Capítulo 17: Tregua.
El Lunes por la mañana Naruto había recibido la desconcertante noticia de la muerte de Konan. Había quedado petrificado al escuchar como Tsunade le explicaba que la muerte probablemente había sido intencionada. Había hablado poco y ella no le había dado muchos detalles, pero él sabía perfectamente quién era capaz de esa clase de cosas. Luego la rubia lo había invitado a almorzar para hablar más del tema. Justo al cortar, Naruto escuchó la puerta de su oficina y volteó al instante. Sonrió socarronamente al ver a su amigo vestido con un mameluco verde y una escoba en su mano derecha.
- He terminado con el baño. – dijo Sasuke fastidioso.
- Perfecto. – La sonrisa de Naruto se ensanchó. – Ahora tengo una tarea especial para ti…
A las 12.30 del mediodía Naruto arribó al lugar donde almorzaría con Tsunade. Al entrar observó el lugar y luego vio el gesto insistente de la rubia para que se acercara.
- Media hora tarde. Sin duda, era de esperarse – Aunque la situación era delicada ella sonrió, no podía perder el toque.
- Je-je, baa-chaan entiende que las cosas en la empresa están complicadas, y estuve castigando a Sasuke… Además justo ahora hay mucha gente de vacaciones y hay muchas tareas que directamente se me fueron conferidas a mí… Dios, ¿dónde han quedado mis hermosos días de secundaria? – él también sonrió, mostrando toda su perfecta dentadura.
- Naruto, ya he pedido… supuse que llegarías tarde así que fui adelantando pasos…
- Pues me parece perfecto, además no soy muy difícil de descifrar…
- Nada más que Ramen para el niño…
- Ya no soy un niño… - El rubio profirió una extensa carcajada y Tsunade lo acompañó. Luego de reír llegaron sus respectivos platos y el ambiente se puso algo tenso.
- Bueno – comenzó Tsunade – Es difícil explicarte esto, más aún sabiendo que no eres médico…
- Inténtalo – dijo Naruto sorbiendo un fideo – Realmente prestaré atención.
- Bien, como ya sabes Konan ha muerto, pero no fue por su herida de bala… ella estaba perfectamente bien cuando la dejé en internación descansando. Shizune le puso suero nuevo a la madruga y dejamos dos guardias cuidando el lugar.
- Quienes eran? – Naruto comía sin pausa pero escuchaba atentamente.
- Kotetsu y Udon…
Naruto levantó la vista y miró a Tsunade sorprendido. Naruto tenía cierta cercanía con Udon, al igual que con Moegi y Konohamaru. Pero Kotetsu estaba para proteger a Tsunade, y también había creado cierto lazo. Sabía cómo se sentía ella, aunque no lo demostrara.
- Ya veo…- Naruto tragó otra parte de sus fideos y tomó una medida de sake. – Y que pasó con ellos?
- No lo sabemos… al principio pensamos que habían ido a comer, al baño, a tomar aire fresco, cualquier cosa. Luego se nos ocurrió algo tan terrible como que nos habían traicionado… Aunque la última opción fue peor que esa…
- Los secuestraron – No era una pregunta, Naruto lo sabía.
- Y algo mas también… - Tsunade se mordió la uña con fastidio – Además de la cuestión de los guardias, hubo otra cosa extraña…
- Por ello es que afirmas que la muerte fue intencionada? – Naruto dejó sus palillos y miró seriamente a la rubia.
- Exacto. El Suero que Shizune había puesto y corroborado, había sido cambiado. Además, no había señales de hemorragia ni de ningún esfuerzo ni infección ni nada por el estilo… su corazón, que también estaba estable, simplemente dejó de latir. Shizune quitó ese suero desconocido y lo examinó en laboratorio con todo el personal. Estuvieron horas… y sabes lo que descubrieron?
Naruto negó con la cabeza, escuchando atentamente para entender cada detalle.
