Rincón del Artista > +18

[+18]*Poisonous Blood: 2.Sobrevivir[S&S]*

(1/9) > >>

Dresti:
Historia: Poisonous Blood: 2.Sobrevivir
Autora: yo, Dresti, y nadie más xD
Género: Romance y sobrenatural
Clasificación: +18
Advertencia: Lemon, tortura, violencia y lenguaje obsceno, en ocasiones OoC.
Publicaciones: MundoSasuSaku, ArteAnime y anteriormente Fanfic.es(hasta k borraron mi cuenta)


Holaaa!! Bueno aki traigo la secuela de mi fic Poisonous Blood: 1.Renacer, la historia comienza unos meses despues de la inesperada partida de Sakura, espero k os guste, si alguien kiere adelantarse aki y leer x donde lo stoy publicando en otros sitios puede entrar en mi foro arteanime.foroactivo.com


Prólogo

-Maddy, tienes una llamada-dijo el camarero abriendo la puerta de la cocina.

Una mujer de estatura media y pelo ondulado largo y rubio, estaba de espaldas a él atendiendo los fogones. No le extrañó que no lo hubiese oído, pues a esas horas el restaurante japonés estaba a rebosar.

Se acercó ella y le dio un golpecito en el hombro.

La chica se giró inmediatamente, posando en él sus enormes ojos cubiertos por aquellas gafas de sol que llevaba siempre.

La rubia era una joven chica asiática, de Japón, y que se había ido a vivir a Londres.

Una de las manos de la chica se mantuvo agarrada a un cucharón de madera mientras la otra reposaba sobre su abultado vientre de cinco meses. El chico aún se preguntaba cómo alguien tan joven como Maddy estuviese embaraza y que además estuviese sola. Era eso lo que le hacía admirar a la chica.

-¿Qué quería Will?-preguntó en tono amable.

-Te llaman por teléfono, es una mujer que dice ser tu prima.

La cara de Maddy se iluminó y se dirigió directamente hacia el teléfono. Will pensó que esa alegría repentina se debía a que ella vivía sola y sin familia y tener noticia de uno de sus parientes la alegraba, pero todo aquello estaba lejos de la verdad.

Maddy contestó cuando Will abandonó la cocina y cerró la puerta tras él.

-Alecto-dijo-me tenías preocupada, ¡has tardado una semana!

Al otro lado del teléfono se escuchó el suspiro irritado de su prima.

-Sakura, te recuerdo que estamos con una orden de busca y captura sobre nuestras cabezas y yo todavía quiero experimentar un poco de la llamada ''eternidad de los vampiros''

Sakura sonrió al percibir por su voz que Alecto estaba bien.

-¿Y bien?-preguntó ansiosa.

-Sabes que no es conveniente hablar de esto por teléfono, ¿tú que tal estás?-desvió el tema.

-Perfectamente, el bebé sigue creciendo como siempre-sonrió.

-Bien, esta noche iré a tu casa a la madrugada y allí discutiremos todo-dijo su prima.

-Espera Alecto, no cuelgues-dijo antes de que se despidiese.

En realidad quería preguntarle otra cosa, la que más desvelos le producía y que la mantenía con un inmenso nudo en la garganta.

-¿Sabes...sabes algo de Sasuke?-susurró.

-Sigue en Japón, todavía piensa que has regresado allí-contestó-Sakura, sabes lo que pienso al respeto.

Lo sabía, pero también sabía que aquello era lo mejor para los tres.

Solo ella sabía todo lo que sufría al no poder tenerlo cerca, todas las noches lloraba por él mientras el miedo la consumía, ¿pero qué podía hacer ella? no se trataba solamente de lo que ella quisiese, sino de la vida de su gente, de Sasuke y de su hijo.

-Entonces nos vemos a la noche-dijo antes de colgar.

Apoyó la mano en el frío azulejo de la cocina del restaurante y cargó todo su peso en ella.

Estaba viviendo los peores meses de su vida. Sentía miedo de todo y de todos, a pesar de su cambiado aspecto ella sabía que cualquiera de los de su especie la reconocería por el olor de su sangre pura y una vez capturada no tendría escapatoria.

Se incorporó y se abrazó a sí misma, lo único que la mantenía viva era ese pequeño ser que crecía en su interior, pero incluso él la mantenía en vilo.

Al contrario que cualquier mujer normal embarazada, ella no podía asistir a ninguna revisión. Alecto le había explicado que la placenta de un vampiro era demasiado gorda y que en contacto con la electricidad de las máquinas médicas podía causarle daños irreparables al bebé.

Nunca lo había visto y ni siquiera sabía que era, pero lo que la tenía asustada era el hecho de no saber si su bebé estaba creciendo bien.

Volvió a acariciarse el vientre mientras lo miraba con dulzura.

-Mamá te cuidará-susurró-no dejaré que te pase nada malo.

Luego se giró y volvió a encargarse de los fogones.

Observó el caldo de verduras que estaba preparando, hacía apenas medio año estaría ansiosa por servirse un buen tazón y sentarse a comerlo con su madre en la mesa del comedor mientras ambas veían la televisión y se reían viendo alguna película.

Ahora...ahora lo único que hacía reaccionar a su cuerpo eran los humanos que se encontraban detrás de la puerta de la cocina.

Sus colmillos se estremecían con solo pensar en hincarlos en esa suave carne y beber el licor carmesí que le daba la vida.

Su garganta se estremeció en un profundo calambrazo que la obligo a encogerse con la mano cerrada alrededor de su cuello.

Inspiró varias veces y se tranquilizó, ella ya no era un vampiro descontrolado. Había estado entrenándose con Alecto durante todos esos meses y ahora era capaz de defenderse de los demás y de sí misma.

Su vida anterior se le antojaba lejana e irreal, como si ahora los seres fantásticos fuesen los humanos y no los vampiros.

Echaba de menos todo, su país, su ciudad, su casa, incluso ir al instituto y estudiar.

Ahora debía tener cuidado al ir por la calle, ya que cualquiera podría delatarla.

La puerta se abrió y por ella apareció un hombre vestido de Armani. Sakura lo reconoció, era un cliente habitual que solía quedársela mirando.

Antes incluso de que dijese nada ella ya sabía lo que él quería, ni siquiera le importaba que ella estuviese embarazada, era de esos hombres que si no conseguía lo que quería de una mujer lo obtenía por la fuerza, asqueroso. Siempre era lo mismo, pero ella no sería la presa, en este la inocente presa que caía ante la exótica belleza de su cazador era él. Todos sus sentidos se estremecieron con fervor al oler el exquisito aroma de la sangre de ese hombre, nadie podía juzgarla por matar a un desgraciado violador como aquel, al menos se consolaba pensando eso.

-¿Qué desea señor?-preguntó haciendo un esfuerzo por no abalanzarse sobre él como una bestia.

Se odiaba, odiaba matar, pero debía hacerlo por su bebé, que necesitaba los nutrientes de la sangre.

