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[+18]-Exóticos Placeres-[N&H]
Dresti:
Nombre: Exóticos Placeres
Autor: Dresti
Género: policíaco y romance
Clasificación: +18
Advertencias: Lemon, lenguaje obsceno y algo de violencia y OoC en algunos personajes
Publicaciones: MundoSasuSaku, NaruHina Foro, imperio-shippuden y anteriormente en Fanfic.es(me borraron la cuenta)
Resumen:Naruto Uzumaki (Kyubi)
Edad: 26 años
Profesión: ''Ilegal de noche, legal de día'', ''pasarla bien con las chicas lindas''
Estado: Picando de flor en flor.
Lema: ''Una joya bonita lo vale todo, pero mi culo fuera del trullo lo vale aún más''
Hinata Hyuuga
Edad: 25 años
Profesión: Inspectora de policía
Estado: Soltera
Lema: ''Dar caza al delincuente''
Ultimamente la policía metropolitana de Konoha no tiene descanso, sobre todo la sección de robos a gran escala.
Kyubi, un joven ladrón, mantiene a todos los museos y tiendas más importantes del país en vilo.
Vestido con traje y máscara de cuero nunca nadie le vio la cara pero su pícara sonrisa es conocida por todos los policías, al igual que sus habilidades para robar.
Todas las mujeres mueren por él y hasta tiene un propio club de fans que le proporciona información sobre objetos valiosos con tal de volver a verle.
Hinata siempre odió a todo aquel que inflinje la ley y para ella el ladrón no es más que un vulgar ratero al que encarcelar.
Paseando con su amiga Ino cuando derepente escuchan algo estallar.
Hinata se acerca al lugar, pero lo único que encuentra es a un auténtico Dios rubio de la belleza, comiéndosela con la mirada.
Nunca se había interesado tanto por un hombre, pero vastó una simplemirada para saber que aquel era de los que con un simple roce te hacía gozar de los más exóticos placeres.
Hi people!! bien pues aki empiezo de nuevo mi amado fic NaruHina jejeje, siento los k ya habia leido todos los capis pero tendreis k aguantaros y verlos otra vez :D en fin procurare subirlos todos lo mas rapido posible ;D
Prólogo
La alarma sonó por todo el edificio mientras corría como un condenado por los largos pasillos del museo de Konoha.
A pesar de estar completamente en forma y de conocerse de memoria todos los rincones del lugar sentía que los guardias de seguridad y la policía le pisaban los talones.
Apretó los dientes y por un segundo miró la vasija que llevaba en sus manos.
Según le habían informado pertenecía a la antigua familia real japonesa y en el mercado negro se calculaba su precio en unos mil millones de dólares.
Y aparte de eso, pesaba una tonelada, a penas si podía sostenerla sobre sus brazos.
Las radios de los policías cada vez se escuchaban más cerca y él ya no sabía qué hacer.
Se metió dentro de un cuarto oscuro y dejó la joya de porcelana en el suelo, mirándola fijamente.
¿Qué debía hacer? si se la llevaba podía sacar una buena tajada pero si no se la llevaba tenía más posibilidades de escapar, y eso era lo más conveniente teniendo en cuenta que era el ladrón más buscado de toda América del Norte, China y Japón.
Cogió la vasija y volvió a salir al pasillo, ¿dónde podía dejarla?
Como ángel caído del cielo uno de los de seguridad apareció en ese instante con una pistola en la mano.
Por propia experiencia sabía que solo era de fogueo.
El guardia se quedó petrificado al ver a aquel hombre alto, vestido todo de cuero negro y con una máscara que le cubría media cabeza, dejando solo al descubierto la nariz y la boca del hombre que tan bien conocía por las noticias.
Kyubi, el ladrón más buscado del momento.
-¿Sabes? me vienes como anillo al dedo-dijo acercándose al guardia.
-¡No te acerques o te agujereo!-gritó nervioso apretando la boca de la pistola contra el pecho de Kyubi.
Kyubi rodó los ojos y apartó la pistola de un manotazo.
-No juegues con eso que te puedes lastimar-dijo-en fin, a lo que iba, tengo a toda la pasma detrás y esta vasija es una preciosidad pero mi culo fuera del trullo es más precioso aún, así que guárdamela, ya vendré a buscarla otro día.
El guardia estaba estupefacto mientras el ladrón le dejaba la vasija en las manos.
-¿No te la ibas a llevar?
Kyubi suspiró.
-Colega, tengo a todos los polis detrás y eso pesa más que el Everest, puede costar mucho pero valoro más mi vida.
Las radios de la policía cada vez se oían más cerca.
-¡Ahí está!-gritó un agente.
La luz de las linternas enfocaron a Kyubi de lleno en la cara.
-¡Inspector Inuzuka! ¿Vio que tenía razón cuando dije que nos veríamos esta semana otra vez?-dijo con una sonrisa dirigiéndose al hombre que iba al frente-creo que es la cuarta vez que nos vemos esta semana y la cuarta vez que me escaparé.
El hombre de pelo castaño y aspecto lobuno rechinó los dientes, ese tío lo sacaba de quicio, parecía el típico ladrón chapucero, siempre sabían dónde iba a atacar, pero era todo un profesional que tenía en vilo hasta al FBI.
Alzó la pistola y le apuntó directamente al pecho, luego dirigió una mirada de reojo al guardia que estaba junto a él, llevaba la vasija.
-¿No me digas que estás arrepentido?-dijo volviendo a mirar al ladrón-el gran Kyubi dejando los objetos que vino a robar.
-Bueno, tenía intención de volver más tarde a por ella pero si tanto te molesta que manche mi reputación me la llevaré, ah claro, entonces es la tuya la que queda por el suelo.
-Me acompañarás en este momento y te llevaré a una habitación especial con rejas y allí te haré hablar.
Kyubi sonrió de medio lado.
-No te ofendas querido, pero solo entraría en una habitación con rejas con una morena cachonda y no precisamente para hablar.
El inspector llameó de furia.
-¡Cogedle!
Kyubi volvió a sonreír antes de meter las manos en el bolsillo y sacar dos bombas de humo.
Era una suerte haberlas encontrado por casualidad.
-Chao, corazón-dijo lanzándole un beso al policía.
Acto seguido tiró las bombas al suelo y todo se llenó de humo.
-¡Demonios!-gritó el castaño-¡no dejéis que escape!
Pero el humo no dejaba ver nada.
Uno de los policías llegó a tientas a una de las ventanas y la abrió.
Cuando el humo se hubo ido Kiba gruñó de rabia.
La vasija había desaparecido de los brazos del guardia y no quedaba ni rastro del escurridizo ladrón.
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Hinata Hyuuga permanecía sentada con los ojos cerrados y la espalda recostada en la silla que quedaba en frente de su escritorio en la comisaría de Konoha.
El pelo largo y negro caía en cascada por el respaldo de la silla hasta casi rozar el suelo.
Sus delgadas y torneadas piernas permanecían descansando sobre la desgastada mesa del escritorio y entre montañas de papeles apiñados por toda la extensión exceptuando donde el viejo ordenador estaba instalado.
A esas horas de la mañana el departamento de tráfico de la policía de Konoha estaba totalmente vacío, salvo por ella y su compañera Ino que holgazaneaban en sus mesas mientras discutían sobre quien era más guapo, si Brad Pit o Jude Law.
-Lo que a ti te pasa es que te pirran los rubios-dijo Ino-y desde que viste Troya te has obsesionado con Brad Pit.
Ino, a sus veinticuatro años había sido compañera de academia y promoción de la pelinegra, posteriormente ambas fueron mandadas como becarias a la comisaría de Konoha y ahora eran dos agentes del departamento de tráfico.
La chica era todo lo contario a Hinata, rubia y de ojos azules, con un cuerpo exuberante que quitaba el hipo a cualquier hombre. Ino era alta y se movía con elegancia.
Ella era delgada y bajita, de pelo negro largo y de ojos perla, no se quejaba de su físico pero tampoco era que todos los hombres se matasen por ella, no cuando veían antes a Ino.
De todos modos nunca le importó, su trabajo era todo lo que necesitaba en esos momentos y le había cogido tal asco al amor que la idea de tener novio apenas si ocupaba algo de espacio en su mente.
No odiaba a los hombres, simplemente sus novios habían sido un fracaso.
Todavía recordaba al último con el que había estado. Chuk había intentado hacerla jugar a la ouija porque estaba convencido que en su casa había un espíritu que corría las cortinas por la noche.
Cuando acabaron, Hinata se había encargado de explicarle que el hecho de que se moviesen las cortinas era por el ventilador que encendía por la noche, sin duda un espíritu aterrador.
-¿Y qué pasa si me gusta Brad Pit?-dijo abriendo los ojos-es más ni siquiera dije que Jude Law me parezca feo, no se me pasaría por la cabeza.
Ino se rió con ganas.
-Es bueno saber que tu connotación sexual es estable, estaba empezando a preocuparme.
-Ino, a diferencia de ti, no necesito a un hombre rondando detrás de mí todo el día diciendo cuanto desea apretarme el trasero.
El último novio de Ino se encargaba de hacérselo saber a su amiga a todas horas.
-Vamos, Akira dijo eso con cariño-sonrió la rubia-aunque no negaré que me gusta que me apriete el trasero mientras...
-Suficiente-cortó la pelinegra levantándose-aquí no pasa nada, yo me estoy aburriendo y no necesito saber tus intimidades.
-La verdad es que si, como envidio a los de robos, se pasan todos los días arriba y abajo detrás de Kyubi-ronroneó la chica.
-Oh no, ya empezamos-susurró la ojiperla.
-Vamos Hinata, no me digas que nunca tuviste la fantasía de tirarte a un delincuente, yo de solo imaginar como es Kyubi en realidad se me derriten los huesos.
-Si nunca le has visto la cara, además no sé como puedes fijarte en él, es un ladrón que no respeta la ley y déjame que te diga que nosotras representamos la ley.
-La imaginación es suficiente, ojalá me robase a mí así podría descubrir que ''otras cosas'' sabe hacer, la ley a veces es injusta.
La rubia estiró la espalda por toda su silla con los ojos cerrados y una expresión típica de ''no recomendada para menores'' en la cara.
Desde luego que no entendía cómo podían ser amigas.
-Algún día descubrirás que el sexo no es la felicidad.
Ino se reincorporó con una ceja alzada.
-Y tú te convertirás en una amargada sexual por no aprovechar más tu cuerpo.
-Estoy muy bien como estoy y mi vida es perfecta, no necesito a ningún machito que me guarde la moto, gracias.
Ino iba a contestar algo pero en ese momento la puerta se abrió y por ella entró su jefe, el inspector Sai.
La cara de Ino se contrajo de inmediato en una mueca de aburrimiento.
Su amiga lo aborrecía, por el simple hecho de que era el único hombre con un físico de infarto que no había caído a sus pies.
Sai era alto y moreno, algo extraño pero agradable y era un buen jefe.
Esa mañana vestía camiseta de manga corta negra y ajustada con unos tejanos, nada habitual en un inspector de policía.
-Esto es para ti-dijo lanzándole un sobre.
Hinata lo cogió a duras penas.
Su boca se abrió tal cual extensa era al ver que era una carta de Asuntos Internos.
-Vaya, vaya, ¿qué habrá hecho la inocente Hinata?-dijo Ino tras ella.
-¿Quién te lo dio?-preguntó esta a Sai.
Él se encogió de hombros.
-Estaba en uno de los buzones.
Hinata rasgó el sobre con terror, si Asuntos Internos te mandaba una carta, solo significaba o bien que estabas despedida o bien que te habían ascendido, considerando la poca acción que había en su departamento ella sabía cuál era la opción más posible para ella.
Pero lo que allí ponía la dejó totalmente descolocada.
-Me han ascendido-susurró.
Ino profirió un grito de alegría y la abrazó mientras daba saltos.
Por fin, tras varios años por fin la habían ascendido.
-A ver, a ver, wow, inspectora del departamento de robos, ¡Hinata conocerás a Kyubi!-exclamó Ino fuera de sí-que envidia me das.
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Apoyó los codos en el lavabo mientras se miraba al espejo tras haberse dado una ducha.
Todo su bronceado cuerpo quedaba al descubierto salvó la zona cubierta por una toalla, dejando que la imaginación de cualquiera que lo viese así volase muy alto, pero que muy alto.
Sonrió al ver que detrás de él, sobre el váter, estaba la vasija japonesa.
No pudo reprimir las carcajadas al recordarse de la cara del inspector cuando vio que se había escapado con ella delante de sus narices.
Sin duda adoraba aquel trabajo, la adrenalina y la acción valían mucho más que cualquier cosa.
Ahora lo único que tocaba elegir era que hacer con esa vasija.
Normalmente se quedaba con lo más valioso en su colección privada pero el resto de objetos eran cambiadas por dinero, el cual mandaba a un fondo común con otros ladrones.
Porque aunque no lo pareciese él no estaba solo, no señor, pertenecía a una banda de ladrones que tenía al mundo en jaque.
Estaba formada por nueve ladrones (Ichibi, Nibi, Sanbi, Yonbi, Gobi, Rokubi, Shichibi, Hachibi y Kyubi) todos dirigidos por un líder común, Kakashi.
Bien ya lo decidiría más tarde ahora necesitaba relajarse, la noche anterior había sido muy larga y tras haber dormido poco ahora necesitaba un poco de aire y sol.
Volvió a mirarse en el espejo con una nueva sonrisa, nadie jamás lo reconocería.
Debajo de aquella máscara y ese traje de cuero se escondía un hombre alto, de cuerpo proporcionado y fibrado bastante bronceado, con el pelo rubio y algo largo, que generalmente llevaba recogido en una pequeña coleta, y unos ojos azules intensos.
No es que fuese presuntuoso pero era consciente de que las mujeres lo miraban y él como buen ladrón se dedicaba a robar corazones cada vez que podía.
Las mujeres eran su eterna tentación y la pasaba bien con ellas cada vez que podía.
Se vistió de forma casual y se puso unas gafas de sol de tipo aviador.
No tendría que ir a trabajar hasta las doce del mediodía.
Si señores, los ladrones también trabajan, y él lo hacía de mecánico.
Esa mañana entraba más tarde porque había conseguido que su jefe le diese unas horas libres, el pobre hombre aún no comprendía tan siquiera como un tipo rico como él se empeñaba en trabajar en un taller como el suyo.
Él simplemente lo hacía porque amaba los coches y porque odiaba mantenerse inactivo, así era él.
Ilegal de noche y legal de día.
Salió a la calle y comenzó a andar, como siempre, robando las miradas de todas las féminas.
Pero aún así no se dio cuenta de la persona que lo observaba entre las sombras.
-Queda muy poco para que tu felicidad se venga abajo, estúpido ladrón-dijo el hombre con furia.
