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Inuyasha: Malos De La Cabeza [AMOR] [LEMON]

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Mística:
Hola, ewe, ¿ya el capítulo 3? wow, esto sí que va demasiado aprisa xDDD Leí el 2, así que:

Me quedé así  :oooooh:

Ese par sí que va muuuy rápido.  uuuu, Buena escena donde se conocen por el FB y Msn, eso es muy real, así se conoce mucha gente xDDD

 Uuu, ¿así que tienen su propia plantación de Mari? hahaha, no sé si sean buenas compañías xDDD Kagome fue muy sabia xDDD.

La actitud de Sesshou me gusta xD.Muy buena narración, sobre todo en lo que trata del arreglo de las chicas xDDD

Saludos.

Sugarbabe:
Este capítulo contiene partes LEMON!

CAPÍTULO 4
LA ZORRA Y SU TUNDA

      Al mediodía del lunes, las 4 amigas acordaron juntarse unos momentos antes de entrar a clases para ponerse al día como corresponde. Cada una relató su fin de semana con detalles, y cuando Sango y Ayame les contaron sobre la fiesta de la Universidad, ambas intentaron aplazar el tema de Inuyasha hasta que Kagome preguntó por él.
-Inuyasha dijo que iría, ¿lo vieron?- les preguntó Kagome. Sango y Ayame se miraron, pero luego miraron a Kagome para disimular.
-Eeehh...- intentó comenzar Ayame.
-Kagome, verás... No queremos que te sientas mal, pero...- trató de decir Sango, cuando a Kagome se le transformó el rostro a la tristeza.
-¿Estuvo con otra chica?- preguntó, con tono apagado. Ayame asintió lamentándolo mucho. Kagome las miró a todas muy triste -Bueno, no importa. Después de todo, no había nada entre los dos- dijo, finjiendo que le estaba bajando el perfil al asunto.
-Piensa que es mejor que sepas sobre ésto ahora a que lo sepas cuando estés enamorada- intentó hacerla sentirse mejor Rin.
-No se preocupen. Me ocuparé de mis estudios y me sentiré mejor.
-Lo sentimos de verdad, amiga- le dijo Ayame.
-Gracias por habérmelo dicho, en serio- les agradeció Kagome con una débil sonrisa.

      No sabía por qué, pero le había dolido lo de Inuyasha. Él estaba comenzando a gustarle y a interesarle de verdad y creía tener aunque fuera una mínima posibilidad. Pero ahora se daba cuenta de que no era así. A pesar de ello, quería saber quién era la chica y ver qué tenía de especial.

      Fué a clases con Ayame y logró distraerse. A la salida, llegaron a buscarlas Sango y Rin para ir a reunirse con los chicos.
-Oigan, me robo a Ayame unos momentos. Díganles a los chicos que ya vamos- dijo traviesamente Sango, tirando a Ayame de la mano y apresurándola lejos de Kagome y Rin, a los ascensores.
-¡Sango, ¿qué sucede?!- exclamó riendo algo nerviosa Ayame.
-¡Ssshh! Sólo sígueme- le guiñó un ojo con picardía Sango.

      Kagome y Rin caminaron para bajar por las escaleras.
-No tienes que ir donde los chicos si no quieres encontrarte a Inuyasha, podemos ir a otro lado juntas- le sugirió Rin. Kagome negó con la cabeza.
-No es buena idea evitarlo, puede notar que algo pasa- le dijo, pues de todas maneras iba a dar la cara. Rin sonrió levemente, admirada.
-Bien dicho, pero sé indiferente- aconsejó. Kagome le sonrió levemente, y en señal de agradecimiento, le guiñó un ojo. 

      Sango apresuraba a su amiga Ayame de la mano hacia el casino, en el último piso del edificio. La pelirroja se cansó de preguntarle qué tramaba, pues no recibía respuesta concreta de su amiga. Entrando allí, Sango la hizo detenerse en el sector de las cientos de mesas y sillas.
-Espérame aquí, no te muevas- ordenó Sango pícaramente, y se dirigió a un grupo de chicos sentados, conversando y riendo en una de las mesas. Ayame vió a Sango acercándosele a un chico en particular, con el cual intercambió unas palabras y éste se puso de pié. Era alto y moreno, y su pelo negro azulado iba todo amarrado en una larga trenza. Sango caminó hacia Ayame seguida por él, quién acentuaba su sonrisa segura y confianza a medida que iba acercándose a ella. Cuando lo tuvo en frente, le fue inevitable reparar en lo guapo que era. Tenía los ojos azules y un cuerpo más bien fornido, 1,80 de altura.
-Ayame, te presento a Bankotsu. Bankotsu, ella es Ayame- los presentó Sango sonriendo traviesa.
-Es todo un placer- dijo él sin quitarle los ojos de encima.
-Hola- le dijo ella.
-Eres mucho más atractiva de cerca que de lejos. No me imagino cómo serás aún más de cerca- se atrevió a decirle. Una chica no hubiera aceptado comentario así de un chico si lo viniera recién conociendo, pero Bankotsu lo dijo de una manera que hasta sonó respetuoso. Ayame rió levemente, sonrojándose -Qué lindo como te sonrojas- continuó.
-No es necesario tanto elogio, no vivo sólo de éso- dijo ella en tono dulce.
-Se sabe que no, pero es un gusto que debo dar a los dos. Sango me contó todo lo que sabe de tí, pero omitió una parte, la muy puta- comentó, aparentando estar enojado. Sango y Ayame rieron ante tal broma.
-Bueno, pues pregunta- dijo Ayame.
-Quería saber si tienes novio.
-No tengo novio, pero tampoco estoy sola.
-Mierda, qué lástima. Pero dime, ¿tendría posibilidades de ser el segundo?
-Éso habría que verlo- ¿Lo estaba desafiando, y más encima en tono coqueto? Ayame se sorprendió, pero disimuló. Bankotsu rió como el villano de la película que se prepara para pensar en su próxima maldad.
-Me encantan los desafíos.
-Lo siento, debemos irnos ahora- dijo ella, sonriéndole.
-Vayan. Le pediré a Sango tu contacto, si no te molesta.
-No, está bién.
-Genial, hablamos.
-Ok- dijo Ayame, y agarró a Sango para llevársela volando -No me lo creo el que lo haya desafiado de esa forma. ¡Como si le estuviera coqueteando!- rió levemente y sin poder concebir esa idea, apesar de que en el fondo de su ser, creía inevitable coquetearle a un chico como Bankotsu.
-En tu lugar, le hubiera coqueteado deliberadamente. Dime si no está bueno- le dijo Sango riendo pícaramente y dándole codazos a su amiga.
-Puedes tirártelo tú si quieres, no me importa.
-¡Agh, Ayame! Se ha fijado en tí, entiende... Y aprovéchalo, pues no creo que con un chico así sea posible pasarla mal- Sango le guiñó un ojo muy segura. Ayame rió levemente tratando de ignorar a Sango, y tomaron el ascensor.

      En el Starbucks estaban todos los chicos, compartiendo y conversando. Miroku y Koga hablaban de fútbol animadamente, mientras los demás estaban "en pareja". Kagome ignoraba completamente a Inuyasha. Éste había notado su actitud y parecía estar casi encima de ella para obtener su atención. Sesshoumaru y Rin conversaban como normalmente. Sango y Ayame se integraron al grupo, Sango con Miroku y Ayame con Koga.
-¿Dónde andaban?- les preguntó Miroku a las dos.
-Acompañábamos a un amigo, se lo presenté a Ayame- contestó Sango abiertamente. Rin y Kagome se miraron disimuladamente, y Ayame le dedicó una mirada sorprendida y algo nerviosa a Sango. Todos siguieron en lo suyo, y Ayame disimuló, mirando a otro lado.
-¿Es cierto éso?- le preguntó Koga, con tono sereno. Ayame lo miró y se lo encontró mirándola fija y tranquilamente. Ella sólo asintió, y Koga percibió que el tema la ponía algo extraña -¿Por qué esa cara?
-Tonterías.
-Dímelo, no pasa nada.
-Pensé que te molestaría que tuviera otros amigos por ahí- dijo la pelirroja tímidamente, y el moreno rió enternecido.
-No, está muy bien, siempre y cuando seas mía- aclaró, acercándose para que se besaran suavemente.

      Entre tanto, Sango y Miroku estaban en pleno coqueteo.
-Oye,... ¿vamos a ir?- le preguntó Miroku en tono seductor. Sango sonrió coqueta.
-¿Dónde?- le preguntó, intentando parecer ingenua.
-Tú sabes, tienes que compensarme algo- contestó en voz baja. Sango rió por lo bajo.
-Claro que vamos- confirmó, y de inmediato se pusieron de acuerdo para ir a un motel el día siguiente, a eso de las 3 de la tarde.

      Faltaban unos minutos para volver a clases, cuando Kagome decidió irse antes.
-¿Vas a clases ya?- le preguntó Inuyasha, extrañado.
-Sí- contestó Kagome, con sencillez.
-Nos vemos allá, Kagome- la apoyó Ayame. Le guiñó un ojo, tomó su bolso y se fue.

