un favor a mi hermano —terminando de decir esto, se dirigió a Kevin—. No te preocupes, el Sr. Guerra es amigo mío, puedes irte.

El joven le hizo caso y entró a la casa. Total, era su problema. Sólo deseaba que no la metieran a la cárcel. ¿En qué problemas se metió?

—Ahora sí —exclamó Nimi al quedar completamente sola delante de Darío Guerra—, ¿cuál es la pregunta?

El hombre sacó una libreta pequeña de su bolsillo y una pluma.

—Voy a ser directo. Usted, junto a una banda de locos, ponchó las llantas de todos los vehículos de la fundación de animales, a excepción de uno que fue “robado” y luego devuelto.

—Si fue devuelto no fue robado, ¿cierto?

—Pero fue tomado sin permiso. El caso es que usted fue la que condujo el vehículo, ¿verdad?

—Qué buena conclusión ha sacado, ¿pero por qué llegó a eso?

—Por esto —se esculcó uno de sus bolsillos traseros y sacó el pequeño imán que se habían encontrado en la cámara aquella vez y desde entonces lo llevaba consigo a todos lados—. Cuando nos encontramos en el supermercado esto hizo reacción.

— ¿Y eso qué se supone que es? —preguntó curiosa y haciéndose la desentendida.

— ¿Eh? Bueno, un imán.

—Oh, ya veo. Entonces, si es un imán y reaccionó como dice, pudo haber sido porque había algo de metal en algún lado ¿verdad?

—Hm, es verdad…

— ¿Entonces, cómo puede concluir que soy yo la culpable de eso? Qué tal si hubiera reaccionado con otra persona, ¿sería culpable también?

—No he dicho que usted sea culpable, sólo que puede que usted haya estado en el lugar. Es una sospechosa, no quiero decir que sea la culpable.

—Usted se está guiando de un simple imán que pudo estar ahí desde fábrica.

—No, no fue así. Curiosamente la cámara de vigilancia no funcionó hasta que se le retiró esto.

—Con todo respeto, creo que usted debería estar en otro lugar. Yo, una simple niñera, no tendría que hacer esa clase de cosas. ¿Qué fue lo que se hizo con el vehículo de la fundación?

—La verdad no lo sé.

— ¿Y su superior?

—Tampoco lo sabe.

—Está tratando de decir que esto no es un caso policiaco. Es sólo un pasatiempo suyo.

—Yo no he dicho eso —se puso un poco nervioso. ¿Cómo sacó esa conclusión? ¿Cómo había sacado él esa conclusión? ¿Estaba seguro de que ella era la culpable? ¿Qué lo había llevado hasta allí? ¿Estaba bien? ¿Estaba equivocado? ¿Estaba dudando? Sus pensamientos comenzaron a revolverse entre sí, luego salió de ellos cuando escuchó la voz de la mujer que estaba saludando a una señora que iba en un auto.

—Hola Melisa, hola Arturo. Pasen por favor —les abrió la puerta—. Kevin estará por allí.

—Gracias —dijeron los niños al unísono entrando a la casa.

—Sería un placer seguir hablando con usted, pero tengo que atender a unos niños.

—Claro —dijo sin más Darío colocando la libreta y la pluma en su lugar y, sin decir otra cosa, se dio la vuelta y caminó a su carro que había dejado cuesta abajo unas casas antes.

Nimi entró a la casa, como si los pasados momentos no hubieran ocurrido. Escuchó a los jóvenes hablar en la cocina. Ya habían empezado a practicar. Nimi se dirigió a la cocina y tomó asiento en la silla de la cabecera.

—Qué buena parte.

—Nimi —habló Kevin irritado al verla—. ¿No deberías hacer otra cosa?

—No, no te preocupes por mí, niño, yo estoy muy cómoda.

—Me alegro —dijo entre dientes. Realmente quería que se fuera. No le molestaba a él, lo que no sabía era si Meli y Arturo se sentían incómodos por tener la mirada de Nimi sobre ellos. Escuchó que alguien tocaba la puerta de atrás.

“¿Quién será?”, se preguntó extrañado porque casi nadie tocaba la puerta de atrás. Kevin se levantó y se dirigió a esta para abrirla.

—Dime Meli —se dirigió Nimi a la castaña cuando Kevin se retiró—. ¿Has tenido novio?

—No, todavía soy muy joven.

—Yo nunca voy a tener novia —dijo Arturo al sentirse excluido de la plática—. Son muy problemáticas.

— ¡Nimi! —escuchó la voz de Denor la cual se notaba exaltada.

—¡Caray!—puso los ojos en blanco al levantarse de la silla—, me gustaría quedarme más tiempo, pero me acordé que tengo que hacer otra cosa —se encaminó a la puerta principal.

— ¡Nimi! —Denor llegó a la cocina y al no verla se dirigió extrañado a los jóvenes —. ¿Han visto a Nimi?

Los dos chicos apuntaron el lado de la puerta principal.

—¡Espera, Nimi! —gritó Denor ya afuera para detenerla. Ella lo hizo y se volvió a él.

—Dígame, capitán, ¿he hecho algo malo?

— ¿Tú? ¡No, qué va!... ¿Por qué te fuiste de esa manera? Tienes toda la responsabilidad de quedarte a ayudar a reparar la nave o por lo menos a ir a buscar los cannies faltantes.

—Eso iba a hacer.

— ¡Oh, claro! Sentada en tu casa.

—Eso iba a hacer precisamente ahora.

Denor dibujó una pequeña sonrisa en sus labios. Cuando menos, ya había conseguido que se moviera hacia el objetivo.


-N-

Darío Guerra aún estaba en su auto. Lo que ella había dicho tenía lógica, además no podía decirle que su intuición de policía le decía que era la culpable. No era suficiente para detenerla. Aún así, no la dejaría; la seguiría, la tendría en su vigilancia. Ella se veía demasiado sospechosa. Aunque por ahora regresaría al cuartel. Mañana sería otro día.


-N-

— ¿Sabes? Necesitamos algunos materiales y herramientas para reparar bien la nave —notificó Denor—. ¿Sabes dónde se pueden conseguir?

