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[+16]Reflejos de mi pensamiento[S&S]
Dresti:
Nombre: Reflejos de mi pensamiento
Autor: Dresti
Género: drama
Clasificación: +16
Advertencias: por ahora solo lemon y más adelante.
Publicaciones: MundoSasuSaku, arteanime y Fanfic.es
Resumen: Hacía tiempo que Sasuke se había abandonado a la oscuridad del mundo, el dolor sufrido tras el accidente en el que su padre había muerto había causado que su vida se desmoronase y solo se centrase en una especie de venganza que lo llevó a realizar crímenes impensables.
Tras sufrir una sobredosis es destinado a un centro social de Konoha donde conoce a Sakura, una chica ciega con un extraño pasado.
El amor y el destino los unirán, pero...¿qué tiene que ver Sakura con el accidente en el que murió su padre?
Hola gentee^^ pues bien aquí vengo yo con otra historia SasuSaku, ¿raro, no? xD
Bueno antes que nada quisiera aclarar una cosa, los dos primeros capítulos, este y el siguiente, son como una especie de prólogo donde explico como eran las vidas de los protagonistas antes del fatídico accidente, en este es la de Sakura y en el siguiente la de Sasuke.
Que no os extrañe si veis descripciones muy precisas de ciertos lugares donde viven los personajes, lo hice expresamente para que a lo largo de la historia veáis como ha cambiado su vida.
Bien sin más que decir me despido deseando con todas mis fuerzas que os guste, a leer^^
Prólogo 1.Sakura Haruno
16 de Abril de 2007, Ciudad de Konoha, afueras de la ciudad, 7:30 de la mañana.
El cuarto estaba a oscuras aunque podía apreciarse que era espacioso debido a las finas líneas de luz que entraban a través de la persiana bajada, pequeños rayos de sol que indicaban el inicio de un nuevo día y que se reflejaban como claras y pequeñas serpientes en el gran espejo de pie que se encontraba de frente a la ventana. El cuarto, aún a expensas de estar a oscuras, daba sensación de libertad, puesto que era bastante amplio. Si uno se fijaba hasta podía apreciar que lo sería más sino fuese por el hecho de que estaba lleno de muebles y objetos pertenecientes a un estilo de habitación claramente de una adolescente.
El armario tal vez era lo que más llamaba la atención, colocado al fondo de todo, empotrado en la pared, era de madera de caoba, pintado de rosa y blanco, traída desde Europa, constaba de cuatro puertas correderas que escondían la ingente cantidad de ropa de la que podía permitirse comprar su dueña, y allá, en una de las puertas correderas, donde debía haber madera había un espejo. Junto al armario, y haciendo esquina con este, se encontraba una inmensa estantería blanca y de diseño moderno llena de zapatos de todos los colores, formas y modelos, demostrando la actitud poco conformista y derrochadora de la compradora. Al lado de la estantería se encontraba el espejo de pie donde se reflejaban los rayos de sol y la silueta del pequeño puf rosa que tenía justo delante, el cristal, así como la madera, estaba hecho de caros materiales importados, incluso cerca del remate de la madera habían colocado pequeños rubíes, simulando lágrimas, engarzados en finas líneas de oro. En frente, justo al lado de la ventana, habían colocado un tocador de los mismos materiales donde se podían apreciar productos de belleza de las marcas más caras.
La habitación, en forma de L, permitía crear una sensación de dos espacios de los cuales, el primero hacía de función de ropero mientras que el segundo ofrecía el resto de funciones. En frente de la puerta había un escritorio de color rosa, sobre él un portátil Toshiba, un puñado de papeles y unos cuantos libros que llevaban acumulando polvo durante varios meses aunque conservaban su envoltorio, claro signo de que habían sido comprados pero no leídos, en frente del escritorio, justo en la esquina baja de la L, había una enorme pantalla plasma de negro mate, delante de ella, una mesita de cristal que soportaba el peso de las Play Station, los mandos de la consola y de la televisión y los juegos, y cuatro pufs de color rosa que rodeaban la mesa y funcionaban como asientos de ese improvisado cine. A los lados de la televisión había dos baldas llenas de películas y CDs de música y sobre esta, una más grande que soportaba el peso del Home Cinema. Entre la zona de ocio y el ropero se abría una impresionante puerta corredera de cristal que daba paso a un jardín privado rodeado de enormes setos que impedían la vista de los curiosos del exterior y que albergaba una pequeña piscina rodeada de hamacas.
Por último, de nuevo en el interior de la habitación, y situada entre el escritorio y la zona de la televisión, se encontraba la cama de metro ochenta de color blanco y rosa, junto a una mesilla blanca que albergaba toda clase de pequeños objetos personales, entre ellos un despertador digital que empezó a sonar cuando llegó exactamente a las 7:30.
Del interior de la cama salió un gruñido y un perezoso brazo salió de debajo de las mantas en dirección al implacable despertador. El aparato dejó de retumbar pero su sonido fue sustituido por el de las sábanas al ser retiradas.
-Maldita sea-gruñó.
De la cama había salido una adolescente de dieciséis años, con el pelo rosa alborotado y el pijama negro de Hello Kitty de verano todo descolocado. Se quitó el protector de ojos rosa que utilizaba para dormir y bostezó mientras se frotaba la cara. Odiaba madrugar y sobretodo si era para ir al maldito instituto, aunque solo faltasen dos días para que les diesen las vacaciones de verano. Resignada y refunfuñando salió de la cama y se dirigió hacia la puerta del baño, curiosamente al lado de su propia cama. Encendió la luz y sonrió, le encantaba su baño, en especial el jacuzzi. Se lavó la cara en el lavabo y se miró al espejo, tenía ojeras a causa de la fiesta del día anterior en la casa de Karin que había durado hasta las tantas de la madrugada.
Salió del baño y se fue directa al armario, mitad de la ropa que guardaba la había comprado hacía dos meses así que ya no le valía, se dijo que esa misma tarde debía ir de compras para renovar su vestuario, alguien como ella no podía permitirse llevar ropa de dos meses de antigüedad, era algo totalmente antiestético. Al final se decantó por un conjunto veraniego compuesto por una falda corta de pliegues de color blanco y una camiseta ancha de color rosa palo con letras negras que le dejaba los hombros al descubierto y los tiró sobre el puf. Seguía a oscuras así que abrió las persiana de la ventana y la puerta acristalada y permitió que la luz de la mañana entrase a su cuarto bañándole la cara. Iba a ser un día caluroso. Centrándose de nuevo en su vestimenta escogió unas sandalias de estilo romano color blanco y con algo de tacón que se anudaban por el tobillo y las mandó junto a la ropa, ya se vestiría después, ahora debía echarse sus cremas para hidratar la piel y borrar las dichosas marcas que la fiesta había provocado en su cara.
