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Pasión Por La Música - Capítulo 5 Parte 1 (NxH - GxM - SxS - SxT - NxT - SxI)

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nanase:
AWWW... vaya enredo en el q se metio sakura XD.... y Naruto omg....

Buena conti *0*

Saludos!!!

kiwikiishh:
*o* te kedo divino el capi
jajajaja sakura tendra ke aprender a tocar si o si xDD
y todo por ser abrazada por sasuke jejeje
y ke le paso apra dejar de ser niño feliz a amargado u__u
jejejeje bueno imagino ke despues lo descubrire jejejeje
espero la conti okkk y se ve ke el fic es de lo mejor ke pueda existir musica y amor <3

Osaki Ivii:
Ohayo...
Genial capitulo, escribes de maravilla ^_^
Naruto y Hinata se enamorarán ¿? Sería super, del odio al amor...
Sakura en problemas ¿? Ojalá salga todo bien, y se integre al grupo :P
Gaara y Matsuri, amo esa pareja *-*
Bueno, espero la conti...
Sayonara  :D

Selene:
¡Hola!

Gracias por sus coments ^^

Aquí la segunda parte del capítulo.

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Una chica se encontraba en medio de la ciudad mirando para todos lados completamente desorientada. Su cabello era castaño y estaba tomado en dos chonguitos. Sus ojos eran color chocolate y su piel era clara. Usaba una especie de traje chino, una blusa de color rosado claro y unos pantalones bombachos de color blanco. En su mano llevaba una maleta de color café mientras que en la otra tenía un papel blanco, que al parecer tenía apuntada una dirección.

—Cielos… esto no puede ser – Se decía la joven volteando a cada lugar, pero sólo veía gente desconocida -. Creo que… estoy perdida… ¡Demonios! – Exclamó enfadada consigo misma.

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Gaara había llegado a casa después de haber ido a comprar algunas cosas de comer, pues su hermana mayor se las había encargado. Se dirigió a la enorme cocina y dejó un par de bolsas sobre la mesa, después de todo las empleadas se encargarían de ordenar aquello.

Se disponía a irse a su habitación para practicar un poco la nueva canción, cuando por la puerta de la cocina se apareció una joven alta, de cabello rubio tomado en cuatro coletas y unos hermosos ojos azules, la cual lo miraba con una sonrisa. Gaara frunció el ceño, sabía perfectamente que significaba esa sonrisa; Temari le diría algo que no le gustaba.

—Antes de que digas nada, no me interesa – Aseguró el pelirrojo cortando el impulso de hablar de su hermana mayor, la cual hizo cara de berrinche, pues odiaba quedarse con las palabras en la boca.

—Gaara, no seas así de pesado, cada día te pareces más a papá.

Ante el comentario el ceño del menor se frunció aún más, odiaba cuando lo comparaban con su padre, simplemente no lo soportaba, porque aquel sujeto ni siquiera podía llamarse de esa manera, cuando siempre lo había despreciado… siempre le había tratado mal y le había culpado por la muerte de su madre.

—No me compares con ese hombre – Soltó enojado. Temari suspiró, había olvidado lo mucho que a Gaara le enfadaba que le dijeran que se parecía a su padre.

—Perdona, pero vamos, déjame hablar, te diré algo que te puede convenir – Afirmó la chica con expresión de cómplice. Se sentó en una silla de las que estaban alrededor de la mesa de la cocina y tomó una manzana, le dio una mordida y miró a su hermano menor con gracia -. Gaara, desde mañana asistiré a la escuela como asistente y consejera, así que deberías estar contento, me verás todos los días.

—Además de hacerlo en la casa ¿Tendré que verte en la escuela también? Vaya – Se quejó el chico de orbes aguamarina. Tomó una manzana también y le dio una mordida, caminando luego a su habitación, mientras que Temari lo miraba ofendida.

—¡Gaara, que mal hermano eres! – Vociferó la chica, pero el pelirrojo simplemente la ignoró, solía hacerlo siempre que Temari se ponía fastidiosa. La rubia apoyó su rostro contra la mesa, aún se sentía ofendida, pero no iba a dejar que el mal humor de su hermano le echara a perder este momento, quería dar su mejor esfuerzo en aquel trabajo de medio tiempo.

Temari tenía ya veinte años y estaba en su segundo año de universidad, estudiando nada más y nada menos que sicología, según ella porque en el futuro trataría los problemas mentales del antisocial de su hermano, pero en realidad era porque la carrera le gustaba bastante.

Gaara por su parte se encerró en su habitación, prefería oír su ruidosa música que los gritos estridentes de su hermana mayor, menos mal que Kankuro –su otro hermano- aún no llegaba, porque entonces no tendría paz y eso, era lo que más necesitaba, mucha paz.