—Lo que realmente necesitas es dinero.

— ¿Dinero? Aley y yo conseguimos algunas piedras, tal vez podríamos cambiarlas por ese “dinero”.

—Esa es buena idea. Invitemos a Aley y Kevin y vamos a pasear por el centro. No estoy muy segura de encontrar alta tecnología en este lugar, pero podemos trabajar lo que encontremos para adaptarlo a las reparaciones. Tú ve por Aley y yo por Kevin.

Con eso, los dos se fueron a sus respectivos lugares para recoger a los mencionados y con el acuerdo de verse en la plaza del centro para después ir a buscar los materiales necesarios.

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Hasta otra xD.

DarkHime
« Respuesta #17 en: Septiembre 06, 2012, 11:14 am »

Re:Mi niñera *w* Actualizacion. Cap. 11
« Respuesta #17 en: Septiembre 06, 2012, 11:14 am »
El cap que sigue owo


Cap. XII: “Cuida tus espaldas”


— ¿Disculpe? ¿Podría cambiarme esta piedra por setenta dólares? —preguntó Denor al jefe de una tienda de ropa. Había pasado por la ferretería y el señor que la atendía le mencionó que lo que buscaba le costaría por lo menos setenta dólares. Así que fue a cambiar ese material por la cantidad requerida cuando el vendedor de la ferretería no quiso tomar la piedra a cambio de la herramienta solicitada y era por eso que se encontraba ahora en esta tienda.

—¡Pero claro que sí, señor! —dijo el hombre desatendiendo a un cliente al darse cuenta de que esa piedrecilla era nada más y nada menos que oro puro— Es más, hasta le doy cien.

— ¿Cien?

—¡Espere, señor! —detiene todo el proceso una mujer ya mayor y fijó su mirada en el hombre del negocio, acusándolo— ¡Ladrón! —Luego se dirigió a Denor— A unos cuantos negocios más adelante va a encontrar una tienda especializada en la compra y venta de oro. Ahí le darán lo justo por su pieza.

— ¿De verdad? Bueno, iré allí, muchas gracias.

—No hay de qué.

Nimi, Aley y Kevin miraban detrás del cristal de la pastelería. Los tres se comían con los ojos los pasteles y donas que se mostraban en exhibición.

—Mira Aley, esa dona está muy buena, debes probarla.

—Esa de vainilla se ve deliciosa —opinó la morena.

—Ese pastelito con crema se ve mejor. Kevin, ¿cuál nos recomiendas?

—A mí me gusta ese de zanahoria con relleno de zanahoria, es mi favorito. Pero esa dona con relleno de fresa adentro también está sabrosa.

—Esa, esa se ve más rica. Mmm, pero hay que esperar a Denor.

En eso, el mayor hizo acto de presencia sin las manos vacías, pues traía consigo una faja visible de billetes.

— ¡Oigan! Aquí te dan mucho por una sola piedrita de oro.

— ¡Oro! —repitió Kevin sorprendido y mucho más al ver tantos billetes. Nunca en su corta vida había visto esa cantidad de dinero; sólo en la televisión, pero la tele era la tele.

—Así es. Ésta proviene del planeta Brillo. Me la cambiaron por un par de kilos de tela.

— ¿Sólo por eso?

—Los de Brillo tienen varios materiales, muchos, como oro, plata, bronce, carbón, etc., y ahí la tela es muy valiosa, por lo poca que hay. A nadie le gusta trabajarla y prefieren comprarla de otros lados.

—Hay muchos planetas.

— ¡Demasiados! Tantos que yo apenas conozco en teoría 10,102 y visitado 2,112.

Kevin estaba sorprendido. Qué genial sería ir a pasear por el universo. Para ellos era algo normal, pero para lo humanos era un sueño fantasioso.

—Denor, ¿no crees que es mejor que guardes eso? —Inquirió Kevin al ver el montón de billetes— No es bueno que estés así, mostrando todo ese dinero.

—Tienes razón, hijo, pero son muchos billetes, ayúdenme.

Y se lo repartió en cuatro partes para que cada quien llevara un delgado fajo. Al principio Kevin no quería, pero ya qué, tuvo que aceptar su fajito.

Sin que nadie se diera cuenta, Eduard Gavilán, el secuestrador que escapó de la ciudad, los observaba y éste saboreaba con la mirada la grande suma de dinero.

—Estos sí que son ricos. ¡Cuánto billetito! Tengo que ganármelos a como dé lugar-murmuró con avidez.

Y un claro plan se formó de inmediato en su mente. Eran cuatro personas, y para ganar el dinero tenía que ir por el más débil. El muchacho. Y una vez que lograra eso le quitaría lo que traía y luego lo secuestraria para pedir un rescate equivalente a una pequeña fortuna, más que lo que traían los otros tres. Un plan perfecto, sólo necesitaba atrapar al joven.

Cuando cada quien tuvo una parte del efectivo, Aley, Nimi y Kevin volvieron a dirigir su atención a los pasteles. Tenían muchas ganas de uno, así que se encaminaron a la entrada de la pastelería.

— ¡Oigan! No es momento de estar perdiendo el tiempo. Hay que comprar el material y reparar la nave…

Denor fue interrumpido cuando chocó con un hombre mientras iba en pos de sus tres compañeros.

—Lo siento —se disculpó Denor. El hombre siguió corriendo—. ¡Espere, su bolsa! —Cogió la bolsa que el hombre había tirado sin darse cuenta que a ese sujeto lo seguía una mujer que era la verdadera dueña del bolso y que le había sido robado.

— ¡Deténgase ahí! —Gritó un policía a Denor cuando lo vieron con la bolsa ajena—. ¡Queda detenido! —y lo sujetaron él y su compañero como si fuera un ladrón.

—Esperen, se lo iba a regresar, no me lo iba a llevar. Aguarde, las conozco a ellas. Venimos juntos. No he hecho nada malo —se dirigió a Nimi y Aley que se habían detenido al escuchar el alboroto, con la esperanza de que dijeran algo, pero no escuchó palabra alguna salir de la boca de ellas—. Chicas, oigan, ¡escuchen!... —Los policías lo obligaron a caminar, pero Denor puso resistencia, así que los guardianes de la ley lo arrastraron y continuaron llevándoselo.