- Nada, absolutamente nada… Tenía componentes extraños, conocidos, pero que juntos no significaban nada… o por lo menos no para nosotros. Por lo visto es algún tipo de droga desconocida y seguro ilegal… Realmente no sabemos de dónde proviene pero estamos seguro que eso fue lo que causo la muerte instantánea de Konan…
- Básicamente, no hay pruebas, pero lo culpables…
- Esta más que claro que fueron ELLOS.
Era un día encantador, aunque nada estaba tranquilo, en especial en la residencia de Sai e Ino.
El timbre sonó una vez, pero nadie contestó. Sonó una segunda vez, y no se escuchaban movimientos. Cuando iba a tocarlo por tercera vez, vio como la puerta se abría rápidamente.
- Lo siento – dijo Mei haciendo una exagerada reverencia. – Lo siento, mis padres no están y yo estaba tomando un baño así que… que… - Cuando Mei levantó la vista no pudo creer que frente a ella Sasuke la miraba sin expresión alguna. – Sasuke-san?!
Mei lo hizo pasar a la sala y le sirvió algo de café. Ella estaba en su ropa de casa y él con su traje, estaba incómoda pero no había razón por la que estarlo… ¿verdad? Mei se aclaró la garganta y tomó valor.
- ¿Qué hace aquí Sasuke-san?
- Vine a ver a tu padre- El peliazul no parecía enojado, ni triste, ni feliz… tenía una expresión fría y sin mucha información.
- Sasuke-san – Mei levanto la vista y lo vio con temor – ¿Que pasó entre mi padre y usted…?
Sasuke tomó su último sorbo de café y la miró seriamente.
- ¿En serio quieres saber?
Mei asintió con determinación, y el paliazul sonrió con confianza. Dejó su taza de café y comenzó con su relato.
Cuando el almuerzo terminó, Tsunade caminó de vuelta al hospital. Cuando entró y pasó por recepción, una de las recepcionistas la llamó para entregarle un paquete. Tsunade lo observó con desconfianza y miró fijamente a la mujer detrás del mostrador.
- ¿Quién trajo esto?
- E-e-ehm, el cartero, Tsunade-sama.
La rubia examinó el paquete y acto seguido decidió tomarlo y subirlo a su oficina.
Al llegar puso el paquete en su escritorio y lo fulminó con la mirada. Lo examino de arriba abajo, vio el paquete, el tamaño… parecía una caja, sería una bomba?! No claro que no… o… si? Lo levanto y lo agitó un poco. Parecía que era una caja con algo adentro. Le picaba la curiosidad pero también el miedo. Se sentó algo indignada en su silla y la giró para ver por su ventana. Dos segundos después escuchó que alguien golpeaba la puerta y lo hizo pasar.
- Tsunade-sama – Shizune atravesó el umbral y cerró la puerta a sus espaldas. – Todavía no hemos encontrado nada pero… - La mujer recién llegada divisó el paquete y lo miró con curiosidad – Qué… qué es eso?
- No lo sé, lo han enviado desde el correo, pero no tiene remitente.
- Pero… desde el correo te piden un remitente…
- Lo sé, probablemente quién lo haya enviado o ha sido contratado aparte o ni siquiera era un cartero…
- Claro. Tienes miedo de abrirlo, Tsunade-sama?
- Si, no es por mí, sino por el hospital… si llega a ser una trampa yo… ni muerta podría perdonármelo.
Shizune asintió y ambas posaron la vista sobre el paquete.
Mei estaba sentada sobre el sillón de dos plazas con las rodillas pegadas a su pecho y sus brazos rodeando sus piernas. Había puesto la cara más triste que Sasuke alguna vez había visto, así que posó su fuerte mano sobre la cabeza de la joven.
- Descuida, yo solo vine a arreglar las cosas.
