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Mi niñera *w* Actualizacion. EL FIN
DarkHime:
Pues aquí yo, otra vez, con una nueva historia. Espero que les guste y la disfruten tanto como yo disfruté escribiéndola. Les dejo el mini-prólogo y el capítulo 1. Ahaha, si a eso se le puede llamar miniprólogo xDDD
Sinopsis: La vida de Kevin es como la de un chico de su edad, pero sus días de “normalidad” son alterados por la misteriosa llegada de una extraña mujer que se hace llamar Nimi. La vida de Kevin dará un giro de 360° al enterarse de que su niñera (Nimi) es una extraterrestre.
MI NIÑERA
Prólogo
Hace mucho tiempo, tal vez hace unos años luz, un planeta llamado “RAC” fue destruido, no por un meteoro o por alguna otra raza, sino por sus mismos habitantes. Así que éste dejó de existir en el universo.
Cap. I: “Todo comenzó así”
Era un día normal, los muchachos estaban en la escuela y los padres de familia en sus respectivos trabajos. Ubiquemos una escuela en específico. La escuela secundaria Harton, nombrada como el pueblo. Dentro de esta escuela, en el salón 1-B para ser exactos, se encontraba un joven que respondía al nombre de Kevin Ibarra. Era un chico de cabello corto, peinado hacia arriba, color negro; su estatura era de unos pocos centímetros menos que el promedio de su edad, lo que era molesto para él al ser víctima de constantes burlas. Sus ojos eran café muy claro, tirando a miel, su piel era blanca colorida.
Él, como muchos otros de su clase, tomaba una siesta en la clase de Historia. Debido a que él ocupaba el asiento de la fila de enfrente, era común que los profesores lo regañaran cada vez que dormía en sus clases, pero esta vez era diferente. Al profesor que impartía Historia no le importaba que los chicos descansaran, lanzaran notitas o hicieran trabajos de otras materias. Él ignoraba eso y seguía con su clase, sin embargo, al llegar la hora del examen, era cuando no mostraba compasión y era de tenerle miedo. Alguna duda y decía: “Eso lo vimos en tal clase”. Eso sí, sólo a los que en verdad pusieron atención a su clase era a quienes ayudaba, los otros sinvergüenzas que se las arreglasen solos.
Debido a que esa era la última clase del día y el timbre sonó, todos los jóvenes salieron de sus salones y corrieron a la salida, pensando ya en qué hacer el resto del día libre y no precisamente estudiar, eso sí era seguro.
—Espera, Kevin —el joven se detuvo y observó a su amigo Armando, conocido como el intelectual del salón B. Notas perfectas, con unos padres orgullosos de él. Un chico castaño y un tanto delgado que se la pasa estudiando en casa, o bueno, eso es lo que cualquiera pensaría al verlo, pero la gente que lo trataba sabía que era un chico fiestero y un tanto loco.
— ¿Qué sucede, Armando? Si quieres que vuelva a pasear a Little, tu enorme perro san Bernardo, ¡olvídalo!
—Eso no —dijo al estar a una prudente distancia de su amigo—. Quiero invitarte a una fiesta que voy a tener en casa. Como mis padres se fueron a visitar al tío Oscar a la cárcel, mi hermano me está cuidando y como ya tiene novia, no hace más que estarse todo el día pegado al teléfono, por lo que aproveché para hacer una pequeña fiesta en el sótano —puso su mano derecha sobre el hombro izquierdo de Kevin y continuó—: He invitado a los chicos —bajó su mano y empezó a contar con los dedos—. Irán José, Claudia, Susana, Pablo, Melisa…
—Melisa… —repitió sorprendido.
—Sí, Melisa… La chica que te gusta, ¿cierto?
— ¡No! Claro que no me gusta, eso es mentira.
—Oh, Kevin, por favor. Yo sé que te mueres por ella, eh, eh, eh —empezó a darle golpecitos con su codo—. ¿Vienes? No importa que sólo sea para ver a Meli.
—Voy a ir, pero no por eso.
— ¡Mira! Ahí va Meli. ¡Meli, Meli! —corrió hacia donde la joven castaña oscuro con una larga cabellera, por debajo de las cadera, que caminaba con sus amigas—. ¡Tienes un admirador!
—Armando, ¡no hables! —siguió a su amigo intentando detenerlo.
Después de un par de horas, Kevin llegó a su hogar, el que era su dolor de cabeza. Abrió la puerta y entró.
— ¡Ya llegué! —gritó como de costumbre, para que donde fuera que se encontrara su padre, lo escuchara. Había ocasiones en las que no le contestaba, pero aun así gritaba por hábito.
