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Mi niñera *w* Actualizacion. EL FIN
DarkHime:
Hola, gracias por tu comentario, Reve *w* Te dejaré conti xD
Cap. IV: “Un día más extraño que ayer”
Kevin llegó como siempre, diez minutos antes de que las clases iniciaran. A pesar de que no era un chico responsable, siempre le había gustado estar puntual para comenzar con el día escolar. Se sentó en su lugar asignado y esperó a que llegara el profesor. Algo que también le gustaba hacer era observar a sus compañeros entrar y mucho más le gustaba cuando se trataba de Melisa. Se le quedaba viendo hasta que ella dejaba su mochila en su asiento y se iba con una de sus amigas hasta que dieran el timbre. Miró como su mejor amigo entraba por la puerta hecho un zombi.
— ¡Ah! Ayer me desvelé terminando el ensayo del profesor Pablo. Por cierto, ¿lo hiciste?
— ¿Yo? ¿No recuerdas que ayer me fui a casa temprano?
—Es verdad, pero el profe nos lo dejó hace una semana.
— ¿En serio?
— ¿En qué mundo vives, Kevin?
Por supuesto, esa era una broma, pero Kevin no la tomó como una, pues ese juego de palabras ya no le gustaba. “Mundo” le recordaba a la mujer que estaba durmiendo en el suelo de su sala. Las primeras clases antes del almuerzo, Kevin se la pasó mirando su muñeca derecha.
“¡Dios! Mínimo me la hubiera puesto en el brazo izquierdo. Ahora siempre que haga algo me la voy a ver”.
Una vez terminados los tres primeros períodos y dieron el timbre del receso, todos los alumnos empezaron a reunirse en sus lugares favoritos de las instalaciones para poder comer junto con sus amigos o charlar. Armando y Kevin, como todos los días, se dirigieron a la parte trasera de la escuela, a donde casi nadie iba y se sentaron a la sombra de un árbol.
—…Entonces, ¿tú siempre te haces tu lonche?
—Así es.
— ¡Órale!, mi madre siempre me lo tiene preparado antes de venirme —en realidad, sus padres se lo tenían todo bien preparado; incluso hasta lo llevaban a la escuela, tal vez porque sacaba buenas notas o porque era hijo único, aunque pensándolo bien, Kevin también lo era—. ¿Entonces tu padre no te cocina?
—Para nada —confirmó Kevin negando con la cabeza—. Él come lo que hace y yo como lo que hago, así es la regla.
—Mira, mira, ahí viene Meli.
—Oh, ya veo —se hizo el desinteresado, pero sus ojos miraron hacia donde estaba la joven, notando hasta lo que pisaba.
— ¡Oye, Kevin! —escucharon una brusca voz.
—De nuevo ese molesto de Erick —dijo Armando entre dientes—. ¡Deja de molestarlo!
— ¿Tú qué, cuatro ojos? No es contigo —Kevin ignoró lo sucedido y siguió comiendo, pero el nombrado Erick se molestó al no ver reacción alguna por parte del chico—. ¿Me oyes? —una vez más, fue ignorado. Erick golpeó la comida de Kevin y ésta cayó al suelo, ensuciándose por completo.
— ¡Oigan, pelea! —gritó alguien de por allí, con eso, más estudiantes comenzaron a reunirse alrededor de ellos para ver el pleito.
Kevin se puso de pie. Ante la acción, todos los presentes lanzaron una exclamación de sorpresa; sin embargo, las intenciones del chico fueron las de retirarse de allí, no quería meterse en una pelea o una discusión, no quería dar problemas. No obstante, no contó con que el chico brabucón lo sujetaría por el cuello de la camisa por la parte de atrás, lo halaría y lo arrojaría al suelo con violencia.
—Claro, es tal como dicen mis padres, tu padre es un flojo inútil, igual que tú. ¡Eres un inútil! —con esto, estaba por irse del lugar.
En el suelo, Kevin temblaba de furia por lo que el otro había dicho.
— ¡No es un inútil! —gritó levantándose con rapidez e iba a darle un puñetazo a su contrincante cuando su brazo se detuvo a medio camino con brusquedad, provocando que cayera nuevamente al suelo, arrodillado.