Terminó quince minutos después y se vistió, se peinó recogiendo el pelo largo en una cola alta y se echó un poco de maquillaje, sombra de ojos clara, un poco de rímel, colorete y brillo rosa claro. Se puso las lentillas en sus ojos verde jade, las odiaba porque le daba asco meterse cosas en los ojos pero tenía miopía desde los siete años y prefería eso antes que las estúpidas gafas. Volvió al armario y recogió su pequeño bolso marrón claro donde guardaba sus efectos personales y salió del cuarto.
La enorme casa donde vivía junto con sus padres ya bullía de actividad, el servicio danzaba de una habitación a otra cargando con sábanas y otros enseres para comenzar la rutina diaria de limpieza que su madre exigía con gran severidad. Echó a andar por el pasillo, ignorando los caros jarrones con flores frescas que lo rodeaban y a la pobre muchacha que las estaba cambiando, con la cual por cierto, se chocó.
-¡A ver si miras por donde vas palurda!-gritó abofeteando a la chica de pelo castaño, apenas dos años mayor que ella-¡casi me manchas la ropa! ¡¿Sabes cuanto cuesta, estúpida?!-luego sonrió con burla-que va a saber una paleta de pueblo como tú, lárgate de mi vista.
-Si, señorita Haruno-respondió antes de salir corriendo de allí con lágrimas en los ojos.
Por su parte la peli rosa continuó su camino y abandonó el pasillo bajando por uno de los tramos de la doble escalera que conducían hacia el piso inferior, donde se encontraban, el salón, el comedor y en la parte trasera la cocina, atravesó el amplio recibidor, sobrio y con poca decoración salvo la impresionante araña que colgaba del techo, y entró en el comedor, donde su padre se encontraba leyendo el periódico y tomando el desayuno a la cabeza de la larga mesa de madera cara. La chica se sentó al lado de él.
-Buenos días, papá-saludó.
-Buenos días, Sakura-contestó él apartando el periódico y revelando un rostro cansado decorado por un pelo negro cada vez más canoso-ayer a la noche llegaste muy tarde.
Sakura rodó los ojos.
-Es mi vida papá y si vas a entrometerte saldrás perdiendo-contestó de mala gana.
Su padre se encogió de hombros y volvió a lo suyo.
Por la puerta entró una sirvienta y colocó delante de ella el desayuno que tomaba cada mañana, dos tostadas de pan integral, un vaso de zumo y otro de leche de soja.
-¡Esto no es pan integral!-exclamó furiosa al probarlo.
La sirvienta se encogió, aterrada, todos conocían el temperamento fuerte y caprichoso de la señorita y que sus padres le daban todo, por lo que si algo o alguien descontentaban a Sakura sus padres no dudarían en echarlo de esa casa para siempre.
-¡¿Es qué nadie en esta casa sabe hacer nada?!-exclamó furibunda.
-En seguida se lo cambio señorita...
-¡Déjalo, seguro que me acabarías envenenando!-exclamó-me voy al instituto, esta casa es un suplicio.
Enojada abandonó el salón y salió poco después por la puerta de la calle. El chófer, al verla, le abrió de inmediato la puerta trasera de la limusina y la ayudó a entrar, poco después el flamante vehículo partió raudo por las calles de aquel barrio rico, por delante de otras muchas mansiones hasta acabar por detenerse en la entrada del instituto privado al que asistía la peli rosa.
El Konoha High School era uno de los más prestigiosos del país y se jactaba de contar entre sus alumnos a personalidades tan importantes como hijos de grandes actores y cantantes o descendientes de prestigiosos empresarios, en el caso de ella era por partida doble, su madre era una importante actriz y su padre uno de los empresarios más prestigiosos del país, por lo que dentro de la élite se la podía considerar como una persona intocable. La instalación era prácticamente actual, ya que había abierto veinte años después, y contaba con club deportivo y otras estancias de lujo, aún así ella odiaba ir allí.
Al rato de abandonar la limusina vio como sus amigas, Karin y Tayuya, ambas hermanas, la primera un año menor que la segunda, se acercaban a ella. Al igual que Sakura, sus padres eran muy ricos y por eso siempre iban juntas a todos los lados, porque sus padres hacían lo mismo. Su mejor amiga, Karin, llevaba justamente el mismo conjunto de ropa que ella, lo que la enfureció.
-¡Cámbiate ahora mismo!-le ordenó-¿cómo se te ocurre presentarte con la misma ropa que yo? ¡Vete, ahora!
-Pero Sakura...-intentó decir la pellirroja.
-¡Ahora!
Karin agachó la cabeza con una mirada de furia que la peli rosa no llegó a ver y se marchó corriendo, dejando a su hermana sola con la que era ''su mejor amiga''.
-Bonita ropa Tayuya, es bueno saber que al menos tú conservas criterio para vestir.
La chica había escogido un short blanco vaquero y una blusa beige de manga corta. Tayuya también era pellirroja y se parecía mucho a su hermana Karin, aunque ambas eran diferentes entre si, aunque de eso Sakura a penas sabía nada, no le interesaba como fuesen sus amistades si tenían lujos y dinero, a ella solo le importaba eso.
-Gracias, me alegra que te guste-contestó la otra.
Era frecuente, en el instituto todo el mundo se molestaba por gustarle a Sakura, porque Sakura le hablase o fuese su amiga así que hacían todo lo que ella les pidiese para contentarla.
Ambas entraron en el instituto, ganándose las miradas de todos a su alrededor, cosa que complació enormemente a la peli rosa más aún así su sonrisa se cambió por una mueca de asco cuando sus ojos se posaron en una chica.
-¿Esa todavía sigue aquí?-preguntó con desagrado.
Se refería a Hinata, una chica de familia humilde que había entrado al instituto gracias a una beca. Sakura la odiaba por eso, no comprendía como podían permitir que la chusma se juntase en un sitio que claramente no correspondía a su clase, además siempre iba vestida como una pordiosera, ese día en concreto llevaba unos vaqueros gastados con una camiseta de tirantes azul marino desteñida a causa de intensos lavados, el pelo le caía suelto, algo despeinado y por fi fuera poco era tan torpe que al verla a ella había desparramado todos los libros por el suelo.