      Estaba en verdad fastidiada por haber tenido que soportar a Inuyasha casi encima de él, sin poder entender por qué. Si se había tirado a otra chica, ¿por qué no la iba a buscar y la dejaba tranquila? Iba muy ocupada prestándole atención a su enojo, cuando tropezó en el último escalón hacia el quinto piso y calló de rodillas, enfadándose aún más. Algunos que estaban cerca rieron a escondidas, pero sólo uno se apresuró a ayudarla.
-¿Te ayudo? ¿Estás bien?- le preguntó, mientras la tomaba delicadamente de los brazos para auxiliarla. Sorprendida, Kagome miró al apuesto chico que la miraba con una sonrisa, levemente sonrojado.
-Estoy bien, gracias- murmuró Kagome, sonriéndole gentil. Él era muy apuesto y ordenado. De cabello chocolate corto y ojos oscuros, era tan alto como Inuyasha y de piel blanca.
-¿Puedo preguntar tu nombre?- dijo él. Kagome asintió ésta vez sin habla, nunca un chico le había preguntado su nombre sin conocerla.
-Kagome.
-Yo soy Hojo, ¿qué estudias?
-Ingeniería Comercial, ¿y tú?
-Arquitectura.
-¿Eres de primer año?
-Sí, ¿tú también?

      Kagome asintió encantada, y Hojo rió levemente, sonrojándose aún más.
-Si me permites, debo ir a clases. ¿Puedo tomar tu contacto?- preguntó el chico, tímidamente.
-Desde luego- respondió Kagome alegre, e intercambió sus datos de contacto con él. Se despidieron de forma simpática y cada uno siguió su camino.

      Ayame llegó a clases y se encontró a su amiga Kagome, sonriendo sola en su puesto.
-Hey, ¿sucedió algo que tienes ésa sonrisa?- le preguntó sonriendo curiosa, mientras se sentaba a su lado y los demás entraban. Kagome le mencionó lo de Hojo, y Ayame quedó entusiasmada y emocionadísima -Wow, espero te llame de verdad.
-Yo también, no estaría nada de mal que nos conociéramos y saliéramos.
-Así se habla- le guiñó el ojo Ayame, y luego se dispusieron a poner atención en clases.

      Al día siguiente, Sango y Miroku se reunieron a la hora de almuerzo para comer juntos e ir al motel. Aunque ambos tenían experiencias sexuales, ninguno había ido a un motel, por lo que ésta iba a ser toda una experiencia. Una especie de mucama los recibió en la entrada y los hizo pasar a la espaciosa casona llena de puertas por todos lados. Los llevó a la habitación reservada por Miroku y éste canceló, mientras Sango exploraba el lugar. Tenía una cama de dos plazas y media, veladores, LCD con cable y baño con toallas, shampoo y jabón, y estaba todo dispuesto para 4 horas de puro placer.

      La mucama los dejó a solas, ellos dejaron sus cosas para estar cómodos y comenzaron por besarse con calma. Al primer beso, se desearon mucho más y poco a poco, los besos se hicieron más apasionados y rápidos y se incorporaron las caricias algo desesperadas. Se desnudaron, se besaron y se lamieron el uno al otro completamente, regalándose placer a mil por hora. El cuerpo de Sango era como ningún otro. Cada parte era totalmente acorde con las demás, y era sencillamente, hermoso y sexy. Sango estaba cautivada por el cuerpo de Miroku, tan atlético y varonil, que de sólo verlo, se excitaba el doble. Estando listos para la mejor parte, Miroku ubicó las piernas de Sango sobre sus hombros y una vez dentro de ella, comenzó a moverse lentamente. Pronto, Sango le pidió que subiera la velocidad y él hizo caso de inmediato. Los gemidos de deseo era lo único que se escuchaba, mientras ellos variaban posiciones y se demostraban lo atraídos que estaban. Después de la primera hora de amor que finalizó con un alucinante orgasmo, vinieron otras 3 horas más que los dejaron casi sin aliento. Para terminar, antes de irse, tomaron una sensual ducha juntos.

      La gente en la calle los vió salir riendo traviesos y tomados de la mano, y Miroku fue a dejarla a su autobús para que fuera a casa. Cuando éste hizo su aparición, Miroku la estrechó entre sus brazos de la nada y se besaron suave y cariñosamente.
-Ay, Sango- dijo en voz baja luego del beso, cuando se miraban fijo y muy de cerca -Espero volver a tenerte- le dijo, lo que hizo acentuar la sonrisa coqueta de Sango. Ella sólo asintió, le dió un pequeño beso y corrió a tomar su autobús. No se perdieron de vista hasta que no fue posible distinguirse en la lejanía.

      A los 2 días después, los chicos quedaron de reunirse a almorzar, como ya era costumbre. Koga salió un par de minutos más tarde pues estaba terminando una actividad y corrió a la siga de sus amigos, no quería perderse un momento con ellos, ni menos con Ayame. Iba a paso veloz por las escaleras y cuando dobló a la siguiente, chocó de lleno con una muchacha.
-Lo siento, lo siento- se disculpó de inmediato aceleradamente, cuando notó de quién se trataba. Hace 7 meses fue la última vez que vió los ojos rojos, la piel blanca y el cabello negro ondulado caer hasta sus codos. Ella lo quedó mirando igualmente y lo reconoció de inmediato, era inevitable no hacerlo -Kagura- dijo él, sorprendido.
-¡Koga! Cielos, no puedo creer que estés en la misma Universidad que yo- dijo ella, sorprendida y emocionada, sonriendo ampliamente. Koga rió levemente.
-¿Qué estudias?- le preguntó, amablemente.
-Odontología, ¿y tú?
-Informática.
-Genial, los dos hemos conseguido nuestros sueños- comentó, recordando cada momento del pasado que vivieron juntos. Koga no supo qué decir, se le habían ido muchas cosas a la cabeza en el momento en que la vió.
-Así veo. Oye, debo irme. Ojalá encontrarnos de nuevo- dijo, y siguió rápidamente su camino.
-¡Hasta pronto, Koga!- exclamó ella, sonriendo emocionada.

      El chico hizo su trayecto al casino algo confundido. Kagura y él habían tenido una larga relación de 2 años y medio, la que había terminado por los excesivos celos y la exagerada forma en que ella intentaba acapararlo y aprisionarlo. Apesar de éso, él había estado profundamente enamorado de ella, y ella aún más de él. No podía negar que algo le había causado volver a verla, pero no había nada de qué preocuparse. Ayame no había abandonado su mente y corazón en ningún segundo, y olvidó todo cuando la vió sentándose a la mesa a comer con los chicos.

      Se saludaron con un apasionado y romántico beso, Koga dejó sus cosas y fue a buscar su almuerzo. El único que faltaba en el grupo era Inuyasha, quién no había dicho nada, pero de seguro que iba a almorzar con la chica de la fiesta. Todos almorzaban, cuando Sango notó a ésa chica llegar al casino y buscar a alguien con la mirada. Kagome estaba a su lado, por lo que le dió un suave codazo y se le acercó al oído.
-Ramera a las 14:00, la de pelo negro y mini-falda- le dijo. Kagome buscó con su mirada y la encontró. En verdad parecía una puta, las chicas no habían exagerado con eso. La muchacha corrió con una sonrisa en el rostro, dió con Inuyasha y se besaron apasionadamente. Kagome quitó la vista de inmediato para mirar a Sango, nuevamente deprimida. Ella le acarició el pelo y volvió a acercársele al oído -No es más linda que tú, amiga- intentó consolarla, y Kagome rió levemente. Le guiñó un ojo a Sango sintiéndose mejor, y continuaron comiendo.

      Inuyasha se sentía muy a gusto con Kikyo pues ella estaba tras sus huesos y era guapa y buena en la cama, apesar de que no sabía por qué le afectaban las actitudes de Kagome... ¿Las actitudes de Kagome? ¡Bah! Como si ella le gustara o le agradara. Era mejor pasarla bien con Kikyo mientras pudiera.

      Rin y Sesshoumaru hablaban una que otra cosa mientras almorzaban, pero Sesshoumaru había llevado todo el día tratando de enfrentar su timidez. Quería invitar a Rin a salir, pues le gustaba mucho y estaba sintiendo muchas cosas por ella, pero él no era para nada un Don Juan como Miroku. Al contrario, era tímido con las mujeres y además, no cualquiera le gustaba.
-Oye, Rin...- comenzó.
-Sí- dijo ella, atenta.
-Me preguntaba si... quisieras que saliéramos juntos hoy después de clases- ésto último lo dijo muy rápido, poniéndose todo colorado. Rin rió de nerviosismo y emoción -Bueno, si es que no tienes nada que hacer- terminó.
-Sí que quiero- confirmó ella sonrojándose, lo que hizo sonreír ampliamente por primera vez a Sesshoumaru.

      Entretanto, Koga miraba a Ayame comer en silencio, pensando en cómo mencionarle lo de su ex novia. ¿Por qué se le hacía tan difícil? Como si todavía sintiera cosas por Kagura.
-Nena...- comenzó, haciendo que ella lo mirara atentamente y le asintiera -Me encontré con mi ex novia- le comentó con simpleza. Ayame no sintió mayores incomodidades, sólo tragó para hablar.
-Pues, me alegro. El mundo es pequeño- le dijo y le sonrió. Koga acentuó su sonrisa aliviado y encantándose aún más con Ayame. Para ella, no parecía ser problema las ex que él tuviera.

      Durante el almuerzo, todos tuvieron la loquísima idea de planear una fiesta el viernes a la noche en casa de Ayame. Tetsuya e Izayoi se iban de viaje por el fin de semana a una casa que tenían cerca de las montañas, por lo que era obvio que los 3 hermanastros iban a quedarse a solas. La ocasión ideal para una fiesta en grande, con alcohol, marihuana, piscina, comida y quién sabe qué otra cosa.    