1.Tentación
UN MES DESPUÉS
El sonido del despertador invadió todo el cuarto haciendo que Hinata se despertase con un sobresalto.
Miró el reloj y casi se cae de la cama. Hoy era su primer día de trabajo como inspectora y ya llegaba tarde.
Se levantó de la cama enredándose los pies en las sábanas y cayendo de bruces al suelo.
Maldiciendo se levantó y abrió el armario, no estaba segura de que sería más adecuado ponerse, si algo formal o informal.
Según le habían dicho su compañero, el inspector Inuzuka era alguien muy serio.
Optó por ponerse una falda lisa hasta las rodillas, una blusa y una chaqueta.
Entró al baño, dispuesta a darse una ducha rápida aunque fuese en agua fría, ayer en la noche se había roto el depósito del agua caliente.
Dejó que el agua le recorriese todo el cuerpo mientras suspiraba.
Estaba gafada, lo tenía asumido, cada vez que algo le salía bien sucedían un montón de fatalidades que acababan por fastidiarla.
Y no solo profesionalmente sino también sentimentalmente.
No por nada vivía ella sola en una casa de cien metros cuadrados con una terraza que daba a la calle central de la ciudad.
Todavía no lograba entender como había conseguido una casa así.
Pero el hecho era que Ino tenía razón, estaba sola y amargada, pero que iba a hacer ella si estaba destinada a que todo le saliese mal.
Salió apurada del baño y se alistó, una cosa era gafada y otra cosa era provocar su despido a propósito en el mismo día que comenzaba.
Se tomó un café rápido y se comió una tostada, no había tiempo para más.
Iba a salir de la casa y se acordó de que había olvidado la pistola y la placa en su cuarto.
Las recogió rápidamente y luego salió a la calle.
Era un día precioso, lástima que tuviese que encerrarse en una oficina.
Iba tan apurada que no se fijó en el hombre que venía delante de ella hasta que se chocaron.
-Los siento, señor, discúlpeme llego tarde al trabajo.
Lo único que llegó a ver de él fue su altura y su extraño pelo rubio pero no se molestó en fijarse en nada más.
Probablemente si lo hiciera descubriría la sonrisa divertida que cruzaba un rostro de ojos azules.
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Naruto sonreía divertido mientras veía a la pelinegra corriendo a toda velocidad por la acera.
Iba pensando en su próximo golpe y ni siquiera se había percatado de ella hasta que su cuerpo chocó con el suyo.
Aquellas exquisitas curvas inmediatamente le hicieron recorrer escalofríos por toda la espalda.
Ella era linda, muy linda.
Su pelo negro largo le caía alrededor de una exquisita delantera, que ya quisieran para sí varios equipos de fútbol, y a pesar de aquella falda pudo adivinar que sus piernas eran exquisitas.
Era pequeña, apenas si le llegaba al hombro pero realmente lo hipnotizó cuando lo miró de volada con unos extraños ojos perla.
Un fuego abrasador le atravesó el cuerpo cuando ella se separó de él rozando su vientre con la mano y se disculpó saliendo a todo correr.
Era exactamente su tipo de mujer, lastima no haberla encontrado en otras circunstancias.
Bajó la mano y suspiró al ver que cierta zona de su cuerpo había reaccionado ante aquella mujer, diablos ¿qué le pasaba que se ponía cachondo con solo haberla rozado un segundo?
Se obligó a matar el fuego que lo quemaba por dentro y regresar su mente al ataque de esta noche.
El mes pasado había logrado robar aquella vasija por los pelos y si no quería que lo pillasen debía planearlo todo mejor, no quería recibir una llamada de Kakashi haciendo de padre protector y mucho menos tener que rebajarse ante el estúpido inspector Inuzuka.
Iba a robar uno de los cuadros más importantes de Asia que estaba por una semana de exposición en el museo de Konoha.
Había estudiado de nuevo todos los pasillos del lugar a pesar de conocérselos de memoria, si hasta sabía en qué esquina estaba cada cámara.
El museo era como su segunda casa, pero cualquier ladrón bueno que se preciase debía tener cuidado.
Continuó caminando hacia el taller de mecánica donde trabajaba cuando de repente un hombre igual de alto que él, vestido de negro y con pasamontañas lo empujó hacia un callejón.
-¿Quién coño...?-preguntó zafándose del agarre.
Antes de que pudiese hacer nada el tipo sacó una navaja y le apuntó directamente al corazón.
-Volvemos a vernos-dijo en un susurro para que no le reconociese la voz.
-Mira tío si no dejas de apuntarme con eso te juro que te alargo con ella la raja del culo-dijo el rubio.
El tipo profirió un sonido de risa.
-Veo que no te acuerdas de mí, Kyubi-susurró.
Naruto entrecerró los ojos, eso sí que era peligroso, casi nadie sabía quién era él.
-Sí ya me acuerdo de ti-dijo-eres Osama Vinladem en versión rock y vienes a proponerme que tiremos las torres gemelas, siente decirte que te equivocas de década, de país y de persona.
El hombre se contrajo en ira y arrimó la navaja al cuello de Naruto más aún así este no se acobardó.
-No sabes con quien estás hablando-amenazó.
Naruto rodó los ojos, ¿y ese tío quería parecer amenazador? con ese atuendo ni Sherlock Holmes lo reconocería.
-Te diré una cosa, esta noche te espero a medianoche en la torre costera de Konoha, si tardas juro que volaré toda la zona en pedazos.
El rubio supo que no se marcaba un farol cuando le enseñó el explosivo de goma 2 que llevaba en la chaqueta.
-¿Quién eres?
-Alguien que está cansado de ti.
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Hinata entró como una exhalación en la comisaría y se dirigió al guardia de la puerta.
El hombre la observó con una ceja alzada mientras ella recuperaba la respiración y se aferraba al escritorio.
-Busco la oficina de robos-dijo como pudo.
-Usted es la nueva ¿no?-dijo con tono cáustico y echándole un visual-llega tarde.
-Lo sé-refunfuñó ella-¿puede decirme donde queda la oficina? llego tarde pero no quiero perder un minuto más.
El guardia señaló con el pulgar uno de los pasillos.
-Al fondo a la derecha y...suerte.
Hinata recorrió el pasillo mientras pensaba en porqué le deseaba suerte hasta que abrió la puerta y lo comprobó.
Aquello más que una oficina de comisaría parecía una de correos, todo estaba lleno de papeles.
El despacho hubiese parecido grande de no ser por las montañas de folios y periódicos que se amontonaban hasta encima de la cafetera.
‘‘¿Dónde me he metido? ¿En la leonera? ‘pensó mientras intentaba avanzar entre el desorden.
-Buenos días, ¿hay alguien?
Uno de los montones de papeles se movió y tras él apareció un hombre alto y atractivo.
Tenía el pelo castaño despeinado y unos ojos y una boca que le daban cierto aire perruno, el cuerpo estaba bien formado, seguramente de pasar horas en gimnasios, lo cierto es que era guapísimo.
Ino se moriría por trabajar allí.
-Tú debes ser Hinata-dijo él-yo soy Kiba Inuzuka.
Hinata abrió los ojos de par en par mientras el inspector jefe le tendía una mano.
¿El tipo serio y gruñón tenía su misma edad y estaba así de bueno? algo en las definiciones sobre él fallaba.
-Encantada-dijo estrechándole la mano.
-¡Chouji, Shino! la nueva ha llegado.
La pelinegra casi se muere del susto cuando al lado de ella cayó una pila de papeles y por ella apareció la cara más terrorífica que había visto.
El hombre estaba tapado con la chaqueta hasta el cuello, llevaba gafas de sol y un gorro de color negro, parecía sacado de una película de vampiros.
-Soy Shino, encantado-dijo antes de volver a desaparecer.
-Shino no es muy hablador-dijo Kiba.
Del otro lado apareció un chico rellenito que agarraba de tal manera su bolsa de patatas que parecía que la vida se le iba en ello, aún así le sonreía amablemente.
-Hola yo soy Chouji, cualquier cosa que necesites solo búscame entre los papeles.
Chouji llevaba el pelo castaño recogido y con un atuendo más propio de un partido de fútbol que de una comisaria.
Hinata no pudo evitar mirar su ropa, definitivamente quedaba fuera de lugar.
-Perdona el desorden-se disculpó Kiba-pero es que esta noche intentaremos cazar a Kyubi y necesitamos estar preparados.
Hinata asintió.
-Entonces dime que hacer y así no estorbaré en la misión-dijo tranquilamente.
Aunque la verdad es que estaba emocionada, el día que llegaba y ya saldría de misión.
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El museo se alzaba delante de él en medio de la noche.
Siempre solía estar relajado pero en ese momento el corazón le iba a mil por hora, todo el día había estado pensando en el tío que lo había amenazado y en su cita.
Miró el reloj, quedaba una hora para medianoche, así que tenía que apurarse sino quería que todo el barrio costero volase por los aires.
Algo en ese tipo le decía que era totalmente capaz de eso y mucho más.
Respiró varias veces y se coló por el conducto del aire.
No es que el sitio fuese muy cómodo, en realidad apenas si podía moverse por ese espacio tan reducido, pero era el modo más seguro de entrar, al menos esa noche.
Sabía que la policía lo tenía todo acordonado, pero siempre lograba escaparse sin sufrir ningún contratiempo.
Se deslizó sobre el conducto durante varios minutos más y luego fue a parar al sótano de la limpieza.
Se acomodó bien la ropa y la máscara y luego salió silenciosamente.
Bien, ahora se dirigiría al ala oeste y se llevaría lo que había ido a buscar.
Hinata respiraba trabajosamente, era la primera vez que hacía un trabajo de ese tipo y por encima se trataba del gran ladrón.
Estaba sola en esa ala del museo porque Kiba se encargaba de cubrir el ala oeste donde estaba el cuadro.
Maldijo por lo bajo, había estado toda la tarde trabajando y no había podido cambiarse de ropa ni calzado, ahora los tacones la estaban matando.
Escuchó un ruido al fondo y se quedó estática, con el corazón a mil por hora.
Echó a andar tranquilamente por el pasillo hasta que vio una sombra al fondo.
Apretó la pistola con fuerza y luego echó a correr hacia el lugar.
Y entonces chocó y cayó al suelo con algo encima de ella.
-Vaya, vaya, que linda sorpresa-le susurró una seductora voz masculina al oído.
Todos los nervios de la pelinegra se agitaron mientras el extraño hombre respiraba en su oído.
Abrió los ojos y se encontró con un hombre totalmente vestido de negro con una máscara, su corazón se le paralizo.
Era Kyubi.
Quiso moverse pero cada fibra de su cuerpo estaba pegada íntimamente al del chico.
Por alguna extraña razón eso le gustó, el cuerpo de él se sentía suave y cálido sobre ella casi como si...
¿Pero en que estaba pensando? tenía que levantarse y arrestarlo.
Pero sus manos sujetando firmemente sus muñecas le impedían levantarse, es más siendo sincera no quería levantarse porque aquello era la sensación más grata que había vivido en mucho tiempo.
Cada terminación nerviosa de su cuerpo tembló cuando él volvió a hablar.
-Empezaba a preguntarme cuando el inspector Inuzuka traería a alguien digno de ver, parece que se tomo en serio lo de encerrarme con una morena cachonda-ronroneó-y aquí estás muñeca, realmente hermosa.
Hinata se quedó sin aliento, ¿un ladrón la estaba ligando?
Se removió pero con eso solo consiguió notar el intenso bulto que él tenía entre sus piernas.
Su cuerpo se encendió como si alguien la hubiese enredado y sintió una cálida humedad entre sus piernas.
Genial, se estaba poniendo cachonda con un delincuente al cual solo conocía de los periódicos.
Naruto aspiró el aroma que desprendía el pelo de la chica y sintió como el fuego prendía más en su interior.
No la conocía de nada pero estaba dispuesto a hacerla suya allí mismo.
Era tan delicioso sentir sus senos aplastados contra su pecho y ver como se estremecía cada vez que él respiraba en su oído.
Rozó con su nariz su cuello y la escuchó jadear, sonrió.
-¿Sabes muñeca? me resultas endiabladamente sexy y me muero de ganas de arrancarte la ropa aquí mismo y enseñarte todas las formas de llegar al cielo.
Un gemido inconsciente escapó de los labios de Hinata.
¿Pero qué estaba haciendo?
Las manos de Kyubi acariciaban lentamente los laterales de su cintura impidiéndole pensar con claridad.
¿Qué le estaba pasando? debía empujarlo y arrestarlo, pero su cuerpo no le respondía y en el fondo de su ser sabía que aquella situación le encantaba.
El morbo, la promesa de placer con ese cuerpo fuerte, vigoroso y que la hacía temblar.
-¿Cómo te llamas muñeca?-preguntó él mientras rozaba sus labios con los de ella.
-Mmm...Hinata...
-Hinata...lindo nombre-dijo mientras seguía rozando sus labios con los de ella y acariciaba su piel bajo los bordes de la blusa.
Iba a apoderarse de sus labios cuando escuchó la radio de los policías en el otro pasillo.
¡Mierda, se había olvidado de donde estaba! ni siquiera había robado el cuadro y ya tenía a la poli encima.
Miró a Hinata, nunca le había pasado algo así, se había abstraído por completo con aquella chica.
Tenía que escapar pero su cuerpo palpitaba con fuerza por ella, si estuviesen en su casa no la dejaría salir hasta el amanecer.
-Bueno muñeca, ha sido un placer conocerte, si todos los polis fuesen como tú dejaría que me arrestasen pero hoy tengo otra cita.
Dicho esto le dio un corto beso en los labios y se levantó, dejándola en el suelo y echándose a correr.
Hinata era incapaz de moverse, todo su cuerpo temblaba y su cuerpo se quejaba por el placer insatisfecho.
No se reconocía, desde luego aquel no era su día, por Dios casi dejaba que el delincuente más buscado le hiciese el amor, aunque antes no le había parecido tan escandaloso.
Se llevó una mano a los labios, se había sentido tan devastadores al roce con los de él, se mordió el labio inferior echando de menos el contacto de su cuerpo sobre el de ella.
-¡Hinata!
Kiba apareció al fondo y fue hacia ella.
La pelinegra se sobresaltó y se levantó de golpe, arreglando su ropa y pelo.
-¿Estás bien?
La pelinegra se sonrojó, estaba mejor de lo que ella quería.
‘‘¡Ya basta! pareces una adolescente calenturienta, ¡recobra el control!'' se dijo, pero lo único que consiguió fue imaginarse cómo sería hacer el amor con aquel pasional ladrón.
Kiba la miraba extrañado, Hinata se ponía roja por momentos y otros fruncía el ceño en una mueca acusatoria.
-Estoy bien-contestó-quise detener al ladrón pero fui incapaz.