—¡Se detuvo, se detuvo! —dijeron los espectadores. Kevin, igual que los demás, estaba sorprendido.
—¡Oye...! —empezó a decir Erick algo molesto, pero no logro continuar porque la campana sonó—. ¡Bah, vámonos de aqu!í —dijo al fin y se fue.
— ¡Qué tipo! —murmuraron algunos—. Él sí es fuerte. ¡Se contuvo! —después se retiraron.
Armando se acercó a él e intentó ayudarle a levantarse, pero Kevin rechazó su ayuda.
—Bien hecho, Kevin —lo felicitó entonces, orgulloso de ser su amigo—. Vámonos —y también se fue adelantándose.
—Me alegra que no te rebajaras.
Kevin levantó su mirada y vio a Melisa. Ella tenía una expresión contenta y a él encantó ese momento. Por alguna razón todos habían estado hablando de lo valiente que fue y escuchar a Melisa decirlo, lo puso realmente feliz. Pero no se había detenido por lo que pensaron, ni porque quería impresionar a la chica que le gustaba; realmente él quería romperle la cara al molesto de Erick, aunque en el intento él sería el que terminaría con la cara rota. Había parado porque había escuchado un ruido, un sonido proveniente de la pulsera en su muñeca o tal vez fue su imaginación. Estaba tan molesto que su mente pudo engañarlo para que se detuviera.
Se puso de pie y por curiosidad, observó su alrededor. No vio nada extraño. Afuera, entre la maya, podía verse un montón de hierbas crecidas. Iba a dirigirse a su salón cuando, al dar el primer paso, escuchó un “pip” seguido de otro. El pánico se apoderó de él, pero lo controló mientras veía desaparecer a Melissa al dirigirse al frente de los salones.
“Si una de esas ‘cosas’ está a unos metros, el aparato pitará y entre más cerca esté, el sonido se hará más fuerte”, recordó las palabras de la loca, miró la pulsera, nervioso y con dolor de estómago. “Debes presionar el botón azul cielo que está del lado izquierdo para enviar una señal que mi pulsera detectará”.
Eso fue lo que hizo. Presionó el botón azul y esperó que eso funcionara.
En casa, Nimi pateaba desesperadamente la nave.
— ¡Porquería del infierno! ¡Funciona! —gritó enojada mientras iba a la parte trasera de la nave y del maletero sacaba un arma, apuntándole a la máquina—. ¡Chatarra, si no quieres vivir entonces muere! —después oyó que su pulsera comenzaba a sonar, indicando que Kevin la había llamado—. Con que han empezado a salir.
Kevin, aún afuera en el patio, caminaba de un lugar a otro, esperando algo, no sabía exactamente qué, pero algo, una señal, ruido o algo; algo que no fuera el molesto sonido que emitía su pulsera y que por cierto, definitivamente no era su imaginación ya que sonaba con más constancia que al principio. No sabiendo qué hacer, se encaminó a su salón, teniendo la esperanza de que Nimi solucionara aquello, pero antes de que entrara al edificio, escuchó la voz de ella.
— ¿Hola? —saludó en forma de pregunta porque no estaba seguro de que fuera la voz de Nimi, además, nadie era visible en el entorno.
—Kevin, necesito que hagas algo al respecto —Kevin se dio cuenta de que la voz de ella salía de la pulsera—. Desaloja el edificio.
— ¿Que quieres que haga qué? ¿Y cómo hago eso?
—No lo sé, piensa en algo. Tal vez con una alarma o algo así, pero haz que el edificio quede vacío —mientras escuchaba las indicaciones Kevin entró al lugar, buscando una alarma de incendio, fue lo único que se le ocurrió en ese momento—. Porque puede que el cannie entre y haga de las suyas en la escuela— siguió diciéndole Nimi.
—¡Está bien, está bien! —dijo mientras corría por los pasillos vacíos.
