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[+18]-Exóticos Placeres-[N&H]
Dresti:
-¿Bromeas? acabo de decirte que mi casa es de 1.000 m2 necesitaría dos días enteros para hacerlo yo solo.
-¿Sugieres que ha sido más de una persona?-preguntó esta vez Ino.
-Sino me creéis podéis preguntarle a Hinata, ella ha pasado la tarde conmigo y mi casa estaba perfectamente, cuando ella me dejó subí a mi cuarto y estuve todo el rato viendo la televisión, debieron ser unas horas, hasta que bajé y me encontré el estropicio.
Eso era cierto, Hinata sabía que cuando ella se fue la casa seguía ordenada.
-Lo que dice es verdad-corroboró.
Kiba gruñó, derrotado, él estaba seguro que todo aquello era una engañifa del rubio.
-Entonces será mejor que mande un policía a hacer guardia a tu casa-dijo.
-Yo tengo una idea mejor-propuso Ino con un brillo extraño en la mirada-la casa de Naruto es muy grande, Hinata no tiene donde quedarse y además es policía, propongo que vaya a quedarse a casa de él.
Naruto la miró completamente sorprendido, Ino acababa de hacerle la cama, él estaba desesperado buscando una forma de quedar a solas con Hinata y la rubia se lo había dejado a huevo.
-Además así Hinata podrá ver si es cierto que su casa está desordenada.
‘‘¡Mierda!'' pensó el rubio.
Su casa estaba de todo menos desordenada.
Con disimulo tanteó uno de sus bolsillos en busca de su aparato de emergencia y apretó el botón, en ese momento le agradecía a su hermano Hachi el haber tenido la idea de mecanizar la casa, con ese aparato se produciría un pequeño temblor que bastaría para dejar todo por el suelo pero que no afectaría a la cámaras secretas donde guardaba su tesoro.
''Te quiero hermano'' pensó para sus adentros.
Kiba no parecía muy convencido ante la idea pero al final acabó aceptando.
-¿Oye y quién me pide opinión a mí?-preguntó la pelinegra.
Estaba muy bien todo eso, pero al menos deberían preguntarle si ella se quería ir con Naruto.
-No tienes opción-dijo Ino empujándola hacia la calle y luego hacia el deportivo rojo.
Naruto se subió al asiento del conductor con una media sonrisa mientras Ino la empujaba a ella adentro del asiento del copiloto.
-Mañana te mandaré algo de ropa, ya buscaré la dirección de Naruto en la ficha que dejó en la comisaría, ala nos vemos.
Hinata fue incapaz de decir nada ya que el coche arrancó a semejante velocidad que su garganta se perdió por el fondo de sus entrañas.
-¿No puedes conducir como una persona normal? soy poli y además quiero seguir viva-dijo.
-Puedes multarme, mi bolsillo no lo notará.
Le creía.
-¿Por qué creo que esto es una especie de conspiración de Ino y tuya contra mí?
-Puedes pensar lo que quieras, pero esto es el método más seguro.
-Claro, tú eres el principal sospechoso, esto no es seguro.
-Me encantará ver como intentas arrestarme-dijo él con tono picante.
La garganta de pelinegra se secó, ¿por qué él tenía que hacer eso? no era justo.
Queriendo defenderse decidió picarlo.
-Bueno ahora progresas, es la primera vez que te veo y no estás empalmado.
Él volvió a sonreír.
-Si te molesta solo tienes que avisar, estaré encantado de repetir lo de esta tarde.
La cara de Hinata se puso como un tomate, ¿cómo se atrevía?
-Eso fue un error que no volverá a pasar.
-A mí me parece que no te lo tomaste como un error, recuerda como gemí...
Hinata le tapó la boca con la mano haciendo que Naruto tuviese que dar un giro brusco con el coche.
-¿Estás loca?-gritó-casi haces que nos matemos.
La pelinegra se quedó pegada al asiento con los ojos abiertos de terror.
-Yo... ¡oye! ¿Y a ti quién te manda provocarme con esas guarradas? además eres tú el que conduce como un loco.
El resto del trayecto fueron en completo silencio, Hinata fulminándolo con la mirada y él ignorándola de mala manera.
Empezaba a pensar que no era buena idea vivir ni tan siquiera un día con esa mujer, menudo humor.
Cuando hubo metido el coche en el garaje, ella echó a andar sin hablarle hacia la entrada de casa.
Naruto abrió la puerta rezando para que el aparato funcionase, sino mataría a Hachi.
Para su suerte todas las cosas estaban tiradas por el piso, suspiró aliviado.
-¿Ahora me crees?-dijo mirando a Hinata.
Ella medio había esperado que aquello fuese mentira.
El rubio la miraba divertido.
-Me voy a dormir-gruñó.
Echó a andar, escaleras arriba, seguida de Naruto que no dejaba de reírse.
-Bien, buenas noches-dijo parándose ante la primera puerta que encontró.
-No seré yo el que te detenga si quieres dormir en mi cuarto-dijo divertido.
Ella lo fulminó con la mirada mientras se ponía roja como un tomate y luego le daba la espalda para ir a meterse en otro cuarto.
Sabaku no Marina:
Hola!!!! wiiiii por fin ya puedo comentar y por fin ya pude pasarme a checar si habias continiado con tu historia despues de lo q paso con el anterior foro jeje, que bueo q lo publicaste aqui lo estaba esperando, y ten por seguro q asi seguire, tu fic es genial me facina ^w^
sigue asi!!!
sayo ;)
Taichi Yagami:
Estuvo super xD
pobre Hinata siempre intentando estar cuerda y Naruto le rompe los esquemas xD
jeje me gustó mucho
Veamos que pasa xDD estare ansioso por saber
Saludos~~
Sakuramin20:
No me canso de leer esa personalidad de Hinata, es unica, nunca pense algo asi de ella
Nos vemos
Sakuramin20 :P
Dresti:
Holaaa, wenoo aki la conti, aviso: ya subi el capi 17.Cólera al foro asi k si kereis leerlo entrad en la dire k di en el primer post^^
6. Peligroso
Un extraño ruido procedente de la planta baja perturbó su silencioso sueño.
Al abrir los ojos se encontró en la negra y espesa oscuridad del cuarto de huéspedes de Naruto. Suspiró, ella, que había prometido no acercarse nunca más a él y ahora amanecía en su casa.
Se levantó lentamente de la cama mientras prendía el interruptor de la luz.
El cuarto era sumamente acogedor y cómodo, la cama era grande y con suaves sábanas de algodón, las mesillas de noche de caoba fina, al igual que la madera del suelo. El tocador, se le hizo extraña que Naruto tuviese un tocador, parecía muy antiguo, de madera de castaño con un enorme espejo engarzado en la parte superior.
Del techo colgaba una imponente lámpara de lágrimas de cristal muy elegante que hacía juego con el color marrón casi blanco de las paredes.
Pero si la habitación la había sorprendido, el baño la deslumbró, tenía un impresionante jacuzzi y una ducha hidromasaje, aparte de contar con un armario lleno de cremas de todo tipo.
Debía reconocerlo, Naruto tenía un gusto exquisito.
En cuanto entró al cuarto la noche anterior se sorprendió de que esa zona de la casa no estuviese revuelta pero después supo que, quitando los enseres del baño, el resto de muebles estaba completamente vacío.
El ruido extraño que la había despertado volvió a repetirse y eso la hizo reaccionar, ¿y si los ladrones habían vuelto?
Con la templanza digna de una policía como ella, cogió su pistola, la había guardado en un cajón de una de las mesillas, y retiró el seguro.
Abrió la puerta y salió al pasillo en completo silencio, al comprobar la situación descubrió que Naruto no estaba en su cuarto. El temor la alcanzó.
¿Y si le había pasado algo?
El ruido continuaba en la planta baja por lo que no debían haberla escuchado.
Bajó las escaleras suavemente, con la pistola apuntando al frente y todos los sentidos alerta.
A diferencia que la noche anterior se encontró con todo ordenado, que extraño.
El ruido cada vez se escuchaba más cerca pero después de comprobar todos los pasillos fue incapaz de encontrar nada.
Tampoco había rastro de Naruto por ningún sitio, lo que hizo que se preocupase aún más.
Decidió no cejar en la búsqueda y se guió de su oído para saber de dónde venía exactamente el ruido.
Al parecer venía de uno de los pasillos más alejados de la entrada pero allí no había nadie.
Hasta que Hinata escuchó unos pases que no venían ni de adelante ni de atrás, sino de abajo.
Con sorpresa descubrió que en el piso del pasillo había una trampilla tan bien disimulada que antes había pasado desapercibida a sus ojos.
Se apartó dos pasos de ella y apuntó hacia allí con la pistola, los pasos cada vez estaba más cerca, y si eran ladrones ella los pondría en su sitio.
La trampilla se abrió y todo sucedió muy rápido.
Naruto había salido con una especie de vasija en la mano cuando vio a Hinata delante de él apuntándolo con una pistola.
Del susto perdió el equilibrio y cayó por las escaleras de la trampilla cayendo al suelo, la vasija había resbalado de sus manos y se rompió en mil pedazos.