Lo primero que hizo al llegar, fue ir directo a su lugar favorito: la cocina, donde comería un aperitivo antes del platillo fuerte. Abrió el refrigerado y comenzó a recorrer con su mirada todo lo que éste contenía. No encontró nada de su agrado por lo que lo cerró y se dirigió a las alacenas. Abrió una y repitió el proceso que hizo con el refrigerador, pero tampoco encontró nada que pudiera comer. Sólo halló latas y pan, tal vez caducado.
— ¡Apá! —gritó mientras subía las escaleras y se dirigía al cuarto de su padre. Vio la puerta abierta y se asomó. No lo encontró, sólo vio ropa regada por todo el suelo. No podía creer que un adulto tuviera así su habitación—. ¡Apá! —volvió a gritar, pero esta vez bajando las escaleras al primer piso. Si no lo encontraba en su cuarto, lo encontraría en la sala de trabajo. Al entrar a ésta, descubrió que tampoco se encontraba allí.
“¿Acaso se volvió a ir sin decir nada?”, pensó. “¿Cómo tiene el descaro de dejar a su…?”
— ¿Qué haces aquí? —preguntó alguien detrás de él. Se volvió a donde la persona y vio a su padre, con las mismas ropas de ayer y desaliñado, como si apenas se hubiese despertado, parado en el marco de la puerta—. ¿No deberías estar en la escuela?
— ¿Pero de qué hablas? Acabo de salir hace como dos horas.
Su padre miró su muñeca izquierda, donde tenía un reloj.
— ¿Tan tarde es? Maldición, me quedé trabajando hasta la madrugada… Maldición, y ni siquiera tengo hecho nada. Estoy escaso de ideas —mientras decía lo último, se acercó a un escritorio y empezó a quitar un montón de papeles hasta descubrir que debajo de éstos había una laptop, la abrió y tomó asiento en su silla movible.
—Papá, ¿no sabes dónde quedaron las galletas de chocolate? —no obtuvo respuesta alguna—. Olvídalo… —iba a dar media vuelta para irse pero se acordó de algo—. Ah, sí, Armando me invitó a una fiesta que hará en su casa, ¿puedo ir?
— ¿Una fiesta? —Preguntó el hombre sin dejar de mirar la pantalla de la laptop—. Pero escuché que sus padres no se encuentran.
—Es verdad, pero Marco, el hermano mayor de Armando lo está cuidando, así que…
—No.
— ¿Por qué no? —inquirió un poco enojado ante la negativa de su progenitor.
—Porque no. Si no hay adultos supervisando no te dejaré ir —levantó su vista un poco para ver a su hijo.
—Pero…
—Pero nada —alzó su voz, autoritario—. Ya dije, no vas a ir.
Kevin se molestó mucho por eso, ni siquiera le había dado la oportunidad de darle su opinión. En verdad que estaba molesto.
— ¡Siempre, siempre es igual! ¡No me dejas hacer nada! ¡Te odio! —y ante lo dicho, salió de la sala.
— ¡Vete a tu habitación!
— ¡Es lo que hago!
—¡Oh, ya está en la etapa rebele! —se oyó un portazo—. ¡No golpees la puerta! ¡Niños!
Una vez solo en su habitación, Kevin se sentó en su cama y se acostó en ella. Cerró los ojos e imaginó cómo sería su vida si fuera mayor de edad. Se vio caminando por las playas de Fiji, buscando entre la gente y los turistas a su amada y dulce novia, y en la orilla del mar la vio. Vio a su amada Melisa. Eso es, una vida fuera de esa casa. Después de imaginare aquello abrió los ojos y se dio cuenta de que no fue una simple imaginación, sino un sueño. Se había quedado dormido. Lo descubrió al mirar por la ventana y ver el cielo oscuro.
—No fui a la fiesta —se dijo mientras volvía a acostarse en la cama. Puso las manos sobre su rostro—. No fui.
Se sentó presuroso y de manera drástica cuando escuchó un ruido que no le pareció normal. Era algo que no había escuchado. Por un momento lo ignoró, pero volvió a escucharlo y esta vez un poco más cerca. Se levantó de la cama y se asomó por la ventana. Al principio, no vio nada más que los árboles grandes que estaban en el patio de la casa de al lado, que estaba vacía. Iba a retirarse de la ventana pero su vista logro detectar una luz parpadeante proveniente de aquella casa inhabitada. Entrecerró los ojos para enfocar mejor su visión.
— ¿Qué es eso? —se preguntó al ver una y otra vez parpadear la luz aquella, hasta que dejó de hacerlo.
Iba a ignorar el suceso, mas la curiosidad lo invadió por completo; en verdad quería saber qué era esa cosa. No podía creer lo que iba a hacer. Abrió su ventana, subió el mosquitero, sacó uno de sus pies y lo apoyó en el tejado naranja. Cuidadosamente empezó a andar, poco a poco, sin despegar sus manos de la pared hasta que llegó a la orilla del techo, donde se encontraba un árbol alto del cual se aferró para bajar por él.
