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Autor Tema: [+18]Poisonous Blood 3: Profecía[S&S]  (Leído 61521 veces)

Dresti Desconectado
« en: Febrero 08, 2014, 06:58 am »

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[+18]Poisonous Blood 3: Profecía[S&S]
« en: Febrero 08, 2014, 06:58 am »
Titulo del fanfic: Poisonous Blood 3: Profecía
 Autor/a: Dreestii-Chaan
 Género: Romance, drama, ciencia ficción.
 Clasificación: +18
 Advertencias: Lemon, tortura.
 Serie: Naruto
 Resumen:


Continuación de Poisonous Blood 1:Renacer y Poisonous Blood 2: Sobrevivir

 

Mi cuenta de twiiter: DrestiChan

 

"Cuando los amantes, luz y oscuridad, se junten al fin en su abrazo eterno, el ojo de los cielos se alzará y cuando alas negras se ciernan tapándolo, el ángel de la muerte vendrá y el mundo se desgajará. Todo es uno, uno es todo. Aquel de alma oscura volverá al reino y nadie podrá sacarlo de allí"

"Para que la profecía se cumpla la heredera debe morir"

Esas fueron las últimas palabras que Tenten dejó escritas en manos de Zael antes de morir.

El caos se ha desatado en la Tierra. Hordas de demonios van matando lentamente al mundo, ahora sumido en las tinieblas. Los humanos y demás criaturas de la luz han sido diezmados y ahora viven ocultos en pequeñas comunidades. Lo mismo sucede con los vampiros Luminati, casi exterminados.

En el año 2169 todo parece apuntar a que el demonio por fin se hará con el control, casi nadie cree en la profecía y reinan el miedo y el caos. Sasuke y Sakura, ahora casado y coronados reyes, deben hacer frente a toda esta situación, mientras su hija Hinoiri y el ex ángel Zael, comienza a recorrer su particular historia personal.

Personajes principales: Sasuke, Sakura, Hinoiri y Zael.

Los personajes de Naruto no me pertenecen, son obra del grandioso Masashi Kishimoto, sólo la historia y el resto de personajes son de mi propiedad.

 Publicaciones: imperio nippon (Dresti), fanfic (Dreestii-Chaan), arteanime (X-Dresti-X/Kushina) y mundosasusaku (Dreestii-Chaan)


Aquí como prometí traigo la tercera y última parte de mi historia Poisonous Blood, espero que os guste^^

Epílogo


Voy a contarte un cuento. No es un cuento alegre y desde luego no tiene final feliz, pero es una historia hermosa y a la vez terrible que debe ser contada.

Había una vez un rey que vivía en un gran castillo. El rey era muy rico y poseía un reino grande, pero no era un rey avaricioso, era bueno y generoso con todos sus súbditos y todos le querían y respetaban.

Como su reino era tan grande, el rey tenía a su servicio a un gran ejército, ese ejército era el mejor de todos y nadie había logrado vencerlo nunca. De entre todos los soldados destaba uno en especial, Froran. Froran era el más valiente y el más bueno de todos. Froran tenía dos hermanos, Kadir, que era un guerrero impetuoso pero de buen corazón, y Daila, una joven muy bella pero que había nacido con una salud y un espíritu muy frágiles.

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-¿Y la princesa, no hay princesa en este cuento Zael?-preguntó la niña, un poco decepcionada.

-Si no me dejas seguir el cuento Hinoiri, nunca lo sabrás, ¿no te parece? además, creo que fuiste tú la que pidió que yo escogiese el cuento.

La niña de cinco años se encogió un poco y se sonrojó, al darse cuenta de lo que él le decía era cierto, y clavando sus penetrantes ojos rosas en él asintió. Le gustaban los cuentos que Zael le contaba, los había de todos tipos, felices, tristes, de miedo... y nunca eran los mismos. Zael sabía muchas historias porque había vivido mucho tiempo, más incluso que su papá y que Naruto nii-chan.

Ella no comprendía porque la gente le tenía miedo a Zael, él era muy bueno y agradable, su voz daba algo de miedo, pero él siempre se había portado bien con ella, a veces la reñía cuando se portaba mal, como hacía mamá, pero muchas veces le traía regalos y siempre le contaba esas historias cuando se iba la cama. Mamá le decía que ella tenía que dormir porque aún no era un vampiro, que todavía era muy pequeña, pero ella ya era una niña grande, ya dormía sola.

-¿Pero hay princesa, Zael?-insistió.

-Sí-suspiró él-si que hay una princesa.

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Daila estaba enamorada del rey, pero él no la correspondía, la apreciaba pero no la amaba. Cierto día llegó a oídos de Froran que había llegado al reino un hombre muy entendido en enfermedades, que ahora se conoce como médico, y Froran, que adoraba a su hermana por encima de todo, fue a visitarlo y a pedirle consejo. El hombre le dijo que el mal de su hermana tenía cura pero que era muy difícil de conseguir y por tanto muy caro.

Froran estaba dispuesto a dar toda su fortuna a cambio del remedio, pero no era suficiente, y sólo había alguien que tuviese tanto dinero, el rey. Así que fue al palacio y pidió ayuda al soberano, pero este, aún con pesar, se la negó, si le daba esa suma el reino quedaría en la ruina y el rey no podría proteger a todos sus súbditos. Froran, cegado por la ira se fue a su casa. Su hermano Kadir, que también quería mucho a Daila pero que presentía que aquel médico era un charlatán que quería aprovecharse de su hermano, quiso hacerle entrar en razón pero sólo logró enloquecerlo más.

Así que Froran sólo tenía una opción, derrocar al rey y una vez se hubiese apoderado del poder podría pagar para salvar la vida de su hermano. Kadir, que sospechaba lo que su hermano pretendía, fua a dar aviso al rey, y este mandó encerrar a Froran, ya que su inmenso afecto por él le impidió acabar con su vida, y tenía esperanzas de que este al final entrase en razón, pero no fue así y Froran consiguió escapar y entonces...

---------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Zael se calló al ver que la niña ya estaba dormida. Se quedó mirándola, tenía el pelo largo, de un negro intendo y leves bucles, se parecía mucho a la reina y tenía muchos gestos del rey, lo que la hacía una niña buena pero con un carácter muy fuerte.

Sentía un fuerte instinto protector hacia ella y esa pequeña bruja conseguía hablandarle el duro corazón, por eso el sólo hecho de pensar que aquello que había dicho Tenten pocos años atrás podía cumplirse lo volvía loco.

Todo estaba empeorando, cada vez había más demonios pululando por la tierra, estaba empezando a masacrar humanos y los vampiros Luminati, los pocos que quedaban, se veían obligados a esconderse para no ser asesinados por las hordas infernales.

Él se había mantenido cerca de ella para protegerla pero ahora que sabía que Lucifer iba a por él, debía separarse de ella para no ponerla en peligro. A pesar de que ese ser mezquino sabía que él ya no era un ángel, su odio hacia todo lo relacionado con los seres de la luz, como él lo habñia sido, hacía que sintiese unas ganas irracionales de asesinarlo.

Con cuidado de no despertarla, le acarició suavemente la cara con un dedo, y luego se levantó.

-Ojalá algún día volvamos a vernos-dijo antes de desaparecer por la puerta.
Los valientes son los que saben llorar con la cara descubierta y luchar contra el miedo. El valiente nunca se rinde.

Si Justin Bieber amenaza con saltar de un edificio:
El 85% de personas entran en depresión
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Dresti Desconectado
« Respuesta #1 en: Marzo 30, 2014, 06:52 am »

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Re:[+18]Poisonous Blood 3: Profecía[S&S]
« Respuesta #1 en: Marzo 30, 2014, 06:52 am »
Muy buenas gente, siento haber tardado tanto pero es que he suspendido dos asignaturas (nunca había suspendido) y ahora estoy más llena de trabajo que de costumbre así que por eso he tardado tanto.

Me ha alegrado mucho que esta parte de la historia haya sido tan bien recibida como las otras y ya dije que aunque Hinoiri y Zael son protas, Sasuke y Sakura también lo son (olvidáis que nadie ama más el SasuSaku que yo y que esta trilogía es y será siempre un SasuSaku) solo que esta vez es un protagonismo compartido xD

En fin, aquí queda el primer capi, empezamos a meternos en la historia y veréis que las cosas han cambiado mucho desde que Zael se marchó, pero dejo que lo leáis vosotros, espero que os guste. Siento si hay faltas de ortografía pero me quedé sin Microsoft Word y estoy escribiendo en Word Pad y no tego tiempo de corregir.

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1.Comienzo


Estaba totalmente oscuro allí, en medio del bosque, o al menos lo que algún día había sido un bosque, porque desde hacía bastante tiempo los árboles había muerto y las únicas hojas que encontraba uno por allí no eran más que las que brotaban de las malas hierbas. Los cadáveres de los árboles se alzaban como fantasmas estirando sus brazos hacia el cielo, lugar que en aquellos tiempos se presentaba más como una quimera que como un sitio al que realmente se pudiese llegar alguna vez.

Allí, en medio de la nada, una mujer se agazapaba quieta, tan quieta que semejaba más una estatua que una mujer. Él aire era fresco pero ella vestía un top negro de cuero abrochado con botones de símbolos intrincados por delante y una falda-pantalón corta, del mismo tegido y color, las botas, gruesas y pesadas también eran negras y las ataba con gruesos cordones. A la espalda portaba dos espadas colocadas en cruz y sujetas por cinturones que se cruzaban en su pecho, y junto a ellas un inmenso carcaj lleno de flechas. El pelo, negro como el ala del cuervo, era largo y estaba recogido en una tranza lateral que le llegaba hasta la altura de la cadera. Su piel era tan blanca como la pálida luz de la luna, fina y delicada, pero si alguien pasase por allí cerca descubriría que aquella mujer no era normal, desprendía un aura de poder y letalidad que helaría la sangre a cualquiera y en aquel momento en concreto ella estaba cazando.

El ruido de una ramita partida llegó hasta sus mejorados oídos y se quedó más quieta aún, si eso era posible. Pronto llegaron a sus oídos el sonido de pisadas bacilantes y poco después apareció el causante, un hermoso y enorme ciervo. La mujer no pudo más que quedarse hipnotizada viendo al animal. Al igual que las plantas, los animales habían empezado a morir tras la llegada del demonio y poco más de un siglo después estaban casi totalmente extintos, haciendo a su vez que la raza humana hubiese mermado considerablemente, complicándole las cosas a ella y a su gente. Por eso estaba allí, ella, una guerrera vampiro, cazando comida para su comida. Una broma muy cruel, dado el profundo dolor que a todos los Luminati les causaba matar para sobrevivir.

Con decisión tensó la cuerda del arco, fijo el objetivo y disparó, el silbido de la flecha cortando el aire llenó de eco el bosque por un momento y el animal murió rápido, sin apenas dolor. Se levantó, guardó el arco en el carcaj, cargó con el ciervo en sus hombros y de un salto se fue.

A lo lejos la luna recortaba las sombras de lo que antaño habían sido inmensos rascacielos contra el cielo casi negro. Aquellos edificios, que un siglo antes habían sido el orgullo del país ahora estaban en ruinas, algunos a punto de derrumbarse. Lo que sus ojos ahora observaban con pena, aquel paraje desolado que se extendía hasta donde le alcanzaba la vista, antes había sido conocido como Tokio, la capital de Japón, donde habían vivido más de treinta millones de personas. Ahora era un cementerio de hormigón, y poco más de mil personas vivían en la miseria entre sus desoladas calles, salvo algunos pocos que, aprovechándose de la desgracia ajena, habían conseguido hacer fortuna.

La ciudad había sido destruida cuando ella apenas tenía diez años. Recordaba sus paseos con Eishel por las calles a la luz del día, el sonido de los coches, voces que reían y hermosas luces por todas partes. A pesar de los años que habían pasado, ver aquella desolación seguía conmocionándola. Y Tokio, ni siquiera Japón, habían sido los únicos lugares devastados. Países como Estados Unidos o China habían sido casi borrados por completo del mapa. La resistencia humana había sido feroz, pero nada se pudo hacer contra las hordas de demonios. Los Luminati, los pocos que habían sobrevivido a la batalla contra las huestes demoníacas y de los Sombra, habían luchado junto a los humanos, pero no había sido suficiente.

Se afianzó el peso del ciervo sobre los hombros y avanzó a paso rápido, adentrándose entre las ruinosas calles. Naruto había hecho un pacto con una de las comunidades de la ciudad. Ellos les procuraban comida y a cambio los humanos les proporcionaban sangre. No era algo que les hiciese sentir orgullosos a ninguno de los bandos pero era necesario si ambas razas querían seguir viviendo.

No tardó mucho en localizarlos. Eran una veintena y ofrecían una estampa de lo más curiosa. Armados hasta los dientes con espadas y pistolas y vestidos con harapos. Cualquiera dirían que aquella raza había sido la dominante de la tierra, usando móviles, viajando en coches... pero ningún ser humano lo recordaba, porque nadie había vivido en aquella época, sus vidas no duraban tanto como la de ella como para poder recordar lo que habían perdido.

En cuanto notaron su presencia se pusieron en guardia pero relajaron la postura al reconocerla, aún así advirtió que ninguno soltó sus armas. Bien, eran tiempos en los que uno no sabía de quién podía fiarse.

-Esperábamos tu llegada, Cazadora-dijo el más mayor de todos, que debían andar cerca de los cuarenta.

Conocía a algunos de ellos, pero no lo suficiente como para saber sus nombres y ellos tampoco conocían el de ella por eso la llamaban Cazadora.

-Hmp, tuve que deshacerme de unas cuantas Hadas de la noche por el camino-contestó.

Muchos seres del inframundo se habían pasado al bando demoníaco y eran tan peligrosos como los demonios.

Tiró el ciervo a los pies de los humanos.

-Es un buen ejemplar-dijo ella.

El hombre asintió y a una orden suya tres hombres y una mujer se llevaron el ciervo mientras otros dos aparecían con dos sendas cajas de madera.

-Aquí tienes tu parte Cazadora-dijo él-dile a tu Reina que ayer a la noche interceptamos una partida de duendes cerca de Konoha, los aniquilamos a todos pero quién sabe si hay alguno más rondando vuestra ciudad.

-Gracias por la información, mi Reina será debidamente informada-dijo mientras cogía las dos cajas, cada una con una mano-vosotros cuidaros de las hadas.

Él cabeceó en respuesta y luego se retiró con el resto de su grupo.

Se quedó un rato allí quieta pero enseguida emprendió camino, ni siquiera ella, que era una de las mejores guerreras de su raza, debía quedarse sola en medio de aquellas calles. No llevaba más de unos metros recorridos cuando sintió que alguien la miraba. Siguió caminando, simulando total calma, pero con todos los sentidos alerta. Su perseguidor parecía no tener interés en atacarla, pero no debía arriesgarse. En el próximo cruce giró a la derecha y se escondió rápidamente dentro de un desvencijado portal.

Alguien se acercaba, no hacía el más mínimo ruido pero podía olerlo. No era un demonio, ni una criatura del submundo, ni siquiera un humano. Era un vampiro e iba sólo, y algo que la desconcertó aún más era precisamente su olor. No era un renacido ni un noble, pero tampoco un sangrepura. Al principio pensó que sería un Sombra pero enseguida descartó la idea, ellos siempre iban en grupos de tres.

Con sumo cuidado desenvainó sus dos espadas y esperó, El olor cada vez era más penetrante y ella empezó a tener la sensación de que le resultaba íntimamente familiar. Su cuerpo se tensó en un anhelo extraño. ¿Pero que demonios le pasaba? Su perseguidor se paró justo delante del lugar donde ella se había escondido. Su cuerpo temblaba y le sudaban las manos y eso la inquietó, ella nunca se ponía nerviosa, nunca.

Harta ya de sentirse así y con ganas de terminar aquello de una vez por todas, abandonó su escondite a toda velocidad abalanzándose sobre su perseguidor y atrapándolo entre su cuerpoy una pared.

La oscuridad le tapaba la cara. Era un hombre altísimo, sobrepasaba con creces los dos metros de altura y ella pudo notar el inmenso poder que desprendía. Contra todo pronostico se puso aún más nerviosa. Aquel ser no era normal y estaba segura de que si él quería podía reducirla a pedazos con un soplido. Aún así se mantuvo firme.

-¿Quién eres?-su voz le sonó rara hasta a ella misma.

Él no conestó, y ella le apretó la garganta con la espada. A pesar de su mejorada vista no conseguía penetrar en aquella oscuridad y verle la cara. Él no se movía, parecía relajado. El ambiente empezó a enrarecerse y ella empezó a sentirse incómoda. Su mente empezó a jugarle malas pasadas, como si quisiese decirle algo obvio pero ella fuese incapaz de interpretarlo. Era exasperante.

-Te he preguntado que quién eres-repitió, pero ni de lejos su voz sonó tan segura como ella hubiese querido.

Los brazos del hombre se movieron obscenamente rápido, incluso para un vampiro, y la sujetaron por las muñecas. Trató de zafarse pero era imposible, su agarre era demasiado para ella y por primera vez en su vida sintió miedo, aunque ya podía morirse allí mismo si iba a demostrarle a aquel bastardo lo asustada que estaba.

Pero el hombre no la atacó, se limitó a arrastrala con él hacía el medio de la calle, donde la luna lanzaba su pálido resplandor. Entonces ella giró la cara para verlo y lo que pasó después. Bueno, ella estaba muerta definitivamente porque sino no había forma de explicar aquello. Sus piernas se doblaron como gelatina a causa de la impresión y su boca se abrió en una extraña ''o'', al tiempo que sus ojos, desorbitados, no podían apartarse de los de él. Ella sólo conocía a un ser en el mundo que tuviese aquellos ojos, un ser que la había abandonado cuando era pequeña.

Él la soltó y se quedaron mirándose el uno al otro.