—A ver – Dijo tomando su guitarra, una preciosa guitarra eléctrica de color rojo fuego, con algunos toques en blanco, perfecta según él. Se sentó en la cama y posó su mano izquierda sobre las cuerdas, haciendo un acorde con sus dedos, mientras que con la derecha comenzaba a crear la melodía.

Música, eso era lo único que le movía en la vida, su único camino, su único futuro.

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Ella llegó a casa a inmediatamente corrió hacia la pequeña sala. Su casa no era la gran cosa, era apenas suficiente para que ella y su madre vivieran a gusto, no tenían mucho, no eran millonarias como la mayoría de la gente que asistía a su escuela, ella era una chica humilde, de una familia esforzada. Su padre se había ido de la casa pero constantemente les mandaba dinero para poder sobrevivir, mientras que su madre trabajaba absolutamente todo el día para poder mantenerla, ella decía que mientras viviera su princesa no necesitaba sacrificarse, mientras ella estuviera no la dejaría trabajar, por eso Matsuri pasaba la mayor parte del tiempo sola en casa, después de salir de la escuela –en donde tampoco hablaba con nadie- se quedaba largas horas practicando en el piano que antes era de su abuela fallecida.

Dejó su bolso sobre el piso, sentándose con calma en la pequeña silla frente al piano. Destapó las teclas, tocando una por una sin que estas emitieran ningún sonido, pues tan solo pasaba sus manos con delicadeza sobre ellas, hasta que pronto comenzó a presionarlas.

El sonido se oía débil, como el ahogado grito que lanza una persona que no puede ser escuchada, cuando intentas liberarte de una pesadilla que no te deja despertar.

—Que tonta soy… - Se dijo bajando la mirada. No podía dejar de pensar en él, siempre pensaba en él.

Lo había conocido haces dos años, cuando entró a la escuela. Desde la primera vez que lo vio le pareció un príncipe de los cuentos de hadas, de esos que sólo se fijan en la hermosa princesa, pero ella no era una princesa, no era más que una niña común y corriente sin nada en especial.

—Gaara-sama… - Suspiró sintiendo los fuertes latidos de su corazón.

Era su primer día de clases en la preparatoria y se encontraba bastante nerviosa, no conocía a nadie, además para ella era muy difícil hacer amigos, siempre lo había sido por el hecho de ser demasiado tímida con la gente.

Tenía sólo quince años. Su cabello caía liso sobre su espalda hasta casi tocar su cintura, mientras que su mirada delataba a una jovencita llena de amabilidad y ternura. Caminaba por el pasillo buscando su salón, pero estaba algo perdida.

—D-donde quedará este número – Se preguntaba mirando un papel. Iba tan distraída que sin querer chocó con una persona, pero sin verle la cara -. Ah… l-lo siento – Se disculpó apenada.

—¿Lo sientes? Niña estúpida, mira lo que has hecho – Se escuchó una voz masculina bastante grave. La jovencita levantó su vista para observar que sin querer había manchado la camisa blanca de un chico mayor que ella, con lo que al parecer era un refresco -. Eres una idiota, ahora me pagarás por esto.

—Y-yo… no tengo dinero, por favor perdóneme – Se disculpó una vez más, pero aquel tipo no quiso entender de buena manera.

—¡Te dije que me lo pagues! – Lanzó un grito histérico, asustando a la castaña. Ella cerró sus ojos, dando un salto, mientras aquel chico se atrevía a levantar la mano dispuesto a golpearla si era necesario, la obligaría a pagarle como fuera, pero entonces, la mano de alguien detuvo su golpe.

Matsuri abrió sus ojos y vio la espalda de alguien, de otro chico. Su cabello rojizo llamó enseguida su atención, era un cabello muy hermoso.

—Déjala en paz ¿No te das cuenta de que es sólo una chica nueva y asustada? – Dijo aquel chico con una voz tan profunda que logró hacer temblar el cuerpo de la joven.

—¿Quién rayos eres tú, mocoso? Vete si no quieres que te termine golpeando también – Amenazó el bravucón, pero una sola mirada del pelirrojo bastó para congelarle la sangre.

—Es mejor para ti no saberlo – Respondió con aquella voz amenazante y esa mirada capaz de infundir miedo a quien fuera. Al parecer el chico le había reconocido, porque comenzó a temblar como si estuviese frente a un monstruo.

—T-tú, eres Gaara… - Susurró antes de salir corriendo del lugar. El tal Gaara se dio la vuelta y en ese instante ella pudo apreciar su rostro, pero en particular el hermoso color aguamarina de sus ojos. En un segundo ya había quedado hipnotizada.

