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Autor Tema: Un Cuento Lírico  (Leído 15557 veces)

Ryuku Desconectado
« en: Febrero 10, 2012, 08:10 am »

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Un Cuento Lírico
« en: Febrero 10, 2012, 08:10 am »
Es un relato que escribí hace poco. Algunos ya sabe en que estará basado. Otros espero que solo disfruten del mismo. Y sobretodo quiero toneladas de opiniones. Quiero mejorar!

Ahí va:


Bast entró apurado en la habitación. Los latidos de su corazón resonaban contra su pecho, y en la taberna se escuchaban como tambores. Nadie se habría dado cuenta, si no fuera por ese silencio triple que invadía el lugar.

Cronista desayunaba bajo la segunda luz de la mañana que se adentraba tras la ventana. El estrepito que causó el joven de ojos azules le obligó a tragar antes de tiempo.

-¿Qué sucede, Bast?- Preguntó el joven que parecía viejo tras la barra- Cualquiera habría dicho que has visto un demonio.

-Los demonios no exi…-iba a replicar Cronista desde la mesa del desayuno. Pero el joven Fata lo cortó.

-Reshi, no te lo vas a creer! La he visto! No puede ser de aquí! No hay gente así! Era perfecta! Te aseguro que era más hermosa que Felurian!

-Nadie es más hermosa que Felurian, chico.-dijo el desmitificador huésped- Creo que lo de perseguir chicas te sienta mal si lo mezclas con alcohol.

-Nadie es más hermosa que Felurian, Bast. No hay Fatas por aquí, y lo sabes. Y más nos vale.

-Vale, no conozco a Felurian, pero no puede ser  mi imaginación! Te aseguro que no era una cualquiera Reshi, ¡era alguien!- dijo Bast con el orgullo del que dice la verdad ululando en sus ojos, oscuros y azules.- Fui y miré, volví y remiré, regresé y eché otro ojo. Sólo la vi una vez. Despareció como un espíritu y además era guapa. Pero guapa, guapa!

-Vamos bajando el nivel- dijo cansado Kote.

-Te delata tu aliento-dijo Cronista serio- Apestas a ebrio. Como si te tragaras todo el alcohol de mi tintero. Y sabes que ese alcohol no se bebe.- le dijo como si Bast fuera un niño pequeño.
El Fata clavó sus ojos azules en él, y lo atravesaría si no fuera porque tenía el aro del hierro.

-Está claro que alguien era, aunque fuera solo el fantasma de tu imaginación. Eso me recuerda una pequeña historia.-contestó con ojos verdes el maestro.

Cronista sacó el papel y la pluma. Pero Kote se lo denegó con un ademán. O tal vez con sus ojos, que por primera vez en ese día, y casi por primera en mucho tiempo, no tenían el brillo de un hombre que espera a la muerte.

-Esta no la escribas. Nos es bueno que cualquiera la escuche. Tampoco que quién no la merece la comprenda. Es una historia tan cruel como el paso del tiempo. Más dolorosa que la distancia. O así nos la vendieron. Es la historia que conocen los caldereros. La que hacen que no se desvíen del camino, aunque Felurian los señale con el dedo.

<< No es una historia para valientes, tampoco para cualquier joven apasionado. Esta es la historia para los niños con corazón de hielo, los únicos que ya no ven la luz de la primavera asomando después del invierno. >>
>> Tampoco dejéis que os entren los escalofríos, no es más que un cuento. Y como todo cuento, debe empezar como tal…

Érase una vez, una dama joven.

En aquellos tiempos, las palabras susurradas se escuchaban más que una danza de truenos, y una sonrisa luminosa se agradecía mejor que los besos de un amor pasajero. No eran tiempos mejores ni más buenos. Sólo eran otros tiempos.

Y durante esos momentos por esos lares, caminaba un viajero. Pedía descanso en ese pueblo. Pero lo que encontró fue gente preocupada sin sonrisas en las miradas.

“¿Por qué?” Se preguntaba. “¿Si los problemas los abandoné en el camino a media mañana?”
Era un lugar sencillo, y eso era lo que pasaba. Vivían escuchando las historias que les contaban. Y eso fue lo que le pidieron, a cambio de su estancia. Pero el viajero no tenía mucho que contar, nada que ofrecer. Todavía viajaba para aprender. Así que se marchó sin pagar. Pero en realidad ya lo había hecho. O acababa de comenzar a hacerlo. Pues así comenzaba su historia.

