Disclaimer: Los personajes de Naruto no me pertenecen, lamentablemente.
N/A: Gracias por sus comentarios, al final tendrán una explicación más detallada.
— Wiii — diálogo.
Wiii, pensamientos.
Que lo disfruten:________________________________________________________________________________________
EL LOTO AZUL
Capítulo II
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La mirada de Ino, tan llena de rencor, hizo que la expresión de Sasuke cambiara a una de confusión por un segundo, un mínimo despiste a su habitual serenidad, que en un momento volvió a su estado natural; aunque no se esperó tal bienvenida de la rubia tonta, tampoco era demasiado importante, ni siquiera era una pieza fundamental para llegar a su meta, pero le sorprendía el hecho de que hubiera renunciado a conquistarlo, aún cuando Sakura seguía tras él.
Esa misma mirada volteó hacia la Hokage, buscando una explicación clara de por qué el traidor estaba en la aldea; por qué, siendo un asesino rango S, estaba sentado tranquilamente en la oficina de la mandataria de la aldea que quiso destruir; por qué no lo había torturado, sacado información, torturado otra vez y luego asesinado; por qué tenía que ser Sasuke el que no sufría; por qué...
Ino apretaba la mandíbula con rudeza, conteniendo la suerte de insultos que estaban a punto de escaparse de su autocontrol, y a esas pequeñas lágrimas que le picaban los ojos, ese nudo que apretaba su garganta, de la pura rabia que avanzaba por sus venas y nublaba su capacidad de razonar. Ino sólo quería destruirlo, acabar lentamente con el maldito cabrón, con el hijo de puta que había acabado tanto de lo que amó. Quería que pagara, porque ahora entendía ese sabor a venganza roja que se expandía por su boca, entendía los sentimientos que impulsaron a Sasuke a cometer tantas estupideces y quería ver su cuerpo mutilado por ello.
Tsunade frunció el ceño, debió suponer que algo así sucedería, pero tenía esperanza de que lo que sintió la Yamanaka tiempo atrás por Sasuke pudiera atenuar su ira. Respiró profundamente e intentó pensar con claridad, llegar a la mejor conclusión. Probablemente la idea de la misión quedaba descartada, pero si no era ella, sería casi improbable que otro pudiera hacerlo; tenía que decidir si explicarle la situación sería la mejor idea o si únicamente empeoraría las cosas.
Maldición, necesitaba un trago del líquido que guardaba la botella de cristal a lado de sus pies. Respiró profundamente otra vez y se dispuso a enfrentar a una de sus mejores kunoichis, pese a que sabía que no tenía derecho a ordenarle una misión que sólo le causaría dolor.
—Ino, escúchame bien, sin ninguna interrupción —aclaró con la vista fija en su subordinada, subrayando cada palabra.
Ino cerró los ojos, preparándose para mantener su rostro indiferente y su mente en blanco, para escuchar atentamente y no formar juicios acelerados que, tal vez, terminarían por arruinar la oportunidad de ser ella la que clave la estaca en el frío pecho del asesino a su espalda. Se mentalizó para no actuar impulsivamente y abrió los ojos con determinación; oiría hasta el final lo que tenía que decir y si, después de todo, no lograba satisfacer lo que oía, ella misma se encargaría del asunto.
Tsunade esperó el tiempo que tardó Ino en convencerse y luego prosiguió, no sin orgullo de que su estudiante pudiera hacer esa pausa para ver que más había en el tablero, sólo esperaba que eso no cambiara cuando moviera la siguiente ficha.
—Sasuke desea formar parte de nuevo de la aldea, me ha dado sus motivos y me parecen justos, ha pedido disculpas y las he aceptado. Como sabrás, yo no puedo hablar por los demás Kages, así que les he informado sobre él y he pedido indulgencia, alegando alguna… información que la mayoría desconoce y de la que supe recientemente, además de que Sasuke nunca asesinó algún aldeano ni ninja inocente de cualquier aldea, al menos no directamente, pese a que tuvo muchas oportunidades para hacerlo, aún más, ayudó a erradicar a Akatsuki y a varios exiliados; ellos aceptaron con estas razones, aunque, claro, tienen sus dudas y por ello es que será sometido a investigación y vigilancia, pero tratado con el respeto que cualquier otro miembro de Konoha merece— la voluptuosa pensó muy bien cada oración y pronunció cada letra con sumo cuidado y sin saber todavía si debía preocuparse o alegrarse por el estoicismo de la lectora de mentes.
Ino procesaba con mucha lentitud la información, sin poder reaccionar, sin entender cómo podía ocurrir algo tan injusto para ella y para tantos otros que sufrieron por culpa del infeliz egoísta. Una lágrima resbaló por su mejilla, pero fue indiferente a ella, eso no significaba nada para todas las que derramó durante tantas noches que tuvo pesadillas, en las que no podía dejar de pensar en que él le había robado al único ser que la había amado más allá de toda lógica, que había hecho todo por ella…, incluso ofrecer su alma para encontrar al que ahora tenía el perdón de todos.