Maldijo por lo bajo, esa vasija era una pieza muy cara e iba a llevarla al banco para guardarla en el fondo común que tenía con Kakashi y el resto de sus ''hermanos''.
Hinata tiró la pistola al suelo y bajó por la trampilla a todo correr, ¿y si Naruto se había matado?
Pero al llegar abajo suspiró cuando vio que el rubio se levantaba, ileso, lo que no podía decirse de la vasija que llevaba antes.
-Por un momento pensé que querías matarme, corrijo, casi me matas-protestó el rubio-no todos los días me encuentro a alguien apuntándome con una pistola, ¿sabes?
-Lo siento, pensé que eran los ladrones que volvieron a entrar-se disculpó mientras empezaba a recoger los pedacitos del suelo.
Naruto sacudió la cabeza y luego se agachó para ayudarla, Kakashi lo mataría en cuanto se enterase de que había destrozado una de las piezas más valiosas de Japón.
De repente se quedó helado ante la evidencia, la vasija era lo de menos, si Kakashi tenía noticias de lo que estaba pasando él podría darse por muerto y estaba seguro de que el peligris ya estaba enterado, tenía contactos hasta debajo de las piedras.
Hinata lo miró preocupado, Naruto se había puesto pálido.
-De verdad que siento lo de la vasija, ¿era muy importante?-preguntó.
-Me la había prestado un banquero por unos días y tenía que devolverla hoy-mintió.
Hinata se sintió culpable.
-Ahora tendré que devolvérselo en dinero-la voz le tembló.
La pelinegra consideró eso, si alguien tan rico como Naruto temblaba al hablar de pagar por la vasija podía hacerse idea de cuán cara era.
Naruto pegó un puñetazo en el suelo.
-SI al menos no me hubieses apuntado como si fuese un criminal...
-Oye, que yo solo estaba preocupada, ya te dije que lo sentía.
-Pues muchas gracias-refunfuñó él mientras subía por las escalerillas.
Hinata lo siguió, totalmente ofendida.
-Mira, no es culpa mía que esta casa parezca el laberinto del fauno-le dijo mientras el rubio caminaba hacia la cocina-no te encontré en tu cuarto y eso me hizo sospechar, te sorprenderías del índice de casos en el que los ladrones vuelven a robar en sitios que ya lo hicieron en anteriores ocasiones.
Naruto casi se echa a reír, y eso se lo decía a él, quién había robado 200 veces en el museo de Konoha, 400 por cada uno de los museos importantes de Estados Unidos y otros sitios de los que ya no llevaba la cuenta.
-Fue mala idea traerte aquí, ¿Dios es que no puedes ser un poquito normal?-refunfuñó.
Hinata se quedó petrificada junto al marco de la puerta de la cocina.
-Perdóneme, señor ''ego perfecto'', no te preocupes ahora mismo me largo-dijo girándose en dirección al salón.
Naruto tiró los pedacitos de la vasija, irreconstruible, en la basura y luego fue hacia ella.
De un solo movimiento jaló a Hinata hacia atrás y la dejó acorralada entra la pared de la cocina y su cuerpo.
No podía dejarla ir, si lo hacía ella podría estar en peligro o incluso ir a donde sus compañeros policías a contarle lo que cada vez más sospechaba acerca de él.
La respiración de Hinata se aceleró al sentir el cuerpo del rubio tan cerca, su cara estaba a escasos centímetros de la de ella y sus alientos se chocaban en una perfecta sincronía.
Naruto la miró de arriba a abajo prendiendo la llama en su interior, demonios, él siempre lograba eso con ella.
-Tal vez-dijo él acercándose a su oreja-no sea tan mala idea que te quedes en mi casa.
Naruto pegó la nariz al pelo negro de la ojiperla, inspirando el dulce y envolvente aroma, ahora lo único que quería era llevársela a su cuarto y arrancarle la ropa.
-Mmm-susurró ella cuando la lengua del rubio empezó a jugar con el lóbulo de su oreja.
¿Por qué siempre pasa eso? ella quería apartarlo, pero sus brazos caían inertes a cada lado de su cuerpo negándose a apartar aquel cuerpo de de ella, no cuando él se comportaba así.
Naruto deslizó la mano por los bordes de la chaqueta negra que llevaba la pelinegra desde el día anterior y la dejó en una camiseta de tirantes de color gris claro que se le apretaba al cuerpo.
La boca se le hizo agua, él nunca podría ignorar algo así, nunca.
Dejó la oreja de Hinata y descendió hasta su hombro para devorar con infinita hambre una de sus clavículas.
La respiración de Hinata se hizo más pesada cuando las manos de Naruto volvieron al ataque para masajearle y apretarle los senos por encima de la ropa.
Cansado ya de jugar con su clavícula ascendió y sin previo aviso juntó sus labios con los de ella en un beso arrollador, de esos que sabía que tanto le gustaban a la ojiperla.
Las manos de Hinata, que hasta entonces habían permanecido fuertemente cerradas a cada lado de su cuerpo, se enredaron en el pelo del rubio, tiró fuerte de la coleta, que era lo único que no le gustaba de él.
Su lengua y la de Naruto protagonizaban una ardiente danza por ver quién lograba dominar a quién.
En un gesto inesperado para el rubio, Hinata tomó impulso y rodeó la cintura del chico con sus piernas, haciendo que él acabase de ponerse duro.
Las manos de Naruto la agarraron de los muslos para evitar que cayese al suelo.
Ambos se separaron durante un instante para tomar una bocanada de aire pero poco después volvían a estar besándose frenéticamente.
-¡Traigo un paquete para señorita Hinata Hyuga!-exclamó una voz mientras tocaba el timbre de la puerta.
Naruto maldijo, ¿cómo es que siempre pasaba algo como eso?
A regañadientes dejó a Hinata en el suelo, que estaba roja como un tomate, y que salió de inmediato de la cocina.
Abrió la puerta mientras luchaba por recobrar la respiración.
El mensajero se la quedó mirando extraño cuando ella firmó y recogió el paquete.
-¿Pasa algo?-preguntó Hinata.
-Em...bueno verá señorita...-dijo haciendo un gesto que señalaba su clavícula.
Hinata descendió la vista hacia su propia clavícula y se puso más roja que nunca, Naruto le había hecho tremendo chupón que hasta el más miope lo vería.
Sintió como otra llama prendía de nuevo en su interior, pero esta vez de furia.
-Gracias por traer el paquete-le dijo al mensajero antes de cerrar la puerta.
Volvió a la cocina en la actitud de una leona, ese atrevido se iba a enterar. Cuando regresó, Naruto estaba sentado tranquilamente tomándose un café.
-¿Quién te manda paquete?-preguntó tan tranquilo.
Hinata lo odió más solamente por ese hecho.
Dio un golpe en la mesa con la mano, haciendo que se le cayese el café por encima al rubio.
-¡Mira lo que has hecho!-exclamó el chico quitándose de inmediato su camiseta, pues el café prácticamente ardía.
-¡Mira que me has hecho tú a mí!-dijo ella señalando el chupón.
-¿Y tanto escándalo por eso?
Hinata refunfuñó y con un gruñido se salió de la cocina cargando el paquete. Aún llena de ira lo tiró encima del sofá y sacó la tapa.
Llevaba la misma ropa desde ayer y necesitaba urgentemente ropa limpia.
Sacó la primera prenda de ropa que encontró y se quedó de piedra al ver que aquello no era suyo.
-¿Qué-es-esto?-murmuró.
-Ojojojo-dijo Naruto que apareció tras ella-¿de verdad tú usas eso?
Hinata se puso roja como un tomate, toda la caja estaba llena de camisetas de tirantes, shorts y mini faldas, por no hablar del calzado y la ropa interior.
Naruto saltó el respaldo del sofá y se sentó junto a ella.
-Al final eres una poli mala ¿eh?-preguntó él divertido mientras le jugaba con el pelo.
-¿Qué crees que haces baboso?-dijo separándose de él-esta ropa no es mía, no sé qué habréis planeado Ino y tú pero esto... ¡me largo de aquí!
Hinata se levantó del sofá y fue directa a la puerta, la cual se abrió de golpe.
Hinata se quedó muda junto a la puerta cuando de repente apareció una chica vestida con un corpiño negro y una falda de vuelo corta y también negra.
Colgando del cuello tenía una enorme cruz plateada que hacía juego con los pendientes de misma forma y material. Tenía el cabello de un rosa claro recogido en dos colas con lacitos de color rojo. Sus labios estaban pintados de un carmesí intenso y llevaba la raya en los ojos que hacían resaltar su magnífica tonalidad verde. Sin duda era una gótica total.
-¿Quién eres tú?-se preguntaron las dos al mismo tiempo.
Naruto se quedó mudo cuando vio a Nana entrar por la puerta. Demonios, aquello no podía estar pasando, no a él.
-Yo soy la hermana de Kyubi-contestó con una sonrisa.
Hinata se quedó helada.
-¡Nana-chan!-exclamó el rubio.
-No me digas que...ella no lo sabía-dijo llevándose una mano a la boca.
