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Ayame y Bankotsu: Narcotiza mi corazon [Narcotrafico] [Drogas] [Amor] [Lemon]

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BadCapri:
Muchas gracias, Kel!  :=D: Ya luego subo nuevo capitulo, asi que atento. Espero tu comentario  :ohnoes:

BadCapri:
Capítulo 3: Atracción sexual

Ayame llegó a su tienda a eso de las 11 de la mañana. Ese día estaba nublado y hacía algo de viento, por lo que ella vestía unos leggins animal print, unos zapatos de taco alto color camel y un pullover Adidas negro ajustado. El cabello suelto y una snapback Obey blanca. El maquillaje era una suave sombra dorada en los ojos y un gloss rosa encendido, con accesorios a juego. Se había dedicado a tomar desayuno y estar con su hijo hasta más tarde. Llegando, se disponía a fumar la primera dosis de marihuana del día cuando apareció el hombre de la trenza. Bankotsu.

Se sonrieron hasta que estuvieron frente a frente. Él venía con todo su estilo de rapero a lo T.I. y esa mañana se había despertado totalmente dispuesto a hacer lo que estuviera a su alcance para conquistar a la pelirroja.

-Buenos días, linda. ¿Podré saber tu nombre?- le preguntó, a lo que ella rió un poco y no dijo nada -¿Te cuesta tanto decirlo? ¿O te asusto?- continuó, divertido. Ella rió nuevamente.

-Ningún hombre me asusta- dijo y él la miró aún con más atención, alegrándose.

-Ahora, tu nombre- insistió.

-No quiero decírtelo- dijo ella aún más coqueta y Bankotsu se estremeció. Cuánto le excitaba que una chica le dijera que no, era mucho más excitante que una chica diciendo que sí.

-Dímelo y te invito marihuana y un café. Tengo Moby Dick.

-Yo tengo mi marihuana. Purple Kush. De hecho, iba a fumar ahora- dijo, saliendo de la caja. Bankotsu la siguió.

-Vamos, volémonos juntos.

-No.

-Dame una oportunidad.

Ayame rió otra vez y lo pensó.

-Está bien. Sólo ésta vez- aseguró y salió seguida por el entusiasmado y embobado Bankotsu.

La pelirroja lo llevó al parque de enfrente y se sentaron en una banca.

-¿Te llamas...?- insistió Bankotsu.

-Ayame- dijo ella y él sonrió mientras sacaba su hierba y un blunt -¿No tienes trabajo que has venido a verme?

-No es éso, es que soy dueño de una fuente de sodas.

Con facilidad entablaron conversación y luego estaban fumándose un cigarro hecho de cogollo puro. Conversaban entretenidos por conocerse y casi no podían parar de hablar.

-¿Un café?- la invitó él, una vez que se acabó el porro.

-No lo creo, tengo que ir a la tienda- contestó ella.

-Puedes llegar un poco más tarde.

-Ok, pero sólo será un momento- dijo Ayame y se pusieron de pié. Bankotsu estaba embelesado, adoraba la forma en que ella se resistía a todo.

Caminaron algunas cuadras volados y con los ojos rojos y llegaron a un Starbucks cercano. Ayame pidió un mocha blanco y Bankotsu un mocha normal.

-¿Y tu novia, Bankotsu? No creo que sepa que estás aquí y conmigo.

-No es mi novia y no, no lo sabe pero eso no importa.

-¿No es tu novia?- preguntó incrédula ella.

-No lo es. Cree que es mi novia, pero no tiene idea.

-Entonces nunca se sabe contigo- concluyó Ayame y Bankotsu rió como viéndose descubierto. Y es que Ayame sabía identificar a un mujeriego como él.

-No es tan así.

-¿Y cómo es?

-Es que aún no había visto una pelirroja con ojos verdes- le dijo, lo que hizo reír a Ayame -¿Y tú tienes novio?

-No- contestó ella simplemente. Bankotsu lo miró extrañado.

-No puedo creer...- comenzó a decir pero se detuvo al notar la cara de "aquí vamos de nuevo" de Ayame -Muy repetido. Debes tener tus razones.