-¿Podríamos hablar un momento?-preguntó con voz seductora el hombre.

Sakura asintió y le indicó al hombre que entrase a la despensa de la cocina, él entró confiado, sin saber que nunca más saldría de allí.

-----------------

Atenas solía ser una ciudad muy bulliciosa por el día más por la noche todas las afueras de la ciudad quedaban en un silencio abismal.

Afuera, en la antigua acrópolis una figura encapuchada se deslizaba entre las sombras del inmenso Partenón y del Erecteón. Caminaba silenciosamente, sus pies casi no se oían en contacto con la dura piedra que formaba rectamente varias secciones que conducían a distintos lugares del los templos.

Nada se escuchaba en los alrededores, pero él más que nadie sabía que había que temer más a aquellos seres silenciosos que al resto, un descuido y lo matarían.

Pero lo que lo mantenía en tensión era la persona con la que se iba a reunir y que al parecer no había llegado todavía.

Suspiró intentando regular el dolor que empezaba a entumecer sus huesos, siempre pasaba lo mismo cada vez que un vampiro deambulaba por algún lugar sagrado. Ni siquiera alguien como Atenea, la diosa griega de la guerra estratégica, entendería de la batalla interna que un vampiro estaba organizando para evitar la tiranía en su raza y la desaparición entera de los humanos.

Los minutos pasaban y nadie aparecía, debió haberlo previsto, ni siquiera un niño habría creído en una quimera como esa. Pero él se había empeñado en aferrarse a aquella ínfima esperanza. Aferrarse a aquella idea.

Pero era obvio que había caído en un engaño, allí no había nadie, podía incluso tratarse de una trampa puesta por los sombra porque tal vez lo habrían descubierto, de todas formas ya estaba allí y debía enfrentarse a sus hechos, como había hecho siempre a lo largo de los siglos.

Una pequeña brisa de aire le azotó directamente en la cara, llevando con él aquel aroma que él no sentía desde hacía cientos de años.

-Itachi...

La voz dulce provenía de detrás de él.

No quiso girarse por miedo a que aquello fuese un sueño, los ojos se le llenaron de lágrimas pero fue incapaz de llorar. De repente se sintió pequeño y débil, como una hoja que flotaba sola en el aire. Sola por toda la eternidad.

Una mano se apoyó en su hombro con dulzura y entonces se atrevió a girarse y al ver esa cara sintió de golpe todo lo sola y triste que había sido su vida, sin nadie que le dijera que incluso un ser como él, que solo conocía el lado malo del mundo, podía aspirar a tener una poquita de esperanza.

-¿Eres un espejismo?-preguntó mientras llevaba una mano a la cara que tenía en frente para cerciorarse de que era sólida.

La única respuesta que recibió fue una sonrisa, esa que recordaba cada vez que el vacío llamaba a la puerta de su alma.

------------------

Todo estaba a oscuras en el cuarto, más aún así era capaz de ver el cuadro de la reina Serim delante de él.

Sakura se parecía tanto a ella que a veces pensaba que era la pelirosa la que le devolvía la mirada desde el cuadro. Pero aquella mirada era fría.

Apretó con fuerza el vaso mientras se bebía todo el whisky de un trago.

Antes no le habría importado encontrarse a oscuras, en una casa grande y vacía, pero ahora era diferente, cada rincón de la casa guardaba impreso en sus paredes imágenes y recuerdos de ella. Era igual o incluso peor que cuando su madre y su padre habían muerto.

Lanzó el vaso contra la pared mientras veía como se hacía añicos. Como él, roto, hecho pedazos, inservible.

Había recorrido medio mundo en esos cinco meses pero no la había encontrado, tan desesperado estaba que incluso había llegado a pensar que ya estaba muerta aunque sabía que si algo de eso sucedía sus instintos de guardián le avisarían, pero el hecho de que los sombras y la Reina la siguiesen buscando lo enfurecía y le hacía rogar internamente que por lo menos Alecto, o ella misma si estaba sola, la mantuviese bien escondida.

Al principio la había odiado pero ese sentimiento poco duró, era imposible sentir algo así contra ella.

Así que por ahora se dedicaba a cerrar los ojos y recordarla.

FLASH BACK

-¿Y bien Sasuke-kun me enseñarás como hacen el amor los vampiros?-susurró sobre los labios del pelinegro.

El aliento de Sakura recorrió con suma delicadeza el borde de sus labios y él no pudo más que sonreír mientras se relamía los colmillos.

-Soy un profesor muy estricto-dijo rozando el cuello de la chica con la nariz.

-Prometo obedecerte en todo-contestó.

Sasuke se separó de ella y Sakura se quedó muy quieta, atenta a todo lo que él hacía. El pelinegro cerró los ojos y aspiró el aire con fuerza, luego los volvió a abrir y el deseo que había allí era suficiente para derretir cada poro de piel de la pelirosa. Sabía que esa vez no sería igual que las otras, el comportamiento de Sasuke y lo que ella misma sentía se lo decían.

De repente Sasuke comenzó a dar vueltas alrededor de ella, olisqueando el aire a su alrededor y sin dejar de mirarla, de vez en cuando se inclinaba hacia delante y agarraba un mechón rosa para llevárselo a la nariz.

Todas esas acciones le parecían a Sakura la danza más sensual que jamás había visto.

-A esto le llamamos cortejo-dijo él sin dejar de seguir su inspección-los machos debemos hacerle sentir a la hembra como algo precioso para que ella nos acepte, si ella no nos acepta nosotros debemos irnos y dejarla en paz.

-¿Y cómo sabéis cuando acepta?

-Mmm, ¿tú qué crees Sakura? ¿Qué te dice tu cuerpo?

Su cuerpo quería marcar a Sasuke, marcarlo como de su propiedad.

-Déjate llevar y obedece al vampiro que hay en tu interior-susurró él.

La pelirosa alzó una mano temblorosa y la apoyó en el hombro de él, luego empujó a Sasuke contra un árbol. Él solo se limitaba a observar, la forma en que ella lo miraba, oh sí, con eso bastaba para que se convenciese de que existía el cielo y...el infierno.

Ella hizo lo mismo que él, lo olisqueó durante un escaso minuto y luego se detuvo en su cuello. Cada terminación nerviosa de Sasuke vibró cuando ella le dio un pequeño lametón pero lo que vino a continuación a punto estuvo de provocarle un orgasmo.

La pelirosa le había clavado los colmillos, aquella era la señal de que lo aceptaba y él hizo lo propio, clavando los de él en el cuello de ella.

El deseo que los dos sentían se multiplicó por diez.

Sasuke literalmente le arrancó la camiseta mientras apretaba su miembro contra el vientre de la chica. Ambos dos se separaron y se quedaron mirando el uno al otro.

-¿Qué es lo que deseas Sakura?-preguntó con voz ronca.

-Que me mates de placer-contestó ella en el mismo tono.