      Saliendo de clases, Sesshoumaru y Rin se encontraron a solas en el estacionamiento. Los dos parecían nerviosos quinceañeros en la primera cita de sus vidas, pero Rin intentó hacerlos sentirse mejor a ambos con toda su alegría. Sesshoumaru lo llevó a tomar una de esas copas grandes de helado que se toman de a dos como cualquier romántica pareja. Rin estaba encantadísima, nunca un chico se había tomado la molestia de llevarla a una cita como ésa y tratarla de la forma en que Sesshoumaru lo hacía. No paraba de sonreír, no creía que hubiera conseguido la atención de él con tan sólo ser como es y con darle la confianza suficiente. Sesshoumaru tampoco podía creer que hubiera terminado fijando su mirada en la muchacha que había pasado como cualquier otra a primera vista. Depronto se moría por pedirle que fuera su novia y no quería asustarla, pero no tenía nada más que ver sobre Rin, pues lo había visto todo y en realidad le encantaba. Por ahora, se limitaba a tomarla de la mano y a disfrutar de mirar cuanta belleza natural había en ella. No podía esperar al viernes para tenerla en todo momento.
   
      Para el viernes, los chicos juntaron el dinero y los hermanastros se encargaron de comprar todo para la fiesta. Acordaron reunirse todos en la plaza del centro de Tokyo, pues después de todo, era algo complicado llegar a tal mansión. Llegando a dicha plaza, los hermanastros fueron en busca de sus amigos. Conversando y riendo en una banca, estaban Sango, Miroku, Rin y Kagome esperándolos, quién también estaba junto a Hojo. Kagome le había preguntado con tiempo a Ayame sobre Hojo, y ella no iba a decir que no. Sin embargo, la sorpresa más grande fue cuando vieron a la chica que se le acercó a Inuyasha. Kikyo. Nadie dijo nada, sólo las 4 muchachas se mostraron molestas en silencio.
-¡Nos vamos ya!- anunció Ayame y agarró a Kagome de la mano para llevársela a su auto, siendo seguida por Koga y Hojo. Rin tomó a Sesshoumaru de la mano y se llevaron junto a ellos a Sango y Miroku, mientras que Inuyasha se fue solo junto a ésa "guarra".
   
      La fiesta comenzó animadísima.Habían hamburguesas a la parrilla para comer con queso, tomate, palta, lechuga y cebolla. Los hermanastros tenían a su disposición amplificadores para escuchar música fuerte, también habían traído suficiente marihuana y alcohol para toda la noche. Luego de mucha conversación y risas, de que comieran y de que la marihuana y el alcohol surtieran efecto, empezaron a bailar a eso de las 2 de la madrugada. Todos estaban extremadamente a gusto, menos Kikyo, ya que nadie la tomaba en cuenta más que Inuyasha.
   
      Cerca de las 5, se dieron un descanso luego de tanto baile, sentados en un círculo en el pasto. Fumaron, bebieron y comenzaron a conversar de temas más serios, era obvio que ya todos estaban ebrios. Koga y Ayame eran los únicos que se auto-excluían de la conversación, ocupados besándose y coqueteándose traviesamente. Ayame lo había excitado lo suficiente con sus bailes y ella lo sabía, por lo que depronto le dijo que iba al baño de su habitación y que lo esperaba allá. Koga se hizo el desentendido con los chicos, quienes nisiquiera notaron cuando los dejó.
   
      El moreno subió casi corriendo las escaleras, cerró la puerta de la habitación de Ayame con llave y se asomó al baño. Ella lo esperaba en su sensual ropa interior negra, apoyada en el lavabo y mirándolo provocativamente desde el espejo. Koga comenzó por agarrar y acariciar su trasero, mientras miraba la expresión de placer de Ayame en el espejo. Le bajó el collaless para meter su mano en su entre pierna, y Ayame giró su cabeza para ahogar sus gemidos en el beso apasionado de Koga. Después, él se quitó la remera y se bajó el pantalón y la ropa interior para acariciar sus glúteos con su masculinidad. Ayame se mordió los labios y lo obligó a que hiciera lo suyo, tomando aquello y llevándolo a su femeneidad, mientras subía una de sus piernas arriba del lavabo. Koga la complació y empezó a hacerle el amor, abrazándola contra él con sus manos en cada copa de su sostén y moviéndose cada vez más rápido. Sintieron el doble de placer al tener la oportunidad de mirarse al espejo, sin poder pensar en nada más.
   
      Abajo, Sesshoumaru y Rin se auto-excluyeron de la conversación también, pues se estaban poniendo muy románticos. Sesshoumaru no había podido parar de mirar a Rin mientras hablaba, y ahora se aguantaba las ganas de pedirle que fuera su novia. Se miraban fijo, se sonreían y se acariciaban, pero aunque estuvieran ebrios, era verdadero todo lo que sentían. Se besaron por primera vez tierna y suavemente, y los chicos ni se percataron de ello por lo animada que estaba su conversación.
-¿Te gustaría ser mi novia, Rin?- le preguntó él luego del beso. Rin rió levemente, sin poder creerlo.
-Vamos, no juegues.
-Es en serio, linda...- aclaró él de inmediato. Rin se volvió seria y sus ojos brillaron el doble -¿Qué dices? ¿Te gustaría ser mi novia?- repitió Sesshoumaru. Rin se tapó la boca con las manos, anonadada.
-No me gustaría, me encantaría- corrigió ella, ambos rieron levemente y se besaron para sellar su romance. Probablemente, uno de los primeros románticos noviazgos había nacido entre los alumnos de primer año de la Universidad de Tokyo.
   
      Por otro lado, Kagome intentaba pasarla lo mejor posible con Hojo, quién le agradaba y atraía mucho. Le había confesado a éste que había estado muy interesada por Inuyasha y él la comprendía muy bien. Sin embargo, Kikyo había notado que Kagome miraba a Inuyasha de una forma diferente a la que lo hacían las otras chicas, como si algo pasara con él. Por ésto, había comenzado a provocarla desde el principio con miradas amenazantes, ante lo que Kagome no se quedó sin responderle con el mismo tipo de miradas. Inuyasha si percataba de ello, estaba muy ebrio y acalorado, por lo que levantó la voz para invitarlos a todos a darse un chapuzón en la piscina. Todos aceptaron alegres y entusiasmados, era la oportunidad de que se les quitara la borrachera con el agua. Subieron entonces al segundo piso para ocupar habitaciones y baños, cuando Inuyasha advirtió que faltaban Ayame y Koga, y era obvio dónde estaban encerrados. Golpeó la puerta de Ayame con fuerza.
-¡Ayame! ¡Koga! ¡Dejen ya de follar, es hora de ir a la piscina! ¡Ahora!- les gritó con seriedad y firmeza. Adentro del baño, la pelirroja y el moreno estaban apunto de acabar.
-Voy a acabar, voy a acabar- murmuró entre gemidos Ayame, casi sin poder tolerar las ganas de terminar.
-Y yo, pero quiero estar más dentro tuyo. Por favor- murmuró un ruego Koga, apretándola aún más y aumentando la velocidad al máximo. Los dos se aguantaron una bocanada de aire, producto de la avalancha de placer que se les vino encima y de la descarga de Koga en Ayame. Posterior a tocar el cielo juntos, sus cuerpos se relajaron, Koga salió de dentro de ella y suspiraron entre suaves jadeos. Él la tomó del rostro y se besaron suave, dulce y profundamente, mientras ella lo abrazaba fuerte. El chico le acarició el rostro y se miraron fijo -Eres el cielo,... mi cielo- murmuró Koga. Ayame sonrió.
-Y tú eres el mío- confesó. Volvieron a besarse de una forma tan romántica, que nadie hubiera pensado en las fieras que se transformaban.
   
      El amanecer llegó y la fiesta terminó con todos en la piscina y Sesshoumaru vomitando de lo ebrio que estaba. Pronto, fue hora de que todos durmieran.
   
      A eso de las 2 de la tarde, Rin despertó a causa de su celular. Esa su madre para preguntarle cómo estaba y ella contestó a todo, muriendo de sueño. Cuando cortó, volteó y se encontró con Sesshoumaru, quién dormía como refugiado en su espalda. Rin comenzó a acariciar su rostro y a jugar con sus cabellos plateados, lo que despertó al chico. Éste sonrió al verla sonreír a su lado.
-Hola, niña mía- le dijo, en voz baja.
-Hola. ¿Estamos de novios?- preguntó sólo para confirmar la chica.
-Sí, no me digas que no te acuerdas- contestó él tranquilo, acariciándole el rostro.
-Sí lo recuerdo, sólo pensé...
-Tengo buena memoria aunque esté borracho, mi vida- la interrumpió él, haciéndola reír nuevamente. Ella se le acercó lentamente y se dieron un suave y apasionado beso. Era simplemente la mejor sensación el que estuvieran de novios, de seguro no habría nada que lo superara.
   
