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Autor Tema: La Horda de Savia  (Leído 7580 veces)

Nekoha Desconectado
« en: Enero 05, 2014, 04:13 pm »

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La Horda de Savia
« en: Enero 05, 2014, 04:13 pm »
¡HOLA! bueno aquí les dejo la que es mi primera historia, nunca había escrito así que por favor sean amables  :=s: QUE NERVIOS...

CAPITULO I


Abrí los ojos, miré a mí alrededor y seguía con la sensación de haber vivido esto antes. Ya te conozco, era el pensamiento que dominaba mi cabeza cada vez que mis ojos recorrían a las personas que se encontraban en “La Arena” conmigo. Yo estaba en uno de los niveles más altos de los 300 peldaños de aquella especie de grada que se extendía a lo largo del lugar, ¿Cómo sabia cuántos eran? los conocía a la perfección. Observé el techo en forma de cúpula con hologramas del cielo en él.
 
–Está igual que siempre- pensé, pero era la primera vez que lo veía. -La Arena- repetí en voz baja, si, efectivamente sabia como se llamaba, pero no encontraba la razón de porque sabía aquello. ¿Ya había estado allí en otra ocasión? No lograba recordar, era como si mi vida antes de ese minuto no hubiera existido, y sin embargo esto no me angustiaba en lo más mínimo, casi se sentía normal. Pero sabía que no tener la certeza de recordar algo concreto no era algo que podría catalogar de “normal” ¿Amnesia?...


-¡Bienvenidos!- Gritó interrumpiendo mis pensamientos una voz que provenía de una pequeña mujer  con un aspecto decrépito en  el centro de la Arena. –Prepárense para comenzar con el  viaje de sus vidas, Figurativamente claro- Dijo con tono burlón, mientras ocultaba una risa maliciosa tras su mano.

-No todas las almas son suficientemente fuertes para soportar la vida…-

Me sentí confundida, la mujer hablaba de cosas inentendibles para mí, comenzó a dar explicaciones que no pude llegar a escuchar, y no por estar lejos, si no por tener mi cabeza en otro sitio.


-¡Veruska!-    

Volteé al escuchar que me llamaban, buscando desesperadamente a esa voz que sonaba tan familiar, abriendo paso entre una multitud desbordante.

-¡Veruska!- Repitió.

Al fin la encontré. Una chica de unos 19 años, un poco más alta que yo, con la tez tan blanca como la leche y el cabello rojo y corto. No había visto su cara antes, ni me explicaba como sabía mi nombre, pero la conocía, de eso estaba segura.

-¿Hannah?- Pregunté, por pura inercia, sin saber cómo se había escapado ese nombre de mi boca.
Se tornó hacia mí, tratando de verme a través de los cuerpos de la muchedumbre. Yo llegué donde se encontraba en un par de minutos.

-Hannah, ¿Cierto?- Pronunciar su nombre se sentía costumbre. Un viejo habito.

-Correcto - Al decir esto tenía una cara más de confusión y miedo, que la cara de una persona que ve a una vieja amiga. Asumí que no éramos amigas.

 -Disculpa, esto puede parecerte algo extraño, pero ¿Nos conocemos? La verdad no sé cómo sé tu nombre, pero lo hago, creo que no somos amigas al juzgar por tu cara, pero estoy desconcertada, confundida, no entiendo lo que está pasando, no logro recordar nada- Mal hábito mío, escupir todos mis pensamientos en dos segundos sin medir las consecuencias. Típico.

-Hola Veruska- Dijo, mientras se dibujaba una media sonrisa en su rostro y se le cristalizaban un poco los ojos - ¿No logras recordar nada? Eso es parte de su plan- .

-¿Su… su plan?- Pregunté frustrada. Claro, eso no me aclaró nada, no respondió ninguna de mis preguntas, mis  pensamientos eran cada vez más desentrañables y ella solo agregaba más nudos a todo esto. Comenzaba a entender el por qué no éramos amigas.

-Sí, el plan de ellos, los Savia- Dijo al momento en que señalaba a la extraña mujer que seguía hablando en medio de la arena.

-¿Quiénes son los savia?-

-Los que deciden nuestro destino, yo no tengo mucho tiempo aquí y no sé  todo lo que está pasando, pero tratare de explicarte lo poco que entiendo. Por cierto, sí somos amigas.-
Nadie aquí, ninguna de las personas que ves, tienen ningún tipo de recuerdo que tenga más de unas pocas semanas de existir, como máximo. Eso es obra de los savia, estoy completamente segura. No sé cómo lo hacen, ni por qué lo hacen, pero lo descubriré. ¿Un consejo?  Confía en tu instinto, si sientes afinidad por alguien, y tienes la sensación de que lo conoces, es porque lo conoces, háblale, sola no sobrevivirás.

-¿Sobrevivir? ¿A qué te refieres?-

-A que no mueras-

-Sí, creo que esa parte ha quedado bastante clara, pero ¿Por qué moriría?- temía escuchar la respuesta de esa pregunta.

-Es parte de su juego, aquí todos estamos para morir…-

-¿Pero qué car…-


-¡Prepárense para empezar mis aprendices!-

Un chico alto, delgado, con el cabello castaño y unos ojos azules oscuros, habló desde el otro lado del nivel con una voz casi gutural que atravesaba todo el lugar, rebotaba en las paredes, una voz profunda y envolvente, pero tenebrosa.

-¡La hierba mala nunca muere!- Rió con los brazos abiertos, mientras volteaba la mirada hacia la dirección donde nos encontrábamos Hannah y yo… Guiño el ojo.