Mei lo miró con esperanzas, si él venía por eso, tal vez, al fin, podría estar junto a Yota. Al escuchar la puerta volteó rápidamente y miró como su madre y padre entraban en ella llenos de bolsas de supermercado.
- Basta ya Sai, hoy haré cerdo y se terminó la discusión…
- Siempre tan dura conmigo Ino-sama.
- Yo no… - Ino dejó de sonreír al ver a Sasuke, y no porque le desagradara, sino porque su marido estaba allí también.
- Tu no, que…? - Sai entró después de ella en la sala y miró fijamente a Sasuke. Automáticamente una de sus peculiares sonrisas se dibujó en su rostro. – Largo de mi casa.
Sasuke se incorporó y lo miró fijamente. Extendió su mano derecha para que Sai pudiera tomarla y lo miró con la misma fijeza que Sai lo estaba mirando a él.
- Vine a disculparme y a dejar las cosas en claro…
Ino contuvo la respiración, luego vio a su hija, quién la miraba con temor. La rubia tragó saliva y apoyó las bolsas en el suelo.
- Ven Mei, vamos a la cocina, ayúdame con las bolsas.
Mei asintió sin decir ni una palabra. Agarró las bolsas y caminó derecho a la cocina. Miró sobre su hombro a su padre, quién no apartó ni por un segundo la vista de Sasuke. Luego, ella ingresó a la cocina sin oscilar.
Sai no estrechó la mano de Sasuke, así que éste la bajo sin mucho rodeo.
- ¿Realmente quieres una tregua?
- No lo hago por ti, lo hago por mi familia… y por Naruto
- Ya era hora – dijo Sai con odio, sin declinar su perfecta sonrisa – Luego de tantos problemas que has causado.
Sasuke frunció el ceño, y miró a Sai con odio.
- Tu tampoco eres un ejemplo a seguir, no crees?
Sai dejó de sonreír y por un instante la sala de decoró de silencio, un frio y petrificante silencio.
Detrás de la puerta de la cocina Ino y Mei estaban pegadas a ella escuchando lo que se hablaba en la sala.
- Mamá, esto no está bien verdad? – dijo Mei por lo bajo.
- Pues claro que no, pero conociéndolo a tu padre si le pregunto luego nunca me contará lo que hablaron… - Ino sonrió y miró a su hija con cariño – Además, Tengo que informarle a Yota que puede quedarse con mi hermosa hija si esto sale bien…
La joven de pelo negro como la noche se sonrojó ampliamente. Todo su rostro se tornó de un matiz rojo como la sangre, carmín como el rubí. Pero estaba feliz, feliz de que su madre la apoyara y de que, si esto salía bien, ya no tendría problemas con Yota…
- Bien, te dejaré hablar…
- Sai, eres un hombre sensato pero te carcome el rencor.
- Claro que si, Uchiha – dijo Sai con odio – Naruto no fue el único que ayudó a tu mujer cuando tú la abandonaste, y Naruto agradeció mi posición cuando lo abandonaste por una semana para ir a emborracharte por ahí y…
- BASTA YAA!!
El moreno dejó de sonreír y se congeló por un instante. Detrás de la puerta, Mei se cubrió la boca con la mano para no proferir el gritito de sorpresa que le había causado el grito de Sasuke. Ino había comenzado a llorar.
- Quién te crees que eres…?- continuó Sasuke irritado – Es fácil para ti decir todo esto pero deberías encargarte de tus asuntos… Saliendo con Ino quisiste quedarte con mi mujer cuando ella estaba sola, quisiste quedarte con mi puesto cuando se te dio la ocasión y casi pensé que llegarías a matarme para suplantar mi lugar…
- Tú que sabes..? – Sai no sonreía, su gesto era duro y tenso, sus músculos estaban contenidos debajo de su camisa intentando no reaccionar. – Sakura es una gran amiga e Ino es la persona de la que me enamoré. Naruto me dio un trabajo y tenía que valorarlo… muchos dirán que jugué sucio pero yo solo quería lo mejor para la empresa y tu… eras lo peor.