Hallándose a unos metros de la oficina del director, aminoró la velocidad. Debido a que en ese instante su mente era un caos completo, la primera alarma que se le vino a la mente fue la que estaba a un lado de la oficina del director del plantel. Se acercó sigilosamente, esperando que en el último minuto, como en las películas de Hollywood, lo descubrieran y lo llevaran a su salón; pero no, llegó y todavía un poco indeciso, bajó la palanca. En cuestión de segundos, los alumnos y catedráticos empezaron a salir de los salones y demás, intentando mantener el orden y así los pasillos se llenaron de personas amontonadas, como una colonia de hormigas o una colmena de abejas.
Kevin quería caminar en sentido contrario a donde todos se dirigían a la salida, pero no podía, era como luchar contra una corriente de agua. Era empujado y golpeado. Algunos profesores intentaban tranquilizar a los muchachos, otros ya habían corrido, siendo los primeros en salir. Por fin, con esfuerzo, llegó de nuevo a la salida de atrás y realmente esperó ver a Nimi. Debido al ruido que impregnó en la escuela, Kevin ignoró por completo el sonido de su pulsera, que se había vuelto más veloz. Al poner un pie afuera, se quedó helado, asombrado de ver esa “cosa” frente a sus ojos. Un monstruo, eso era un cannie.
No era tan grande como lo había imaginado, pero lo demás era concorde a lo imaginado. Una especie de perro, tamaño de un labrador, su fisonomía era robusta, su color era café oscuro con nubes café claro, una enorme mandíbula, la boca era pequeña en comparación con sus filosos y largos dientes que siempre mostraba, su nariz era aún más pequeña en comparación con su boca y ojos, unos grandes ojos negros, tan negros que reflejaban lo que veían. Monstruosas patas con unas afiladas garras que al verlas, a Kevin se le puso la piel de gallina.
El cannie escuchó cuando Kevin salió del interior, porque en ese instante sus canicas negras lo miraban, insistente. El chico no se movió, estaba en blanco y paralizado. El cannie corrió hacia él. Unos metros para embestirlo cuando Kevin despertó, por decirlo así, al ver como a un par de metros, el monstruo se detuvo, ya que escuchó, como Kevin, un silbido que le pertenecía a nadie más que a Nimi, quien estaba donde el cannie había roto la maya para entrar a la escuela.
— ¡¿Pero qué te pasa?! —Gritó ésta al ver al joven ahí parado, en pleno peligro—. ¡Muévete de allí, crío! ¡Y tú…! —apuntó al cannie. En su hombro derecho le colgaba una bolsa y de ésta sacó una especie de brazo metálico que se puso sobre su brazo izquierdo—… ¡Ven a jugar conmigo! —aplaudió como si de un perro se tratara.
El cannie corrió hacia ella haciendo caso de su invitación. Kevin no se fue de allí, se encontraba algo emocionado. Nunca había visto algo como eso y pensó que absolutamente nunca iba a verlo de nuevo, por ello aprovechó el espectáculo y se quedó mirando. El cannie sujetó fuertemente el brazo metálico que Nimi le ofrecía mientras hacía extraños ruidos, parecidos a los de un gruñido pero diferentes. Luego, al ver que no logró hacerle nada, el monstro soltó el brazo.
—Ven, ven —Nimi seguía con su juego, gritándole al cannie para provocarlo.
Aún emocionado de ver aquello, Kevin se percató de que los bomberos estaban por llegar porque escuchó la sirena que los caracterizaba. Eso era un problema. Se preocupó pues sabía que ellos entrarían a las instalaciones del plantel y verían que todo había sido una farsa y no sólo eso, saldrían al patio trasero y verían la escalofriante escena que él presenciaba. Una mujer loca que toreaba a un monstruo, ¿algo más extraño? ¡No lo creía!
—¡Nimi, las autoridades ya están aquí! —informó al escuchar también las sirenas de los autos policías—. ¡Nimi!
—¡Ya escuché! —dijo ella un poco fastidiada porque los aburridos humanos le estaban echando a perder su diversión. Ya no podría jugar más con ese “simpático” cannie.
— ¡Nimi, si no haces algo…!
— ¡Cuidado!
El feroz cannie iba a saltar arriba de Kevin, pero la mujer, velozmente, ya al tanto de eso, se colocó frente al muchacho y con su puño golpeó el pecho del “animal”, quien por el golpe, cayó al suelo lanzando un extraño y ahogado gemido de dolor.
