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Ayame y Bankotsu: Narcotiza mi corazon [Narcotrafico] [Drogas] [Amor] [Lemon]

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BadCapri:
¿Existe el amor verdadero en el mundo del narcotrafico? La mayoria piensa que no, pero la verdad es que nunca habian visto un romance como este. Los caminos de dos narcotraficantes se cruzan dandole un toque irresistiblemente diferente a sus vidas. Sin embargo, uno de los dos le falta el respeto al otro en términos de negocios creando una situacion de conflicto. ¿Competiran o llegaran a un acuerdo? ¿Se enamoraran o los negocios destruiran su romance?... Nadie sabe lo que habrá a la vuelta de la esquina cuando alguien narcotiza tu corazon...

Los personajes pertenecen a la serie Inuyasha de Rumiko Takahashi y fueron tomados para crear este Universo Alternativo el cual se enfoca en la pareja Ayame y Bankotsu. Se advierte la presencia de tematicas como el narcotrafico y las drogas, asi como escenas lemon.



Capítulo 1: Probar algo nuevo.

   La tierna y bella obra de teatro en la Primaria Particular llegaba a su fin y ella no podía estar más embobada con su pequeño disfrazado de príncipe. La maestra les dió la orden a los padres y apoderados de esperar a los niños de Primer Grado afuera y así lo hizo ella. Cuando ya salieron, el pequeño corrió feliz a los brazos de su madre. Ella lo recibió amorosamente con un abrazo.

-Mamá, ¿cómo estuve?- le preguntó el niño.

-Hermoso, mi cielo- contestó ella, acariciando su rostro. Su mirada se puso algo triste cuando reparó por innumerable vez cuánto se parecía a su padre. La piel ligeramente tostada, los ojos celestes y la cabellera negra, larga y lisa amarrada en una coleta de caballo se lo recordaba muy bien -¿Ya nos vamos a casa? ¿Pasamos por un helado?- le preguntó, tomando su mochila y su mano.

   Arriba del Peugeot RCZ plateado, pasaron por un helado para su hijo de camino y llegaron a una mansión en un barrio de clase alta en el gran Tokyo. La mansión de estilo moderno y de dos pisos estaba bien cerrada y protegida por un sistema de alarmas y un cerco eléctrico. Su decoración denotaba el toque femenino puesto por su dueña y sus jardines y patio trasero con su terraza y piscina completaba todo.

   Pero nada era tan atractivo como ella. De piel blanca, tenía un cabello pelirrojo largo hasta su trasero con mechones que enmarcaban su rostro y los ojos de un color esmeralda profundo. Su cuerpo era curvilíneo y hermoso, tonificado y ligeramente marcado por los años de gimnasio. Llevaba puestos unos jeans leggins azules  y unos zapatos de taco alto con plataforma también en beige. El corset beige con bordados dorados dejaba ver el tatuaje bajo su clavícula izquierda, la fecha 21.09.2008. Sus ojos iban maquillados con ligera sombra dorada, rímel y delineador negro y los labios con gloss café.

   Entró alegre junto a su hijo y su criada salió a recibirla.

-¡Kaede!- se acercó a abrazarla el niño tiernamente.

-Mi niño Kouga, ¿cómo te fue en tu obra?- lo abrazó de vuelta ella, alegre.

-Muy bien, a mamá le gustó mucho- dijo el niño.

-Hola, Kaede- le dijo la beldad pelirroja a la mujer de avanzada edad.

-Señorita Ayame- hizo reverencia ella, tomando la mochila del niño.

-Kouga recién comió un helado, así que no te preocupes. Yo descansaré un momento y luego saldré de nuevo a la tienda- le explicó. Tenía una voz dulce, segura y femenina y una actitud coqueta al hablar.

-El señor Miroku está aquí. La espera en la sala de estar- dijo la señora, algo temerosa por su reacción. Ayame hizo un gesto de molestia.

-¡El tío Miroku!- exclamó el niño feliz y se fue corriendo a la sala de estar.

-Ok- dijo ella y fue rápido con su sexy caminar siguiendo a su hijo –Hola- le dijo apenas entró al hombre sentado en el sillón y conversando divertido con Kouga en sus brazos. Tiró su cartera en el sillón.

-Hola, rubí- dijo él, sonriéndole. Era un hombre de unos 28 años, blanco, con su cabello negro amarrado en una pequeña coleta baja y ojos azules.

-Miroku, pretendo descansar e irme a la tienda. Así que por favor, habla rápido- le dijo Ayame, algo incómoda porque hace mucho que nadie volvía a llamarla así.

-Siento interrumpir tus planes. Sé que odias que alguien lo haga pero tenía que hablar urgente contigo- dijo él, ya acostumbrado a sus reacciones.

-Hijo, ve a tu habitación. El tío Miroku hablará con ma ahora- ordenó su madre.