Exactamente en el momento en el que se cruzó con ella.

Ilusionada e informal. Con la mirada luminosa que vale diez galeones y que conquistaría a los trescientos marineros que llevaran dentro. El brillo que dice sígueme, pero no te acerques, por que quema. Quema de lo frío que está. Pero como era de esperar en aquel lugar, le faltaba la sonrisa.
-¿Por qué tan joven y tan seria? ¿Es por el lugar?¿Es por los problemas?-preguntó timorato el rapaz.
-Sí que sé sonreír - contestó sin la timidez esperada la joven dama. Luego estiró los labios en una mueca, con forma de sonrisa, pero sin sonrisa-Viajeros, agradables o desagradables, pero siempre traen sorpresas.

-¿Significa eso que no soy el primero en acercarse al pueblo?

-Claro que no eres el primero. Siempre hay otros. Siempre hay un primero. El más especial, pero no por ello el más bueno.

-¿Pues por qué no te vienes conmigo?, tal vez nos llegue con dos días de camino para que te demuestre que son tan detestables todos los caminantes- dijo con más sueños que esperanzas el chico.

-No tengo zapatos para caminar, ni experiencias que contar, ni un corazón cálido que pueda acompañarte en el camino.

El viajero no sabría decir si ella mentía o si sentenciaba. Si sólo quería abandonarlo tras robarle unas palabras.

-Entonces el camino se nos haría duro.-contestó él aceptándolo como inevitable. Ella por supuesto esperaba que se esforzara más.

-Así es- dijo apenada ella.- ya llegarán otros viajeros, ya llegarán otras historias.
Ella no se había dado cuenta cuando le dejó. El tampoco dio media vuelta para recriminárselo. Pero juntos habían cruzado el lugar, y aunque descalza, ella había ido un poco más allá.

<<<
Bast tenía mala cara.

-¿Qué ocurre Bast? ¿Te sentó mal la bebida?

-No, es que soy alérgico a las tragedias románticas.

-Esa es una excusa muy mala para disimular que te has pasado con el vino.

-Bueno-sonrío sacudiendo sus ojos azules y su cabello oscuro- Tenía que intentarlo…

>> Al tiempo llegó al pueblo un zapatero. Con cara del norte, con el espíritu del que no se para ante el miedo. Con los ojos negros y la mente decidida, pero con la desidia del que tiene el futuro forjado. Lo recibieron con más calidez al viajero. Aunque no tenía una historia con la que quedarse en el pueblo, un zapatero siempre trae la de sus zapatos.

Puede que se conocieran, puede que vivieran largos ratos juntos o puede que no.
Cuando ya se marchaba se encontró otra vez con ella.

-Que puedo hacer por ti- dijo amistoso

-Me vendrían bien unos zapatos resistentes para viajes largos.

-¿Acaso piensas seguirme?- dijo en tono jocoso, pero su interlocutora estaba con la mente en otro lugar o en otro tiempo y no respondió.

Rebuscó entre sus cosas y sacó un último modelo, unas Nike o unas Adidas de aquel tiempo.
- Creo que con estas llegarías al horizonte en tan solo un momento. Son lo mejor para caminar de lo todo lo que tengo.

-No tengo dinero para viajar tan lejos. Tampoco tengo tanto tiempo.-dijo apenada y buscando algún resquicio en el corazón del zapatero, con la esperanza de que le bajara el precio.

-Si no tienes ni historias ni sonrisas tan grandes para cubrir su precio, puedo regalarte algo más pequeño. Algo que puedas pagar con una sonrisa pequeña y un beso.

-Me temo que tampoco podría pagarlo. No ofrezco sonrisas, aún  menos de eso.

-Tu lo que tienes es miedo. Tal vez es porque no tienes zapatos que te puedan salvar corriendo.
-¿Pues quién podría dármelos aparte de un zapatero?

El zapatero se rió. Y le dio dos zapatos. Luego la dejó sola. Todo el mundo sabe que quién se aprovecha una vez de alguien y sale airoso, lo volverá a intentar si se vuelven a encontrar.
Tiempo después volvió a aparecer el viajero, solo de pasada, como un recuerdo. Se encontraron en la calle. Ella tenía prisa y media sonrisa, como una niña con zapatos nuevos.

-Qué sorpresa!-dijo el chico.

Ella se sorprendió mucho más al verlo. No sabía que decir salvo: Tengo prisa

-No me acompañaras entonces hoy, ¿aunque fuera solo por una jornada?