Aquel pelo rubio oscuro a la altura de las orejas, esa cara perfecta que tantas veces la había consolado cuando tenía pesadillas de pequeña, esos brazos y esas manos fuertes que podían matar a cualquiera pero que a ella la habían abrazado con delicadeza. Era como si no hubiese pasado ni un segundo desde la última vez que se habían visto. Seguía llevando aquel abrigo gris largo y la ropa de cuero negro. Pero lo más llamativo era su mirada, el modo en que la miraban aquellos ojos naranjas.

-Has crecido-susurró, él siempre hablaba en algo parecido a susurros.

Aquella voz que contenía el eco de otras voces la hizo estremecerse pero no de miedo. Entonces una fría ira la inundó. ¿Después de tantos años sólo era capaz de decirle aquello? ¿''Has crecido''? ¿Él se había marchado cuando ella aún tenía cinco años y ahora se aparecía así sin más diciéndole que había crecido?

Lo tomó por sorpresa cuando se abalanzó sobre él y la emprendió a golpes.

-Cabrón, desgraciado-empezó a gritarle-¿cómo te atreves a volver?¿''Has crecido''? ¡Un siglo! ¡Ha pasado más de un siglo! ¿Qué te esperabas, Zael?

Él estaba claramente sorprendido, acostumbrado a inspirar temor y respeto, nunca nadie lo había tratado del modo en que ella lo hacía, exceptuando a los enemigos claro está. La agarró firmemente antes de que el puño de ella se estrellase contra su nariz.

-Lo siento-dijo, aunque no sabía muy bien de que demonios se estaba disculpando, si por lo hecho en el pasado o por haberla agarrado.

-Años-continuó ella-años pensando que habías muerto, mis padres no quisieron decirme por qué habías desaparecido así de repente, creí que habías muerto y ahora apareces así... como si nada... ¿lo siento? No tienes ni idea.

-Debía marcharme.

-¿Marcharte? ¿Y no podías haberte despedido?-escupió-No, claro que no, ninguno de nosotros eramos lo suficientemente importantes para el señor perfecto como para despedirse.

Zael apretó fuerte la mandíbula.

-Eso no es cierto, hice lo que debía hacer.

-Muy bien-contestó ella temblando de rabia-pues sigue haciendo lo que tienes que hacer, aquí no te necesitamos, nunca te hemos necesitado.

Se quedaron un rato más mirándose el uno al otro hasta que él la soltó.

-Tienes razón, ha sido una estupidez venir hasta aquí-dijo él-pero tenía que...

No llegó a terminar la frase, negó con la cabeza y le dirigió una última mirada intensa para luego simplemente desaparecer.

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

A pesar de los años transcurridos no se había acostumbrado del todo a aquellas reuniones y mucho menos a que ella tuviese que presidirlas y tomar la última decisión. Lo único que la reconfortaba era la presencia de Hinata, justo detrás de ella. Era una reunión política pero se parecía más a una guerra, ya no sólo por los atuendos militares de los allí presentes, ella incluida, sino por el aire tenso y cargado que inundaba la sala.

-Majestad, debemos atacar ahora que los Sombra están desprevenidos-dijo un vampiro de pelo azul oscuro y ojos plata.

Sakura se llevó una mano a la cara. Presidía una mesa de doce personas. Todos ellos sangre pura, de los pocos que quedaban. Eran su Consejo Real y en aquel momento estaban discutiendo sobre la conveniencia de atacar a un campamento Sombra que habían localizado una semana atrás. No eran muchos y eso bastaba para motivar a muchos de los allñi presentes, pero ella tenía la suficiente experiencia como para saber que aquellos bastardos eran muy engañosos y no estaba dispuesta a arriesgarse.

-Es una imprudencia Lord Hakai-contestó al anciano (aunque no aparentaba su edad en su aspecto)-conocéis de sobra la manera de actuar de Crimilda, está poseída por Satán y no permitirá que nada derrumbe sus planes, si esos Sombra están ahí es como señuelo.

-Sin duda su Majestad, en su infinita sabiduría...-prosiguió el consejero con tono pomposo.

-No os burléis de mí Lord Hakai-lo cortó ella levantándose-sé perfectamente que vos y la mayoría de los miembros de esta sala creéis que soy una inconsciente por no aprovechar esta oportunidad.

-Simplemente estamos cansados de esperar, no hay nada que temer hacia un grupo insignificante de...

-¿Un grupo insignificante?-volvió a cortarlo-¿He de recordaros aquella batalla hace poco más de cien años atrás cuando un ''insignificante'' grupo de hadas mató a más de la mitad de nuestro ejército? Sois lo suficientemente mayor y teneís la suficiente experiencia como para saber que los Sombra nunca dejan nada al azar, que Lucifer nunca deja nada al azar.

Lord Hakai se puso lívido, pero se mantuvo callado.

-Esta reunión ha concluido-zanjó Sakura.

Ella y Hinata abandonaron la sala.

-Puede que la reunión haya concluido, pero ellos no pararán, Lord Hakai ansía gloria, deberías tenerlo en cuenta Sakura-dijo Hinata.

-Lo tengo muy en cuenta-contestó-por eso sigue donde está, para mantenerlo bien vigilado-un suspiro escapó de sus labios-odio tener que enfrentarme a estas reuniones yo sola, es más fácil con Sasuke a mi lado.

Su amiga sonrió.

-A él no le gusta esto más que a ti, prefiere el campo de batalla.

-Lo sé-dijo suspirando-¿se sabe cuando llegarán él y mis hijos?

Se llenaba de orgullo cuando mencionaba a sus cinco hijos, Hinoiri, la mayor; Hanabi, que había recibido su nombre en honor de la hermana fallecida de Hinata; Akai y Aoi, los dos gemelos varones y Sachiko, que todavía tenía quince años y era humana. Los cuatro primeros eran ya guerreros, algo que a Sakura no le hacía mucha gracia, y siendo sinceros a Sasuke mucho menos, y estaban fuera de casa de misión, mientras que Sachiko permanecía enfurruñada en su cuarto. Ansiaba convertirse para poder luchar, no se podía negar que había heredado el ardor guerrero de su familia.

-Hanabi y Sasuke siguen de misión, los dos gemelos y Suigetsu montan guardia en la frontera norte pero volverán pronto.

-¿Y Hinoiri?-preguntó seria-¿Sigue de caza?

-Si.

Su hija mayor tenía propensión a salir sola, cosa que disgustaba a sus progenitores, que siempre habían luchado por que aceptase un guardián, pero ella siempre se negaba. Era una chica amable y considerada con todos, al igual que su madre, pero había heredado el gusto por la soledad y el carácter de su padre, por lo que no había mucho que hacer.

-Estará bien-la animó su amiga.

-¿Y tus hijos?-preguntó la pelirosa-¿Al final se fueron con los lobos?

Hinata y Naruto tenían un hijo, Hatori, y una hija, Hao, unos años más jóvenes que Hanabi.

-Si, ayer partieron con Alecto.

Sakura asintió. Todos estaban fuera, salvo Itachi y Mikoto. Itachi y Alecto no habían tenido hijos, algo que afectaba a su prima muy profundamente, pero no habían perdido aún la esperanza. En cuanto a Mikoto, se había revelado como una gran conocedora de la política y servía de mucha ayuda a Sakura.

-Me voy a mi cuarto Hinata, necesito descansar un poco.

-Te dejaré en tu cuarto, pero dudo que vayas a descansar-sentenció su amiga y luego le susurró al oído-dale recuerdos a Sasuke de mi parte.

A pesar de sus años de vida Sakura no pudo evitar sonrojarse como una chiquilla al verse descubierta por su amiga. Hinata la dejó una vez llegaron a la puerta de su cuarto. Sakura se quedó sola pero no entró, asegurándose de que no había nadie en el pasillo cerró los ojos y se concentró en Sasuke, lo demás sucedió por si solo. El pasillo despareció y en su lugar se encontró dentro de una tienda de campaña, que tenía una mesa llena de mapas y un pequeño camastro en su interior. Pero a ella solo le llamaba la atención una cosa, el hombre pelinegro que estaba junto a la mesa y que se había girado a mirarla con una media sonrisa.

-Empezaba a pensar que te habías olvidado de mi-dijo Sasuke-hace días que no me visitas.

Ella le devolvió la sonrisa.

-Yo también tengo un combate que librar en el Consejo y no es que me hayan dado mucha tregua.

Sasuke se plantó delante de ella y la rodeó con sus brazos.

-Espero que los hayas puesto en su sitio-dijo mientras enfocaba sus ojos en los labios de ella.

Sakura podía notar cuanto la deseaba y ardía en deseos de complacerlo.

-He tenido un buen maestro-dijo antes de que él reclamase sus labios en un ardoroso beso.

Sasuke estaba a punto de desvestirla cuando alguien entró.

-Padre los soldados que....

La muchacha de pelo negro y ojos jade, viva imagen de Mikoto, que acababa de entrar por la puerta no pudo más que enmudecer. Ver a sus padres sonrojarse como colejiales e intentar componerse la ropa delante de ella era todo una escena y no pudo más que echarse a reír. Alguien tenía que heredar el humor de Suigetsu.

-Más te vale dejar de reirte Hanabi-dijo su padre en tono amenazador.

Ella obedeció, sabía que su padre la quería, pero no tenía ganas de forzar el tan sensible orgullo de los Uchiha, ni ella se atrevía.

-Deberías poner un cartel en estas situaciones padre, ¿y si llega a entrar otra persona?-dijo.

-Hmp, ¿qué querías?-le gustaba ver a su hija pero en ese momento quería que se largase ya.

-Los soldados que has mandado a estudiar el terreno han vuelto, les diré que estás ocupado-dijo mirándolos a los dos de arriba abajo y antes de salir añadió-no lo canses mucho madre, mañana lo necesitamos a pleno rendimiento.

-Juega con mis emociones-dijo Sasuke, muy enfadado-camina muy cerca del borde de mi paciencia.

Sakura se rió y el la miró con el ceño fruncido.

-No le veo la gracia.

-No me río de eso, me río de que tristemente mañana vas a estar muy cansado.

Él sonrió de medio lado antes de volver a la actividad que su hija había interrumpido.

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Hinoiri entró por la parte de atrás del Ryokan en el que vivían ella, su familia, y los demás Luminati que habían sobrevivido a la desgracia, pero lo hizo por la parte de atrás, no quería ver a nadie, su humor era de perros.

Cuando llegó a la habitación cerró la puerta de tal manera que los goznes crujieron estrepitosamente, por fortuna la puerta sobrevivió y no se derrumbó en mil pedazos. Lejos de lo que podía esperarse de una princesa, su cuarto era de lo más normal. No estaban las cosas para ostentaciones y ella tenía alma de soldado no de princesita de cuento. Lo único que tenía era un escritorio, una cama y un armario, no necesitaba más.

En el suelo había una caja de metal llena de cosas quemadas. Ella tenía el don del fuego y cuando estaba llena de emociones y deseaba desahogarse quemaba lo primero que encontraba. Le había costado meses dominar su don, la primera vez que apareció ella había estado muy enfadada con su padre por no dejarla luchar e incendió la sala de armas sin darse cuenta.

Ahora, su autocontrol volvía a estar bajo amenaza. Los ojos le picaban pero se negaba a llorar, nunca lo hacía desde que era pequeña y no empezaría ahora de nuevo. Se acercó al armario, sacó toda la ropa y la tiró encima de la cama y le prendió fuego al mueble. Las llamas consumían la madera del armario pero ella no se sintió mejor, su cuerpo empezó a temblar y no pudo controlarlo. Las lágrimas se escaparon sin permiso. ¿Por qué tenía que haber vuelto ahora que ella ya lo habñia olvidado? Mientras era una niña lo había querido y admirado como mentor y amigo pero ahora lo odiaba, lo odiaba con todas sus fuerzas.

¿Por qué había vuelto? ¿No tenía algo importante que hacer? ¿Entonces que hacía allí? ¿Por qué aparecía ahora? No lo quería cerca, quería que se marchase y se alejase de ella. Sabía que no debía decirle a nadie que lo había visto, porque inmediatamente irían a arrastrase a sus pies para pedirle ayuda, lo tenían por héroe pero no era más que un bil bastardo y ella se encargaría de que no volviese a acercarse ni a ella ni a nadie de los que vivían allí.

-Te buscaré-gruñó entre lágrimas-y te echaré a patadas de aquí y de mi vida de una vez por todas.
Los valientes son los que saben llorar con la cara descubierta y luchar contra el miedo. El valiente nunca se rinde.

Si Justin Bieber amenaza con saltar de un edificio:
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« Respuesta #2 en: Junio 09, 2014, 04:56 am »

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Re:[+18]Poisonous Blood 3: Profecía[S&S]
« Respuesta #2 en: Junio 09, 2014, 04:56 am »
AVISO IMPORTANTE

 Parece ser que hay una persona que lee mis historias, un chico por lo que me han dicho, que se dedica a decir por ahí que soy una puta porque fantaseo con sexo y el manga, y todo esto porque en algunos capítulos de mis historias (que ni siquiera son la mayoría) escribo lemon.

 Bien, en primer lugar quiero decir que porque una mujer escriba escenas de sexo no es ninguna puta, muchos hombres escriben escenas de sexo y nadie dice nada, así que te puedes ahorrar tu machismo de mierda. En segundo lugar, soy libre de escribir lo que me da la real gana como si es porno (que no lo es) sado o gore ¿ok?

 Y por último, sin tan depravada y puta soy ¿qué coño haces leyendo mis historias? Tal vez el depravado e idiota mental seas tú. Y si tienes que decir algo, me lo dices a mí y no dejes recados a otras personas. Sé hombre, aunque dudo que lo seas y si no te gusta lo que escribo pues no lo leas.

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 Muy buenas gente, siento haber hecho tragar a todos algo tan incómodo pero realmente ya me estoy hartando de la situación. Pero bueno, olvidémonos de ellos que es algo a lo que no hay que darle importancia. Como siempre siento mucho la tardanza pero tenía exámenes y como también dirijo un canal de youtube pues la verdad no tengo mucho tiempo y ya sabéis que no me gusta escribir a prisa y corriendo porque luego sale cualquier tontería y me gusta tomarme en serio y hacer las cosas bien.

 Perdonadme las faltas de ortografía, es que sigue sin funcionarme el Microsoft Word y el WordPad no tiene corrector ortográfico.

 Y ahora si que os dejo leer, espero que os guste el capi^^

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 2. Encuentros del pasado

 Hinoiri salió de su cuarto tan enfadada o más de lo que había entrado unos minutos antes. No sabía muy bien a donde ir pero lo que si tenía claro era que no podía quedarse más de dos segundos seguidos en un mismo sitio o acabaría por estallar. Estaba enfadada, dolida y decepcionada, todo a un tiempo y le costaba mantener el control. La verdad, no se conocía a sí misma. No solía darle mucha importancia a lo que hacía o decía la gente. Pero él era Zael, a quien consideraba de su familia y su familia era lo que ella más amaba en el mundo. Había llorado tanto cuando él se marchó. Al principio había pensado que ella había hecho algo para molestarlo y que por eso se había ido pero con el paso de los años cambió de parecer. Nunca había dado señales de vida hasta ese momento.

-¿Qué habrá venido a hacer?-se preguntó.

 -En realidad os buscaba a vos, ojo-sama.

 Hinoiri estaba tan absorbida por sus pensamientos que ni siquiera había percibido que una persona caminaba por el pasillo hacia donde estaba ella. Eran un hombre alto y atractivo, de pelo azul tan oscuro que casi parecía negro y los ojos un plateado tan frío y duro como la plata. No llevaba ropa de soldado, algo que era lo más frecuente entre los que vivían por allí, aunque a Hinoiri no le extrañó. A Lord Hakai le gustaban más las batallas políticas que los enfrentamientos cuerpo a cuerpo.

 La mujer rodó los ojos. Conocía perfectamente a Lord Hakai, era ambicioso y no hacía más que socabar la autoridad de su madre por ''no considerarla apta para su puesto'', aunque nunca se lo había dicho a la reina a la cara, pues quería conservar su preciada silla en el Consejo Real y por si fuera poco era una de las personas a las que ella más odiaba en ese mísero mundo.

-No tengo tiempo ni ganas de hablar, Hakai-cortó fríamente-así que será mejor que te apartes de mi camino.

-Simplemente el servicio me informó que había llegado a nuestro hogar en un lamentable estado de ánimo y pensé que si os invitaba a una cena podríais compartir vuestras cargas conmigo.

 Los ojos rosas de la vampira brillaron con ira.

-El único modo en el que yo iría contigo a una cena sería muerta y encerrada en un ataud-gruñó.

 Él sonrió levemente pero sus ojos se mantuvieron fríos como témpanos.

-Hubo un tiempo que no pensabais lo mismo, ¿o lo habéis olvidado? ojo-sama.

 Aquello fue todo lo que Hinoiri pudo soportar, el traje del vampiro estalló en llamas y él empezó a gritar.

-Pero ahora, ya sé la clase de calaña que eres.

-Cuan terrible debe ser para vos no poder mencionar nada al respecto-se burló él entre los aullidos de dolor.

-No juegues conmigo Hakai, podría decir muchas cosas de ti.

-Y yo de vos, ¿o a caso habéis olvidado ciertas cosas que habéis hecho en el pasado, ojo-sama?

 Hinoiri apretó la mandíbula con fuerza.

-Más os vale que mantengáis la boca cerrada y que no me pase nada, porque vos tenéis más que perder que yo, así que haced que las llamas desaparezcan, no queremos llamar la atención de nadie.

 La pelinegra le enseñó los dientes pero hizo desaparecer el fuego.

-Era un traje bastante caro-dijo él, mirando los harapos carbonizados que le cubrían escasamente el cuerpo-de todos modos no importa, está bastante claro que hoy no estáis de humor para cenar con nadie.

 Estuvo tentada de volver a prenderle fuego mientras observaba como se alejaba por el otro extremo del pasillo, pero se contuvo. Actuando de esa forma sólo conseguiría empeorar las cosas.