-Adiós, tío- le dijo Kouga, abrazándolo amorosamente. Miroku lo acarició y lo besó en la frente.

-Cuídate y pórtate bien- le dijo él y el niño abandonó la sala de estar.

-Vamos, te escucho- dijo Ayame, manteniéndose de pié mientras él volvía a acomodarse en el sillón y retomaba su cerveza fría.

-Me ofrecieron metanfetaminas a un precio más bajo del normal.

-¿Para eso vienes a hablar conmigo?

-Claro. Tengo que tener tu aprobación- dijo Miroku y hubo unos segundos de silencio. La molestia de ella se desvaneció un poco cuando recordó la razón de por qué importaba su opinión.

-¿Es de buena calidad?- preguntó.

-Sí. Es nuestra oportunidad de entrar al mercado, cuñadita. Tendremos ganancias extras a nuestra venta de cocaína. Y serán grandes ganancias, te lo aseguro.

-No hay nada más que hablar entonces- dijo ella, tomando su cartera y haciéndole un gesto de aprobación como hacen los militares –Nos vemos.

   La chica volteó y lo dejó a solas. En su habitación, puso música y tomó su bong rosa transparente para una dosis de su cultivo personal de marihuana. Y es que era cansador ocuparse de una red de narcotráfico aparte de todas las otras cosas que tenía que preocuparse en su vida. A pesar de que junto con su cuñado eran los mandamases, Miroku le dedicaba mayor cantidad de tiempo mientras que Ayame tomaba mayor parte a la hora de tomar decisiones o tratar situaciones importantes.

   Si, su vida había cambiado completamente hace 6 años. Su novio había muerto a los 26 años de una herida de bala en una persecución de la policía y ella bien sabía que no podía abandonar la red luego de que le hubiera jurado a él que iba a continuarlo, ante las dudas del chico acerca de si algún día moriría sorpresivamente. Y así fue. Kouga fue asesinado dejándola con 16 años y un gran vientre de 9 meses. Nada que hacer. Debía seguir, pues su hijo estaba por nacer y Miroku, el hermano menor de Koga con los demás permanecían allí, dispuestos a continuar.

   Con los millonarios ahorros que le había dejado Kouga, Ayame se dedicó a criar y cuidar de su hijo los primeros años. Posteriormente, Miroku la ayudó y abrió su propia tienda de ropa que tanto soñaba: Queens and Kings.

   Estando lo suficientemente colocada, apagó su equipo, tomó sus cosas y su auto y se fue camino a su tienda. Queens and Kings estaba ubicada al comienzo del barrio alto, muy cerca del centro por lo que obtenía siempre mucha, buena y variada clientela. Había comenzado vendiendo ropa y accesorios de mujer y hombre importados pero luego incorporó diseños propios.  La tienda era variada en estilos, pero el que predominaba era el hip hop.

   Llegando allí, la esperaba su alta y delgada amiga que miraba la ropa de la tienda mientras hablaba por su Smartphone.

-Sanguito- le dijo ella, feliz de verla. La chica volteó sonriendo y haciéndole un gesto indicándole que estaba ocupada al teléfono. Ayame saludó a su par de vendedores y esperó a su amiga –Claro, cariño. Ya debo irme, llegó Ayame. Un beso, te amo- colgó el teléfono, se besaron en la mejilla y se abrazaron -¿Cómo estás?

-Volada- contestó divertida ella. Sango rió con normalidad.

-Podrías decirme algo nuevo un día de éstos.

-¿Y tú?

-Cansada, gracias a Dios hoy fue la última sesión de fotos- comentó Sango. Era modelo, pero su especialidad era la fotografía por su cara simpática y angelical. Sus curvas eran precisas para un buen cuerpo de modelo, con una cabellera achocolatada, lisa y larga hasta sus codos y un flequillo recto sobre su frente, junto a unos ojos marrones –Miroku me contó que planean ganar más dinero con la nueva mercancía- le dijo en un tono bajo. Llevaba dos años siendo la novia de su cuñado y solía estar al tanto de todo lo de la red.

-Sí, hoy me habló de eso y le dije que sí.

-Bueno, les vendrá bien probar algo nuevo- le dijo, guiñándole el ojo y Ayame rió levamente -¿Y qué me cuentas de Sessh? ¿Han hablado?- preguntó con picardía.

-Me invitó a cenar mañana en la noche- contestó la pelirroja alegremente aunque no en demasía.

-¡Genial! Me imagino que a un buen restaurant- dijo Sango, entusiasmada.

-Pues claro que sí.

-Encontré a un estilista que hace una manicura preciosa, mira- le dijo, enseñándole sus uñas maquilladas de una forma que deslumbró a Ayame.

-Están demasiado lindas- comentó maravillada.