Las dos mujeres se limitaron a verlo y en silencio presenciaron el espectáculo que montaba, igual que los demás espectadores.

— ¿Crees que va a estar bien? —preguntó la morena.

—No te preocupes, irá con sus compañeros.

—Nimi, irá a la cárcel, no al manicomio.

— ¡Oh! —sonrió—. Vamos… Disculpen, oficiales…

Eduard Gavilán se acercó al joven en cuanto vio la oportunidad de hacerlo, pues el escándalo que se hizo con lo del ladrón de bolsos que ya para entonces había huído y los policías arrastrando al pobre de Denor, permitió que el plan fuera perfecto, pues la gente estaba distraída con la función. Así que sujetó a Kevin firmemente tapándole la boca para que no gritara y de manera profesional, se escabulló entre las personas llegando a un callejón que estaba cerca de la tienda. Obviamente, primero tuvo que examinar el contorno asegurándose de que todo saldría bien. Su mente trabajaba rápidamente y más si se distraía al público como estaba sucediendo. Mejor no podía salir todo.


—…Él no hizo nada —dijo la morena a los oficiales—. Él chocó con alguien, quien soltó la bolsa y él la levantó para dársela, entonces llegaron ustedes.

—Necesitamos examinarlo.

Nimi sólo escuchaba las disputas entre los policías y Aley; después volteó para ver a Kevin y cuando no lo encontró se extrañó. Empezó a ver entre la multitud en caso de que anduviera por allí, pero tampoco lo vio.

—Aley, ¿no has visto a Kevin? —preguntó a la secretaria cuando terminó de hablar con uno de los policías.

—No, ¿por qué? —cuestionó haciendo lo mismo que Nimi había hecho hacía unos momentos.

— ¿Dónde estás, Kevin? —dijo en voz alta más para ella que para otro.

-N-

El joven Ibarra estaba subiendo en contra de su voluntad, a una camioneta. Fue arrojado en el asiento del copiloto y cuando el secuestrador cerró la puerta, Kevin intentó abrirla pero no pudo porque tenía el famoso seguro de bebé. También intentó abrir la ventana para pedir auxilio a gritos, pero no había manija para hacerlo. Ahora sí que tenía miedo. El temor lo invadió por cada poro de su cuerpo. No podía creer lo que estaba viviendo, ¿por qué a él? Había dos policías arrestando a una persona inocente mientras a él lo habían secuestrado casi en las narices de todos. ¡Por Dios! ¿Más irónico? ¡No lo creía!

El hombre subió a la camioneta y en ese momento Kevin comenzó a gritar. El sujeto cerró la puerta con un sonoro y fuerte golpe en tanto enojado le gritaba:

— ¡Cállate, crío!

“¿Crío? ¡Santo Dios! ¿Dónde estás, Nimi?”, pensó deseando que ella estuviera allí y golpeara a ese tipo. ¿Golpearlo? ¿Alguna vez había golpeado a alguien? No lo sabía, pero quería que a él sí lo golpeara todo lo que pudiera.

—Si no cierras ese pico te lo voy a romper —habló nuevamente el hombre poniendo en marcha la camioneta y después de que el chico hubo gritado una vez más.

Kevin sintió sus mejillas humedecerse. Había soltado un par de lágrimas.

“Ahora sí. Con este dinero que gane con el rescate podré irme a pasar unas buenas vacaciones”, pensó Eduard en tanto la camioneta andaba dirigiéndose al lugar que usaba como refugio.

-N-

Nimi se dirigió al callejón que estaba cerca de la tienda. Tenía un mal presentimiento. Supo de inmediato que se habían llevado a Kevin en cuanto no lo vio. Al adentrarse más al callejón, escuchó con claridad el motor de un auto. Viró a la izquierda y observó una camioneta en marcha, pero lo que más llamó su atención fue ver a Kevin gracias al espejo retrovisor.

— ¡Kevin! —gritó y corrió hacia la camioneta.


Gavilán se dio cuenta de que alguien lo estaba siguiendo. Gruñó con fastidio. Su plan no había sido perfecto. ¿La madre del niño? ¿Algún familiar? No lo sabía. Lo que sí sabía era que tenía dinero en su bolsillo, eso sí. Ahora lo que tenía que hacer era irse de allí lo más pronto posible para perder de vista a la mujer. Se adentró a la calle principal y siguió por el suroeste, donde lo esperaba su escondite.


Nimi no permitiría que le hicieran algo al crío. Si no lo recuperaba el Sr. David la despediría. Al ver que no podría alcanzar la camioneta, empezó a ver a su alrededor para tomar algo que le sirviera y no perderla de vista. Logró divisar una bicicleta y, sin esperar invitación, la tomó, la montó y pedaleó a más no poder. Se acercó rápido a la furgoneta porque un semáforo estaba en rojo y fue una ventaja para ella. No obstante, Eduard se dio cuenta de eso y arrancó nuevamente a pesar de que sólo faltaban segundos para que el semáforo cambiara de color. Esto ocasionó que se escucharan los gritos furiosos de los conductores y el frenar de los autos; mas al descarado secuestrador no le importaron los demás. Por él que se fueran al infierno.

“Esa mujer es persistente”.

Kevin veía todo por el vidrio de atrás y estaba realmente feliz. Nimi era bastante dura como para rendirse por algo tan fácilmente. No dejaría de seguirlo hasta conseguir su objetivo. La camioneta se fue por una calle de un sentido, donde sabía no habría muchos autos rondando y por ello sería más conveniente para él continuar. Volvió a ver el espejo retrovisor y se alegró al no verla. ¡Por fin la había perdido de vista!

“Gran error, novato”, pensó Nimi al conducir por una calle diferente. Todo lo tenía calculado. Había tomado un atajo. Tuvo que pasar por algunos lugares privados, pero la bicicleta era pequeña, así que no fue un problema. Sabía por qué calle saldría el maleante y hacia allí se dirigió ella. Conocía el pueblo de pies a cabezas. Buscar a los cannie hizo que se aprendiera todas las calles y cualquier insignificante ruta.