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 Hacía un buen rato que notaba la presencia de algo oscuro a sus espaldas. Esa sensación se había incrementado poco después de haberse encontrado con Hinoiri. Hinoiri, llevaba su olor y recuerdo grabados en la memoria a pesar de que hubiese pasado tanto tiempo. Nunca hubiese imaginado encontrásela en ese preciso día. Era cierto que a veces volvía allí para espiarla a escondidas pero sólo el rato suficiente para cerciorarse de que estaba bien, a veces ni siquiera la veía.

 No podía evitar sentirse orgulloso de ella. Aquella pequeña niña sonriente y frágil de había convertido en una mujer fuerte y de carácter, y menudo carácter, estaba seguro de que si la hubiese dejado lo habría matado allí mismo. En realidad no podía culparla. Se había ido sin despedirse de nadie y nunca había vuelto a dar señales de vida, pero no se arrepentía de lo que había hecho y si se daba el caso lo volvería a hacer. Lucifer lo buscaba y cuanta menos gente estuviese cerca de él mejor.

 Por eso no le extrañaba aquella oscura presencia que sentía a sus espaldas. Era obvio que Lucifer había mandado a más de sus esbirros para capturarlo, no era la primera vez que sucedía, aunque siempre lograba burlarlos. Los demonios no solían ser muy diestros en el arte de la guerra, sólo pensaba en matar y causar el mayor daño posible. Eran impulsivos e impredecibles e intentar ordenarlos en un batallón e inculcarles cierta disciplina militar sería del todo inútil.

 No dejó de caminar, estaba cerca de la frontera norte, y una vez cruzada esta mataría con mucho gusto a todos aquellos demonios que hubiesen mandado contra él, mientras estuviese dentro de las fronteras de los humanos y de los Luminati no haría absolutamente nada. No quería llamar la atención y mucho menos meter a nadie en una pelea que sólo le concernía a él. Estaba empezando a cansarse. Se había pasado todos esos años rehuyendo a Lucifer para que este estuviese mayormente centrado en él y dejase un poco más en paz a la población humana y al resto de vampiros que aún no se habían unido a sus filas pero últimamente no daba resultado. Sabía que humanos, licántropos, Luminati y los escasos seres del submundo que aún los apoyaban habían tenido que instalar un campamento militar permanente en cada una de las fronteras de territorio reducido que habían conseguido retener. Pero cada vez era más difícil, las fuerzas de Lucifer eran el doble de numerosas y el doble de poderosas, era cuestión de tiempo que mandase a todos sus ejércitos contra ese pequeño reducto de resistencia.

 Miró hacia el cielo con resentimiento y no pudo evitar preguntarse que demonios estaba haciendo Él para no mandar a su ejército para ayudarlos, ¿a caso iba a dejar que el demonio ganase la partida? lo único que había hecho había sido delegar toda la responsabilidad en una pobre chica que había sufrido centenares de años para acabar muriendo tras dejar una profecía que nadie en todo ese tiempo había logrado comprender.

-¿Es eso todo lo que tienes? ¿palabras?-gruñó.

 No podía evitar sentirse iracundo. Así eran los seres superiores, nunca le daban la importancia necesaria a aquellos que eran inferiores. Él mismo había sido así durante un tiempo. Incluso había llegado a preguntarse alguna vez que diferencia había entre un soldado de la luz y otro de la oscuridad. Se pasaban la eternidad luchando entre ellos sin importarles el daño que podían causarles a los habitantes de la Tierra. Sin duda estaba convencido que los fines que perseguía la luz eran infinitamente mejores que las ansias de la oscuridad, pero los medios para llegar al poder eran los mismos tanto en un bando como otro. Él lo sabía muy bien, todos los recuerdos que intentaba ignorar acababan volviendo y atormentándolo día tras días, hora tras hora, minuto tras minuto.

 El aura oscura cada vez estaba más cerca y a él aún le quedaba un buen trecho para traspasar la frontera. Chasqueó la lengua, parecía que en aquella ocasión tendría que romper la regla y enfrentarse allí mismo a su perseguidor, o perseguidores.

-Muy bien-susurró, quedándose quieto donde estaba-sal de una vez y acabemos con esto.

-Cuanto tiempo sin vernos Zael-dijo una voz detrás de él.

 Este se giró y quedó frente a una mujer alta y bellísima, que parecía sacada de un cuadro de época. Vestía como en la Edad Media, un vestido largo hasta los pies, con el corpiño de terciopelo color verde botella y azul aguamarina y la falta algo abombada del mismo material y verde botella también. El pelo era largo y rubio con bucles y sus ojos de un color borgoña intenso. Sin duda, aquella mujer era un Sombra. Zael no pudo evitar sentirse desconcertado, los Sombra nunca iban solos.

-¿Quién eres?-preguntó.

 La mujer sonrió, mostrándole sus largos caninos.

-Esa pregunta tiene varias respuestas-contestó-si te refieres al ''yo'' que está delante tuyo en estos momentos debo decir que soy Crimilda, la antigua reina antes de que esa usurpadora me arrebatase mi trono.

 Zael sólo había visto a Crimilda una vez y hacía tantos siglos que casi no recordaba su aspecto físico pero lo poco que recordaba encajaba con lo que veía, salvo un detalle.

-Tú eres un Sombra y de sobras es conocido que Crimilda los detestaba, puede que se hubiese aliado con ellos pero nunca aceptaría ser una, puede que no la conociese bien pero eso lo sabe todo el mundo, además, no recuerdo muy bien su aspecto físico pero creo que sus ojos eran verdes y no borgoña.

 La mujer volvió a sonreir.

-Has acertado, pero hablas en pasado, subestimas el poder que el odio y la venganza ejercen sobre una persona-contestó-pero sí, puede que Crimilda no hubiese aceptado ser lo que es si yo no la hubiese convencido.

 Zael frunció el ceño, algo pasaba con aquella mujer, algo no encajaba.

-Te estás haciendo viejo Zael, ya no eres capaz de reconocer a tus viejos amigos.

 Y entonces comprendió que era aquello que no estaba bien con aquella mujer, puede que realmente la verdadera Crimilda siguiese ahí, dentro de su cuerpo, pero sin duda había sido subyugada por un alma mucho más poderosa que la de ella.

-Sé lo que estás pensando-continuó ella-piensas que he obligado a Crimilda a cederme su cuerpo, pero no es así, ella misma se ofreció, me vendió su alma voluntariamente, casi rogándome, y cuando alguien me vende su alma puedo hacer con ella y su cuerpo lo que se me viene en gana.

 -Eres despreciable Lucifer.

 La mirada de este se ensombreció.

-¿Y soy el único? ¿dónde están tus alas, Zael? ¿quieres que recordemos por qué ya no eres un ángel?-escupió-eres tan maligno como yo y lo sabes, por eso estás aquí y no en tu amada morada celestial.

 Zael dio dos zancadas hacia adelante, dispuesto a acabar con él allí mismo.

-Yo que tú no haría eso, recuerda que ahora eres algo así como un vampiro sangre pura ¿no? que ironías del destino, has acabado siendo una criatura creada por mí, una criatura que está a mi merced-dijo Lucifer-pero tú no siempre has sido vampiro y por eso no me debes ningún tipo de lealtad y es ahí donde entra la importancia de este cuerpo en el que me hallo.

 Zael se detuvo a escasos centímetros de él, creyendo saber a donde quería llegar el demonio.

-El poder sangre pura de Crimilda reside en su cuerpo, este segrega un veneno muy potente ¿y cual es la única forma de matar a un sangre pura? corrompiendo su sangre con veneno.

 -No le temo a la muerte.

-Tú no, ¿pero esa princesa a la que proteges tanto?

 La sangre de Zael se congeló en sus venas. Las facciones de Crimilda volvieron a formar una siniestra sonrisa.

-Te he mantenido vigilado todo este tiempo y he visto cuanto te interesas por ella-prosiguió-yo también siento interés hacia esa mujer, la sangre que corre por sus venas y por la de sus hermanos es la más pura de entre los miembros de su especie, creo que Demetrio la usó como ingrediente para traerme de vuelta, sin duda es una sangre muy poderosa que me gustaría tener.

-Ni se te ocurra acercarte a ella o a su familia-rugió Zael con ira apretando con sus manos el fino cuello.

 La sonrisa de Lucifer no se borró.

-No puedes acabar conmigo, ya no, soy un ser superior a ti en poder-dijo-en cambio yo podría matarte ahora mismo si me provocas, pero si tu mueres ¿quién protegerá a la princesa y a su familia?

 Los dos se miraron con ira fijamente hasta que Zael acabo soltándolo.

-No te saldrás con la tuya, no sé como pero acabaré contigo para siempre-gruñó.

 El hermoso cuerpo de Crimilda volvió a sonreír una vez más antes de convertirse en un humo oscuro que se alejó hacia el oeste.

 Zael se quedó mirando hasta que desapareció de su vista. Si ese malvado ser pretendía usar la sangre de Hinoiri y de su familia no le quedaba más remedio que abandonar su exilio voluntario. Ahora sólo quedaba ver como lo recibían los Luminati después de haberlos abandonado durante tanto tiempo.
Los valientes son los que saben llorar con la cara descubierta y luchar contra el miedo. El valiente nunca se rinde.

Si Justin Bieber amenaza con saltar de un edificio:
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« Respuesta #3 en: Octubre 16, 2014, 08:33 am »

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Re:[+18]Poisonous Blood 3: Profecía[S&S]
« Respuesta #3 en: Octubre 16, 2014, 08:33 am »
Hola gente, siento muchísimo haber tardado tanto de verdad, pero he tenido un fin de curso y un verano muy difícil, he tenido muchos problemas personales y suspendí 5 asignaturas así que no tenía tiempo y a veces ni ganas de escribir.

Pero bueno aquí estoy con un  nuevo capi, tengo que terminar "Reflejos de mi pensamiento" que hace un año que no escribo (que vergüenza) pero en fin, es lo que tienen las musas, a veces son difíciles de encontrar.

Bueno, con este capi ya empezamos a entrar en materia, ya era hora ¿no? xD así que espero que os guste, ya me diréis. Siento si hay faltas de ortografía pero sigo sin tener Word y muy poco tiempo para corregir las faltas, aún así espero que no haya muchas, y nada, ya os dejo leer^^

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3.Determinación

El orgasmo había sido tan fuerte que prácticamente los había dejado a los dos sin sentido. Sasuke se retiró hacia un lado de su camastro y la abrazó, como siempre tenía costumbre. Había pasado una semana entera desde la última vez que la había visto y durante esas dos últimas horas había compensado su ausencia hasta unos niveles que Sakura había quedado rendida.

-Ya era hora de que volvieses a casa conmigo-dijo la pelirosa besándolo en el cuello.

-Hmp-contestó con una media sonrisa.

-Aunque me preocupa que hayas dejado a nuestros hijos solos-prosiguió con la mirada preocupada.

El pelinegro se apoyó sobre uno de sus codos y la miró fijamente. Era hermosa, la criatura más bella y buena del mundo y apesar de haber pasado un siglo aún no lograba comprender como alguien así lo había escogido a él que tenía tantas sombras en su alma.

-A mi también me preocupan Sakura, pero sabes muy bien que estamos en guerra y por más que yo quiera no puedo mantenerlos lejos del peligro, no siempre-contestó.

Ella le sonrió y él sintió como su corazón se desbocaba, tal como el primer día. La quería tanto que a veces hasta dolía.

-Además, tenía que venir a atender a mi reina ¿no?

Volvió a besarla con fuerza y no tardó en volver a penetrarla de nuevo, mientras los gemidos de ambos se morían en la boca del otro. La velocidad de las embestidas aumentó hasta tal punto que la cama empezó a crugir peligrosamente, pero ninguno de los dos prestaba atención, absortos como estaban el uno en el otro y el nuevo orgasmo no tardó en llegar.

-Te amo-le susurró la ojijade mientras lo abrazaba y le acariciaba la espalda-estaba tan preocupada, por ti y por nuestros hijos...

Sintió como algo humedo le mojaba el hombro y supo en seguida que Sakura estaba llorando. Puede que hubiesen pasado muchos años desde que se habían conocido, y aunque ahora ella era una reina y una luchadora temible no había dejado de ser aquella dulce niña que había conquistado su corazón.

-Nunca permitiría que les pasase algo y lo sabes y en cuanto a mí... soy difícil de matar.

Estuvieron abrazados durante un buen rato, hasta que aguien llamó a la puerta.

-Sé que vengo en mal momento madre, pero necesito hablar contigo-era la voz y el olor de Hinoiri los que llegaban desde el otro lado de la puerta. Ambos se vistieron rápidamente y a dejaron entrar.

-No sabía que habías regresado padre-dijo con una pequeña sonrisa mientras le daba un breve abrazo-espero que las cosas vayan bien por allí, hace tiempo que no recibo noticias de mis hermanos y estaba empezando a preocuparme.

-Las cosas están lo mejor que pueden estar-contestó-y tus hermanos están bien, tranquila.

La vampira dio un leve suspiro de alivio, pero en seguida recobró la compostura y miró fijamente a sus padres.

-Vengo a informar de que parto en expedición.

-¿De expedición?-preguntó la pelirosa extrañada-¿a dónde?

-Últimamente grupos de seres del submundo están acosando a los humanos de la vieja Tokio y quiero ir a ayudarles, es lo menos que puedo hacer considerando que ellos nos prestan servicios a nosotros.

-¿Irás sola?-preguntó Sasuke seriamente, más que nada porque ya conocía la respuesta y no le gustaba.

-Sabes que trabajo sola padre-contestó ella, mirándolo fijamente-no soy una mocosa de teta que necesite niñera que la cuide.

-No pienso permitir que vayas sola...

-No te equivoques padre, no he venido a pedir permiso-lo interrumpió-partiré con o sin vuestro consentimiento.

Los tres se quedaron un buen rato en silencio, mirándose los unos a los otros.

-Me parece que no llegamos en buen momento-dijo una voz detrás de ellos.

Destrás de Hinoiri, justo en el umbral de la puerta del cuarto se encontraban dos muchachos altos, vestidos de cuero y armados hasta los dientes, ambos eran idénticos salvo que uno tenía el pelo de color rojo intenso y el otro azul aguamarina, los ojos de ambos eran de color negro.

Sakura ahogó un grito y se lanzó a los brazos de sus hijos gemelos Aoi (que en japonés significa azul) y Akai (que significa rojo) y los abrazó con fuerza.

-Madre, si continúas apretando tanto acabarás por desmembrarnos-dijo Aoi mientras él y su hermano devolvían el abrazo con una sonrisa.

Cuando Sakura los hubo soltado, ambos abrazaron a su hermana mayor y saludaron a su padre con un fuerte apretón de manos.

-Confío en que todo haya ido bien-dijo Sasuke.

Los dos gemelos se miraron y se encogieron de hombros, como resginados.

-Hemos perdido cien metros de territorio padre, hace apenas dos días sufrimos una emboscada nocturna, las bajas han sido mínimas pero si no llegamos a retroceder hubieran acabado con todos nosotros-contestó Akai con voz pesarosa-y no te preocupes madre, nadie de la familia ha resultado herido, aunque Suigetsu tendrá que trasmitir malas noticias a varios licántropos del fallecimiento de sus familiares.

-Y es por ese motivo por el que voy a partir yo-prosiguió Hinoiri, que había permanecido callada durante todo ese tiempo.

-¿Partir?-preguntó Aoi desconcertado-allá fuera todo es un caos, sé que eres muy buena guerrera hermana, pero ni siquiera tú podrías...

-Está decidido y más vale que nadie se interponga en mi camino-sentenció.

Sasuke se pusó delante de ella y la empujó contra la pared, enseñándole los dientes.

-Aún sigo siendo tu padre y tu superior y si digo que no sales de aquí, no lo haces.

Ella le sostuvo la mirada, echando chispas por los ojos.

-¿Y qué hago? ¿me quedo en casa a mirar como todo lo que tenemos se desmorona? prefiero morir en el campo de batalla que escondida en mi cuarto.

-Aquí no va a morir nadie-cortó de esta vez Sakura, que se veía visiblemente enfadada-y como no hagas caso a tu padre juro por mi vida que mandaré que te encierren en la celda más recondita hasta hacerte entrar en razón.

-Marcharé porque es lo que debo hacer madre, siempre dices que la familia real debe estar al servicio de sus súbditos y no al revés, pues da buena cuenta de tus palabras y déjame partir-contestó, intentando controlar su fuego interior, que amenazaba con estallar en cualquier momento.

Por suerte Aoi estaba allí, al ser capaz de controlar el aire también era capaz de rebajar la cantidad de tensión que podía acumularse en el ambiente, y aunque lo hacía de una manera muy sutil para evitar que nadie se percatase de ello, Hinoiri sabía perfectamente lo que su hermano estaba haciendo.

-Antes que princesa eres mi hija-continuó la pelirosa, esta vez más calmada-al menos acepta que alguien vaya contigo.

-Es absurdo seguir con esta conversación madre, ya soy lo suficientemente mayor para saber lo que quiero y lo que debo hacer y nadie ni nada, ni siquiera una celda, logrará apartarme de mi camino, además, yo no soy la heredera al trono, en caso de que algo pasase sólo perderías a un guerrero.

Y eso era cierto, aunque sólo podían heredar el trono las mujeres y ella era la primogénita, no tenía ni el color de pelo rosa ni los ojos verdes, requisito imperativo para accecer al trono. Aunque también era cierto que ninguna de sus hermanas reunía tales características, por lo que provisionalmente si que era la heredera, pero sólo provisionalmente.

Los ojos de Sasuke centellearon de furia.

-Nunca vuelvas a decir algo así, o yo personalmente me encargaré de que no salgas de esta casa.

Hinoiri se estremeció, al igual que el resto de presentes en la sala. Sasuke se había rodeado de un aura que cada vez se parecía más al color violeta claro, pero en seguida se contuvo y volvió a la normalidad.

-Será mejor que dejemos el tema-intervino Akai,que controlaba el poder de la tierra, acercándose a su padre-me han dicho que una de las murallas de la ciudad tiene una grieta y que querías que la arreglase, será mejor que me la muestres padre.

Sasuke no se marchó de la sala hasta haberle dirigido una mirada glacial a su hija mayor, que se la sostuvo con la mayor entereza que pudo encontrar.