Esa no era la primera vez que hacía eso, la verdad era que ya lo había intentado unas cinco veces y no creía que esa fuera la última, bueno, hasta que su padre decidiera talar ese árbol, que esperaba no lo hiciera hasta que fuera a la universidad. No es que él se escapara por allí todas las noches, sólo utilizaba esa ruta cuando estaba muy, muy deprimido y no quería estar en casa.
Al bajar del árbol, se dirigió a la reja de madera, una vez allí, levantó una tabla y se agachó para pasar al otro lado.
“¿Qué estoy haciendo?”, se preguntó al merodear cuidadosamente por el patio lleno de arbustos, basura y plantas que estaban muy crecidas. Era un total desastre. Hacía años que nadie vivía en esa casa y todo allí era un desorden. “Tal vez es sólo un auto o una moto que se descompuso”, pensó por instante. “Pero… ¿una moto o carro aquí adentro? Eso es extraño.”
De repente, sintió un golpe en el estomago, fue doloroso porque gimió y hasta sintió que fue con algo duro, una tabla quizá; después, sintió otro en la espalda. Este último golpe lo derribó.
—Pero si eres un crío —dijo una voz.
Kevin volvió a gemir de dolor. La persona aquella lo agarró y lo puso en sus brazos.
“¿Pero quién…?” Miró a la persona y descubrió a una mujer a quien nunca había visto. Cabello corto, hasta los hombros, extraño corte y su color era verde. ¿Verde? ¿Su cabello era verde? ¿Acaso era un punk? “¿…Es ella?"
La mujer caminó a la casa de Kevin. Lo bajó cuidadosamente y con una muy dulce voz le susurró mientras pulsaba el timbre:
—No te preocupes —en ese momento, él quedó en modo de shock. No sabía por qué exactamente, pero eso sí, era impresionante como esa mujer lo llevó a su casa. Era como una persona amable, que se preocupó. Tal vez ella…
Se abrió un poco la puerta principal y su padre se asomó por la rendijilla.
—Dígame.
—Señor…
…Tal vez ella era…
—…Este crío estaba afuera, iba a escaparse. Si por casualidad es su hijo debo informarle que lo cuide más y lo eduque adecuadamente, pues iba a irse de casa.
"…Era absolutamente una loca. ¡Una loca de pelo verde!"
—¡Válgame! —miró fríamente a Kevin.
—Pero yo…
— ¡Nada! Entra a tu cuarto y no salgas de allí. Estás castigado hasta nuevo aviso. ¡Adentro, Kevin! —ordenó el hombre enojado. Kevin hizo lo encomendado—. Pido disculpas por mi hijo.
—Ah, no se preocupe —informó la mujer—. Está en la etapa de la rebeldía.
El padre asintió.
—Es cierto, muy cierto.
Continuará xDDD
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Gracias por... aún no lo sé, pero gracias xD.
DarkHime:
Hola xD Dejo el cap. 2
Cap. II: “Una loca en casa”
La alarma del despertador de Kevin sonó por toda la habitación. Marcaba las 6:30 a.m., la hora en que el joven se levantaba para cambiarse y arreglar todo para irse a la escuela. Como todas las mañanas, fue al baño. Lo ocurrido la noche anterior lo habría tomado como un simple sueño de no ser porque, al verse en el espejo, descubrió la marca en su estómago que el golpe de la tabla le había dejado.
Esa mujer extraña, con extraño corte de cabello color verde, tal vez era una loca. Sí, una loca que escapó del manicomio, había robado un auto, hizo ese extraño ruido y se escondió en esa casa desolada. Sí, tal vez eso fue lo que había sucedido. Kevin asintió con cada pensamiento que se le venía en mente. También creyó que fue ella la que lo había golpeado con ese palo o algo así. Claro, eso es lo que los locos hacen. Golpean a las personas comunes y corrientes. ¿Por qué no había pensado eso anoche? Pudo haberle dicho a su padre todo lo sucedido, pero sabía que éste no le creería, así que decidió dejarlo como agua pasada.
Ya estaba listo. Estaba bajando las escaleras para irse, pero antes, decidió pasar por su lugar favorito y comer algo.
— ¡Buenos días! —gritó desde la sala la mujer de cabello verde al ver a Kevin.
El muchacho se sorprendió mucho al verla en su sala.
—Tú… tú… tú… tú —dijo sorprendido mientras la apuntaba con su dedo índice.
—Kevin —lo nombró su padre al verlo—, es de mala educación apuntar a la gente.
—… pero… pe-pero…
—Ya escuchaste al jefe —dijo la mujer mientras bajaba el dedo de Kevin con el suyo propio—. Eso es de mala educación.