La bicicleta se detuvo cuando llegó a la última calle, donde saldría la camioneta. A unos metros, la vio; aunque ésta no se detuvo ni por un segundo, ni un freno de inseguridad, no; chocó con la bici y un ruido estruendoso se dejó oír.

— ¡Pero qué tonta! —Dijo el hombre con júbilo—. ¿Creyó que iba a frenar? —comenzó a carcajearse como loco, pero su risa no duró mucho porque entonces escuchó un ruido arriba, en el toldo del automóvil.

— ¡Es ella! —Gritó Kevin muy feliz.

— ¿Pero qué…? —vio a la mujer asomar su cabeza en el lado del conductor y asustado, frenó como acto reflejo.

“Está loca”.

Al lograr lo que quería, Nimi bajó de la parte superior de la camioneta y abrió la puerta del conductor, pero no normalmente, la desprendió de su sitio y la arrojó con violencia a un lado. El hombre tembló de miedo cuando notó su descomunal fuerza ¿Qué era ella? Nimi estaba enojada, su ira podía notarse en sus ojos. Sujetó al tipo del cuello de la camisa y lo acercó a su rostro.

—Hola, hombre —lo saludo con voz hueca, desprovista de emoción—. Me preguntaba por qué sólo a Kevin lo invitas a la fiesta, yo también quiero ir —puso una cara de lástima—. Pobrecito, ¿no? Digo, tú —sonrió—. Pero no te preocupes, yo no soy rencorosa y me gustaría invitarte a mi fiesta de disfraces


Y se lo llevó a donde le daría su fiesta de disfraces. Nimi arrojó sin misericordia a Eduard Gavilán frente a un par de oficiales cuando entró en la estación de policías.

— ¿Qué pasó? —preguntó uno de ellos al ver a aquel sujeto asustado y deseoso de alejarse lo más de Nimi.

El oficial Darío caminaba con un compañero cuando éste se detuvo.

— ¿Qué ocurre? —preguntó extrañado el rubio.

No tuvo que contestarle su compañero por qué se había detenido ya que vio que algunos de sus homólogos se reunían en cierto sitio, así que él también lo hizo.

—Es ella —dijo al ver a la mujer que había visitado esa mañana. Había traído a un criminal, y no a cualquiera, a un secuestrador.

—Oficial Guerra —saludó Nimi al verlo entre la multitud —, creo que debería estar vigilando a esta clase de personas en lugar de a mí.

El oficial sintió el enorme insulto de la mujer. Se refrenó de decirle algo, tan sólo apretó los dientes. Después se retiró de allí; en tanto, otro de sus compañeros esposaba al secuestrador para llevarlo a la jaula y llamar a la policía de la ciudad, en donde lo vestirían con su uniforme de rayitas.

—Vamos, crío —dijo Nimi una vez los oficiales comenzaron a alejarse—. Denor me debe un pastel —luego recordó algo—. Oh, espera, yo tengo dinero.

Kevin estaba feliz de que todo eso hubiese terminado. Deseó que jamás volviera a sucederle algo parecido. Había estado demasiado asustado. Sin embargo, estaba feliz de que su niñera estuviera allí.

— ¡Qué! ¿No crees que fue divertido? —preguntó por fin Nimi al ver a Kevin tan serio en el camino.

—Claro que no. Para ti lo fue, pero para mí no.

— ¿De qué hablas? Yo estaba pedaleando como loca y tú estabas bien a gusto sentado. ¡Ja! Y dices que fue divertido para mí.

—Pues para mí fue horrible.

—Aunque ahora tienes una buena experiencia para contarle a tus nietos.

—Esa sería una de las cosas que evitaría contarles.

Nimi soltó una carcajada, sujetó al joven por el cuello y lo jaló hacia su costado y con su mano izquierda le revolvió el cabello. Kevin intentó soltarse.

—Ser honesto ante todo, crío —y al terminar de desgreñarlo todo, lo soltó.

—Lo sé… ¿En qué piensas? —inquirió alizándose el desorden del cabello y al verla perdida en sus cavilaciones.

— ¿Yo? —Tardó un poco en responder—. ¿Cuándo será otoño?...

— ¿Otoño?

—…Él viene en otoño…

— ¿Quién?

—Su hábitat es el otoño.

— ¿De qué hablas?

—Lo siento, pensé en voz alta. De nada en especial. Tengo una idea. A ver quién gana primero en llegar a la pastelería —y sin más pegó la carrera. Kevin tan sólo la miró—. ¡Vamos, crío, te voy a ganar!

¿Cómo podía tener tanta energía? No evitó que una sonrisa escapara de sus labios y después fue tras ella.

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Continuará

DarkHime
« Respuesta #18 en: Septiembre 14, 2012, 08:47 am »

Re:Mi niñera *w* Actualizacion. Cap. 12
« Respuesta #18 en: Septiembre 14, 2012, 08:47 am »
Actualizo aquí ewe.


Cap. XIII: “Recuerdos”


Todos tienen secretos. Ella más que nadie lo sabía.

Kevin y ella habían planeado ir al parque de las ardillas el primer día de las vacaciones del joven. Al principio el chico no quería ir, pero Nimi insistió tanto que logró que cambiara de idea. También insistió con el señor David, pero con éste no logró éxito, así que el hombre se quedó en casa a trabajar. En cuanto entraron al parque, el rostro de Kevin se iluminó de felicidad y eso provocó que Nimi se pusiera de buen humor. Caminaron hacia el lago, disfrutando del pasto bajo sus pies, pues en este tiempo los patos reverdecían a su alrededor ; en eso, Kevin se detuvo a unos metros de distancia de ella y su rostro reflejó un recuerdo triste al ver a las familias felices paseando. Los pequeños jugaban con sus padres, uno que otro lloraba y corría a refugiarse en los brazos de sus madres, padres que llevaban a sus hijos en brazos o los paseaban en carriolas. Los dos padres.

— ¿Te encuentras bien, Kevin?

—Sí —apartó su mirada de ellos—. Queda poco para llegar al lago.