Sus labios se chocaron con los de ella en un incesante remolino mientras que con sus manos recorría cada pedazo del cuerpo de la chica.

Se separó de ella y se la comió con los ojos, hermosa, estaba completamente hermosa.

La empujó levemente tirándola al suelo mientras él la miraba desde arriba, de un rápido salto se colocó encima de ella aplastándola levemente.

Descendió por el cuerpo de la chica rozando la piel con su nariz y se entretuvo jugando con su ombligo.

-No sabía que los vampiros eran tan gentiles-susurró ella entre jadeos.

Sonrió de medio lado.

-En realidad esto no lo hacen los vampiros, pero es más divertido así, después te enseñaré todo lo que tú quieras, ahora calla y disfruta.

Volvió a ascender y le quitó el sujetador para enterrar sus labios en aquellas cumbres rosadas que le resultaban tan deliciosas.

Los gemidos escapaban de la boca de Sakura como torrentes, sentía los finos colmillos de Sasuke rozando sus pezones mientras una de sus manos jugaba con el borde de sus braguitas.

Lo miró con los ojos entrecerrados y descubrió que él seguía con la ropa puesta.

-Esto no puede ser-se dijo.

Él se alzó, confundido, ¿a caso estaba haciendo alg mal? pero Sakura no volvió a decir nada más.

Sakura llevó sus manos al borde de la camiseta del chico y se la quitó de un solo movimiento.

Hipnotizada como estaba recorrió de un lametazo el torso del chico y luego ascendió hacia su boca.

-Estás más rico que la sangre...Sasuke-kun.

Aquello era más de lo que él podía soportar, con rapidez se deshizo de sus pantalones y de sus bóxers, así como de las braguitas de la pelirosa.

-Ahora verás lo que es un verdadero vampiro-dijo penetrándola de golpe y más profundo que nunca.

El gemido que escapó de la boca de la chica fue tan fuerte que casi rasga su garganta, notó como Sasuke aceleraba el ritmo y sus ojos casi se desorbitaron.

Estaba...estaba usando su súper velocidad en el sexo y a ella le encantaba.

-Sasuke...más por favor, más-suplicó moviendo ella misma sus caderas-¡quiero que me partas en dos!

Sasuke sonrió ante esa petición y aceleró aún más y enterrándose aún más profundo en ella.

Volvió a abrir la boca, ya no era dueño de sus actos, sus colmillos brillaron a la luz de la luna y emitió un leve siseo.

Debajo de él, Sakura estaba en las mimas condiciones.

Sin que él pudiese darse cuenta ella le asestó tal empujón que lo empotró contra las raíces de un árbol.

Los dos se observaron desde la distancia y Sakura se fue acercándose a gatas hacia él lentamente. Sasuke ni se movió.

Ella se detuvo entre las piernas de Sasuke y fijó los ojos directamente en el miembro del chico, comiéndoselo con la mirada. El pelinegro tembló y entonces ella hizo algo totalmente inesperado.

Le clavó los dientes en el miembro y empezó a succionar la sangre.

Sasuke puso los ojos en blanco y gimió.

Madre del cielo, aquello era lo mejor que había experimentado en su vida, ella seguía succionando mientras que con la mano le acariciaba los testículos.

-Yo... soy... el profesor-dijo apartándola de él y volviendo a colocarse encima-tendré... que castigarte por esto.

Volvió a penetrarla con fuerza, aumentando tanto el ritmo hasta casi hacerle perder la razón.

Fue tan intenso el rato que compartieron que pronto el aire se llenó con los gritos de ambos llegando al clímax.

FIN DEL FLASH BACK

Sí, la echaba de menos, jodidamente de menos, pero esto se iba a acabar.

Ya sabía lo que tenía que hacer para encontrarla.

Dalia:
Me encanta  :lol: :lol: conti conti conti  :ohnoes:  :ohnoes: esta supel buena  :=D: :=D: no me dejes esperando  :-_-: jeeje cuidate

Dresti:
PIDO MIL DISCULPAS A TODOS! SE ME OLVIDO K EN STE FORO LLEVO EL FIC MAS RETRASADO Y PUSE LA CONTI K NO ERA 1000 DISCULPAS, DE TODAS FORMAS AKI TRAIGO LA CONTI K SI ES LA OTRA YA LA BORRE PARA EVITAR CONFUSIONES.
INNER: MIRADLO X EL LADO POSITIVO, HABEIS LEIDO SPOILERS XD

1.