—¡Te dije que te fueras de aquí! —le dijo la mujer algo molesta a Kevin.
El chico, sorprendido y sin aliento por lo que pudo haberle pasado, corrió dentro del edificio para salir de la escuela, dejando en manos de Nimi la situación. Unos metros antes de llegar a la salida, los bomberos comenzaron a bajar del camión preparándolo todo y unos cuantos se adentraron al lugar; luego, la policía hizo lo mismo. Kevin se quedó afuera junto a los demás, viendo el espectáculo. Unos minutos después los hombres al servicio de la seguridad pública confirmaron que todo, al parecer, había sido una espantosa broma de algún delincuente juvenil; aun así, las clases se suspendieron por ese día. Kevin sentíase aliviado de ver que todo había salido bien. Parecía ser que Nimi había llevado al cannie a otro sitio o algo así, justo en el momento preciso. Se encaminó a su casa.
“Espero que no esté batallando mucho”, pensó el muchacho al estar frente a la puerta de su casa. “Espero que le haya ido bien”.
— ¡Hola, crío! —recibió el saludo de felicidad de Nimi en cuanto puso un pie en su hogar.
— ¿Pero qué?... —se quedó con la boca abierta al verla frente a él—. ¿No estabas con el animal ese? —cuestionó perdido.
La mujer caminó a la sala y muy cómoda se sentó en un sillón.
— ¡Ah! Eso fue fácil. Sólo rocié un líquido en su nariz y ¡pum! Con eso estuvo para que cayera rendido.
— ¡¿Qué?! ¿Entonces por qué no hiciste eso desde un principio?
— ¿Por qué? Porque así no sería divertido —respondió a carcajada abierta. Ese momento a Kevin le desquició. Se acercó a ella.
— ¿Sabes? ¡Me preocupé mucho!
— ¿Y quién manda que hagas eso?
—¡Eres de lo peor!
—Y tú divertido.
Hubieran continuado con su discusión si no fuera porque escucharon la puerta principal abrirse y cerrarse.
— ¡Ya estoy aquí, Kevin! —oyó la voz de su padre.
Nimi se levantó rápidamente y saludó al hombre.
—¡Bienvenido, jefe! —dijo con vital energía, que a Kevin le resultó increíble. ¡Ya ni él tenía esa energía que era más joven que ella! —. ¿Qué tal le fue?
—Mal, muy mal.
“Qué novedad”, pensó Kevin.
—No quieren ningún trabajo mío. Soy un asco. ¡No sé qué hacer!
Se escuchó la risilla de Nimi.
—No diga eso. Se le ocurrirá algo.
Kevin iba a retirarse a su habitación cuando recordó algo.
—Nimi, ¿dónde…?
—No te preocupes —lo interrumpió—. Está en un lugar donde no causará daño alguno.
—Tengo hambre —dijo el Sr. Ibarra—. ¿Sabes cocinar? —le preguntó a ella.
—Claro.
Así, terminó otro día para Kevin. Otro día que fue más extraño que el anterior. Ahora se preguntó cómo serían los días de ahora en adelante. Bueno, no quería preocuparse en vano, era mejor esperar a que pasaran.
Continuará ewe xD
Mmm, si lo leen, espero que les... Oh, vamos, para qué engañarme. Ni a mí me gusta xD
DarkHime:
Sin mas:
Cap. V: “Una parte de la verdad”
“Debido a que los cannie escaparon y huyeron a un planeta, he tomado una nave del Blipon y he salido a traerlos de vuelta”.
Atte. La heroína de la historia XD
Una vez terminó de leer la pequeña nota que había encontrado en la mesa, el hombre la arrugó con su mano derecha, molesto, enojado, furioso. Se dirigió a una joven mujer que parecía ser su fiel ayudante.
—Esa mujer —dijo entre dientes—. ¿En qué rayos está pensando? ¿Cree que soy un tonto?
Su ayudante permaneció callada, mejor eso a meterse en problemas. El hombre dirigió sus dedos índices a sus sienes e hizo presión en ellas con éstos.