-No voy a retenerte Hinoiri-dijo su madre-son momentos difíciles y no quiero que nos separen las discusiones, pero por favor no corras riesgos innecesarios.

Hinoiri no pudo evitar ablandarse al ver las lágrimas de preocupación de su madre y la abrazó.

-Como dice padre: no te preocupes, soy difícil de matar-contestó-y si alguien lo intenta, sabrá de primera mano lo que es arder en las llamas de infierno, literalmente.

Las dos se separaron y sonrieron. Luego Hinoiri abrazó a Aoi y le susurró un pequeño gracias al oído y él medio sonrió.

-¿Hanabi ha regresado?-preguntó.

Su madre y su hermano negaron con la cabeza.

Ella asintió, su misión sería larga y le hubiera gustado ver a su atrevida hermana antes de marcharse pero en esos tiempos era lo que tocaba.

-Entonces iré a despedirme de Sachiko y partiré de inmediato.

Cuando salió del cuarto no pudo evitar que su corazón se encogiese, sabía el dolor que le había causado a sus padres y nada le pesaba más que marcharse medio reñida con ellos, no cuando alguien que partía de expedición tenía la garantía de regresar al hoga con vida. Caminó con decisión hacia un área más apartada del Ryokan y suspiró el delicioso olor a sangre humana. Allí vivían los "niños", aquellos hijos de vampiros que todavía no se habían convertido y seguían siendo humanos. Al fondo, se encontraba la puerta que conducía al cuarto de su hermana pequeña, y junto a ella dos guardianes, que al verla llegar se cuadraron e hicieron una reverencia.

-Podéis iros-dijo-quiero hablar con mi hermana.

-Como mandéis ojo-sama-respondieron, y acto seguido se marcharon.

Hinoiri llamó a la puerta y abrió cuando un ligero "adelante" le contestó desde el otro lado. La habitación estaba completamente a oscuras, todas las ventanas estaban selladas por gruesas cortinas oscuras, y sólo se mantenía tenuamente iluminada por dos velas que ardían una junto a la otra encima de una mesa llena de libros viejos y ajados esparcidos sin ningún orden concreto. El resto de la habitación era semejante. La cama desecha, papeles tirados por el suelo y un montón de ropa apiñada en un rincón, completamente diferente al orden que reinaba en su propio cuarto. Sonrió, recordando la de veces que su madre había regañado a Sachiko por tremendo desorden, pero la princesa hacía oidos sordos. Hinoiri quería a todos sus hermanos por igual, pero aquella pequeña granuja era con quien mejor se llevaba, tal vez porque le recordaba cuando ella era aún humana, aunque sin tanto desorden.

Sachiko estaba sentada enfrente de la mesa, con la cara prácticamente pegada al libro que leía con fervor. A parte de tener unas ansias guerreras incontenibles, Sachiko era muy inteligente y se paba mitad de su tiempo enfrascada en lecturas, sobre todo con referente a la historia y origen de su raza. La larga callera rosa le cubría toda la espalda.

-Deberías dejar que la luz natural entrase en la habitación, no queremos que te conviertas en un zombi-dijo con una ligera sonrisa.

La dolescente se giró y le sonrío, mostrando esos dientes planos que en unos años dejarían de ser así. Sus ojos negros resplandecieron al mirar a su hermana y pronto se levantó a abrazarla.

-¿Qué estudias?-preguntó cuando se hubieron separado.

-El origen de nuestra raza-contestó.

-¿De nuevo? ¿no te lo sabes de memoria?

-Estoy buscando un a relación entre el origen de nuestra raza y la profecía que nos legó Tenten-sama-contestó.

Hinoiri se sorprendió ante tal respuesta.

-Nadie estudia ya la profecía, es imposible comprender su significado.

-Improbable, no imposible-contestó su hermana pequeña-y si el Oráculo la dejó en este mundo para que hallásemos la forma de cumplirla será porque en el fondo hay alguna posibilidad.

-"Cuando los amantes, luz y oscuridad, se junten al fin en su abrazo eterno, el ojo de los cielos se alzará y cuando alas negras se ciernan tapándolo, el ángel de la muerte vendrá y el mundo se desgajará. Todo es uno, uno es todo. Aquel de alma oscura volverá al reino y nadie podrá sacarlo de allí"-recitó Hinoiri de memoria-al menos el significado literal no es muy prometedor.

-Por eso es una profecía-dijo la pelirosa sonriendo-hasta ahora no he hecho muchos progresos, en todos lados pone lo mismo, los vampiros somos hijos de Lucifer y una humana y fuimos creados con el fin de exterminar a la raza humana, sin embargo, hay algo que me inquieta, aunque no logro averiguar exactamente por qué.

Las dos se quedaron durante un instante en silencio. Sachiko metida en sus pensamientos, y Hinoiri admirando la sabiduría que tenía su hermana con tan sólo 15 años, se semtía muy orgullosa de ella.

-Pero no es momento para pensar en ello-dijo centrando sus ojos negros de nuevo en su hermana mayor-sino en el motivo que te ha hecho venir aquí, llevas varios días fuera de casa pero no creo que vengas a decir que has vuelto, sino que vuelves a marcharte.

Hinoiri sonrió de medio lado al ver que tan bien la conocía.

-Los humanos están teniendo problemas-contestó-y voy a ir a ayudarlos.

-Sola, como siempre-dijo con una amplia sonrisa-apuesto a que madre y padre no se han puesto especialmente contentos.

Hinoiri también sonrió.

-Yo creo que haces lo correcto-le dijo su hermana, seria de golpe-ojalá yo pudiese luchar como tú y ayudarte en lo que quieres hacer, no cortarte las alas.

-Ellos sólo quieren protegerme-suspiró Hinoiri, que ahora lo miraba desde un punto de vista más calmado-no pretenden coartar mi libertad.

-La protección esta sobrevalorada-contestó Sachiko-la realidad es que estamos al borde de la extinción y en lugar de protegernos tanto deberían enseñarnos a defendernos, la realidad es que en esta vida nunca estamos a salvo y nuestros padres no siempre podrán protegernos, cuanto antes tomemos control de nuestra vida mejor, ninguna vida es lo suficientemente larga como para pasarsela aguardando a que suceda un milagro, hay que actuar.

Hinoiri la miró con un renovado respeto, Sachiko era alocada, impredecible, a veces demasiado cría, pero veía el mundo tal y como era, y lo más extraño de todo, lo comprendía y aceptaba sus leyes pero no hasta el punto de dejarse dominar por ellas. Cuando se convirtiese sería un miembro de inestimable valor para su comunidad, no sólo por ser su princesa sino por su forma de entender las cosas. Pero por ahora sólo era su hermana pequeña y como tal la abrazó.

-Sólo prométeme una cosa Hinoiri-dijo con la voz temblorosa-prométeme que volverás.

Y ahí volvía a estar la niña indefensa, con lágrimas amenazando con escapar de sus ojos.

-Siempre lo hago.

Y tras darse un fuerte abrazo Hinoiri dejó a su hermana con sus cosas y partió.

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Habían pasado varios días desde su encuentro con Lucifer pero aún no se había atrevido a actuar. Sabía que su deber era alertar a la comunidad Luminati de todo aquello que estaba sucediendo pero en su lugar estaba en medio de una sala rodeada de licántropos que lo miraban con cautela, y delante de él, sentada en una gruesa silla de madera y mirándolo fijamente, una mujer rubia de ojos azules que lo inspeccionaba.

Era algo insólito que una mujer fuese jefa de un clan de hombres lobo, pero allí estaba ella, Ino Yamanaka, delante de él.

-Hace muchos años que no nos veíamos hijo de Dios-dijo, ignorando el bufido de molestia que salió de él al escuchar ese nombre-desapareciste cuando más te necesitábamos, y ayer, de buenas a primeras, una partida de mi clan te encuentra merodeando por nuestro territorio y aún no nos has dicho el por qué de tu regreso.

La sala se llenó de un incómodo y tenso silencio, pero a Zael no le afectó. No dejó de mirar a la hembra alfa. Seguía físicamente igual que décadas atrás, pero ya no era aquella chica despreocupada y eternamente alegre que había conocido, la muerte de Sai y los años de guerra y miseria la habían transformado en una mujer seria con un concepto de justicia implacable, aunque gracias al cielo su bondad seguía estando ahí y presentía que sólo eso hacía que los demás lobos no se lanzasen sobre él ya que lo consideraban un desertor. Si el recibimiento aquí era así, ni podía imaginarse lo que le esperaba con los Luminati, pero eso no le importaba, él sabía y ellos también, que ninguno podría causarle el menor daño a menos que él lo permitiese, aún así era un alibio que no se avalanzasen sobre él, no deseaba acabar con la vida de más inocentes.

-Las circunstancias me han traído de regreso-contestó en un susurroy sino te importa te agradecería que abandonases ese tratamiento, hace tiempo que no soy hijo de nadie.

-¿Cuáles circunstancias?-le preguntó sin dejar de mirarlo, ignorando la última parte de su comentario.

Se hizo otro rato de silencio, confiaba en Ino, pero no deseaba sembrar la alerta entre los lobos diciendo que Satán se había paseado tranquilamente por su territorio días atrás, era algo que sin duda debía saber pero todavía no, no hasta que estuviese completamente seguro de que sería escuchado y, fundamentalmente, aceptado de nuevo entre la resistencia y que estos creyesen aquello que tenía que contarles.

-Quiero ayudar-se limitó a decir.

Ella asintió.

-Has tenido mucho tiempo para ayudar, sin embargo desapareciste-replicó mordazmente.

-Tuvo que hacerlo.

-Y por supuesto no dirás por qué-concluyó ella.

-Así es-contestó desafiante.

Ino iba a contestar algo de muy malos modos pero se vio interrumpida por el sonido de la puerta, que se hallaba detrás de Zael, abriéndose.

-Jefa, la princesa Hinoiri quiere verte.

El aire enseguida se llenó de aquel olor dulzón que Zael conocía muy bien, y como un autómata se giró y clavó sus ojos en ella, que lo miraba a él con una mezcla de sorpresa y desprecio. Llevaba la misma vestimenta de la otra vez, un top con botones delanteros de símbolos intrincados, una falda-pantalón corta y aquella botas altas y pesadas con gruesos cordones. Todo de cuero negro como el color de su pelo, recogido en una trenza lateral que le caía lánguidamente hasta la cadera. Las dos espadas cortas en su espalda, enfundadas en sendos cinturones que se cruzaban a la altura de su pecho y una cartuchera con varias pistolas y cuchillos de diversos tamaño, esta vez no llevaba el carcaj.

Cuando la miró a los ojos, de aquel color fucsia tan intenso, sintió que ella le atravesaba la mente y el alma con aquella mirada, nunca lo habían mirado tan intensamente, ni con tanto odio. Todos se habían quedado quietos, sin decir absolutamente nada, hasta que ella rompió el hechizo. Se puso a caminar y paso por el lado de él sin prestarle la más mínima atención y dirigiéndose directamente a Ino, que cambió su expresión seria por una de cariño mientras abrazaba a la princesa.

-Que visita tan inesperada-dijo, luego se puso seria-¿ha sucedido algo malo?

-No tía, no ha pasado nada, simplemente salgo de expedición y decidí venir a saludarte, hacía tiempo que no lo hacía.

La rubia asintió.

-¿Y vas tu sola de expedición?

-Soy lo suficientemente capaz-contestó tajante.

-Lo sé, pero a veces un poco de ayuda no está de más.

-Hace tiempo que me he acostumbrado a hacer las cosas sola sin ayuda de nadie, desde pequeña.

Por el tono Zael dedujo que esa palabras iban dirigidas hacia él, pero encajo el reproche sin decir ni hacer nada. El resto de presentes pareció captar también la indirecta, convirtiéndose en una situación bastante incómoda.

-¿Te apetece descansar?-le ofreció la rubia, intentado cambiar de tema.

-No tía, marcho ya, debo partir de inmediato.

-Ten cuidado.

Hinoiri regresó a la salida, pasando de nuevo junto a él sin prestarle atención.

Iba a irse de expedición cuando Lucifer había dejado muy claro que estaba interesado en hacerse con ella y examinar su sangre. Él no podía permitirlo, debía detenerla y hacerle entender que debía volver al resguardo de su casa, dónde estaría más segura.

Se despidió parcamente de Ino, sin darle tiempo a contestar y salió rápidamente detrás de Hinoiri.

-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

¿Qué demonios le pasaba? estaba muy enfadada consigo misma. Era cierto que parte de la razón de que hubiese salido de expedición era para ayudar a los humanos a deshacerse de los molestos seres del submundo, pero otra parte era encontrarlo a él para echarlo definitivamente de su vida. Y allí estaba, se había sorprendido cuando lo vio allí plantado de pie en la morada de los lobos, mirándola de tal manera que la hizo encogerse, no le gustaba esa sensación de ansiedad y nervios que la invadía cuando estaba cerca de él. Así que intentó hacerse la desentendida y lo ignoró lo máximo que pudo, contradiciendo sus deseos de encontrarlo y de echarlo a patadas del pequeño reducto de tierra que ellos mantenían fuera de las garras de Lucifer.

Recorría el terreno tan rápido que apenas fue consciente de cuanto se había alejado ya de la morada de los lobos y en una dirección totalmente contraria a la que ella quería tomar. Se paró y maldijo, dando un leve golpe con el puño en el tronco de un árbol muerto que crugió estrepitosamente. Debía concentrarse, no podía dejar que las emociones la embargasen de esa manera, no era bueno para su mición y mucho menos para su salud y de todo aquel ser vivo que la rodease y no quisiese acabar ardiendo.

Se dio la vuelta pero apenas pudo dar unos cuantos pasos hasta chocarse con el cuerpo de él, que la miraba fijamente. Su cuerpo se retorció en un escalofrío inquietante y por un momento se quedó pegada cuerpo con cuerpo a él y mirándolo.

-¿Se puede saber qué haces?-dijo quitándose de su lado como si la quemase.

Él parecía haber contenido el aliento porque soltó el aire en un breve y bajo suspiro.

-Seguirte.

Los ojos de ella volvieron a arder en llamas.

-Pues deja de hacerlo sino quieres que te mate, hace días que te dije que te largaras de aquí sino querías acabar mal.

-No.

-¿No?-rugió iracunda mientras se acercaba peligrosamente a él-sino te largas de inmediato partiré tu cuerpo en pedacitos y se lo echaré a los perros.

Él no pareció inmutarse.

-No me iré hasta asegurarme de que estás a salvo.

La cara de estupefacción de la pelinegra era digna de un poema.

-¿Perdona?

-Lucifer va a venir a por ti porque tiene interés en tu sangre.

Otra vez volvió a hacerse un prolongado e incómodo silencio.

-¿Cómo sabes eso?-preguntó.

-Llevo años tras su pista, hace unos días me salió al paso y me amenazó con atacarte a ti y a tu familia, debes regresar a casa y ponerte a salvo.

Hinoiri se lo quedó mirando, sabía que le decía la verdad, no sabía como, pero lo sabía. Sin decir nada pasó por su lado.

Él la agarró del brazo, mirándola confundido.

-¿Qué haces? Por ahí no se va a Konoha.

-Acabas de decir que Lucifer viene a por mí, si crees que voy a poner en peligro a mi familia lléndome con ellos estás muy equivocado y ahora suéltame sino quieres que pase por encima tuyo.

Los dos se miraron fijamente. Él sabía que aunque la llevase a la fuerza al Ryokan ella conseguiría escapar y hacer lo que pretendía, así que tomó una determinación.

-Entonces iré contigo.

Ella iba a replicar pero él la cortó con voz firme y potente.

-Sino aceptas te llevaré a tu casa y me aseguraré personalmente de que no vuelvas a salir hasta que todo se haya solucionado y créeme, no sabes hasta que punto soy capaz de llegar cuando alguien me enfada.

Ella no pudo evitar encogerse de miedo, era imposible no hacerlo ante aquella mirada y esa voz. Sabía que si no aceptaba lo pasaría mal, el agarre de él en su brazo se lo demostraba. Además, debía reconocer que si ahora Lucifer iba a por ella ir sola por ahí no sería muy inteligente y si él la acompañaba podría lograr echarlo del territorio y de su vida para siempre, sin que nadie más tuviese que verse inmiscuido en ese asunto. Así que tomó una decisión.

-De acuerdo, pero no quiero que te acerques a mí ni me dirijas la palabra.

-De acuerdo.

Y así, ambos enfadados el uno con el otro, iniciaron su marcha.
Los valientes son los que saben llorar con la cara descubierta y luchar contra el miedo. El valiente nunca se rinde.

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Dresti Desconectado
« Respuesta #4 en: Marzo 11, 2015, 07:48 am »

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Re:[+18]Poisonous Blood 3: Profecía[S&S]
« Respuesta #4 en: Marzo 11, 2015, 07:48 am »
Muy buenas gente, antes de nada (y como siempre) pido disculpas por haber tardado tanto en publicar la continuación, pero si no la he subido antes es realmente porque no he podido y eso que me moría de ganas de pasarme ya por aquí.

El capítulo no es muy largo pero estos días vuelvo a estar muy ocupada y para hacerlo más largo tendría que esperar probablemente varios meses más y creo que es mejor un capítulo corto que nada.

La trama empieza ya a complicarse así que espero que os guste^^

4.Empieza la cacería.

Hacía días que caminaban solos y en completo silencio entre los escasos árboles que quedaban en el bosque que había cerca de donde se situaba la frontera sur del territorio. Después de una intensa discusión habían ido por ese camino. Zael hubiese preferido ir hacia la frontera norte, donde se encontraba un gran grupo de Luminati, con la esperanza de lograr que Hinoiri entrase en razón y aceptase quedarse con ellos, pero la princesa se negó de una manera tan rotunda a poner en peligro a los suyos que le dijo que si quería ir hacia el norte o bien lo haría solo o tendría que llevarla muerta, así que al final eligieron la opción que ella quería, ir hacia el sur, lejos de todo núcleo de población.