Konoha a esas alturas de la noche solía ser un lugar aparentemente tranquilo según uno de los más prestigiosos periódicos de todo Japón. A Ino casi le dieron ganas de echarse a reír al leer el periódico mientras, como de costumbre, le tocaba hacer la guardia del medio nocturna, entre las doce y las tres de la mañana, quizás las horas más peligrosas.
Kiba andaba danzando en forma de lobo por ahí, mientras ella se mantenía en forma humana y se dedicaba a leer el periódico, actividad de la que se había hecho asidua ante las aburridas horas de vigilancia.
Probablemente si el director de aquel periódico supiese que Konoha era el centro monárquico actual de los vampiros sangre pura, ya que en ese momento la familia heredera al trono era nada más que de Konoha, no diría eso.
También estaba el hecho de que en los subterráneos de Konoha vivía una de las comunidades de hadas y elfos más grandes de Asia y de que casi unos doscientos ciudadanos de la ciudad eran hombres lobo y eso sin pararse a contar el resto de seres fantásticos que pululaban a sus anchas por la calle.
Delante de ella aparecieron los gemelos americanos, Ben y Ane, andaban como en eses y a la rubia no le costó identificar que venían del Poisonous Blood, olían a Shikamaru por todas partes y el único lugar donde podían ver al guardián era en el bar.
Ane llevaba el largo pelo rubio platino pegado a la cara debido al sudor mientras que su hermano no hacía más que reírse de algo que Ino desconocía. Los ignoró por completo cuando pasaron por al lado de ella.
Técnicamente ella era el lobo más joven de la familia pero eso no había sido un impedimento para lograr un puesto en lo más alto a lo que una renacida como ella podía llegar, ser miembro de la ''policía'' de los lobos.
En poco más de medio año había dejado fuera de combate a varios de los más veteranos en las peleas que organizaban para alcanzar el poder, así funcionaban las manadas, y hasta ahora había ganado todos los desafíos dirigidos contra ella.
Le costaba identificarse con la Ino humana, aquella sonriente, extrovertida y alegre chica que se le ocurrían todo tipo de disparates, en su lugar había surgido una chica callada, seria y a la que la mayoría de la manada tenía miedo. Sí, podría decirse que realmente había renacido.
-Es una noche bastante tranquila-dijo una voz tras ella.
Ni siquiera se inmutó ante la llegada de Sai, hacía ya bastante que había sentido su presencia.
Él se sentó al lado de ella sin pedir permiso, una clara falta de respeto si tenían en cuenta que ella era superior en jerarquía, pero claro, él también formaba parte de la realeza, y aunque solo fuese de los vampiros, era algo que todos debían tener en cuenta.
Esa noche Sai iba vestido todo de negro, pantalones vaqueros y camiseta de manga corta ajustada, en conjunto con su blanca piel le hacían parecer un fantasma, pero eso quedaba eclipsado por su singular belleza. Ino no había visto nada igual, no poseía el encanto sobrenatural de los vampiros ni la belleza salvaje de los lobos, su belleza estaba a camino de las dos cosas.
No lo conocía muy bien, hacía cinco meses que estaba en la manada con ellos pero no había ni siquiera mirado para él, su presencia le recordaba la muerte horrible de sus padres.
-Perdóname-dijo él de repente.
Ella apartó el periódico y lo miró, arqueando las cejas.
-Sé que verme te produce sentimientos encontrados-continuó-lo que hizo mi hermano no tiene perdón.
La ojiceleste no supo muy bien que contestar.
-También pido perdón por acercarme así, rompo todas las reglas de la jerarquía y conociendo tu reputación creo que en breve me arrancarás la cabeza y luego bailarás la danza de la lluvia con ella colgando del cuello.
Ino sonrió levemente ante el comentario, empezaba a caerle bien ese extraño chico era igual que...Sakura. Recordar a su amiga hizo que un escalofrío recorriese su cuerpo, hacía cinco meses que no sabían nada de ella y se había armado la gorda entre los vampiros. Eso lo sabía por Hinata, con quien a escondidas había retomado su amistad.
Se quedó mirando a Sai, quién la miraba con una extraña sonrisa. Sin saber por qué sus mejillas se tiñeron de rojo ante ese suceso, fue como si alguien le soplase dentro de la barriga.
-Tú has sido amiga de mi hermana-afirmó más que preguntó.
Ella asintió.
-¿Cómo es?
Ino se quedó en silencio, ¿cómo decirle? era imposible definir la personalidad tan extravagante de su amiga con palabras.
-Es una persona muy alegre y responsable-fue lo primero que dijo-sabe lo que hace en todo momento y es bastante cabezota, recuerdo hasta qué extremos llevó su promesa de ser la única amiga de Sasuke...
Sonrió al recordarla, de todas formas ya no sabía si podría decir lo mismo de la Sakura de ahora, ¿quién no decía que podría haberle pasado lo mismo que a ella y cambiar de personalidad con su nueva naturaleza?
Sintió como Sai suspiraba aliviado.
-Temía que se habría convertido en una caprichosa y malvada princesa como mi gemelo-contestó-pero si tú me dices que ella es buena me lo creo.
Se quedaron en silencio.
-No entiendo como alguien tan amable como tú solo tenga un amigo dentro de la manda-dijo señalando al tarado de Kiba que se dedicaba a saltar de un lado a otro más que otra cosa.
Ya bueno, ella tampoco se había hecho querer pero los demás tampoco la habían acpetado de buena gana, a fin de cuentas solo era una vulgar renacida.
-Al principio estaba confundida y traté de buscar respuestas en todas partes-contestó-me encontré con un muro, todos me trataban bien si, pero yo no dejo de ser una renacida, luego comprendí que si quería sobrevivir necesitaba cambiar, no hay lugar para una ingenua en una manada de lobos en la que todos los días tienes que luchar contra la llamada de la carne y mantener firmemente tu territorio-suspiró-esto no es mucho mejor que las vidas de los Sombra o de las familias Luminati a los que tanto criticamos. A él-dijo señalando a Kiba-nunca le importó que yo fuese una renacida por eso le tengo tanto cariño, parece un chico bobo e irresponsable pero es un gran amigo y una buena persona, en cuanto a Neji-san, él también me ayudó pero él está muy ocupado.
Sai no pudo más que admirar la actitud de ella y el hecho de que hubiese llegado tan alto en tan poco tiempo. Ino era interesante en todos los aspectos y su pequeña parte vampira enseguida vibró de curiosidad, curiosidad ante lo desconocido y poco común que representaba esa chica.
-Yo tampoco tengo amigos, ya sabes sigo siendo ''el príncipe chupasangre'' curioso ¿no? nunca llegué a ser un vampiro completo-dijo con una sonrisa-me preguntaba si...¿puedo ser amigo tuyo?
Ella recibió la pregunta con toda la sorpresa del mundo.
-Juntos podríamos lograr muchas cosas, yo te ayudo a vengarte de mi hermano y tú me ayudas a encontrar a mi hermana y de paso ambos tendremos un amigo con quién hablar.
La ojiceleste lo sopesó durante un rato, no tenía nada que perder y Sai empezaba a caerle bien, así que acabó aceptando.
-----------
Hinata no entendía muy bien la situación en la que se veía envuelta.
Después de la desaparición de Sakura y tras buscarla sin ningún resultado habían regresado a Konoha. Luego ella y Naruto se habían ido a vivir a una ciudad del norte, Suna, mientras que Sasuke continuaba allí empeñado en que Sakura regresaría pronto.