      Durante la semana siguiente, todo continuó normal hasta la mañana del martes. Kagome fue sola al baño rápidamente para no perderse el break con los chicos. Se lavaba las manos, cuando otra chica se detuvo a mirarla, a su lado. Levantó la vista y era Kikyo, quién la miraba con cara desafiante.
-Kagome, ¿cierto?- le preguntó, intentando sonar amigable.
-Sí, ¿y tu nombre era...?- la imitó Kagome, burlona. La chica frunció el ceño de molestia, se daba cuenta de que tratar con Kagome no iba a ser nada de fácil.
-Kikyo, querida. Vengo a pedirte de la mejor forma que te mantengas lejos de Inuyasha- éstas últimas palabras las enfatizó -Es mío, ¿me entiendes?
-A ver, Kikyo. Ni tú ni ninguna chica vendrá a darme órdenes a mí. Inuyasha es mi amigo, y no dejaré de verlo por tus celos de enferma mental- subió cada vez más el tono Kagome, haciendo que Kikyo la aventara contra la pared.
-¿Acaso no entiendes, estúpida? ¡No quiero que te le acerques!- le gritó, y Kagome la empujó el doble de fuerte.
-¡No lo haré y no vuelvas a tocarme, perra!- gritó Kagome, y comenzaron a tirarse de los cabellos. Las chicas presentes que habían estado observando asustadas y preocupadas, ahora salieron corriendo alborotadas del baño.
   
      Kagome y Kikyo estuvieron un buen momento tirándose del pelo, aventándose y golpeándose como podían, hasta que un par de profesores las separaron. Las regañaron y afirmaron en su camino a rectoría. Allí, las sentenciaron de inmediato por su falta: suspensión por 1 semana, simulando inasistencia. De hecho, debían dejar en ése mismo instante la Universidad. Cada uno de los profesores la escoltó a su sala. Ya en su sala, el profesor explicó el motivo por el que Kagome debía irse y Ayame no pudo ni intercambiar palabra con su amiga.
   
      Después de clases, todas se dejaron caer en casa de Kagome para hablar sobre el tema y todas estaban sorprendidas. Sin embargo, no había una que no apoyara la causa de Kagome, darle una tunda a una zorra.

Sugarbabe:
Si no hubiera sido por el "casi", este capítulo hubiera sido LEMON de principio a fin!

CAPÍTULO 5
ORGASMOS
 
      Un mes pasó volando para los chicos, quiénes no paraban de pasarla bien entre ellos. Su amistad se afiataba cada vez más y era extraño verlos salir a fiestas por separado. Aunque tampoco dejaban sus carreras de lado, pues estudiaban cuando era necesario y mantenían sus notas sin problemas.

      Sin embargo, las relaciones entre ellos habían estado evolucionando. Sesshoumaru y Rin continuaban juntos, apesar de que nadie creía posible que no hubieran hecho el amor. Y era una total verdad. Él no se había atrevido a tocarla apesar de las insinuaciones de Rin, no quería faltarle el respeto por nada. Pero Rin era una joven con necesidades de ser amada y deseada como cualquier otra, por lo que se impuso como meta provocar a Sesshoumaru hasta que finalmente la poseyera.

      Una tarde de domingo se quedaron a dormir siesta y descansar a solas en casa de él, mientras los demás iban a la playa. Veían una película romántica y Rin se aprovechó de la escena erótica para llevar a cabo su cometido.
-Wow, yo quiero eso- murmuró en tono sensual, algo que nunca había escuchado Sesshoumaru.

      La miró al lado suyo, y ella le devolvió la mirada deseosa. A él se le transformó la cara, su sangre estaba comenzando a calentarse más de lo normal. Rin metió su mano por debajo de su mini falda y comenzó a auto-complacerse a vista y paciencia de su novio, quién no podía creer lo rápido que estaba deseando hacerla suya. Rin se movía sexy, emitía dulces quejidos y no paraba de mirar a su novio de una forma que pronto hizo que las partes bajas de Sesshoumaru comenzaran a incomodar dentro de su short. Él no resistió más y depositó su cuerpo sobre ella. Se besaron apasionadamente y Sesshoumaru le mordió la lengua y los labios, pero éso no era suficiente para demostrarle cuánto la adoraba y deseaba. Desvistió en un abrir y cerrar de ojos a Rin para cubrirla de besos cargados de humedad y calidez. Ella sonreía de placer, por fin estaba obteniendo lo que tanto había esperado. Luego, ella lo hizo gozar hasta más no poder consintiendo su masculinidad con su boca y pronto él la aprisionó para abrir paso a su interior. Los dos aumentaron la frecuencia de sus gemidos a causa del amor y pasión que experimentaban en cada parte de su cuerpo y de su alma. Unos momentos después, estando Sesshoumaru sentado en la cama y Rin sentada sobre él abrazándolo con sus piernas, disfrutaron el orgasmo más amoroso de sus vidas.
-Dios, te amo- murmuró Sesshoumaru extasiado y respirando entrecortado luego de que todo acabara. Rin lo miró sorprendida, mientras que él la miraba fija y seriamente -Te amo, Rin- repitió.
-Yo también te amo a tí- murmuró ella en la misma actitud y estaba más que claro que nunca olvidarían su primera vez haciendo el amor de verdad.

      Kagome y Hojo llevaban un poco menos de un mes saliendo oficialmente, muy felices en verdad. Hojo ya era uno más de un grupo y hacía muy linda pareja con Kagome, eran tal para cual. Él no demoró en pedirle que fuera su novia, y ella no dudó en aceptar. Era su primer novio oficial, y por fin iba a disfrutar de vivir lo que era un romance más bien formal.

      Por otro lado, Inuyasha mantenía una relación abierta con Kikyo. No se había decidido aún a pedirle noviazgo porque era demasiado celosa y absorvente como para tenerla como novia, por lo cual se limitaba a tenerla para pasar un buen rato junto a ella. Paralelamente, empezó a observar desde afuera a Kagome como novia, y cada vez se daba más cuenta de que ella era todo lo que buscaba en una novia. Era muy amorosa, atenta, preocupada, dedicada y presente, pero siempre dándole la posibilidad a Hojo de tener su espacio personal. Ésto en particular le derretía y de la nada se encontraba fantaseando con ser novio de Kagome, además de que estaba comenzando a sentir cosas por ella. Se daba cuenta de que había sido un gran tonto al no ver lo hermosa que era, y ahora éso le jugaba en contra. En el fondo de su corazón, esperaba que rompieran con Hojo para poder mover sus cartas.

      Miroku estaba poniendo la paciencia de Sango al límite. Desde que comenzaron a salir y a tener algo así como un romance, Sango se dió cuenta de lo Don Juan que era en realidad. Lo peor, era que siempre lo pillaba en todas sus jugadas y lo aguantaba simplemente, porque lo quería mucho. Mas un día se sintió aburrida y lo mandó de forma literal, a la mierda. Miroku quedó de verdad shockeado. Como un sin vergüenza, había creído que Sango iba a soportarle todo, pero se había equivocado completamente. Y ahora, probablemente y conociendo a Sango, no había mucho que hacer por la firmeza de su carácter.

      Entre Ayame y Koga, las cosas estaban cambiando mucho y poco a poco. Se estaba volviendo un romance que pronto desencadenaría en un hermoso noviazgo, sólido y estable. Tenían sus choques, pero sabían sobrellevarlos y en general, se llevaban estupendo. Se querían, se gustaban, se adoraban, se deseaban, sentían tantas cosas el uno por el otro, que era difícil contenerse. No obstante, Koga comenzaba a sentir miedo e incertidumbre. Veía como su romance con Ayame crecía inminentemente, y depronto se encontraba a sí mismo con un miedo que luchaba en eliminar día a día. Su última experiencia lo había hecho sentir tan mal, que temía que Ayame lo engañara, o que simplemente lo abandonara. Y estúpidamente para su propia conciencia, pensaba que aún estaba a tiempo de evitar todo eso. Por eso, le dijo a Ayame que se reunieran un sábado al atardecer en el la plaza del centro de Tokyo.

      Ella se alistó como si ésa noche se fuera a tratar de una cita como las numerosas que habían tenido hasta ese momento, pero en verdad ni sospechaba lo que Koga tenía en mente. Al bajarse de su auto, caminó y encontró a Koga sentado en una banca, quien se puso de pié para saludarla. Sin dudar, se lanzó alegre y cariñosa a los brazos de él, quién sólo la recibió. Luego, lo besó suave y apasionadamente, y se dió cuenta por la forma en que Koga le respondió, que algo pasaba. Cuando se soltaron, a ella se le había borrado un poco la sonrisa y se sentaron en la banca. Él respiraba profundo, nervioso y asustado, no sabía cómo llegar a Ayame. Sabía muy bien que no le iba a gustar nada, pero no podía tener todo éso atrapado.
-¿Iremos a algún lado?- le preguntó ella, mirándolo fijamente. Koga no le dirigía la mirada.
-No iremos a ningún lado, pequeña gatita- contestó él, sin ánimos.
-Pues entonces supongo que nos quedaremos aquí- concluyó ella, intrigada. Koga sólo asintió, atreviéndose a mirarla entristecido -¿Qué es lo que pasa, Koga?
-Ya quisiera que no pasara nada- contestó Koga, lamentándose. Ayame frunció el ceño, estaba comenzando a asustarse.
-Dime qué tienes, te ví llegar extraño.
-Pasa que no puedo estar más contigo- intentó resumir él, con el dolor de su alma. La garganta de Ayame se apretó amenazando con anudarse y su corazón se aceleró.
-¿Cómo es éso?