-Ella es policía-susurró Naruto mientras Hinata empezaba a alejarse de la puerta y a coger su teléfono móvil.
-Por favor Hinata, no llames a la policía-pidió él.
Ella lo miró.
-¿Qué no lo haga?-se echó a reír-¡eres Kyubi!
-Puedo explicarlo-dijo el rubio.
-Puede explicarlo-corroboró Nana.
-Solo necesito que me escuches Hinata.
7. Fastidioso
Hinata se quedó por un rato más mirando a los dos.
A pesar de que ella tenía ciertas sospechas era incapaz de creerse que Naruto fuese Kyubi, no, porque eso significaría que ella habría estado liándose con un ladrón.
La cabeza amenazaba con explotarle de un momento a otro mientras Naruto intentaba acercarse a ella.
-No me toques-dijo apartándose-déjame en paz.
Dicho esto se dio la vuelta y subió las escaleras de regreso al cuarto que había usado esa noche para poder aclarar la mente.
Naruto quiso seguirla pero Nana se lo impidió con un gesto negativo.
El rubio se llevó una mano a la cabeza, ¿era posible que solo a él le pasasen estas cosas en uno de los momentos más críticos de su vida?
Cuando Hinata hubo cerrado la puerta de un portazo él se dirigió hacia Nana.
-¿Cómo has entrado?
Su casa estaba rodeada de todo tipo de cacharros de alta seguridad aunque él hubiese dicho que no delante de la policía.
La pelirosa rodó los ojos.
-¿Tengo que recordarte cual es mi profesión?-preguntó-entrar en una casa me es tan fácil como entrar a ti en un museo.
Nana era especialista en robar tiendas de moda carísimas y objetos en las casas de los personajes más ricos del mundo.
-Bien, solo espero que tengas una buena excusa para entrar así y meterme en el mayor berenjenal de mi vida-dijo Naruto.
-Tranquilo Kyu, en estos momentos esa chica y yo somos los menores de tus problemas-contestó mientras entraba a la casa y se sentaba en uno de los sofás-no sé a quién has cabreado para que te tenga tan cogido por los huevos pero por lo menos podrías habernos llamado, a nosotros o a cualquiera de nuestros hermanos, te habríamos ayudado.
Él lo sabía, pero no los había llamado porque no quería meterlos en problemas a ellos también.
-Déjame adivinar, Hachi te deja participar en esto, ¿verdad?-dijo Naruto a sabiendas de como era su hermano y que en la vida permitiría que Nana se jugase el cuello en algo como eso.
-Hachi no puede decidir en mi vida así que no le queda más remedio que aceptar lo que hay, pero ahora explícame tú una cosa, ¿qué coño hace una poli metida en todo esto?
Naruto se llevó una mano al pelo y se rascó la cabeza.
-Verás, el tío chantajista me pilló besándola y ahora va a por ella porque piensa que es mi novia.
-Tenía yo razón cuando te dije que ir detrás de tantas mujeres algún día te traería algo malo.
Naruto sonrió.
-Tienes razón, el más vivo ejemplo es Hachi, se pasaba la vida detrás de las mujeres hasta que apareciste tú, debo cortar a tiempo antes de que algo tan malo como eso me pase a mí.
Nana lo fulminó con la mirada.
-Si supiese tu nombre ahora mismo figurarías en todos los medios de comunicación del mundo, idiota.
-Vamos, vamos, en el fondo me quieres.
-En el fondo de un saco sin fondo.
Nana siempre era así y por eso casi siempre que se veían estaban peleando, aunque era más divertido hacerlo con Hachi, la paciencia de su hermano realmente era igual a cero.
-Sabes que me encanta charlar contigo hermanita, pero debo subir arriba antes de que Hinata nos meta en un lío muy gordo a ti y a mí.
La pelirosa se encogió de hombros y empezó a mirar la ropa que había dentro de la caja que había dejado Hinata mientras que él subía las escaleras.
Solo rezaba porque la pelinegra no hubiese llamado a la policía y porque no volviese a tener la pistola a mano, en esas, seguro que acabaría igual que un colador.
Mientras caminaba hacia la puerta iba discurriendo cual era la explicación más exacta que podía darle a la policía, pero casi ninguna de ellas le convencía. Al final se quedó parado frente a la puerta y tragó grueso antes de llamar.
La puerta tardó un rato en abrirse.
Hinata se volvió a sentar en la cama mientras Naruto entraba y se sentaba al lado de ella. Aún sabiendo lo que sabía sobre él su cuerpo seguía reaccionando al del rubio, que seguía sin camiseta, y sus manos no tardaron en ponerse sudorosas.
-Entré con miedo ¿sabes? te imaginaba con una pistola, apuntando directamente a la puerta-dijo.
Hinata no pudo más que enfurecerse por la forma tan original que tenía él de comenzar una explicación.
-Si sigues riéndote de mí llamaré a mis colegas y entonces la ''pistola'' que te va a preocupar es la tuya y no la mía.
Naruto no pudo más que echarse a reír ante la ocurrencia pero inmediatamente se puso serio al ver que Hinata extendía la mano hacia su teléfono móvil.
-Está bien, está bien, te contaré la historia de mi vida.
Hinata regresó la mano a su regazo y clavó la mirada en el suelo.
-Yo nací en Yokohama-empezó el rubio-mi padre era traficante de drogas y maltrataba a mi madre y de vez en cuando a mí, aunque fuese pequeño.
Hinata no pudo más que alzar la vista, sorprendida, para nada se hubiera esperado algo así. Miró a Naruto, pensando que le mentía, pero la mirada del rubio era totalmente sincera.
-Los negocios de mi padre no iban muy bien a lo último y debía mucho dinero, así que a mi madre no le extrañó que un día lo encontrasen muerto en medio de la calle-continuó-parecía que por fin llegaría algo de paz a nuestra vida.
Hinata pudo notar que aquel tema era realmente delicado para el rubio, pues Naruto hacía esfuerzos por controlar el temblor de su voz. Según sabía él era huérfano por lo tanto algo debió de sucederle a su madre.
-¿Qué pasó con tu madre?-se atrevió a preguntar.
-Mi madre...ella no se merecía lo que le pasó, era una persona muy dulce y siempre hacía todo lo posible para que yo pudiese tener una buena vida, al principio nos iba bien pero... yo nunca supe lo que mi madre se vio obligada a hacer para poder mantenerme y llevarme al colegio.
Hinata seguía escuchando en silencio, sin atreverse a decir nada, puede que él estuviese diciendo la verdad pero también era un ladrón y podría ser capaz de mentir bien. Era la mirada triste de Naruto la que la hacía dudar.
-Se contagió de una ETS y murió, dejándome a mí solo-continuó-los servicios sociales me llevaron a un orfanato y allí fui donde conocí a Kakashi. Él era un tío de veinte años y venía acompañado de otros cuatro niños, Ichi, Ni, San y Shi, respectivamente. Fue muy amable conmigo, dijo que a partir de ahora tendría una familia y mis propios hermanos, a parte de los cuatro que te nombre después fuimos a buscar a otros cuatro, Go, Roku, Nana y Hachi, el último soy yo, Kyu.
Sus ojos se clavaron en los perla de Hinata, sabía que la chica estaba dudando pero él no podía hacer nada más que contarle la verdad.
-Pronto descubrimos a lo que se dedicaba Kakashi, robaba a los ricos para darle a los pobres, una especie de Robin Hood moderno, resulta que los orfanatos de lo que proveníamos nosotros eran mantenidos gracias a él-dijo-de modo que nosotros fuimos entrenados por él y cada uno recibimos el nombre de un demonio, así Ichi pasó a llamarse Shukaku, Ni a Nibi, San a Sanbi, Shi a Yonbi, Go a Gobi, Roku a Rokubi, Nana a Shichibi, Hachi a Hachimata y yo a Kyubi.
Hinata abrió los ojos de par en par al escuchar el nombre de los nueve ladrones más buscados del mundo.
-¿Entiendes Hinata? nosotros no robamos por interés propio, lo hacemos para que otros niños como nosotros y otra gente que no puede llevar una vida digna por ellos mismos puedan vivir como viven las demás personas, sin pasar hambre o frío.
Eso sí que se negaba a creerlo, no, no podía ser, no había ladrones buenos, eso solo existía en las películas. Además, si él no se quedaba nada, ¿cómo era posible que fuese tan rico?
-Ya y toda esta riqueza te lo pagas con el dinero que ganas en el taller ¿no?-preguntó escéptica.
-En realidad esta casa me la regaló Kakashi, antes de empezar a robar él ya estaba forrado.
-No te creo-dijo levantándose-y ahora mismo me largo de aquí.
-Esa es otra cuestión, no puedes.
Hinata lo miró con el ceño fruncido. ¿A caso iba a secuestrarla? o lo que es peor ¿matarla por saber su secreto?
-Eres un asesino, no me quedaré contigo.
Naruto cerró los ojos.
-¿Puedes dejar de lado tanto rencor y dejarme acabar? diablos esto parece Escenas de Matrimonio-susurró lo último.
-No pienso escuchar más tonterías, te dejo que sigas disfrutando de tu vida de salvador junto a tu hermana la chiflada, yo me voy.