Hacía aproximadamente una hora, de buenas a primeras el pelinegro se había personado en su casa de las afueras de Suna para buscarla, solo a ella, diciendo que necesitaba hacerle unas preguntas sobre Sakura. Naruto montó un cirio porque no quería dejarla ir pero Hinata insistió en acompañar a Sasuke, total ella ya no era ninguna niñita indefensa y al final el rubio acabó aceptando.
Sasuke caminaba delante de ella en completo silencio, eran las dos de la madrugada y las calles de Konoha estaban totalmente desiertas, estaba serio y parecía nervioso, como si fuese a hacer algo muy peligroso. Hinata no entendía nada.
-¿Qué está pasando Sasuke-kun?-preguntó.
Él se detuvo y se giró para mirarla a los ojos, los cuales relucían con una intensa carga de adrenalina.
-Sé cómo encontrar a Sakura-respondió.
Hinata se quedó literalmente sin aire, ella no necesitaba respirar, y sintió como la sangre venenosa que recorría sus venas se le iba de la cara.
¿Él lo decía en serio?
-¿Has oído hablar de la ciudad subterránea de las hadas?-preguntó él retomando su camino.
Naruto le había hablado de ello, debajo de Konoha había una enorme comunidad de hadas y duendes, aunque nadie, a excepción de sus habitantes, sabía cómo se podía llegar a esa ciudad. ¿Qué tenían que ver las hadas con eso?
-Sí, pero no comprendo cómo nos van a ayudar.
-Algunas hadas son receptores de la magia de la tierra por lo que a través de sus encantamientos pueden controlar casi todo, contrataremos a una para que nos ayude aunque hay un problema-contestó-como pago suelen pedirte cosas casi imposibles de conseguir y si no se las entregas a parte de anular lo que has pedido pueden llegar a matarte.
Ese último comentario animó mucho a Hinata, pero bueno se suponía que ella ya estaba muerta y encontrar a Sakura era un bien necesario para el equilibrio del mundo, sin contar que era su amiga y haría lo que fuese por ella.
-¿No hay otra solución? podríamos ir donde Eishel-san o donde Tenten-sama-preguntó.
-Podríamos ir a casa de Tenten si, pero el hecho de que es una fiel servidora de los Serim y que no dirá ni una sola palabra sin el consentimiento de Sakura, no nos sirve para nada y de Eishel, desde que volvimos de Rumanía nadie ha sabido nada de ella, bien lo sabes.
Era cierto, el hada había desaparecido como por arte de magia.
-Lo que no entiendo es porque me buscas a mí y no vas tú solo o con Naruto, o sea, no es que no quiera ir pero yo apenas llevo unos meses con mi nueva vida y no tengo ni idea de como tratar con hadas o duendes.
Sasuke se encogió de hombros.
-No te creas que me gusta poner a los demás en peligro pero no me queda más opción, para esto necesito a una persona seria, estoy de seguro de que si traía a Naruto su poca paciencia nos haría acabar con una cruz bendita clavada en el corazón, créeme que si pudiera no te habría traído conmigo pero tampoco puedo ir solo porque necesito tener un testigo, las hadas no harán ningún pacto conmigo si no llevo uno, debes estar preparada para cualquier cosa Hinata, ¿podrás defenderte?
-Si-contestó-después de las clases de autodefensa de Naruto creo que soy capaz de cuidarme yo sola, ¿pero cómo llegaremos hasta la ciudad?
-Nos llevará Nefiri.
Claro, la cámarera mestiza seguro que conocía la entrada y además era amiga de Sasuke.
Hinata no preguntó más, el resto se lo imaginaba.
-----------
Sakura abandonó el restaurante antes de que alguien encontrase el cadáver del hombre y pudieran asociarlo con ella.
Intentó gobernarse a sí misma mientras arrastraba el cuerpo de aquel hombre sin ningún esfuerzo. Luego lo dejó tirado en un vertedero, no le importó las huellas, un vampiro no tenía ADN.
Estaba cansada de aquello, pero había aceptado la situación tal y como le venía, ella era vampiro y necesitaba sangre para sobrevivir.
Después de dejar el cadáver comenzó a caminar hacia su ''casa''. Andando por la ciudad tardaría una hora en llegar, ya que se hallaba a las afueras, pero corriendo por el bosque se personaría allí en menos de cinco minutos, y así fue.
Sonrió al contemplar su casa, era el lugar ideal para esconderse, un lugar al que ningún vampiro se acercaría. Se trataba nada más y nada menos que de una iglesia románica que estaba en ruinas y que dudaba que la población de Londres conociese su existencia.
Era un lugar muy especial ya que no era una iglesia como las otras, allí ningún vampiro sufría daño ya que Alecto había contratado a una bruja que desbendeció el lugar a cambio de una cifra escandalosa de dólares que Alecto pagó sin pestañear.
Sakura no vivía en la Iglesia en sí, sino en la enorme sacristía donde tiempo atrás el cura se había preparado antes y después de misa, ella no conocía mucho las iglesias cristianas, así que Alecto se había pasado un día entero explicándole dónde iba y para qué servía cada cosa. Todo le pareció muy curioso y diferente a los templos japoneses a los que ella estaba acostumbrada.
Abrió la doble puerta de roble de la Iglesia y accedió al interior, estaba a oscuras pero eso no era un problema para sus ojos adaptados mejor a la oscuridad que al sol, las paredes, el altar y los bancos estaban desnudos, no había ni  un solo santo en el interior, en parte debido a un saqueo siglos atrás y al hecho de que santos y vampiros no podían convivir en un mismo sitio y la bruja los había quitado a petición de ella.
En cambio la cruz y el altar seguían en su sitio, Sakura nunca había creído en ningún ente espiritual, pero su nueva condición le revelaba lo contrario, Él existía y era el padre de todas las religiones, budismo, islamismo...etc, ÉL solo era uno. Recordó una de las mezquitas de Londres y el dolor que experimentó al acercarse a ella, había creído que la única religión era la cristiana pero Alecto le había explicado que incluso cerca de las ruina de un templo griego o cualquier lugar de culto a la divinidad, fuera iglesia, sinagoga o lo que fuese iba a sufrir el mismo dolor. Las religiones eran diferentes pero el ser al que rezaban era el mismo.
Aunque ella fuese una criatura del diablo, respetaba muchísimo a la divinidad y había retirado solo estrictamente lo necesario para no alterar uno de sus lugares de culto, ya tenía suficiente con tener a la Reina y a los sombra contra ella como para tenerlo a Él también.
Entró a la sacristía, acondicionada como una casa normal de hoy en día (televisión, ordenador, una cama, una mesa con cuatro sillas y un sofá), no tenía cocina, ella no necesitaba de eso.
No se sorprendió al sentir la presencia de Alecto dentro.
Su prima se hallaba en el sofá, jugando con el mando de la televisión pero sin encenderla. Llevaba un vestido de tirantes corto y ligero de color beige y el pelo recogido en una trenza.
Tras darse un abrazo Sakura se sentó junto a ella.
-¿Dónde has estado?-preguntó sin más.
-Ningún sitio en particular, recaudando información aquí y allá-contestó.
-¿Y bien?
La cara de Alecto se ensombreció.
-Estamos en problemas, la Reina ha mandado a un demonio para matarte-contestó-esto se complica cada vez más, los demonios son un hacha cazando y tú y yo solas no somos nada contra él, ni siquiera todas las artes de ataque y defensa que te enseñé valdrán contra un monstruo como ese.
Sakura tembló de miedo.
-¿Entonces qué haremos?-preguntó.
-He estado pensando en alguien que tal vez pueda ayudarnos a mejorar tu defensa.

