Rincón del Artista > Expresión escrita
Encontrarla ~ Capítulo CUATRO
Fluoradolescent.:
Muchas gracias a:
~Penny Draco
~Argentina
~Annie
~Pachf
por sus comentarios,
me alegro de que les haya gustado,
y he aquí el Capítulo 1, dedicado a ustedes.
Ojalá les guste :grin_open:
Tyler se quitó la camiseta azul, descubriendo su torso delgado, de musculatura ligeramente marcada. Su cabello rubio algo largo se despeinó un poco, pero él no se molestó en reacomodarlo.
Estaba cansado, tenía calor, y la única cosa que le apetecía, era darse una ducha fría.
Entró al cuarto de baño, terminó de desvestirse, y dejó que el agua; limpia y fresca, cayera por su piel. En su cabeza, ciertas voces opacas susurraban cosas ininteligibles, que él ignoraba deliberadamente.
Se sumió en sus propios pensamientos, y las vocecillas se convirtieron en apenas un zumbido molesto, al cual él ya estaba acostumbrado.
“¿Dónde estoy?”
Esa fue la única frase que no fue acallada, como las demás. La voz de una chica, preocupada, desorientada, posiblemente asustada. Tyler sacudió la cabeza, un poco sorprendido. Nunca antes una voz le había sonado tan clara y perfectamente audible. Era casi como si la hubiese escuchado con sus oídos.
Se encogió de hombros, y dejó de pensar en ello. No era asunto suyo. Bueno, quizá… técnicamente sí lo era, pero prefería pensar que no era así.
Salió del baño y se vistió con una camiseta blanca con el símbolo de Guns n’ Roses, una de sus bandas favoritas, y unos jeans oscuros.
Se miró en el espejo furtivamente. Su piel blanca aún tenía algunas gotitas de agua en ella, y su cabello rubio húmedo había tomado un tono amarronado, aunque ya empezaba a secarse. Sus ojos grises como el acero reflejaban una mirada despreocupada, que se tornó ligeramente enfadada al ver aquellas sombras blancuzcas a su lado, que, como bien sabía, sólo él podía ver.
Frunció la boca de finos labios, y apartó su mirada, recordándose a sí mismo que por eso odiaba los espejos y las superficies pulidas que pudieran reflejar a esos espectros que lo acechaban todo el tiempo.
A medida que se secaba el cabello con la toalla, se dirigió al minicomponente de su habitación y lo encendió.
La canción Your love is a lie de Simple Plan le dio una cálida bienvenida a sus oídos, apagando, de momento, el incesante murmullo en su cabeza. Se acostó en la cama, cruzando los brazos tras la cabeza, y no se dio cuenta del momento en el que se quedó dormido.
Despertó varias horas después, con hambre y ligeramente malhumorado. Había tenido alguna pesadilla que no lograba recordar. Se dirigió a la cocina, a por algo de comer.
-¡Tyler! -su madre dejó escapar una exclamación ahogada al mirar hacia donde su hijo se encontraba- Me has vuelto a asustar, por favor si te apareces así de la nada, al menos has algún ruido o algo así… un día de estos me matarás de un susto.
-No seas exagerada -respondió él, con una pequeña sonrisa.
-¿Tienes hambre? -preguntó ella, mientras se pasaba fugazmente la mano por un mechón de pelo color caoba que se empeñaba en caerle sobre la cara.
-Sí, bastante, ¿qué preparas?
-Sólo es un poco de salsa de tomates, estaba pensando en hacer fideos con salsa, ¿te parece?
-Claro -respondió Tyler, un chillido lleno de palabras ininteligibles llenó por un momento su cabeza, rompiendo la barrera mental que siempre erigía para protegerse; frunció el entrecejo.
Los murmullos elevaron considerablemente su volumen. Casi comprendía lo que le decían, y no quería entender. Unos escalofríos subieron desde la base de su columna vertebral, sacudiéndolo ligeramente.
Necesitaba concentrarse, no iba a escucharlos. El vago sonido del televisor logró llamar su atención, desconectándolo de las voces.
-Han pasado ya tres días de la desaparición de Astrid Willard, y sus familiares se encuentran consternados. “Es como si se la hubiese tragado la tierra, no sabemos absolutamente nada de ella, nadie la ha visto, nadie sabe dónde está…”
La voz de la mujer se quebró. Tyler volteó hacia el televisor.
En la pantalla, un hombre abrazaba a una mujer que se encontraba llorando. El reportero se veía bastante consternado, de seguro era un novato que no sabía cómo manejar correctamente la situación.