Naruto se levantó y la agarró de un brazo.
-Que pesadita, si te vas de aquí pueden hacerte daño.
-Perdona, ¿estoy en la casa de un ladrón que aparte es un asesino y me dices que si me voy pueden hacerme daño? da gracias que no tengo la pistola aquí ni ganas de liarme a porrazos contigo para demostrarte que es un poquito difícil hacerme daño.
-No lo pongo en duda, corazón-dijo perdiendo la paciencia-pero ahí fuera yo seré el menor de tus problemas.
-Así ¿por qué?-dijo acercándose a él-¿mandarás a tu hermana chiflada detrás de mí para que me mate?
Naruto estaba empezando a perder la paciencia.
-Nana sería incapaz de hacer algo así pero si hay una persona que podría matarte y esa es la persona que ha estado cometiendo crímenes en mi nombre.
-Ajá, y dime fenómeno, ¿qué pinto yo en esa batalla contra ti?-preguntó con sarcasmo.
-Me vio besándote en la puerta de tu casa y se piensa que eres mi novia, por eso estás en peligro y tienes que quedarte aquí para que no te pase nada.
Hinata sentía que lo que le estaba pasando era totalmente surrealista.
-¿Eso quiere decir que eres mi guardaespaldas?
-A términos generales si, ¿a qué mola?-dijo.
-Oh, claro, vamos a ver, repasemos, estoy secuestrada en la casa de un ladrón con sospechas de ser asesino, que está siendo perseguido por un asesino de verdad y que ahora también me persigue a mí y que en cualquier momento puede conseguir lo que quiere, mola mazo tío-dijo-sigo sin creerme nada.
Naruto se llenó de frustración ante la terquedad de la chica.
Sus caras estaban a escasos centímetros mientras cada uno fulminaba al otro.
-No te queda más remedio que creerme-dijo.
-Eso nunca.
Entonces sin previo aviso Naruto estampó sus labios contra los de ella, demonios, era endemoniadamente sexy incluso cuando se enfadaba.
Hinata hacía fuerza para separarlo, pero como siempre su cuerpo acabó por desobedecer y abandonarse a las exigencias de Naruto.
-Vaya y yo que pensé que necesitabas ayuda-dijo Nana desde la puerta-no me imaginé esto.
Hinata se separó inmediatamente del rubio, completamente roja de vergüenza y de rabia.
-¡No me vuelvas a tocar!
-No pusiste mucha resistencia-dijo el rubio divertido.
-Bien, siento llegar en momento tan inoportuno pero necesito de tu atención Kyu-dijo la pelirosa tendiéndole un móvil negro y dorado con incrustaciones de piedras preciosas-es Kakashi.
La cara de Naruto empalideció por completo. Estaba muerto, sería cadáver.
-Dice que quiere vernos esta tarde en el centro comercial de Konoha y que quiere hablar contigo.
Naruto fulminó a su hermana.
-Te arrepentirás de haberlo avisado.
-Yo también te quiero hermanito.
Naruto contestó.
La línea estuvo un rato en silencio hasta que Kakashi se decidió a hablar.
-¿Sabes realmente por qué Shukaku me puso el sobrenombre de motorista fantasma?-preguntó con una voz cadavérica.
Naruto tragó grueso.
-Estás a punto de comprobarlo esta tarde y te aconsejo que llegues puntual, mi paciencia para contigo está pendiendo de un hilo, ¿comprendido?
-Completamente-contestó el rubio antes de que Kakashi colgase.
-¿Y bien?-preguntó Nana.
Naruto le devolvió el teléfono con una mirada gélida.
-Ya me he puesto en contacto con la funeraria más cara de Japón, que vayas a morir como un perro no quiere decir que no te enterremos con todos los honores-dijo la pelirosa como si nada.
Hinata los miraba sin comprender. Dios mío, en menudo lío estaba metida, ¿por qué habría aceptado ir a la casa del rubio? era una completa estúpida.
-¿Puedo hacer una llamada?-preguntó.
Naruto y Nana se la quedaron mirando.
-No pienso llamar a la policía, solo quiero llamar a Ino para que me mande ropa de verdad, una que sí sea mía-dijo.
Naruto sonrió de esa forma devastadora que solo él poseía.
-A mí me gustaba la ropa esa.
-Puedes quedártela, seguramente a ti te queda mejor que a mí-le espetó.
-¿Nana alguna vez te dije que eras la mujer más insoportable del mundo?
-Cada vez que me ves-contestó la gótica.
-Te relevo del cargo, ella te supera con creces.
-¿Me vas a dejar llamar sí o no?
Naruto se encogió de hombros y le pasó su teléfono móvil, uno nuevo ya que había sido imposible arreglar el otro aunque si había podido recuperar la tarjeta.
Hinata marcó el teléfono de su amiga pero Ino no contestó y al final le regresó de mala gana el teléfono a Naruto.
-Cuando quieras te dejamos sola para que puedas cambiarte-dijo divertido.
La pelinegra lo fulminó con la mirada mientras salía del cuarto para ir a buscar ropa limpia, más tarde ya mataría a Ino y a él, por supuesto.
Naruto aprovechó que Hinata no estaba para hablar con Nana.
-¿Tenéis idea de quién puede ser el tipo que me sigue?-preguntó.
-No es fácil averiguarlo-reconoció-nuestra lista negra tiene como unas 2.000 páginas con nombres escritos en letrita pequeña, Hachi hace todo lo que puede pero últimamente algo está afectando a nuestro sistema informático.
Su hermano Hachi era un superdotado en cuanto a tecnología, y el hecho de que alguien estuviese saboteando sus ordenadores, que estaban más protegidos que los de la CIA, era algo a tener en cuenta.
-¿Posibles candidatos?
-Entre todos los que hay Kakashi piensa que podemos reducir la búsqueda a unos 100 pero tendremos que esperar a que Hachi encuentre al Hacker para poder realizar el trabajo sin ninguna interferencia-contestó-ayudaría más si me dijeras lo que ese tipo quiere exactamente.
-No lo sé, no recuerdo que me hubiese mencionado nada, más bien creo que es una especie de venganza personal.
-¿Sabe tu nombre?-le preguntó la pelirosa.
-Estoy casi seguro de que si-contestó-pero ese es el menor de los problemas.
La chica asintió y luego miró hacia el piso de abajo.
-¿Qué hay de ella? ¿Cuánto le has contado?
-Lo básico-contestó-no es necesario meterla más en el asunto.
Nana se echó a reír.
-Debes aprender a controlar tu ''pajarito'' Kyu, mira hasta donde te ha llevado, tendremos que hacer algo con ella, no podemos arriesgarnos a que hable con la policía.
Naruto era consciente de eso, pero ya se encargaría más adelante, ahora tendría que lidiar con la reunión que tenía con Kakashi.
-¿Vas a estar tú en la reunión?-le preguntó a Nana.
La chica negó.
-Tengo que encargarme del centro comercial, sabes que Kakashi odia aparecer en las grabaciones de seguridad y me ha mandado que sabotee todo el cordón de seguridad y además me ha dado carta blanca para ''limpiar'' la joyería de Swarovski-dijo con los ojos brillantes.
Bien, estaba claro que Nana nunca cambiaría.
Continuaron hablando sobre la extraña vida de pareja que mantenían ella y Hachi hasta que quince minutos después Hinata subió vestida con nueva ropa.
A Naruto se le fue el aliento mientras la veía subir por las escaleras.
Hinata llevaba puesto un short marrón claro a cuadros de un marrón un poco más oscuro y una camiseta blanca con tres botones que encerraban su pecho en un escote en forma de uve. Además se había recogido el largo pelo negro en una coleta larga dejando su fina cara completamente libre.
-¿Necesitas un cubo o prefieres una bolsa de plástico para contener las babas?-preguntó Nana-en serio Kyu, necesitas una novia o un psicólogo ya.
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-¿Y qué se supone que debemos hacer aquí?-preguntó Hinata en cuanto ambos pusieron los pies dentro del centro comercial.
Antes de contestar, Naruto dirigió una mirada a la cámara de seguridad de la entrada y le giñó un ojo, a esas aturas Nana ya tendría saboteado todo el control de seguridad.
-Pues yo tengo una reunión con Kakashi, ¿no escuchaste?
Si que había escuchado, el problema era que no entendía que hacía ella allí.
-¿Por qué tengo que estar presente?
-Porque bueno, ya que los dos somos el principal blanco del tipo ese debemos estar juntos ¿no?-dijo-vale que eres una poli pero no tiene que pasarte nada por culpa mía.
Hinata se quedó muda ante esa frase, ¿cómo hacía eso? se comportaba como un real capullo y de repente le soltaba un comentario como ese.
-Yo no soy como las demás chicas big-boy, no me conquistarás con frases baratas.
-Puedes pensar lo que quieras-dijo él-¿sabes dónde queda el McDonald’s?
-En la planta de arriba, un momento... ¿vamos a reunirnos en un McDonald’s? ¿Eres consciente de que alguien puede oírnos?