Ayame lo quedó mirando. Era uno de los pocos hombres que venía recién conociendo y que parecía entenderla.

-Claro que sí, cada mujer soltera las tiene.

-Me encantaría saber.

-Otro día puede que sepas.

Terminaron los cafés y en seguida dejaron la cafetería juntos. Bankotsu la acompañó a la tienda, hasta dejarla en la misma caja.

-Ha sido un placer, Ayame. Me pregunto si puedo tener tu número.

-Está bien- dijo ella y se lo anotó en un papel que tenía a mano.

-Estupendo- dijo él cuando lo recibió, como el ganador que recibe el trofeo -Hablamos y nos vemos, entonces.

Llegando a casa, como de costumbre, lo primero que hizo fue ocuparse de su hijo. Le ayudó a hacer las tareas, después comieron juntos y Kouga la dejó para ver los dibujos animados en su habitación. Era su momento para masturbarse.
Se apresuró a su habitación, fumó un par de dosis de Purple Kush en su bong y se puso a ver porno sin sonido en su tablet.

Bankotsu era tan atractivo, tenía ése "no sé qué" que hace mucho no veía en un chico y su mente había estado toda sucia desde que se habían despedido en la tienda. Se masturbaba a menudo, pero hace mucho que no venía con tantas ganas.

Su entrepierna se mojó rápidamente cuando se imaginó en la misma situación que la chica del video, recibiendo las caricias calientes del chico. Se quitó la ropa de la cintura hacia abajo, abrió sus piernas y comenzó a tocarse. Estuvo un momento así y adelantó el video a la parte del sexo en sí. Se excitaba cada vez más con el video, imaginando cómo sería todo con Bankotsu. La entrepierna del chico, su forma de moverse, sus caricias, sus gemidos por su causa.

No pudo más con el placer y se vino, cuando escuchó a alguien entrar en su habitación. Volteó asustada volada con los ojos rojos, rogando que no se tratara de su hijo.

-Inuyasha, podrías haber golpeado- le reclamó, bloqueando su tablet y procediendo a vestirse. El hombre de cabellos plateados y ojos amarillos rió con picardía.

-Estaba muy interesante- dijo, recordando noches anteriores junto a la pelirroja.

-Para cualquier hombre lo sería- dijo ella, molesta. Apesar de que ambos solían tener sexo a veces, ésta vez no le había hecho gracia ser sorprendida.

-Claro, sobre todo si hace tiempo que no estoy contigo- se le acercó con claras intensiones de sexo. Ayame se alejó.

-No, Inuyasha. Ahora no quiero- le dijo, sentándose para ponerse sus tacos. Él la quedó mirando. La conocía de hace unos 3 años, cuando había comenzado a trabajar para ella como su traficante. No tenían sexo muy seguido, sólo a veces, pero éso le bastaba para saber lo que había gatillado el juego privado de Ayame.

-Te estabas masturbando pensando en otro hombre- dijo, divertido.

-No te interesa- dijo ella, cruzándose de piernas aún molesta. Inuyasha rió.

-Eres una pervertida- le dijo y ella comenzó a reír maliciosa junto a él.

-Está bien, ya dime a qué venías- ordenó Ayame, poniéndose seria e Inuyasha dejó las risas.

-La venta de anfetas ha comenzado bien. Digamos que con el pié derecho. Con Miroku creemos que no durará en aumentar- explicó. Ayame suspiró satisfecha.

-Entonces fue una buena idea. Gracias, ¿ahora sí te vas?.

-No- dijo Inuyasha y se sentó a su lado, haciendo que Ayame volviera a molestarse -Quiero un aumento de sueldo.

-Eso dependerá de la venta de anfetas.

-Aumentará, así que tendrás que dármelo de todas formas.

-Ah, ¿sí?

-Sí.

-Bueno, si estás tan seguro...- dijo y fue interrumpida por el sonido de su celular. Se apresuró a tomarlo al ritmo de su ringtone Man Down de Rihanna y se extrañó al no reconocer el número -Mañana hablamos, tengo que atender. Vete- le ordenó a Inuyasha y éste simplemente se fue -Hola- atendió.