Fue un día divertido. Comieron algo al mediodía en unas mesas que servían para hacer picnics. Kevin había hecho unos emparedados que estaban bastante buenos y habían realizado actividades de juego. Ahora, los dos se disponían regresar a casa. Nimi estiró los brazos.

—Qué divertido, ¿no?

—Sí, lástima que Denor y Aley no pudieran venir.

—No te preocupes por eso. Ellos están muy ocupados trabajando en la nave, no tienen tiempo.

—Hablando de eso, ¿y tu nave?

Nimi pareció meditarlo antes de contestar.

—Aquí entre nos, me alegro que Denor esté aquí para que también arregle la mía. No soy muy buena con la mecánica.

—Ya veo. Nimi tiene defectos.

—Claro, como Denor y… ¿Aley tendrá?

Kevin rió ante el comentario. Después vio tres dedos de Nimi frente a él mientras ella caminaba hacia atrás.

— ¿Tres?

—Sólo tres cannies más y se acabó.

Era verdad. El día anterior Denor y Aley habían encontrado a un cannie en un pozo sin agua. El pobre estaba llorando. Se alegraron que ellos lo escucharan antes que algún humano. ¿Qué pasaría cuando todos los cannies fueran encontrados y las naves reparadas? Un escalofrío invadió a Kevin. Por alguna extraña razón la idea no le agradaba mucho. Aunque fuera difícil de creer, él ya se había acostumbrado a las locuras de Nimi. Se imaginó otra vez solo, sentado en el sillón viendo tele. Lo que hacía antes de conocer a la extraterrestre. Se puso triste por eso.

Llegaron a la casa. En el camino se habían encontrado con el mayor y la morena. Denor, como siempre, estaba enojado con su hermana porque la descarada no iba a ayudarlos, al contrario, había perdido el tiempo divirtiéndose. Aun así, los cuatro quedaron en ir a un lugar a cenar más tarde, a un restaurante más específicamente, donde la atención era de primera y que quedaba en la calle principal del pueblo. Además, según Nimi, era necesario que se tomaran un descanso. Aceptaron, después de todo, la idea no era mala y la comida de la tierra era muy sabrosa, además, ellos llevaban muchas horas trabajando.

Nimi entró al garaje para limpiarlo ya que Kevin le había dicho que él solía limpiar toda la casa, lo que llamaba limpieza general, cada estación del año; es decir, cuatro veces al año. Así que obligó a Nimi a que ayudara a limpiar el garaje porque ahora vivía también allí y tenía la obligación. En ese instante deseó estar con Denor. Por lo menos él no la obligaba a hacer lo que no quería y es que, de cierta manera, a Kevin no podía decirle que no. Encendió la luz para ver mejor y ese fue su error. Puso un mohín de disgusto al ver mejor el tiradero de cajas, todas llenas de polvo. Demasiado sucio para su gusto. Lo que haría sería sólo recoger las cajas y acomodarlas en los estantes y listo, el garaje estaría mejor. Comenzó a mover las cajas. Algunas eran pesadas, pero ese no era problema para la extraterrestre.

— ¿Qué contendrán estas cajas? —se preguntó mientras abría una de ellas y de ésta sacó unos pantaloncitos—. Qué lindos. Kevin era pequeño, bueno, sigue siéndolo —volvió a dejar la prenda en la caja, donde había mucha más ropa de un niño pequeño, de meses quizás.

Era hermoso recordar cuando los hijos eran unos bebés. Eso le trajo recuerdos a ella. Por desgracia, ella nunca había guardado nada de su hijo, no cuando era bebé, no vio la necesidad. Hasta ahora se arrepintió de eso. No tenía ningún recuerdo sólido de Gray, sólo recuerdos en la memoria.

Siguió viendo las cajas, una por una, en donde podían encontrarse cosas de cuando Kevin era niño, como fotos de un lindo cachetoncito o dibujos y trabajos de cuando Kevin iba al kínder. Pero algo le llamó la atención. Una foto. Una foto de dos padres juntos en donde la mujer llevaba en brazo a un bebé de tan sólo meses.

— ¿Kevin? —pasó su dedo pulgar por el rostro de la mujer y el bebé; después se levantó y se guardó la foto en el bolsillo trasero.

Salió del garaje y se dirigió a las escaleras para subir al piso de arriba, encaminándose al cuarto del joven Ibarra. Éste estaba recogiéndolo, limpiando los cajones de su escritorio y del buró. Ya tenía una bolsa de basura llena a la mitad de muchos trabajos de la escuela y que no volvería a utilizar. Los había guardado antes por si en alguna ocasión llegaba a necesitarlos, pero no había ocurrido así, por eso ahora los desechaba ya que sólo hacían espacio en los cajones.

—Kevin.

— ¿Tan rápido acabaste de ordenar el garaje?

— ¿Puedo preguntarte algo?

—Claro.

— ¿Dónde está tu madre?

El joven se sorprendió ante la cuestión. Permaneció en silencio unos instantes.

—No lo sé —respondió al fin con indiferencia.

— ¿No lo sabes? ¿Por qué?

—No sé dónde esté ahora —volvió a hablar dejando de hacer su labor. Dirigió su mirada a la de Nimi—. Puede estar en el supermercado o manejando en carretera o puede estar haciendo cualquier cosa… Ella… —en ese momento su voz se quebró.

Nimi se acercó a él al sentir la tristeza brotar de su ser ante el recuerdo.

—Nimi, ella se fue… nos dejó…

— ¿Lloraste aquella vez?

—No.

—Necesitas desahogarte —ella hizo que escondiera su rostro entre su pecho y él lloró.

—La extraño.

—Lo sé.

Tenía cinco años cuando pasó aquello.

Él jugaba en su habitación, en el segundo piso. Había escuchado parte de la discusión, pero jamás las había oído de esa manera. Después de un rato, dejó a un lado sus juguetes. Ya no se escuchaba ni un ruido. Bajó la escalera poco a poco y se asomó hacia la puerta principal porque había oído pasos que se dirigían hacia allí y, en efecto, logró ver a su madre frente a la entrada y a un lado de ella un par de maletas.