      Koga tomó aire.
-Lo siento, intenté no sentir ésto, pero ya no puedo combatirlo. Siento miedo de que todo ésto resulte mal, de que me traiciones o me dejes, Ayame. Dejemos ésto justo como está ahora, bello y cálido- le dijo sin más, se puso de pié y se dispuso a caminar para dejarla. Ayame reaccionó por inercia pues estaba sorprendida y extrañada por las súbitas palabras de Koga, las que con suerte pudo entender de la impresión. Lo siguió y lo tiró del brazo, haciéndolo volverse a mirarla de frente.
-No abandones lo nuestro, podemos luchar juntos por mantenerlo así siempre. ¿No quieres?- le preguntó, con una expresión en el rostro de preocupación que él nunca había visto.
-No es que no quiera. Siempre habrá algo intentando destruir todo lo que construyamos, y es mejor terminar aquí antes que ver cómo se irá a la mierda nuestra relación cuando tengamos mucho más que perder- contestó Koga, seguro de sí mismo. Ayame notó el miedo y la tristeza en sus ojos, y quitó sus manos de su brazo.
-Está bién, me voy- le dijo, con las ganas de llorar apoderándose de su ser. El corazón de Koga sintió un alivio, pero a la vez, una herida que se abrió y que lo opacó al ver a Ayame correr para subirse a su auto.

      La chica arrancó y aceleró todo lo que pudo para estar de vuelta en casa a la brevedad. Pasó corriendo por la casa de sus padres y llegando a la suya, rompió en llanto silencioso mientras entraba. Terminaba de subir las escaleras, cuando se encontró de frente con Sesshoumaru. A éste se le transformó el rostro al verla así.
-Ayame, ¿qué tienes?- le preguntó, deteniéndola. Ella se lanzó a sus brazos para llorar desconsoladamente. Sesshoumaru la abrazó y esperó a tenerla más calmada para poder hablarle. Una vez que se sintió algo mejor, Sesshoumaru la llevó a su habitación, y Ayame le contó todo. Sesshoumaru se limitó a escucharla, no sacaba nada con tirarle mierda a Koga, lo que más le importaba era el estado en el cual Ayame se encontraba. Estaba intentando consolarla, cuando Inuyasha llegó de sorpresa. Sintió indignación al ver a Ayame llorando así y observándola, le hizo sus preguntas a su hermano, porque era obvio que ella no iba a hablar porque lloraba sin parar. Se quedó callado un momento, y entonces se le acercó.
-Ven- le dijo, estirándole los brazos. Ayame se refugió en ellos como una niña pequeña -Vamos, no llores- le pidió, pero ella no se detuvo -Por favor- advirtió luego de unos momentos, y entonces no pudo más con su enfado. Tomó a Ayame de los brazos -¡Ya fue suficiente, Ayame! ¡Actúa como la gran y digna mujer que eres!- le gritó, en tono de regaño. Ayame paró de llorar con el susto y la cara de ira de Inuyasha. Él la soltó suspirando irritado para bajar el tono de su voz -El idiota de Koga no se merece una lágrima tuya, y te mereces siempre a alguien mejor- le aclaró, y dejó a sus hermanos a solas. Ayame se secó las lágrimas, sin duda Inuyasha la había hecho calmarse en cosa de segundos.
-Es cosa de tiempo, pequeña. Si no puede ignorar lo que siente por tí, volverá. Y yo estoy seguro de que lo hará, porque nunca ví a ningún chico mirarte y tratarte como él lo hace. Pero si no lo hace, da por hecho que no será el último chico que te querrá- le dijo Sesshoumaru con una leve sonrisa, y le acarició el rostro. Ayame forzó una pequeña sonrisa, y besó a Sesshoumaru en la mejilla. Él la dejó a solas con toda su tristeza y rabia.

      Pasó un mes duro y largo para Ayame y Koga. Los dos sufrían viendo al otro prácticamente todos los días, pero Ayame se estaba recuperando más rápido. No era la que había dado un paso atrás, por lo que no sentía culpa de nada y todos le aseguraban que Koga iba a volver a buscarla. Koga sentía cada vez más el peso de la culpa, pues le dolía estar sin Ayame, pero se sentía incapaz de arreglar lo arruinado.

      Ayame y Bankotsu se habían hecho muy buenos amigos desde que se habían conocido, y Bankotsu no perdió momento alguno para coquetearle e intentar seducirla. Mas no logró nada, pues veía a Ayame embobada con Koga. Cuando supo que rompieron se preocupó por Ayame pero a la vez se alegró. Éso significaba que iba a poder tenerla en el momento más inesperado, algo que lo excitaba totalmente.
 
      Ya sintiéndose mejor, Ayame dió inicio a insinuaciones hacia él y terminaron saliendo juntos. Pese a que aún no tenían relaciones sexuales, se llevaban muy bien juntos y lo mejor de todo, la pasaban genial. Koga los veía juntos y se volvía loco, era como si le pusieran un dedo en su llaga. Apesar de ello, se mantenía al margen.

      Cuando llevaban un par de semanas saliendo, un día Ayame se reunió con Bankotsu en el break de las 11 de la mañana. Se besaron suave y profundamente en el hall del gran edificio, y conversaron un poco. Bankotsu era de por sí seductor y con personalidad, pero ésa mañana, Ayame notó una actitud más traviesa que de costumbre.
-Oye, ¿te pasa algo?- le preguntó la chica, riendo curiosa.
-Sí, ¿por qué?- se hizo el desentendido Bankotsu, riendo también.
-Por tu cara.
-Tengo una idea, ¿sabes?- comenzó él.
-¿Sí? Dime.
-¿Has visto los baños que están junto a la Aula Magna?

      Ayame supo de inmediato lo que Bankotsu planeaba, y se excitó un poco de tan solo pensarlo. Asintió, sonrojándose levemente.
-¿Te gustaría que fuéramos?- insinuó, sonrojándose también. Ayame le guiñó un ojo coquetamente, y Bankotsu le tomó la mano para llevarla al lugar -Tenemos 10 minutos- dijo, y los dos se apresuraron.

      El Aula Magna estaba en el subterráneo -1, en un área a la que casi nadie iba, a no ser que se usara dicho lugar. Fueron, y revisaron disimuladamente que no hubiera nadie. Como no habían moros en la costa en los baños ni cerca de ellos, se encerraron con llave en uno de los baños para discapacitados. Los dos arrancaron sus motores besándose apasionadamente y tocándose por todos lados. Ayame estaba disfrutando mucho de todo éso, pero cierto era que no quería que su primera follada con él fuera en la Universidad.
-Bankotsu, no creo que sea buena idea hacerlo aquí- le dijo respirando agitada, mientras él le besaba el cuello. El chico se detuvo para mirarla.
-Tranquila, sólo quiero hacerte algo que estoy seguro que adorarás- murmuró seductor.
 
      Producto de que Tokyo pasaba por pleno otoño, ambos ya llevaban más ropa puesta. Ayame llevaba puestas unas leggins imitación jeans con un pullover en violeta con un estampado de los L.A. Lakers, ajustado, sin cierre y capucha, largo hasta tapar la mitad de su trasero, y unas zapatillas Reebok doble caña de charol en violeta, lila y blanco, con una correa de velcro. El cabello lo llevaba amarrado en una alta coleta dejando su flequillo libre, los ojos con un poco de sombra lila y mucho rímel, y los labios con un labial ligero color vino. Bankotsu procedió encontes a quitarle las zapatillas, los calcetines, las leggins y sus collaless. La tomó y la sentó a la orilla del lavabo. Abrió sus piernas, la observó un segundo y se inclinó para hacerla gozar al máximo. Bankotsu la besaba y lamía de una forma tan caliente que no creía real. Sus ojos azules la miraban gimiendo de placer suavemente desde abajo, mientras ella lo miraba la mayor parte del tiempo. En un poco más de 5 minutos, él la hizo llegar al cielo de golpe. Bankotsu notó esto porque su cuerpo tiritaba y se detuvo para mirarla teniendo un genial orgasmo.
-¿Qué sucedió, nena?- le preguntó intentando parecer inocente. Ayame abrió sus ojos soltando un último y sutil gemido, y rió levemente -¿Y?
-Delicioso- contestó Ayame, aún algo excitada. Bankotsu se mordió los labios deseoso de más, pero debían irse y además, sabía que pronto iba a tenerla en su cama.
-Voy al otro baño, te espero afuera- le dijo, y la dejó a solas. Ella rió avergonzada y se vistió sin borrar la sonrisa de su cara.

      El sábado, Bankotsu le tenía una cita muy especial. Quería llevarla en la noche a fumar marihuana y beber en uno de los cerros más altos de Tokyo, en su propio auto. Pasó a recogerla a eso de las 11 a su casa, en su Ford Ka negro. Ésa noche hacía algo de frío, pero era obvio que Ayame iba a acalorar la noche por sí sola porque se veía muy sexy. Traía puesto un vestido grueso de algodón negro manga larga, cuello tortuga y corto hasta la mitad de sus muslos. Al cuello, numerosos collares dorados de todos los largos, medias negras transparentes en las piernas y botas estileto de cuero negro hasta la mitad de su pantorrilla y taco alto aguja.

      Fueron en el auto de Bankotsu al cerro, no sin antes comprar vino y ron, y muchos cigarrillos. Se estacionaron al pie de uno de los barrancos más altos del cerro, pudiendo observar el mar de luces que era Tokyo de noche. Bankotsu dejó la radio de su auto a volúmen moderado y empezaron el ritual. Fumaron marihuana, bebieron, admiraron el paisaje, se besaron y abrazaron. A eso de las 3 de la madrugada, Ayame tenía el suficiente calor como para saber claramente lo que quería.