— ¡¿Qué está haciendo ella aquí?!
—¡Oh, es verdad! —informó la mujer con una sonrisa de oreja a oreja—. El señor de la casa me dijo que si cuidaba de su hijo por un par de días podría quedarme aquí y yo acepté.
— ¿No se te hace raro? —le preguntó el chico a su padre— ¿Y cómo cuidarme? ¡No soy un bebé!
—Eres un niño y no se puede dejar solo a un niño. ¡Papi debe ir a trabajar! —soltó sin más éste empacando unos papeles y su laptop en una maleta—. Hasta luego. Nos vemos en un par de días, Kevin. Tengo una importante conferencia y no puedo faltar.
— ¡Espera!¡No soy un niño! ¡Tengo doce años! —Gritó el joven, pero el adulto ya había cruzado la puerta y la había cerrado—…No me dejes con ella.
Sintió como alguien se recargaba en su espalda; era ella, quien muy feliz le dijo:
—Kevin, espero que nos caigamos muy bien.
Kevin se la sacó de encima.
—Pero tú… No lo creo. Yo sé la verdad.
— ¿En serio? —Lo miró con una seriedad penetrante que asustó a Kevin, quien sintió que le atravesaban el cuerpo—. ¿Cuál verdad?
—La… la, la, la de que eres…
—Soy…
—Una loca que escapó del manicomio.
— ¿Manicomio? —se preguntó pensativa—. ¿Qué es eso?
Kevin volvió a quedar en estado de shock. No podía creer lo que estaba escuchando. Pero con esto estuvo más seguro de que era una maniaca y tenía que tener cuidado con ella. Al dejar de vagar en sus pensamientos, se dio cuenta de que la mujer lo miraba fijamente a tan sólo unos centímetros de distancia de su rostro. Se asustó y lanzó un pequeño grito dando un brinco hasta llegar a la puerta; acto seguido, aún asustado, abrió ésta.
—Me voy —dijo y salió.
Su corazón saltaba en su pecho. Ya no quería regresar a su casa. Sabía que era un peligro, más si esa demente se encontraba ahí.
—Sólo es un sueño, sólo es un sueño, sólo es un sueño —se repetía una y otra vez ya sentado en su butaca.
—Kevin — lo nombró Armando un tanto preocupado al percatarse que a su amigo le pasaba algo—. ¿Te encuentras bien?
— ¡Que sólo sea un sueño! —gritó en desahogo. Se dio cuenta de que todos los que estaban en el salón dejaron de hacer lo que estaban haciendo y todas las miradas se dirigieron a él.
—Parece que no —se dijo Armando.
—Armando, ¿estoy perdiendo la cordura?
—La verdad… sí. ¡Ah! No importa, será para la próxima.
— ¿Próxima?
—Sí, estás así porque ayer no fuiste a ligar a Meli, ¿cierto?
— ¿Dices por lo de la fiesta?
—Así es.
Era verdad, ayer lo habían invitado a una fiesta, pero por lo que había vivido anoche el asunto ese se le había olvidado por completo. Pero no estaba preocupado por eso ahora, sino por el gran problema que tenía en su casa. Era increíble que su padre fuera tan irresponsable y dejara entrar, es más, dejar vivir a una completa extraña en su casa. Pero bueno, así era su padre. No pensaba más que en hacer videojuegos. Su cerebro sólo servía para pensar en su trabajo.
—Kevin —escuchó la voz de una dulce persona. Melisa. Posó toda su atención en ella. Por un momento, todas sus preocupaciones se acabaron y quedaron encerradas en una caja sellada—. Todos te extrañamos ayer en la fiesta. Fue una lástima que no pudieras asistir— sonrió levemente por algo que recordó y para Kevin ese fue el mejor momento de la mañana—. Fue divertida, espero que a la próxima puedas ir.
—Claro, claro que sí, te lo prometo.
—Bueno, hasta luego —con esto se retiró y fue a tomar su asiento, que para desgracia de Kevin, éste se encontraba en el otro extremo del salón.
— ¡Ah, pero qué linda se ve hoy! —Informó Armando—. Si tú no haces nada creo que me la haré mi novia.
En ese momento, la caja que guardaba las preocupaciones se abrió y dejó salir una tormenta. Kevin dejó caer su rostro sobre la butaca.
—Espera —se apresuró Armando—, sólo era una broma, no es verdad. ¿Kevin, estás bien? No es para tanto, es broma…
—Armando.
—Dime.
—Dime que estoy soñando.
—No, no lo estás.
—No quiero ir a casa.
— ¿Tu padre de nuevo se puso pesado?
—Mi padre está bien, es sólo que anoche me pasó algo raro… —y antes de que pudiera continuar, el maestro de la primera clase llegó y todos tomaron sus respectivos asientos.