-Hola, sólo te llamaba para desearte unas buenas noches- dijo la voz masculina que reconoció de inmediato y la hizo sonreír.

-Pues yo también te deseo unas buenas noches- contestó ella.

-¿Qué hacías?

-Hablaba con una amiga, ¿y tú?

-Veía televisión, pero está aburrido.

-¿Te vas a dormir ya?

-No, no. Sólo quería hablar contigo.

-¿Sobre qué?

-Sobre nuestra próxima salida- dijo él y ella rió leve y coquetamente -¿Te gusta el cine?

-Sí.

-¿Y tienes tiempo el jueves en la noche?

-Mmm...- lo pensó y recordó que había acordado salir con Sesshoumaru -El viernes en la noche.

-Ok, paso a recogerte a la tienda a las 8. ¿Te parece?

-Me parece.

-Nos vemos entonces, linda.

-Nos vemos, un beso- dijo y le cortó. Bankotsu sonrió ampliamente.

-¿Con quién hablabas?- le preguntó Kikyo, saliendo al balcón a abrazarlo.

-Con un amigo- contestó él y se zafó de sus brazos para volver a su habitación.

-¿Te pasa algo?- lo siguió ella, extrañada.

-Nada- dijo él, sentándose a la orilla de la cama.

-Yo diría que sí. Me has estado evitando.

-No es nada, sólo estoy cansado.

-¿Seguro?- preguntó ella maliciosa y lo besó apasionadamente.

Bankotsu respondió a sus besos, pero luego ella subió el tono cuando comenzó a ponerle las manos en todos lados. Él se dejó llevar, pero la mujer que se le vino a la mente desde el principio no era la misma con la que estaba. Cuánto deseaba que fuera Ayame.

Todo lo que le estaba haciendo Kikyo lo imaginaba como si lo estuviera haciendo Ayame, con la certeza de que Ayame lo haría mucho mejor. Se decidió a hacerle el amor a Kikyo como si fuera Ayame, apesar de saber muy bien que Kikyo no le llegaba ni a los talones.

Tomó a Kikyo de una forma que ella no recordaba, como la primera vez. La tomó con deseo y pasión, como si hubiera esperado tanto para ése momento. Como si la hubiera soñado y añorado por mucho tiempo, como si el mundo fuera a acabarse. Tuvo que guardar la compostura porque su boca estuvo apunto de pronunciar el nombre de Ayame.
Cuando acabaron y pronunciaron el último gemido de placer, Bankotsu se quitó de inmediato de entre las piernas de Kikyo. Ella lo vió encerrarse en el baño, algo confundida por la forma de hacérselo de Bankotsu.

Él se miró al espejo todo sudado, algo extrañado por su repentino actuar. Si se acostaba con Kikyo pensando en todo momento en Ayame, debía ser porque lo tenía impresionado o... ¡tonterías! No podía haberse enamorado a primera vista...

Kel|Thuzad:
Empezó lo bueno  :O_o: jajaja nah mentira.. uhmm buen capi en general pero como que le falta más emoción, aun no me imagino cual podría ser el nudo de la historia pero no estaría nada mal un poco más de acción  :=D: Saludos.

BadCapri:
Capítulo 4: Bankotsu

Bankotsu era el mediano de tres hermanos y el que tenía el carácter más fuerte. Había pasado 1 año en la correccional para menores cuando tenía 19 años por ser un ladrón de personalidad intimidante. En su prontuario figuraban muchos robos con y sin intimidación, con armas blancas y de fuego y también robos de sumas considerables a varias entidades. De ahí la cantidad de tatuajes que tenía: brazos completos, ambas manos, el cuello, la espalda, uno de sus muslos y una de sus pantorrillas.

Saliendo de la cárcel, había decidido no volver a cometer delitos pero su hermano mayor Renkotsu simplemente tenía un plan que le fue difícil rechazar. Traficar metanfetaminas.