-Mira quién está aquí Tayuya, la pobretona-dijo con tono de burla pisando el libro que iba a recoger la pelinegra-¿todavía sigues por aquí? ¿Nadie te dijo que este lugar no es un sitio para alguien como tú? ¡Regresa a la pocilga con tu mugrienta familia!
Hinata, intimidada, soportó las carcajadas de todo el mundo y continuó recogiendo sus cosas sin decir nada.
-¿Puedes quitar el pie para que recoja mi libro?-pidió atemorizada.
La peli rosa la miró con furia y la agarró de los pelos, provocando que la pelinegra soltase un grito de dolor y cerrase los ojos.
-¡Como te atreves a hablarme, mugrienta!-le gritó mientras los demás seguían riéndose-¡si vuelves a hacerlo haré que te echen de aquí de inmediato!
-No por favor-rogó la pelinegra con lágrimas en los ojos-si me echan de aquí no podré estudiar.
Sakura soltó una carcajada.
-¿Y crees que me importa?-dijo tirándola al suelo-¡mantente alejada de mí!
Sakura y Tayuya se marcharon, dejando a Hinata tirada en el suelo y a los demás riéndose de ella. Atravesaron las zonas de las taquillas, hasta llegar a los baños de donde salió Karin con un vestido rojo y se unió a ellas en silencio. Los ojos de Sakura se volvieron a posar en otra persona, esta vez en un chico alto de piel oscura y pelo castaño, llevaba una camisa azul clara de manga corta con los primeros botones sin abrochar y unos pantalones negros combinados con unas zapatilla a cuadros blancos y negros. Kiba sonrió y posó sus ojos zorrunos sobre Sakura, quien se acercó a él y le dio un fogoso beso en los labios. Eran novios desde hacía cinco meses, y ambos eran los más populares del instituto, como debía ser.
-Ayer no te vi en la fiesta-dijo ella-y Karin te había invitado.
Kiba dirigió una mirada suspicaz a la pellirroja, todavía en silencio, y luego se dirigió de nuevo a su novia.
-Tenía otras cosas que hacer, pero a la de esta noche voy sin falta.
-Más te vale porque es en mi casa y debo aprovechar que mis padres se van de viaje-dijo-además, asistirá toda la adolescencia de la clase alta de Konoha.
Kiba asintió.
-Sin duda allí estaré.
16 de Abril de 2007, ciudad de Konoha, afueras de la ciudad, 23:00 de la noche.
La casa de la peli rosa estaba llena hasta reventar, había asistido, como bien había predicho, todos los hijos de la gente acaudalada que vivían en la ciudad. Observó la estancia, se encontraba en el salón de la casa, sentada en una de los sofás blancos con un vaso de vodka con kiwi en la mano, a su alrededor la música estaba a todo volumen y la gente bailaba, gritaba, reía, comía y bebía hasta hartarse.
Sentados cerca de ella se encontraban sus dos amigas, Tayuya y Karin, y su novio Kiba, que ya estaba algo borracho y de vez en cuando gritaba cosas poco apropiadas a las chicas, sin importarle que su novia se encontrara justamente en su presencia. Por eso y por otras cosas, lejos de lo que ella había pensado la fiesta no la estaba divirtiendo, no se encontraba cómoda con la ropa, un vestido vaquero blanco de tirantes anchos y escote de cremallera que le había regalado su padre hacía un mes tras regresar de un viaje a Tailandia, ella se lo había aceptado por puro formalismo, lo que no entendía era qué la había impulsado a ponérselo esa noche cuando estaba claro que no le gustaba, y luego estaba Kiba, que no hacía más que dejarla en evidencia. Hastiada se levantó del sofá, llevando consigo su copa y salió del salón. El vestíbulo también estaba lleno de gente y muchos se acercaron a ella en un intento de entablar conversación pero la ojijade los ignoró, lo único que quería en ese momento era subir a su habitación y cambiarse de ropa.
La puerta de la entrada se abrió, Sakura lo supo porque a pesar del la música alta la puerta era tan grande como el ruido que hacía al ser abierta, por curiosidad miró a ver quién era el recién llegado y no pudo más que contraerse de ira al ver quién era. La muy estúpida de Hinata estaba allí, se preguntó como demonios se había enterado de la fiesta y sobre todo como se atrevía a ir la muy descarada, y eso no era lo peor sino que, muy a su pesar, la chica estaba guapísima. Llevaba un sencillo vestido blanco de tirantes hasta la cintura y el pelo suelto le brillaba. La chica parecía preocupada y nerviosa y cuando vio a Sakura dio un respingo de... ¿alivio? La peli rosa observó atónita como la pelinegra se acercaba a toda prisa hacia ella y le hablaba con el mayor descaro.
-Sé que no te caigo bien y que estás furiosa conmigo por aparecer en estos momentos pero créeme que no habría venido si no fuese por algo importante-dijo mientras intentaba recuperar el resuello, al parecer había ido corriendo-lo oí en el instituto, ni si quiera sé si es verdad, pero a pesar de todo debía advertirte, me he enterado de que alguien quiere hacerte daño, hoy, esta noche, estás en peligro.
Sakura, que había asistido anonadada a esa confesión, prorrumpió en sonoras carcajadas.
-De verdad pobretona, mira que inventarte una excusa tan patética para venir a mi fiesta-dijo-¿qué alguien quiere hacerme daño? a ver dime quién.
-La verdad no lo sé, nadie dijo quién solo que iba a pasar y...
-Eres más patética de lo que pensaba-la interrumpió-no hay más que verte, ¿de dónde sacaste ese vestido? ¿De un estercolero?
La pelinegra agachó la cabeza, avergonzada e intimidada.
-No sé como te atreves a venir aquí después de dejarte claro que me das asco, y por encima me mientes.
En un gesto de gran crueldad Sakura agarró su copa de Martini y se la echó por encima a Hinata, mojándole el pelo y el vestido. La peli rosa se echó a reír mientras Hinata se veía incapaz de contener las lágrimas ante tamaña humillación, ella solo había querido ayudar.
-Deberías agradecérmelo, acabo de bañarte con un Martini carísimo, lo más caro que tu asquerosa vida llegará a tocar y ahora largo.
Hinata salió corriendo de la casa, sollozando.
