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Autor Tema: Hermanos - Capítulo 9  (Leído 6871 veces)

AiixChaan Desconectado
« en: Noviembre 25, 2015, 06:06 pm »

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Hermanos - Capítulo 9
« en: Noviembre 25, 2015, 06:06 pm »
Capítulo 9: Un nuevo día


Konan tomó su celular. Recordó el número de Konoha S.A. y marcó decidida los números en el aparato. Comenzó a sonar. Siguió sonando, sono y sonó.
- Gracias por comunicarse con Konoha S.A. en este momento no podemos acudir a su llamado, por favor deje un mensaje después del tono.
Luego, un jocoso pitido le siguió a la formal voz de la locutora. Konan cortó antes de que terminara.
Fastidiada miró su celular. Luego lo guardó rendida en el bolsillo de su falda. Miró al niño sentado en un rincón. Lo miró con ternura y tristeza aunque sabía que él no podía verla. Se acercó y lentamente le tocó el hombro para calmar sus angustias.
- Konan-san - dijo de repente Sora - Gracias.
La peli azul se quedó anonadada. Rígida le soltó el hombro y se sentó cuidadosamente a su lado.
- Por qué me agradeces, niño? - lo miró realmente conmocionada.
- Mi padre me enseñó que cuando alguien es bueno con uno, hay que agradecerle...
- Pero... sabes dónde estás, niño? yo fui quién te vendó los ojos...
- No sé qué fue lo malo que hizo Konan-san, pero no me gritó ni insultó y fue la única que me preguntó si tenía frío, hambre o sed. Hizo lo mismo que hace mi madre cuando estoy enfermo...
Konan suspiró casi al borde de las lágrimas. Sentía una culpa inmensa, y todo por seguir órdenes. Sintió angustia y, por unos segundos, tuvo ganas de estar muerta. No podía impedir un cariño, aunque sea el más mínimo, por ese niño.
La mujer, que debía hacerse notar entre hombres con su carácter fuerte e ideales, tan solo era una mujer que creía en una cosa, el amor. No parecía esa clase de mujeres, pero detrás de esa coraza, todo lo que hacía lo hacía por amor. Estaba en Akatsuki por su esposo, Nagato. Habían estudiado finanzas juntos y habían comenzando a salir. Habían descubierto que ambos era huérfanos y compartían esa ideología de, en algún momento, poder formar una familia. Cuando se graduaron, comenzaron a vivir juntos y dos años después habían levantando una pequeña empresa de negocios llamada Akatsuki. Al mismo tiempo habían comenzado a competir con Konoha, que deliberadamente, los había dejado en bancarrota. Solos, acongojados y sin salida, acudieron a un financista que emprendió en su empresa y comenzó a manejarla, su nombre era: Madara. Él tomó control inmediato de la misma y la usó como él quiso. Ellos no tuvieron mejor opción que aceptar que gracias a Madara ahora estaban a la altura de Konoha S.A.
Konan permaneció quieta al lado del pequeño, recordando cómo habían sido sus días de jóvenes inocentes junto a Nagato. Nunca lo aceptaban pero en sus ojos se reflejaban el arrepentimiento de acudir a Madara para salvar sus vidas como financistas, ya que ahora la compañía no era más que un conjunto de corruptos y ellos también entraban en esa categoría. Pero ella, aunque fuera poco, quería redimir sus actos. Por lo menos con aquel niño pequeño. Si no lograba quedar embarazada, por lo menos debía de ser buena con un niño que claramente no tenía la culpa.
- Eres un gran niño, Sora. - le acarició la cabeza tiernamente - te prometo que...
El celular sonó en su bolsillo interrumpiéndola. Miró el aparato y reconoció el teléfono, eran los de Konoha.
- Hola - dijo al atender - tengo lo que buscan.
- Devuélvanme a mi hijo de inmediato - Dijo Neji nervioso.
- Es lo que planeo hacer. Está aquí conmigo, a salvo. Mi grupo no sabe nada pero quiero...
- Él está bien? Pásamelo por favor, Konan.
La peli azul suspiró y lentamente ubicó el celular en el oído del niño.
- Papá? - La voz de Sora se quebró sintiéndose aliviado por escuchar la voz de su padre - sí, estoy bien. Si. No, Konan-san me ha cuidado. No. No. En su casa, al parecer. Si, lo haré, me portaré bien - Sora reprimió un llantito - Te quiero, papá.
Nuevamente tomó la palabra la mujer allí presente.
- Gracias - le agradeció Neji conmocionado - Gracias por cuidarlo... Quisiera saber que vamos a hacer...
- Estamos ahora en un hotel, no es mi casa, no quiero implicar a Nagato. Mentiré diciendo que se escapó pero tenemos que hacer esto rápido y sin mucho movimiento. Lo cuidé, es solo un niño, no estoy a favor de secuestrar pequeños. Quiero dejar eso en claro, pero nuestra rivalidad no ha terminado.
- Entiendo. Devuélvemelo y esto terminará pronto.
- Esta noche a las 9 p.m. en la entrada del puerto. Debes ser puntual y ágil.
- Lo sé. Nos veremos allí.
- Bien.
Ambos cortaron sin vacilar. Konan observó detenidamente al pequeño. Se sentía destrozada pero no podía demostrarlo. Tampoco podía decirle nada a Nagato, temía meterlo en problemas. Con mucho cuidado le quitó el vendaje al niño y le sonrió. Sora, le devolvió la sonrisa casi automáticamente.
- Sora, volverás a ver a tus padres, te lo prometo. Ahora puedes tomar un baño, yo bajaré a buscar algo para comer.
- Gracias.
Konan se levantó, caminó hacia la puerta con las llaves en la mano, abrió la puerta y antes de salir se giró y miró al pequeño que la miraba con inocencia.
- y otra cosa... deja de agradecerme, fuiste muy valiente y educado, debes agradecerle eso a tus padres.
Sora la miró sin comprender mientras ella abandonaba la habitación y la cerraba con llave.