Cumplidos los 23 años, fue capaz con sus millonarios ahorros poner una fuente de sodas en el centro de Tokyo y también ayudar a su hermano menor gay Jakotsu a abrir su centro de estética integral.

Solía estar siempre con chicas pasajeras, ninguna novia oficial pues nunca se había enamorado en serio. A decir verdad, de adolescente le había gustado mucho más el dinero y no por nada traficaba.

En la mañana, estaba volado vigilando que el día comenzara bien en su fuente de sodas cuando su celular sonó.

-Renkotsu- contestó, dejando todo para adentrarse en su oficina.

-Lamento molestarte, pero es que Hiromi no me ha entregado el dinero aún.

Bankotsu resopló enojado.

-Ok, avísale a Naraku. Los veo en su casa- le dijo, y se apresuró a tomar su auto.

Luego de una media hora, Bankotsu se reunió con ambos en un barrio de clase baja.

-Hola- les dijo a los dos.

-¿Estás seguro de hacerlo?- le preguntó el hombre calvo, Renkotsu. El hombre a su lado tenía los cabellos negros, largos y ondulados y los ojos color vino.

-Claro que lo está- contestó él, Náraku.

Bankotsu los ignoró, se acercó a la puerta de la humilde casa y golpeó. Un muchacho se asomó por la ventana pero luego se escondió asustado. Entonces abrió.

-Hola, Bankotsu- le dijo, haciéndose el tonto. Éste lo tomó y elevó violentamente de la ropa, entrando a su casa siendo seguido por Renkotsu y Naraku.

-¿Dónde está mi dinero?- le preguntó, enojado.

-Iba a llevártelo, en serio- se disculpó Hiromi.

-Lo quiero ahora.

-Hoy no tengo ni un yen, prometo tenerlo todo mañana.

-Ah, no- le dijo y manteniéndolo suspendido en el aire, se dirigió a Renkotsu y Naraku -Tomen todo lo de valor.

-No, mis cosas por favor no- suplicó preocupado Hiromi. Los dos registraron y tomaron todo aquello que fuera de valor, sacándolo de la casa.

-Estaría bueno que te buscaras a otro del cartel. Porque yo no te venderé ni un cristal más- dijo Bankotsu y le propinó un puñetazo que lo dejó sangrando en el suelo. Salió de la casa siendo seguido por Renkotsu y Naraku -Así de simple. Nos vemos- dijo satisfecho y se subió a su auto.

Camino de vuelta a la fuente de sodas, decidió que no era mala idea pasarse a saludar a su hermano Jakotsu. Se quedó en la entrada a observar con cuidado al gay discutir con su pareja. La discusión subió de tono, hasta que el hombre le dió una bofetada a Jakotsu. Bankotsu no controló sus impulsos de rabia y corrió a darle un puñetazo al hombre.

-¡Hermano, no!- le rogó Jakotsu, asustado.

-¿Qué te crees para golpear a mi hermano?- le gritó y todos en el centro de estética se quedaron callados al ver el escándalo. El hombre se levantó asustado y sangrando y se fue corriendo.

-¡Cariño!- lo llamó Jakotsu, comenzando a sollozar.

-Que se vaya- le dijo Bankotsu y lo arrastró al baño -Lávate la cara y cálmate. Ya pasó todo.

Jakotsu siguió la orden de su hermano y mojó su cara.

-Creo haberte dicho que él no es tipo para tí- lo regañó enojado el moreno mientras su hermano se secaba la cara.

-No puedo, hermano.

-"¿No puedo?" ¿Es ésa la respuesta debilucha que vas a darme? Jakotsu, él te golpeó- esperó respuesta de su hermano, pero él continuaba intentando no llorar de nuevo -¿Desde cuándo lo hace?- preguntó y Jakotsu no dijo nada -Te hice una pregunta.

-Ésta es la tercera vez ya.

-¿Tercera vez? No puedo creerlo.

-Estoy enamorado, Bankotsu.

-No puedes enamorarte de alguien que te golpea- dijo el moreno, sacando su hierba para armar un porro.