Ella caminaba delante, a paso ligero, tensa, aún seguía enfadada por la reciente discusión. No pudo evitar sonreir ante la bravura de la chica, normalmente la gente ni siquiera se atrevía a mirarle a los ojos o hablarle y ella ya había intentado matarlo varias veces. Sus padres la habían educado bien.

-Si no dejas de mirarme te arrancaré los ojos-sentenció ella, sin dejar de caminar.

-Te miro porque estás delante de mí.

Ella resopló y continuo a un ritmo más rápido. Zael no le hizo caso y continuó mirándola. Aparte del orgullo no podía evitar sentirse algo confuso respecto a ella. Todos esos días los habían pasado caminando, sin hablar apenas, pero juntos y eso había empezado a afectarlo de una manera que lo desconcertaba. Tenerla cerca lo desconcertaba de tal manera que lo confundía de una manera desconocida hasta entonces para él. Cada vez que lo miraba le sudaban las manos y se le secaba la garganta, y debía reconocer que muchas veces se había descubierto así mismo mirando fijamente al cuerpo de la princesa. No sabía que le pasaba y eso lo preocupaba.

-Tenemos que parar-susurró-si seguimos a este ritmo llegaremos al mar.

-Perfecto-contestó ella sin inmutarse-como si llegamos al océano, cuanto más lejos de mi familia mejor.

En un segundo él se plantó delante de ella, sobresaltándola por un momento, pero esta enseguida se recompuso.

-Vamos a pararnos porque debemos pensar nuestro siguiente paso-susurró-no podemos caminar por terreno enemigo sin ningún plan de ataque o defensa y mucho menos sin saber exactamente hacia donde nos dirigimos, la idea es sobrevivir no lanzarnos a una carrera suicida.

Hinoiri tragó grueso, incapaz de despegarse de aquella mirada naranja, sólo entonces se dio cuenta de lo cerca que estaban el uno del otro y los nervios volvieron a atacar su cuerpo, quiso moverse pero era como si una fuerza invisible le impidiese apartarse de aquel ser imponente. Hacía varios minutos que el corazón le latía a una velocidad descontrolada. Estaba empezando a asustarse ante esas sensaciones desconocidas, era como si anhelase algo pero no sabía exactamente el qué, y todo empeoró cuando la mirada de él descendió lentamente hacia sus labios. La tensión llegó hasta tal punto que el cuerpo de Hinoiri empezaba a descontrolarse y ella asustada se apartó de él, rompiendo ese infernal hechizo.

Zael parpadeó, como si acabase de despertar de un sueño y no recordase muy bien aquello que había soñado, ¿qué demonios le estaba pasando? en la vida se había comportado así, y llevaba varios milenios caminando por este mundo. Soltó de golpe todo el aire que había contenido en sus pulmones e intentó aclarar sus ideas, sin comprender aún muy bien que era lo que acababa de sucerder.

-Acamparemos aquí-dijo ella rompiendo el tan incómodo silencio.

Prepararon en poco tiempo un pequeño campamento improvisado y cada uno se situó en un extremo del reducido espacio. Hinoiri se recostó con la espalda apoyada en un viejo arbol, dejando que sus ojos bagasen, como cada noche, por el cielo estrellado. Era sobrecogedor, desde la llegada de Satán pocas veces estaba el cielo despejado.

-Es precioso-dijo inconscientemente.

Él la miró fijamente, allí volvía a estar la niña pequeña. Aquella niña que antes de irse a la cama miraba fijamente al cielo y le preguntaba los nombres de las estrellas.

-Cuando era una niña creías que la estrellas eran hadas que vivían en el cielo-susurró él, también alzando la mirada-querías que te llevasen con ellas para saber como se veía el mundo desde allí arriba.

-Cuando era una niña era muy ingenua-prosiguió ella, con tono amargo-entonces no sabía que alguien como yo nunca llegará al cielo.

-El cielo no es digno de alguien como tú.

Las palabras se escaparon de su boca sin ningún tipo de control. Ella le miró sorprendido, él mismo estaba sorprendido.

-De todas formas si lo vieses de cerca no te gustaría-añadió, dándole la espalda, ya había dicho suficiente tonterias y lo que menos quería era volver a discutir como cada vez que él le dirigía la palabra.

Él la confundía, precisamente con cosas como aquellas, tan pronto la trataba de forma gélida como le decía cosas como esas que la desconcertaban y eso era precisamente lo que más la enfurecía.

-Tú lo sabes muy bien ¿no?-soltó con tono despectivo.

Él suspiró, pero siguió dándole la espalda.

-El cielo no es como tu piensas, no se parece en nada a esa idealización que aquí abajo habéis hecho de él.

-Vaya, cualquiera que te oiga pensará que eres un hereje-dijo la pelinegra con tono burlesco y cargado de ira-¿por eso te echaron Zael? ¿por qué no podías ver cumplidos tus caprichos? ¿a caso...?

No pudo terminar, él se había girado de forma tan veloz que a ella no le dio tiempo a reaccionar cuando el la alzó agarrándole el cuello y empotrándola con fuerta contra el árbol, partiéndolo y haciéndole daño a ella. Por primera vez en su vida Hinoiri sintió pánico, aquella mirada. Zael la miraba con un odio y un dolor tan intensos que solamente con esa mirada podría congelar todo el infierno. Él había sido un ser superior, mucho más fuerte que ella, y por como la miraba sabía que la mataría allí mismo.

-¡No tienes ni idea de lo que sucedió ahí arriba, niña ignorante!-rugió.

Hinoiri nunca había oído gritar a Zael, él siempre hablaba en susurros y ahora sabía por qué. Cuando el rubio gritó lo hizo con miles de voces, casi pudo sentir como el aire y la tierra se estremecieron a su alrededor.

Zael poco a poco volvió en sí y se sintió sucio y miserable al ver el miedo en la cara de ella. Inmediatamente la soltó, sintiéndose despreciable. Ella tenía razón, él nunca había sido digno y ya se lo habían dejado bien claro basante tiempo atrás. Se separó de ella, ni siquiera era digno del oldio y el desprecio que ella sentía hacia él.

-Lo siento, no volveré a tocarte-dijo sin mirarla-pero lo que he dicho es cierto, ese paraíso que tú crees ver en el cielo no es mejor que el tártaro que se esconde en el infierno, y ahora... ahora deberíamos continuar con nuestro camino.

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Aquella era una habitación espeluznante fuese cual fuese la persona que la estuviera mirando. Las paredes de piedra estaban completamente pintadas de negro y sólo dos vela llenaban la oscuridad con una tenue luz. Por todas parte habían pintados dibujos y símbolos grotescos, de monstruos devorando humanos vivos, machos cabríos decapitados y humanos desmembrandose los unos a los otros en medio de un frenesí satánico. Pero lo más espeluznante de todo era el enorme círculo pintado en sangre con una estrella de cinco puntas invertida en su interior, justo en el centro de la instancia, y detrás de ella, pegada a la pared, una enorme camana roja y negra con dosel donde se hallaban dos seres desnudos.

El cuerpo de ella estaba lleno de heridas y moratones debido a la agresividad y pocos miramientos de su amante, que se encontraba al lado de ella sonriente mientras escuchaba los gemidos de dolor de la mujer.

-Eres una fiel sierva Crimilda.

La mujer sonrió dolorida, mirando al ser con una adoración fanática.

"Estúpida infeliz, sino me fuese tan útil me habría deshecho de su patética existencia hace tiempo"pensó Lucifer con desprecio.

Pero tendría que mantenerla a su lado hasta cumplir su objetivo, hacerse con el mundo entero y para eso necesitaba una cosa muy concreta hacerse con la sangre más poderosa de la tierra, la de los Uchiha y los Serim, aquella sangre que lo había devuelto a la dimensión terrenal.

Ya había empezado a mover la piezas en el tablero de ajedrez y por ahora la partida avanzaba en favor suyo. Zael se había reunido con la princesa e iban en la dirección que él quería. Sonrió, con el placer de saber que todo saldría según su voluntad.

-Vete al medio del centro-le ordenó a Crimilda-necesito tu cuerpo para lo que quiero hacer.

-Sí, amo-respondió ella sin ninguna resistencia y obedeciendo de inmediato.

Él se acercó a ella, descubrió sus enormes caninos y se lanzó a por el cuello de la mujer sin ningún miramiento. Crimilda empezó a gritar de puro dolor, para ella era doloroso que otra alma entrase en su cuerpo y doblegase a la suya, pero no protestó, tal era el grado de sumisión que ahora la unía al demonio, convirtiéndola en una persona que apenas era la sombra de lo que había sido, una temible mujer. Cuando abrió los ojos ya no era ella quién lo hacía, sino Lucifer, quien sonrió.

Estaría fuera por largo tiempo, iba a cazar a Zael y a la princesa y una vez estuviesen en su poder los haría sufrir hasta que aceptasen doblegarse a su voluntad y entonces él se convertiría en el amo del mundo.
Los valientes son los que saben llorar con la cara descubierta y luchar contra el miedo. El valiente nunca se rinde.

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Dresti Desconectado
« Respuesta #5 en: Junio 15, 2015, 10:12 am »

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Re:[+18]Poisonous Blood 3: Profecía[S&S]
« Respuesta #5 en: Junio 15, 2015, 10:12 am »
Hola gente, después de tanto tiempo al fin estoy de vuelta, ya he empezado las vacaciones de verano ay ahora si que tendré más tiempo para escribir así que estaré por aquí más a menudo.

En este capítulo no salen Sasuke y Sakura porque el shock que he tenido con los últimos sucesos del manga han hecho que mi imaginación no se centrase en ellos pero en el próximo capi aparecerán, son muy importantes en esta historia.

Y ahora si que os dejo que leais el capi y me deis vuestra opinión, espero que os guste^^

5. Oráculo

Sachiko se frotó los ojos, hacía rato que la luz de las velas se había extinguido y la luz de la luna apenas le dejaba ver una letra más. Maldijo, si ya fuese un vampiro no tendría esos problemas, pero probablemente hasta su conversión quedaban tres o cuatro años como mínimo.

-¡Odio ser humana!-exclamó.

-Eso lo dices ahora que no te has convertido-dijo alguien desde la puerta.

Sachiko tuvo que reprimir un fuerte respingo del semejante susto que se había llevado. La puerta de su cuarto estaba entreabierta y tras ella había un joven vampiro de pelo negro azulado y ojos aguamarina, alto y todo vestido de negro. Sin duda había heredado el porte de su padre aunque no era tan impulsivo como él, sino que en la forma de reaccionar se parecía más a Hinata.

-Y tú dices eso porque eres un viejecito que hace mucho que dejo de ser humano, Hatori-contestó ella con un mohín fingido.

Él entró en el cuerto y cerró la puerta.

-De cualquier manera no recuerdo que fuese un sufrimiento tan terrible-contestó con una sonrisa contenida-y ya te gustaría estar lo bien que estoy yo a mi edad.

La pelirosa se mordió el labio fingiendo indignación, pero enseguida sonrió y se echó a sus brazos en un gran abrazo.
-Se supone que estarías fuera durante meses-dijo.

-Bueno, he conseguido un pequeño permiso y me dije ¿por qué no pasas por el Ryokan a saludar? y de paso pensé en traerte esto.

De una pequeña alforja que colgaba de su cintura sacó un libro, Hatori torció el gesto al cogerlo pero enseguida recompuso el gesto y se lo tendió.

-Más te vale que lo cojas rápido porque me está ardiendo la mano-la apremió él.

Ella hizo lo que le pidió y se dispuso a ver que era ese libro. Hatori siempre le traía a escondidas cosas muy curiosas, sobre todo libros relacionados con historia o mitos, pero aquello... su boca se abrió formando una perfecta O. Con los ojos desorbitados miró a Hatori y al libro sucesivamente, sin poder llegar a creérselo.

-¿Estoy soñando?-preguntó a media voz, sin apartar los ojos de la portada del libro, por temor a que este se esfumase.

-Espero que no, porque me costó bastante conseguirlo como para que sea un sueño.
Ella se giró y lo miró con un gesto de preocupación.

-Dime que no has hecho ninguna locura por conseguir esto.

Dejó el libro cuidadosamente encima de la mesa y se dispuso a examinar al chico con ansiedad, pero todo parecía estar bien.

-Bueno, entrar en las ruinas de una iglesia no es algo agradable pero algo me decía que encontraría algo interesante y no me equivoqué.

Sachiko le dio un puñetazo en el hombro.

-¿Estás tonto? ¿Te has metido en un iglesia en ruinas? ¡ese dolor es insufrible para un vampiro! y podría haber alguien que...

-Vale, vale, vale-la cortó él-y yo que creía que te haría ilusión mi regalo y me lo agradecerías con cofres llenos de dinero.
Ella no pudo evitar reirse. La verdad es que aquel había sido el mejor regalo que le había traído, nunca en su vida se había imaginado que podría tener ese libro en su poder. Tal vez antes de la llegada de Lucifer tener uno de esos no significase nada pero tras la llegada del diablo todos los libros de esa temática habían sido destruidos.

-Bueno, siento decirte que no tengo ningún cofre de dinero-fingió un suspiro.

-Vaya, pues menuda decepción.

Ella se acercó a él y posó una mano en su hombro.

-Pero tengo algo que a lo mejor se le acerca.

Y sin previo aviso le besó en los labios, él enseguida le correspondió pero al ver que ella intentaba ir más allá se separo de ella.

-Sachiko ya sabes que...

-Si, si, lo sé-contestó ofuscada-que aún tengo quince años,en pocos días dieciseis por cierto, que soy muy joven y que si alguien nos pilla a ti te matan y a mi me encierran de por vida.

-Sabes que nada de eso me importa-contestó él.

-Pues menuda manera de demostrarlo-dijo la ojinegra con desdén.

Hatori apretó los puños.

-Eres humana Sachiko, mi fuerza es mil veces superior a la tuya, ¿qué ocurriría si pierdo el control y te hago daño? para mí también es un suplicio estar así.

Sachiko se quedó durante un rato callada pero enseguida se le pasó el enfado, en el fondo él tenía razón y la reconfortaba pensar que él pensaba amtes en su integridad que en lo que su propio cuerpo le pedía.

-Y aún sigues preguntando porque odio seguir siendo humana-dijo con una pequeña sonrisa.

Él le acarició suavemente la cara y le dio un corto beso antes de dirigirse a la puerta.

-Debo irme o sino empezarán a sospechar, te prometo que me pasaré por aquí antes de irme-dijo-y no te pases la noche en vela leyendo, que nos conocemos y necesitas dormir.

-Si, señor-contestó haciendo un reverencia.

En cuanto él cerró la puerta ella se giró hacia el libro. Un cosquilleo la recorrió de arriba a abajo. Ese libro era muy importante para entender que era lo que estaba pasando en el mundo y tal vez le ayudase a encontrar una solución. Rozó con la yema de los dedos la portada y los dejó ahí posados durante un buen rato.

-Algo bueno tendría ser humana-susurró para sí misma mientras se sentaba, emocionada-lo siento Hatori, pero esta noche no voy a dormir.

Y efectivamente sólo ella podía buscar información en él, los humanos vivían demasiado poco para acordarse de esas tradiciones y lo poco que sabían había sido tan alterado a lo largo del tiempo que no se parecía en nada al original, pero ella era diferente, había escuchado los relatos de los seres inmortales que habían vivido antes de la venida de Lucifer y había leído muchos libros antiguos, y a eso había que añadir el hecho de que seguía siendo humana y por tanto la única que podía tocar o leer el libro. Porque nadie allí, absolutamente nadie que no fuese ella, podía leer La Biblia sin que antes se le quemasen los ojos.

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Llevaba horas sentada allí sin separar sus ojos de la lápida, ya casi no sentía su cuerpo pero no le importaba lo más mínimo, no cuando se trataba de él. Habían pasado ya tantos años y aún así lo extrañaba tanto que dolía y aunque luchase por guardar esos sentimientos dolorosos siempre acababan volviendo con fuerza amenazando con explotar en su interior y ella ya no podía permitirse ese lujo. Era la líder de la manada y debía manternerse fuerte y con la mente clara, pero a veces incluso ella necesitaba un respiro.

-No me gusta verte llorar-susurró quedamente una voz detrás de ella.

Se giró y allí estaba un muchacho de pelo castaño y revuelto, era alto y apuesto y las marcas rojas que llevaba en la cara le daban un toque divertido. No los unía ningún lazo de sangre, pero desde que había sido elegido hembra alfa decidió aceptar a Kiba como hermano, así se habían sentido ambos desde que se conocían y desde luego él era la única persona ante la que se permitía mostrarse así.

-No es algo sobre lo que tenga elección-contestó con la voz rota-a veces siento que me ahogo, a pesar de todos estos años...

Dejó morir la frase, pero Kiba entendió lo que ella quería decir, la conocía demasiado bien, por mucho que los años hubiesen pasado y que ella pareciese distinta, él sabía que en el fondo seguía siendo aquella chica rubia alegre, aquella renacida que los había sorprendido a todos con su fuerza e inteligencia y que gozaba del máximo respeto y lealtad de toda su manada.

-Quisiera dejarme llevar y reunirme con él-continuó hablando mientras rozaba la lápida con la punta de sus dedos.
Sakura le había permitido enterrar a Sai allí, en el terreno que pertenecía a su manada, comprendiendo que aquello era muy importante para ella, a efectos prácticos todos habían tomado aquel hecho como el entierro del compañero de su líder y por eso nadie en la manada se había opuesto a dicha medida.

-No digas tonterías Ino, aquí hay mucha gente que te quiere, no puedes dejarnos tirados, te necesitamos.

Ella se secó las lágrimas y se levantó, su cara volvía a estar seria pero esbozó una pequeña sonrisa hacia su hermano.

-Es por eso que sigo aquí, pero ahora dejemos esto al margen, algo pasa si has venido a buscarme sabiendo que cuando estoy aquí me gusta estar sola.

Él también se puso serio y asintió.

-Algo no marcha bien.

Ino frunció el ceño.

-¿A caso hemos sufrido alguna baja o estamos bajo riesgo de ataque?

-No-respondió él confuso-todo está muy tranquilo.

