—Bien, solo falta la cochinita de Sakura — le acarició la cabecita y se la llevó a upa. Le puso un vestidito morado floreado y un sombrerito blanco con flores — Vámonos y démosle una sorpresa a esa vieja amargada.
Cuando llegaron, tocaron el timbre de la casa.
Kaede abrió y se quedó asombrada al ver quiénes eran. Aun así se mostró extremadamente fría, todo por lo orgullosa que era.
—Hola… quería que conocieras a Sakura, tu nieta…