—Mami —Kevin se acercó a ella realmente confundido, porque no comprendía por qué abría la puerta teniendo consigo maletas. Su madre nunca había salido de esa casa sin llevarlo con ella—. ¿Qué pasa?

—Hijo —se colocó frente a él, se inclinó para quedar a su altura y lo abrazó—. Cuida a tu padre por mí.

Y sin más, se alzó y salió por la puerta para nunca regresar. El niño no entendió lo que estaba presenciando. Se dirigió a la cocina y sentado en una silla, divisó a su padre.

En ese tiempo David no estaba ganando muy bien; de hecho, tenía deudas y por eso ella se había ido. Kevin no lo asimiló en ese momento, sino hasta que creció más. La odiaba, pero no dejaba de extrañarla. No quería verla nunca más, pero la necesitaba.

Recordaba vagamente ese día, pero lo que más le quedó en su mente fue ver a su padre arrodillado frente a él, abrazándolo mientras se disculpaba — ¿Por qué? ¿De qué se disculpaba? — y lloraba. Lo había visto llorar, mas él no derramó ni una lágrima. No hasta este día que lloraba abrazado a su niñera. Ahora dejaba escapar todo lo que había mantenido adentro, liberándolo.

—Lo siento —dijo mientras se separaba de ella y se limpiaba las mejillas—. No sé qué me pasó.

—Iré a terminar de limpiar el garaje —informó Nimi dirigiéndose a la puerta para salir de la alcoba y Kevin no conoció sus pensamientos llenos de angustia.

“Yo, ¿abandoné a mi hijo?”.

—Mami, ¿puedo ir a ver las flores?

—Sí.

“Yo, ¿soy mala madre?”.

—Nimi, acompáñame…


Se detuvo sorprendida a mitad de la escalera. ¿Por qué lo había recordado a él? Desde que se había ido no lo había hecho. Tal vez si se hubiera ido con él su vida sería muy diferente. ¿Cómo sería? No pudo imaginarse lo que no había vivido… pero la vida de Gray, Kyo y ella serían muy diferentes.

Nimi caminó al cuarto de trabajo. Escuchó al Sr. David allí. Ahora entendía el porqué trabajaba tan duro.

—Hola, Nimi —levantó la mirada para verla unos segundos, enseguida volvió a dirigirla a la pantalla—. ¿Haciendo limpieza?

— ¿Por qué trabaja tanto? —preguntó acercándose más al escritorio. Al no obtener respuesta, siguió—: Ella nunca volverá.

La contestación tardó.

—Lo sé, lo hago por Kevin.

Por alguna extraña razón, lo que escuchó la puso de malas.

—Eso es mentira. ¡No lo está haciendo por él! Lo hace por usted, para olvidar —el hombre no hizo más que seguir tecleando, parecía que no la escuchaba—. ¿No ve que está dañándolo? Él aún es un niño y necesita que alguien esté a su lado. Si no una madre, un padre.

Al no ver acto diferente, lo único que se le ocurrió fue cerrarle la laptop. Tampoco hubo reacción por parte del hombre. Ninguna vez se dignó volver a mirarla. Ella suspiró. En eso, el timbre se escuchó y mientras Kevin bajaba y atendía el llamado, ellos se quedaron en silencio, el que aprovechando, David abrió nuevamente la computadora portátil y volvió a su trabajo. La voz de Denor se dejó oír.

—Para cuando se dé cuanta va a ser demasiado tarde —fue la advertencia de Nimi y salió del cuarto para ir con los demás, disgustada. De mínimo esperaba que el señor David le gritara que se fuera por donde vino y que no se metiera en donde no la llamaban, sin embargo, el hombre se había mantenido en control de sus emociones.

No obstante, David quedó muy afectado y pensó en lo que Nimi dijo. Se levantó de golpe al escuchar la puerta principal. Corrió hacia la ventana y a través de ésta miró a su hijo caminar en medio de sus amigos. Imaginó al pequeño. ¿Cuándo había crecido tanto? ¿Hacía cuánto que no estaba con él? Se había perdido de mucho. Ahora notaba lo grande que estaba. Sintió el enorme deseo de salir y estar todo lo posible con su hijo. Compensar el tiempo que perdió trabajando fingiendo que lo hacía por él cuando en realidad lo hacía para olvidar ese día, como bien lo había descubierto Nimi. Trabajar y trabajar, sólo en eso pensaba, porque de esa manera la olvidaba a ella.

Comprendió algo. Cuando era un niño, Kevin siempre dependía de él cada vez que iba a trabajar, pero tiempo después ya no lo hizo. ¿Por qué? Porque su hijo no quería ser una carga para él. En ese instante, su celular sonó. Lo sacó de la bolsa de su camiseta.

—Hola, Dave —escuchó una voz jovial, alegre—. ¿Sabes? Tom no irá mañana así que el jefe dijo que irás en su lugar…

—No voy a ir.

— ¿Cómo? Es una oportunidad perfecta…

—Lo siento, pero dile al jefe que me voy a tomar unas vacaciones.

—Espera, Da… —colgó.

Era hora de que tomara cartas en el asunto. Ahora aprovecharía a su hijo, antes de que fuera demasiado tarde. Ahora quería cumplir con su papel de padre y no solo lo deseaba. Ése era su principal deber.

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Continuará.

DarkHime
« Respuesta #19 en: Septiembre 21, 2012, 09:08 am »

Re:Mi niñera *w* Actualizacion. Cap. 13
« Respuesta #19 en: Septiembre 21, 2012, 09:08 am »
Cap. XIV: “Esto aún no termina”


Kevin y su padre se encontraban de pie sin hacer nada, limitándose a observar los juegos que sus ojos alcanzaban a ver. Ambos habían planeado ir a divertirse al parque de atracciones donde podían encontrarse varios juegos mecánicos. La idea la había propuesto David y aunque al principio Kevin creyó que se trataba de una broma, la fecha llegó y allí estaban, en la ciudad más cercana que contaba con este tipo de entretenimiento. No obstante, no hacían nada. Ciertamente no sabían cómo reaccionar a la situación y una ligera energía de frialdad flotaba entre ambos.

— ¿Y si vamos a la montaña rusa? —propuso el joven un tanto indeciso, al no estar seguro de que su padre soportara algo así.