Sakura soltó un bufido al darse cuenta de que unas gotas de Martini habían manchado su propio vestido y el pelo, menos mal que se lo iba a quitar porque sino hubiera salido detrás de Hinata y matarla por mancharle la ropa. Atravesó el vestíbulo a empellones y subió por las escaleras, en el piso de arriba había algunas parejas y no dudaba que algunas habitaciones estarían siendo usadas, por suerte había dejado cerrada la suya con llave. Abrió y se encerró dentro, disfrutando por un momento de la paz que se respiraba. Después se desvistió y fue al armario, de donde sacó unos shorts verdes, una camiseta de tirantes negra y una boina de cuadros grises y negros muy mona que se había comprado en París, ahora no tenía tiempo de lavarse el pelo y no podía salir con él manchado, se lo recogió en dos moños y se puso la boina. Cuando ya estuvo lista volvió a salir por la puerta.
Al llegar al salón vio que alguien había pagado la luz y encendido la bola de discoteca por lo que ahora todo estaba mucho más oscuro, en los sofás encontró a sus amigas pero ni rastro de su novio.
-¿Dónde está, Kiba?-preguntó a gritos para hacerse oír.
-Se fue con una rubia hace un rato y no lo hemos vuelto a ver-contestó Karin.
-¡¿Y vosotras habéis dejado que se fuera?! ¡Sois imbéciles, si alguien los ve empezarán a burlarse de mí!
-No te hubieras ido-contestó Karin.
Sakura no entendía que le pasaba últimamente a su amiga, estaba muy altanera y borde.
Con un bufido salió de allí en busca de su novio, no hizo falta que saliera del salón, lo encontró al otro lado del espacioso lugar, dándose el lote con una rubia que ella no conocía. Se puso enferma de ira, era cuestión de tiempo que alguien se diese cuenta de quién era él y empezasen a correr los rumores, ella no pensaba soportar semejante humillación. Decidida separó a los dos amantes, la chica rubia la miró horrorizada al reconocerla pero Kiba no pareció ni inmutarse. Furiosa como estaba Sakura agarró uno de los micrófonos de la mini cadena de paso que apagaba la música.
-¡Atención, quiero dar una noticia!-gritó a través del micrófono, atrayendo la atención de los demás-¡voy a dejar a mi novio!
La sala se quedó en completo silencio, deseosos de saber por qué, Sakura paladeó el momento con placer, Kiba pagaría muy caro lo que acababa de hacer, dejarla, a ella, que era la más popular, nadie humillaba a Haruno Sakura y salía vivo para contarlo.
-¡La razón es porque no sabe satisfacer todas mis necesidades!-el silencio se volvió aún más pesado-¡Kiba es un negado en la cama! ¡Es virgen y además la tiene pequeña!
El silencio fue sustituido por una atronadora ola de carcajadas. Sakura se giró y vio con deleite como el chico la fulminaba con la mirada, lleno de odio, y poco después se iba de allí, humillado. La alegría de la peli rosa duró más bien poco tiempo, un tipo moreno y con una sonrisa estúpida en los labios se acercó a ella.
-Así que tú eres Sakura ¿no?-se le notaba en el tono que estaba borracho.
La peli rosa lo miró con desaprobación en intentó irse pero este la sujetó del brazo.
-Si estás disgustada porque tú novio no te da lo que tú quieres yo puedo hacerlo-dijo tocándole uno de los senos con la mano, descaradamente.
-¡Suéltame sabandija asquerosa!-gritó ella intentando sacárselo de encima.
La cara del chico se contrajo de ira.
-¡Eres una puta! ¡Sabes que quieres esto! ¡Yo te daré tu merecido!-dicho esto se abalanzó sobre ella, en busca de sus labios.
Sakura forcejeó pero le fue imposible librarse y sintió con asco como ese imbécil la manoseaba.
-¡Sai, para ya!-gritó otro chico tras ellos.
Sakura vio su salvación cuando un chico rubio de su edad le quitó a ese baboso de encima, ella le dio una bofetada.
-Tendrás que disculparlo, está borracho y no sabe lo que hace-dijo el rubio, al parecer no se había dado cuenta de quién era ella.
-¿Tú sabes con quién estás hablan...?-empezó.
-Hmp, ¿qué pasa aquí?
De la nada había aparecido otro chico, y menudo chico, pensó la peli rosa, era altísimo y guapísimo, el pelo negro le caía desordenadamente en mechones en la escultórica cara de piel blanquísima, los ojos de Sakura viajaron por todo su cuerpo, simplemente era perfecto a pesar de que solo llevaba unos vulgares vaqueros y una camiseta negra de manga corta floja. No era rico, pero ese problema lo compensaba semejante físico. No lo conocía pero sin duda era la primera vez que se alegraba de que alguien pobre entrase en su casa.
-Mi padre acaba de llamar, dice que está afuera esperándome, debo marcharme-continuó él, sin mirarla, es más ni siquiera pareciese que se hubiese percatado de la presencia de ella, algo que sin duda la enfureció, además, también estaba algo borracho-dice que sino salgo entrará él a buscarme.
El rubio, que seguía aguantando al que había agredido a Sakura, se encogió de hombros con resignación y los tres se marcharon, sin siquiera dirigirle la palabra.
-Aarg-exclamó, sin duda alguna aquella era la peor noche de su vida.
Fue hacia los sofás en busca de sus amigas pero no encontró a ninguna de las dos. Le sonó el móvil, tenía un mensaje. Aparecía como número oculto.
''Vete al parque de delante de tu casa, necesito hablar contigo''
Se extrañó, ¿quién podía ser? ¿Y por qué quería verla en el parque de en frente pudiendo hacerlo en su casa?
Tal vez era Kiba que quería ajustar cuentas, o cualquiera de sus amigas que le querían dar una sorpresa. Guardó el móvil y salió de salón en dirección a la calle, tras llegar a la puerta a empellones la abrió y salió a fuera. Miró hacia el parque intentando ver a alguien pero solo distinguió sombras, a ninguna persona, el resto de la calle estaba desierta. No tenía muy buena pinta, podría ser una trampa de alguien que quisiese secuestrarla y pedir un rescate pero aún así se dirigió hacia el borde de la acera, observó la carretera, era bastante ancha, unos doscientos metros, le recorrió un escalofrío.
Dio el primer paso y así sucesivamente hasta llegar a mitad de la carretera, oyó el sonido de un coche acercándose a toda velocidad, giró la cabeza, y aterrada, comprobó como el coche se le venía encima, no tenía tiempo de escapar.