Dalia:
Esta buena conti conti conti me encanta  :ohnoes: :ohnoes: no tardes  :XD: :XD: Cuidate  :neko: :neko:

Dresti:
Aki traigo la conti rapidito, nos vemos^^

2.

Desde la altura en la que se encontraba la ventana se veía todos los vastos terrenos de Osen, la pequeña ciudad dentro de las murallas.
Era noche cerrada, ideal para los vampiros, las presas a penas si podrían ver nada a causa de su pobre visibilidad. Sin duda ella aprovecharía eso pero tendría que ser más tarde.
Se alejó de la ventana y se dirigió hacia un espejo de pie rodeado con motivos de la creación de los vampiros. Pasó sus manos por los perfectos grabados mientras sus ojos se posaban en la imagen del cristal.
Aquellos claros ojos verdes que habían visto tantas cosas horribles, vio como las lágrimas amenazaban con salir a la superficie y se obligó a controlarse. Siguió recorriendo su reflejo. Sus pálidos cabellos rubios habían crecido tanto que le llegaban hasta la cadera, haciendo contraste con el verde terciopelo de su vestido francés del siglo XVI.
Aquella imagen era ella, su yo actual, aquel ser que seguía siendo igual desde que había nacido en el año 446. Pero al mismo tiempo no era la misma persona, habían pasado tantas cosas que la sonriente niña humana había quedado enterrada en el olvido.
Así era la vida de los sangre pura, obligados a caminar eternamente por el mundo, a tenerlo todo y perderlo todo. Ellos no nacían para ser felices, solo nacían para sufrir la existencia que Satán les había entregado.
Su mano se posó en el espejo, intentando de esa forma borrar de su vista las lágrimas que caían de sus ojos y que como otras veces traían consigo horribles recuerdos.
FLASH BACK
Amanecía en la pequeña aldea de Osen cuando una chica rubia abandonó una de las pequeñas casas de piedra circulares y echaba a correr camino abajo hacia la explanada donde se celebraban las reuniones del clan.
Acababa de ponerse el traje de guerrera valkiria que le había mandado hacer su madre. Tenía dieciséis años y ya era hora de que después de tantos años de entrenamiento entrase al servicio de su aldea y del dios Odín para mantenerla protegida del resto de pueblos vikingos que se extendían por toda la región.
-¿Hastings? ¿Hast, estás ahí?-susurró.
Como respuesta se oyó un ruido sordo que provenía de entre los árboles del cercano bosque. Por precaución más que por otra cosa se llevó la mano a la empuñadura de la espada y no la apartó de ahí hasta que vio aparecer al enorme lobo negro.
-Dijiste que no volverías a transformarte Hast, por Odín si alguien te ve de este modo te matarán.
Delante de ella el lobo se transformó en un alto y fibroso adolescente de pelo negro y ojos azules como el cielo que le sonreía de medio lado.
-¿Y qué dirían de ti Crimilda? te castigarían o te matarían por traición y no podrías estrenarte en el combate-dijo, luego la observó de arriba a abajo-¿ya tienes tu traje de valkiria?
Hacía varios meses que Hastings se había visto obligado a abandonar la aldea por su recién descubierta naturaleza, y ella iba a verlo a escondidas todos los amaneceres.
A ella se le iluminó la mirada y sonrió mientras daba una vuelta alrededor de sí misma.
-¿Te gusta? lo estrenaré en la próxima guerra contra los normandos del norte-contestó ilusionada-podremos luchar juntos cuando te controles, codo con codo, y luego celebraremos nuestra victoria bebiendo...
Pero la rubia se detuvo al ver la cara seria del chico.
-¿Qué pasa?-preguntó preocupada.
Él suspiró.
-Me voy Crimilda-ella quiso interrumpir pero él no la dejó-afrontemos la realidad, soy un licántropo como mi padre, él tuvo que fingir su muerte y marcharse para que no descubriesen su secreto y nos dejasen en paz a mi madre y a mí, yo tendré que hacer lo mismo.
La rubia se quedó estática mientras sentía como su interior se rompía en mil pedazos ante esas palabras.
-No-susurró Crimilda en medio de un mar de lágrimas-no puedes irte, no...¿A dónde irás?
-Ayer a la noche vinieron a buscarme, una manada de licántropos, dijeron que yo era el hijo de su rey, según ellos cuando él murió yo pasé a ser su macho alfa y debo irme con ellos, ellos, nosotros, también tienen que librar su batalla con los bebesangre.
La chica negaba con la cabeza mientras se postraba de rodillas en el suelo.
-No puedes hacerme esto, no puedes dejarme sola...
Hastings cerró los ojos y tragó grueso. A él también le dolía aquella situación pero debía controlarse.
-Eres mi mejor amiga Crimilda y por eso te lo dije, la decisión está tomada, no lo hagas más difícil-dijo empezando a alejarse-siempre te recordaré.
Dicho eso volvió a su forma de lobo y desapareció entre la espesura.
Crimilda continuaba en el suelo, con el cuerpo envuelto en convulsiones y presa de sus propios sollozos mientras murmuraba toda una serie de rezos hacia su dios Odín para que le diese fuerzas y la guiase.
-Yo...iba a decirle que le quería-susurró mientras se levantaba y echaba a andar de vuelta a la aldea.
Esa noche su vida cambiaría para siempre, ya nunca más sería la niña valkiria, esta quedaría oculta tras dos colmillos y un rastro de sangre que la acompañaría por el resto de la eternidad.
FIN DEL FLASH BACK
Ahora las lágrimas caían sin control por sus mejillas y lo único que fue capaz de hacer fue abrazarse a sí misma.
Él no había sido el único monstruo, ella misma había descubierto que sus padres no lo eran y que en realidad era hija de dos vampiros sangre pura que la habían abandonado a su suerte.
Se marchó de Osen, si la descubrían sufriría la pena de muerte al igual que había pasado con Hast, solo que ella no tenía una manada con la que irse y que le explicase como sería su vida a partir de ahora.
Ella tuvo que sobrevivir sola, sin palacios y riquezas como el resto de sangre pura. Liderando ejércitos humanos y aprendiendo a controlar su sed de sangre en medio de las cruentas batallas que había tenido que liberar.
Ella había olvidado casi por completo su pasado hasta que este regresó de lleno a su vida.
FLASH BACK
Se había quedado sentada en medio de su tienda y con la mirada fija en el techo, hacía rato que sentía aquel olor asqueroso y eso la tenía preocupada pero aún así se mantuvo quieta en su sitio, no iba a meterse, ni meter a sus soldados humanos, en una guerra tan legendaria como aquella en la que sin duda ella y los suyos saldrían perdiendo.
-Princesa Crimilda-dijo uno de sus lugartenientes entrando en su tienda e inclinándose ante ella.
-¿Qué pasa Horst?-preguntó dejando de lado su copa de ''vino''.
-Verá, un grupo de hombres muy extraños ha entrado diciendo que ningún puro podía amenazar sus terrenos, que si eso sucede la manada del sur tomará cartas en el asunto o algo así.
Los ojos de Crimilda se abrieron como platos, si hablaban de ''manada del sur'' aquello solo significaba una cosa, aquellos no eran unos lobos cualquiera, se trataba de la manada que se situaba cerca de su querida Osen, entonces...