La apostadora se sentía monstruosa, pero debía hacerlo, aunque estaba siendo atacada por las emociones de aquella joven que se levantó después de darse de bruces contra el suelo y quería llorar también junto a ella…, tenía un sentimiento de empatía hacia la mujer que demostró que su belleza era un don complementario a sus increíbles habilidades como ninja, a su incansable fuerza de voluntad para seguir aunque nadie creyera que sería capaz.
—Tu misión es— la voz de Tsunade estaba dolida y la frase que tantas veces había repetido ahora le resultó ruin—interrogar a Sasuke y determinar si sigue siendo un peligro o no, será tu tarea durante el tiempo que sea necesario para que sepas todo de él. Se quedará en una celda del cuartel y estará a tu cargo —terminó sintiendo como un gran peso se posaba sobre su espalda.
Ino no dijo una sóla palabra, ni siquiera se movió y comprendió que no podía hacer nada, ella era una kunoichi y debía acatar órdenes, por si fuera poco, le debía mucho a su maestra, así que lo haría, se encargaría del Uchiha por ella, por su padre, porque él nunca se habría negado y su hija no lo haría a esas alturas, después de haber recorrido tanto para estar más cerca de uno de los mejores.
—Como ordene. Me retiro —fue lo único que pronunció y salió de la estancia, dejando a dos personas descolocadas dentro; uno sin saber muy bien a qué se debía el drama ocurrido y la otra sin saber muy bien por qué fue tan simple convencer a una de las más tercas jóvenes que ha conocido.
Cuando la rubia se marchó un silencio incómodo inundó la sala y Tsunade ya no estaba tan segura de haber hecho lo correcto al permitir que Sasuke se quedara, pero no podía evitar pensar en su juventud, en todo lo que ya había desperdiciado de su vida y, en que, prácticamente, era un niño que escogió caminos incorrectos y quería redimirse. ¿Cómo negarse a un argumento tan lógico? ¿Cómo ser tan cruel para darle la espalda?
Le dolía la cabeza.
Tanteó la botella en el suelo, la agarró con fuerza y bebió de un solo trago lo que quedaba en ella, poco menos de la mitad. Sasuke la observaba inquieto, sabía que algo había sucedido, algo que escapaba de sus casi nulos conocimientos de lo sucedido en su ausencia y era algo que lo perjudicaría o que ya lo estaba haciendo.
El moreno debía analizarlo todo, desde lo más insignificante hasta lo más relevante, tantear el terreno y determinar cómo debía moverse en el lugar.
Sasuke Uchiha no era estúpido y sabía bien que no estaba en las mejores condiciones para regresar a la aldea, no después de estar cerca de llevarla a su destrucción, pues se había ganado varios enemigos que lo mirarían desde lejos esperando lanzarle un kunai y con eso se quedaba corto, pero también sabía que tenía a su fastidioso y horrendo club de fans que lo seguirían a todos lados y lo defenderían a capa y espada, lo que era un punto a favor, pero no lo suficiente para detener a shinobis mucho más experimentados que no tendrían inconveniente en
intentar eliminarlo, por supuesto, aunque se reunieran y lo atacaran a la vez, no podrían hacer nada en su contra, pero lo preocupante era que, si tan siquiera los hería, tendría que escapar volando para no ser encarcelado.
Sasuke echó la cabeza hacia atrás y miró el techo concentrado en sus meditaciones; debía ser cuidadoso en lo que hacía y a dónde iba para evadir esos pequeños obstáculos que hurtarían su reciente e inestable libertad, una libertad que le sabía a gloria después de estar huyendo durante años y que estaba resuelto a conservar fuera como fuera, aún arriesgando su propio orgullo para conseguir algo más grande: una absolución total y permanente.
—¡SHIZUNE! —gritó de repente la Quinta, en camino ya de emborracharse todo el resto del día, despertando al azabache de sus cavilaciones.
Al instante su ayudante irrumpió en la habitación con la cerdita en sus brazos. Una mirada desaprobatoria surgió cuando puso sus ojos sobre el cristal vacío del licor encima de la mesa y el que la Hokage trataba de abrir con dificultad.
—Tsunade-sama, tiene una reunión con los ancianos de la aldea en media hora — dijo con reproche la ninja médico, esperando que eso fuera suficiente para que dejara la botella lejos durante algo de tiempo, aunque no tenía muchas esperanzas.
—Lo sé —respondió dándole un toque de cansina obviedad que ofendió a Shizune.
Si lo sabía, ¿por qué lo hace?, pensó con incredulidad la morena. No le sorprendía, pero no podía dejar de pensar en lo ilógico que podía resultar hablar con su superiora, sobre todo cuando se trataba de uno de sus
pequeños vicios.