—Tú, deberías tener más cuidado si no quieres que algo así te vuelva a pasar – Fue todo lo que dijo antes de abandonar el lugar, dejando a la joven aún paralizada, viéndola con verdadera admiración y deslumbramiento, con sus mejillas sonrojadas y sus ojos brillando como si hubiese encontrado un tesoro valioso.

—Gaara…

Sin darse cuenta sus dedos estaban tocando una melancólica melodía por sí mismos, mientras pensaba en él siempre le sucedía aquello, pues sabía que sería inútil amarlo como lo amaba, Gaara jamás le haría caso, ni siquiera recordaba aquel primer día.

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La radio estaba encendida con todo el volumen, mientras él trataba de conciliar el sueño, cosa que le resultaba imposible. Tenía muchísimo sueño, todo el tiempo lo tenía, pero se ponía de malas cuando no podía dormir.

—Es suficiente – Se dijo enfadado. Salió de su habitación y bajó las escaleras, caminó hacia la sala y bajó el volumen hasta cero, observando a sus padres que dejaron de bailar felices de la vida al ver que su hijo les había cortado la inspiración -. Ustedes, par de problemáticos dejen de hacer tanto ruido.

—Shikamaru, no nos hables de esa forma que somos tus padres – Lo regañó la mujer de cabello castaño oscuro y ojos negros, que aún no soltaba las manos de su esposo Shikaku Nara. Él carraspeó un poco, tal vez algo avergonzado y se separó de su mujer mirando a su hijo con cierta flojera.

—Shikamaru, en lugar de dormir deberías hacer algo, no sé ¿Qué te parece si practicas un poco con ese bajo que te regalamos para navidad? – Dijo Shikaku, mientras que Shikamaru sólo bostezaba con pereza.

—No quiero, es muy problemático – Respondió dándose la vuelta para volver a su cuarto. Shikaku iba a subir el volumen del radio, pero Shikamaru se detuvo a la mitad del camino, sin darse la vuelta -. No lo vuelvas a subir viejo, déjame dormir.

—Rayos ¿Cómo hace eso? – Se preguntó el hombre, -casi igual a su hijo- mientras miraba a su esposa con intriga. Ella sólo hizo un gesto de no saber y después suspiró resignada -. Yoshino, si Shikamaru no nos deja oír música ¿Te parece si vamos a cenar los dos solos fuera?

—Shikaku, por fin haces algo romántico – Le respondió su esposa con estrellitas en sus ojos.

Shikamaru cerró la puerta de su cuarto, se dirigió a la cama para seguir durmiendo y miró de reojo el bajo que estaba justo al lado de su ordenador. Lo tenía desde hace unos dos años atrás, al principio le encantaba tocarlo, pero había perdido el interés a medida que aprendía más, tal vez porque nunca encontró a alguien que pudiera acoplarse con el sonido que él producía, era demasiado problemático estar buscando incentivos para tocar.

—Hum… el club de música, hace tiempo que lo he estado pensando – Se dijo mirando al techo, el cual estaba pintado como un cielo lleno de nubes blancas, pues de ver las nubes no se cansaba.

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Había llegado el gran día, Kakashi se encontraba dentro del salón de música esperando a que llegasen los chicos que se inscribirían. Había varios clubs disponibles en la escuela, entre ellos teatro, danza, periodismo, modelaje, deportes y, un montón de cosas sin sentido, pero el club más solicitado era siempre el de música.

—Vamos a ver, cuantos llegarán este año – Se preguntó el profesor de cabellera plateada, que tenía una libreta y un lápiz en mano.

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—¡¿Cómo que te inscribirás en el club de música?! – Gritó histérica la rubia. Sakura se cubrió los oídos para salvaguardar la salud de sus tímpanos.

Ambas jóvenes entraban a la escuela aquella mañana. Cuando Sakura soltó la bomba inmediatamente Ino gritó llena de sorpresa, pues no podía creer que su mejor amiga le estuviese haciendo esto, ellas estaban juntas en todo y ahora Sakura la abandonaba.

—Ino, no te pongas así, lo que pasa es que tengo deseos de cambiar de aire por una vez, es el último año, quiero hacer algo diferente, vamos – Decía Sakura sonriendo, aunque sabía bien que estaba mintiendo, pues se sentía prácticamente obligada a asistir a aquel club.

—No te lo puedo creer – Ino soltó un suspiro. No pensó jamás que Sakura desearía hacer algo distinto, sobre todo si se trataba del club de música, ellas no tenían aptitudes en ese ámbito, pero aún así no se pensaba quedar sola, si Sakura se iba a ese club, entonces ella también -. Perfecto, si tú vas yo voy.

—¿Qué? Ino ¿Estás segura? – Interrogaba la peli rosa, pues no pensó que Ino también se interesaría por ese dichoso club.

Sin embargo ya estaban decididas, ambas se inscribirían, así que se encaminaron hacia el salón.