El impacto fue tremendo, la peli rosa salió disparada por los aires y fue a caer al otro lado de la acera golpeándose con el bordillo fuertemente en la cabeza, un hilillo de sangre le brotó de un lado de la cabeza. Perdió la consciencia de inmediato. El coche se dio a la fuga.
16 de Abril de 2007, ciudad de Konoha, Hospital General, 00:00 de la noche.
Las puertas del hospital se abrieron de sopetón dando paso a los del samur que empujaban una camilla donde una chica peli rosa de dieciséis años reposaba en estado muy grave.
-¡Atropello! ¡Mujer, dieciséis años, traumatismo craneal y varias fracturas en el brazo derecho y las costillas!
Un médico se aproximó de inmediato.
-Este golpe en la cabeza es muy feo-dijo al ver como el hueso del cráneo se había astillado-es una suerte que siga viva, mandadla a hacer las pruebas pertinentes, las fracturas pueden esperar, me preocupa la situación del cerebro.
Unos celadores sustituyeron a los del samur.
-Tenemos una noche de accidentes de tráfico-comentó uno-hace nada acaban de traer a un padre y a su hijo, el señor murió y el chaval está muy grave, al parecer se chocaron con otro coche.
-¿Y el tipo del otro coche?-preguntó el otro.
-Ni idea-se encogió de brazos-lo gracioso es que no lo encontraron, solo estaba el coche vacío, así que si huyó será porque está bien.
En ese momento fueron interrumpidos por un matrimonio que llegaba corriendo, llevaban ropas muy caras y los dos en seguida conocieron a la mujer, erala famosa actriz Yuko Haruno, y ese debía ser su marido, sin duda los padres de Sakura, la chica que acababan de traer.
-¿Dónde está nuestra hija?-preguntó la mujer desesperada.
-TRanquilícese señora, su hija está viva y los médicos la están atendiendo.
-¿Qué tiene?-preguntó el padre-dígannos algo.
-Nosotros no sabemos nada, solo que tenía un golpe en la cabeza y varias fracturas.
-Oh Dios, mi niña-sollozó la madre-no teníamos que haberla dejado sola no...
Los dos padres se abrazaron.
-Nosotros debemos marcharnos, pero en seguida vendrá un doctor a buscarlos y informarles sobre la situación-dijeron los del samur antes de irse.
Tenían razón, media hora después un doctor apareció por allí preguntando por ellos.
-¿Cómo está mi hija, doctor?-preguntó Yuko.
El hombre agachó la cabeza, incapaz de mirarlos a los ojos, siempre era difícil dar ese tipo de noticias a los familiares.
-Su hija está en coma-contestó-su situación es delicada pero estamos seguros de que podrá superarlo aún así...
El doctor dejó la frase en el aire.
-¿''Aún así'' qué, doctor? por Dios hable.
El hombre tomó aire.
-Sakura no volverá a ver nunca más.
Dresti:
Hola gentee!! bueno aquí vengo rápido con la continuación, esta ya es la última parte del prólogo, la historia en sí comienza en el próximo capítulo.
Sé que he iniciado la historia de una manera muy rara que nadie se esperaba pero en eso consiste ser escritor, escribir algo diferente, así que por favor pido que no se juzgue mi historia por los primeros capítulos y esperéis por lo menos hasta que tenga unos cuantos publicados ya que en realidad el principio no se corresponde con el desarrollo de la historia en sí sino que es un modo de explicar como era la vida de los personajes antes de que sufrieran el accidente.
Ah, si, como siempre gracias a las personas que leen y comentan, me hacéis muy feliz, espero que este capi os guste^^
Prólogo 2.Sasuke Uchiha
16 de Abril de 2007, ciudad de Suna, afueras de la ciudad, 7:30 de la mañana.
Empezaba a salir el sol detrás de la innumerable fila de mansiones situadas en las afueras de la ciudad. A pesar de lo temprano del horario ya eran numerosos los lujosos coches que recorrían la ancha carretera y en las mansiones ya se podía escuchar las voces de las familias.
La mansión de los Uchiha no era la excepción, desde el amplio ventanal del salón que daba a la calle se veían las cuatro figuras de los componentes de la familia sentados a la mesa tomando el desayuno que una de las sirvientas les servía.
Los tres comían en silencio, la madre de largo pelo negro y ojos del mismo color comía todo con tranquilidad como siempre, limpiándose con cuidado las blancas mejillas y los finos labios. El padre, con el ceño fruncido debajo de sus pobladas cejas, leía el periódico mientras se retiraba el pelo castaño de la cara y daba pequeños sorbos a su taza de café. Los dos hijos, uno de veintitrés años y el menor de dieciocho imitaban la actitud de sus padres, tomando lo que se les servía en silencio sepulcral.
El menor de los dos miraba al resto de reojo, con el pelo, los ojos y la piel del mismo color que su madre, cualquiera diría que los allí reunidos eran una familia, más que nada parecían un cuarteto de extraños que habían sido reunidos para desayunar en una mansión. Soltó un bufido, así era la familia Uchiha.
Imaginó a los amigos de la familia, siempre mostrando su envidia ante la familia perfecta que eran, sonrió, le gustaría ver qué cara pondría cualquiera de esas personas cuando supiera que su madre y su padre dormían en cuartos separados y apenas se dirigían la palabra o si supieran que su hermano Itachi era miembro de un grupo que organizaba carreras ilegales. Porque así era la familia Uchiha, una familia ideal, salvo la oveja negra, él, Sasuke Uchiha.
Nunca le había importado lo que los demás opinaban de él y siempre había hecho todo dónde, cómo y cuando había querido, por eso era que sus padres y en menores ocasiones su hermano le soltaban sermones sobre la importancia del ‘’que dirán’’.
-Me voy a vestir-anunció mientras dejaba su taza de café vacía sobre la mesa.
No hubo respuesta, pero él tampoco la esperaba, lo que sería extraño sería recibirla. Salió al pasillo que lo llevó al ostentoso vestíbulo y subió por la escalera que se encontraba en uno de los lados. Realmente no recordaba ningún momento en el que su familia fuese una familia normal, siempre había estado condenada al fracaso. Sus padres se habían casado por conveniencia y a ellos dos los habían tenido casi por obligación. De pequeño apenas recibió atención de su padre y su madre dejó de interesarse por él cuando cumplió los diez años, e Itachi… era un desconocido para él, se limitaban a vivir en la misma casa.