Por no hablar que casi se lo había tirado, gracias a que ellos habían aparecido sino no sabía a donde habría llegado todo aquello.
Se llevó una mano al pelo y se apartó el flequillo para atrás, su piel seguía ardiendo y no precisamente por la calefacción.
Bien, ella no era así, esta reacción era por culpa de Ino y sus siempre exaltadas hormonas que no hacían más que meterle cosas en la cabeza, eso era.
Además ese tío seguro que solo había hecho eso para dejarla en ridículo y evitar que lo atrapase.
Pues bien, eso no volvería a pasar, ella era una buena policía.
Dejó a Kiba con el resto de policías y bajó a tomar el aire.
Se sorprendió al ver que el exterior del edificio estaba lleno de gente que sostenía pancartas de ánimo hacia Kyubi, su club de fans.
-¡Hinata!
Se sorprendió al ver a Ino acercándose a ella con una pancarta que decía: ''I love You Kyubi''
-¿Eres policía y vienes a animar a un ladrón? menos mal que dijiste que eras mi amiga-dijo.
La rubia rodó los ojos y sonrió.
-Oh venga, eso no tiene nada que ver, ese chico me encanta, me muero de ganas por saber cómo es, si besa bien, como es su cara...
Con cada enumeración Hinata se ponía aún más roja.
-Acompáñame a tomar el aire por favor, ha sido una primera noche muy intensa.
Ino la siguió mientras caminaban lejos de la gente.
-¿Y bien? ¿Lo has visto? ¿Cómo es?
Estaba completamente segura de que no contestaría ninguna de esas preguntas y que borraría de su mente todo rastro de respuesta en imágenes.
Respiró varios veces mientras otra imagen de Kyubi besándola la atravesaba.
-No, se nos escapó y no tuve tiempo de verlo.
-¡Que lastima!
-A ver Ino, solo es un simple ladrón, no es un sex bond-dijo más para sí misma que para su amiga.
-Sí, lo que tu digas, ¿sabes? es medianoche y no tengo intención de malgastar mi tiempo con tu amargado carácter.
-¿Te pido un paseo para despejarme tras una misión y así me ayudas?
Ino iba a contestar pero en ese momento se escuchó una horrible explosión hacia el barrio costero.
-¿Qué ha sido eso?-preguntó Ino.
-Ino avisa a Kiba y llama a una ambulancia yo iré a ver.
Hinata echó a correr calle abajo, el barrio costero quedaba a unas manzanas de distancia.
En pocos minutos se encontró delante del incendio más grande que había visto en su vida.
Se tapó la nariz con la manga de la blusa y se acercó para buscar supervivientes.
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Había ido a verse con su ''chantajista'' y se había quitado el disfraz por el camino, no quería arriesgarse a que alguien más lo viese y avisase a la policía.
Pero cuando llegó no había nadie y casi instantáneamente todo el barrio estalló por completo.
Tuvo escasos segundos para no quedar atrapado en el fuego pero no pudo llegar muy lejos ya que un trozo de hormigón le cayó encima de una pierna.
¡Había caído en una trampa! menudo estúpido.
Ahora moriría arrollado por el fuego y eso no era lo peor, toda la gente del barrio también.
Maldijo y estaba a punto de rendirse cuando delante de él apareció la persona menos esperada.
Casi estuvo a punto de gemir su nombre, hasta que recordó que ella no lo conocía.
Hinata se inclinó hacia él con su dulce cuerpo y le sonrió cálidamente.
-¿Estás bien?
Él, hipnotizado, asintió y luego sonrió pícaramente al pensar que extraña era la vida, le mandaban a un policía a rescatarlo.
Hinata miró al hombre rubio con atención, decir que estaba como un queso era quedarse corta, ese chico era el hombre más guapo que había visto, ¿qué pasaba esa noche que Dios le presentaba tantas tentaciones?
Inconscientemente estiró una mano para tocar los duros músculos de los brazos y se imaginó como sería ser abrazada por ellos.
Él sonrió más al ver como ella lo miraba, Dios mío esa mujer era como una llamar ardiente que hacía que su deseo colapsase su modo de razonar.
Y su mano tocándolo así...el pantalón le apretó dolorosamente.
-Corazón siento interrumpirte la vista pero el fuego nos va a quemar-dijo al ver las llamas.
Hinata despertó de su trance al escuchar esa voz masculina potente, le sonaba y mucho.
Se sacudió la cabeza, tenía que alejarse de Ino por un tiempo o acabaría violando a alguien.
Lo ayudó a levantarse y a salir de allí.
Por Dios, él tío era un gigante y realmente estaba bien musculado.
Su mirada viajó por él hasta cierto punto que estaba animado, se sonrojó y apartó la mirada.
Él volvió a sonreír.
-Me ponen las chicas valientes.
Una descarga recorrió a Hinata mientras alzaba los ojos y los clavaba en los azules del rubio, inconscientemente se mordió el labio inferior haciendo que él desease besarla, en lugar de eso se presentó.
-Naruto Uzumaki.
-Hinata Hyuga.
Él le dedicó una devastadora sonrisa, por favor, necesitaba un psicólogo ya, si seguía así empezaría a pensar que estaba loca.
Pero que podía hacer cuando estaba junto a un hombre que con cada parte de su cuerpo prometía regalar el más exótico de los placeres.
2.Devastador
Naruto abrió poco a poco los ojos.
Un dolor punzante le laceraba la cabeza y sentía partes de su cuerpo escocer dolorosamente.
Todo estaba a oscuras y no se veía nada.
¿Cuándo había llegado él a su cuarto? lo último que recordaba era que había estado en el museo tratando de robar un cuadro y que por el camino se había encontrado con la poli más sexy que había visto.
Hinata.
La imagen de la chica tendida debajo de él y jadeando provocó que el cuerpo le estallase en llamas.
La profesión cada vez se volvía más divertida.
Decidió levantarse, sería tarde y tendría que ir a trabajar, a pesar de sus condiciones.
Se levantó de la cama pero se encontró con algo extraño, un mueble que antes no estaba ahí.
Recorrió la estancia a oscuras y a pesar de no ver nada se dio cuenta de que aquel cuarto era más pequeño que el suyo.
Extrañado, recorrió el lugar en busca del interruptor de la luz y cuando lo hubo encendido se quedó pasmado.
Aquello estaba lejos de ser su cuarto, en el que estaba sin lugar a dudas había sido decorado por una mujer.
¿Cómo había llegado él allí? no recordaba haberse ido con ninguna mujer.
Se miró a sí mismo y descubrió que únicamente estaba vestido con sus pantalones, su pecho estaba al descubierto y enrollado en una venda por el bajo vientre.
Entonces recordó todo, el hombre del pasa montañas, iba a reunirse con él en el polígono que quedaba en la parte costera de la ciudad cuando de repente todo había estallado en mil pedazos.
Hinata lo había salvado cuando él creía que moriría y con su ayuda consiguió salir de las llamas, y después de eso no recordaba nada más.
Aturdido salió del cuarto, para dar a un pasillo que terminaba en una especie de salón.
Escuchó trastos de la cocina chocando entre sí y con los sentidos alerta fue caminando hasta el lugar de donde procedían.
Atravesó el enorme salón y descubrió que al otro lado de este había un pasillo que daba a una terraza y del que solo contaba con una puerta, seguramente la cocina.
Se acercó y abrió la puerta silenciosamente, para sorprender al intruso, hasta que vio quién era.
Hinata le daba la espalda, danzando de un lado a otro de la cocina preparando algo que debía ser el desayuno.
Dejó que su mirada la escanease e inmediatamente la boca se le hizo agua.
La pelinegra llevaba un camisón azul claro que únicamente le llegaba hasta debajo de las nalgas y que marcaba su exquisita figura, eso bastó para poner a Naruto más que caliente.
-¿Es Navidad? sino no me explico el hecho de estar aquí contigo-dijo él asustándola-en tu casa...
Hinata se giró para quedar mirando al rubio.
Dios, inmediatamente se sintió babear, aquel pecho era el más exquisito que había visto nunca, bueno, en realidad todo Naruto era exquisito, y aquella forma ardiente con como la miraba hacía que ciertas zonas de ella reaccionasen.
''Céntrate Hinata, solo es un desconocido al que salvaste ayer por la noche y que se desmayó, nada más''
Si, pero vaya desconocido, ojalá y todos los desconocidos fuesen como él.
Naruto sonrió de una forma tan devastadora que creyó que sus piernas se habían vuelto de gelatina.
Y entonces rememoró lo que él había dicho, el chico estaba pensando algo que no era y por algún motivo eso no la molestó, solamente logró calentarla más.
El rubio se le había acercado peligrosamente y ahora solo se encontraba a dos pasos de ella, a esa distancia Hinata se vio envuelta por el delicioso olor a hombre que desprendía Naruto y la llama se prendió en su interior cuando descubrió el bulto que sobresalía de su pantalón.
La boca se le quedó seca y una necesidad imperiosa de bajar la mano allí abajo y comprobar si estaba tan bien dotado como parecía la abrumó.
Naruto se endureció más al ver la forma en que ella lo miraba y en como una pequeña capa de sudor recorría su cuerpo llegando al escote que recogía sus perfectos senos.
Pero justo en el momento en que la fue a tocar ella se alejó de él y fue hacia el microondas, de donde sacó un tazón de leche que dejó encima de la mesa.
-Me alegra saber que estas bien-dijo procurando mirar a todos lados menos a él-ayer me dejaste muy preocupada cuando te desmayaste.
El rubio se sentó en una de las sillas que había mientras observaba como sus caderas se movían en un seductor compás mientras ella andaba de un lado para otro.
-¿Qué pasó? no logro recordar lo que sucedió después de que me salvaras, corazón.
La forma en la que dijo corazón hizo que el cuerpo de Hinata se convulsionara y que casi un gemido ahogado escapase de su boca.
¿Qué se supone que le estaba pasando?
-Te desmayaste y como las ambulancias no daban abasto te traje a mi casa, no sabía donde vivías así que me pareció la mejor opción-contestó con voz trémula.
Naruto sonrió, entonces había sido ella la que le había quitado la camiseta y quién le había puesto la venda.
La idea de las manos de Hinata recorriendo su cuerpo hizo que un escalofrío le bajase por todo el cuerpo.
-Y dime corazón, ¿debe preocuparme el hecho de que una mujer me haya desnudado mientras estaba desmayado?
Hinata se detuvo de golpe, sonrojada hasta la médula y negándose a darle la cara, mientras los recuerdos la invadían.
FLASH BACK
Ino y ella llegaron a la puerta de su casa cargando con el cuerpo inconsciente de Naruto.
-Esto si que es un hombre-exclamó la rubia recorriéndolo de arriba a abajo con la mirada-todavía no comprendo como accedí a traerlo a tu casa y no llevármelo a la mía, yo si que lo cuidaría bien.
Ya claro, pensó Hinata mientras sacaba las llaves y abría la puerta de su casa.
-La idea es que descanse y que se cure Ino, no que una ninfómana como tú acabe por matarlo, además te recuerdo que tú estás con Akira.
La rubia profirió un sonido vulgar mientras cerraba la puerta y lo conducían por el pasillo donde se encontraban los cuartos.
Iban a llevarlo al de huéspedes pero Hinata recordó que lo había estado pintando y que apestaba a pintura.
-¿Lo vas a meter en tu cuarto?-preguntó Ino al ver hacia donde se dirigía su amiga.
Hinata no contestó, conocía a Ino lo suficiente como para saber que la mente perversa de su amiga estaba trabajando y no quería darle más ideas.
Lo metieron en el cuarto y lo dejaron tumbado en la cama.
-¿De veras no te pone ni un poquito tener a un tío así tumbado en tu cama?-preguntó Ino de repente.
Hinata se sonrojó por completo y no pudo evitar mirar a Naruto, por su puesto que tenerlo en su cama la ponía cachonda y le daban ganas de...
Sacudió la cabeza y tiró de Ino para fuera.
-¿Qué haces se quejó la rubia?
-Él necesita descansar Ino y tú y tus estúpidos comentarios no ayudáis-contestó mientras la arrastraba hasta la puerta de salida.
-Lo que a ti te pasa es que quieres quedarte con el bombón tú solita-dijo con picardía-no te culpo, yo haría lo mismo, y bueno...que si que ya me voy Dios, mañana te llamo, pasa una buena noche.
Hinata le cerró la puerta en las narices mientras su pulso se aceleraba.
Sabía que aquello no estaba bien que debía dejarlo descansar pero sus pies ya la estaban llevando de camino a su cuarto.
Se quedó parada en la puerta mientras lo veía allí tumbado mientras por su mente circulaban imágenes poco sanas de Naruto en su cama...con ella.
Iba a marcharse para apartar esos pensamientos de su cabeza cuando se dio cuenta de que la camiseta del rubio estaba manchada de sangre en el bajo vientre, al parecer estaba más herido de lo que pensaba.
Entró en la habitación y luego al baño que tenía en ella y sacó que kit de primeros auxilios que guardaba en su botiquín.
En la academia de policía le habían dado algunas clases en caso de emergencia así que tendría que ser capaz de ayudar a Naruto de alguna manera.
Volvió al cuarto y se sentó en la cama al lado de él.
Las manos le temblaban mientas indecisa se dirigía a quitarle la camiseta.
Con el corazón en la boca le fue quitando la prenda poco a poco hasta dejar al descubierto un torso de infarto, su cuerpo se incendió inmediatamente en respuesta.
Dios mío, aquel hombre era un auténtico Adonis.
Sin poder detenerse extendió sus manos y tocó aquellos perfectos pectorales.
Cerró los ojos y se mordió el labio, Ino tenía razón, Naruto era la tentación en persona.
Bajó su mano para encontrarse con la más exquisita de las tabletas de chocolate que jamás había tocado y visto, ese hombre era perfecto.
Pero luego sus ojos se clavaron en aquella quemadura fea que tenía en el bajo vientre.
Obligándose a abandonar esos pensamientos libidinosos empezó a hacerle las curas para luego vendarlo.
Luego echó un vistazo a su trabajo y se sonrojó al ver que su mano rozaba el cinturón del pantalón del rubio.
Si la bajase un poco más podría sentir que tan hombre era.
Pero la cordura la detuvo y se obligó a sí misma a guardar el kit de primeros auxilios y salir de cuarto antes de que cometiese una estupidez.
FIN DEL FLASH BACK
-Me limité a curarte, no soy ninguna clase de pervertida-contestó mordazmente.
Él sonrió mientras se levantaba.
Se colocó detrás de ella dejando a Hinata apresada entre su cuerpo y la encimera de la cocina.
Llevó sus manos hacia ambos lados de la chica y las apoyó en el frío mármol.
Hinata soltó un jadeo cuando sintió la erección de él apretándola en su espalda.