Pero ella ya se marchaba,  a buscar experiencias que contarle otra mañana.

Las encontró en su pequeño viaje alrededor del pueblo. De manos de otro forastero. Ella y otros amigos del pueblo, con los que había aprendido a jugar al baloncesto.

-Hey There!- contestó agudo el extranjero- Tengo cosas que enseñarte, ¡lo apuesto! si me prestas tu tiempo.

Ella aceptó, pero se le pasó el día entero. Lo agradeció mucho. Leyó sobre otros países en sus labios, aprendió cosas del mundo entero en sus gestos. Pero luego ella le dejó. Tal vez porque no olvidaba al zapatero, tal vez porque no era el viaje que quería, o tal vez por miedo.

Pasaron un par de primaveras, y ella había encontrado muchas historias. Muchas  gracias a esos zapatos que ya no eran nuevos. Muchas gracias a saber que había un mundo más abierto. Y con eso, consiguió ver el mundo más cálido, más nuevo.

Sólo le faltaba abrirse al camino y verlo. Pero no sabía porque, se negaba a ello, Tal vez porque desde pequeña, tenía un corazón de hielo. A lo mejor, solo tenía miedo.

Entonces apareció el viajero, al que ella daba por muerto. La muchacha iluminó el rostro, que estaba más oscuro por el invierno. Ella fue quién le saludó primero. El viajero era más listo y más inquieto, pero seguía con la timidez de un niño pequeño. Aprendiera lo que aprendiera en sus viajes, ella se daba cuenta de que no era de provecho.

-Te saludo viajero, tal vez quieres que te acompañe medio día entero. Tengo zapatos para acompañarte, zapatos que duran un mundo entero. Tengo cosas que contarte, historias que te helarán el aliento.

-“Lo siento preciosa pero no busco el hielo. Si eras sincera la primera vez que hablamos, todavía no tienes el corazón que quiero. Además, no soportaría perderte después de tan solo medio día de sueños. Te quiero para un viaje entero.”- O esas frías palabras eran las que quería decirle el viajero. Pero no se atrevió. El cuento no dice porque si o porque no. Simplemente se las guardó.

Lo que en realidad dijo fue:
-Me encantaría. Pero todavía necesito tiempo. Tengo que seguir aprendiendo.

-El paso del tiempo siempre es cruel. Deberías abandonarlo, dejarte llevar solo por mi relato.

El viajero estuvo a punto de sucumbir. Podía aceptar. Era medio día lo que se le ofrecía, lo suficiente para romperle el ritmo a su paso ligero. Pero era medio día de sueños. Y algunos sueños cortos, son mejores que una vida entera sin ellos.

Angustiado otra vez por la duda, como siempre que hablaba con ella.  Tampoco tenía otras amigas en otros puertos. Era un ahora o nunca, él que no soñaba, podía por fin abrazar a Morfeo.

Pero se negó. No pensó que el paso del tiempo también sería cruel para ella. Fue egoísta y sin querer quiso sufrir para que ella sufriera.  Se marchó sin contestar siquiera.

“La suerte sonríe a los que tienen paciencia” decía su maestro. Pero los maestros no siempre tienen razón. Este en concreto… Se equivocaba.

Así que ella sufrió durante una larga espera. Y el sufrimiento ablanda los corazones. Más cuando no son pacientes, cuando no son de piedra.

Su corazón de hielo estaba derretido, más cálido, más ebrio. Eso hacía que buscara a alguien en quien apoyarse. ¿Para que quería zapatos si podía apoyarse en alguien, para que quería historias si las podía contar quién la acompañase?

Pero lo gente no es tan buena. Eso era algo que el viajero sabía por haber tenido antes un corazón cálido y honrado. Listo para recuperarse de los golpes.

 Algo que ella no sabía por haberlo tenido helado. Y su primer encuentro fue demasiado precipitado.
A ella le pareció un príncipe recién llegado. Se dejó caer por el pueblo sin haber sido llamado. Era genial. Era educado. Era alto y afilado. Era noble en el apellido y fuerte en el corazón. Y era un pirata, de los que nos buscan ni el oro ni la plata, si no tesoros entre faldas. Embaucador y atractivo, el recién llegado tenía el pico de oro de los corazones mentirosos. El pelo oscuro corto pero rizado. Estirado y elegante, fuerte y galante.

Con más historias que los escritores jóvenes y más canciones que los músicos ancianos. Aunque eso tampoco es muy difícil.