-Te llevaré para que tengas las uñas muy bien presentadas mañana en la noche- dijo alegre Sango y ambas rieron.

Kel|Thuzad:
Interesante, la historia tiene buena trama, pero como que debiste agregarle más suspenso  al final en mi humilde opinión :D

BadCapri:
Puede ser, Kel! Lo habia pensado pero no se me ocurrio como en el momento  :XD: Lo tendre en cuenta para el proximo capitulo  :neko:

BadCapri:
Capítulo 2: Y ahora, tú

El día laboral transcurría normalmente al mediodía en Queens and Kings. Volada, Ayame cuidaba de la caja registradora mientras sus vendedores asesoraban a los clientes. Estaba tan concentrada en su trabajo y en su iPhone que ignoró la entrada de dos nuevos compradores.

-¡Qué linda ropa!- exclamó entusiasmada la chica, acercándose a ver todo.

-Escoge lo que quieras, Kikyo- le dijo aburrido el hombre que la acompañaba mientras exploraba con la mirada toda la tienda. Él era un moreno alto con un fuerte cuerpo atlético y ojos azules, con una cabellera negra azulada peinada en una larga trenza y una sonrisa maliciosa. No había duda de que la ropa era linda, pero Ayame lo opacaba todo. Nunca había visto mujer más atractiva. Le hechó un vistazo a la pálida y delgada chica con cabellera negra y ojos marrones, confirmando que se encontrara en su labor de elegir una prenda con una de las vendedoras. No podía dejarla pasar, así que fue aproximándose lentamente de forma que no se notara su interés y aún así la pelirroja no reparó en él.

-Me gusta la tienda- le comentó, a lo que ella lo quedó mirando y le sonrió. Él acentuó más su sonrisa, pues ella tenía los ojos tan enrojecidos como los suyos. Adoraba ver a una sexy mujer que le gustara colocarse con marihuana, igual que él.

-Gracias- contestó y volvió a su iPhone.

-¿Eres la dueña?

-Sí. ¿Se nota?- volvió a mirarlo Ayame, divertida. Él rió un poco.

-Algo. ¿Cómo te llamas?- se atrevió a preguntar y ella rió levemente.

-¡Bankotsu, ven!- le gritó la chica que andaba con él. El moreno hizo un gesto de molestia y Ayame rió volviendo a su iPhone. Él fue hasta donde la chica, quién le pidió su opinión para escoger lo que se compraría y de allí no lo dejó más a solas. Bankotsu no paraba de mirar a Ayame apenas podía sonriéndole seductoramente. Ella lo miraba a veces y le devolvía la sonrisa, divertida pues no era el primer hombre con pareja que la miraba.

                Cuando la chica escogió lo que iba a llevar, realizaron la compra y tuvieron que irse sin más aunque Bankotsu se prometió a sí mismo que iba a conseguir su nombre y su número de teléfono cuando le fuera posible.

                Hacia el atardecer, Sango fue a recoger a Ayame para llevarla al centro de alta estética integral. Allí las esperaba ansioso un gay de piel blanca, cabello negro y corto con mechones enmarcando su cara y los ojos también negros.

-Pero qué bellezas vienen a verme- comentó al verlas, poniéndose de pié para saludarlas.

-Hola, querido- lo saludó Sango –Ésta es Ayame- se la presentó y se saludaron.

-Wow, eres muy sexy-le dijo él, graciosamente malicioso. Ayame acentuó su sonrisa.

-Jakotsu- se lo presentó Sango y Ayame creyó haber escuchado su nombre en algún lugar.

-¿Un trago? ¿Un café?- les ofreció el afeminado hombre.

-Un trago- dijeron ambas al unísono y rieron con él.

-Aquí tienen- les dijo luego, entregándoles dos copas de vino blanco frío -Déjame ver tus uñas- le dijo a Ayame y ella le tomó las manos -Muy bien cuidadas, pero nunca estarán mejor cuidadas que conmigo. Vas a ver, cariño- le dijo y le guiñó un ojo.

-Sorpréndeme- le dijo ella y le guiñó el ojo también.

-Tiene una cita en un par de horas más- le dijo Sango a Jakotsu, entusiasmada.

-Oh, ya veo. Uñas estilo ombre te quedará muy bonito. Aunque habría jurado que tenías novio. Osea, ¿qué es eso?. ¿Una mujer tan hermosa y soltera?

-Bueno, hace años que no tengo una relación seria- la sonrisa de la pelirroja beldad se desvaneció un poco.

-¿Algún motivo?- le preguntó Jakotsu, a lo que Ayame suspiró.

-Ninguno en especial- mintió. Lo de Kouga no era un tema que hablara con cualquier persona.