—No lo puedo creer, simplemente no puedo creerlo. Aley, ¿acaso quiere que piense eso? —Le mostró la bola de papel—. Cuando es imposible que los cannie abrieran sus jaulas, tomaran una nave y la programaran para que aterrizara en cierto lugar. ¡Aley! Quiero que me muestres las cámaras de la zona donde estaban los cannie.
—Sí, señor —los dos se dirigieron a la sala de monitoreo a ver los vídeos reveladores.
Denor es el capitán a cargo del comando del Blipon, la nave que utilizan para ir a diferentes planetas para transportar diferentes cosas y especímenes. Era un hombre de estatura promedia y cabello castaño claro.
Aley era su ayudante, su secretaria, por decirlo así. Ha estado trabajando con él ocho años terrestres. De piel moreno claro y cabello oscuro. A simple vista se diría que odia su trabajo, pero al parecer no porque no lo ha dejado, aunque puede que realmente lo haga.
La joven mujer tomó asiento frente a una enorme pantalla en la que había pantallas más pequeñas a cada lado, las encendió y empezó a mover el monitor hasta lograr ubicar el lugar que deseaban encontrar. Pulsó un botón y ante el acto todas las pantallas mostraron interferencia, indicando que las cámaras habían sido saboteadas. Giró la silla en la que estaba y miró a su jefe, que se encontraba detrás de ella.
—No se muestra nada, parece que las desconectó. Mandaré a alguien a que las revise.
Denor sujetó su barbilla y se la masajeó mientras se decía:
—Dime, Nimi, ¿cuál es tu plan? ¿Qué ganas haciendo esto? —Empezó a molestarse al no imaginarse nada—. ¡Maldición! ¡Aley! —se dirigió a ella una vez terminó de dar la orden de verificar las cámaras—, ubica dónde cayo la nave que robó Nimichiminimi.
Una vez más, la mujer hizo lo ordenado. Después de buscar por unos segundos, se mostró un radar donde, representada por un puntito rojo, la nave se movía poco a poco hasta llegar a cierto lugar y desaparecer.
—El radar indica que el Hatton 7 se movió a las coordenadas del sistema solar 458, llegó a un punto donde la señal fue desactivada, indicando que entró a la atmósfera terrestre. La nave aterrizó en el planeta azul.
— ¡¿Qué?! —Se sobresaltó al escuchar tal cosa—. ¿Al planeta azul? —su mirada se tornó preocupada—. ¿Qué piensa hacer allí? ¿Cuál es su plan? ¡Maldición! Tengo que ir a detenerla. ¡Tenemos que ir allá!
Al decir lo último, salió disparado del cuarto de monitoreo hacia la sala principal, para poder dar la orden de cambiar el rumbo. Esto provocó que su secretaria, preocupada, se levantara de la silla y lo siguiera. El mayor había llegado a una enorme puerta que estaba a punto de abrir insertando un código, pero Aley le dio alcance y lo detuvo.
—Espere, ¿qué va a hacer? No haga eso.
—Tengo que detenerla, detener su malvado plan…
— ¿Cuál plan?
El hombre se sujetó la cabeza con las manos y exaltado, respondió:
— ¡No lo sé! Pero no quiero saberlo cuando ocurra. Esa mujer está loca, no sé qué es lo que su retorcida mente está maquinando. Así que tenemos que detenerla.
—Pero no puede hacerlo —la mujer intentó razonar con su mayor—. Si los de la Federación Universal se enteran lo retirarán de su cargo.
Se quedó pensativo ante aquella posibilidad, la verdad no había pensado en eso.
—Tienes razón, entonces yo solo iré por ella.
— ¿Quiere decir que yo estaré a cargo? —preguntó la otra un tanto feliz por la idea.
—No.
— ¿No? —se desilusionó.
—No, tú vas a ir conmigo.
— ¿Qué? Está loco, no quiero meterme en problemas. Además, usted dijo que iría solo.
—Solo, contigo —marcó el código y la puerta se abrió, cediéndole paso.
— ¿Solo, con alguien? Eso no tiene sentido —siguió a su jefe. Para su desgracia, una orden tenía que ser cumplida y más para una simple ayudante.