El viajero lo supo. No se apoyaba en nadie aunque no le gustaba estar solo. Todavía aprendía, todavía miraba. Y lo vio desde el camino, antes de doblar la esquina. Con ella.

No le habría importado que él no fuera el que caminara a su lado. Le daba igual que fuera otro mientras fuera más honrado. Una chica tonta, pero la culpa fue suya por invitarle a dar el primer paso en vez de habérselo robado.

Así que dejó de viajar. Ahora solo iba de un lugar a otro. Y en eso hay mucha diferencia.

Dicen que aun sigue viajando. Y que a los que no son honrados, los deja embobados. Para que sufran con el paso del tiempo. Aunque sea verano. Y peor cuando se acerca la primavera. Si adivináis el por qué, estad seguros de que el viajero no caminará a vuestra vera.>>>

Bast estaba recuperándose. La historia de una persona condenada a vagar odiando le serenó de la misma forma que Titanic le hubiera echo llorar.  Es decir, muy ligeramente. Lo justo para cumplir con las apariencias. Lo que pasaba es que no la comprendía, se estaba durmiendo.

Cronista, destructor de mitos, fue el primero en hablar:

-Pero Bast dijo que era una mujer viajera. No un hombre. Esta historia está cambiada.

-Por supuesto. Pero no me toca decidir a mi quién es quién en cada momento. Tampoco te corresponde a ti criticarla. Acepté contaros una historia, y no soy todavía inventor, solo cuentacuentos. Ahora seguid cada uno con lo vuestro.
________

Opinad opinad opinad opinad porfa! Y no plagíeis!! XDD

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Kaolil Desconectado
« Respuesta #1 en: Febrero 10, 2012, 08:24 am »

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Re:Un Cuento Lírico
« Respuesta #1 en: Febrero 10, 2012, 08:24 am »
Me gusta, me gusta mucho. Entre otras cosas por los protagonistas (ya sabes que tengo debilidad por ellos xD) pero aparte, el cuento me parece muy bonito. La verdad es que te has superado :) Hacía tiempo que no leía un cuento y, como siempre, la experiencia es bien grata.

Te felicito, maestro de la prosa :)

Saludos

MiiLaa Desconectado
« Respuesta #2 en: Febrero 10, 2012, 01:48 pm »

  • Tú, con esa cara... ni me hables.
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Re:Un Cuento Lírico
« Respuesta #2 en: Febrero 10, 2012, 01:48 pm »
La virgen Fran, ¿desde cuándo has mejorado tanto? por un momento hasta me ha dado envidia de la forma en la que escribes. Es notable el salto de calidad que has dado. Lo digo en base al último trabajo creado por tí que recuerdo haber leído (de eso ya hace mucho tiempo). Mientras sean one-shot y si es que planeas seguir haciéndolos, procura mantenerme al tanto que este me ha gustado mucho.

Kaolil Desconectado
« Respuesta #3 en: Febrero 21, 2012, 08:09 am »

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Re:Un Cuento Lírico
« Respuesta #3 en: Febrero 21, 2012, 08:09 am »
Nuestro Ryuku se nos hace mayor... (lagrimitas en los ojos) Era tan chico cuando lo compramos...

Juankure Desconectado
« Respuesta #4 en: Marzo 13, 2012, 09:00 pm »

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Re:Un Cuento Lírico
« Respuesta #4 en: Marzo 13, 2012, 09:00 pm »
Wow, manejas la rima en varias frases de una manera esplendida.

No reconozco de donde viene la historia, pero he leído libros con narración similar, y la manejas muy bien, la forma como das adjetivos que califican a los personajes se acopla perfectamente a esta narración.

Un excelente trabajo!!!!

Esta frase me gusto demasiado "En aquellos tiempos, las palabras susurradas se escuchaban más que una danza de truenos, y una sonrisa luminosa se agradecía mejor que los besos de un amor pasajero. No eran tiempos mejores ni más buenos. Sólo eran otros tiempo"

Espero leer más obras tuyas.
Mis escritos
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Ryuku Desconectado
« Respuesta #5 en: Marzo 14, 2012, 03:43 am »

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Re:Un Cuento Lírico
« Respuesta #5 en: Marzo 14, 2012, 03:43 am »
Muchisimas gracias a todos.

La verdad es que estaba inspirado, Intentaré escribir algo más ya que lo pedís, pero no prometo el mismo nivel :P

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