-¿Entonces?

-Esa es la cuestión, es una opinión personal-continuó él-cuando estás en guerra esta calma normalmente no significa nada bueno.

Los dos se quedaron en silencio.

-Ayer salí solo a explorar.

La rubia lo miró sorprendido.

-Yo no di permiso para ninguna inspección del terreno y menos tú solo, ¿te das cuenta lo peligroso que es, idiota?-le gruñó.

-Fue un impulso, y soy mayorcito para cuidarme solo-replicó-la cosa es que estuve merodeando por el terreno y no había nada.

-Eso es normal-le cortó ella-desde hace décadas he dado orden de mantener nuestro territorio fuera de escoria demoníaca.

Él negó con la cabeza.

-No me refiero a nuestro territorio sino más allá, cerca de la aldea de Ogi.

La cara de Ino se contrajo de puro enfado.

-¿Es que estás loco? ese sitio es un herbidero de demonios y toda clase de monstruos de Lucifer, ir solo hasta allí... no sé como estás vivo.

-Ese es el punto-prosiguió él-no había nadie, la aldea estaba completamente vacía, no había ni una triste rata.

-¿Qué?-preguntó totalmente atónita-eso no puede ser posible, esa aldea lleva ocupada desde que estamos nosotros aquí, al demonio le gusta tener vigilados a sus enemigos, ¿por qué iban a hacer algo como eso?

-Luego me aventuré hacia otros asentamientos suyos cercanos y también estaban vacíos ¿entiendes ahora mi preocupación?

No sólo la entendía sino que la compartía.

-¿Quién más sabe esto?

-Obviamente sólo tú.

-Pues que siga así, no quiero que nadie más lo sepa antes de que nos cercioremos de que realmente algo está pasando.

-No tardarán mucho en darse cuenta.

-Lo sé-contestó ella-pero mientras eso no suceda tú y yo investigaremos, no me gusta esto, pero tampoco quiero mandar a toda mi manada hacia lo desconocido, sabemos de sobra que eso no suele ser buena idea.

-¿Crees que Lucifer está reuniendo de nuevo sus tropas? ¿por qué haría algo así?

Obviamente esa última pregunta era retórica.

Un sudor frío recorrió la espalda de la rubia. Recordaba muy bien lo que había pasado la última vez que Satán había lanzado todo su ejército sobre ello, tras ella estaba enterrada una de sus víctimas.

-Por ahora debemos mantener la calma-dijo-luego... ya veremos.
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Hinoiri miraba a aquel ser que caminaba en completo silencio delante de ella, tal y como había sucedido durante esos días que habían transcurrido desde que hubiesen tenido aquella extraña pelea. Ella sabía que había actuado mal, que debía disculparse por el tono de sus palabras, que sin duda lo habían dañado, aunque seguía sin comprender por qué, pero debía reconocer que su orgullo no se lo permitía, él también le había hecho mucho daño y era de justicia que recibiese un poco a cambio. Pero ello no le hacía sentirse mejor, una cosa era la justicia y otra el ensañamiento.

-Zael...-su voz sonó ectraña después de varios días en silencio.

Él continuó caminando en silencio pero ella sabía que tenía su atención.

-Siento... siento lo que te dije-continuó con dificultad, el orgullo seguía estan ahí después de todo-yo... a pesar de lo que pueda detestarte no...quiero decir... nadie se merece ese trato, por eso... por eso te pido disculpas.

Escuchó como él suspiraba quedamente y lugo se detenía y la miró, con aquellos ojos que hacía que la tierra bajo sus pies semejase desaparecer. Hinoiri tragó grueso y le aguantó la mirada, a pesar de que aquellos ojos naranjas eran tan intensos que casi obligaban a los suyos a apartarse.

-No estoy molesto contigo-contestó él, de nuevo en susurros-soy yo el que actuó de forma incorrecta, podría haberte hecho daño.

La princesa notó el sincero pesar en su voz y aunque quisiese resistirse no pudo evitar sentirse como una bastarda por su forma de actuar, ya no era una cría que se dejase llevar por sus arrebatos, era verdad que él le había hecho más daño que nadie y que probablemente nunca llegase a perdonarlo, pero no tenía derecho a sacar temas del pasado de los que ella no tenía ni idea y que a él, la persona más equilibrada que ella había conocido, lo sacaban fuera de su eterno autocontrol.

-No te hubiese dejado-respondió ella en tono conciliador-soy yo quien debería aprender a comportarse, no puedo permitirme que mis sentimientos negativos tomen el control de mis actos, por mucho que crea que ello está justificado, esa actitud inconsciente hoy en día puede costarle la vida a uno en estos tiempos.

-Me merezco todo el desprecio que sientas hacia mí y mucho más, por mucho que trate de olvidarlo nunca podré cambiar lo que realmente soy-estoy último lo dijo más que nada para sí mismo.

Ella no dijo que nada, ¿qué podría decir? no conocía nada sobre la vida de Zael, nadie sabía como él había acabado siendo lo que ahora era y no conocía a alguien que se hubiese atrevido a preguntarle.

-Te has puesto nerviosa-dijo él-¿tienes miedo de mi?

Ella volvió a mirarlo a los ojos, sin darse cuenta había desviado la mirada, y aunque trató de resistirlo no pudo más que contestar la verdad.

-Estoy nerviosa, pero no te tengo miedo, es sólo que...-no pudo evitar volver a bajar la mirada.

Notó que él esperaba a que ella terminase, tomó aire y volvió a mirarlo.

-No sé nada de ti, no sé que eres ni que pretendes, dices que te preocupas por mí, pero te marchaste sin dar explicación a nadie y luego vuelves como si nada y me dices que mi familia está en peligro y por alguna extraña razón te creo pero... ¿cómo puedo saber que no estás controlando mi mente o cualquier otra cosa? no sé que clase de ser eres, sé lo que fuiste, pero el motivo por el que ahora estás aquí lo desconozco.

Ya está, lo había hecho, le había soltado todo lo que la atormentaba. Él pareció no inmutarse pero Hinoiri creyó ver algo fugaz en sus ojos, tan fugaz que no le dio tiempo a determinar que era.

-He venido a protegerte de Lucifer.

-¿Protegerme de Lucifer? ¿por qué?-preguntó.

-Tu sangre lo trajo al mundo, es lógico que codicie de nuevo la sangre de tu familia.

-Todo lo que dices lo sé, pero durante todos estos años siempre he tenido la misma sangre al igual que mis hermanos Zael, siempre, Lucifer siempre ha acosado a la resistencia, si es cierto lo que dices siempre hemos estado en peligro y tú te fuiste, ¿por qué has vuelto ahora? ¿por qué ahora y no antes?

-Porque si me quedaba contigo te ponía en peligro, Lucifer también me busca a mi desde hace milenios.

Ella estaba empezando a desesperarse ante la parquedad de palabras de él.

-¿Pero por qué? ¿no crees que me merezco una explicación?

Se asustó a sí misma al darse cuenta que estaba al boder del llanto, pero era tanta la presión y la incertidumbre que había acarreado sobre sus hombros a lo largo de aquellas décadas que tarde o temprano la llevaría al borde de la locura.

-Quieres que confíe en ti y crea que te preocupas por mí, pero te niegas a decirme por qué te marchaste sin decir nada, ni siquiera me vas a contar por qué demonios es que ese ser asqueroso está tan obsesionado con la sangre de mi familia más allá de que halla sido la que lo devolvió a la superficie, ¿de verdad no vas a darme ni siquiera una pequeña explicación?

No pudo retener más las lágrimas, viendo como él se sorprendía al verla así. Zael quiso extender la mano para tocarla pero ella se aparto.

-No me toques-dijo-sino vas a darme ninguna explicación no quiero seguir aquí contigo, no continuaré mi viaje con alguien que no se fía de mí y yo no me fío de él.

Él bajó la mano y la cerró en un puño, apretando fuerte, aunque ningún signo se mostró en su cara, ella pudo notar la lucha que se estaba generando en su interior.

No soportaba verla así, llorando, y menos por culpa de él. Comprendía perfectamente lo que ella le pedía y era completamente lícito que lo hiciese pero él no podía responder, por que si lo hacía descubriría ante ella la clase de monstruo que era.

-No lo entenderías.

-No puedes saberlo, por la vida eterna Zael, ¿tan terrible sería explicarme al menos quién demonios eres? ¿cómo es que un ángel ha acabado aquí? ¿o es que acaso no fuiste un ángel y has mentido también en eso? no quiero más excusas, porque sino me contestas al menos a eso me marcharé y no volverás a verme nunca más.

Pudo ver la enorme lucha interna que se generaba dentro de él. Estaba segura que allí y en ese momento todo acabaría y que nunca más volverían a verse por eso se sorprendió la respuesta que él le dio.

-Si tan interesada estás en conocer al monstruo que llevo dentro lo sabrás, pero no más de lo que necesitas saber.

Lo cual quería decir que le contaría sólo las migajas pero viendo el estado en el que él estaba (al borde de la cólera), por ahora tendría que contentarse con eso.

-Ponte cómoda, la historia es larga.

-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Le gustaba mirar como la tenue luz de la luna se escurría dentro de la habitación a través de la ventana, le transmitía paz y serenidad, de esas que ahora raramente encontraba. Se dejó caer en la cama de forma que el pelo verde cubrió toda la superficie, dando la sensación de que estaba tumbada en la hierba bajo la brisa nocturna, aunque realmente estaba en su cuarto. Itachi no estaba, había ido a resolver unos asuntos, y esa noche era casi mejor, había tenido un día horrible en todos los sentidos de la palabra y necesitaba estar sola para calmar sus turbios pensamientos.

Justo cuan creía que su vida empezaba a encauzarse había recibido otra bofetada del destino, algo totalmente inesperado. A pesar de la guerra poco después de Sasuke y Sakura, Itachi y ella se habían casado, el resto de Luminati la aceptaron como una más, a pesar de ser hija del desgraciado que había traído a Lucifer, y dentro de todas las dificultades ella era feliz, pero eso había durado muy poco.

Pocos años después de la gran batalla había empezado a experimentar cosas extrañas, la visión se le nublaba y veía fogonazos. No había comentado nada con nadie, si estaba perdiendo la visión no quería causar preocupación y menos en aquellos tiempos que Lucifer había empezado la destrucción del mundo. Tal vez incluso fuese algo pasajero, pero no fue así.

FLASH BACK

Ese día se había levantado peor que nunca, la cabeza le daba vueltas y perdía la visión por momentos. Había salido al pasillo, pensando que si salía afuera y le daba un poco el aire se le iría pasando, pero por el camino perdió la visión por completo y derepente todo se volvió rojo y blanco y ahora ya no estaba en el pasillo, sino en campo abierto en medio de una batalla. El cielo estaba rojísimo y el sol se veía más grande y oscuro que nunca. Alrededor de ella dos ejércitos combatían ferozmente. Estaba aterrorizada y no comprendía nada, ¿qué estaba pasando? ¿cómo había llegado hasta allí? no parecía un lugar que ella conociese, y desde luego ese cielo y ese sol tan aterradores no existían donde ella vivía. A lo mejor había muerto y había ido a parar al infierno.

Derepente se escuchó un graznido aterrador, los guerreros dejaron de luchar por un momento y fijaron su mirada en el cielo. Ella los imitó y tuvo que reprimir un grito de terror. Allí arriba había varios extraños seres, era incapaz de adivinar qué o quiénes eran o cuántos de ellos había, sólo intuía que los tenían como una especie de apéndices negros, como si fuesen una especie de cuervos y a la vez no lo fuesen. El hecho es que se atacaban con saña entre ellos y sus espantosos gritos helaban las sangre. Entonces uno de ellos exhaló un gritó desgarrador y cayó del cielo. Alecto no supo porque pero en ese mismo instante sintió una pena y un dolor inmensos, como si le hubiesen arrevatado algo de mucho aprecio.

-¡No!-gritó levantándose abruptamente de una cama.

Miró desorientada a su alrededor, había vuelto al Ryokan y estaba dentro de una de las habitaciones de huéspedes, lo sabía por lo reducido de su tamaño y la escasa decoración. Reprimió un grito al darse cuenta de que no estaba sola y más aún al percatarse de quien era su acompañante. Zael la miraba atentamente con esos ojos naranjas, el mismo naranja de aquel sol aterrador de su sueño. En la mano llevaba una copa llena de sangre que le tendió a ella.

-La necesitarás-dijo-cuando uno empieza a tener visiones su cuerpo queda debilitado hasta que no se acostumbra.

-¿Visiones?-preguntó ella mientras desorientada recogía la copa.

-No es tan extraño después de todo-contestó él-siempre ha de haber un mensajero.

Ella lo miraba sin comprender nada, ¿de que estaba hablando? ¿acababa de decir que ella tenía visiones?

-Eso no es posible...

-Cuando te encontre tirada en el suelo del pasillo estabas convulsionando y hablabas en hebreo-la interrumpió.
A poco más y escupe la sangre que acababa de beber. Ella no sabía hablar en hebreo.

-¿Cuando empezaste a notar que perdías la visión?-preguntó él.

-¿Cómo sabes tú eso? pues... hace unos meses, pero no veo que...

-Debí habérmelo imaginado-dijo él para sí mismo-después de la muerte de Tenten era lo más lógico, pero no imagine que fuese tan pronto y menos que te sucediese a ti, normalmente escoge a recién nacidos o a humanos.

-¿De qué estás hablando?-estaba asustada y confundida.

-Tenten recibió su don antes de su conversión pero esto no había pasado antes con alguien como tú, alguien que ya se había convertido en una criatura del diablo.

-No te entiendo.

Su voz temblaba, ¿es que acaso estaba soñando definitivamente había perdido la razón?

-Escúchame Alecto, cuando un Oráculo muere, le sucede otro, puede tardar cientos de años, unas décadas... pero al final siempre le sucede otro, aunque nunca había oído de una sucesión en menos de una década.

-¿A caso estás insinuando que yo...?-tuvo que tragar antes de continuar-pero no es posible, yo... yo no puedo haber heredado el don de Tenten.

Él la miró con gran tristeza.

-Felicidades, has sido elegida por los cielos.

Aunque aquello no sonaba como una felicitación, sino como una maldición.

-Debes tener cuidado Alecto, si Lucifer se entera de que eres el nuevo Oráculo, vendrá a por ti.

FIN DEL FLASH BACK

Aquella misma noche Zael se marchó de Ryokan y nunca más lo volvieron a ver, pero había tenido razón, ella era el nuevo Oráculo. Desde aquel día había empezado a ver más cosas, su mente se había convertido en un completo caos, y le había costado varias décadas comprender más o menos aquello que se le mostraba, todavía hoy en día no lo dominaba muy bien. Se preguntaba como Tenten había sido capaz de entender lo que veía, aunque claro, ella había tenido el ''don'' desde que había nacido y ese no era su caso.

No se lo había contado a nadie, si Zael tenía razón y Lucifer descubría su existencia podría ir a por ella y dañar a sus seres queridos y eso sería algo que no soportaría. Todo el mundo pensaba que ella estaba alicaída porque aún no había tenido hijos y ella no se molestó en desmentirlo, mientras pensasen eso no sospecharían la verdad, aunque el no haber tenido hijos también la entristecía un poco.

Hacía apenas unos días una nueva visión la atormentaba. Un viejo edificio en una ciudad en ruinas con un ojo pintado. No sabía que quería decir aquello pero lo que si sabía era que debía buscar aquel sitio, algo le decía que allí encontraría respuestas, y ya lo había estado postergando demasiado tiempo. Con todo el dolor de su corazón, esa noche abandonaría el Ryokan. No había otra solución, era crucial que fuese, era necesario descubrir la verdad.
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Dresti Desconectado
« Respuesta #6 en: Noviembre 26, 2015, 07:50 am »

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Re:[+18]Poisonous Blood 3: Profecía[S&S]
« Respuesta #6 en: Noviembre 26, 2015, 07:50 am »
Hola gente! después de mil años por fin he podido volver aunque sea con un capítulo cortito pero, eso si, con contenido muy importante.

Antes de que cualquier creyente se sienta ofendido y me llame la atención todo lo que aquí aparece es inventado por mi cabeza y sólo nombres y algunas referencias son sacadas de diversas religiones, todo ello sin ánimo de criticar y ofender.

Dicho esto os dejo con el capi y espero que os guste^^

Mi cuenta de twitter: DrestiChan

6.Sol y Luna

Aquel día el Palacio del Loto Celeste estaba bellamente decorado. Era el cuarto día del cuarto ciclo de la era del Cuarto Binario, un día único que nunca volvería repetirse. Según los cálculos de los eruditos ese era el día en el que Numeris, su planeta, alcanzaría la mitad de su ciclo vital, calculado en ocho eras binarias. A ese hecho había que añadir que era su cumpleaños, había nacido el cuarto día del ciclo inicial de la era del Cuarto Binario, por lo tanto ella también había llegado al cenit de su vida. Cada numerio vivía en torno a seis o siete ciclos dependiendo de su disposición genética y los cambios que hiciese en esta a lo largo de su vida. De cualquier manera la duración de su ciclo vital no era algo que la preocupase, una vez muerta físicamente su conciencia sería insertada en el sistema central del planeta y se encargaría junto a millones de otras conciencias a salvaguardar el bienestar del planeta y sus habitantes.

-Delphos, estanque por favor.

Inmediatamente las paredes blancas que la rodeaban se convirtieron en un hermoso jardín con un pequeño estanque en el centro donde flotaban quedamente diversas flores de loto, su flor favorita, que había sido creada genéticamente por su abuelo varios ciclos atrás, al final de la era anterior, para regalársela a su abuela el día que ambos unieron sus ciclos vitales.

Suspiró mientras paseaba los dedos sobre la superficie del agua. Cada numerio nacía con un código genético asignado biológicamente a otro, esas dos personas alcanzada la mayoría de edad se casarían y tendría a sus vez descendencia. Era un sistema cerrado de modo que aseguraba que ningún ser vivo naciese con un código genético defectuoso. Pero lo que biológicamente era correcto no siempre acababa bien. En el mejor de los casos los destinados a unirse se enamoraban, en los peores... era mejor no pensarlo. Las emociones no eran importantes, sólo se debía atender al bienestar general y al correcto funcionamiento del mundo, sin pararse a pensar en los deseos personales.