Neji cortó el teléfono y miró a los presentes.
- Hablé con ella. - Neji relajó un poco los músculos de su espalda y miró a Naruto - Dijo que nos devolvería a Sora...
Ten- ten se levantó del enorme diván que tenía Naruto en su oficina.
- Iré - aclamó firmemente.
- No- se negó el oji perla - No confío en ninguno de los Akatsuki. Iré con Naruto y Sasuke.
Los aludidos asintieron. Kokona miró intranquila a su hermano, amagó para hablar pero el rubio, al darse cuenta de sus intenciones la detuvo con su brazo y le sonrió.
- No hace falta que vengas, esto es trabajo de hombre. - le dijo
- y si es una trampa..?
- Correremos el riesgo... - Dijo el sombrío Uchiha de oscuros ojos.
- Tráiganlo de vuelta. - exclamó Ten-ten acongojada.
Neji asintió y besó suavemente la frente de su mujer. Iba a traer a su hijo de vuelta costara lo que le costara, incluso si eso significara la muerte.

En la casa de los Uzumaki Hoshiko, Mei, Yota y Hiroto habían dejado a los más pequeños mirando la tele mientras discutían la situación en la cocina.
- Maldita sea, esa gente no para nunca. Una cosa es competir en los negocios pero esto... esto es ilegal... - Hiroto apretó el puño y bajó la vista intentando tranquilizarse.
- No pueden meterse con un niño eso es caer muy bajo...- Yota miró furioso a su amigo, éste asintió dándole la razón.
Mei y Hoshiko se miraron preocupadas. Un silencio triste y agarrotado cubrió la sala. Todos estaban sumidos en sus pensamientos, sus enojos, sus preocupaciones. Hiroto pensaba en su primito. Jugaba con los tres desde siempre y con Sora siempre les hacían bromas pesadas a sus hermanitas. No le podía pasar nada a ese niño sino él mismo intentaría vengarlo. Yota buscaba alguna solución, también temía que los niños se aburrieran de la tele y notaran sus preocupaciones. Mei no conocía a los pequeños, pero más de una vez Ten-ten había ido a ayudar a su madre en la Florería. Temía que algo le pasara a ese niño porque sabía que ningún pequeño se merecía esa pena. Hoshiko conocía desde los cuatro años a los trillizos, su madre Temari era otra de las pediatras del hospital central. Atendía a los trillizos desde pequeños y Neji era compañero de su padre en el sector de planificación de la empresa. Sus padres eran amigos y más de una vez Ten-Ten le había pedido de cuidar a los trillizos por una considerable cantidad de dinero. Hoshiko no esperaba tanto dinero pero aceptó por miedo a pasar como mal educada. Conocía a Sora y no quería que le pasara nada ni a él ni a ninguno de los hermanitos.
Con un pegajoso sonido el celular de Hiroto cortó el silencio.
- Papá.
- Hiroto. Konan nos ha llamado. Liberará a Sora...
- Como dices?! - Hiroto se levantó bruscamente y tiró detrás de él la silla
- Si, dijo que no quería implicarse en algo tan turbio como el secuestro de un niño. En tres horas debemos verla en el puerto. Necesito que cuiden de los niños hasta que lleguemos.
- Bien... llámame si surge algo.
- Lo haré. Adiós.
- Chau y cuídate.
- Tu igual, Hiroto.
Ambos cortaron el celular y todos giraron en torno al peli azul para escuchar las noticias. Había tensión en la sala, todos tenía los músculos contraídos y rígidos. Nadie hablaba, solo se escuchaba la película animada que habían puesto en la sala.
- Saben dónde está y Konan pretende liberarlo.
Todos suspiraron aliviados. Mei se desplomó en el asiento. Hoshiko juntó sus manos y rogó que todo saliera bien. Yota miró al techo y todos sus músculos se relajaron.
- Debemos distraer a los niños y quedarnos aquí con ellos hasta que todo esto termine...
Se miraron. Intercambiaron miradas por un pequeño lapso que ellos consideraron horas. Haru entró a la cocina y los miró confundido. Todos se estaban mirando y no notaron la presencia del niño.
- Primo... La película terminó. Ya no sabemos qué hacer y Aoi se puso triste por Sora-chan... - el chiquillo a punto de descargar toda su tristeza levantó la vista hacia los adolescentes allí presentes.
- Tranquilo, ve y diles a tus hermanos que Sora ya va a volver, Neji lo va a traerlo de vuelta. - Hiroto develó su mejor sonrisa haciendo que su primito se aliviara y quedara completamente satisfecho.
Mei y Yota permanecieron en la cocina, se ofrecieron para cocinar. Mientras Hoshiko y Mei volvían a la sala con los demás y le contaban las buenas noticias. Hoshiko abrazó a su novio, lo miró y en su rostro se dibujo una dulce sonrisa.
- Me alegro que Sora-chan vuelva - Dijo la castaña - Espero que mañana sea un nuevo día...

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