Tenía que apartarlo, era un desconocido y el único testigo del caso, los polis no hacían esas cosas con los testigos.
Pero su mente se nubló cuando sintió la lengua de Naruto en su oreja.
-Personalmente me hubiese gustado estar despierto y así podríamos haber jugado juntos corazón-dijo mientras lamía su cuello y notaba como Hinata jadeaba fuerte-aunque bien pensado, este es el momento perfecto para jugar.
La giró bruscamente y estampó su boca contra la de ella apretándola fuerte contra él.
Hinata se sintió desfallecer al sentir esa tórrida boca en la suya y aquella devastadora lengua recorriendo con fiereza su cavidad.
Sabía que aquello estaba mal, pero por Dios ese hombre besaba de maravilla y sentir sus manos en su cadera manteniéndola pegada a él la volvían loca.
Llevó sus propias manos al pelo de él topándose con una pequeña coleta la cual le quitó, con sus dedos fuertemente enredados en el cabello dorado lo atrajo más hacia sí.
Naruto sentía que la bestia de su interior tiraba de él, aquella mujer sabía de maravilla.
La alzó con las manos y la sentó en la encimera haciendo que sus intimidades se rozasen a través de la ropa en un lento compás.
Un sonoro gemido escapó de la boca de la chica mientras él empezaba a ocuparse de su cuello y subía una de sus manos hasta uno de sus pechos.
Hinata no sabía como su cuerpo era capaz de resistir semejante torrente de lava, en su vida había sentido lo que sentía en esos momentos.
Naruto la aferró más contra él al mismo tiempo que descendía con su boca hasta el escote y ella enredaba sus brazos en su ancha espalda.
''Estoy loca, voy a hacer el amor con un desconocido'' le decía su voz interior, quería apartarlo pero simplemente no podía, lo único que lograba hacer era gemir como una loca y apretarlo más contra ella.
Se sentía desfallecer mientras la lengua de él trabajaba sin control y sus entrepiernas se rozaban una y otra vez.
Si nadie los paraba acabarían haciendo algo de lo que Hinata sabía que acabaría arrepintiéndose.
Y justo en ese momento sonó el teléfono de casa.
Hinata suspiró y con toda su fuerza de voluntad apartó a Naruto.
-Esto no debe volver a pasar, yo soy policía y tú eres un testigo, solamente eso-dijo bajándose de la encimera y colocándose el camisón-desayuna, después tenemos que llevarte a la comisaría para que prestes declaración.
Naruto suspiró y asintió a regañadientes, su cuerpo todavía ardía a causa del deseo insatisfecho pero se obligó a centrarse en su desayuno mientras ella iba a contestar el teléfono, si este nunca hubiese sonado él ahora mismo estaría terminando con lo empezado.
Hinata salió de la cocina a pesar de que su cuerpo le gritase que se diese la vuelta y volviese a los brazos de Naruto.
Esto solo era culpa de Ino que anoche le metió ideas indecentes en la cabeza.
Con un suspiró alcanzó el teléfono y contestó.
-¿Diga?
-¿Qué tal con el caramelito?-preguntó Ino al otro lado.
-Está perfectamente gracias-contestó molesta.
-¿Lo has visto desnudo? ¿La tiene gra...?
-¡Ino por favor!-exclamó sonrojada-¿es que no puedes pensar en otra cosa? ¿Solo llamas para eso?
Escuchó como la rubia se reía al otro lado del aparato.
-No, solo quería saber si hoy irías a trabajar.
-Claro que voy, tengo que llevar a Naruto a declarar, es el único testigo que no está herido grave en el hospital.
-Ya bueno, yo hoy me pasaré por tu comisaría.
Hinata alzó una ceja.
-¿Y a qué debemos ese gran honor?
-Bueno verás, el jefe-idiota me ha mandado ir a recoger unos informes-rezongó.
-No trates así a Sai, él se porta bien contigo.
-Si, bueno, ahora te tengo que dejar, a lo mejor nos vemos más tarde, adiós.
-Chao.
Hinata colgó el teléfono y cerró los ojos.
Desde allí escuchaba a Naruto desayunar.
Estaba loca, rematadamente loca.
Dejó el teléfono en su sitio y fue hasta su cuarto para vestirse.
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Se encontraba en medio del salón de su apartamento en Los Ángeles con una sonrisa de oreja a oreja.
En su mano tenía un baso de Vodka y sus ojos estaban clavados en la enorme cristalera desde la cual se veía casi toda la ciudad.
Estaba feliz y nada lograría enfadarlo, por fin tras mucho tiempo había logrado lo que tanto ansiaba, acabar con Kyubi.
Él muy imbécil había caído en su trampa y había ido a encontrarse con él.
Él mismo había visto como estallaba la bomba y Kyubi quedaba en medio de las llamas antes de marcharse.
Ahora estaría ardiendo en el infierno.
Lo único que quedaba era encontrar lo que él había buscado durante todos estos años y que lo tenía totalmente obsesionado, un objeto de incalculable valor.
El cetro de oro del dios griego Zeus.
Había desaparecido hacía unos cuantos años y él estaba completamente seguro de que estaba en manos de Kyubi, donde lo tenía, esa era otra cuestión que estaba dispuesto a averiguarlo fuera como fuese.
Sonrió divertido, ¿qué haría Kakashi ahora sin uno de sus huérfanos-ladrones? él muy imbécil siempre había sido un blando con los críos y por eso fue tan fácil de capturar al noveno de sus ladrones.
Bastó con decirle que si él asistía a la reunión nadie del barrio saldría herido, estúpidos sensiblones, el barrio había estallado igualmente en llamas dejando a todos muertos o heridos de gravedad, ese imbécil incluido.
Solo quedaba una última ficha por mover y esa era el mismo peligris.
En cuanto Kakashi se enterase de la muerte de su subordinado viajaría de inmediato a Japón para hacerse cargo de todo.
Al estar Kyubi muerto se vería obligado a sacar todos los objetos robados con los que este se quedaba y llevárselos con él.
Lo único que debía hacer era vigilar a Kakashi, él mismo le llevaría hasta lo que quería, todo era demasiado simple.
Aún así debía ser cuidadoso, Kakashi era un hombre extremadamente inteligente y un rival a tener en cuenta.
Sería una lucha interesante.
Hinata y Naruto iban caminando por la calle en pleno silencio hacia la comisaría.
La pelinegra se obligaba a mirar fijamente al frente aunque de vez en cuando su mirada escapa de reojo a él.
-¿No tienes familia a la que decirle que estás bien?-preguntó.
Naruto se encogió de hombros.
-No tengo familia.
Eso no era del todo cierto, pero él era lo suficiente mayor e independiente como para andar llamando a Kakashi, el peligris tendía a aparecer y encerrarlo en casa hasta que considerase que el peligro había pasado, pero Naruto no estaba dispuesto a ser tratado como un niñito y perderse la acción.
Recordaba aquella vez que su hermano Hachibi, en realidad su mejor amigo ya que él no tenía familia de sangre, se había metido en un lío al robarle un yelmo de César a la camorra napolitana.
Habían sido dos días seguidos de persecución y tiroteo hasta que Kakashi llegó y sin saber como habló con ellos y consiguió que todo se tranquilizase.
-Pero debes tener alguien que se preocupe por ti, ¿no?
-Si, pero realmente no quieres encontrarte con Kakashi-dijo Naruto-en cuanto lo vieses no dudarías en arrestarle.
Hinata se asustó.
-¿Es un delincuente?
-Al menos eso parece-contestó divertido-el Motorista Fantasma al lado de él parece un muñeco de Hello Kitty, en serio, siempre va en moto y con la música rock a todo volumen.
Hinata intentó imaginarse al tipo en cuestión y un escalofrío la recorrió de arriba a abajo.
-Seguramente se llevaría bien con Ino, a ella le gustan los tipos duros.
Mientras hablaba Naruto tenía la mirada fija en el pelo de la chica, siempre le había gustado el pelo negro y el de ella era como la noche y muy largo, le daban ganas de estirar la mano y acariciarlo pero sabía que ella no le dejaría.
Esa mañana había dejado muy claro que nada pasaría entre ellos dos y el podría ser un ladrón pero no un hombre desalmado que obligaba a las mujeres a complacerlo.
Es más, estaba seguro de que aunque lo intentase, no saldría bien parado, una mujer policía y con carácter era algo serio a lo que enfrentarse y sinceramente él quería conservar todo su cuerpo intacto.
Sonrió cuando la pelinegra entró en el edificio de la comisaría y le decía al becario que le dijese al inspector Inuzuka que se reuniese con ellos en la sala de interrogatorios.
Todo aquello era una pura ironía, él era un ladrón y estaba entrando voluntariamente en una comisaría para reunirse con su peor enemigo, le gustaba aquella situación.
-El inspector Inuzuka te hará unas pocas preguntas y luego podrás irte tranquilo a tu casa-dijo ella.
-A mi me apetece más que me interrogues tú, me siento más cómodo-dijo.
Hinata se vio obligada a tragar el nudo que le apareció en la garganta, debía conservar la calma.
Cuando llegaron a la zona de interrogatorios Kiba ya los estaba esperando.
-Este es el testigo del que te hablé ayer por la noche.
Hinata lo había llamado después de curar a Naruto.
Kiba asintió y clavó su vista en el rubio que hacía esfuerzos por no reírse ante la situación.
-Kiba Inuzuka, solo le haré unas cuantas preguntas y podrá irse-le tendió la mano.
-Naruto Uzumaki, un gusto conocerlo inspector Inuzuka-contestó estrechándosela.
Los tres entraron en la sala de interrogatorios y no salieron hasta una hora después.
Naruto se vio obligado a montarse la historia de su vida ya que si les decía la verdad descubrirían quién era.
Los tres se dirigieron a la entrada donde Naruto tuvo que dejar su número de teléfono por si volvían a necesitarlo, después el inspector Inuzuka los dejó solos porque tenía trabajo que atender.
-Eso ha sido todo-dijo Hinata.
Por fin él se iría, no se volverían a ver y ella podría recuperar su normalidad, pero lejos de agradarla no le apetecía ni un poco dejar que ese Dios masculino la abandonase.
-Si, bueno, me marcho ya, ha sido un placer conocerte Hinata-dijo con una sonrisa pícara antes de irse.
Hinata se quedó en la puerta viendo como él se alejaba, por fin todo volvería a la normalidad.
aki dejo stos tres, si algien kiere ir adelantando lectura k se pasa x mi foro(ahi es donde subo primero las contis)arteanime.foroactivo.com ja na^^
Osaki Ivii:
Buenas...
Me gusto mucho tu historia, no soy de leer NaruHina pero está muy genial :P
Muy candente eso si, ojalá puedan tener un final happy :)
Bueno, espero conti...
Bye-bye :D
Taichi Yagami:
Me ha gustado mucho
=)
no quiero adelantos en otros links..quiero leer los caps directo de aqui xD
me gusta tu narrativa, y a comparación de otros fics, si me dejas la sensación de que son sus personalidades originales, hay otros fics en que dices ...y este es naruto?...
Te felicito =)
En serio espero que actualices, sere seguidor fiel de tu fic.
Saludos~~
Sakuramin20:
Sabes, esta es una de las pocas historias que no segui las continuaciones de cada capitulo al pie de la letra, pero en esta ocacione lo intentre, en serio que lo hare.
Espero igualarme lo mas pronto posible hasta donde me quede.
Nos vemos
Sakuramin20 :P
Dresti:
Hi people!! aki regreso jejeje con otros tres capis mas, a ver si asi alcanzo el capi x el k voy, en fin k muchas graaz x los coments, mm kreo k ia lo habia puesto antes pero sino lo vuelvo a repetir kien kiera adelantar en la historia puede entre aki: arteanime.foroactivo.com, y si no es mucha molestia echarle un vistazo al foro ya k necesito ayuda para sacarlo adelante, de igual forma sto es opcional xk segire subiendo los capis aki, y ahora si me callo :-X os dejo con la conti ;D
3. Fogoso
-¡¿Qué hiciste qué?!-exclamó la rubia levantándose de golpe y dando una fuerte palmada en la mesa.
Hinata se sonrojó mientras veía a todos los lados de la cafetería, todo el mundo la miraba por culpa del grito de Ino.
-Siéntate y deja de gritar, todos nos miran-dijo entre dientes.
La rubia sonrió a los demás a modo de disculpa y luego se sentó clavando de nuevo la vista en Hinata.
-Tiene que haber un tipo de problema contigo-aseguró, esta vez en voz baja.
Hinata resopló.
Hacía una semana que había sucedido lo de Naruto y como había estado demasiado ocupada con el asunto del ladrón y de la bomba no había tenido ni un minuto para hablar con su amiga hasta ese día.
Kiba había empezado a preocuparse por ella y las horribles ojeras que le coloreaban el rostro y la había mandado descansar.
Por eso ahora se encontraba en una cafetería del centro con la loca de Ino hiperventilando delante de ella.
-Hice lo que tenía que hacer.
-¿Lo qué tenías que hacer?-dijo la rubia sarcástica-yo te diré lo que tenías que hacer, ignorar el teléfono y llevarte a ese tío a tu cama, ¿qué hay mal en ti, Hinata?
Hinata frunció el ceño, que ella se comportase de ese modo no significaba que toda mujer se lanzase encima del primer desconocido que le cayese en el camino.
-No hay nada malo en mí, era necesario que contestase al teléfono, podía tratarse de una emergencia.
-Emergencia es lo que tú interrumpiste cuando atendiste a la llamada-insistió la rubia-Dios, podías haber gozado de ese dios masculino, no importa que yo te llamase.
¿A caso pensaba que ella no era consciente de eso? desde aquel día sufría sueños porno con el tipo en cuestión y eso era algo realmente vergonzoso para una persona como ella.
-No tengo tiempo para andar con tonterías Ino, Kiba está preocupado y yo también.
Ino cambió su semblante por uno de seriedad.
-¿A caso ha pasado algo malo?
-En realidad solo es una suposición pero no estoy muy segura-contestó-verás yo creo que fue Kyubi el que hizo estallar la bomba.
Ino abrió los ojos de par en par.
-Pero eso no puede ser, tú misma declaraste que se fue por el lado contrario a donde estalló la bomba, tendría que ser muy rápido para colocarla y poder escapar.
-Es un ladrón que tiene en jaque a medio mundo, honestamente lo creo capaz de hacer cosas que consideramos imposibles-añadió.
La rubia no contestó, solo se limitó a dejar vagar su mirada por toda la cafetería.
-No sé Hinata, él es un ladrón y todo eso pero nunca agredió a nadie.
Y eso no tenía nada que ver, siempre había una primera vez para todo, pero Ino tenía razón, al menos hasta que se demostrase lo contrario y lo cierto era que no sabía como.
-¿Entonces que sugieres?