      En el momento en que se dieron un apasionado beso, llevó a Bankotsu a los asientos de atrás del auto. Se sentó a la orilla con los piés hacia afuera y le bajó los pantalones a Bankotsu para darle en el gusto tal como él lo había hecho ese día en el baño de la Universidad. Estuvo un buen rato así con Bankotsu agonizando de placer y deseo, hasta que decidió detenerse porque no aguantaba sus deseos por que le dieran su merecido.
-Dios, Ayame- gimió Bankotsu placenteramente ante la última y gloriosa mojada caricia que le hizo Ayame. Ella se quitó los collares y el vestido con una sonrisa ardiente, y Bankotsu se lanzó encima de ella para quitarle la ropa y darle placer por montones en todo su cuerpo. Ayame se dió la libertad de gemir tal como lo había hecho Bankotsu, abiertamente y en el volúmen que le daba la gana. A él le excitaba mucho más escucharla, por lo que pronto dejó lo que estaba haciendo en su entrepierna para quitarse la ropa y entrar en ella en los asientos traseros del auto. Eran tantas las ganas que tenía Bankotsu de hacerla suya, que empezó de inmediato a moverse rápido y fuerte, sin piedad. Así, Ayame comenzó a gemir más fuerte y él se mantuvo de la misma forma en el juego, y tuvieron un gran orgasmo en un poco más de 10 minutos. Luego, se vistieron de inmediato pues les iba a dar frío.
-Ahora quiero que vayamos a tu departamento, a tu cama- sugirió Ayame, terminando de vestirse. Bankotsu le guiñó el ojo y se fueron.

      La familia de Bankotsu era de Hiroshima y tenían bastante dinero, por lo que él arrendaba un departamento a solas en Tokyo para asistir a la Universidad. El departamento de Bankotsu era moderno y sofisticado, bien arreglado y ordenado. Al llegar, encendieron la televisión para mirar el cable, fumar marihuana, conversar y beber un poco. En seguida, comenzaron con los juegos sexuales. Y ésta vez, follar fue mucho más cómodo en la cama de Bankotsu. Ayame yacía de lado en la cama y Bankotsu, abrazándola firme desde atrás, la ayudaba a mantener su pierna arriba para llegar mejor a ella. Él estaba algo más controlado con sus emociones, por lo que varió velocidades y profundidades y Ayame pudo probar todo lo que podía hacer, así como él también. Hicieron varias posiciones y después de 40 minutos, ambos acabaron con Ayame en 4 y Bankotsu detrás de ella. Luego, se quedaron profundamente dormidos y abrazados, pues no quedaba más placer que sacar afuera... por ahora.     

Sugarbabe:
Este capítulo contiene partes sobre consumo de drogas duras y partes LEMON!

Agradecimientos especiales a mi amiga Nekros.

CAPÍTULO 6
EL VIAJE DE LOS MIL DEMONIOS

      Luego de casi dos meses, se acercaban las vacaciones de invierno, con lo que finalizaba también el primer semestre de clases. Por suerte, todos habían tenido buenas notas y ninguno había reprobado ramos. Sin embargo, aún quedaba algo de clases, lo que dió lugar a ciertos eventos en las vidas de los chicos.

      Miroku, después de haberse metido con muchas chicas de la Universidad y haber disfrutado plenamente de su soltería, se daba cuenta de que no había chica como Sango. La extrañaba y derrepente quería volver con ella para hacerla su novia. Ella, por su lado, había sido muy solicitada entre los chicos de la Universidad, pero ella no los tomaba en cuenta pues tenía ojos sólo para Miroku.
 
      Éste último comenzó a intentar llegar a ella por medio de Internet, a lo que Sango se mostró accesible pero distante. Luego, empezó a hablarle en persona pero Sango lo tomaba menos en cuenta que en Internet, por lo que un día le dió término a todo éso.
-Sango, ganaste. Seré muy claro y honesto, sólo te pido que me escuches- le pidió gentilmente, y ella lo miró entre sorprendida y extrañada -Siento ser el lujurioso que soy, pero después de estar con tantas chicas, me he dado cuenta de que te quiero sólo a tí conmigo. Voy a esperar lo que demores en perdonarme, para que seas mi novia. Éso es todo- terminó e iba a dejarla a solas, cuando ella lo detuvo.
-Es mi turno- dijo en tono de mandato. Miroku volteó a mirarla sorprendido -Me sorprende y alegra que hayas asumido las cosas, pero no te perdonaré tan fácil. El que quiere celeste, que le cueste- aclaró, y lo dejó ella a solas. Miroku la perdió de vista y sonrió, era lógico que iba a jugársela por el amor de Sango.

      Dentro de su soledad y de sus ganas de tener de vuelta a Ayame a su lado, Koga había comenzado a retomar contacto con Kagura. Sin duda, ésta aún sentía muchas cosas por él y se decidió a intentar revivir su historia. Koga se mostró reacio a la primera, pero pronto empezó a descubrir que él aún le tenía mucho cariño por la marca que había hecho su relación y finalmente, se dispuso a reanudar su relación con ella. Apesar de ello, todavía Ayame le rompía el corazón y lo peor era que creía que lo de ella y Bankotsu se iba a transformar en un romance en serio. No obstante, durante un par de días que se tomó para pensar bien las cosas, tomó la decisión de dejar a Ayame fuera y continuar junto a Kagura.
 
      Por su lado, entre Ayame y Bankotsu se estaba formando un amor sincero. Sobre todo Bankotsu, se estaba enamorando de Ayame. No podía creer que las coincidencias de la vida lo hayan hecho dar con una gran mujer a través de lo que era simple calentura. Pues Ayame era mucho más que sensualidad innata o una buena performance en la cama. Ella era inteligente, divertida, dulce, amorosa y muchas cosas más, una mujer que cualquiera desearía tener. Ya no resistía siendo sólo su cita, por lo que un día se decidió a sorprenderla.
-Sé mi novia- le pidió, de un momento a otro, sonrojado. Ayame lo miró casi en shock, nunca se lo habían pedido tan de golpe.
-¿Qué?- preguntó, riendo extrañada. Bankotsu también rió.
-Sé mi novia- repitió, como si fuera tan simple. Ayame sonrió ampliamente, pero no sabía qué decir por la sorpresa. Bankotsu volvió a reír al encontrarse con Ayame en silencio -Ya, di algo.
-Bueno- dijo la chica, riendo sonrojada.
-¿De veras?
-Sí, seré tu novia.

      Bankotsu rió y se besaron amorosa y apasionadamente. No tuvo idea del por qué, pero Koga vino a la mente de Ayame en un abrir y cerrar de ojos al sellar su noviazo con Bankotsu en aquél beso.

      Fue entonces que llegaron las esperadas vacaciones de invierno. Tetsuya e Izayoi le pretaron entonces su casa en Kioto cerca de unas montañas a los chicos por 1 semana. Pero, tampoco iban a ir todos. Inuyasha prefirió ir a otro lado con sus otros amigos pero sin Kikyo, y Bankotsu debía ir a visitar a sus familiares en Hiroshima.

      Un miércoles a la hora de almuerzo, llegaron en los autos de Sesshoumaru y Ayame a la casa de campo en Kioto. Ésta era muy grande, de madera, bastante sofisticada, cómoda y acogedora. Ayame y Sango decidieron compartir la habitación matrimonial, para que ni Miroku ni Koga se aprovecharan de las circunstancias. Sesshoumaru iba a dormir con Rin, Kagome con Hojo, y Miroku y Koga por separado.

      Habían llevado alimentos para cocinar desde su casa, mucha marihuana y mucho dinero para comprar alcohol o lo que fuera. Llegaron derecho a comprar alcohol, fumar marihuana y beber cerveza. Ésta vez, Rin se sumó al club de fumadores y se animó a probarla. Los únicos que no fumaron fueron Kagome y Hojo, a quienes nos le llamaba mucho la atención.

      Luego de fumar, de beber mucha cerveza y de comer algo que cocinaron, a Rin le sentó fatal su primera vez con la hierba. Daban las 7 pm, y la muchacha vomitaba como condenada en compañía de su novio Sesshoumaru. La llevó a la cama cuando no vomitó más y la dejó durmiendo profundamente, volviendo con los chicos a la sala de estar.

      A eso de las 9 pm ya estaban todos borrachos, pero aún continuaban las ganas de seguir enfiestados y de hecho, su fiesta estaba en pleno apogeo. Sin embargo, Ayame sintió que ya no podía aguantar más lo drogada que estaba por la marihuana y lo embriagada que estaba por el alcohol. Pensaba que en cualquier momento iba a desmayarse, por lo que se fue a acostar dificultosamente a la habitación pasando desapercibida. O éso era lo que creía. Ella y Koga se habían estado observando lo suficiente como para que cualquiera pensara que algo había ahí, y habían aumentado las miradas conforme aumentaba la locura. Al notar que subía las escaleras, el chico esperó un momento y se prestó a subir al segundo piso sigilosamente.

      Ayame dormía profundamente a la orilla de la cama, con ropa y todo puesto. Koga se bebió el último trago de su vaso para dejarlo en uno de los muebles, y luego se dispuso a hincarse en el suelo cerca de la cama y de ella. La miró unos momentos en completo silencio. Cielos, cuánto la extrañaba. Se acercó un poco más y le acarició el rostro, lo que la hizo despertarse de inmediato. Él se puso de pié muy avergonzado y se dirigió veloz a la puerta, pero Ayame ya lo había visto.
-¿Qué pasa, Koga?- le preguntó la chica, algo extrañada.
-Nada, nada. Me preguntaba cómo te sentías- contestó, volteando a verla, serio y tranquilo.
-Mal, no puedo seguir despierta- dijo ella, seriamente.
-Siento haber estado mirándote así- se sonrojó Koga, y ella igualmente.
-No importa.
-Supe que estás de novia con Bankotsu.
-Sí.
-¿Lo quieres? ¿Te gusta?- preguntó algo molesto Koga. Ayame frunció el ceño.
-Sí.
-¿Y estás feliz?
-¿Por qué tanta pregunta?- se molestó ella, lo que hizo molestarse aún más a Koga.
-Bueno, porque quiero saber. Pero no importa, duérmete- ordenó, y la dejó a solas. Ayame volteó en la cama y no tuvo tiempo para pensar en esa pequeña y extraña conversación, pues se quedó dormida al instante.