Al llegar a su cuarto se encontró frente a una estancia amplia, con un armario de estilo vanguardista color negro al fondo de todo, una televisión con una X-BOX, una cama simple, un escritorio con un ordenador portátil y una estantería vacía. No parecía la habitación de un niño rico y su madre se lo había recordado muchas veces, él estaba a gusto así, estaba cansado de la presión social que se respiraba en su casa y su cuarto era un modo de rebelarse. Como guinda, el suelo apenas de veía bajo la capa de ropa y demás objetos esparcidos por todo el cuarto.
Encima de la cama había una maleta pequeña abierta y a medio llenar. Había empezado a hacerla ayer por la noche, llevaba varios meses pensando en el asunto de fugarse de casa pero había decidido que era mejor esperar a que acabasen las clases para marcharse, no necesitaba montar un escándalo público, ya sería suficiente el que organizarían sus padres.
Debajo de la ropa que había empezado a meter había ocultado un gran fajo de billetes que le ayudarían a sobrevivir los primeros meses antes de poder estabilizarse. Echó un par de prendas más y cerró la maleta. Solo llevaría eso y la documentación, ya vería después que haría. Por ahora tenía que vestirse e ir al instituto. Escogió la ropa más barata que encontró, no tenía ningún prejuicio contra la ropa de alto nivel pero él no era ningún pijo mimado y siempre aprovechaba cualquier oportunidad para fastidiar a sus padres. La elección fue una simple camiseta de manga corta negra, unos vaqueros y unos deportivos. Entró en su baño, se cepilló los dientes y se lavó la cara. Después salió.
Abajo Itachi lo esperaba apoyado en una de las jambas de la puerta, se había vestido, con unos vaqueros de D&G, una camisa bastantes abierta de color blanco de la misma marca y una americana negra que reposaba en su brazo. El palo negro estaba recogido en una pulcra y elegante cola baja mientras sus ojos negros se ocultaban tras unas gafas de aviador. Destilaba estilo y dinero por todos lados. Sasuke pasó de largo por delante de él.
-Voy contigo-dijo su hermano, siguiéndolo-tengo que ir a un sitio cerca de tu instituto.
A alguna carrera ilegal, se imaginó, hasta en casa se ocultaban las cosas pero Sasuke se había enterado del secreto de su hermano a través de Sai, uno de sus amigos que también andaba metido en esas cosas.
-Vete en tu coche-contestó.
-No tiene gasolina-replicó.
-Vete a repostar.
-Me llevarás, soy tu hermano.
‘’Eres un grano en el culo’’ pensó.
Los dos caminaron sin decir nada hacia el coche de Sasuke, un Citroën Picasso color negro.
-Tendrías que comprarte un coche mejor-rezongó Itachi una vez dentro.
-Hmp.
Sasuke arrancó el coche y puso la música Heavy Metal a todo volumen, le encantaba ver como las ‘’respetables señoras’’ del barrio salían a las ventanas y negaban con la cabeza o murmuraban imprecaciones contra él por levantarlas a semejantes horas.
‘’Que se jodan todas esas cacatúas’’ pensó.
-Baja esa basura-escuchó a su hermano detrás.
El pelinegro aumentó el volumen.
Por suerte para él el Suna High School no se encontraba muy lejos de allí y podría librarse del estorbo de su hermano pronto. Al llegar al instituto, que más parecía un internado que otra cosa, con su forma de caserón occidental y sus grandes jardines, buscó plaza en el aparcamiento. Cuando los dos se hubieron bajado cerró el coche y se fue sin siquiera mirar a su hermano.
En la entrada del instituto le esperaban su grupo de amigos, Naruto, un chico rubio y de ojos azules con tez risueña, Sai, de pelo y ojos negros y piel blanca que siempre exhibía una sonrisa estúpida en su cara, y Gaara, un pelirrojo de ojos aguamarina que daba algo de miedo por su expresión siempre seria aunque los que lo conocían sabían que era un buen tío.
Naruto se acercó a él y le posó una mano en el hombro derecho.
-¿Y bien?-preguntó.
Sasuke sabía que se refería a lo de la huida, sus amigos estaban enterados y le habían ofrecido toda su ayuda.
-Hmp.
-¿Hmp? ¿Qué clase de respuesta es esa?-preguntó el rubio alterado-algo habrás decidido, te fugas esta noche.
-O bajas el tono de voz dobe o te parto el cuello-amenazó. Aunque era su mejor amigo, Naruto a veces llegaba a ser bastante exasperante. Solo entonces se fijó en la ropa que llevaba su amigo. Por lo general a sus amigos eso de la ropa pija tampoco les iba pero ese día parecían la copia de Itachi en versión rubia, pelirroja y morena.
-Te has olvidado-dijo Sai al ver la cara que ponía su amigo-te has olvidado del cumpleaños de tu novia.
Sasuke rodó los ojos, ciertamente ese día era el cumpleaños de Tomoe y él se había olvidado. Su novia, extravagante, caprichosa y cursi. De vez en cuando se preguntaba porque seguía con ella y luego recordaba lo buena que estaba, cuerpo voluptuoso y pelo negro largo con unos grandes ojos azabache. No la quería, solo la utilizaba y todo el mundo se daba cuenta salvo ella. La verdad es que Sasuke era un rompecorazones, era el chico perfecto físicamente y a pesar de su carácter rebelde solo conseguía que las mujeres se volviesen aún más locas por él.
-Te has metido en un buen problema, la fiesta es después de clase y no le hará ninguna gracia verte aparecer vestido así en su fiesta.
-Me ve así todos los días, me importa poco lo que quiera.
Sus amigos se encogieron de hombros.
-Es cosa tuya.
16 de Abril de 2007, ciudad de Suna, residencial Suna, casa de los Yamamoto, 2:30 del mediodía.
La entrada de la mansión de Tomoe ya estaba llena de gente, alguno que ni siquiera él conocía, pero así era Tomoe, invitaría a su fiesta todo el mundo de esa ciudad, a todo el mundo de la alta sociedad claro.
Pronto Sasuke sintió sobre él las miradas de miedo y respeto de muchas de las personas allí reunidas, él, por suerte o desgracia, según se mire, si que era muy conocido, nadie se atrevía a molestar a Sasuke Uchiha si no quería acabar mal. En realidad solo había sido participe una vez de una pelea en la que había dejado al otro tipo hecho un trapo cuando había llamado puta a su madre, eso le había bastado para granjearse el respeto de todo el mundo.
Entró en la casa sin más y pronto sintió como alguien se le tiraba encima.
-¡Por fin has llegado!-exclamó Tomoe-¿Y esa ropa? ¡Es mi cumpleaños!