-Como si supieras mucho de amor. Nunca te has enamorado- le reclamó Jakotsu y él se quedó callado -Cuando te enamoras, aceptas muchas cosas.

-Pues espero no enamorarme nunca.

Jakotsu lo miró un momento y lo dejó a solas. Lo más probable era que tuviera razón pues no era primera vez que veía una situación así. Realmente, siempre le había sonado mal eso del amor. Aunque no podía predecir que estaba apunto de ser su turno.

En un parque, una colegiala de cabellos negros y ojos café llegaba con su mochila a sentarse en una banca. Mirando a todos lados, parecía que esperaba a alguien. Al rato se le acercó un muchacho con uniforme de escuela.

-Hola, Kagome- la saludó éste.

-Hola- lo saludó ella, mientras el chico miraba a todos lados también.

-¿Lo tienes?

Kagome sólo asintió.

-Quiero el dinero primero- ordenó.

-Vamos, quiero verla.

-El dinero- repitió, comenzando a molestarse.

-Muéstramela y te entrego el dinero de inmediato.

La chica se vió obligada. Volvió a mirar a todos lados y con mucho cuidado sacó una bolsa más o menos mediana con algo adentro que parecía vidrio molido.

-¡Arriba las manos! Policía- gritó el chico, apuntándola con un arma. Ella abrió los ojos de sorpresa pero se mostró resignada. Se le acercaron dos policías más disfrazados y le pusieron las esposas.

-Una colegiala bonita como tú vendiendo meta- le dijo uno, enseñándole la bolsa.

-Es una vergüenza- dijo el otro y se la llevaron.

Bankotsu estaba indignado cuando Kagome lo llamó desde la estación de policía. Se le pasó lo colocado que estaba de puro enojo. Al parecer, no era su día.

Asistió a la estación con un disfraz improvisado para pasar desapercibido. Pagó la multa y soltaron a Kagome. No hablaron nada hasta que se subieron al auto.

-Dios, te agradezco mucho que hayas venido tan rápido. Ya me veía pasando la noche aquí- dijo la chica, aliviada.

-Eso no es nada- le dijo Bankotsu, refiriéndose a que obviamente la cárcel era lo peor -Esto te valdrá una rebaja en tu sueldo de éste mes- dijo, muy enojado.

-¿Qué? ¡Pero si fue sin intención!- reclamó Kagome.

-La multa no salió muy barata que digamos y la culpa es tuya.

-No fue mi culpa, fue mala suerte.

-Culpa, mala suerte, como lo llames. Parece que no fue buena idea contratar a una niña de 16 años.

-¿Vas a despedirme? ¡Por favor no!

-Si quieres quedarte, haz el favor de andar más despierta. El material no se muestra sin que te entreguen el dinero. Y una entrega nunca se hace en un lugar tan abierto como un parque, a no ser que no sea tan concurrido. Piensa las cosas antes de hacerlas. Ésto no es un maldito juego de adolescentes, Kagome- la regañó.

-¡Está bien, está bien! Estaré más atenta. Lo prometo- dijo Kagome.

Dejando a Kagome cerca de su cara, era momento de volver a la fuente de sodas. Estaba apunto de irse a su oficina a fumar marihuana nuevamente, cuando vió entrar una pareja de enamorados a la que quedó mirando unos momentos. La chica tenía el cabello rojo encendido, lo que le recordó a Ayame y el chico tenía un leve aire a él. Sonrió levemente sonrojado al imaginarse en la misma situación acaramelada con Ayame. Por primera vez a sus 28 años... estaba pensando en el amor.

Kel|Thuzad:
Y la acción, donde está la acción?  :=V: jajajaja no mentira, buen capi, me alegra de que hayas introducido parte de la historia de Bakotsu  :=D: El mundo del narcotráfico tiene varias aristas y mucho contenido que explotar, es bueno que hayas comenzado a  alimentar tu imaginación viendo series relacionadas a esa temática, va ayudar mucho!

PD: Espero siguiente capi
PD2: Yo también espero nunca enamorarme  8)

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