      La fiesta continuó hasta las 00 am, hora a la que todos se fueron a dormir a sus respectivos lugares. Sango vomitó antes de acostarse, por lo que Sesshoumaru y Koga la llevaron a la cama junto con Ayame. No hubo uno que no se acostara ebrio, pero sin duda habían pasado un primer día de vacaciones de invierno genial.

      La primera en despertarse a la mañana siguiente a eso de las 8 am fue Ayame. Había dormido lo suficiente y no tenía más ganas de dormir, por lo que se levantó con una resaca fatal y se dispuso a bañarse en el baño privado de la habitación. Se puso a pensar en la conversación con Koga, en verdad no recordaba muy bien lo que dijeron exactamente, además de que era lo único que habían hablado. Saliendo de la ducha, se encontró con Sango despertando. Se saludaron y comenzaron a comentar todo sobre el día anterior, riendo también. Por supuesto que Ayame le comentó sobre la conversación de Koga.
-Ése está celoso, te lo digo- le aseguró Sango, levantándose de la cama. Ayame negó con la cabeza, sonriendo sonrojada.
-No lo sé. Se me hace que tiene otra chica.
-Aunque la tuviera, yo sé que todavía piensa en tí. Claro, quién no pensaría en una mamacita del barrio alto como tú- dijo Sango, moviendo el trasero como lo haría una striper, lo que las hizo reír a ambas.
-Pero si entonces piensa en mí como dices tú, ¿por qué me dejó ir?
-Porque los chicos son estúpidos, Ayame. Puede que sepa que lo es como puede que no, pero lo que sí tiene claro es lo que siente por tí. Y siempre estará volviendo a tí de una u otra forma- le aseguró Sango, y se dispuso a meterse en el baño para ducharse también. Ayame quedó pensativa mientras se secaba, vestía, perfumaba, secaba su cabello y se arreglaba, a lo que salió Sango del baño.
-Vístete y arréglate, salgamos a comprar desayuno- le guiñó el ojo, encendiendo un cigarrillo matutino.

      Estando Sango lista, salieron de la habitación y les dejaron un mensaje en la sala de estar a los demás: "Fuimos a comprar para el desayuno, no se muevan de aquí. Buenos días, desgraciados! Jajaja!". En el supermercado de Kioto, compraron ingredientes para hacer hot cakes, crema, salsa de chocolate y frutillas en conserva. Estaban en el pasillo de los jugos, cuando Ayame se encontró con un conocido del barrio alto de Tokyo. Él era conocido por ser uno de los narcotraficantes del barrio alto y no perdió la oportunidad de encontrarse con ella para ofrecerle algunas cosas. Y fue como si cualquier persona encendiera césped seco. Al primer ofrecimiento, Ayame y Sango comenzaron a hacer preguntas entusiasmadas, hasta que le pidieron cocaína y ácido. Se vieron en los estacionamientos cuando ellas terminaron sus compras, y allí hicieron la transacción. Compraron lo suficiente como para que todos probaran, pero nada más. No tenían puta idea de la reacción de los chicos, pero por lo menos ellas querían probar.

      Ya en casa dando las 11 am, estaban todos despiertos como nuevos en la sala de estar y algunos fumaban marihuana. Rin estaba disfrutando por primera vez las verdaderas sensaciones de la marihuana, pues reía junto a Sesshoumaru y tenía los ojos enrojecidos.
-Ya llegó el desayuno- dijo a modo de saludo Sango, mientras entraba junto a Ayame.
-Paren de fumar- bromeó Ayame, a lo que Rin fue la que más rió -Está buena, ¿eh?- le preguntó divertida. Rin le guiñó un ojo y le hizo un gesto afirmativo con el pulgar. Entonces, miró a Koga. Éste la miraba fijo y serio, y ella le quitó la mirada.
-Chicas, las ayudaré a cocinar- les dijo Kagome, acompañándolas a la cocina.
-¿Cuánto demorarán? Díganme que 5 minutos, por favor- rogó Miroku.
-Sí, ya morimos del hambre- agregó Hojo.
-Podrían limpiar y no notarán la demora- sugirió Sango, guiñándoles un ojo.

      Entraron las 3 chicas a la cocina, y comenzaron a disponer todo para ponerse a cocinar.
-¿Cómo amanecieron? ¿Todo bien?- les preguntó Kagome.
-Sí, todo bien. ¿Y tú y Hojo?- le preguntó con picardía Ayame. Sango rió por lo bajo y Kagome sonrojó, sonriendo.
-Bien, bien.
-¿No hicieron nada?- preguntó Sango. Kagome rió.
-No, nada.
-Pero pronto pasará algo, ¿no?- preguntó Ayame.
-Ay chicas, no quiero pensar en éso- sonrió nerviosa Kagome.
-Ustedes se gustan mucho y se quieren, no creo que te trate mal siendo tu primera vez.
-Sí, pero me da miedo. Daría todo por no sentir dolor.
-Lo ideal es que estés segura y te relajes, nada más- aseguró Sango. Kagome miró a Ayame y ella le guiñó un ojo.
-Si es así, espero que todo salga bien cuando sea el momento.

      Sango asintió y le acarició el pelo, haciéndola sentirse mejor.
-Cambiando de tema, qué drogadas estaban ayer- rieron juntas.
-Y tú estabas borracha- le dijo Sango.
-Sí, pero creo que prefiero el alcohol antes que un porro.
-No lo sabes, no lo has probado- la corrigió Ayame.
-Tampoco sé si lo probaría, ¿qué hago si luego quiero probar más cosas?

      Sango y Ayame se dieron una mirada disimulada.
-Eso depende del control que tenga cada uno, nada más.
-¿Qué pensarías si consumiéramos otras cosas?- se atrevió a preguntarle Sango.
-¿Por qué? Compraron algo. ¿Qué compraron?- se preocupó Kagome.
-Cocaína y ácido.
-¿Qué? Están mal de la cabeza, ¿cómo piensan en algo así?- horrizada y asustada estaba Kagome.
-Kagome, oye- le dijo Ayame, tomándola de las manos para calmarla -No nos va a pasar nada, es sólo para probar. No nos volveremos adictos o algo así.

      Kagome suspiró resignada, decirles que estaban locas no iba a cambiar nada en verdad.
-Ok, está bien. Sólo pido que no les pase nada, moriría de la pena si fuera así- dijo Kagome en voz baja, algo apenada. Sango y Ayame sonrieron enternecidas.
-Prometido- le dijo Sango en nombre de las dos, y se abrazaron las tres juntas.

      En la sala de estar, Hojo y Koga limpiaban todo en conjunto, mientras Rin, Miroku y Sesshoumaru ordenaban las habitaciones en el segundo piso.
-¿Y? ¿Te acostaste con Kagome?- le preguntó Koga, luego de que conversaran y rieran bastante. Era tan cercano y amigo de ella como Miroku y sabía que era virgen, por lo que no quería que le hicieran daño.
-No, no. Ganas no me faltan, pero ella es virgen y... no quiero hacerla sentirse obligada ni nada de eso- explicó Hojo, siendo sincero.
-Es lindo estar con una muchacha virgen, mi ex novia lo era. Pero no es fácil. Bueno, encontrar a una chica que no es virgen es delicioso, pero una virgen es algo más delicado y especial. Debes valorar que Kagome sea así, éso habla el doble de bien de ella.

      Hojo le sonrió amistosamente, nadie le había dicho mejores palabras que Koga y por pura coincidencia, concordaba.
-Gracias, amigo. Creo que lo correcto es esperarla, y lo voy a hacer porque la quiero en verdad- dijo, y Koga dejó lo que hacía para tomarle mayor atención.
-¿Sí? Eso es hermoso.
-Sí, ¿sabes? Siento cosas por Kagome tan particulares y tan grandes que nunca me había sucedido.
   
      Koga no pudo evitar ponerse a pensar en Ayame.
-Tal vez me entiendas, he visto como miras a Ayame- continuó Hojo, haciendo sonrojar a Koga y siguió haciendo las cosas.
-¿Y cómo la miro?- preguntó, haciéndose el desentendido.
-Como si fuera lo más hermoso que existiera- dió en el clavo Hojo, sonriendo ampliamente. Koga volteó a mirarlo y rió nerviosamente.
-Bueno, ya todos lo saben. No me extraña que lo sepas tú también.
-Pero ella también te mira a tí, mucho. Si estuviera en tu lugar, aprovecharía ésta oportunidad para averiguar lo que significa éso- le dijo Hojo, dejándole mucho que pensar. Quizás no iba a ser mala idea acercársele un poco más a Ayame, ya que Bankotsu no podía hacer nada para estorbarlos... De hecho, sonaba tentador.