Ino se llevó un dedo a la sien y la miró fijamente.
-Que volváis a interrogar a los testigos, a lo mejor de esta segunda vez podéis sacar algo más en claro, estarán más tranquilos y podrán pensar mejor.
Si, tenía razón, eso era lo que necesitaban hacer.
Fugazmente en su mente volvió a revivir la escena de ella y Naruto besándose en su cocina y no pudo evitar un escalofrío al darse cuenta de que entonces volvería a verlo.
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Esa mañana llegó pronto al trabajo tal y como venía haciendo durante esa semana.
No se había atrevido a salir a robar por miedo a que alguien más saliese herido a causa de una bomba o algo peor.
El tipo del pasamontañas no había vuelto a dar señales de vida más aún así era mejor no arriesgarse y seguir manteniendo la fachada de normalidad durante una o dos semanas más.
A parte de eso era uno de los testigos principales, por lo que la policía podía aparecerse en su casa en cualquier momento y no sería conveniente que lo atraparan en mitad de algo que no debían ver.
Suspiró mientras se llevaba una mano a la frente y se secaba la sudorosa piel.
En el taller hacía un calor insoportable y el hecho de estar tumbado debajo de un todoterreno no ayudaba en absoluto.
-¡Eh, tío! ¿Quieres una cerveza? hace un calor agobiante y están de la nevera-le dijo su compañero Juugo.
Naruto salió de debajo del coche y asintió.
Volvió a llevarse una mano a la frente mientras se apoyaba contra la mesa, esperando a que Juugo volviese con las cervezas.
Se quitó los guantes y los dejó encima del tablero donde estaba el periódico del día.
Al principio no le llamó la atención, no se molestaba nunca en leer los periódicos, pero cuando vio su foto en primera plana en un momento en que no había cometido ningún robo llegó a preocuparse.
Tomó el periódico en las manos y empezó a leer la portada quedándose estupefacto.
''De ladrón a asesino'' rezaba el título.
Abrió por la primera página y continuó leyendo en voz baja.
-''Tras repetir una serie de interrogatorios la policía ha descubierto que el causante del atentado de la semana pasada en el barrio de la costa de Konoha no es otro sino el famoso ladrón internacional Kyubi, al que se le atribuyen más de 100 robos en lo que va de año en la región del Pacífico. Esa misma noche había anunciado su aparición en el museo de Konoha para robar un carísimo cuadro, el cual nunca se llevó, dejando el edificio del museo minutos antes de que la bomba estallase y arrasase con todo. El inspector Inuzuka, quien lleva años tratando con este sujeto, asegura que Kyubi nunca había llegado hasta tales extremos pero que esto solo vale para aumentar su pena de cárcel. Ruega encarecidamente que si alguien lo ha visto o tenga información sobre él que se ponga inmediatamente en contacto con la brigada de robos de la policía metropolitana de Konoha''
-Nunca creí a Kyubi capaz de algo así-dijo Juugo tendiéndole una cerveza, la cual Naruto recogió sin apartar la vista del periódico-joder tío, debes estar de los nervios, casi te mata, lo que no sabía yo es que habían vuelto a tomarte declaración.
Esa era la cuestión, no lo habían hecho.
Juugo lo miraba con el ceño fruncido postura que le daba un aire terrorífico si lo unías a su enorme altura y constitución y a su llameante pelo naranja, sin contar que el aceite de coche sobre su piel no daba muy buen efecto, aún así era una de las mejores personas que Naruto había conocido.
Miró el reloj de su muñeca, el cual marcaba la una de la tarde.
-¿Es el periódico de la mañana?-preguntó el rubio.
Si fuera así podría ser que aún siguiesen interrogando a gente y que dieran esa noticia como anticipo.
-No, acaba de llegar al quiosco hará una hora.
Vale, entonces si que ya no había excusa para la policía.
Realmente había creído que Hinata no lo dejaría de lado respecto a ese tema, ya no era el hecho de que ahora todos lo verían como un asesino sino el hecho de que a nadie le importase su testimonio, ¿a caso habían descubierto que era falso? imposible, era demasiado bueno mintiendo como para que se diesen cuenta.
-Juugo, tengo que ir a la comisaría, díselo al jefe, nos vemos mañana-dijo mientras se acababa la cerveza.
Su amigo asintió antes de que Naruto saliese todo apurado del taller.
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Hinata estaba tendida en el sofá de su casa mientras ojeaba los archivos de información sobre Kyubi.
Con todo lo que allí ponía que había robado el tío bien podía superar con creces la fortuna de Bill Gates.
Ya se imaginaba al seductor ladrón vistiendo un traje con corbata, ¿cómo sería? una gran curiosidad por ver su cara la inundó.
Él era alto y musculoso y tenía unas manos realmente gloriosas, casi podía recordar como la había recorrido aquel día en el museo, con esos roces suaves a los extremos de su cintura mientras su cuerpo se acomodaba encima del de ella.
Y entonces cambió, volvía a estar en aquella cocina, sentada en la encimera y siendo atrapada por los brazos y labios de Naruto.
Cada vez que él había posado sus labios y manos en su cuerpo ella había sentido una enorme llama de deseo hacia él y por no hablar de los tortuosos y placenteros movimientos del miembro del chico rozando su intimidad.
Un gemido inconsciente escapó de su boca.
Por Dios, ¿qué le pasaba que ahora tenía fantasías sexuales con un ladrón y un testigo al mismo tiempo?
Empezaba a creer a Ino cuando decía que había algo malo en ella, nunca le había pasado algo así.
Se obligó a volver a centrarse en el trabajo y a seguir leyendo sobre el ladrón.
Nadie sabía de donde era, hablaba japonés a la perfección pero también lo hacía con el inglés y el hecho de que nadie había visto su cara nunca no ayudaba en nada.
¿Cómo sería, rubio o moreno?
-¡Que más da!-se regañó a sí misma-es un ladrón, como si quiere ser un moco, no debe importarme.
Los únicos datos que guardaban sobre él eran su uniforme negro y que nunca nadie había sido capaz de pillarlo.
Genial, eso la ayudaba mucho.
Los testigos aseguraban que no habían visto a nadie pasar por allí en el momento del atentado pero sí que oyeron ruidos extraños en el edificio donde había sido colocada la bomba pero no se extrañaron ya que a esas horas solían ir obreros que por el día se habían dejado algo en el polígono industrial.
La necesidad de declarar un sospechoso les había obligado a declarar ante la prensa que el principal culpable era Kyubi, cosa de la que ellos estaban convencidos.
Bien era cierto que no habían interrogado a todo el mundo pero había tantas personas que no había tiempo de volver a interrogarlas uno por uno.
Dejó los papeles tirados en el suelo y dio un suspiro.
Ino se presentaría en cualquier momento por allí para pedirle los detalles del asunto ya que todos los periódicos habían salido a la calle y ella necesitaba estar relajada.
Decidida a tomarse una ducha se levantó del sofá y se fue hacia el baño.
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Naruto entró como una exhalación en la comisaría y pidió por la presencia de Hinata.
-La inspectora Hyuuga no está en estes momentos-dijo la becaria lanzándole una mirada por encima de las gafas, bastante insinuadora.
-¿Para que buscas a la inspectora?-preguntó una voz demasiado conocida detrás de él.
Kiba lo miraba extrañado.
A Naruto casi le provocó una risa el no oír el tan famoso ‘‘¡cogedlo!'' de su boca mientras estaba en presencia de él, en lugar de eso le dio una mirada de desdén y lo encaró.
-Verá inspector, tengo entendido que estuvieron interrogando a los testigos y yo venía a prestar declaración.
Kiba le devolvió la mirada desdeñosa y sonrió de medio lado.
-Sino te llamamos es porque no era necesario, ahora puedes irte, parece que...necesitas un baño.
''Y tú una hostia, imbécil’ dijo a sus adentros.
Llevaba la parte de abajo del buzo de trabajo y una camiseta de tirantes verde ceñida al cuerpo llena de aceite al igual que sus brazos y cara.
-Discúlpeme inspector, tal vez para la próxima recuerde que debo desempolvar mi Armani para venir aquí, de todas formas me gustaría saber donde está Hinata.
El castaño alzó las cejas.
-La inspectora Hyuuga está en su casa, donde no puede atenderte-dijo antes de marcharse.
-Si tú supieras...-murmuró.
Bien, él tenía que aclarar ciertos puntos con Hinata, y si ella estaba en su casa allí iría a verla.
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Hinata salió de la ducha con una tolla envolviendo su cuerpo y otra la cabeza.
Aquella gratificante ducha era lo mejor que su cuerpo había probado en ese día tan agotador, sus tensos y cansados músculos por fin habían tenido un minuto de paz.
Se quedó parada en frente al espejo mientras se secaba el pelo con la toalla y luego lo cepillaba despacio para no hacerse daño.
Seguía siendo la misma desde los 16. Nada había cambiado en ella y mucha gente seguía tomándola por una adolescente a pesar de tener 25 años. La mayoría de las mujeres se sentirían alagadas ante algo así pero a ella en cierto modo la incomodaba ya que a veces hacía que sus compañeros no la tomasen en serio, ni siquiera los hombres de su edad.
Salvo aquellos dos que...
Se sacudió la cabeza, debía dejar de pensar ya en aquello o sino acabaría loca de remate.
Justo cuando iba a empezar a secarse y a vestirse sonó el timbre de su casa, esa debía ser Ino.
Se afincó bien la toalla a modo que no se le cayese y fue directa hacia la puerta, la cual abrió sin miramientos.
Más cual fue su sorpresa al ver que lo único que aquel ser tenía de Ino era el mismo color de pelo y ojos.
Naruto se quedó boquiabierto mientras la miraba una y otra vez.
Hinata era realmente sensual.
La boca se le secó en el mismo momento que unas incesantes ganas de devorarla lo recorrieron.
El pelo le caía largo y mojado por encima de los hombros hasta sus pechos, los cuales solo estaba cubiertos por una fina toalla blanca, igual que el resto del cuerpo.
Su erección fue instantánea, aquello era lo máximo que un hombre podía soportar, ni siquiera comprendía como aún no había hecho nada.
Solamente tendría que extender una mano y arrancar aquella prenda dejándola expuesta a él.
Hinata se quedó sin respiración mientras Naruto la devoraba con la mirada, ¿qué hacia él allí?
Su vista viajó por él, desde su cara sudorosa, pasando por sus brazos y camiseta manchados de aceite que conferían un aire demasiado sexy sobre todo cuando la tela estaba tan ceñida a aquel magnifico cuerpo.
Su mirada siguió bajando hacia donde comenzada el buzo hasta aquel bulto que era el miembro del chico.
Su boca se hizo agua y un aguijonazo de deseo la atravesó hasta el centro de su cuerpo.
Dios mío, necesitaba tanto sentir su cuerpo con el de ella que casi dolía y podía ver que él sentía exactamente lo mismo.
Volvió a mirarlo a la cara más él no la miraba a ella, miraba directamente a sus pechos, como si deseara devorarlos allí mismo.
Y ella lo único que pudo hacer fue rogar para sí misma que así fuera.
La mano de Naruto se extendió hasta rozarle con la yema de los dedos la piel que quedaba bajo su seno, aquello se sentía tan suave.
La piel de Hinata se encendió y estuvo tentada de agarrarle la mano y guiarla hacia su seno, quería que la tocara. Pero la mano de Naruto descendió.
El chico estaba dispuesto a acercarse a ella para devorarle los labios con pasión cuando un momento de lucidez atravesó a Hinata quién reaccionó cerrándole la puerta en las narices, de modo que la madera se estampó con fuerza en la cara del rubio, que quedó aturdido y frustrado.
-¡¿Qué coño haces?!-le gritó a la puerta-casi me dejas sin nariz.
La pelinegra escuchaba desde dentro con el corazón a mil, ¿qué pasaba que cada vez que veía a ese hombre perdía la cabeza? y más cuando tenía la puerta abierta y alguien de la calle podía haberlos visto.
Tomó aire una y otra vez intentando calmarse y controlar las llamas del deseo insatisfecho que le corrían por las venas.
Puso en funcionamiento sus piernas y fue a vestirse con lo primero que encontró, una camiseta negra de manga corta y una minifalda vaquera.
Luego ya más calmada volvió a abrir la puerta.
Naruto seguía allí, frotándose la nariz como si fuese un niño.
No supo porque pero aquello la llenó de ternura.
El rubio volvió a mirarla para encontrarla esta vez vestida, aún así lejos de lo que pensó el deseo no disminuyó, esa mujer era una verdadera tentación.
-¿Puedo pasar o vas a golpearme otra vez?-dijo frustrado-porque si es así me apartaré para no acabar en un hospital.
Hinata se apartó de la puerta y lo dejó entrar.
-No es culpa mía si me encuentro a un tío empalmado y lleno de aceite en mi puerta, no suelo tratar con pervertidos.
Él alzó las cejas y la miró de reojo.
-¿Qué esperabas? una mujer me sale casi desnuda a la puerta y yo no soy ningún jodido imbécil para resistirme a eso-contestó-más bien debería preocuparte el hecho de que has salido casi en bolas a abrirle la puerta a alguien, ¿haces eso con todos? porque si es así, estaré encantado de visitarte más veces.
Hinata se sonrojó hasta la médula.
-Y sobre lo de no dejar entrar a alguien empalmado y lleno de aceite a tu casa, felicidades inspectora, acabas de hacerlo-dijo con una sonrisa divertida.
Inconscientemente la mirada de Hinata volvió a clavarse en aquel punto específico de su cuerpo el cual pareció endurecerse más ante su mirada.
-¿Qué quieres?-preguntó desviando el tema.
-Saber por qué no se me ha interrogado por segunda vez como a todo el mundo.
-No era necesario-contestó sin mirarle.
Naruto bufó.
-¿Y qué es esa tontería de que Kyubi es un asesino?
Esta vez Hinata si que lo miró.
-¿Y qué te hace creer que no le es?
Ups, Naruto se dio cuenta de que estaba entrando en un juego peligroso, ¿cómo podía suceder? él siempre se cuidaba muy bien las espaldas aunque claro con esa maldita pelinegra nunca sabía lo que iba a pasar.
-Lleva años robando y nunca ha hecho daño a nadie-se limitó a decir.
Hinata se echó a reír.
-¿Quién eres tú, su niñera? o espera no, creo que ya sé lo que eres, tú eres uno de esos fans de él que andan en esos foros raros de los que Ino no se despega.
Naruto estuvo tentado de decirle que él estaba mucho más allá de eso pero se obligó a controlarse.
-Pues sí, ¿qué pasa?
Ella rodó los ojos de una manera tan sexy que lo endureció hasta el extremo de que le doliese el cuerpo.
-Eres como un niño que a pesar de que todo el mundo le dice que Papá Noel no existe se empeña en seguir creyendo en él.