-”Si alguien… si alguien la ve, por favor, tienen que llamarnos, o hablarle a la policía” -habló el hombre, mientras en la pantalla se veía la fotografía de una chica. Cabello color caramelo con rulos, ojos verdes, piel blanca, bonita sonrisa y mirada tranquila- “Y Astrid, si estás viéndonos… vuelve a casa, por favor, o al menos haznos saber que estás bien, te necesitamos, hija”
Tyler entrecerró los ojos. La joven le parecía vagamente conocida. Sabía que la había visto antes, ambos iban al mismo instituto, por lo que había escuchado, pero él nunca se fijaba demasiado en quienes no conocía.
-Pobres personas… -la voz de su madre lo sacó de sus pensamientos- Su hija desapareció, y no saben nada de ella; yo no sé qué haría si me pasara eso contigo…
El chico dirigió la vista hacia el rostro con forma de corazón de su madre, sincera preocupación dibujada en sus rasgos.
-Iba a tu misma escuela, ¿la conocías?
-De seguro la vi alguna vez, francamente no lo recuerdo -respondió Tyler.
-Ya veo… ¿Sabes, hijo? Si yo pudiera hacer algo para ayudar a la familia de esa chica, lo haría -murmuró su madre, sus ojos grises escrutando a Tyler de manera intensa- ya sabes, al menos poder decirles que ella está bien, o quitarles la preocupación y decirles que está muerta…
-Ni siquiera lo pienses -la interrumpió él, rotundamente.
-¡Pero Tyler! -ella exclamó- Puedes usar tu habilidad para saberlo, ¿por qué no…?
-Basta, mamá -respondió el rubio, mirándola seriamente- de seguro esa chica se ha escapado de su casa, o algo así. Me imagino que lo único que está haciendo es montar un numerito para llamar la atención. Ya verás que en un par de días estarán anunciando que está de vuelta.
Su madre lo miró con molestia, y luego volteó a la sartén donde la salsa de tomates estaba casi lista. No entendía por qué Tyler siempre se negaba a usar las facultades psíquicas que empezó a manifestar desde muy pequeño, y le molestaba que fuese tan reacio a ayudar a las personas.
Tyler se percató de su molestia, pero fingió no notarlo. En cambio, tomó el mando a distancia del televisor y cambió de canal.
¡Tararán! Sé que ahora aún es muy confuso todo,
pero les prometo que a medida que siga la historia,
se irá aclarando todo paulatinamente.
Espero que les haya gustado, y ¡comenten!
PD: Iba a cambiar el nombre del fic, pero finalmente decidí dejarlo como está, así que no se preocupen por eso :ohnoes:
Annie:
uuuh!! es emocionante :)!! Ademas de que cambia toda la idea que tenia acerca de la historia woaah!! dio un giro impresionante :)!! me alegra que ya haya continuación y me pregunto que decidira tyler :O!!! hahahah ademas croe que tyler y astrid tienen algun tipo de conexión :O!!
PennyDraco:
Al fin, ya esperaba esto...
Vaya, asi que Tyler seria la pieza con que puedan hallar a Astrid..digo que quizas vendria bien usar las habilidades psiquicas aunque sé que eso es agotador, siempre te piden algo a cambio cuando se usa ese don y cuando lo haces te puedes poner un poco desequilibrado...
Un buen capitulo Dizz, como dije, lo estaba esperando.
Espero que la continuacion no demores.
Te cuidas
Fluoradolescent.:
En primer lugar, quiero agradecer a:
Annie, y
Penny Draco
por sus comentarios, me alegro de que les guste la historia.
He aquí la continuación.
Astrid despertó, sintiéndose incómoda, ligeramente mareada y con frío. No tardó en descubrir que estaba acostada en el suelo… en un suelo de roca pura.
Desorientada, miró a su alrededor. No sabía dónde se encontraba, o cómo había llegado allí. Y no veía nada más que el mismo suelo de roca extendiéndose a su alrededor, interminablemente.
Arriba, el cielo era de un color púrpura tan inexplicable como desconcertante.
-¿Dónde estoy? -preguntó en voz alta, aun intuyendo que no había nadie que la escuchara.
Se puso de pie lentamente, tratando de recordar qué había sucedido, cómo había llegado a ese lugar tan extraño. Sabía que había estado en la escuela, en la clase de Física del profesor Evans. Y luego, nada.
Una especie de lapsus.
-Esto debe ser un sueño -murmuró bajito, para sí misma- sólo tengo que esperar a que alguien me despierte, y todo estará bien.
Volvió a echar un vistazo a su alrededor, sólo para encontrarse con el mismo panorama de roca y cielo púrpura. Empezó a caminar hacia su derecha, casi de forma despreocupada, segura de que se encontraba en un mundo creado por su subconsciente.
Caminó durante un largo espacio de tiempo, hasta que sus pies se hallaron completamente adoloridos. Se sentía sola y desconcertada; el paisaje seguía siendo el mismo, y, además, ahora hacía todavía más frío.