Naruto no le dio importancia mientras iba mirando a todos lados, en la planta baja solo había dos guardias visibles y, conociendo a Nana, esta ya los habría convencido para que hiciesen la vista gorda en el caso de que llegase a pasar algo.
Llegaron junto al ascensor y subieron junto a un grupo de chicas que se comían a Naruto con la mirada, a pesar de que este solo hacía caso a una en concreto.
Hinata conseguía que la boca se le hiciese agua. No podía más que darle las gracias a Ino por mandarle aquella ropa.
Tenía una piel blanquísima que hacía juego con esos ojos grises tan extraños que ella tenía y que le daban un aire angelical. Se obligó a tragar grueso, sin duda ella era lo más cercano a la perfección que él había visto.
Hinata volvió la cabeza y vio como él la miraba, de una manera demasiado intensa, como si ella fuese lo único que existía en el mundo.
Naruto empezó a acercarse a ella cuando de repente la puerta del ascensor se abrió dando paso al segundo piso.
-Tu jefe no estará esperando-cortó ella saliendo del ascensor.
Él suspiró y la siguió.
''Bien Naruto, disfruta de lo que te queda de vida'' pensó.
Caminaron en completo silencio hacia el McDonald’s. Hinata se preguntaba cómo sería Kakashi, pensando en alguien que era jefe de ladrones pensaba en un tipo vestido de Armani y con gafas, parecido a los ''capos'' de la droga y que daría mucho miedo, por eso no se encontraba preparada para lo que vio.
Había un único hombre sentado en las mesas de a fuera del local y que miraba a Naruto fijamente.
La mandíbula se le descolgó cuando vio su nada normal vestuario. Llevaba unos pantalones de color granate oscuro con una cadena negra, una camiseta de manga corta negra que rezaba ''soy un monstruo en la cama'' en color blanco, llevaba la mitad inferior de la cara cubierta con una máscara azul oscuro, un impresionante arete atravesándole la nariz y un collar de pinchos de lo más extraño. Después de calzado llevaba unas bambas blancas con unos gruesos cordones de color negro. El pelo gris apuntaba completamente hacia arriba.
Por lo que Naruto le había contado el hombre debía de tener al menos unos cuarenta y seis años pero no aparentaba más de treinta y cinco.
Kakashi se levantó y caminó hasta quedar enfrente a ellos.
-Eres un auténtico gilipollas-le dijo a Naruto con una voz grave-da gracias que te tengo algo de aprecio y no te mato aquí mismo, ¿qué se supone que haces llamando la atención todo el rato?
-¿Te crees que yo he buscado esto? en cuanto a lo de llamar la atención-dijo mirándolo de arriba a abajo-mejor me evito cualquier tipo de comentario.
El peligris ignoró por completo esa última frase y siguió fulminándolo con la mirada.
-He tenido que ordenar a tus hermanos que se retiren de su trabajo por unas semanas por culpa de tu negligencia-recriminó-¿en qué estabas pensando?
Naruto se quedó estupefacto.
-¿Negligencia? ¿Quién te dice que ese tipo no quiera vengarse de toda la organización y me usa a mí de excusa? yo no cometí ninguna negligencia.
-Eso es cierto-dijo Hinata-si fuese así, nosotros ya lo abríamos encarcelado, la única negligencia que comete a menudo es ser un idiota completo, pero eso se lo podemos perdonar porque es un defecto de nacimiento.
Por primera vez Kakashi se fijó en la chica menuda y bajita que casi quedaba eclipsada por el enorme cuerpo de Naruto. Ella debía ser la policía de la que le había hablado Nana.
-¿Tú de qué lado estás?-dijo el rubio.
-Tengo que vengarme de ti y este tío quiere patearte el culo, mientras sea así le apoyaré en todo lo que sea.
Kakashi se echó a reír.
-Tú debes ser la inspectora Hyuga, de la brigada de robos de la policía metropolitana de Konoha.
-Así es-contestó ella-y tú el gran jefe al que persiguen los míos.
Kakashi le estrechó la mano, al menos no era la típica chica llorica, esta parecía echada para adelante y mientras la tuviesen de su lado podría serles de utilidad.
-Vayamos a sentarnos, tengo hambre y no me acabé mi hamburguesa-dijo el peligris.
Los tres regresaron a la mesa que antes ocupaba él solo y se sentaron.
-He puesto a toda la organización alerta y ahora todos estamos intentando rastrear a ese mal nacido, ¿no hay nada que pueda identificarlo?
Naruto negó.
-Absolutamente nada, usaba pasamontañas y no conseguí reconocerle por la voz-contestó-aunque él dijo que me conocía.
-¿Y sabes qué es lo que quiere?
-No, no me lo ha dicho, la última noticia que tuve de él es que estaría vigilando a Hinata, ayer entró a robar en su casa.
-¿Fue él?-preguntó la pelinegra-entonces también entró en la tuya.
-¿Entró en tu casa?-preguntó Kakashi.
Naruto se rascó la cabeza mientras sonreía.
-La verdad es que use el dispositivo-terremoto de Hachi para que Hinata creyese que habían entrado en mi casa.
La ojiperla abrió la boca de par en par.
-Lo siento Hinata pero era la única forma de que te quedaras conmigo.
La respuesta de Hinata fue vaciarle el vaso de coca cola por la cabeza.
-Ahora me siento mucho mejor-dijo.
-¿Estás loca? ¡Mira como me has puesto!-le gritó.
Kakashi miraba la escena con diversión.
-La coca cola sienta bien al color de tus ojos-dijo la chica.
-No quiero interrumpir-dijo Kakashi-pero debo irme dentro de poco y dejar las cosas bien claras, no quiero exhibiciones, ¿me oyes Naruto? así que Kyubi desaparecerá por un tiempo del escenario y ella debe regresar a la policía.
-¿Estás de broma? puede delatarnos.
-Me alegra que confíes en mí-dijo Hinata-aunque tienes razón, os delataré.
-Créeme, no lo harás-aseguró Kakashi-tengo contactos hasta en la policía y no te gustaría ser enemiga mía.
Algo en el tono de voz del hombre hizo que ella comprendiese hasta donde alcanzaban esas palabras.
-Además no te queda más remedio que cooperar, el tipo ese también va a por ti, por lo cual debes ayudarnos a cazarlo, después puedes continuar con tu vida.
-¿Y qué debemos hacer?-preguntó Naruto.
-Investigar y tú tratar de ponerte en contacto con el chantajista-dijo mientras se levantaba-y una cosa más Naruto, eres mayorcito y yo no tengo ganas de jugar al papi enfadado contigo, vuelve a cagarla y...
No fue necesario decir nada más, la amenaza había quedado patente en el aire mientras el peligris abandonaba el centro comercial sin ningún comentario más.
-Que angelical es tu papi-dijo Hinata-bien, ahora que ya hablamos con el papá de la mafia ¿qué viene ahora? ¿Tomar un té con Sherlock Holmes y el profesor Moriarty?
-¿Desde cuándo te has vuelto tan simpática?-preguntó, era la primera vez que la pelinegra se comportaba de esa forma.
-Desde que el humor es lo único que me salva de volverme loca.
-Pues bien querida Watson, ahora iremos a comprarme ropa nueva y agradece que en este momento hay otra persona que se merece más la venganza que tú, pienso comprar los artículos de moda más caros con el número de tarjeta de Nana.
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Estaba sentado en su sala informática, delante del ordenador central, cuando uno de sus subordinados entró en la sala.
-Señor, ya se ha oficiado la reunión entre Kakashi y Kyubi, la policía estaba con ellos-informó.
Sonrió, interesante, Kyubi lo sorprendía al implicar a la chica en el asunto pero era obvio que Kakashi necesitaba tenerla cerca para que no los delatase y también para poder obtener información a través de la policía.
En estos momentos estaban dando palos de ciego como locos, le había costado una semana entera poder penetrar en el sistema informático de Hachi, otro de los ladrones, y ahora estaba intentando sabotear todas sus cuentas.
Él conseguiría lo que quería fuese como fuese y entonces sería el hombre más poderoso de la tierra, todo el mundo estaría a sus pies.
-Bien, quiero que le digas a los demás que empiecen a prepararse, no tardarán en empezar a moverse y yo necesito tener vigilados todos sus movimientos, que también vigilen a la chica, es una pieza importante en todo esto y utilizando las formas correctas podemos engañarla y hacer que se pase a nuestro bando.
-Como digáis señor.
-Otra cosa, quiero un grupo de hombres preparados para cualquier cosa que pueda pasar y también necesito que le lleves este mensaje a Kyubi, no hace falta que te diga que si valoras tu vida no dejes que te descubra.
El hombre recogió el papel que le entregó y luego se fue.
Las cosas estaban saliendo tal y como él esperaba, ahora Kyubi sabía exactamente lo que él buscaba y siendo así todos se concentrarían en proteger el objeto y así lo llevarían directamente al lugar donde lo tenían guardado. Sabía que no sería fácil conseguirlo, pero para esas él ya lo tendría todo preparado.
8. Tórrido
Naruto abrió los ojos de par en par y boqueando en busca de aire. El sudor frío le perlaba la frente y todo el cuerpo pareciendo como si el rubio hubiese corrido alguna maratón mientras dormía.