Faltaban escasos diez minutos para que el timbre del almuerzo sonara. Algunos estaban esperando a que lo dieran pues tenían hambre, es más, muchos ya estaban comiendo en el salón. Las primeras clases, Kevin estuvo muy nervioso. Se movía inquieto en la butaca y no dejaba de mover sus ojos de aquí para allá y, precisamente, cuando por fin estuvo calmado, se escuchó que alguien tocó la puerta.
— ¿Pero quién podrá ser? —inquirió la profesora un tanto extrañada. Se acercó a la puerta y la abrió—. ¿En qué puedo ayudarle?
—Busco a Kevin Ibarra —Kevin se sobresaltó al reconocer la voz; una voz que lo había estado siguiendo toda la mañana—. Ha ocurrido algo urgente y necesito que venga conmigo.
— ¿Y usted es?
— ¡Ah! —Entró al salón—. ¡Yo soy su niñera! ¡Hi, Kevin! —saludó felizmente al joven. Acto seguido, todos los del salón empezaron a reírse, mientras la maestra los silenciaba.
—No la conozco —dijo Kevin escondiendo su rostro entre sus manos.
Afuera de la escuela.
— ¡Absolutamente no! —dijo Kevin, enojado—. ¿Cómo te atreves a venir aquí y decir frente a todos que eres ¡mi niñera!? ¡Eso no se hace! Además, no pienso ir a donde estés tú, sólo espera a que papá llegue.
—Kevin —empezó a decir ella con seriedad—, necesito hablar contigo de algo importante, vamos a casa…
— ¡No! ¡No voy a ir, ya te lo dije, me quedo aquí! —cruzó los brazos, decidido a quedarse plantado en ese lugar si era necesario.
—Eres un desconsiderado, ¿sabes cuánto tardé para poder dar contigo?
—Yo no pedí que hicieras eso —dijo seriamente mientras giraba su rostro en dirección contraria a donde estaba la mujer y cerraba los ojos; luego, sintió que sus pies dejaban el suelo, elevándose. Abrió los ojos y descubrió que nuevamente, estaba en brazos de ella—. ¡Bájame! ¡Déjame! —se agitó bruscamente.
—Si no quieres por las buenas, entonces serán por las malas.
— ¡No puedes hacer esto! ¡Es un delito! ¡Me secuestran!
Pataleaba y daba manotazos al viento, pero todo aquello que intentaba parecía ser completamente ignorado por ella, porque como si nada comenzó a correr a la casa.
Kevin estaba totalmente molesto, sentado en el sillón grande de la sala. Molesto porque fue a la casa a fuerzas y molesto porque no podía creer que a nadie se le hizo raro ver a un "niño" en brazos de una persona de cabello verde, y a parte, gritando.
— ¡Listo! —aseguró la mujer estando frente a Kevin. Ella se tomó el cabello y se lo quitó, ocasionando que el joven se sorprendiera—. ¡Me estaba dando calor con esta cosa! —dijo satisfecha.
— ¿Pero como…? Eso es… ah… es… ¿Por qué tienes eso? —su cabello era normal, de un café fuerte y le llegaba a los hombros.
— ¿Por qué lo dices?... Bueno, ¡es para camuflarme entre las hierbas! —informó acompañada de una carcajada.
“Absolutamente es cierto, está loca”.
—Pero no es momento de reír —volvió a su seriedad—. No, lo que tengo que decirte es severamente importante y serio.
—Dilo.
—Soy extranjera.
—O sea, ¿de Europa?
—No, no. Soy de arriba —apuntó el techo.
—O sea, ¿de la alta sociedad?
— ¡No! ¿Cómo lo dicen aquí? ¡Soy del espacio!
...............................................................
Continuará
Saludos xD
Revelación:
Ooh, ya le reveló quien es.
Tal vez ahora Kevin entienda de donde le sale a ella esa fuerza como para cargarlo y llevárselo a la casa como si nada xD Ahahaha, y además, wow, lo avergonzó delante de la clase presentándose como su niñera, digo, me parece ya grandecito como para tener una niñera. Pobre Kevin xDDD Yo también la odiaría en su caso y la llamaría loca, demente, lunática y demás xD
Espero el siguiente capítulo. Lamento no haberte posteado antes... ¡¡Pero nadie me presta el pc!!
Aaaah me voy.
DarkHime:
Ooh, bueno, menos mal que te has podido pasar Revelacion, mmm, por el momento, dejare el cap 3 de esta historia, todavia no termino de escribir la conti de la otra xDD
Sin mas bla, bla, la dejo xDD
Cap. III: “¡Sorpresa!”
— ¡No! ¿Cómo lo dicen aquí? ¡Soy del espacio!
—O sea que, ¿eres astronauta?
“Lo único que sé es que con cada minuto que paso con ella, más me convenzo que escapó de un manicomio”.