Sasuke rodó los ojos aburrido y se la sacudió de encima, yendo a por una bebida.
-Esta noche me largo-le dijo, en realidad le daba igual lo que ella tuviese que decir, ni siquiera sabía porque se lo decía.
-¿Qué te largas? ¿A dónde?-preguntó.
-A cualquiera parte, eso a ti no te interesa.
La chica lo miró totalmente enfadada.
-¿Y Yo? ¿Me lo dices así sin más? ¿No te importa lo que yo piense?
La chica estaba a punto de llorar.
-Sabes que no me gusta que me monten dramas-dijo gélidamente-no me importa lo que pienses, no me importa.
La pelinegra empezó a llorar.
-Eres un asqueroso, decirme esto en mi cumpleaños, ¿es que no te importa nada?
Ahora era él el que estaba enfadado.
-Hmp, siempre has sabido lo que eras para mí, nadie te ha dado falsas expectativas.
La chica contrajo la cara de furia.
-Pues vale, para lo que sirves, mírate, eres un desgraciado que le gusta vestirse de desarrapado, no me mereces.
Sasuke aguantó la diatriba sin decir nada.
-Me largo.
-¡De aquí no te mueves! ¡No he terminado!
Ya era tarde, el pelinegro había desparecido. Tomoe juró que de una manera u otra se vengaría de ese estúpido.
16 de Abril de 2007, ciudad de Suna, afueras de la ciudad 21:00 de la noche.
Hacía apenas una hora que había regresado a casa, después de abandonar la casa de Tomoe se había ido a caminar sin rumbo fijo por la ciudad, solo, pues no quiso aceptar la compañía de sus amigos. Necesitaba pensar sobre lo que tenía pensado hacer aquella noche, a dónde iría, dónde dormiría y que haría para buscarse la vida. De pronto la idea de abandonar su casa no le pareció tan atractiva, si se marchaba tendría que abandonar ciertos lujos con los que se había criado y sin los cuales difícilmente sabría vivir.
No entró a ningún bar y no se paró en ningún sitio, odiaba a toda la humanidad. Todo en ella se centraba en las apariencias y nunca sabías lo que realmente pensaban los demás. El ser humano para él era una mentira.
Ahora allí en su cuarto sabía que podría renunciar a cualquier lujo con tal de abandonar esa casa. Desde abajo le llegaban los gritos e insultos que se profesaban sus padres en una de sus peleas diarias. No se inmutó, en su casa las cosas eran así. El amor y el cariño habían sido siempre algo inexistente, si eras de las personas que creían en la existencia de ese tipo de sentimientos. Para él las relaciones de los seres humanos eran simples mecanismos de formalidad social, estabas con alguien por conveniencia, no porque existiese un estúpido lazo sentimental que te uniese a esa otra persona.
Cogió la maleta y sin más dilación salió de su cuarto, sin mirar atrás, no sería un sitio que fuese a echar de menos.
Cuando bajó por las escaleras se encontró con sus padres, uno en frente del otro, gritándose.
-¡Prometiste asistir a esa reunión!-gritaba Mikoto-¡si antes circulaban rumores de que nuestro matrimonio no iba bien ahora serán peor!
-¡Estoy harto de tus reuniones de salón con tus amiguitas, además tengo trabajo y si hay rumores es todo culpa tuya que no sabes comportarte como una buena esposa!
Ni lo habían visto, como siempre estaban muy atentos a sus problemas como para darse cuenta que en ese momento uno de sus hijos recorría el vestíbulo dónde ellos estaban con una maleta, dispuesto a largarse de allí para siempre.
-¿A dónde vas, Sasuke?-preguntó Fugaku al oír que la puerta se abría.
-Como si te importara-contestó el chico saliendo al exterior.
La discusión había parado, centrados ahora en algo mucho más inusual, que alguien viese como un Uchiha salía del domicilio con una maleta.
-¿Otra vez con una de tus niñerías?-le gritó su padre desde la puerta-¡vuelve ahora mismo Sasuke Uchiha o nunca más volverás a poner un pie en esta casa!
Enfadado a más no poder Sasuke se giró y les dirigió una mirada gélida a ambos.
-Eso es lo que pretendo, no regresar nunca más, y dudo mucho que a vosotros dos os importe.
-¡Vuelve aquí!-escuchó gritar a su padre mientras el entraba en su coche.
Su vida con aquella familia había terminado, ahora sería él el dueño y viviría sin tener que esconderse y como le diese la gana.
Ya había recorrido dos manzanas de distancia cuando escuchó que su móvil sonaba. Iban listos sus padres si pensaban que iba a volver porque le rogasen por teléfono. Pero no eran sus padres, sería demasiado bueno para ser cierto, sino Naruto.
-¿Qué quieres?-rezongó.
-Por tu tono adivino que ya has abandonado tu casa-dijo el rubio.
-Hmp.
-¿Sabes? Tomoe se puso hecha una furia cuando te fuiste de su casa, empezó a gritos con todos.
-Si me llamas para eso mejor te hubieras ahorrado el dinero-cortó.
-No seas así teme, en realidad te llamaba para invitarte a una fiesta que celebra una de las chicas más ricas de Konoha, pensé que sería divertido ir, total no tienes nada mejor que hacer.
Tal vez buscar un sitio donde pasar la noche, pero no dijo nada, la verdad es que en esos momentos tenía ganas de distraerse.
-¿Dónde es?
-En la barriada rica de las afueras de la ciudad-contestó el rubio-no sé qué número pero supongo que los coches y la gente nos mostrarán dónde, te veo allí.
16 de Abril de 2007, ciudad de Konoha, afueras de la ciudad, 22:30 de la noche.
Le había costado veinte largos minutos encontrar la dichosa mansión en medio de aquel inmenso barrio, más grande incluso que el de Suna, pero por fin la había encontrado, la música y las voces gente, así como las luces y la cantidad de vehículos aparcados fuera le indicaron el lugar. Aparcó el coche y se dirigió hacia la enorme casa, perteneciente a la familia Haruno según ponía en un letrero.
Entró en el enorme recibidor y, aún expensas de la cantidad de gente que allí había, no tardó en encontrar a Sai y Naruto, por lo que vio su amigo moreno ya estaba algo achispado y Naruto lo agarraba con firmeza por el hombro.
-¡Pensaba que no ibas a venir!-gritó Naruto-¡la fiesta está muy buena, mira ya como se puso Sai!