—Hm… claro.

— ¿O a la rueda de la fortuna?

—…Está bien, ¿no?

No llegaban a un acuerdo. Los dos querían escuchar una sugerencia del otro y así nunca llegarían a tomar una buena decisión.

—No puedo creerlo. ¿Y son padre e hijo? —inquirió Denor sentado en una banca unos metros alejado de los Ibarra, pero lo suficientemente cerca como para verlos y escucharlos. Aley estaba a su lado.

—Parece que tienen un problema de comunicación —mencionó la morena al ver que los dos miraban a su alrededor esperando que algo o alguien rompiera el hielo por ellos.

—No puedo creer que los humanos sean así, ¡Dios! Los parientes deben tener mucha confianza entre sí, ¿cierto, Nimi? —el mayor giró su cabeza a su lado derecho para ver a su hermana, quien se mantenía de pie con los brazos cruzados, un tanto frustrada por la escena.

—Si tú lo dices, señor molestia —caminó en dirección a ambos—. ¡Oiga, jefe! Le recomiendo que vaya a ese juego, se ve divertido —señaló uno—. ¡Vamos!

—Bueno —suspiró Denor al ver a los tres perderse entre la multitud—, creo que tendremos que esperar —comenzó a relajarse.

—Ya que estamos aquí, ¿por qué no probamos uno de esos?

—No, yo n…

— ¡Vamos! —rápidamente se alzó emocionada, sujetó a su jefe por la muñeca y lo llevó para subir a uno de los juegos.

Habían transcurrido un par de horas. Denor estaba inclinado sobre un bote de basura, mareado. El martillo, el anillo de King Kong, la batidora, el traván, el yo-yo… Ninguno le había caído muy bien. Un temblor lo recorría de pies a cabeza, tenía nauseas y parecía a punto de llorar. Aley le masajeaba la espalda.

—Lo siento mucho.

—Nunca había sentido esta sensación, ni cuando la nave aterrizó se sintió así.

—Eres un exagerado —comentó Nimi.

—Perdón de nuevo-Aley se sentía horriblemente culpable.

Denor se irguió.

— ¿De qué hablas? ¡Eso fue genial! ¡Es una sensación única!—estiró emocionado a su secretaria—. ¡Vamos al siguiente!

—Bueno, creo que mientras esos dos se divierten vamos a buscar una mesa para comer —dijo David al verlos perderse entre la multitud.

—Pero que sea en la sombra. ¡Me mata el sol! —se quejó Nimi tapándose la cara afectada, con la mano.

—Eso mismo estaba pensando.

Con eso, los tres empezaron a buscar alguna mesa disponible. Batallaron mucho para encontrar una desocupada. Casi todas estaban llenas e incluso muchas familias se sentaron en el pasto, pero por fin encontraron una y esperaron a que Denor y Aley se desocuparan.

— ¡Qué divertidos son esos juegos!

—No había venido a divertirme de esta manera —habló David.

—Jefe, le hacía falta relajarse, pero no hay problema ¡ya me encargué de eso!

—Jajaja, es verdad.

Después de otro rato y terminando de preparar la mesa, los que habían ido a divertirse al parque ahora estaban en su compañía dispuestos a disfrutar de la comida preparada por Kevin y David.

— ¿Subiste a todos los juegos? —le preguntó la niñera a Aley, quien estaba a punto de sentarse. No contestó enseguida, sino que miró hacia atrás y vio a su jefe inclinado en otro bote de basura.

—Aún no.

David se acercó a Nimi.

—Por cierto, Nimi, ¿de dónde eres?

— ¿Yo? De muy lejos.

—De muy, muy, muy lejos —corroboró Kevin.

La conversación no llegó a más, para alivio de Nimi, porque su hermano llegó y se sentó.

—Chicos, sobre la nave…

—¡Mira qué rico, Denor! —lo interrumpió Nimi poniéndole un pedazo de pan en la boca, para que no dijera más.

— ¡Pero qué…! — empezó a escupir el pedazo.

—¡Prueba esto, Denor! —ahora hizo lo mismo Aley, pero con algo diferente.

—Dime, Denor, ¿ya te subiste a todos los juegos? —le preguntó su hermana.

—No.

La mujer se dirigió a los Ibarra.

—Entonces es hora de que continuemos —se levantó—. Hay que aprovechar el día y aún nos faltan muchos juegos.

Una vez Aley y Denor se quedaron solos, la morena se acercó a su jefe.

—Denor, el padre de Kevin no sabe nada de la nave. De hecho, no sabe la gran cosa sobre nosotros.

—Ahora entiendo. De todos modos, creí que iban a matarme ahogándome con esa comida.

—Lo siento —sonrió.

Las horas de diversión terminaron y todos se dirigieron a la vivienda de los Ibarra. Los dos se habían divertido mucho y eso hizo que la relación entre Kevin y David se estrechara. El día también había concluido para Darío Guerra, quien se dispuso a regresar a su casa. Había sido una tarde normal para él y cada día que pasaba se convencía que Nimi “era inocente” y eso lo hacía molestarse consigo mismo. Muy, muy en el fondo sabía que ella era la culpable, pero no había encontrado pruebas que la incriminaran. Por ejemplo, esa mañana antes de ir a trabajar en su turno, había ido a investigarla, pero no vio nada inusual. Parecía ser que habían ido a un lugar a pasear. Algo normal. Suspiró hondo, subió a su auto y se fue a descansar.

Al día siguiente, Nimi, Denor y Aley se hallaban donde el Hatton dos. La niñera descansaba bajo la fresca sombra de un árbol mientras veía trabajar a su hermano y su secretaria. Y como siempre, el mayor estaba disgustado por eso, pero no podía obligarla a ayudar

— ¿Repararon la turbina? ¿Repararon el motor? ¿Repararon la coraza? ¿Repararon…? —sólo decía eso y ante las preguntas, el hombre estalló. Adiós a la paciencia. Bajó de la parte superior de la nave y ya en el suelo, se acercó a su hermana.

—Bueno, Nimi ¿y tú qué te crees que eres?

— ¿Yo? Soy sólo una simple niñera.