La mujer puso su dedo índice en su frente.
—Quieres hacerme enojar, ¿verdad?
— ¡Pues explícate bien!
— ¡Soy una extraterrestre!
Las palabras quedaron suspendidas en el aire. Kevin quedó estupefacto al escuchar aquello. Hubo unos segundos de incómodo silencio, luego, el joven, presuroso, cogió el teléfono y desesperado, comenzó a marcar unos números como loco.
— ¡Auxilio, policía! ¡Estoy con una demente!
— ¡Oye, alto! ¿Qué haces? —le arrebató el auricular y lo colgó.
— ¡No quiero vivir contigo!
—Te digo la verdad.
— ¡Estás loca!
—No, es la verdad. Vengo del espacio y no soy astronauta.
— ¿En serio quieres que me crea eso?
—Es verdad, ¿quieres que te lo demuestre? —notó que la atención de Kevin volvió a ella—. ¿Quieres que te muestre cómo soy?
— ¿Cómo eres?
En ese momento, el ambiente se tensó. El joven observaba cuidadosamente a su “niñera”. No sabía qué iba a ocurrir, sólo sabía que algo iba a pasar. La espera lo estaba matando, no podía imaginarse cómo sería, claro, si era verdad eso de que era una extraterrestre.
— ¿Estás preparado? —inquirió ella.
Por un momento dudó, pero después se armó de valentía y le dijo que estaba listo. La mujer lo tomó por los hombros y volvió a preguntarle si estaba listo.
—Hazlo de una vez, ¿quieres? —suplicó Kevin más nervioso que nada, con las manos sudándole y sintiendo que la presión lo sofocaba.
—De acuerdo —acercó su mano a sus ojos, provocando que Kevin fijara su vista en éstos, y ¡puf!, se sacó una especie de lentes de contacto, mostrando unos ojos azul claro, ya no marrón—. Así soy. Extraño, ¿no?
Exactamente, era extraño, pero un extraño diferente a lo que ella imaginaba. Si hubiera un grillo, ese sería el momento perfecto para que chirriara. La reacción de Kevin fue la de dar media vuelta y comenzar a correr, con la intención de alejarse de aquella loca; pero la mujer no lo dejó. Se lazó sobre él y lo tomó por los pies, provocando que ambos cayeran al suelo.
— ¿Qué haces? —indagó ella.
— ¡Suéltame! Eres extrañamente rara, no quiero estar aquí. ¡Suéltame!
— ¡Espera, espera! Creo que no te convencí.
— ¡Sí, sí lo hiciste! ¡Me convenciste al cien por cien que saliste del manicomio!
—No quiero saber.
Kevin y la mujer estaban frente a la puerta que conducía al garaje de su casa. Por alguna razón, “la demente”, pues así la llamaba, lo había convencido. Había dicho que lo que demostraría que ella venía del espacio se encontraba allí adentro; pero claro está, fingía demostrar interés en todo eso dado que su plan era que en el momento en que ella estuviera distraída, correría y huiría de allí, tal vez a reportarla, pues había deducido que por algún motivo, ella lo tenía como rehén, ya que no lo dejaba salir de casa. Bueno, así se sentía él y dadas las circunstancias, no había que culparlo.
La mujer abrió la puerta. El lugar estaba oscuro, sólo alcanzaban a verse algunas cosas y eso porque se encontraban cerca de la luz que salía de la puerta. En el garaje, lo único que guardaban eran cajas viejas, pues ya ni el auto del “señor de la casa” se quedaba ahí. La mujer buscó el interruptor y prendió la luz.
— ¡Oh, Dios! —Exclamó sorprendido Kevin mientras daba un paso atrás, tropezando y cayendo al suelo—. ¿Qué…qué es eso? —no podía creer lo que sus ojos estaban viendo. Una especie de nave estaba donde, desde un principio, debería estar el auto de su padre.
—Es mi transporte —notificó ella con una gran sonrisa dándole una patada a la nave, causando que unas cuantas piezas cayeran de ésta debido al terrible maltrato que demostraba tener—. O era, ahora es chatarra. ¿Ya me crees?
Kevin observaba esa extraña máquina, llamada “El Hatton”, pero no podía asimilar lo que sucedía, estaba totalmente sorprendido, quizás en un estado fuerte de shock. Su cabeza le decía que no era verdad, que todo eso era un cruel juego de su mente; pero no era así, por desgracia no lo era. Todo estaba allí. La mujer que estaba a un lado de “El Hatton” era precisamente una… una… ¡Una loca! ¡Una loca venida de otro mundo! No sabía si ese descubrimiento era algo agradable. No dijo ni una palabra, en ese instante no estaba para pronunciar palabra alguna.
— ¡Oye, crío! ¿Estás bien?