      Estando el desayuno listo, todos se sentaron entusiasmados a tomar el desayuno en el comedor y a conversar y reír todos juntos. Terminaban de comer, cuando Ayame se atrevió a contarles que junto con Sango habían comprado cocaína y ácido. Todos se mostraron primero sorprendidos y luego ansiosos y entusiasmados por tener la oportunidad para probar. Los únicos que decidieron quedar fuera de éso eran Kagome, Hojo y Rin.

      Se alistaron y salieron a dar vueltas por los campos, bosques y maravillosos lugares que ofrecía Kioto. Estaba todo cubierto de nieve y maravilloso, con el sol que acompañaba con sus levemente cálidos rayos todo el paisaje. Se tomaron miles de fotos, almorzaron en una fuente de sodas, continuaron sus paseos y fueron a una cafetería a eso de las 7 pm.

      Llegaron a casa e hicieron un campeonato de pool y se abstuvieron de consumir drogas o alcohol. Entrada la noche, algunos salieron a comprar jugos, gaseosas y bebestibles sin alcohol, pues con el ácido no iban a poder consumir nada de éso. Sólo compraron cerveza y ron para Kagome, Hojo y Rin.

      Ya reunidos, todos los que iban a consumir ésa noche estaban algo nerviosos y ansiosos por las pastillas que pronto les mostró Ayame. No tenían ni olor ni color y pronto entraron en las dudas sobre consumirlas, por éso Sango se tomó su pastilla pues no iba a botar su dinero a la basura. Entonces, todos la siguieron y se tomaron la amarga pastilla cada uno.

      La espera de los efectos fue algo aburrida. No dijeron nada, sólo escucharon música en inglés. No obstante, no se dieron cuenta cuando los efectos se presentaron. Se dilataron sus pupilas, creció su presión arterial y su temperatura corporal, empezaron a sudar, perdieron el apetito y el sueño y se les secó la boca, por lo que se pusieron a beber líquido como locos.

      Rin estaba bastante arriba pues se había fumado un par de porros y Kagome y Hojo estaban medio borrachos, pero su comportamiento no era nada comparado con el de los demás. Cambiaron la música a rap bailable, dancehall y reggae y cada cual le dió rienda suelta a la locura a su manera. Sango, Ayame, Miroku, Kagome y Rin bailaban juntos, Koga miraba sin parar a Ayame, y Sesshomaru miraba en el lcd El Señor de los Anillos con subtítulos.

      Sus sentidos cambiaron radicalmente. El techo ondulaba, el cuarto se les deshacía en colores, la música no eran ya ondas de sonido que recorren el aire sino gotas de plástico que les entraban por los ojos y los olores les rozaban la piel como si fueran viento. Sesshoumaru veía personajes y situaciones inexistentes en la película. Koga veía el cabello de Ayame brillar como escarcha y creía escuchar perfectamente los latidos de su corazón. Los chicos hablaban incoherencias, reían e inventaban coreografías absurdas.

      Después de un par de horas así, Miroku tomó a Sango de las manos para que bailaran juntos, pero el ácido enfatizó su postura frente a él y ése gesto le enfureció.
-No me toques, puto- levantó la voz, y sólo Kagome y Hojo se dieron cuenta.
-Pero Sango, yo te quiero a tí- insistió Miroku tratando de tomarla por la cintura, a lo que Sango le dió una bofetada.
-¡Sango, tranquila!- se le acercó Kagome, preocupada y nerviosa y entonces todos se percataron de lo que pasaba.
-No te vuelvas a acercar, o te juro que te golpeo- advirtió Sango.
-Sé que fui una mierda contigo, pero quiero arreglarlo- le rogó Miroku.
-Está bien, sólo que no quiero que me toques ahora- dijo firmemente la chica. Miroku aceptó y continuaron bailando como si nada.
 
      Rin quería descansar un poco, por lo que se sentó en el sillón junto con Sesshoumaru, quien la recibió entre sus brazos y se pusieron a conversar. Cuando Rin se fue a sentar, Ayame se dió cuenta de que Koga la miraba del sillón y le sonrió coquetamente. Koga le sonrió de vuelta, y ella le hizo un gesto para que bailara con ella, ante el cual él no se negó. Pronto quedaron fuera de los juegos de los chicos, y se internaron en un juego de coqueteo travieso, como si fueran adolescentes de 15 años recién conociéndose.

      Así pasó una hora, Rin se quedó dormida en el sillón junto a Sesshoumaru, quién no despegaba la vista de la televisión. Sango estaba llevándose mejor con Miroku, y tuvieron la loca idea de salir a caminar por la nieve un momento. Kagome y Hojo se les sumaron, después de todo, preferían cuidar que no les pasara nada malo a causa de los efectos del ácido. Sesshoumaru salió de su trance y pidió que los esperaran, así que fue a dejar a Rin durmiendo en la habitación y se fue con ellos. Nadie se dió cuenta, pero Ayame y Koga se quedaron solos en la casa y en el momento en que los chicos cerraron la puerta, Koga posó sus labios sobre los de ella. Tanteaba terreno pues no sabía la reacción de Ayame. Ella quedó mirándolo y lo besó de vuelta. Koga supo que todo iría bien, por lo que la tomó del rostro y la besó apasionada y profundamente. Ayame respondió al beso que les quitó el aliento y los hizo imaginarse fuegos artificiales a su alrrededor.
-No quiero que digas nada ni yo quiero pensar en nada. Sólo quiero que me hagas el amor ahora- dijo Ayame, tomando a Koga de la mano para llevarlo al segundo piso. Él se excitó en un segundo al escuchar lo que le dijo y no le quitó la vista de encima hasta que se encerraron en la habitación en la que dormía él.

      Ya no existía Bankotsu ni Kagura en sus realidades del momento, lo único que pensaban era el uno en el otro. Era increíble el amor, el romanticismo, la pasión y el deseo que sentían a causa del ácido. Todo era como volver a conocerse y explorarse, la piel tenía otro tipo de suavidad, el calor era envolvente, los olores se enfatizaban, las caricias eran penetrantes, los sabores eran jamás pensados y sus lenguas hacían el amor a cada beso. Sentían que entraban dentro del otro y que podían sentir sus emociones, era simplemente una experiencia. Tuvieron varios orgasmos y muy seguido, pero simplemente no podían parar de hacer el amor. Se miraban y creían que lo único que querían era entrar en los ojos del otro, sumergirse en sus pupilas y nadar allí el resto de su vida. Al terminar, Ayame estaba casi toda cubierta de Koga y él la limpió suavemente, como si la acariciara. Se quedaron desnudos, mirándose el uno al otro, solamente pensando y observando lo que el ácido les mostraba del otro a través de sus ojos. Después de un largo momento así, Koga se dispuso a hablar.
-¿Por qué estás con él y no conmigo?- preguntó, melancólica y tranquilamente.
-Ya sabes- respondió seria Ayame.
-Ayame, no lo sé.
-Tú me dejaste, ¿qué querías que hiciera? ¿Que corriera tras de tí?- se molestó de inmediato. Koga frunció el ceño, también molesto.
-Sí, eso hubiera querido. Pero ahora yo quiero correr tras de tí- reconoció, enojándose. Ayame se enojó igualmente.
-Pues no corras, porque yo estoy con Bankotsu.
-Déjalo.
-¡No quiero!
-Sí quieres.
-No.
-Ok, luego no me busques cuando esté con Kagura.
-Vaya, ¿le pedirás que sea tu novia de nuevo?
-¡Sí, eso haré!- exclamó Koga, a lo que Ayame se levantó y se puso su collaless. Koga se levantó detrás de ella, asustado -Por favor, Ayame- rogó, y la abrazó por la cintura desde atrás para retenerla consigo -Déjame tenerte ahora que estás lejos de Bankotsu- continuó, y Ayame bajó su rostro tristemente. Él acercó sus labios a su oído -Puede que no seas mi novia ahora, pero algún día lo serás y te amaré como nadie lo ha hecho- prometió. Los ojos de Ayame se llenaron de lágrimas que sintió calientes caer por sus mejillas. Koga la sintió temblar y la hizo voltear para mirarla. Le rompió el corazón verla así, y en un segundo, sus ojos se llenaron de lágrimas también. Mientras ella lloraba, él secaba cada lágrima con su propio cabello y se aguantaba las ganas de llorar.

      Depronto, escucharon que todos entraban corriendo a casa. Los dos se calmaron y se vistieron a la rápida para bajar a ver.

      Al pié de las escaleras, estaba Sango temblando de terror y Sesshoumaru lloraba como un niño de 5 años, mientras los demás intentaban calmarlos. Llegaron Ayame y Koga descalzos corriendo por las escaleras, Koga llevando sólo sus jeans y Ayame llevando solamente el sweater de Koga.

      Sango pedía que la protegieran de un monstruo que vió en el bosque y Sesshoumaru lloraba recordando a su padre. Sin duda, el ácido los estaba haciendo experimentar distintas emociones de manera drástica y extrema. Posterior a una hora, pudieron calmarlos y luego todos decidieron irse a dormir, a pesar de que aún no tenían sueño. ¡Qué viaje de los mil demonios! Sin duda, era la noche más loca, alegre, triste y aterradora que habían vivido en toda su vida. Algo que nunca iban a olvidar.     

Utau13Tsuki:
Esta muy bueno el fanfic

aunque no fue hasta los otros dias que me puso a analizar a los personajes por que se me habian olvidado XDD

oi, y añadete a Jakotsu, que como es gay, en la serie le gustaba a Inuyasha XDD
seria comico XD y no estaria de mas eso para el fanfic

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