El puño de Sasuke cortó el aire como una veloz navaja y fue a parar directo a la mejilla izquierda de Sai, quién cayó aturdido sobre la alfombra de la sala de estar. Pudo ver a Sasuke transpirado cuando recobró la compostura y su odio creció, hizo hervir su sangre y aumentar su irritación. Con los ojos desorbitados se levantó y empujó con todo su cuerpo a Sasuke sobre la alfombra. Su cabeza dio contra la mesa del teléfono e hizo que se cayera, junto con la lámpara que yacía sobre ella. Sai se incorporó e intentó darle un golpe en la nariz a Sasuke, pero éste lo esquivó y solo logró darle al lóbulo de su oreja. El Uchiha lo empujó para sacárselo de encima y Sai cayó de espaldas contra el sillón. Ambos intentaron recomponer la postura pero justo en ese instante Mei entró a la sala y se puso entre ambos. Ino la miraba llena de lágrimas en los ojos desde la cocina, incapaz de moverse.
- BASTA YAAA!! Basta!!BASTAA!!! – Mei gritó tan fuerte como pudo e impidió que los adultos continuaran con su riña de niños. Al forzar su voz sintió que le faltaba el aire y se desplomó sobre el suelo sobre sus rodillas. Luego escondió su cara entre sus manos y comenzó a llorar. Sai intentó acercarse pero ella lo rechazó. – Dejen esto ya por favor… Nadie quiere que sean amigos pero, ¿no se dan cuenta como hieren a otras personas con su pelea de niños? En especial a Mamá y a Sakura-san, lo he oído todo, una parte me lo ha contado mamá pero nunca pensé que una simple pelea entre adultos pudiera desembocar en el dolor de sus familiares y personas cercanas. ¿No ven lo egoístas qué son? Mamá no pudo más que llorar cuando comenzaron a darse golpes pero… ¿Por qué siquiera tuvieron que llegar hasta este extremo…?
Tanto Sasuke como Sai la miraban atónitos. Sasuke estaba sorprendido porque la niña que lo había tratado con tanta timidez ahora lo estaba regañando, además, se sentía culpable porque todo lo que le había dicho quince minutos antes parecían solo patrañas. Sai no podía quitar los ojos anonadados de su hija, quién lo estaba desafiando, quién estaba dándole un sermón, la pequeña niña ya parecía una adulta.
Cuando Mei dejó de hablar las lágrimas finalmente la consumieron. Ino corrió a su lado y la rodeó con sus brazos mientras ella también descargaba años de lágrimas guardadas. Sai miraba la escena totalmente apenado, pero Sasuke se levantó y tendió una mano a Sai. Éste lo miró confuso y sorprendido.
- ¿Tregua?
Sai sonrió algo molesto pero tomó la mano de su rival.
- Esto no ha terminado…
- Tenlo por seguro, Sasuke.
Mei levantó lentamente la cabeza y vio a su padre sonriéndole. Era la verdadera sonrisa de su padre.
- Lo siento, Mei-chan. Ya no te lastimaremos…
- Papaa…. – La joven se lanzó a los brazos de su padre y se aferró a él sin dejar de agradecerle. Ahora, podía ser feliz junto con Yota.
Eran las 13 hs, pero había un edificio lleno de oscuridad en el centro de Tokyo. Madara era quién reflejaba una oscuridad que aturdía el ambiente, que asustaba a algunos y mataba a otros. Se sentó en su sillón,en la cabecera de la mesa y sonrió. Ahora que Konan y Nagato estaban fuera del camino no había nadie en ese grupo que sintiera culpas o remordimientos por atacar a Konoha, o más bien, por destruirla. Encendió un cigarrillo y le dio una larga pitada a lo que Zetsu entraba a la oficina.
- Madara
- ¿Si?
- Ya está todo preparado.
- Excelente, comencemos…