Un dispositivo en su mano mostraba el número 3.

-Maldición ¡11037! ¿Cómo te atreves?- Vociferó la pequeña mujer extravagante que miraba furiosa desde el centro de la arena hasta el peldaño donde se encontraba “11037” – ¡TRAIGANLO AHORA MISMO!- ordenó a los soldados formados alrededor de ella.

Lo bajaron entre golpes y patadas, pero la sonrisa nunca se lo borró del rostro. La mujer susurró algo al oído del chico mientras posaba su mano sobre la nuca del mismo, poniendo cada vez más presión. Lo dejó
Mientras hacia su camino de regreso, el chico seguía riendo, ahora con más placer que antes, volteó y le dedicó una mirada de malicia a la mujer en medio de la arena.

-No te atrevas- Se pudo leer claramente de los labios de la pequeña mujer.

La voz gutural apareció nuevamente de la boca de “11037” -¡Ahora sí, el juego comenzó, y la única manera de ganar es…!-






Desperté con la respiración agitada, sudando frío, tratando de armar las piezas del sueño que acababa de dejar atrás hace tan solo unos segundos. La cama era dura como el piso, quizá hasta un poco más dura. Sentía los músculos de mi espalda quejar, pero mi mente se quejaba mucho más alto.

¿Qué había sido eso? ¿Qué significaba?

-Veruska ¿Tuviste pesadillas de nuevo?- Preguntó Danielle, quien dormia en la única otra cama del cuarto.

-No, tranquila- Mentí.

Mi cabeza daba vueltas, me senté, mareada intente levantarme de la cama haciendo un esfuerzo por no vomitar.

-¿Estas enferma?, no me extrañaría con todo lo que está pasando-

-No lo creo, solo…- Cerré los ojos muy fuerte tratando de apartar los pensamientos de mi mente.


-¡Bienvenidos!- Abrí los ojos de golpe, estaba de nuevo en la arena. –Prepárense para comenzar con el  viaje de sus vidas, Figurativamente claro- La misma extraña mujercita parada en el centro de todos, hablando de lo mismo, de nuevo…


¿Estoy en un sueño?


-¡Veruska!-  Me sacó de mis pensamientos.

-Hannah- pensé. Debo encontrarla.

Busqué al igual que hice antes, entre la multitud, esta vez fue mucho más rápido, ya sabía cómo Hannah lucia y donde iba a encontrarla.

-¡Verus…!- No pudo terminar de decir mi nombre por segunda vez, ya yo había llegado a ella.

-¡Hannah! Esto, todo, ¿se está repitiendo?- Puse mis esperanzas en que ella tuviera las respuestas.

-Entonces no soy la única, también lo recuerdas- Dijo Hannah sin alterarse y mirando hacia el piso.

-El chico- Recordé. – ¡Debo encontrarlo!- Dije al tiempo que salía corriendo hacia el otro extremo de la Aren.

-¡Veruska, espera!- Grito Hannah para determe, pero no miré atrás, sentía la necesidad de ir tras él, de hablarle.

-No todas las almas son suficientemente fuertes para soportar la vida…- Escuche decir a la extravagante mujercita en el centro de la Arena, mientras corría con todas mis fuerzas.


Lo encontré.


Me miró de reojo, tuve la sensación de que me esperaba allí.

-¿Nos conocemos?- Logré decir dudativa.

Volteó, clavando en mí esos ojos azules oscuros tan perturbadores. Sonrió.

-No, no seas absurda. Yo no conozco a nadie.- Vaciló unos momentos con cierto regocijo – Pero podría conocerte.

Sonó más a una amenaza que a coqueteo.

-¿A qué te refieres?- Mis palabras sonaban altaneras.

-¡PASTEL!- Dijo sonriendo ampliamente, pero con una sonrisa macabra.
De pronto se viró, ignorándome por completo, como si yo no estuviera allí, no existiera.


-¡Prepárense para empezar mis aprendices!- De nuevo, esa voz gutural salía de él. -¡La hierba mala nunca muere!- Dijo provocando a la mujercita que seguía hablando.


El dispositivo en su mano marcaba un Dos…Estoy segura de que antes era un Tres.


-Maldición ¡11037! ¿Cómo te atreves?- Se repitió todo exactamente igual que antes. – ¡TRAIGANLO AHORA MISMO!- ordenó a los soldados formados alrededor de ella.

Lo bajaron entre golpes y patadas, pero la sonrisa nunca se lo borró del rostro. La mujer susurró algo al oído del chico mientras posaba su mano sobre la nuca del mismo, poniendo cada vez más presión. Lo dejó
Mientras hacia su camino de regreso, el chico seguía riendo, ahora con más placer que antes, volteó y le dedicó una mirada de malicia a la mujer en medio de la arena.

-No te atrevas- Se pudo leer claramente de los labios de la pequeña mujer.

La voz gutural apareció nuevamente de la boca de “11037” -¡Ahora sí, el juego comenzó, y la única manera de ganar es…!- en un abrir y cerrar de ojos el muchacho, ya no estaba.

Nekros Desconectado
« Respuesta #1 en: Enero 10, 2014, 12:41 pm »

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Re:La Horda de Savia
« Respuesta #1 en: Enero 10, 2014, 12:41 pm »
Tú historia es buena xD
quiero saber cuál es la única forma de ganar
 Y esta no es la sección para tu escrito :/ puedes pedir al mod quea corra
a la zona de historias originales

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