El ojiazul se llevó una mano a la cabeza y se secó la frente para luego después removerse el cabello que le había quedado pegado a la nuca.
Se quedó sentado en la cama y flexionó las piernas, rodeándolas con los brazos.
Otra vez lo mismo, otra vez el sueño que lo atacaba casi todas las noches.
Respiró pausadamente intentando controlar los acelerados latidos de su corazón.
Desde pequeño soñaba que estaba en el orfanato, era de noche y todos los pasillos estaban vacíos, él corría de un lado a otro buscando a su madre pero ella no le contestaba y entonces, al final del pasillo, se oían pasos y se dejaba ver una sombra que se acercaba.
Él se quedaba quieto mientras una figura aparecía a lo lejos sujetando algo en la mano. Siempre en ese momento un haz de luz atravesaba una de las ventanas y ante los ojos de Naruto se presentaba una escena de lo más macabro.
Su padre, frente a él, agarrando la cabeza cortada de su madre por los pelos.
-Tú serás el siguiente-le decía.
Tras eso, Naruto siempre se despertaba.
Después de conseguir que su estado volviese a la normalidad, se levantó y fue al baño a lavarse la cara.
Se miró fijamente al espejo y maldijo, cada vez que lo hacía era como ver el reflejo de su padre, al parecer Dios consideraba que no lo había torturado lo suficiente durante todos esos años.
No se peinó ni nada, y salió al pasillo solamente con el pantalón de pijama y con el pelo todo revuelto.
Bajó las escaleras y ya estaba llegando a la cocina cuando escuchó risas en el interior.
La puerta estaba medio abierta y él se detuvo para observar por el resquicio que quedaba abierto. Nana y Hinata estaban sentadas a la mesa tomándose un café con un croissant.
Como de costumbre, la pelirosa llevaba un pijama negro de tirantes y pantalón corto con rayitas rosas y el pelo iba recogido en sus acostumbradas coletas con lacitos rojos. Pero la delicia de los ojos de Naruto era sin duda la ojiperla.
Llevaba un sencillo camisón de color blanco de tirantes y que le quedaba un poco más abajo de las nalgas, el pelo le caía desordenado por la espalda, dándole un aire angelical. Definitivamente le haría un regalo a Ino por aquello.
Entró a la cocina interrumpiendo las risas de las chicas que se lo quedaron mirando.
Hinata sintió como el torrente de lava volvía a atravesarla hacia cierto punto de su cuerpo que ya dolía ante la presencia del rubio, era increíble la de sensaciones que ese hombre despertaba en ella con solo aparecer, y claro, más si lo hacía como en esos momentos, con todo su magnífico torso al aire libre.
-¿Qué haces en pijama en mi casa?-le preguntó el rubio a la pelirosa.
-Dormir y desayunar-contestó con la mayor naturalidad del mundo-pensé que esta era mi casa como ahora te dedicas a comprar cosas con mi dinero.
El rubio resopló y se sentó al lado de ellas, esta vez mirando fijamente a Hinata, quién tuvo que tragar grueso ante la intensa mirada que le dedicó el chico.
-¿Creando vínculos con el lado oscuro?-preguntó divertido.
-Que sea una ladrona no quiere decir que ella no me caiga bien-salió Nana en defensa de la pelinegra que se había puesto roja al no saber qué contestar-¿podrías dejar de ser tan capullo?
-¿Y de que hablabais?-preguntó ignorándola por completo.
Una sonrisa cruzó por el rostro de las dos chicas y al rato las dos volvieron a echarse a reír. Naruto les lanzó una mirada cargada de extrañeza.
-Nana me ha contado cosas de cuando eras pequeño-dijo Hinata.
La cara de Naruto palideció y se clavó con horror en su hermana, a saber qué tipo de cosas le habría contado de él.
-No sabía que dormiste con una mantita de Doraemon hasta los doce años-dijo la ojiperla.
La cara de Naruto pasó del blanco más blanco al rojo más intenso mientras fulminaba a Nana con la mirada.
-E-eso era porque...porque tenía frío y tú lo sabes-dijo.
-Por Dios Kyu-dijo la chica-si hasta le pusiste nombre y te la llevabas a todos los lados, todavía recuerdo cuando cumpliste doce años y te echaste a llorar porque desapareció de tu cuarto.
-Kakashi la quemó y tú lo sabes, no tenía ningún derecho.
Hinata observaba la escena con una sonrisa divertida, lejos de ser lo que eran, dos ladrones, aquello parecía la escena cotidiana de dos hermanos peleándose por cualquier tontería.
-¿Hachi no te echa de menos?-preguntó el rubio-no, claro, seguro que esta agradeciendo en estos momentos un rato de paz sin ti.
-Ja, ja y ja, de verdad Hinata te compadezco por tener que soportar a este babuino todo el día y tú-dijo señalándolo-no te preocupes que ya me voy, al contrario que otros yo no me ando metiendo líos y puedo continuar con mi vida normal.
Nana se levantó de la silla y le echó la lengua antes de desaparecer por la puerta.
-¡Adiós Hinata!-exclamó desde lejos.
-¿Se va en pijama?-preguntó la pelinegra.
-Conociéndola es muy capaz-contestó Naruto.
Hinata se levantó de la silla y se dirigió al fregadero para limpiar su taza de café.
Naruto clavó la mirada en el cuerpo menudo de Hinata y en seguida sintió como aumentaba el deseo de volver a poseerla. Cada vez que el camisón se movía cuando ella hacía alguna acción hacía que todo el cuerpo de Naruto ardiese.
Cuando Hinata se giró se encontró a Naruto delante de ella devorándola con la mirada, la boca se le secó mientras que todo su cuerpo empezó a flaquear ante la necesidad de sentir aquellas manos morenas recorrerla de arriba a abajo.
Naruto se movió un poco al frente, dejando solo milímetros entre ellos.
-Yo...tengo que ir a...ducharme-dijo-seguro...que huelo a rayos.
Naruto cogió un mechón de su negro pelo y se lo llevó a la nariz.
-A mi me parece que tienes el aroma más exquisito del mundo.
-Te-tengo que...ir a trabajar-dijo sin mucha convicción mientras Naruto no apartaba la mirada de sus labios.
Hinata casi podía leer el deseo de él por besárselos y el deseo de ella porque así fuera.
La temperatura en la estancia había subido veinte grados de golpe, Naruto estaba convencido esa vez nada ni nadie interrumpiría lo que él tenía pensado hacer con Hinata.
Sin previo aviso terminó de acortar la distancia entre sus labios y los de ella juntándose en un beso salvaje y pasional.
Hinata fue incapaz de contener un gemido ante la intensidad de aquello candentes labios. Los brazos de Naruto le rodearon la espalda pegándola con fuerza a él.
Era delicioso sentir como aquellos senos se aplastaban contra su pecho y como ahora Hinata removía una y otra vez su pelo con aquellos finos y suaves dedos.
El beso se volvió muchísimo más exigente, como si ansiaran el devorarse uno a otro. Naruto la alzó en brazos pudiendo notar por debajo de la ropa cuanto disfrutaba ella esa al igual que él.
La amarró fuertemente con los brazos y como pudo salió de la cocina, las piernas de la pelinegra se cerraron en torno a su cintura.
A tientas Naruto abrió una de las puertas cercanas a la cocina y prendió la luz.
Hinata separó por un momento sus labios de los de él al ver que estaban en un baño.
-Dijiste que querías ducharte-dijo roncamente el rubio mientras cerraba la puerta.
Dios ella no debería hacer eso, no, otra vez no, ella era una policía y el un ladrón, no podía estar haciendo eso.
-Yo no...
Pero Naruto volvía a estar junto a ella, acorralándola contra la pared y acariciándole las piernas.
-Sabes que deseas esto tanto como yo-dijo jugando con los bordes del camisón mientras que le mordisqueaba la barbilla-ahora se buena y espérame aquí mientras enciendo la ducha.
Ella suspiró, como si pudiese escapar o marcharse, porque siendo sincera consigo misma ella se moría por devorar a aquel adonis.
Naruto sentía la mirada de Hinata fija en él mientras giraba la llave de la ducha y el agua tibia empezaba a caer golpeando en el suelo.
-¿Qué te parece si yo te desvisto a ti y tú me desvistes a mí?-susurró.
El cuerpo de Hinata estalló en llamas deseoso de que Naruto cumpliese con lo que decía, cada poro de su piel rogaba por sentir aquellas dos manos recorriéndola de arriba a abajo. Ni siquiera hizo falta contestar, Naruto había leído la respuesta en su cara. Volvió junto a ella y alzó las manos, acariciándole los bordes de la cintura con los nudillos mientras descendía lentamente hacia el borde del camisón. Sus manos se metieron por debajo de la tela, acariciando el plano vientre de la ojiperla la cual gemía quedamente.
Hinata sentía como las manos de Naruto iban ascendiendo por su cuerpo poco a poco debajo de la tela e iban a parar al cierre del sujetador el cual fue desabrochado. Las manos de Naruto volvieron a descender rozando ligeramente los duros pezones de la chica la cual no pudo contener un gemido.