Ese día ella conocería a su compañero, al que sería el padre de sus hijos y junto a quién viviría hasta su conciencia fuese transferida al sistema central del planeta.

-Alteza, su hermano el príncipe quiere hablar con vos-dijo Delphos.

Delphos era su hogar controlado y dirigido por una conciencia menor a la que habían asignado su cuidado. Algo así no era usual, sólamente la familia real podía tener conciencias encargadas de su bienestar ya que en ellos se encontraba el más perfecto de los códigos genéticos y su bienestar era fundamental para el buen desarrollo y supervivencia de la raza.

-Concédele acceso Delphos, pero no me anuncies a nadie más, necesito tiempo para prepararme para la ceremonia.

Pocos segundos después una serie de códigos numéricos aparecieron ante ella y fueron uniéndose hasta conformar el cuerpo de su hermano gemelo.

Ambos habían nacido el mismo día pero no podían ser más distintos, la piel de él y su cabello eran de un vivo color dorado, resplandeciente como la luz de mediodía, mientras que el cabello de ella era del color del ala del cisne y su piel pálida. Sus ojos eran negros como la oscuridad y los de él azules como el agua. Él era de carácter firme y cálido y ella tímida y relajada. Ambos las dos caras de un mismo espejo. Ambos hermosos a ojos del otro.

Se abrazaron. Estaban condenados. No pudo evitar mojar la magnífica túnica anaranjada de él con sus lágrimas, mientras él enterraba la nariz en su pelo.

-Cruel destino es este que nos hizo nacer en la misma familia-susurró él-daría lo que fuese por ser el afortunado poseedor del código genético que te está destinado.

-Lo mismo pienso yo de la afortunada que permanecerá contigo-contestó-pero puedo prometerte Shamash que mi amor siempre será tuyo.

-Y el mío tuyo Ishtar.

------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Hinoiri no sabía como reaccionar ante lo que Zael le estaba contando, al principio pensaba que todo era una broma, pero la cara y el tono de Zael le decía todo lo contrario.

-Digiste que me hablaría de tu origen y lo que me estás contando es que existe otro planeta habitado por gente con una tecnología tan avanzada que cuando mueren son capaces de transportar su conciencia al centro de su planeta y comunicarse.

-Ambas cosas son la misma-respondió él-la ceremonia se celebró y cada uno fue asignado a su respectivo compañero.

-Es muy injusto pero sigo sin entender que relación tiene eso contigo.

Zael ignoró el comentario y continuó como si no la hubiese escuchado.

-Había un consejero en la corte real que había descubierto lo que los hermanos sentían el uno por el otro, hacía tiempo que los padres de ellos, los reyes, le habían negado un ascenso, y vio por fin como llegaba su venganza-su tono de voz ensombreció-convenció a Ishtar de la legitimidad de su amor y la conminó a convencer a su hermano para que ambos se revelasen uniéndose en un matrimonio ilegal y sacrílego, ¿empiezas a comprender?

Hinoiri no sabía mucho de religiones, pero lo que Zael le contaba empezaba a tener sentido y la hizo palidecer.

-Eva fue tentada por la serpiente y con ella arrastró a Adán, desobedeciendo las órdenes establecidas.

-Y los tres fueron desterrados para siempre de Numeris, sus conciencias fueron separadas de sus cuerpos y desterradas al vacío espacial. Además las conciencias de Shamash e Ishtar fueron modificadas genéticamente para que ninguno de ellos pudieran permanecer juntos más de unos minutos al día. Satán, que así se llamaba el confabulador, también fue expulsado de Numeris y condenado al odio eterno.

La pelinegra no sabía que decir, tenía la mirada fija en Zael quien tenía la suya fijada en algún punto del firmamento, entre las estrellas.

-Incapaz de soportar la ausencia de su amada, Shamash se convirtió en una ernorme bola de luz para poder buscarla en la oscuridad, pero no la encontró, con su conociemiento de las ciencias físicas y matemáticas, creo una serie de cuerpos celestes de diversas características cada uno para que ella escogiese uno en el que habitar y así al menos poder verla a distancia-continuó él-Ishtar escogió un pequeño planeta del mismo color azul de los ojos de Shamash y ella misma se convirtió en un cuerpo celeste que giraría eternamente alrededor de dicho planeta.

-Shamash es el sol e Ishtar es la luna-interrumpió ella conmovida-y sólo pueden verse durante unos pocos minutos al día.

-El alba y el crepúsculo-dijo él asintiendo-y decidieron que en ese planeta darían a luz a sus hijos, pero como no podían acercarse utilizaron su conocimiento del ADN, convinando los rayos emitidos por uno y otro, para crear y así fue como nacimos los ángeles, pero pronto descubrieron que éramos esteriles y aunque éramos longevos no podíamos residir en el planeta y nos hicieron alas y nos dieron la misión de cuidar a los nuevos habitantes. Esta vez dejaron actuar al planeta a su propio ritmo, dejaron en él una serie de células y luego se inició el largo proceso evolutivo que acabó con la aparición del ser humano a imagen y semejanza de como habían sido Shamash e Ishtar alguna vez-continuó-sólo que el largo proceso evolutivo hizo que vivieran mucho menos tiempo y que no estuviesen sometidos a las estrictas reglas de genética y conducta a los que su pueblo había estado sometido.

Ahora ambos mantenían su mirada fija en la luna, en Ishtar, que resplandecía suavemente. A Hinoiri nunca le había parecido tan hermosa y a la vez tan triste. Sin poder evitarlo una lágrima resbaló de sus ojos.

-Eso significaba que el ser humano era libre de dejarse llevar por sus emociones, tanto para bien o para mal, y empezaron los primeros conflictos, entonces ambos nos encargaron a los ángeles que diésemos a conocer cual había sido su historia para que aprendieran y reflexionaran sobre la vida, de ahí nacieron las diversas religiones, y todo fue bien hasta que apareció Satán, que había aguardado escondido en la Tierra y empezó a envenenar la mente de todos aprovechándose de sus miedos, debilidades y anhelos. Shamash e Ishtar unieron sus fuerzas para expulsarlo pero el odio le había dado tanto poder a Satán que nunca lo conseguían vencer del todo y así fue como se inició la lucha entre el bien y el mal.

Los dos se quedaron en silencio, mirando a la luna.

-¿Por qué te repudiaron Zael?-preguntó Hinoiri afectada-no dejan de ser tus padres.

No contestó, sino que se levantó. Su cara no mostraba expresión alguna pero en sus ojos parecía residir toda la tristeza del mundo y a ella se le encogió el corazón ante esa mirada de profundo dolor.

-Te dije que hablaríamos de mi origen-contestó, apartando la mirada de la luna-el resto es algo demasiado horrible para ser dicho en voz alta.

Sin dejar que ella respondise, se metió entre los árboles y se alejó, ella no le siguió, respetando su espacio. No iba a darse por vencida, pero había tiempo, y ahora había mucho por procesar.

Al menos, aunque ella ahora no se diese cuenta, ese rato de confianza y la misma historia habían hecho que Hinoiri bajase, aunque sólo fuesen unos pocos metros, esa muralla enorme de resentimiento que la separaba de él.
Los valientes son los que saben llorar con la cara descubierta y luchar contra el miedo. El valiente nunca se rinde.

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Dresti Desconectado
« Respuesta #7 en: Enero 01, 2018, 05:49 pm »

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Re:[+18]Poisonous Blood 3: Profecía[S&S]
« Respuesta #7 en: Enero 01, 2018, 05:49 pm »
Hola gente,

primero de todo pedir perdón por haber estado dos años ausente y sin dar señales de vida, me disculpo, mi única excusa es la universidad y unos pequeños problemas de salud que he atravesado pero que gracias a dios ya son cosa del pasado.

Nos os hacéis una idea de las ganas que tenía de volver y retomar esta historia que tantas alegría me ha dado y espero que me siga dando, ya que siempre dije que tardase lo que tardase nunca la dejaré sin acabar, sólo espero tener más tiempo a partir de ahora, que seguro que si.

Sin más demora, muchas gracias por la paciencia y el cariño, feliz año nuevo y espero que disfrutéis con este nuevo capítulo.