La sala principal estaba compuesta por seis monitores y cada uno era manejado por un co-capitán. Denor se dirigió al co-capitán número cuatro, una bella mujer que llevaba trabajando diez años y que, después de Aley, era una de sus queridas amigas.
—Co-capitana Berry, usted estará a cargo de la navegación del Blipon mientras esté ausente.
— ¿Ausente? ¿A dónde irá?
—A cumplir una importante misión y la señorita Aley irá conmigo. Así que dejo el trabajo en sus manos.
Berry tan sólo asintió a la orden de su capitán.
—Por favor, cuida muy bien de mi querido Blipon.
Con esto, junto a su fiel secretaria, se dirigió a donde estaban las naves de excursión. Ambos se subieron a una. Aley se colocó en el monitor de mando y Denor se colocó unos lentes negros y unos guantes negros también, y empezó a mover su dedo a la altura de sus ojos. Los lentes eran especiales, ya que a través de éstos él podía ver una especie de pantalla y con los guantes podía mover las imágenes que en la pantalla se mostraban, cambiándolas hasta que encontró lo que buscaba. Agrandó la pantalla poniendo sus dedos índice y pulgar juntos hasta ir separándolos indicando algo grande. Silbó.
—El planeta azul está a una gran distancia. Tardaremos días en llegar.
—Sí —dijo ella al presionar algunos botones del monitor para encender la nave—. Un viaje largo.
—Sólo espero que no sea demasiado tarde.
La compuerta que conectaba el interior del Blipon y el espacio se abrió y así, la nave cuatro se dirigió a su nuevo destino: la tierra.
En la tierra, Kevin estaba afuera de los módulos, pues era la hora del almuerzo, no obstante, él no estaba en la parte de atrás del edificio como todos los días, ya que unos trabajadores estaban quitando la maya pues, por alguna extraña razón que aún las autoridades desconocían, tenía un agujero enorme, como si alguien lo hubiese hecho para robar o algo. A pesar de que nunca antes había sucedido algo parecido, ahora no sólo pondrían una simple maya, sino que sería una pared, para evitar otro desagradable accidente.
—Todavía me parece increíble el escándalo de ayer con la alarma de incendios —dijo Armando a su mejor amigo.
Kevin no respondió nada ante el comentario, pues estaba pensando que si en su casa hubiera una alarma de fuego, indudablemente se hubiera escuchado el día anterior en la tarde, pues Nimi casi había incendiado toda la cocina de no haber sido porque su padre estaba allí con ella. Aun así, ¿quién cocinaría cuando ni siquiera sabe prender una estufa? ¡No! Ni siquiera sabía prender un simple encendedor. ¡Dios! Ni él ni su padre volverían a poner a Nimi a cocinar. Eso estaba bien claro.
—… ¿Quién crees que fue el que la activó? —esa pregunta fue lo único que alcanzó a escuchar cuando dejó de prestarle más atención a sus pensamientos.
—Un desesperado —fue lo único que dijo.
Después de que el receso hubiese acabado, como todos los días, entraron a clases, terminaron y Armando y Kevin caminaron a la salida.
— ¡Kevin!
—Esa voz —dijo el joven Ibarra al reconocer a la persona y, precisamente, a unos metros de distancia se hallaba la dueña de la voz agitando los brazos en forma de saludo, para que la viera.
—Kevin, ¿esa no es tu niñera? —le preguntó su amigo.
—No la conozco —caminó mucho más rápido, en dirección contraria a donde estaba Nimi, para evitar encontrarse con ella.
— ¡Kevin, estoy por acá!
—Sí, lo sé, por eso voy por allá!
Y su plan hubiese funcionado a la perfección, perdiéndola entre todos los alumnos de no haber sido porque escuchó que alguien lo llamaba y era nadie mas que Melisa. No podía ignorar a la chica de sus sueños, así que se detuvo a su llamado.
—Hola, Melisa.
—Hola, sólo quería entregarte esto que se te cayó de la mochila —le entregó una pluma y él la tomó.
—Gracias.
—Bueno, nos vemos hasta mañana.
—Hasta mañana.
—Con que, esa es la chica que te gusta —mencionó Nimi una vez le dio alcance y la chica se hubo ido.