Fue liberada del camisón y del sujetador en un suspiro, quedando en braguitas y completamente expuesta ante aquella mirada felina que la recorría por todos los lados devorándola.
Naruto volvió a acercarse, esta vez para hundir su boca entre el medio de los dos senos de la chica y empezó a repartir lametones. Las mano de Hinata se aferraban con fuerza a él para evitar caerse ante las mareas de placer que la inundaban y hacían que sus piernas se olvidasen de que estaban allí para mantenerla en pie.
Pero todo empeoró cuando la lengua de Naruto empezó a jugar con uno de sus pezones, primero rozándolo a penas con la punta y luego mordiéndolo y tironeándolo con los dientes mientras una de sus manos atendía el otro pezón y la otra la despojaba de sus braguitas. La ojiperla gemía sin control hasta que Naruto se separó de ella. La pelinegra se quejó pero el posó el dedo índice sobre sus labios.
El agua seguía cayendo y ahora el baño estaba lleno de un finísimo vaho que había provocado que el pelo de Naruto se aplastase a causa de la humedad. Estaba buenísimo. Él le sonrió de aquella manera tan suya que hacía que toda su voluntad se esfumase.
-Es tu turno, corazón.
Hinata se puso roja como un tomate al saber lo que él le estaba pidiendo, su corazón empezó a latir a mil por hora mientras su mirada viajaba por todo el cuerpo del rubio sabiendo cómo se vería él una vez que ella lo hubiese desnudado.
-No muerdo-dijo él divertido.
Con paso trémulo ella se acercó a él y dejó que sus manos cayeran en los hombros de él mientras volvía a atraerlo hacia sí en un tímido pero pasional beso. Sus manos empezaron a moverse a un ritmo pausado por el torso del chico rozando sus estupendos pectorales y acariciando aquellos abdominales fantásticos.
Naruto se dejaba hacer, las manos de Hinata sobre él eran como llamas de fuego que hacían que su cuerpo se estremeciese de la forma más placentera que él había sentido. Los labios de la ojiperla se desprendieron de los suyos y descendieron hacia su cuello lamiendo y succionando aquella bronceada y exquisita piel mientras sus manos continuaban su labor de acariciar todo cuanto encontrase del rubio.
Descendieron de nuevo por sus abdominales hasta el bajo vientre, donde sus dedos se enredaron con el cordón de pantalón del pijama el cual soltó y cayó al suelo, dejándolo solo en bóxers y el bulto de entre sus piernas visiblemente notorio.
Con decisión introdujo una de sus manos por debajo de la tela y rozó ese pedazo de carne con sus dedos.
Naruto cerró los ojos y un gemido roncó escapó de sus labios, aquello era absolutamente fantástico, apoyó sus manos en la pared que había detrás de Hinata y cerró los ojos dedicándose solo a sentir.
Hinata le había bajado los bóxers y ahora sus caricias eran mucho más rápidas y alteradas con pequeños apretones que volvían loco a Naruto. Por otra parte su lengua recorría la parte superior de sus pectorales, chupando y mordiendo mientras el rubio gemía sin control.
Naruto sentía que si seguía así todo acabaría pronto de modo que se separó de ella.
-Hora de ducharse-dijo.
Agarró a Hinata de la mano y los introdujo a ambos dentro de la ducha. El agua tibia lejos de aliviar su intenso calor lo intensificó aún más, volvieron a besarse con desesperación. Naruto alzó a la chica agarrándola de las piernas y la penetró de golpe.
La pelinegra sintió que todo el mundo se venía abajo en un potente gemido que hizo compañía al de Naruto.
El rubio empezó a moverse en un compás lento pero profundo.
-Se siente tan bien la forma en que me envuelves-le susurró al oído.
Hinata apenas si logró sonreír entre la marea de gemidos.
Cada vez iban más rápido y no tardaron en sentir el familiar cosquilleo recorrerles el cuerpo. Ambos aceleraron el ritmo y la intensidad. Hinata se abandonó al orgasmo en un intenso gemido y él se salió de ella para derramarse sobre la bañera.
Ambos se quedaron bajo el agua, jadeando y mirándose el uno al otro.
-Esto no cambia nada-dijo la chica.
-Sí, sí, nada cambia, todo sigue igual-dijo él-tú eres la poli y yo el chico malo, pero una alegría de vez en cuando no le hace daño a nadie.
-Sal por favor, quiero ducharme-pidió seria.
Él se encogió de hombros, quitó una toalla de un cajón y salió del baño dejándola sola. Hinata apoyó la frente contra la pared mientras el agua caía sobre ella.
No entendía por qué hacía todo eso.
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Nana abrió la puerta trasera de su casa solariega en el más escrupuloso de los silencios.
Hacía una hora había salido en pijama de la casa de Kyu y había partido hacia su casa en su mini de color blanco con rayas rosas. Su casa en Konoha se encontraba en medio del campo, a las afueras de la ciudad, donde era mucho más fácil maniobrar sin levantar ningún tipo de sospechas.
La finca era una vasta extensión de terreno rodeada por una valla electrificada y a la que se accedía a través de una cancela gris con estrictas medidas de seguridad, solo se podía entrar si alguien de adentro te abría o si tus datos genéticos estaban recogidos en el lector digital en el cual ella posó su dedo índice para acceder al interior.
Dejó el coche en el garaje, este quedaba no muy lejos de la entrada a la finca, y se dispuso a subir en completo silencio el empedrado camino de la cuesta que la separaba de la casa de madera.
Todo parecía tranquilo y desde lejos se veían las persianas bajadas. Mejor, así evitaría problemas con su novio.
No tardó mucho en llegar a la altura de la puerta y repitió el mismo repertorio que en la entrada de la finca, tras leer su huella dactilar la puerta se abrió y ella accedió al interior de la casa que estaba completamente a oscuras.
Se quedó quieta al lado de la puerta, la cual se cerró automáticamente y en silencio, y esperó atentamente por si se oía algún ruido, más todo se mantenía en el más absoluto de los silencios.
Suspiró aliviada y ya más tranquila y se dirigió tranquilamente hacia la cocina. La luz se prendió desde el otro lado del pasillo.
Delante de ella se presentaba un hombre alto, de pelo y ojos negros como la noche en toda su perfección y ella conocía mucho de su perfección, comprobada en largas y placenteras noches de pasión.
En ese momento ella se hubiera tirado sobre él y no le dejaría levantarse, pues únicamente llevaba puesto su pantalón azul de pijama con todo el perfecto torso al descubierto, pero la expresión en la cara del chico le decía que lo que venía a continuación no era precisamente una sesión de besos.
-¿Puedo saber de dónde vienes en pijama?-preguntó con su ronca y masculina voz.
Ella fingió tranquilidad y se acercó a él.
-Sasu-chan te eché de menos-dijo mientras le rodeaba la cintura con los brazos.
-Hmp, ¿dónde estabas?-repitió-no estoy para ningún jueguecito Sakura.
Ella enterró su cara en el pecho de él mientras contestaba.
-Estuve en casa de Kyu-contestó-y conocí a la policía esa que ahora está con él, es muy simpática ¿sabes?
Notó como todos los músculos de Sasuke se contraían.
-A partir de ahora te quedarás aquí-dijo con tono cortante.
Sakura conocía lo suficiente al pelinegro como para saber cuando pasaba algo que lo preocupase y por lo general, a Sasuke nunca le preocupaba nada. Se separó de él y lo miró, más él tenía la mirada desviada.
-¿Qué sucede?
-Hace un rato estuve hablando con Kakashi-empezó-él se pondrás en contacto con todos y les dirá que se vengan de inmediato para aquí.
-¿Por qué? ¿No es suficiente con paralizar las actividades? es peligroso que todos nos juntemos, la policía.
Sasuke la abrazó.
-No sé cómo es que lo ha logrado-dijo lleno de ira-pero ese imbécil ha entrado hasta en la última carpeta de nuestro sistema informático.
Sakura palideció.
-Pero... eso es imposible, tú eres el mejor informático del mundo, no...-intentó decir pero luego reflexionó sobre lo que él había dicho-¿qué sabe ese tipo ahora de nosotros?
-Todo, donde están nuestras casas, nuestros nombres...
La pelirosa tembló ante la sola mención de eso.
-Entonces sabe... sabe lo de los orfanatos y lo de las cámaras secretas.
-Bueno, eso no, eso solo se encuentra en el ordenador privado de Kakashi, son archivos demasiado importantes incluso para dejarlos en mis manos, y suerte que no ha sido así.
La pelirosa se llevó una mano a la cara.
-¿Avisaste a Kyu?
-No contesta al teléfono.
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El silencio llegó a ser tan incómodo para Hinata como lo había sido hacía unos días el hecho de que el rubio le hablase.
Ahora ambos iban en el coche de Naruto, ella a la comisaría y él con el mono de trabajo del taller.
Por su parte Naruto también se sentía incómodo, Dios que habían hecho el amor no había matado a nadie, además ni siquiera era la primera vez que eso pasaba, pero la pelinegra se mostraba cual noble ofendida a la que un cortesano le había robado la virginidad.