-Horst quiero que traigas hasta aquí a su jefe y que nos dejes a solas, ah y una cosa más-dijo antes de que el hombre saliese-que nadie de los nuestros se acerque a ninguno de ellos.
-Como digáis señora.
En el momento que el soldado abandonó la tienda Crimilda abandonó su sillón y se cercioró de que su armadura y espada estuviesen bien colocadas. Ella era una bestia poderosísima pero no conocía la fuerza de un licántropo, ni siquiera de aquel en concreto.
La cortina de su tienda se movió detrás de ella, por ella entró un hombre muy alto de pelo negro y ojos azules con barba de tres días. Su rostro mostraba una mueca enfurecida que junto a su imponente armadura le daba un aspecto aterrador. Crimilda no movió ni un pelo.
-Has violado el tratado pura-dijo con su voz ronca.
Era tal y como lo recordaba, igual de imponente, aterrador, atractivo y valiente. No había cambiado en nada.
-Hast-susurró.
La ira del lobo fue sustituida por sorpresa de inmediato al reconocerla a ella.
-Crimilda, tú...-dijo con confusión-tú...
Ella se animó a acercarse un poco, tendría que explicar aquello, él merecía una explicación.
-Soy una pura sangre sí, pero nunca lo supe-añadió al ver la cara de él-me pasó lo mismo que a ti, la noche que te fuiste se produjo la conversión.
Hastings se llevó una mano a la cabeza y empezó a moverla de un lado a otro.
-Esto no puede ser yo...has violado el tratado.
-No conozco las reglas, nunca he visto a otro como yo, solo renacidos, fueron los que me hablaron del odio entre los míos y los tuyos, no conocía los tratados de territorio.
-Lo sé-dijo él-tú no harías algo tan imprudente pero...yo...yo ahora tengo que matarte, es la ley de la manada para los tuyos que violan el tratado de no invasión de territorio.
Crimilda se acercó a él con una sonrisa y le tendió su espalda, él la miró confundido. Ambos estaban en medio de un poderoso mar de nervios.
-Nada me queda en la vida y estoy cansada de beber la sangre de los demás para sobrevivir, estoy cansada de ser lo que soy así que por favor haz lo que tengas que hacer.
Él pareció estupefacto.
-¿Dejarás que te mate?-preguntó sorprendido.
Se encogió de hombros.
-Hace tiempo que la vida o la muerte han dejado de tener significado para mí y morir no es del todo malo si lo hace la última persona en el mundo que algún día quiso a la humana que fui.
Él era el único de sus seres queridos que quedaba vivo, todos habían muerto, todos, y él, él era un licántropo del cual ya no podía esperar ni un poco de afecto.
-De eso hace casi trescientos años-dijo él en tono frío.
Crimilda suspiró mientras dirigía su mirada hacia aquella azul hipnotizante, qué más daba ya si hablaba o callaba, nada tenía sentido para ella en ese mundo en el que solo existía guerra.
-Y aunque sean mil años yo sigo amándote-soltó de golpe.
Hast se quedó de piedra, ¿primero le pide que la mate y ahora le decía eso? primero la miró a ella y luego a la espada que esta seguía ofreciendo. Su corazón se había detenido pero en seguida volvió a latir a un ritmo desenfrenado.
-Solo tú puedes matarme-insistió.
-Yo...no puedo Crimilda, no puedo...-gruñó-no puedo matarte.
-Acabas de decir que es tu deber, no te guardaré rencor por ello, hazlo.
Hast apartó la espada de un manotazo y agarró sus frías muñecas por las que ya no corría la sangre de una humana sino la del ser que él debería odiar más en el mundo, pero él no la odiaba, nunca la había odiado y nunca podría hacerlo porque él siempre la había amado.
Pero eso no podía ser, estaba prohibido, él era el emisario de Dios y ella...ella era una criatura del diablo, pero allí delante de él era lo más parecido a un ángel.
-Te quiero-dijo antes de acercarla a él y besarla.
FIN DEL FLASH BACK
Y así fue como empezó el desastre, fueron descubiertos y Odín, Zeus, Alá o cualquiera de los nombres que le daban los humanos a la divinidad suprema, los había castigado.
Hastings fue asesinado por su propia manada, los cuales fueron abandonados por la divinidad, y ella se vio obligada a abandonar su vida guerrera y buscar la protección de sus semejantes, de los cuales solo recibió desprecio, sobre todo de la asquerosa familia Serino de Italia que habían hecho oídos sordos cuando ella había pedido que ayudasen a Hast. En lugar de eso lo dejaron morir. Por eso ella juró que nunca pararía hasta obtener su venganza.
Varios siglos después un sangre pura mostró interés por ella y se casaron, pero resultaba que él tenía por amante a una humana a la cual había convertido y con la que tuvo dos hijos.
Y ahora ella, convertida en reina, estaba a punto de cometer el objetivo por el que aún seguía viva, ya no quedaba ninguno de aquellos estúpidos Serino pero había sobrevivientes de aquella asquerosa familia, en los Serim la rama japonesa de los Serino, y ella cobraría la venganza sobre ellas, la odiosa princesa negra Sakura y las asquerosa hija de Demetrio, Alecto.
-Majestad-una voz la arrancó de sus recuerdos.
Se limpió los ojos y se giró hacia Itachi, el mayor de aquellos dos bastardos y el jefe de su guardia real, ambos se odiaban a muerte pero ninguno haría nada que pudiese acabar en un conflicto contra el otro, o al menos por ahora, él todavía podía servirle para sus palnes.
Itachi hizo la reverencia protocolaria y empezó a informar.
-Ha llegado correspondencia de Demetrio.
Crimilda alzó las cejas, Demetrio nunca mandaba mensajeros, solo cuando se trataba de asuntos de estado y siempre era un sombra quien traía el mensaje, no un Luminati.
-¿Qué quiere? ¿No dejé claro que no quiero ningún contacto con esos asquerosos inmundos?-espetó con cólera fingida.
-Parece que se trata de un asunto personal.
¿Qué le pasaba a ese imbécil de Demetrio? habían quedado en darse la información personal mano a mano, nada de mensajeros que pudiesen darse cuenta de que ellos dos estaban conspirando juntos.
Frunció el ceño, ese estúpido sombra, siempre actuando sin contar con ella, ella tenía que ponerlo al corriente de todos sus pasos pero él..., él nunca decía nada y Crimilda empezaba a sospechar que lo que ese imbécil pretendía era algo más grande que entregarlo el trono a los sombra. Pero ella siempre se mantenía callada y tenía que agachar la cabeza porque lo cierto era que sin la ayuda de ese miserable nunca podría vengarse de todos aquellos que le habían hecho daño.
Itachi suspiró.
-Demetrio insiste en afirmar que usted posee algo que le pertenece y quiere saber por qué no se lo entrega de una vez, que sino lo hace pronto las pagará.
¿Quería saber por qué se había negado a cumplir su última petición? Porque él le había pedido un imposible, pretendía que le entregase a Sakura, como si ella fuese a hacerlo, le entregaría a cualquier otro menos a ella, la princesa era asunto suyo y no sería Demetrio quién la matase sino ella misma.