Naruto se estaba enfadando y dio un paso hacia ella sin ser consciente.
-A veces lo que la mayoría dice no es la verdad.
Ella lo fulminó con la mirada y también se acercó a él.
-Tú lo has dicho, a veces.
Estuvieron durante un minuto entero mandándose miradas de furia mezclada con deseo hasta que Hinata se movió hacia la puerta.
-Es mejor que te vayas-dijo.
-Tienes razón, no quiero que me vuelvas a pegar con otro objeto, no hasta que revise mi seguro-dijo quedando en la calle enfrente de ella-aunque pensándolo bien si que hay un sitio en el que me gustaría que me ''golpearas'', ya sabes.
Hinata se sonrojó y lo fulminó con la mirada.
¿Cómo se atrevía?
-No conseguirás lo que quieres conmigo-gruñó.
Una sonrisa traviesa atravesó el rostro del rubio.
-Hay una cosa que debes saber Hinata, siempre que quiero algo lo consigo.
Dicho esto la agarró por la cintura y estrelló sus labios con los de ella.
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Había estado todo el día siguiendo a Kyubi ya que le convenía mantenerlo vigilado por si hacía algo que le descubriese donde escondía el cetro pero él muy imbécil solo había estado en el taller y luego en la comisaría.
Había leído los periódicos y se había puesto hecho una furia y eso no hacía más que complacerlo a él.
Ahora estaba escondido viendo como se daba el lote con una de los policías que llevaban su caso.
La chica era guapa pero no para tirar cohetes, Kyubi solía tener mejor gusto.
Esa mujer debía crearle más curiosidad que solo sexo ya que no era tan tonto como para involucrarse así por así con un poli.
Sonrió, él podría sacar partido de todo aquello.
Después se dio la vuelta y se marchó, dejando a Kyubi con su mujercita.
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Hinata gimió cuando la demandante lengua del rubio entró como poseída en su boca mientras sus brazos la apretaban más contra él.
Incapaz de negarse ella llevó sus manos al cuello del chico profundizando más el beso.
Él sabía a gloria.
Naruto no podía estar más que contento de haber ganado por fin la batalla y esta vez nada ni nadie los interrumpiría.
Su cuerpo se estremecía cada vez que los senos de Hinata se rozaban con su pecho llegando a desearla hasta unos límites insospechados.
Más aún así de golpe Hinata se soltó y le dio una cachetada.
-No vuelvas a hacer eso-dijo antes de entrar en su casa y volver a cerrarle la puerta en las narices.
4. Pecado
-Buenos días-saludó Hinata a los becarios que atendían la entrada de la comisaría.
Todos estaban concentrados en la inmensa cantidad de papeleo en la que estaba sumida la comisaría esos días. Había pasado ya un mes desde lo que había sucedido en el polígono del barrio de la costa de Konoha pero aún así todos andaban como locos escarbando en toda la información que tenían sobre el ahora asesino Kyubi.
El ladrón no había vuelto a dar señales de vida, ni siquiera había intentado recuperar el cuadro que no se había llevado el otro día y eso era algo muy inusual en él, pero esa relativa calma no servía para calmar el nivel agobiante de trabajo al que el inspector Inuzuka tenía sometido a sus subordinados.
No sería la primera vez que Hinata se quedaba hasta las tantas de la madrugada en la comisaría acompañando al inspector jefe en busca de algo que a él le pareciese productivo para el caso.
Siguió caminando hacia el despacho en el que trabajaban, estaba agotada y se quedaba dormida en cualquier sitio, esa noche no se había quedado en la comisaría pero aún así había hecho algo de horas extra en su casa repasando de nuevo los interrogatorios.
Todos aseguraban haber visto a un hombre enmascarado y vestido de negro entre las doce menos cuarto y las doce en punto, todas las descripciones hechas cuadraban perfectamente con el atuendo físico del ladrón pero aún así ella sentía que algo no cuadraba del todo en esa historia, no se lo había dicho a Kiba porque no estaba segura, pero ella había pasado cinco minutos completos con el ladrón, desde las doce menos diez a las doce menos cinco, ¿habría tenido tiempo él de montar una bomba en tan escaso período de tiempo?
El impacto había surgido exactamente entre las doce y cinco y las doce y diez, si Kyubi hubiese ido a colocar la bomba después de haber estado con ella no tendría tiempo de escapar y hubiese sufrido el ataque.
Pero allí no había ni rastro del ladrón, solo habían encontrado a...
Se quedó parada en mitad del pasillo con los ojos abiertos como platos, no era una posibilidad muy fiable porque estaban ausentes de pruebas, pero ella misma había reconocido que había escuchado la voz de Naruto antes y que sus ojos le eran conocidos, ¿podría ser que el rubio fuese Kyubi?
Pero en contra de eso también existía la posibilidad de que Kyubi hubiese colocado la bomba a las doce menos cuarto, cinco minutos antes de que ella lo encontrase en el museo, eso explicaría porque no había tenido tiempo de llevarse el cuadro, y justo antes de que la bomba estallase estaría fuera del edificio y tendría diez minutos para alejarse de allí sin resultar herido.
Entró en la oficina con la cabeza hecha un lío.
Para su sorpresa no se encontró con el ya típico cuarto desordenado con todos los papeles tirados por el suelo, sino que todo estaba ordenado perfectamente en su sitio. Después de un mes trabajando allí Hinata descubrió que el suelo era de madera.
Escuchaba a alguien removiendo en los papeles pero no podía verlo.
-Buenos días-saludó.
Poco después Kiba salió de detrás de unas estanterías. Tenía el pelo desordenado y aún llevaba la ropa del día anterior, lo que sin duda significaba que se había vuelto a quedar trabajando toda la noche. El inspector jefe era una persona extraña, podía pasarse horas hablando de casos policiales en los que había y no había trabajado, pero a la hora de dejar el tema de trabajo era incapaz de mantener una conversación y siempre esquivaba las preguntas volviendo a hablar de algún caso.
Todas las mujeres de la comisaría babeaban por él, el chico lo valía, pero en todo ese tiempo no le había conocido ninguna novia o algún lío, habían llegado a rumorear que era homosexual, pero Hinata no creía eso, ella más bien veía al policía como una persona solitaria que no le gustaba hablar de sí mismo.
-Hoy llegas pronto-le dijo él volviendo a lo que hacía.
-Bueno sí, lo cierto es que no dormí bien esta noche y no tenía nada que hacer en casa, ¿has encontrado algo nuevo?-contestó mientras se acercaba a donde estaba él.
-Nada, ¿tú?
-Estuve revisando de nuevo los interrogatorios pero son demasiado confusos, la gente estaba demasiado asustada para fijarse en todos los detalles.
Kiba asintió.
-He mandado a Chouji y a Shino al lugar de los sucesos para analizar el terreno y conseguir una situación más concreta, hay algo en todo esto que no me cuadra-dijo-el modo en que describieron los testigos la ropa y la forma de actuar de la persona que vieron concuerda exactamente con la de Kyubi pero él también estaba en el museo y tú lo viste, si colocó la bomba después de que tú lo vieras no tendría tiempo de haber escapado.
-Yo también pensé en eso, ¿pero no puede ser que la colocase antes de ir al museo?
El inspector negó con la cabeza.
-Cada una de las entradas del museo estaba acordonada por policías, es más, los guardias de seguridad aseguran que él llego quince minutos antes que nosotros y que lo oyeron andar de un lado a otro, de modo que solo pudo hacerlo después de encontrarse contigo, sus métodos son más útiles para huir de la policía que para conseguir engañarla y entrar al museo, además la distancia que hay desde el museo hasta el polígono industrial cubre diez minutos si vas a pie.
-Yo solo tardé cinco corriendo-dijo la pelinegra.
-Pero él no podía arriesgarse a hacer ruido, recuerda que cerca había muchos policías de modo que no le quedaba más remedio que ir andando-aclaró-llegaría al polígono industrial alrededor de las doce y cinco, los de laboratorio nos aseguraron que la bomba estaba programada para estallar dos minutos después de ser accionada, Kyubi no tendría tiempo de escapar.
Hinata tragó grueso, aquello solo dejaba una solución posible y no le resultaba especialmente grata.
-Tú encontraste a ese hombre rubio justo en la escena del crimen después de que estallase la bomba ¿no?-preguntó Kiba.
Hinata asintió y él frunció el ceño.
-Tienes que localizarlo e interrogarlo, ahora él es nuestro principal sospechoso.
Hinata se quedó muda, ¿interrogarlo? ¿Ella? no estaba segura de querer volver ver a Naruto, bueno sí, quería volver a verlo pero ella sabía lo que sucedía cada vez que estaba cerca de ese hombre.
-¿No puedes hacerlo tú o cualquier otro de los chicos?-preguntó.
-Yo no le caigo bien y Chouji y Shino están ocupados, además parece que le caes bien, a ti te dirá más cosas-respondió-así que sácale todo lo que puedas.
Hinata no dijo nada más.
-Tienes su dirección en uno de esos archivos de ahí-dijo el castaño señalando un montón de papeles que había sobre su mesa-te aconsejaría que antes de ir a verlo preguntases por él en su trabajo y en los sitios que frecuenta para hacerte una idea de como es.
La pelinegra asintió y recogió la carpeta donde ponía Naruto Uzumaki y empezó a tomar los datos.
Aquel sería un día agotador.
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Kakashi estaba sentado en la barra de un bar dándole vueltas a su cigarro en la mano.
Su reflejo quedaba reflejado en el baso de vodka que tenía enfrente a medio llenar. Las violáceas ojeras hacían juego con su atuendo negro y con la máscara azul oscuro que recubría la mitad inferior de su cara. Estaba un poco molesto con la temperatura pero ya estaba acostumbrado a tener que sufrir los cambios climáticos de un país a otro.
La semana pasada había estado en Grecia, en la casa que poseía en la famosa isla de Delfos pero una grave situación había requerido su atención y se había visto obligado a viajar a Japón en el último vuelvo ayer por la noche.
Uno de sus cachorros, como el gustaba llamarlos, lo había llamado y lo había citado en aquel lugar, estaba intrigado ya que no solía recibir llamada ninguna de ellos y cuando eso sucedía era porque algo iba realmente mal.
De vez en cuando dirigía su mirada hacia la puerta del local pero por allí solo entraba gente desconocida que se lo quedaba mirando debido a su poco normal atuendo. Su collar de pinchos, su chaqueta de cuero negra y su pantalón ceñido verde oscuro podrían haber pasado por normales sino fuera porque iban acompañados de una camiseta blanca en la que rezaba: ''Yo maté a mi madre y me comí su cadáver'', unas botas de motorista negras con gruesos cordones y un impresionante arete atravesándole la carne de en medio de la nariz.
Shukaku hacía años le había apodado con el nombre de Motorista fantasma ya que siempre iba a todos los lados con su amada Harley Davidson negra. Bien, tampoco es que él fuese una persona normal, era el ladrón más buscado de la historia y estaba seguro de ser uno de los hombres más ricos del mundo, nadie nunca llegaría a imaginar que clase de cosas tenía Kakashi en su poder.
Se acabó su vodka y llamó a uno de los camareros, que se acercó a él con cierto miedo, solía provocar ese efecto, y le pidió otra copa de lo mismo.
En ese momento se abrió la puerta y por ella entró la persona que lo había llamado, sonrió de medio lado al ver a Hachi, el octavo de sus ''hijos''. Siempre los apodaba con números ya que era de vital importancia que nadie escuchase sus nombres.
El hombre consiguió montar realmente un revuelo en el público femenino, llevaba una camiseta de manga larga verde claro con el cuello en pico, unos sencillos jeans, unos deportivos y unas gafas de sol negras a juego con su también negro cabello.
Cuando Hachi lo hubo localizado se dirigió hacia él y se sentó a su lado pidiendo al camarero lo mismo que bebía Kakashi.
Hachi no le saludó, era el más callado y frío de los nueve y Kakashi sabía por qué, ninguno de sus ''niños'' había tenido una vida feliz antes de ser lo que ahora eran.
-¿Y bien?-preguntó yendo al grano.
Hachi le tiró un periódico encima, sin decirle ni palabra.
Kakashi lo miró, era una edición de hacía un mes, se preguntaba a que venía aquello pero su cara perdió color cuando vio la foto de Kyu y leyó el titular. Rápidamente abrió el periódico y leyó atentamente la noticia.
Hachi esperó paciente a que su mentor acabase para así poder hablar.
-Y llevamos así un mes entero-dijo con su grave voz-estuve intentando localizarlo por móvil, pero el muy dobe no contesta ni a una triste llamada.
Kakashi se llevó una mano a la cara, pues si que era grave el asunto.
-¿Por qué no me llamaste antes?
Hachi lo miró, alzando las cejas.
-¿Tú que crees? hace cuatro días que llegué a Japón y me llevó tiempo informarme de todo el asunto, el muy imbécil tiene a toda la pasma detrás de él, he preguntado a todos mis contactos y he entrado en su web de fans pero nadie sabe nada, lleva un mes entero sin robar nada, se borró del mapa-contestó-a Nana y a mí casi nos da algo cuando hemos leído esto en los periódicos.
Kakashi asentía mientras el hombre hablaba.
-¿Quién crees que ha hecho esto? porque conozco a Kyu lo suficiente como para saber que esto no es obra de él.
Hachi se encogió de hombros.
-Tenemos una lista interminable de enemigos, pudo haber sido cualquiera.
Los dos se quedaron callados mientras pensaban que podían hacer.
El rubio se había metido en un grave problema por lo cual ellos también estaban metidos en un grave problema ya que no podían permitir que ningún miembro de su organización cayese en manos de la policía, tanto por cuestiones de trabajo como por cuestiones de afecto.
Kakashi los quería a todos como si fuesen sus propios hijos y los nueve entre ellos se querían como si fuesen hermanos, salvando a Nana y a Hachi que vivían juntos como pareja.
-Esto es lo que haremos-dijo Kakashi-yo intentaré encontrar al que anda haciendo esto y tú te pondrás de inmediato a buscar a Kyu, dile a Nana que te ayude, ese imbécil me va a oír cuando lo encontréis, ¿vale?
Hachi asintió y se levantó.
-Tened cuidado, presiento que esto no es nada bueno-le dijo Kakashi antes de que se fuese.
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Hinata estaba realmente cansada.
Se había pasado toda la mañana y la tarde recorriendo los lugares que solía frecuentar Naruto pero al parecer no había nada extraño en el comportamiento del rubio. El dueño del taller en el que trabajaba lo había definido como una persona trabajadora y generosa, también le había dicho que al principio le había extrañado que alguien rico como él se hubiese empeñado en trabajar en un taller como el suyo, pero al parecer la única ostentación de sus bienes que hacía Naruto era el deportivo rojo que poseía, por lo demás nadie nunca llegaría a imaginar que era una persona del alto nivel.