-Te hará bien una cita, entonces. Déjate querer- dijo Jakotsu y luego Sango cambió el tema pues se había dado cuenta de la reacción de su amiga. Jakotsu tenía razón. Debía dejarse querer, pero es que simplemente desde la muerte de Kouga no había conocido a nadie que le hiciera perder la cabeza.

Flashback:

-Kouga era el amor de mi vida, Miroku. Nunca habrá nadie como él- le decía una Ayame de tan solo 16 años vestida de riguroso luto, llorando y llevando una panza muy grande.

Fin del flasback.

No, en verdad ni se había percatado...

                Efectivamente, Jakotsu sabía hacer trabajos hermosos y distinguidos en las uñas. Además, era muy divertido y se pasaron lo que quedaba de tarde conversando y riendo junto a él. Le dejó a Ayame sus largas uñas en punta en un perfecto degradé del azul al blanco con una ligera escarcha plateada. Ella estaba maravillada y lista para asistir a su cita con Sesshoumaru.

                Él la conocía hace un tiempo y la pretendía desde el primer momento. Era un hombre de largos cabellos plateados y dorados ojos rasgados, un hombre elegante y serio, jefe de un bufete de abogados. Ayame se sentía levemente atraída a él y por eso aceptaba salir con él, nada más que por pasársela bien un rato aunque no tuvieran sexo.

                La llevó a un restaurante italiano muy distinguido en el barrio alto. Ella lucía una falda tubo a la cintura color azul rey que llegaba hasta arriba de su rodilla con un tajo en su pierna derecha, el que llegaba muy arriba. Una remera gris con mangas 3/4 y un muy pronunciado escote cruzado, iba adentro de la falda y acompañaban los zapatos blancos con taco alto. Traía su cabello peinado en una trenza de raíz hacia atrás con un pequeño tupé, los ojos maquillados sutilmente de plateado y los labios de color vino, con aros y pulseras plateadas a juego.

               Se sentaron a la mesa reservada por el hombre y miraron la carta. Ayame adoraba la lasagna a la bolognesa, por lo que la ordenó mientras que él ordenó unos fetuccini con salsa alfredo. En el entretanto, les trajeron una botella de vino tinto y conversaron mientras esperaban el pedido. Posterior a unos minutos, Sesshoumaru dejó a Ayame sola para ir al baño. Estaba revisando su celular, cuando el mesero le entregó un papel sin decirle nada. Extrañada, ella simplemente lo leyó: "Te ves aburrida, por qué no me das tu número? Puedo hacer que lo pases mejor". Levantó el rostro, buscó hacia su izquierda y se encontró con el hombre que había visto al mediodía, el de la larga trenza. Le sonreía seductoramente y estaba comiendo a solas. Ella le sonrió sexy también y continuaron mirándose hasta que Sesshoumaru volvió con ella, lo que hizo que Ayame sólo mirara a veces a Bankotsu. El moreno nuevamente no paraba de mirarla y se sorprendió al ver que no recibía respuesta alguna de Ayame.

Luego tuvo que irse pues Kikyo lo había llamado y qué hubiera dado por quedarse un momento más a ver si existía alguna posibilidad de acercarse a la misteriosa y preciosa pelirroja. Así mismo, rogaba por volver a verla.

Sesshoumaru ciertamente la había pasado mucho mejor que ella. Bueno, no se lo había pasado fatal tampoco, pero aún no había nada que la hiciera sentirse de verdad atraída al atractivo hombre.

-Sin duda fue una bella noche, Ayame- le dijo en la entrada de su casa, después de haber ido a dejarla. Ella sólo sonrió y en un arranque de pasión, él la besó suavemente. Ayame le respondió ante un beso que fue como cualquier otro. Cuando él se apartó, se dió cuenta de que no había sentido nada -Pero ninguna noche se compara con lo bella que eres- agregó, con una sonrisa de satisfacción. La beldad pelirroja le respondió la sonrisa y él se fue sin más.

Entró y se quitó los zapatos para no hacer ruido y despertar a nadie. Miró en la habitación del pequeño Kouga y éste dormía profundamente. Fue a su habitación directo a tomar el retrato de Kouga en su velador. El moreno de cabellera negra amarrada en una coleta y ojos celestes sonreía sentado desde su auto, apoyado en el volante. Ayame sonrió apenada.

-Dime Kouga, ¿alguna vez volveré a sentir eso que sentía por tí? ¿Volveré a amar locamente, de verdad? Si puedes escucharme, respóndeme- le susurró. Qué distintas habrían sido las cosas con Kouga aún vivo.

Kel|Thuzad:
Muy bueno, la trama de la historia se va perfilando. Dejame decirte que es la primera vez que leo un fic con esta temática y vas bien  :=D: Si hasta me dio hambre  con lo que pidieron en la parte de la cita jajaja

PD: Quizá, mi única observación sería colocar un poco más de descripción en las escenas aunque creo que es cuestión de estilo, de alli todo bien  8)

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