—En vez de estar aquí, ¿por qué no estás con el crío? Trabajamos mejor sin tu presencia.

—El crío ahora está con el jefe.

Denor iba a contestar con sarcasmo, pero no lo hizo porque escuchó un ruido. Nimi también lo escuchó y se puso de pie.

— ¿También lo oíste? —preguntó él.

Nimi asintió y sigilosamente, ambos dieron un par de pasos hacia el frente. La curiosidad era grande para los dos y querían saber quién o qué pudo ocasionar el sonido, por eso decidieron explorar la zona. Al hacerlo, descubrieron a la persona.

—Pero si es Dario Guerra.

—Darío con tilde en la i, Nimi. ¿Pero qué fue lo que hiciste para que te siguiera? —inquirió Denor en voz baja porque Darío aún no los veía y por supuesto, no querían que los descubriera.

—No fue la gran cosa, pero ahora este tipo me sigue a todos lados y ya no puedo hacer nada divertido.

—Pues ese es tu merecido. Aunque por eso vamos a salir perjudicados. ¿Qué tal si ve la nave u otra cosa, como los lindos "perritos".?

— ¿Crees que no he pensado en eso?

—No.

—Tienes mucha razón —se le ocurrió algo—. Tengo una idea. Denor, vamos.

Sujetó a Denor del brazo y caminaron a donde el policía.

—Buenos días, oficial Guerra —saludó la niñera muy alegre. Darío dio un brinquito de sorpresa. Lo había agarrado in fraganti.

—Buenos días —no le quedó de otra que saludar.

— ¿Qué está haciendo por aquí? —preguntó Nimi fingiendo un tono de extrañeza.

— ¿Yo? Yo estaba dando una vuelta. Es hermoso por acá, ya sabe, para caminar —dijo mientras miraba a su alrededor. Era verdad, era hermoso, pero un poco peligroso porque podía haber animales salvajes o agujeros escondidos bajo un manto de vegetación.

—Ya veo. También pensamos lo mismo, ¿verdad, Denor? ¿Pero no debería estar trabajando?

— ¿Yo? Claro, estoy ahora descansado.

¿Por qué se ponía nervioso cuando hablaba con ella? Desde la última vez que se vieron frente a frente, conversar con ella incrementaba su nerviosismo. ¿Por qué? Era claro que usaba una manera de hablar que provocaba esa reacción en él. Lo habían entrenado para hacer todo lo posible por poner nervioso a la víctima, y ahora su víctima usaba esa estrategia en su contra. Se sentía incómodo. Se armó de valor y la miró a los ojos.

— ¿Sabe? He estado investigando sobre usted y no he encontrado nada que haga referencia a ninguna Nimi. La Central de Datos Nacional no la detecta.

Tanto Denor como Nimi se sorprendieron de escuchar eso. Investigar. ¿Por qué no había pensado en eso? ¿Y ahora qué excusa le iba a dar? ¿Que era indocumentada? Nimi bajó la mirada y suspiró.

—Ya veo —guardó silencio unos momentos y levantado la mirada enfrentó la de él—. Entonces tengo que decirle la verdad.

—Nimi, ¿qué vas a hacer? —Preguntó sorprendido Denor—. ¡No lo hagas!

— ¡Tengo que hacerlo, Denor! —Miró a su hermano y luego volvió a mirar al policía—. Dario Guerra, la verdad yo… Iré al grano. Usted no es mi tipo.

— ¿¡Eh!? —Los dos hombres quedaron en shock. ¿De qué hablaba esa loca mujer?

—Es la verdad, lo siento mucho, pero creo que se merece una mejor mujer.

— ¿De… de qué habla? —preguntó por fin el uniformado.

—De eso, ¿no? Usted me ha estado siguiendo y me ha estado investigando porque le gusto. ¡Está claro!

—Entiendo —dijo al fin Denor—. Es verdad, oficial. Creo que usted busca otro tipo de mujer. Debería olvidarse de mi hermana, dejarla en paz y ya no acosarla más.

— ¿A…acosarla?

—Bueno, ya dicho esto me podré ir en paz. Hasta luego, oficial —con eso, los dos extraterrestres se retiraron de allí para volver a donde Aley.

Darío seguía sin poder creer lo que había pasado. ¿Tenía algo de lógica todo aquello? ¿Por qué se ponía nervioso al hablar con ella? ¿Por qué tenía esa sensación de “sospecha” para con ella? ¿Por qué quería conocer más de ella? Acaso, ¿de verdad estaba enamorado de esa extraña mujer que despedía un no sabía qué? Sacudió su cabeza para alejar todas esas preguntas y la respuesta. ¡Acosarla! ¡Rayos! ¿Eso estaba haciendo?

—No, no, es imposible —rió ante tal absurdez, sobre todo la idea del enamoramiento—. Es imposible —pensó un poco—. O tal vez no.

Oyó su teléfono sonar, lo contestó y reconoció la voz de su jefe.

—Guerra, ¿dónde estás?

—Señor, creo que me tomaré unas vacaciones.

—Es genial escuchar eso. ¿Pero por qué ahora? Oh, ¿es por una mujer?

—Algo así.

—De acuerdo, ven a mi oficina y hablamos de eso.

—Está bien.


—Por poco, Nimi —dijo Denor aliviado de que pudieron librarse de esa situación.

—¡Denor! —se acercó a Aley con rapidez cuando ella lo llamó.

— ¿Qué sucede?

—Aún no hay señal para comunicarnos con el Blipon —informó la morena.

—Bueno, entonces intentaremos… —se detuvo al darse cuenta de algo—. ¿Cómo es que me llamaste?

—Denor.

— ¿Me has llamado Denor? —dijo sumamente sorprendido.

—De veras que eres un despistado —intervino Nimi—. Lleva más de una semana llamándote por tu nombre.

— ¿De verdad?-se sonrojó un poco. Su nombre se escuchaba muy lindo en labios de Aley- Bueno, lo intentaremos mañana, lo de la señal. Nimi, en cuanto estén reparadas las naves y recolectados los cannies que faltan, nos vamos de aquí.

..........................................................................................

Continuará.

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