Su compañero de trabajo había añadido que era un buen amigo y que siempre lo ayudaba si pasaba por algún mal momento económico. Solían salir juntos de noche y Jugo lo había definido como un tipo que se las llevaba a todas de calle aunque a penas si hacía caso a alguna mujer en particular, solo tenía rollos de una noche.
Nada manchaba la impecable y normal vida del rubio, aunque a veces las personas más normales e impecables eran las que escondían más secretos.
Ahora estaba de camino a su casa, hacía rato que había entrado en el barrio residencial de la ciudad y se hallaba rodeada por inmensas casas y los coches más caros que ella jamás había visto, tenía que reconocer que a ella Naruto no le había parecido una persona rica, se lo imaginaba viviendo en un piso de cincuenta metros cuadrados y no en una mansión de dos mil.
No tardó mucho en divisar la mansión blanca donde estaba aparcado un deportivo rojo. Se quedó de piedra al ver cuantos lujos poseía el rubio.
Se acercó a la puerta y tocó el timbre, esperando que alguna sirvienta le abriese.
La puerta se abrió y por ella apareció un Naruto únicamente vestido con una toalla alrededor de sus caderas.
La cara de la pelinegra se puso roja como un tomate mientras él pasaba del asombro a una sonrisa burlesca.
-Parece que estamos destinados a encontrarnos medio desnudos y en la puerta de casa-dijo divertido-¿Ahora es cuando yo te cierro la puerta en las narices o debo esperar primero a que me pegues una bofetada?
Hinata se sonrojó más al recordar su último encuentro.
-Pasa adentro, la verdad es que no esperaba volver a verte-dijo agarrándola de la mano y haciéndola entrar a su casa.
Hinata se quedó asombrada ante lo preciosa que era la mansión, las paredes estaban pintadas de dorado y estaban llenas de cuadros que no supo juzgar si eran reales o eran imitaciones, pero que sin duda pertenecían a los más famosos pintores de la historia. Los muebles y las esculturas también eran carísimos pero no tuvo tiempo a fijarse en ello ya que Naruto reclamó su atención.
-¿Y a qué debo tu presencia en mi casa, corazón?-preguntó.
En ese momento Hinata se dio cuenta de que todavía la agarraba de la mano, un intenso calor subió por su cuerpo y no pudo evitar pasear durante dos segundos la mirada por aquel esplendido y mojado cuerpo.
-He venido a interrogarte-contestó.
Naruto se sorprendió.
-¿Por qué?
La pelinegra se soltó de su agarre y se alejó dos pasos de él.
-Porque creo que tú eres Kyubi.
Naruto sintió como todo el mundo se le venía encima, ¿cómo podía ella sospechar de él?
-Eso es una estupidez-contestó totalmente serio.
Ella sonrió irónicamente y extendió los brazos.
-De hecho ver esto me hace sospechar más-dijo.
Naruto frustrado echó a andar hacia el salón de la mansión, seguido de cerca por ella.
Esta vez Hinata no se dedicó a admirar la estética del lugar sino a observar atentamente al rubio que tenía en frente. Naruto se sentó en uno de los caros sofás blancos y ella lo imitó, sentándose al lado de él.
-Esta casa la heredé de mis padres, eran banqueros y tenían una gran fortuna, eso no significa que yo sea un ladrón-dijo él.
-Tienes razón, eso no es una prueba, ¿pero qué me dices el hecho de estar en el lugar del accidente?
El rubio resopló. Tenía que tener cuidado con lo que le iba a decir.
-Mucha gente estaba en ese lugar el día del accidente.
-También es cierto, ¿pero qué hacía allí alguien como tú? no tenía motivos para estar en aquel lugar.
El rubio se maldecía en su interior, aquello estaba yendo mal, muy mal.
-Estaba de paseo.
Hinata se echó a reír.
-Te diré lo que pienso al respeto, Kyubi abandonó el museo a las doce menos cinco, yo lo vi y puedo afirmarlo-comenzó-la gente afirma haberlo visto por el barrio entre las doce menos cuarto y las doce en punto puede incluso que un poco más tarde, Kyubi programó la bomba pero los dos minutos que tenía para escapar le fueron insuficientes por lo que él quedó herido en la escena del crimen.
Hijo de puta, ese cabrón lo había pensado todo muy bien para cargarle las culpas a él y ahora su identidad estaba en peligro, debía hacer algo y ya.
Se encogió de hombros.
-Puedes pensar lo que quieras, si yo fuese Kyubi creo que llevaría puesta la máscara y el traje, no tienes pruebas de que lo que dices sea cierto-dijo con una sonrisa que hizo que todo el cuerpo de la pelinegra se estremeciese de deseo.
Era vergonzoso sentir como cierta zona de ella palpitaba porque él la tocase, lo cierto es que no había dejado de pensar en Naruto desde la última vez que lo había visto, cada noche soñaba que él regresaba para hacerla suya y que le hacía el amor salvajemente.
El rubio era consciente de la forma en que ella lo miraba, devorándolo con la mirada, lo cierto es que él también deseaba el cuerpo de aquella mujer, puede que no fuese una extremada belleza pero había algo en ella que le hacía volverse loco. Sin poder evitarlo estiró una mano hacia ella y le acarició la cara.
Hinata fue incapaz de resistir las órdenes que le mandaba su cuerpo y cerró los ojos moviendo su cara al compás de aquella mano que la hacía delirar.
-En estas tres semanas-le susurró Naruto al oído-no he dejado de preguntarme como sonaría tu voz mientras te hago el amor salvajemente.
Aquellas palabras encendieron de tal manera a Hinata que no pudo evitar soltar un gemido. Aquella era la señal que estaba esperando el rubio, sin previo avisó la agarró fuertemente y le plantó un beso feroz en los labios.
Las terminaciones nerviosas de la pelinegra estallaron cuando la lengua de él se abrió camino en su boca en un devastador beso.
Él no podía aguantarse más, esta vez no le daría tiempo de escapar, decidido como estaba rompió la camiseta de Hinata dejándola en un provocador sujetador blanco. Sus manos no se hicieron esperar y recorrieron con furia aquel exquisito cuerpo, acariciando y apretando cada trozo de piel.
Hinata se sentía abrumada por las manos del rubio que parecían estar en todas partes de su cuerpo a la vez, acariciándola de forma salvaje mientras su lengua no dejaba de batallar con la suya propia.
Sus manos cobraron vida y pellizcaron y acariciaron aquella fuerte y mojada espalda, um sí, ese hombre era exquisito.
La boca de Naruto abandonó la suya para enterrarse en su cuello, el cual lamió, mordió y tironeó.
-Tienes el sabor más exquisito de la Tierra gatita-dijo en un mormullo ronco.
Aquellas simples palabras bastaron para que el cuerpo de la pelinegra se estremeciese bajo el suyo haciendo que se pusiese duro al instante.
Buscando una posición más cómoda para ambos, la sentó en su regazo de forma que su erección quedó pegada al vientre de la chica. Naruto ahogó un gemido en el hombro de Hinata el cual mordía con desesperación mientras sus dedos peleaban contra los botones del pantalón de la chica.
La pelinegra jadeó con fuerza mientras él le retiraba los pantalones lentamente mientras rozaba con sus dedos la parte interior de sus piernas, empezando por la ingle y acabando en la rodilla, después ella misma se quitó el pantalón dejando paso a una pequeño tanga blanco.
Naruto se relamió los labios con la lengua, si, él probaría cada pedazo de aquel blanco cuerpo, no quedaría un lugar de ella que no conociese la tortura de su boca y sus manos. La pelinegra volvió a apegarse a él buscando con desespero sus labios, aquellos labios que la volvían loca.
Sabía que lo que hacía estaba mal pero él la trataba tan salvajemente que su mente era incapaz de mandarle órdenes claras, todo su razonamiento quedaba nublado por el intenso placer que él le hacía sentir, nadie, ningún hombre en su vida la había hecho sentir tan consciente de ella misma como este.
Naruto le apretó con fuerza las nalgas, pegándola más a él para que ella supiese cuanto disfrutaba él de aquella situación.
Hinata sentía que el sujetador le estorbaba cada vez más y lentamente se separó de él para quedárselo mirando fijamente, Los ojos azules del rubio estaban oscurecidos por la intensidad del momento y ver el deseo que ella provocaba en él la calentó a un más.
Se llevó las manos al cierre del sujetador y ella misma se lo desabrochó y lo mando bien lejos, inmediatamente sintió la intensa mirada del chico, más él no se movió, esperando a ver que hacía ella.
-Eso es corazón, desnúdate para mí-fue lo único que dijo.
Hinata se desconocía a sí misma cuando se inclinó hacia adelante y empezó a trazar círculos lentamente alrededor de los pezones del rubio. Naruto gruñó varias veces, la lengua de esa mujer era la cosa más esplendida que el jamás había sentido sobre su piel, Hinata era una persona con un carácter pasional aunque se molestaba en ocultarlo tras una vida aburrida.
Mientras ella jugaba con sus pezones le acariciaba el vientre con las manos, rozando de vez en cuando sus brazos contra su hinchado miembro. Buscando corresponderla bajó una de sus manos hacia el borde del tanga y empezó a jugar con su vello púbico provocando que ella misma empezase a moverse para tener más contacto con su mano.
La ojiperla estaba absolutamente convencida que de seguir así moriría, ahora los dedos de Naruto la atormentaban acariciando su clítoris y ella descargaba todo ese placer en seguir con su tarea de lamer todo aquel exquisito cuerpo.
-Dime Hinata. ¿Cómo se siente cuando un sospechoso te toca así?-dijo introduciendo de improviso dos dedos dentro de ella.
La única respuesta de la chica fue un sonoro gemido, Dios mío había tenido un orgasmo con solo ese gesto, los dedos de él se quedaron quietos en su interior mientras la miraba divertido.
Sabía que estaba jugando con ella, pero en ese momento no le importaba, no le importaba absolutamente nada, solo quería que siguiese con aquella placentera tortura.
-¿Quieres que pare?-le preguntó-dime, corazón.
-Sigue por Dios-gruñó ella entre dientes.
El sonrió y cumplió sus deseos moviendo salvajemente los dedos en su interior.
Naruto se excitaba cada vez más al escuchar como ella se movía y gemía ante su contacto, de seguir así acabaría explotando y solo había un lugar en el que quería explotar, dentro de ella. Retiró sus manos de la entrepierna de la ojiperla recibiendo un gruñido por parte de ella y se desató la toalla que cubría su tan necesitado miembro.
Hinata no pudo evitar la tentación de mirar allí abajo, ''Oh, Dios mío'' fue lo único que se le pasó por la cabeza, aquello era más de lo que ella podía soportar. Naruto la atrajo hacia así y la besó ferozmente mientras la penetraba enteramente. Los dos ahogaron sus gemidos en los labios del otro.
Una de las manos de Naruto permaneció en las caderas de la chica, moviéndola de arriba a abajo, mientras que la otra subió hasta uno de sus pechos, con el cual empezó a jugar. El otro recibió la misma atención salvo que con la incansable lengua del ojiazul.
Hinata lo único que podía hacer era seguir el ritmo de las penetraciones y llevar sus manos desde los revueltos cabellos del ojiazul a su ancha espalda, la cual rasguñaba con cada potente embestida y con cada mordida que el rubio daba a su torturado pezón.
Sentía que no aguantaría mucho tiempo más de esa forma, moriría, eso es, moriría por tanto placer.
Naruto gemía descontroladamente contra la piel de la chica, ella era delirantemente deliciosa, sus manos en su espalda, sus fuertes gemidos, sus paredes rodeando su miembro, era lo más exquisito que él había probado.
Ella sospechaba de él y él debía alejarse de ella pero era absolutamente imposible, imposible del todo.
El móvil de Naruto empezó a sonar encima de la mesita que tenían en frente, el rubio se estiró para apagarlo pero fue Hinata quien lo cogió, él la miró confundido mientras no dejaba de penetrarla.
-Fuera teléfonos-dijo la pelinegra mandando el móvil al suelo.
Él se echó a reír y aumentó el ritmo de las penetraciones.
-Eres una mujer mala Hinata-dijo entre jadeos-no eres tan inocente como aparentas.
-Tú tampoco-dijo antes de que su cuerpo se retorciese en espasmos y otro orgasmo la invadiese.
Verla disfrutar de esa manera y sentir como sus paredes se oprimían contra él fue suficiente para que Naruto explotase dentro de la chica con un sonoro gemido.
Hinata se derrumbó contra su pecho y cerró los ojos mientras recuperaba el control sobre sí misma.
''Dios mío, que es lo que he hecho'' pensó.
Debería arrepentirse, pero ver allí a Naruto, junto a ella con los ojos cerrados y jadeando a causa del momento que acababan de vivir le hizo darse cuenta de que era imposible arrepentirse.
Enfadada consigo misma se levantó y empezó a recoger su ropa.
Esto solo había sido un juego para él, un juego para engañarla, ella misma había comprobado que él no tomaba en serio a las mujeres, su compañero de trabajo y más gente se lo habían dicho y ella no era la excepción.
-¿Pasa algo?-preguntó él.
-Pasa que me has engañado perfectamente para que dejase de sospechar de ti porque pensabas que me quedaría colgadita de ti por un simple polvo-dijo-pues estás muy equivocado.
Hinata hablaba y se vestía tan rápidamente que apenas dejaba tiempo a que Naruto dijese algo.
-Mañana vendrá Kiba a interrogarte-dijo ella echándose a andar hacia la puerta.
Él se puso la toalla alrededor de las caderas y la siguió.
-Oye Hinata yo...
La pelinegra no le dio tiempo a hablar, de nuevo le había cerrado la puerta en las narices.
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Era de noche y Naruto aún seguía pensado en lo que tres horas antes había pasado en el salón de su casa con la policía.
Era cierto que él adoraba a las mujeres pero nunca se metería con una que pudiese meterlo en problemas, ¿entonces cómo era que había acabado enredado con Hinata? había algo tan irresistible en ella que al verla hacía desearle tocarla y saborearla y ahora que la había tenido deseaba volver a tenerla otra vez. Sin duda alguna aquel había sido el mejor sexo de su vida entera y eso convertía a Hinata para él en la cosa más deseable del mundo.
Se había vestido con unos pantalones de chándal y estaba sentado en ese mismo sofá tomando una cerveza cuando vio el móvil en el suelo. Lo recogió para ver quien era el que llamaba pero estaba roto, genial, fantástico, en él tenía guardados todos los teléfonos y ahora no le quedaba otra que comprarse uno nuevo e intentar recuperar la tarjeta intacta.
Alguien llamó al timbre de la puerta y su cuerpo se estremeció al pensar que de nuevo sería la pelinegra. Se sacudió la cabeza tendría que darle borrón y cuenta nueva a esa tarde o acabaría perdiendo su identidad.