-¿Su majestad se dignará a dirigirle la palabra a este pobre mecánico o tendré que empezar a dar volantazos para hacerla reaccionar?
Hinata lo miró de lado y suspiró.
-Solo inténtalo y mañana tu buzón estará lleno de multas y órdenes de arresto-contestó con desgana-y mejor no te contesto a lo de pobre mecánico, es algo que ni tú mismo te crees.
Naruto se encogió de hombros y fijó su vista al frente.
-No sé qué te molesta tanto-insistió-no se acaba el mundo, solo fue...un polvo, nada más Hinata.
La ojiperla lo fulminó con la mirada.
-Seguro que en estos momentos debes estar pensando que debo sentirme honrada de compartir contigo, a fin de cuentas eres famoso, rico y estás como un queso-ante esto último se tapó la boca al darse cuenta de lo que acababa de decir.
Una sonrisa triunfal atravesó el rostro de Naruto de lado a lado.
-¿Así que piensas eso? no sabía que te resultase tan irresistible, por cierto esa marca de la clavícula te queda genial, cuando quieras te hago otra.
Hinata estaba roja como un tomate, por suerte el teléfono del rubio empezó a sonar y este contestó desviando la atención de ella.
-¿Hachi? ¿Pasa algo?-contestó el rubio al ver que se trataba de su hermano.
Hinata prestó atención, por la palidez que estaba adquiriendo Naruto las noticias no eran buenas.
En un punto de la conversación el rubio desvió la atención de la carretera y coche se botó afuera, chocando con una farola.
-¡Imbécil!-gritó la pelinegra saliendo del coche como pudo-¿Qué coño te pasa?
Naruto había salido del coche con el móvil en la mano y miraba compungido a su coche.
-Mi coche.
-¿Tu coche?-estalló la pelinegra-a la mierda el coche, me niego a seguir contigo, lo que quieres es matarme.
Se giró, dispuesta a marcharse, cuando se dio cuenta de que el rubio había tomado la carretera de las afueras y que ahora se encontraban en medio de la nada.
-Genial, fantástico, ¡espléndido! ¿Por qué no baja alguien y me lleva presa?
Como caídas del cielo se oyeron las sirenas de un coche de policía a lo lejos, el cual no tardó en aparecer.
-Bien Hinata, ¿ahora por qué no pides que lleguen los de la CIA y nos dejen presos en mitad del desierto de Arizona?-gruñó al ver que los policías se bajaban del coche.
-¿Qué es lo que ha pasado muchachos?-preguntó el que parecía el jefe.
-Nada señor, un perro se salió a la carretera y al intentar esquivarlo nos salimos, por suerte estamos ilesos.
La pelinegra le lanzó una mirada que claramente demostraba cuan patética le parecía su excusa, sin embargo el policía pareció creérselo.
-Ya bueno, verá joven, venimos registrando su coche y desde hace unos metros iba por encima de los límites de velocidad, la cosa quedaría en una simple multa pero esto...es necesario que nos acompañéis a la comisaría.
-Señor, yo soy policía de la brigada de robos, mi nombre es...
-No se moleste señorita, ante la ley no hay placa ni nada que nos defienda, muy al contrario, siendo usted policía debería haber advertido a su acompañante.
La cara de Hinata quedó roja como un tomate y fulminó a Naruto cuando lo escuchó reírse.
-Señor, sus documentos personales.
La sonrisa de Naruto se le borró de la cara.
-Verá señor...yo...no los tengo aquí pero mi nombre es Uzumaki Naruto.
-Bueno, en comisaría solucionaremos las cosas, metedlos en el coche.
Hinata y Naruto entraron en la parte de atrás del coche que quedaba separada de la delantera por una barra que aislaba tanto a los de atrás de los de adelante como viceversa.
-Esto es fantástico, arrestada contigo-bufó-¿qué es lo próximo? ¿El juicio final?
-Lo próximo no será nada de eso-respondió el rubio-no te preocupes, en cuanto esto se acaba nunca más sabrás de mí, las cosas han llegado hasta un punto que se ha vuelto demasiado peligroso Hinata.
9. Reunión
-Esto es increíble-dijo la ojiperla cuando los dos policías los metieron entre rejas-¿ni siquiera el coche es tuyo? ¿También lo has robado?
-¡Claro que no! es solo que está a nombre de Kakashi, ¿te parecería buena idea que alguien como yo vaya registrando cosas a su nombre?-exclamó el rubio.
Hinata se sentó en el banquillo de la celda mientras ponía una expresión de lo más enfurruñada. La cosa era que habían llegado a la comisaría y el policía que los había llevado metió la matrícula del coche de Naruto en el ordenador y allí salió que este pertenecía a un tal Kakashi Hatake, cuya foto no se parecía un ápice a Naruto. Como consecuencia ahora estaban detenidos por el robo de un coche.
-Espero que llamen a Kakashi pronto y esto se solucione-dijo el rubio empezando a dar vueltas por la celda-no me gusta estar aquí.
Hinata soltó una risita.
-Imagínate, si a ti te cuesta creer que estás aquí siendo lo que eres y quién eres no creas que una policía como yo se enorgullece de esto-contestó.
Naruto sonrió.
-Debe ser emocionante estar al otro lado de la banda.
-Sí, muy emocionante, tan emocionante que cuando salgamos de aquí te mataré-sentenció.
El rubio se encogió de hombros.
-Ya te dije que en cuanto saliésemos no sabrías nada más de mí.
Hinata se quedó seria y lo miró fijamente. No le gustaba lo que sentía cuando él le decía esas cosas, era como si una prensa hidráulica le estuviese apretando las entrañas. El mundo no volvería a ser normal, no después de haber conocido a Naruto.
-¿Y eso a qué se debe?-preguntó.
-La llamada de teléfono que recibí fue de Hachi-contestó él con tono preocupado-el tipo que nos anda persiguiendo ha pirateado todo el sistema central, lo sabe todo de nosotros.
Hinata abrió la boca de par en par.
-¿Cuando dices todo es...todo?
-Bueno hay ciertas cosas que no, pero sabe lo más importante, donde vivimos y nuestros nombres-contestó-nadie sabe nuestros nombres, ¡Dios! ni yo mismo sé como se llaman mis hermanos.
La ojiperla no supo que decir, debería estar contenta ¿no? en el caso que el tipo ese cediese algo de información sería pan comido para la policía cazar a esa panda de rateros pero luego por su cabeza pasaron imágenes de ella y nana charlando amigablemente en la cocina e imágenes de como la trataba Naruto, ellos no se comportaban como malvados villanos.
-Dijiste que Hachi era el mejor informático del mundo.
-Joder y lo es, pero ese tío debe ser jodidamente bueno para lograr hacer eso.
-Puede darle vuestros nombres a la policía.
-Lo sé y es por eso que a partir de ahora tú te quedas fuera-dijo él.
El corazón de la chica se aceleró ante ese gesto, él no quería que ella saliese mal parada. Entonces de repente le surgió la pregunta que siempre rondaba su cabeza, él ya se la había contestado pero ella aún guardaba sus dudas.
-Dime por qué robas realmente-murmuró, no era necesario que nadie más los escuchase.
Él sonrió.
-Te lo he dicho, quiero que otros niños como lo fui yo puedan sonreír-contestó-los niños deben vivir en la inocencia, jugar y divertirse, los niños como yo nunca hemos tenido eso y es por ese motivo que yo quiero que recuperen su infancia.
Él lo decía sinceramente, Hinata podía notarlo en su cara y en sus ojos. Una ola de tristeza la inundó y sin previo aviso le asaltaron las lágrimas, obligándola a taparse los ojos con una mano. Naruto la miró preocupado. La ojiperla había empezado a temblar.
-Hinata...
-Me molesta-dijo ella conteniendo los sollozos-me molesta que unos ladrones como vosotros que infringís la ley hagáis esas cosas-¿cómo deja eso entonces a la policía?
Naruto se quedó en silencio, nunca se habría imaginado que Hinata le creyese y menos que dijese algo como aquello.
-Toda mi familia son policías-continuó-mi madre, mi padre, mis abuelos, mis tíos...yo...yo siempre he vivido con eso, mis padres detenían a los malos para ayudar a los buenos por eso yo también me hice policía para acabar con los delincuentes y hacer que este fuese un lugar mejor.
-Pero tú...
-¿Y qué he hecho hasta ahora? poner multas y detener a gente porque iba borracha al volante y ahora llega uno de los ladrones más buscados del mundo y me dice que roba para devolver la felicidad a unos pobres niños, ¿te das cuenta? se supone que tú no haces eso y que yo soy la que debo ayudar a los demás, en cambio mira lo que tú haces por los demás y yo...yo no he hecho nada.
Ahora Naruto comprendía la razón de que ella llorase, había roto con lo que ella pensaba que era el mundo, para ella lo que se hacía mal era en defensa del mal, por eso el hecho de que alguien obrase mal para hacer el bien la descolocaba. Naruto suspiró. Pasó uno de sus brazos por los hombros de ella y la acercó a él, hasta que la cara de Hinata quedó apoyada en su hombro. Ella
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