Sus ropas -que consistían en una camiseta gris de mangas cortas con el símbolo de Batman estampado en el pecho, unos jeans azules y converses grises- no eran suficientemente abrigadas para la temperatura que hacía.
Tropezó con una roca ligeramente escarpada del suelo, y cayó sobre él cuan larga era.
-¡Rayos! -exclamó, molesta.
Las palmas de sus manos dolían, y, al mirarlas, vio que estaban raspadas, fruto de su intento de amortiguar la caída. Pequeñas gotas de sangre manaron de las heridas.
Escuchó una especie de siseo proveniente de algún lugar cerca de ella.
Volteó la cabeza, y vio a una pequeña criatura de cuerpo redondeado, cubierta de una especie de coraza de color azabache, que lucía brillante y dura, contra la que sus ojos, dos pelotitas rojas brillantes, contrastaban.
La cosa se movió hacia ella, vacilante, y Astrid pudo apreciar cientos de patitas que oscilaban debajo de su cuerpo semi-esférico. Retrocedió, algo asustada. Nunca antes había visto una criatura parecida, pero por alguna razón creía que se trataba de alguna especie de insecto.
La cosa avanzó hacia ella, siseando nuevamente. Astrid vio que había salido de un agujero en el suelo, que probablemente se había formado cuando ella tropezó.
La joven siguió retrocediendo, sin fiarse del brillo de los pequeños ojillos rojos del insecto. Éste la siguió, más rápido ahora, subiéndose al zapato de Astrid, cuya reacción instintiva fue la de patearlo.
El bicho cayó, con las patas volteadas hacia arriba, en el centro de las cuales se encontraba una boca redonda, llena de dientes por todos lados, y emitió un chillido que le heló los huesos. Pronto, del agujero habían salido dos criaturas iguales, y dos más, y dos más, y todas se acercaban a ella velozmente.
Astrid comenzó a correr en dirección contraria a la madriguera, siguiendo un impulso instintivo que la obligó a hacerlo.
Y corrió, y corrió, a todo lo que daban sus ya cansados pies, escuchando los siseos y chillidos frenéticos de las criaturas que no habían desistido de seguirla, y que, al parecer, se encontraban cada vez más cerca de ella.
Gritó, de puro terror; algo le decía que esos bichos no la perseguían con intensión amigable. Lo peor era que no sabía a dónde ir, y sus piernas temblaban de cansancio.
Cuando creía que todo estaba perdido, vio, a lo lejos, una puerta blanca, en medio de la nada.
Sin dudarlo, corrió hacia ella con sus últimas fuerzas. Cuando hubo alcanzado el picaporte, volteó, para ver a los bichos avanzando hacia ella, a menos de dos metros de distancia.
Abrió la puerta, y, aunque era demasiado extraño el hecho de que de ella sólo manaba oscuridad, su mente no tuvo tiempo de procesarlo, y pasó a través de ella, sin detenerse a mirar atrás otra vez.
***
-¿…Y si la raptó uno de esos violadores o asesinos en serie? Pobre chica…
-No lo creo, más bien se habrá escapado con su novio o algo así
-¿Tenía novio?
-No lo sé, sólo digo…
Estaba harto de las especulaciones, y de todo lo que sucedía. En los últimos días, la mayor parte de las conversaciones que había oído en el instituto versaban sobre el tema de la chica desaparecida; y, en su casa, su madre se encargaba de presionarlo -a veces sutilmente y otras no tanto- para que la buscara.
Y él podía hacerlo, y, de hecho, ya se había planteado hacerlo, pero, al mismo tiempo, no estaba seguro.
Cualquier contacto psíquico venía a él de manera espontánea, y frecuentemente indeseada, a excepción de las veces en las que buscaba a su padre. Y esa no era una experiencia que le gustase demasiado.
Sin embargo… Había oído de las personas con facultades como la suya que ayudaban a otras personas. A veces trabajaban con la policía y les ayudaban a resolver crímenes, cosas así.
Si ellos podían hacer eso, ¿por qué no él?
Tyler aceleró el paso, dirigiéndose hacia su salón. Tenía todo el resto de la mañana para pensar, y, si se decidía, quizá tratase de rastrearla por la noche.
Bueno, eso ha sido todo, espero que les haya gustado,
y... ¡quiero comments! u_u
nos leemos! :3
Pachf~:
Wow me has dejado con ganas de más, adoro tu manera de escribir y sobre todo como describes a Tyler creo que es imposible que no me enamore de Él.
Puede que yo sea muy torpe pero cada vez tengo las cosas más confusas y más claras.
¿Qué relación habrán entre Astrid y Tyler? :ohnoes:
En serio linda escribes demasiado bien adoro este fic tienes que continuar
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