Abrió la puerta pero allí no había nadie, solo un extraño papel en el suelo con letras de periódico pegadas en él que hacían un mensaje.
''He conocido a esa poli que tanto te interesa, sería una pena que algo malo le pasase''
Naruto tiró el papel al suelo soltando todo tipo de cacos.
Si la cosa estaba fea ahora se puso peor, el tipo ese lo había estado espiando y se pensaba que él y Hinata estaban juntos y eso solo quería decir una cosa.
La pelinegra estaba en peligro.
Hinata regresó totalmente cansada.
Después de salir de la casa de Naruto había ido a dar una vuelta para relajarse, se había comportado como una descerebrada y ahora debía pagar las consecuencias, es más no se habían protegido, ¿y si él le había contagiado alguna ETS? ¿O si la había dejado embarazada? por no hablar de la posibilidad de que él fuese un ladrón y un asesino.
Realmente estaba loca.
Se quedó extrañada al comprobar que la puerta de su casa no estaba cerrada con llave, que raro, ella siempre pasaba el cerrojo para evitar robos.
Entró a casa y encendió la luz quedándose horrorizada al ver que todas sus cosas estaban revueltas y tiradas por el piso.
Asustada cogió el teléfono y llamó a la policía y después a Ino.
Su amiga le dijo que se tranquilizase y que enseguida iba a buscarla.
¿Quién podría haber echo eso?
Estaba tan asustada que no vio al hombre que tras ella abandonaba la estancia por la puerta.
El hombre maldijo mientras se ocultaba en la calle, pensaba encontrar alguna pista del paradero del cetro en la casa de la pelinegra pero no había encontrado nada y ahora tendría que salir de allí sino quería que la policía lo encontrase.
Todo sería más difícil a partir de ahora, Kyubi estaba avisado y estaría alerta.
5. Mentiroso
-¡Hinata!
Ino bajó de su coche al borde del infarto cardíaco.
La casa de Hinata estaba rodeada por dos coches de policía y Kiba se encontraba en la puerta hablando con la pelinegra.
Ino se acercó a ellos y abrazó a su amiga, comprobando primero que nada malo le había pasado.
-¿Te han hecho algo?-preguntó preocupada.
-No, por suerte, cuando llegué ya no había nadie en la casa así que no me pasó nada.
Ino suspiró, llena de alivio.
-De todas formas debes hacer inventario y mirar sino te falta nada-aconsejó Kiba-y buscarte un lugar donde dormir, él podría volver.
Ino lo miró con interrogante.
-¿Él?
-Kiba cree que fue Kyubi, piensa que él nos está mandando un aviso para que lo dejemos en paz-dijo la pelinegra.
-Es más, no lo creo, estoy completamente seguro-alegó.
Ino se llevó una mano a la cabeza, ¿por qué Kyubi haría algo así? la policía siempre había intentado truncar sus planes pero nunca se había comportado de esa manera.
Miró a Hinata, su amiga estaba más relajada que cuando la había llamado pero aún así podía notar su inquietud.
-¿Puedes llevarla contigo a tu casa?-le preguntó el castaño-sigo diciendo que no es muy seguro que se quede aquí.
La rubia se apenó, su casa era un pequeño apartamento de una sola habitación. No le importaría que Hinata fuese a dormir con ella sino fuese por el hecho de que ella dormía con Akira.
-No tengo sitio-reconoció.
-Yo te invitaría a mi casa-se ofreció Kiba-pero solo hay un cuarto y no creo que...
Hinata se sonrojó ante la sola mención.
-No pasa nada-contestó-yo veré que hago.
En ese momento se escuchó el sonido de un fuerte frenazo al final de la calle y pronto no tardaron en divisar un deportivo rojo que se acercaba a ellos a toda velocidad con las luces cortas encendidas.
-¿Quién es?-preguntó Kiba con cara de disgusto.
Hinata iba a decir que no sabía hasta que el coche aparcó y pudo leer la matrícula y ver quién iba sentado en el asiento del conductor.
Naruto bajó del coche con el ceño fruncido.
La tensión en Hinata aumentó, ¿qué hacía él allí? su mirada rápidamente viajó por todo él.
Se había vestido con unos jeans y una camiseta azul de manga corta con unas letras negras en el centro incomprensibles. Se había atado el desordenado pelo en su pequeña coleta habitual.
Vale, pusiese lo que se pusiese estaba como un tren.
Un tren con el que se había acostado hacía pocas horas.
La cara se le tiñó de rojo mientras el rubio se acercaba a ellos y por su mente iban viajando imágenes de todo tipo con una clara señal de prohibición para menores de edad.
-Voy a ignorar que trabajo en el departamento de tráfico antes de ponerte una multa como una catedral-dijo Ino cuando el rubio llegó a su altura.
Naruto ignoró el comentario mientras su atención se fijaba en los alrededores, al parecer algo había pasado.
-¿Qué haces tú aquí?-preguntó Kiba con un claro tono de hostilidad.
Naruto se quedó en blanco, la sorpresa que había recibido al ver aquello le había impedido urdir una explicación coherente.
-Vine a buscar a Hinata-se limitó a contestar.
La nombrada se quedó como una piedra, ¿buscarla? ¿A ella? ¿Para qué?
La cara de Kiba se contrajo de rabia, ese estúpido le molestaba un montón, con sus aires de tío rico y galán, ¿se creía que podía molestar a Hinata o a cualquiera de ellos cuando se le viniese en gana?
-Resulta que estamos ocupados, así que puedes largarte-le dijo.
Naruto le lanzó una mirada condescendiente al policía.
-Por que lo digas tú-luego lo ignoró por completo-¿qué ha pasado aquí?
-Alguien entró a robar en la casa de Hinata mientras ella estaba fuera-contestó Ino.
Los ojos de Naruto se abrieron como platos y luego se clavaron en Hinata, se acercó a ella y la agarró de los hombros, comprobando que no le habían hecho daño.
¿Ese tipo se había atrevido a entrar en su casa? ¡Demonios! tenía que hacer algo inmediatamente, se llevaría a Hinata con él pero antes tenía que quitarse a la policía de encima.
Hinata estaba aturdida mientras Naruto miraba a cada trozo y parte de su cuerpo con el ceño fruncido, ¿qué estaba buscando? esa forma de actuar y el modo en que sus manos apretaban sus hombros hizo que un escalofrío le bajase por la columna.
-¿Qué crees que haces?-dijo Kiba apartándolo de ella.
Naruto lo encaró molesto.
-Comprobar que no le hayan hecho nada.
-Bueno, bueno, relajaros chicos-dijo Ino interponiéndose entre ellos dos-haremos una cosa, ahora que Naruto está aquí puede ayudarnos a comprobar que no falta nada en la casa, ¿vale?
Kiba resopló y se alejó un paso.
-De acuerdo, nos dividiremos en dos grupos, Hinata y yo por un lado y vosotros dos por otro.
Naruto lo fulminó con la mirada, él quería ir con Hinata para hacerle ciertas preguntas pero al final se resignó y asintió.
Hinata se sentía incapaz de apartar los ojos de aquellos dos, saltaba a la vista que ninguno soportaba al otro y sintió alivio cuando Naruto aceptó sin plantarle cara a Kiba.
-Entonces comencemos, Naruto y yo vamos al pasillo de la cocina, vosotros mirad lo otro.
Kiba asintió.
La pelinegra se dispuso a seguir a Kiba hacia el pasillo que les tocaba cuando sintió una punzada de celos al ver que Ino y Naruto se iban juntos.
Ino era hermosa y Naruto...Naruto estaba como un queso, ambos hacían una linda pareja, no como ella que era bajita, flaca y poca cosa. Se reprendió a sí misma por estar pensando en eso, ¿qué le importaba a ella si esos dos acababan teniendo algo? a fin de cuentas ella y Naruto no tenían nada, no había nada entre ellos.
Pero hacía unas horas...Dios todavía podía sentir los labios de él en su boca, ese torrente devastador de emociones mientras le hacía el amor salvajemente.
Se odiaba a sí misma por haber caído tan bajo, solo le quedaba el consuelo de que no volvería a hacerlo otra vez.
Además, aún quedaba la duda sobre él, estaba casi segura de que Naruto era Kyubi pero no creía que él fuese el que robó en su casa, ¿o si? solo había dos formas de llegar desde su casa hasta la de ella y por el camino por el cual había ido la pelinegra no había pasado ningún deportivo rojo y mucho menos él a pie, pero pudo haber ido por el otro lado...
Kiba ya había empezado a revisar las cosas pero se paró al ver que ella se quedaba quieta en la puerta del cuarto mirando a ninguna parte.
-¿Te encuentras bien?-le preguntó.
Hinata salió de su ensoñación y caminó hacia el puñado de cosas que estaban tiradas en el suelo.
-Claro-contestó-empecemos a organizar esto.
Kiba la ayudó, no muy convencido.
-¿Y para que crees que vino ese tipo a verte?-preguntó.
Era cierto, ¿a qué había venido Naruto a su casa? ¿A llevarse algo que antes no había podido encontrar? eso en el caso de que él fuese el ladrón, pero sino lo era ¿a qué había ido?
-No tengo ni idea.
Kiba asintió.
-¿Cómo te fue en el interrogatorio? porque fuiste a interrogarle ¿no?
Hinata se molestó ante ese signo de desconfianza, ella era una profesional, aunque aquello no había sido exactamente un interrogatorio.
-Por supuesto que sí, pero no pude sacar nada en limpio, el tío está forrado pero eso no es una prueba definitiva.
-Yo aún así sospecho de él, no me parece de fiar, sobre todo por esa manera de estar obsesionado contigo.
Hinata casi se echó a reír por eso pero luego se dio cuenta de que Kiba estaba muy serio.
-Puede parecerte gracioso pero creo que deberías tener cuidado con él, te mira como si fueses algo... ¿cómo decirlo? algo comestible o por el estilo.
La ojiperla se quedó callada, ¿en verdad Naruto la miraba así?
-Son impresiones tuyas Kiba, él solo es un sospechoso, nada más.
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Ino llevaba todo el rato mirando a Naruto mientras ordenaban la cocina en silencio.
Dios, el tío estaba como quería, pocos hombres de los que ella había visto estaban así de buenos como él, ni siquiera Akira. Pero ella sabía a lo que atenerse, este chico llevaba escrito en la frente: ''soy propiedad de Hinata'' y ella estaba decidida a que su amiga no dejase escapar una oportunidad con un trasero tan bonito como esa.
-Bueno yo soy Ino ¿qué tal con Hinata?-preguntó de golpe.
Naruto dejó lo que estaba haciendo y se la quedó mirando.
-¿A qué te refieres?
¿La pelinegra le había contado lo sucedido esa tarde?
-Bueno no sé, ella me dijo que el día que yo la llamé por teléfono interrumpí algo, ¿no?
Naruto sonrió de medio lado al saber de lo que le hablaba la rubia, bueno creía que Hinata no era de las que contaban esas cosas pero a él no le importaba. Ya había decidido que lo único que haría por la ojiperla era vigilarla hasta que el tipo ese lo dejase en paz y después cada uno haría su vida.
-Me jodiste un poco la verdad-contestó-aunque Hinata debió agradecértelo, las últimas veces que nos hemos visto nuestra conversación acabó con ella cerrándome la puerta en los morros.
Ino también sonrió.
-Ya, bueno, ella se hace la difícil pero creo que le gustas-la rubia se acercó a él-es más, me aventuro a decir que ella también te gusta a ti.
Naruto alzó las cejas.
-No es mi tipo.
-Tú tampoco eres su tipo-contraatacó ella encogiéndose de hombros-pero soy demasiado experta en el tema para ver como reaccionáis en cuanto entráis en el campo de visión del otro y, no es que quiera sonar arrogante, pero cuando bajaste del coche la miraste a ella y a mí ni me hiciste caso, normalmente eso suele pasar al revés.
Naruto no necesitaba preguntar eso, el cuerpo de la rubia hablaba por sí solo, era cierto, por ella sentía ese típica atracción animal que sentía por todas las mujeres lindas, pero el deseo que sentía al ver a la ojiperla iba más allá de algo racional o puramente animal.
-De todas formas, ambos podéis seguir negándoos a aceptar lo que hay, pero óyeme una cosa, sino te gusta ¿qué demonios haces aquí?
Esta vez el rubio estaba preparado para contestar.
-También entraron en mi casa a robar mientras estaba en mi cuarto por eso pensé que era buena idea venir a decírselo a Hinata-contestó.
Ino lo miró con desconfianza, como sino acabase de creerse del todo la respuesta.
-¿Tú también crees que soy el famoso ladrón Kyubi?-se atrevió a preguntar.
Ino se echó a reír.
-Ni de lejos-contestó-alguien como tú no puede ser Kyubi.
''Te sorprenderías'' pensó el rubio.
-Además, él no es rubio y mucho menos lleva coleta.
Naruto medio sonrió.
-No puedes saber si es rubio porque lleva una mascara que le cubre casi toda la cabeza.
Ino se encogió de hombros.
-¿Estás reconociendo a caso que tú eres él?
El rubio sonrió ampliamente, tenía que tener cuidado, eso tenía pintas de convertirse en un interrogatorio peligroso.
-Solamente me dedico a responderte lo que es obvio.
Ino volvió a echarse a reír.
-Me caes bien.
Naruto también se rió.
-Y tú a mí.
Cuando estaban acabando de organizarlo todo Hinata y Kiba aparecieron junto a ellos.
-Nosotros ya acabamos, el ladrón no se llevó nada de las habitaciones.
-De aquí tampoco-dijo Ino.
La mirada de Kiba fue a clavarse en la azul del rubio con desconfianza.
-Naruto me dijo que habían entrado en su casa a robar mientras estaba en su cuarto.
Kiba y Hinata clavaron de nuevo su mirada en el rubio.
-¿Estando en casa no te enteraste de que entraban a robar?-preguntó el castaño con sorna.
-Mi casa es de 1.000 m2 y mi cuarto está en la parte más alejada del segundo piso, a parte las alarmas de seguridad llevan unos días esperando a ser arregladas, por su puesto que no me enteré.
Hinata le dio crédito, con lo inmensa que era la casa y sin aparatos de seguridad era imposible darse cuenta de que alguien entraba a robar si te encontrabas lejos de la entrada.
-¿Y por qué no llamaste a la policía?-preguntó Kiba.
-¿Qué crees que vine a hacer aquí?-contestó el rubio-lo menos que me esperaba es que a Hinata le robasen también.
-Puede que hayas venido aquí con esta teoría para crearte una coartada.
Naruto rodó los ojos, ese tipo si que era duro de roer.
-Si claro y por eso mi casa está totalmente patas arriba.
-Podrías haberlo hecho tú.
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