Ahora, por extraño que fuera, todo parecía tener sentido. Anoche, lo que escuchó fue tal vez aquella máquina. Kevin se puso de pie, por poco volvía al suelo, pero se mantuvo firme en sus plantas de los pies. Sentíase mareado, como si hubiese estado en una barca en medio del océano y una tormenta; así se sentía debido a la impresión. Se acercó a donde la mujer, se colocó al otro extremo de la nave y dando un hondo suspiro, preguntó, refiriéndose a la nave:
— ¿Cómo la has traído aquí? —fijó su mirada a la puerta principal y la vio destrozada de la parte de abajo—… A la fuerza, entiendo. Ahora, otra cosa, ¿por qué has venido aquí? Me refiero a la tierra.
La mujer sonrió, como si estuviera esperando que le preguntara eso.
—Es una larga historia. Verás, soy una transportadora. Unos compañeros y yo nos encargamos de viajar a diferentes planetas transportando gente, animales, materiales o lo que sea. Esta vez, transportábamos bestias únicas a un lugar seguro porque están en peligro de extinción. Por desgracia, se escaparon y llegaron aquí a la tierra e intento encontrarlas porque son peligrosas. Tienen garras enormes, dientes filosos que pueden perforar hasta el material más resistente de la tierra…
— ¿Qué dices? Espera, espera. ¿Estás diciendo que andan rondando bestias feroces en las calles?
—Así es —aseguró con descaro, como si fuera algo divertido—. ¿No crees que es emocionante?
— ¡Para nada! ¿Sabes lo peligroso que es eso? —empezó a alterarse al imaginar lo que pasaría si unas de esas cosas atacara y que luego investigaran las muertes, periódicos, reporteros, FBI, tanques, soldados…. Se tranquilizó.
—Es por eso que estoy aquí —siguió la mujer, como si le hubiese leído la mente; de hecho, por un momento así lo creyó—. Para evitar que esto se convierta en un caos.
Las palabras lo tranquilizaron.
—Algo más, ¿cómo es que vas a atraparlos?
Ante la pregunta, la mujer sonrió, pero por una extraña razón, a Kevin esa sonrisa le pareció mala, siniestra, una sonrisa a la cual no tenerle confianza. Sufrió un escalofrío y aún más cuando ella dijo:
—Ahí es donde entras tú…
— ¿Qué yo qué…? —no completó la frase cuando la mujer lo sujetó por el brazo derecho fuertemente—. ¿Pero qué…? —sintió miedo y un mal presentimiento.
Estiró su brazo para soltarse, pero fue inútil. Ella era por mucho, más fuerte que él, esa era una de las muchas cosas que le daba miedo de ella. Entonces, la mujer, rápidamente y en fracción de segundos, sacó de su bolsa izquierda del pantalón un aparato, una especie de pulsera estilo reloj, de color verde y se la colocó en su muñeca. Terminado su objetivo, lo soltó y debido al esfuerzo que estaba haciendo al tratar de soltarse, Kevin cayó al suelo, pero en lugar de quejarse por el dolor, su reacción fue la de querer quitarse esa cosa de su muñeca. La jalaba, la empujaba y de todo, pero nada.
—Lo que hagas será en vano —le advirtió la mujer caminando a la nave, agachándose para revisar algo de abajo—. Para abrirse necesita la contraseña y esa sólo la sé yo.
— ¡Dámela! —se puso de pie, furioso—. ¿Qué se supone que esta cosa? ¿Una especie de bomba?
—Escucha, esa “cosa”, como la llamas tú, es un radar y sirve para detectar a esas bestias debido a la energía que emanan. Si uno de ellos, que por cierto se llaman cannies, está a unos metros, pita y entre más cerca estén, el sonido se hace más fuerte. Entonces tú tienes que presionar el botón azul cielo que está del lado izquierdo, para yo recibir la señal por medio de mi pulsera —le mostró la pulsera, idéntica a la que le había puesto, en su muñeca izquierda.
— ¿No puedes hacer tú eso?
—Claro, pero como voy a estar reparando esta chatarra no voy a poder salir mucho y tú sí.
—En pocas palabras, yo soy la carnada.
—Pues si lo ves de esa manera, sí.
La mujer, por un instante, creyó que Kevin iba a sobresaltarse como lo había hecho desde el principio, pero no, lo único que hizo fue acercarse a la pared, apoyar su espalda en ésta, resbalar poco a poco hasta quedar sentado, con las rodillas flexionadas hacia su pecho y ocultar su rostro entre éstas. Permaneció allí, sin decir nada. La mujer lo miró, por un momento pensó que estaba llorando y se lo preguntó, pero él se limitó a negar con la cabeza, sin mostrar su rostro. La mujer se encogió de hombros y continuó revisado la nave, moviéndose a la parte trasera para abrir una especie de maletero y sacó algunas herramientas de allí.