7. Gabriel

Hacía un frío horrible, pero eso a ella realmente no le importaba. Los vampiros soportaban los cambios de temperatura con total naturalidad. Lo que le preocupaba era el frío que sentía en su propio interior, el miedo que le atenazaba las entrañas desde que había abandonado el Ryokan. No le había costado marcharse sin despertar sospechas, era la prima de la reina y una de sus más importantes consejeras, nadie le preguntaría hacia donde iba. Fue difícil, pues no sabía si volvería a ver a sus seres queridos ya que no sabía que futuro le deparaba el ir al lugar de su visión. Pensó en Itachi y en lo preocupado que estaría en el caso de que ella no volviese. Iba a remover cielo y tierra para encontrarla pero no lo haría, ese lugar era difícil de encontrar.
Era horrible ver el esqueleto de la antigua Tokio. Casi podía ver los enormes carteles publicitarios y las grandes luces de neón iluminando las calles, el ruido de los coches y las voces de los habitantes en sus quehaceres diarios. Ahora el único sonido que se escuchaba era el de el viento aullando entre las ruinosas vigas de los edificios. Se le llenaron los ojos de lágrimas ante la dantesca devastación y luego una inmensa rabia, rabia hacia Lucifer y sus engendros. Si estuviese en su mano ella misma los despedazaría uno por uno y utilizaría sus huesos de mondadientes. Pero no era el momento de la ira y el odio. Delante de ella se encontraba un pequeño edificio en ruinas, en sus tiempos había sido una tienda de fideos instantáneos con un extraño grafitti que representaba un ojo sobre dos alas, una negra y otra blanca.
Desconocía por completo qué se hallaba tras ese muro pero por muchos escalofríos que sintiese era su deber entrar allí. Sólo sabía eso, que debía entrar y sería lo que haría. Guiada por un especie de intuición se rasgó la piel de la muñeca y frotó su sangre contra el dibujo que se hallaba en la ruinosa pared. Casi instantáneamente se escuchó un chasquido sordo y el muro empezó a desplazarse lentamente. Alecto se encontró frente a frente con un estrecho pasillo que se curvaba hacie el final y a través del cual se percibía una tenue luz. Se le puso la carne de gallina, ¿qué demonios era aquel sitio? sabía, por la aparición tanto en la profecía como en el dibujo del muro de unas alas negras, aquello tendría que estar relacionado de alguna forma con lo que estaría por suceder.
Tomando aire se adentró en el angosto espacio que se extendía ante ella y con temor escuchó como el muro volvía a cerrarse a sus espaldas.
-Tiene sentido-murmuró para sí.
Desde que había visto aquel lugar en sus visiones siempre había tenido la sensación de que era un lugar de no retorno, sin embargo allí estaba ella. Siguió el camino hacia la tenue luz para acabar llegando a una amplia estancia circular completamente vacía, salvo por un enorme altar piedra situado en el mismo centro. Inmediatamente se quedó paralizada, tumbada sobre el altar de piedra había una persona con un cuchillo clavado justo en el medio del pecho. Era una mujer, de eso no había duda alguna, e iba toda vestida de cuero negro y cargada de armas. ¿Cómo era posible que alguien que despedía esa aura de poder y con semejante arsenal armamentístico hubiese sido asesinada por un simple cuchillo? Sin embargo lo que realmente la estremecía era la sensación de conocer a aquella mujer. Desde esa distancía, ni su visión era capaz de distinguir sus rasgos faciales por lo que fue acercándose lentamente, no estaba segura de qué tipo de trampas o engaños podían esconderse en ese lugar.
En cuanto estuvo lo suficientemente cerca volvió a tomar aire y dirigió la vista hacia la cara de la desconocida. Su cuerpo se quedó literalmente congelado, las piernas le fallaron y cayó de rodillas al suelo, llevándose las manos al pecho de la impresión. No podía ser posible, se debía haber vuelto completamente loca porque sino no hallaba otra explicación a lo que estaba sucediendo allí. Reuniendo el poco autocontrol que le quedaba volvió a ponerse de pie y a mirar hacia el cuerpo.
-¿Cómo puede ser posible?-musitó, con la mano a medio camino entre su cuerpo y aquella cara que tan bien había conocido en el pasado.
Habían pasado 169 años y nunca nadie había sabido que fue de Tenten, sólo que ésta había muerto después de legarles la profecía y nada más, nadie nunca encontró su cuerpo, ni señales que pudieran dar a entender que había sucedido con sus restos y sin embargo allí estaban, incorruptibles después del paso del tiempo.
-Tócala.
Alecto se giró inmediatamente desenfundando un puñal que llevaba escondido en una de sus caderas, pero allí no había nadie, no almenos alguien que ella pudiese percibir.
-¿Quién eres? ¡Muéstrate!-exigió.
-Sólo soy un mensajero, como tú-respondió la voz, esta vez más cerca.
La espalda de la peliverde chocó contra el altar de piedra, inconscientemente había empezado a retroceder ante la presencia del intruso, porque si de una cosa estaba segura era de que quien le hablaba era un hombre.
-Si, sólo eres un mensajero, no tienes excusa para esconderte-dijo ella, intentando sonar lo más confiada posible, sólo en ese momento se había dado cuenta de que lo que hacía parecer tan etéreo al cuerpo sin vida de Tenten era un rayo de luz de luna que se filtraba por un pequeño óculo que había en la cúpula del techo de la estancia circular.
Sin descuidar la estancia en la que se hallaba, dirigió la vista hacia arriba pero solo vio un puñado de nubes que tapaban la pequeña franja que era la luna creciente.
-Antes de mostrarme quería estar seguro de qué eres quien dices ser-repitó la voz.
-Yo no he dicho que fuese nadie-contestó ella, desconcertada.
-¿Estás segura? las gotas de sangre que depositaste en la cerradura de mi santuario gritaban obscenamente que eres un oráculo pero el ADN es tan fácil de modificar que cualquiera podría engañarme incluso a mí en estos días, con Lucifer cerca, nunca se sabe.
Alecto acabó bajando el arma del todo, ¿de verdad ese ser le estaba diciendo que había leído su código genético o algo así a través de su sangre y que con ello había sido capaz de conocer sus pensamientos? la idea le resultaba tan estúpida que estuvo a punto de echarse a reir, pero el hecho de tener detrás de ella el cadáver intacto de una persona que había muerto hacía casi dos siglos hizo que se refrenase en seco, y entonces reparó en la posibilidad de que bien podría haber sido ese ser el asesino de su amiga.
-Sé lo que estás pensando-prosiguió la voz con algo parecido a pesar-Tenten se suicidó.
No supo por qué pero le creyó, era muy propio de ella, sacrificarse si así creía que ayudaría en algo y después de llevar cierto tiempo compartiendo su don, no la culpaba por haber decidido aquel final.
-Pero... ¿por qué?-preguntó descorazonada-¿por qué tuvo que ser así?
La voz suspiró.
-Es difícil comprender y aceptar el destino incluso para aquellos que pueden verlo-contestó el hombre-no es una vida fácil, creo que ya has empezado a comprenderlo.
Alectó sintió como una brisa de aire fresco le rozaba la espalda y se giró, asiendo de nuevo el mango del puñal pero sin llegar a desenfundarlo. Definitivamente no estaba preparada para afrontar al ser que se alzaba frente a ella al otro lado del altar de piedra.
-Oh, por favor, no es necesaria la violencia no quiero lastimarte-le dijo con una dulce sonrisa-soy totalmente pacífico.
La verdad era que el comentario era del todo innecesario porque Alecto se había quedado como en trance mirándolo. Delante de ella se encontraba un muchacho que no aparentaba ser mucho mayor de 15 años, era desgarbado pero transmitía gracia y fuerza y ella estaba segura de que si él quería podría destrozarla en mil pedazos. Su piel era blanca y hermosa y el pelo rizado de un color entre castaño y rubio se le enredaba detrás de las orejas. Sus dientes blancos como la leche le mostraban una sonrisa dulce y despreocupada que combinaba a la perfección con la túnica blanca y ceñida que le servía como única ropa. Pero lo que realmente había dejado a Alecto petrificada habían sido aquel par de alas blancas que se plegaban a la espalda del muchacho y esos ojos fucsia que la observaban con curiosidad, sin mencionar aquel tenue haz de luz que parecía emanar por todo su cuerpo.
Había estado preparada para muchas cosas pero desde luego no para encontrarse frente a frente con un ángel.
-A pesar del paso de los años sigo comentiendo los mismo errores-continuó él sin prestar la más mínima atención al estado de la peliverde-¿sabes? en realidad era otro quien se ocupaba de llevar los mensajes pero desde hace milenios es una tarea que me ha sido encargada a mí y todavía es hoy que no lo domino muy bien.
-Ah...-fue lo único que pudo articular ella.
-Pero que torpe soy, ni siquiera me he presentado-dijo mientras se acercaba a ella y le tendía una mano-creo que ahora se hace así ¿no? mi nombre es Gabriel, soy el arcángel mensajero.
Muy bien, estaba allí plantada junto a un cadáver incorrupto y hablando con el arcángel que había anunciado el nacimiento de Jesús.
Al ver que ella no respondía él empezó a preocuparse y luego palideció.
-Oh perdona, había olvidado esa estúpida ley de Padre sobre el bien y el mal, aunque si tú eres un oráculo de Madre no deberías sentir daño ante mi presencia, de algún modo tú y yo somos iguales.
Si, como dos gotas de agua.
-Quiero decir Madre me nombró Oráculo de los ángeles después de que ocurriese el Desastre y Padre se encerrase en sí mismo.
Alecto no entendía nada de lo que aquel ser estaba diciendo pero debía reaccionar antes de que Gabriel la tomase por una maleducada, hasta ahora parecía benévolo (era un ángel, en teoría debían ser así) pero se supone que ella era una criatura del diablo y antes de nada debía demostrar que había sido escogida por... ¿había mencionado a una Madre? como oráculo.
-Yo... me llamo Alecto, para nada es culpa vuestra, señor-contestó haciendo una reverencia-es sólo que nunca había conocido a un ser como vos.
Al menos no en todo el sentido de la palabra, Zael y él parecían la antítesis del otro.
Gabriel parecía realmente sorprendido ante la actitud de la mujer y cogiéndola de los hombros la obligó a alzarse.
-Dejemos a un lado esos tratamientos tan corteses, si antes te he parecido un poco misterioso y reservado era porque debía de cerciorarme de que eres quien dices ser y está claro de que eres Alecto, la prima de la reina Luminati Sakura Serim, y lo más importante de todo, la oráculo de mi Madre.
-¿De tu Madre?-se atrevió a preguntar-creí que era...
Él comprendió lo que ella intentaba decir.
-Un pequeño fallo producido por el paso del tiempo, Dios o Dioses, como vosotros los llamáis-dijo él-a rasgos generales puede decirse que son dos, mis creadores, los creadores de todo, en fin-dijo con un ademán de la mano-Padre y Madre.
Lo que Gabriel explicaba como si fuese la cosa más simple del mundo resultaba un tsunami que puso patas arriba todo lo que Alecto creía conocer y saber sobre el mundo.
-Madre es la que ha hecho posible que tú estés aquí, Padre está ocupado en otras cosas, pero en fin, no me corresponde a mí decidir quien y quien no debe conocer los asuntos de la familia-sentenció con algo parecido a preocupación-nosotros tenemos cosas más preocupantes de las que ocuparnos y me imagino que querrás saber por qué madre te mostró mi santuario en tus visiones.
Ella asintió, recordando el motivo por el que estaba allí, y volviendo a mirar a Tenten.
-Mencionaste algo sobre tocarla-murmuró, como si temiese perturbar la paz de la muerta.
Gabriel chasqueó la lengua, haciendo un gesto que nadie se imaginaría en un ser como él.
-Siendo sinceros no es la primera vez que llevo a cabo una conversión-le dijo-pero no comprendo por qué Madre la ha retrasado tanto tiempo después de la muerte y muecho menos por qué quiere que tú estés delante.
-¿Conversión?-preguntó asustada.
Él la miró extrañado, como si estuviese chiflada.
-Entiendo que no puedas acercarte a nada que tenga que ver con mis padre pero algo sabrás sobre lo de "...y al tercer día resucitó..." ¿no? Madre podrá ser muchas cosas pero nunca ha tenido favoritismos entre sus elegidos, lo que se aplica a uno se aplica a todos.
Alecto tuvo que hacer grandes esfuerzos para no poner cara de idiota por enésima vez, ¿a caso le estaba diciendo que iban a resucitar a Tenten?
-¿La devolverás a la vida?-preguntó esperanzada.
-Si, pero de una manera diferente a la que tú piensas-contestó él-lo que mis Padres son, lo que yo soy, y por ende lo que hacemos, no tiene nada de espiritual ni santo Alecto, esto debes entenderlo, sólo somos parte de...como decirlo sin decir demasiado-refunfuñó-parte de una civilización que existe desde antes que la vuestra y tiene una tecnología más avanzada.
-Eso quiere decir que... ¿ya no será ella?-preguntó intentando entender lo que le había dicho.
-Seguirá siendo ella, lo único que haré será modificarla un poco-respondió-será como yo.
-¿Un ángel?-preguntó asombrada, mirando el cuerpo aparentemente dormido de su antigua amiga.
Él sonrió.
-Dicho así si que parece que seamos seres espirituales y puros-bromeó-pero si Alecto, será como tú dices, un ángel.
-Pero... ¿por qué ibas a necesitarme a mí para...modificarla?-preguntó, aún más confuso si cabe.
Él compartía su misma confusión.
-La única explicación que me dio Madre fue que una vez ella se despertase tenía algo muy importante que decirle al nuevo oráculo.
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Llevaban ya tantas semanas caminando que a Hinoiri le extrañaba que no hubiesen alcanzado ya la costa sur de la isla de Honshu. Se supone que huían de Lucifer, pero el único objetivo era alejarlo de su familia por eso avanzaban tan despacio y dando tumbos sin sentido a lo largo de toda la frontera sur. Tampoco es que tuviesen ningún destino en mente, fuera del escaso territorio controlado por los Luminati y los licántropos serían atrapados inmediatamente por las hordas demoníacas y por mucho que ella estuviese dispuesta a ir de inmediato a matar a Lucifer debía ser sincera consigo misma y darle la razón a Zael cuando decía que así lo único que conseguiría era suicidarse. Además, el exángel le había asegurado que si en algún momento se le pasaba esa idea por la cabeza él mismo la amordazaría y la encerraría hasta que la guerra hubiese terminado, y ella le creía.
Al pensar en él no pudo evitar mirarlo de reojo, caminaba unos pasos más allá a su izquiera, con la mirada perdida entre la vegetación, en busca de posibles enemigos. La pelinegra no pudo evitar soltar un suspiro, esos dos meses de largas caminatas y silenciosas noches, en las que apenas si habían hablado, le habían permitido poner las cosas un poco en perspectiva. Al principio se había esforzado muchísimo en mantener vivo el rencor contra él, lo molestaba y le lanzaba reproches constantemente, pero lejos de lo que ella creía él lo aceptaba todo con resignación y le daba la razón sin poner excusas, salvo el hecho de que si se había ido sin decir nada era porque a él también lo perseguía Lucifer y la apreciaba tanto a ella y a su familia que nunca podría perdonarse si por su culpa algo malo les pasase. En ese tiempo incluso ella había entendido cuan necesario era muchas veces hacer ese tipo de sacrificio por muy dolorosos que resultasen para ambas partes, ¿a caso no era ella misma quién ahora estaba haciendo lo mismo al alejarse de su familia sin avisar por que Lucifer la perseguía? ¿y eso significaba que no le importase o no tuviese en cuenta como se pudiesen sentir a causa de ellos sus seres queridos? para nada, por ellos afrontaba el sufrimiento de verse alejada de su hogar, y por lo poco que le había dejado saber en las pocas veces que habían hablado, Zael llevaba toda su vida haciendo lo mismo, alejándose de la gente a la que llegaba a tener algo de aprecio porque escapaba de un pasado muy oscuro, que ni siquiera ella podía llegar a imaginar. ¿Cómo podía castigar ella a una persona que vivía ya en un eterno castigo? No podía decir que sintiese pena por él, porque la determinación con la que el hombre seguía en pie no era algo de lo que tener lástima, ni tampoco lo había perdonado del todo, pero ella no era mejor que él, también había defraudado a mucha gente y la habían perdonado sin ningún tipo de reproche, entonces, ¿quién era ella para ergirse en juez de nadie? Puede que no llegase a perdonarle el dolor que de pequeña le había causado, pero respetaba y hasta llegaba a admirar el duro camino que había afrontado por ello, y más que nada le agradecía las grandes lecciones de vida que le estaba dando en tan poco tiempo a aquella niña estúpida que creía saberlo todo sobre la vida.
-¿Pasa algo?-susurró él, sacándola de su ensoñación-llevas un rato largo mirándome.
Por algún motivo, el hecho de que él se diese cuenta de que estaba pensado en él la hizo sonrojarse, pero ¿qué demonios le estaba pasando? ella no se sonrojaba, nunca.
-Sólo estaba pensando en que yo ahora estoy haciendo lo mismo que tantos años te he reprochado a ti, alejarme de mis seres queridos sin siquiera darles una explicación-contestó en tono decreciente.
Zael se paró enfrente de ella y la agarró por los hombros, sorprendiéndola y haciéndola estremecer inconscientemente, al sentir la piel de sus manos rozar la de sus brazos. Él pareció sentir los mismo y por un momento pareció algo turbado pero en seguida recobró la compostura y clavo sus ojos naranjas en los fucsia de ella, algo que empeoró la situación lejos de lo que ambos pensaban.
-Nunca debes pensar que eres una mala persona por proteger a la gente que quieres-le susurró con ese coro de voz tan enigmático suyo-tú no eres una mala persona Hinoiri.
Algo en la manera de pronunciar su nombre casi provoca que el espíritu le abandone el cuerpo, estaba asustada, ¿qué era eso que le estaba pasando? ¿por qué precisamente era él quién le provocaba esas cosas? quería resistirse pero era imposible, era imposible ocultarle a esa mirada todas las miserias que se escondían en cada esquina de su alma.
-No soy buena Zael-respondió-he hecho cosas terribles, espantosas, yo...
Se tapó la cara con las manos, horrorizada ahora que volvían a ella todas aquellas imágenes horribles de aquella masacre.
El rubio no sabía muy bien que hacer, en todos sus años de vida nunca una expresión de autodesprecio lo había dejado tan desarmado como la que en esos momentos estaba viendo en la cara de Hinoiri, como si ella hubiese sido culpable de los crímenes más atroces que uno se pudiese imaginar.
La pelinegra se fue escurriendo hacia el suelo y se abrazó fuerte las rodillas, enterrando la cara en ellas, tal y como hacía cuando era pequeña y quería escapar de algo que le daba miedo.
-Los maté a todos y disfruté-susurró, con un tono completamente antinatural-sabía que estaba mal y lo hice.
Zael se sentó lentamente a su lado, ella parecía tan asustada y atormentada que temía quebrarla si hacía algún movimiento brusco, con cuidado le pasó la mano por la cabeza y la notó temblar con fuerza. Se sintió el ser más inútil del universo porque a pesar de tantos años de vida que tenía no era capaz de hallar consuelo para ella y eso le hacía sentir un dolor más fuerte incluso que el propio que acarreaba él desde largo tiempo.
-Hasta ahora me medio consolaba creyendo que mi actitud de entonces había sido por tu culpa, por te habías ido y me había dejado sola, tenía a mi familia si, pero nunca fue lo mismo no... no como cuando estabas tú, tú siempre hacías que todo pareciese tan fácil... y cuando te fuiste y comenzó el apocalipsis todo mi mundo se desmoronó, eras el centro de mi mundo Zael, te admiraba y te quería tanto y derepente no estabas y yo...
La respiración empezaba a fallarle, estaba derrumbándose delante de él, algo que había jurado no hacer nunca en su vida, pero era imposible, ella contra él era totalmente imposible, por mucho que se engañase, siempre había sido así.
-¿Qué pasó Hinoiri? ¿quién te engañó?-estaba convencido que si algo malo había pasado no podía haber sido idea de ella, alguien tendría que haberse aprovechado.
-Hubo un tiempo que fui muy mala hija Zael-contestó ella-el odio que sentía desde que te fuiste fue mi perdición en la adolescencia y en el momento de mi conversión fue una completa bomba de relojería, y lord Hakai supo aprovecharlo muy bien.
Recordaba muy bien a lord Hakai, aquella rata de ojos plata y pelo azul oscuro que parasitaba en el Consejo y se dedicaba a poner en duda cada cosa que hacían los reyes, en especial cada cosa que hacía Sakura.
-Siempre fue una serpiente ávida de poder-sentenció con desprecio.
-Y continúa siendo así-respondió-lo que hace todo aún peor.
El ánimo de Hinoiri cayó por los suelos, rozando las ganas de llorar.
-En la adolescencia empezó a interesarse por mí-continuó con repugnancia-y yo como niña idiota caí en su juego, me sentía poderosa al ver como un vampiro tan importante estaba interesado en mí, que todavía era humana.
Zael comprendió de inmediato por donde iban los tiros y no pudo evitar sentirse furioso.
-Dime que no te forzó-gruñó.
Ella se sorprendió ante su reacción, parecía furioso por alguna cosa.
-No se puede llamar así cuando ambas partes están de acuerdo-dijo ella totalmente avergonzada-lo cual demuestra lo idiota que era.
Nunca en toda su existencia se había sentido tan furioso, pensar en que ese gusano la había tocado...que ella... y el hecho de sentirse confuso ante esos sentimientos que no comprendía y no identificaba no mejoraban absolutamente nada.
-El caso es que no pasó mucho tiempo hasta que me convertí y las cosas fueron de mal en peor-continuó-por ese entonces casi no me hablaba con mis padres, ellos nunca han sabido de lo mío con Hakai y mucho menos de lo que pasó después.
Zael no sabía lo que había pasado después pero estaba cada vez más furioso.
-Cuando me convertí empecé a sentir sed, muchísima y estaba completamente absorbida por la influencia de lord Hakai, él me convenció de que como era la princesa estaba en todo mi derecho de exigir cualquier cosa y en aquel momento lo que más ansiaba era sangre humana, mucha sangre humana.
Tomó aire, cada vez se le hacía más difícil aguantar las ganas de llorar.
-Estaba tan metida en mí misma y en los cumplidos de Hakai que me enfurecí cuando mis padres me negaron lo que pedía, decían que corría el riesgo de convertirme en Sombra pero yo no les hice caso y lord Hakai no me iba a contradecir, le importaba más tenerme contenta para poder obtener un compromiso conmigo que lo que yo pudiese llegar a hacer-continuó-así que un día me escapé y di rienda suelta a todo lo que llevaba dentro Zael, masacre aldeas enteras de humanos y ni siquiera me paré a pensar en ello sólo en lo rica que sabía su sangre bajando por mi garganta y que quería más.
Había llegado a un punto en que no pudo soportarlo más y rompio a llorar, avergonzada de sí misma, del monstruo que era y por el que se castigaba a cada día y a cada hora.
-Cuando volví a mi cuarto, él me estaba esperando-continuó entre sollozos-en cuanto me miró a los ojos empezó a insultarme, las cosas que me dijo nunca se me olvidarán, sobre todo la última antes de marcharse y dejarme sola, me llamó monstruo, yo no entendía nada pero cuando me miré al espejo me quedé totalmente horrorizada, estaba llena de sangre y mis ojos... mis ojos se habían vuelto borgoña, como los de los Sombra.
No sabía en que momento Zael le había pasado el brazo por los hombros, pero sentir su cuerpo junto al de ella la reconfortó tanto que la animó a seguir hasta el final.
-Fue entonces cuando fui plenamente consciente de lo que había hecho y me volví completamente loca, me escapé de casa porque no quería seguir haciendo daño a nadie más, porque era una Sombra y...-cogió aire-no podría soportar la idea de seguir viviendo de esa manera, así que me fui e intenté suicidarme pero no había veneno por ninguna parte pero estaba tan desesperada que me prendí fuego una y otra y otra vez, pero como era de esperar solo conseguí quemar parcelas y parcelas de bosque.
El dolor y el desprecio con el que hablaba sobre sí misma hacían que Zael quisiese ir al Ryokan a matar a ese desgraciado que la había llevado hasta ese punto y luego la había tirado como un trapo cuando más lo necesitaba, pero más furioso estaba consigo mismo por no haber estado allí para ayudarla, para consolarla.
-La cuestión es que estuve tantos días, semanas y meses perdida y sin comer que por algún extraño motivo volví a ser una Luminati, no sé como sucedió, no existen precedentes pero pasó y pensé que tendría una oportunidad de ir a morir sin matar a nadie-confesó-estaba convencida que lord Hakai habría hablado y que me matarían nada más verme y al nor ser ya una Sombra no sentiría tentación de matar a nadie más así que me pareció la manera de morir perfecta, pero al llegar me encontré con que nadie sabía nada y habían estado como locos buscándome, no tuve fuerzas para decirles la verdad y volví a mi vida, soportando los chantajes de Hakai y deseando morir a cada momento.
-¡Ese bastardo! ¡lo voy a matar!-rugió Zael completamente fuera de sí.
Hinoiri estaba asustada y ella, como siempre se jactaba en decir, nunca se asustaba. Zael desprendía tal aura de enfado que podía notar el aire vibrar a su alrededor, pero, ¿por qué se enfadaba? Hakai era un bastardo si pero el monstruo era ella, fue ella quien había matado a todos esos inocentes.
-La culpa fue sólo mía Zael, soy un monstruo, solo era cuestión de tiempo...
-¡No!-gritó él avalanzándose sobre ella y haciéndola enmudecer-¡él estaba contigo! ¡tendría que haberte dicho lo que era! ¡haberte ayudado! ¡no dejarte sola! yo... tenía que haber sabido... es mi deber saberlo...
Estaba absolutamente inmovilizada entre el suelo y el cuerpo de él. Era una completa locura, debería estar asustada, él estaba como ido, pero sólo era capaz de sentirlo ahí, justo encima de ella, enviando corrientes eléctricas por todo su cuerpo. Demonios era Zael, le había contado cuentos de pequeña era casi hasta incestuoso sentir esas ansias por sentir más y el hecho de que él no hiciese nada por retirarse no ayudaba.
-No podías saberlo Zael, estabas lejos-susurró.
Él se había tranquilizado de golpe o eso creía de ella porque por dentro el rubio estaba experimentando un volcán de emociones que lo mantenía inmóvil. Él había visto a esa mujer desde bebé, la había acunado y curado las heridas de pequeña y ahora estaba al borde de entrar en la más completa locura al sentir el roce de sus caderas con las de él. ¿Qué demonios era esa tortura? ¿otra especie de broma divina?
-Ya, siempre estoy lejos, y mejor así-dijo intentando apartarse, pero ella no le dejó-Hinoiri, ¿qué haces?
Los ojos de ella brillaban de una manera tan magnética que no había manera de desprenderse de aquella mirada.
-Yo no creo que eso sea mejor y es hora de que tú te lo quites de la cabeza o sino...-por un momento pareció bacilar-sino seré yo misma quien te convenza de lo contrario.
Al ver que él no hacía nada y estaba totalmente confundido, de hecho librando la misma lucha interna que ella, decidió hacer lo único que podía hacer. Besarle.
Los valientes son los que saben llorar con la cara descubierta y luchar contra el miedo. El valiente nunca se rinde.

Si Justin Bieber amenaza con saltar de un edificio:
El 85% de personas entran en depresión
El 10% le dicen que salte
Copia y pega esto en tu firma si eres del 5% de las personas que suben y le da una ayudita (lo empujan) (^w^)

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