La rubia se volvió hacia Itachi, debía controlarse, el Uchiha era la persona menos indicada para enterarse de sus planes, Demetrio había hilado fino, había sembrado la duda en Itachi y ahora ella estaba metida en surio aprieto, pero le daba igual, no cedería.
-¡Yo no le debo nada a ese bastardo! si no está contento con la entrega de Hokkaido que se aguante porque no pienso entregarle ni un terreno más, lo que es de la Reina es de la Reina y debe saber que hay cosas que él nuncapodrá tener.
-Pienso que debería dejar de tanto negociar y atacarlo ya directamente majestad, cuenta con el apoyo de...
-No importa lo que tú pienses, estoy cansada de ese tipo y de todos-se quedó callada, volviendo amirar hacia el espejo-yo soy la que decide, nadie más.
Itachi la miraba en silencio, aquella mujer era diabólica y se podía esperar cualquier cosa de ella, estaba seguro de que escondía algo, algo que no le gustaría nada.
----------
Hinata se quedó en completo silencio mientras caminaban completamente a oscuras.
Sentía en cada poro de su piel que a cada paso que daba se adentraba más en las profundidades del suelo de Konoha.
Ahora podía escuchar el retumbar de los coches por encima de su cabeza mientras a cada paso sus sentidos se embotaban más a causa de la cada vez más intensa cercanía con la hadas.
Hacía apenas unos veinte minutos que la amiga camarera de Sasuke les había abierto una de las entradas al mundo subterráneo de las hadas y desde entonces lo único que había visto era aquella negra oscuridad que lo invadía todo.
-Ya estamos cerca-murmuró Sasuke, unos pasos por delante de ella-no te dejes embaucar, las hadas son muy traicioneras.
Hinata asintió, lo cierto es que aquel no era el comentario más indicado para animarla, pero se supone que ella era la criatura con la que los humanos soñaban por las noches y se meaban en los pantalones, así que debía mantenerse como tal, un terrorífico vampiro.
Por su parte Sasuke no hacía más que mirar en todas direcciones, allí pasaba algo muy raro, aquel lugar tendría que estar lleno de hadas diurnas que regresaban a sus casas parar pasar la noche y de hadas nocturnas que abandonaban sus moradas para salir a la oscura noche, pero allí no había absolutamente nadie, todo estaba vacío y completamente oscuro.
No pasó mucho tiempo cuando delante de ellos se materializó una intensa luz verde que los obligó a entrecerrar los ojos.
Sasuke se paró en seco y ella lo imitó.
-¿Qué haces aquí hijo de puta?-exclamó el pelinegro.
Hinata siguió la dirección de la vista de Sasuke la cual estaba fija en un sujeto de pelo negro liso larguísimo, con ojos y cara de serpiente.
El tipo en cuestión no apartaba la mirada de Sasuke mientras una sonrisa burlona atravesó su rostro.
-Vaya Uchiha, pensé que no te vería nunca más, que grata sorpresa.
Si ese sujeto estaba allí, entonces él estaba en lo cierto, algo muy gordo había pasado en el mundo de las hadas y él haberiguaría el qué. En un visto y no visto Sasuke pasó de estar al lado de la peliazul a lanzarse encima de aquel ser que se apartó con una velocidad sorprendente.
-No puedes matarme, si me haces algo mis hermanos y hermanas te harán picadillo y a tu compañera igual.
Sasuke tuvo que hacer un soberano esfuerzo para no volver a por él y arrancarle cada parte de su asqueroso cuerpo.
-No me dais miedo ni tú ni tus hermanos, no sería la primera vez que me como a uno de los tuyos-siseó más aún así se retiró a su posición de antes. Venía a negociar y eso haría, si luego se torcían las cosas, bueno, él no se haría responsable.
-¿Quién es él?-preguntó Hinata con un intento de calma.
Sasuke no contestó fue en realidad Orochimaru quien lo hizo.
-Yo soy el que les hizo pasar un buen rato a Uchiha y a su amigo, mi nombre es Orochimaru, soy carcelero de los sombra.
Sasuke se movió de inmediato y bloqueó a Hinata con su cuerpo, la peliazul tenía los colmillos desenfundados y destilaba ira por todas partes.
Genial, lo único que le faltaba a él era tener que lidiar con eso ahora, pero aún así comprendía la ira de Hinata, si le llegasen a hacer a Sakura lo que les hicieron a él y a Naruto ese tipo haría tiempo que estaría criando malvas.
Orochimaru sonreía divertido mientras observaba como Sasuke intentaba parar a una descontrolada Hinata.
-¿Qué hacéis aquí?
-A ti te lo voy a decir-susurró Sasuke.
Soltó a Hinata y se volvió a encarar con Orochimaru, quien seguía con su estúpida sonrisa.
-Nos largamos Hinata, aquí ha pasado algo y está claro que es el lugar menos indicado para buscar ayuda.
Y estaba a punto de irse cuando Sasuke sintió que era incapaz de mover su cuerpo.
-¿Pero qué...?-preguntó Hinata.
De entre las sombras del subterráneo habían salido hadas de la noche y duendes que los miraban intensamente y que desprendían polvo negro y verde de sus cuerpo.
-Estáis paralizados con polvo de hada-dijo Orochimaru-ahora sois prisioneros de su majestad la reina de las hadas y del gran general de los sombra.
---------
DÍAS DESPUÉS
Sakura miraba desde la ventana del avión como Londres se alejaba de ella y de su vida.
Alecto tenía la mirada fija en el reloj.
-Deberíamos llegar a Edimburgo en poco tiempo-susurró.
Sakura se encogió de hombros y se abrazó la barriga, el ascenso no le estaba sentado muy bien a su estómago de embarazada.
Alecto se había mostrado muy insistente en viajar a Escocia, al parecer había unas cosas que ellas tenían que resolver allí de las cuales Sakura desconocía por completo.
Lo que realmente la preocupaba era el estado de completo estrés en que vivía la peliverde, era como si se hubiese bebido todo el café del mundo.
Hacía dos días que había recibido una llamada y desde aquellas estaba así, asustándose por todo y cada vez que ella le preguntaba que pasaba su prima le contestaba con evasivas.
Dejó de prestar atención a Alecto y sacó el móvil del bolsillo, seguía en silencio y marcaba que tenía 26 llamadas perdidas, de Sasuke la mayoría, luego también había de Hinata, Naruto y hasta de Ino. Y así eran todos los días y ella las ignoraba todas.
Sabía que ninguno de ellos la perdonaría, ni siquiera Sasuke.
------------
Zedrik se paró justo enfrente de aquel horrendo lugar.
Es más, se encontraba confuso, había encontrado el rastro de la prima sombra de la pelirosa y este lo llevaba directamente hacia una iglesia que había a las afueras de Londres y eso era lo extraño. Al igual que los demonios, los vampiros tenían prohibida la entrada a los lugares sagrados.
Maldijo, a él nunca se le había resistido una búsqueda tanto como aquella y él siempre acababa sus trabajos y sobre todo aquel, conocía a Crimilda como para saber que era capaz de hacer público aquel horrible secreto que sabía de él.
Tomando aire decidió que a partir de ahora lo único que importaba en su vida era encontrar a Sakura Serim y matar a todo aquel que se le interpusiese por el camino.

Navegación

[0] Índice de Mensajes

[#] Página Siguiente

Ir a la versión completa