Transcurridas un par de horas después, Kevin habló:
— ¡Oye! —la mujer posó su atención en él—. ¿Cómo es tu planeta?
— ¿Mi planeta? —ella comenzó a recordar—. Hace tiempo que no estoy ahí, pero es muy parecido a aquí, a la tierra. Aurón es un lugar hermoso igual que aquí, eso sí, tiene mucho menos luz. Nuestros ojos son un poco delicados, es por eso que aquí tengo que usar esos lentes de contacto, para que la luz no me haga daño. ¡Ups! Un enorme defecto.
Mientras decía esto, Kevin se había levantado y había caminado hacia ella. Cuando ella terminó su explicación, él levantó su antebrazo derecho a la altura de su pecho y con la mano derecha señaló la pulsera.
— ¿En serio no puedo quitarme esto?
—No —contestó con una sonrisa burlona.
El joven suspiró. Sabía que diría eso, pero no perdía nada si preguntaba.
—Iré a comer algo, tengo hambre —se dirigió a la puerta para entrar a la casa, se detuvo en el umbral y se volvió a ella—. ¿Quieres algo?
—No gracias, comí algo en la mañana.
— ¿En la mañana? Pero si ya es tarde.
—Sólo como una vez al día.
“¿Sólo una vez al día? ¿Cómo puede? Yo me ando muriendo si no como una de las tres veces al día”, pensó mientras cruzaba la puerta, entonces recordó algo. Volvió al garaje.
— ¿Cómo es que te llamas?
— ¿Qué? ¿No sabes cómo se llama tu niñera?
— ¿De qué hablas? ¡No llevas ni un día aquí!
—Aun así, ¡pero qué crío!
—Y no me digas así, me llamo Kevin,
—Me llamo Nimichiminimi
— ¿Qué? ¿En serio?
—Es verdad.
—Nimimichi…
—Nimichiminimi. Sólo dime Nimi.
—Nimi, ¿qué clase de nombre es ese? —se dijo en voz baja mientras se dirigía a su lugar favorito.
Después de prepararse un sándwich bien relleno, sonó el teléfono. Kevin corrió y lo descolgó para contestar.
—Kevin —escuchó la voz de su padre—. ¿Cómo has estado? ¿Todo bien?
—Papá, ¿cuándo vas a venir? Quiero que regreses.
El padre escuchó la voz de su hijo, ansiosa. Como si en verdad esperara su llegada, lo que lo extrañó mucho ya que nunca había ocurrido eso, nunca. Desde que era muy pequeño se iba y sí, siempre pedía a su padre que no se fuera, pero cuando comenzó a crecer, Kevin demostraba que le gustaba que se fuera y ahora no, fue diferente y eso lo hizo muy feliz.
—Mañana en la mañana voy a dar mi conferencia, ¡voy a dar lo mejor de mí! Tal vez esté en la tarde.
— ¿Hasta la tarde? —suspiró. No quería estar más tiempo con Nimi—. Bueno, entonces hasta mañana.
— ¡Oye, espera!...
Colgó. Tendría que esperar más. Bueno, por el momento iba a comerse ese rico sándwich que lo esperaba en la cocina y luego, quizás vería tele hasta la hora de dormir. He aquí otro día más en su vida o un día menos, para Kevin daba igual.
Al día siguiente, como todas las mañanas, Kevin se levantó, se vistió e iba a irse a la escuela. Bajó las escaleras y al pasar por la sala, para ir a la puerta que conducía a la calle, vio a la mujer loca de otro mundo dormida en el suelo. Ni siquiera estaba sobre un sillón, no, estaba en el frío piso. Antes de irse, subió de nuevo al segundo piso y de su cuarto, del armario, sacó una colcha que utilizaba para cuando lavaban la que él usaba en ese momento, así las turnaba. Bajó las escaleras y llegó a donde Nimi, colocando la colcha sobre ella.
—No sé si ustedes pescan resfriados o no, pero no puedo dejarte así —se dirigió en murmullo. Enseguida se fue a la escuela.
Desde el suelo, Nimi sonrió.
—Kevin, ¿eh?
Y eso es todo por hoy xDDD
Ah, bueno. Los que se pasan, espero que les haya gustado xD
Y si no... pues no importa, en realidad xDD
Bye... ewe, o mejor, continuara ~~
Revelación:
Jajaja, yo también me pregunto, ¿qué clase de nombre es ese? xDD
ahora se pone interesante. ¿Unas bestias monstruosas que extinguirán la raza humana? Jaja, no, exagero, pero como no exagerar si ella estará muy ocupada arreglando su navecita y no creo que Kevin pueda contra esas bestias xDD
Buen trabajo le dio ella. Hacerla de carnada xD
Buen capítulo.
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