—Nimi, ¿qué haces aquí? —inquirió el joven en tono enojado por no poder escaparse de ella y por haberse detenido por una pluma que resultó no ser de él. Aunque le agradó la idea de que Meli lo hizo para hablar con él.
—Soy tu niñera, ¿no? —Obvió mientras colocaba su mano en su hombro—. Por eso me pagan; además, estaba desquiciada con esa odiosa máquina de pacotilla que no puede funcionar como es debido. Necesitaba u poco de aire —suspiró—. ¿Te cargo?
— ¡No! No soy un bebé, puedo caminar.
Ambos dirigieron sus pasos hacia el hogar Ibarra.
—Dime —inició Kevin rompiendo el silencio que había entre los dos—. ¿Es muy difícil reparar esa máquina? Oh, espera, ahora que lo pienso, creo que dejarla en el garaje no es muy buena idea, puede que mi padre la descubra y no creo que responda de la misma manera que yo.
—No te preocupes por eso —le dijo con una gran sonrisa—. Ya me adelanté, la puse donde tengo al cannie.
—Es verdad, ¿qué es ese lugar?
—Un lugar que encontré por causalidad.
—Espero que ese monstruo no se escape y haga de la suyas —dijo Kevin en un suspiro.
—Te digo que no te preocupes, todo está perfectamente calculado.
Kevin se detuvo.
—Por supuesto que me preocupo. Siempre pienso en qué es lo que pasaría si una de esas cosas sale a plena luz y devora todo a su paso.
Nimi se colocó frente a él y colocó su mano sobre su cabeza, volviendo a repetir:
—No te preocupes —por alguna razón, quizás por la manera tan convincente que ella pronunció las palabras, Kevin pareció relajarse. Ella estaba muy segura de lo que decía—. Además, íbamos a llevar a ocho cannies y sólo se escaparon siete —rió mientras seguía con su camino, muy divertida por su comentario.
— ¿Siete? ¿Se te hacen pocos? —susurró el chico también comenzando a caminar. No pudo evitar reír pues sentía que Nimi tenía todo bajo control, aunque puede que sólo se veía así ya que realmente no sabía qué hacía. Bueno, por el momento no había pasado nada grave así que todo marchaba bien.
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Y asi como asi termina este capitulo. Saludos.
Juankure:
He leído el primer capitulo, me ha parecido bastante cómico, sobre todo al final cuando Kevin esta intentando hacerse una idea de la mujer y termina por pensar que es una loca de pelo vede.
Realmente me gusto, las partes cómicas han llegado sin forzarlas y has usado situaciones cotidianas, (ese no de los padres es típico y la respuesta a nuestro y por que, por que no, me ha hecho acordar de mis propios padres), manana continuare leyendo.
Espero que sigas adelante con esta historia, porque me gusta leer comedia, ya que soy pésimo para escribirla.
DarkHime:
xDDD Juan:
Que placentero verte aquí xD
Me alegra saber que te ha divertido el primer capítulo. De hecho, esta historia hace años que la escribí, mentalmente hablando, así que se ve más mi lado infantil, y aunque no es tan interesante, es una de mis favoritas xD
Jajaja, sip, creo que más o menos tenía la edad de Kevin, unos doce años cuando la planeé y justamente así era mi madre. "¿Me dejas ir allá?" "¡No! "¿Por qué no?" "Porque no" Así, sin más y también solía decirle "Apá" a mi papá xDD Y mi lugar favorito era la cocina en donde atacaba todas las alacenas y comía lo que me encontrara y también el pan de caja que se guardaba allí estaba casi simpre caducado xDDD
Contigo aquí, es seguro que la historia continuará hasta que finalice xDDD
Gracias por leer y por tu lindo comentario.
Nos vemos.
Juankure:
Segundo capitulo leído.
Me he imaginado como un anime la parte en donde Kevin señala,asi con el fondo blanco y las llamitas que indican fantasmas rondando, ademas de la mancha morada en el rostro del protagonista.
Realmente, estuvo bastante bueno el cap, y para rematar lo dejas en la parte de la verdad.
Un padre que hace videojuegos (es mi sueño) XD jajajajaja. :lol:
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