El rostro de Tsunade permitió una expresión de satisfacción cuando logró abrir la botella, alzó su premio y dejando caer un gran trago del líquido sagrado en su boca su humor se alivianó visiblemente. Por su lado, Shizune estaba haciendo esfuerzos sobre humanos para no ir y tirar esa jodida botella por la ventana.
—Pero te llamé porque quiero que lleves a Sasuke al matadero de Ibiki — la voz de Tsunade adquiría ciertos tintes borrosos y sonaba algo desafinada, síntomas claros que estaba próxima a entrar en la borrachera.
Shizune conocía que era imposible hacerla entrar en razón, así que decidió cumplir órdenes y luego dar una buena explicación a los ancianos para que no molestaran a la ebria de su jefa, que, seguramente, ya no estaría cuando volviera y se habría largado a algún antro para “desahogar sus penas” con un montón de viejos pervertidos que esperaban a que estuviera lo bastante fuera de sí para aprovecharse de ella. Debía regresar pronto o lo lamentaría luego.
Suspiró cansada, miró a Sasuke y le pidió que la siguiera, dejando sola a una gastadora compulsiva que cambiaría todo su efectivo por sake o, en su defecto, apostando para terminar perdiendo.
La médica lo conducía hasta un extremo de la aldea regañando a Tonton sobre lo sucia que estaba y que tendría que bañarla en la noche, sin aplazamientos, mientras la cara del animal estaba entre la felicidad y la decepción; no quería bañarse, pero no le gustaba apestar; en la noche dormía con su verdadera dueña y quería oler bien para que no la sacara de la cama. Después de todo, una cerda también tiene cosas en qué pensar.
Pero Sasuke tenía otras preocupaciones, como las últimas palabras pronunciadas por la voluptuosa que no dejaban de revolotear por su mente; conocía a Ibiki sólo de vista y parecía un psicópata que haría lo que sea por sacarte, aunque sea, una palabra; si ya era malo Ibiki, ¿qué tan malo sería su propio matadero? Aunque quizá estaba pensando demasiado y armando juicios paranoicos, producto del sentimiento de estar siempre observado, sin siquiera estarlo. También le molestaba ignorar parte de la conversación de las dos rubias, le intrigaba el motivo de que ambas se hayan puesto tan sentimentales de repente y, más que todo, no dejaba de pensar en una de esas rubias: Yamanaka. Después de tantos años sin verla había cambiado mucho, pero estaba seguro que seguiría siendo una debilucha en la que nadie creía, aparte de su gordo amigo y el Nara, pero la cuestión era su mirada; era la misma mirada que él tuvo en su infancia, la misma mirada que tuvo Gaara antes de conocer a Naruto.
Antes de darse cuenta, habían llegado al edificio de tres pisos, blanco con dos franjas azul marino, que guardaba los secretos de Konoha. Dos shinobis custodiaban la entrada y con letras mayúsculas el frente gritaba “DTIK”: Departamento de Tortura e Investigación de Konoha.
El clima fresco repentinamente se le hizo más pesado a Sasuke, pero su orgullo lo impulsaba a seguir caminando, pese a que sabía que si entraba en esa jaula no podría salir hasta ser considerado inocente por una chica que, al parecer, lo odiaba desde el fondo de su alma.
—Mierda— susurró el Uchiha al traspasar el umbral y distinguir al jefe de ese departamento esperando su llegada con una sonrisa en la cara.
Ibiki.Continuará...
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¿Qué tal, bellas?
Este capítulo lo tenía hasta la mitad desde hace mucho tiempo, pero últimamente estoy muy ocupada y no había podido terminarlo, pero espero que sea de su agrado.
Agradecimientos:
Ellie: ¿Qué haría sin ti, panquesito mentiroso, que me apoya siempre? Sabes que siempre te agradeceré lo incondicional que eres, aún cuando mis historias no se asemejan un poquito a las tuyas, tan preciosas... Con respecto a Sasuke, recuerda que no estoy convencida de que termine con él y pienso dar varias vueltas hasta determinar con quién se queda nuestra rubia, aunque usualmente siempre lo hago muy simple xD. Gracias por tu comentario, querida. Gracias, mi dulce corregidora.
Nanase: xD Gracias, me alegro que te gustara y espero que siga así, trataré de que no se vuelva aburrida y espero que sigas comentando. Besos.
Osaki Ivii: Sí, te entiendo, yo también amo los lotos xD. Al principio ellos tampoco me gustaban, pero con el tiempo le cogí el gusto tanto que ahora amo leer y escribir sobre ellos, pero recuerda que no es seguro que sea un SasuIno. Muchas gracias y espero no decepcionarte con los nuevos capítulos. Suerte.
Cuídense.
Nos veremos.