Desde afuera del salón de música, Matsuri observaba como varios alumnos ingresaban cargando sus instrumentos musicales. Ella estaba nerviosa, quería entrar, pero sentía que nuevamente los nervios la traicionarían y volvería a hacer el ridículo, sin tan solo tuviera más fuerza de voluntad.

—G-Gaara-sama… - Susurró observando como aquel pelirrojo entraba junto a sus dos amigos. Sus mejillas se sonrojaron como siempre le pasaba cada vez que lo veía, porque siempre sólo lo podía ver desde lejos.

—Matsuri-chan – Escuchó una dulce voz detrás de ella. Se espantó y dio un salto algo asustada, usualmente nadie le hablaba en la escuela, pero entonces se quedó con la boca abierta al darse cuenta de quien se trataba, era nada más y nada menos que la famosa estrella que ahora se sentaba a su lado, Hinata Hyûga.

—H-Hinata-san ¿Sucede algo? – Preguntó avergonzada, después de todo estaba frente a aquella importante personalidad y no podía creer que le hubiese hablado y que recordara su nombre.

Hinata miró hacia la entrada del club, que ya comenzaba a cerrarse al parecer.

—Estás pensando entrar al club de música ¿Verdad? – Preguntó sonriente la Hyûga. Le agradaba demasiado Matsuri, era una chica tan tímida y dulce que le recordaba a ella misma antes de convertirse en una cantante famosa, ella era igual y a veces, aún conservaba esa forma de ser, pero no la mostraba ante nadie -. Oye ¿Por qué no entramos juntas?

—Y-yo… - Matsuri bajó la mirada, ella no estaba segura de eso, pero la misma Hinata Hyûga se lo estaba pidiendo ¿Cómo podría decirle que no? Además, Gaara también estaba ahí. Tal vez era hora de enfrentar aquel miedo, de dejar de temerle a las miradas de la gente, quizás ya era tempo de brillar -. Está, está bien, Hinata-san.

—¡Que bien! – Exclamó la Hyûga tomándola del brazo para jalarla hacia la entrada. De inmediato ambas se volvieron el centro de atracción de todos los presentes, una por ser una famosa estrella y la otra por ser su amiga.

Por un momento Matsuri se sintió tensa, alguien la miraba fijamente y la hacía sentir nerviosa. Al observar hacia aquel lugar pudo ver que eran los ojos aguamarina que tanto deseaba que la mirasen, ahí estaba Gaara, observándola.

—Es ella otra vez, así que vino – Pensó el pelirrojo, que sin darse cuenta delineó una pequeña sonrisa, para luego desviar la mirada, pero Matsuri pudo notarlo, pudo ver como por unos segundos él parecía sonreír al observarla.

Por su parte, Hinata sólo podía ver a cierto rubio que tenía su guitarra sobre las piernas. Él no la dejaba de mirar, parecía como si ella fuese lo más interesante del mundo, pero no la veía con deslumbramiento, sino con una especie de complicidad. Ella sabía lo que estaba pensando.

Aún así sus ojos le parecían los más hermosos que había visto; azul cielo, le parecía que detrás de ellos se escondía alguna clase de dolor.

Ambas jóvenes tomaron asiento y dejaron de llamar la atención cuando se escuchó como alguien carraspeaba. Se trataba de Kakashi, que se había parado en el frente, encima de una especie de tarima, con un micrófono en mano.

—A todos los que se encuentran aquí, les doy la bienvenida a nuestro club de música, espero que puedan mostrar todos sus talentos, y que este año sea uno muy bueno para todos nosotros – Habló Kakashi sonriendo, o al menos eso parecía ser debajo de su mascarilla.

Algunas chicas murmuraban cosas entre sí, como lo guapo que les resultaba aquel profesor, mientras que, Naruto nuevamente se quedaba viendo a Hinata Hyûga.

—Brillaré, brillaré como tú lo haces, todos me admirarán, a mí y a mis amigos, seremos estrellas igual que tú – Pensaba con seguridad, sonriendo alegremente sin percatarse, mientras que Hinata, había sentido un extraño vuelco en su pecho al ver esa sonrisa, le recordaba a la de alguien ¿Pero a quien?

—¡Bien chicos, es hora de inscribir sus nombres! – Exclamó Kakashi, oyendo como todos celebraban contentos.

El club de música al fin había comenzado.

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Y aquí acaba el capítulo, espero les haya gustado y nos leemos pronto.

¡Bye!

nanase:
AWWWW.... No puedo creedrlo x3... Gaara la salvo a ella omg!!! Q emoción x3....

Además XD ese sentimiento de Hinata hacia Naruto OMG! es de lo mejor xD...  No me imagino a Ino y a Sakura en el club de música XD. Q divertido x3....

Saludos!!!

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