Sasuke cogió una copa de a saber Dios qué encima de una especie de barra improvisada y se la llevó a la boca, sabía fuerte pero no le importó.
-¿Qué tal si nos movemos de aquí?-sugirió el rubio-tengo curiosidad por saber quién es la tal Sakura.
-¿Sakura? Me suena-dijo.
-Sí, es la que organizó la fiesta, es hija de Yuko Haruno y de Gentaro Haruno, ya sabes la actriz y el empresario.
Sí, él los conocía por cómo eran de odiados en su casa. Él nunca había visto a la chica en cuestión pero suponía que sería como las demás niñas ricas, caprichosa y consentida.
Siguió a Naruto y a Sai y entraron en el salón, todo estaba abarrotado de gente, salvo la zona de los sillones dónde había tres chicas y un chico sentados. Captó especialmente su atención la chica del vestido blanco, era muy guapa, demasiado. Desde allí no acertó a verla bien pero juraría que tenía el pelo de color rosa pero con las cambiantes luces no se atrevió a asegurar nada.
-¿Qué miras tanto?-preguntó Naruto siguiendo la dirección de la mirada de su amigo hasta la chica, una sonrisa malvada se formó en su rostro-es muy guapa, pero te recuerdo que tú tienes novia.
-Hmp-como si a él le importase.
-¿No tiene el pelo de color rosa?-preguntó Sai.
-Sí Sai-contestó Naruto como si le hablase a un niño-y yo tengo tres piernas, de verdad, deberías parar ya de beber, te está afectando seriamente al cerebro.
En esos momentos la chica se levantó del sofá y abandonó el salón y ya no la volvió a ver.
-¿Y qué hacemos ahora?-preguntó Naruto.
-Beber hasta caernos de culo-contestó Sai con su siempre patética sonrisa-y encontrar a chicas lindas para pasar un buen rato.
Sasuke se alejó de ellos, sentía curiosidad por ver a la chica de antes, sabía que era una tontería pero había llamado poderosamente su atención. Salió del salón pero fue incapaz de encontrarla entre la enorme marea de gente que bailaba y gritaba en el vestíbulo.
-¿Sasuke? ¿Qué haces tú aquí?
Tomoe había parecido justo delante de sus narices, genial, lo único que le faltaba.
-Hmp-fue lo único que le respondió antes de continuar con su búsqueda visual.
-¿Te vas de mi fiesta dejándome en ridículo y abandonándome y vienes a la fiesta de una desconocida?
Ya empezábamos con el numerito.
-Me las vas a pagar todas juntas Sasuke Uchiha, no sabes con quién te estás metiendo.
-Ni tú tampoco así que déjame en paz y lárgate, no eres más que incordio.
La cara de Tomoe se puso roja como un pimiento.
-Te arrepentirás de todo Uchiha-dijo antes de irse.
Sasuke, la olvidó en seguida y continuó buscando a la misteriosa chica.
Tomoe cogió su teléfono móvil y salió a la calle para hablar con mayor comodidad.
-¿Señor Uchiha? Soy Tomoe, quería decirle que su hijo está haciendo el ridículo en una fiesta que da en su casa la hija de los Haruno.
16 de Abril, ciudad de Konoha, afueras de la ciudad, 23:30 de la noche.
Sasuke no había encontrado a la chica misteriosa pero si había encontrado el principio de una borrachera, la copa que se había bebido al entrar más otras cuantas que llegaron después se le habían subido a la cabeza y, aunque todavía controlaba bastante bien su cuerpo, de vez en cuando daba algún que otro traspié.
Había perdido a Naruto y a Sai y por suerte no había vuelto a ver a Tomoe.
Su móvil sonó, no se lo podía creer, el que llamaba no era otro que su padre, más por curiosidad que por otra cosa se fue hacia un sitio apartado dónde pudiese escuchar más o menos bien y contestó.
-¡Estoy en frente de la casa a dónde te has ido a correr la juerga! ¡La casa de mi principal adversario en negocios! ¿¡Cómo has podido!?
Su padre, siempre preocupándose únicamente por los negocios.
-¡Sino sales ahora mismo entro yo y te saco a golpes y si eso no basta llamaré a la policía!
No le dio opción a contestar ya que le colgó el teléfono. Estupendo, su plan de fuga fracasado, no le importaba que su padre entrase allí para sacarlo pero el hecho de amenazar con llamar a la policía le cortaría a Sasuke toda oportunidad de fugarse así que no le quedaba más remedio que hacer lo que le había dicho Fugaku. Guardó el teléfono y se puso a buscar a Sai y a Naruto.
Los encontró en el salón, metidos en una refriega con una chica que no había visto antes.
-Hmp, ¿qué pasa aquí?-preguntó cortando la discusión.
Miró a Naruto y a Sai, que estaba más bebido que antes, buscando una respuesta pero ninguno de los dos dijo nada.
-Mi padre acaba de llamar, dice que está afuera esperándome, debo marcharme-continuó, demasiado concentrado en su problema como para fijarse en quién era la chica con la que discutían sus amigos-dice que si no salgo entrará él a buscarme.
Naruto se encogió de hombros con resignación y agarrando a Sai del brazo los arrastró fuera detrás de Sasuke.
-¿Te han descubierto? Pero ¿cómo?
Sasuke no contestó pero si hizo una idea bien aproximada de quién había sido. Antes de salir a la calle le tendió las llaves de su coche a Naruto.
-Llévatelo yo iré con mi padre.
Antes de que su amigo pudiese decir algo, salió por la puerta y se encaminó hacía en BMW negro que lo esperaba aparcado en la acera de enfrente.
-Conduzco yo-dijo.
Su padre lo fulminó con la mirada.
-¡Has hecho el ridículo y estás borracho no pienses que…!
-¡Conduzco yo o de aquí no me muevo!-gritó.
A regañadientes Fugaku se pasó al asiento del copiloto y Sasuke se sentó al volante.
Arranco a toda velocidad, ahogando las protestas que iban a salir por la boca de su padre.
Quince minutos después cruzaban la calle a toda velocidad cuando un coche, a igual velocidad que el suyo, se chocó contra ellos. Sasuke perdió el sentido de inmediato, mientras que el corazón de su padre, sentado a su lado, se paró para siempre.
Marisela Dark:
Hola Dresti
bueno apenas empeze a leer tu fic debo admitir que como dices la historia empezo de manera algo rara pero interesante para mi xD bueno dejame que acabo de leer el prologo y extendere el comentario xD .
Salu2 Dresti
Dresti:
Holaaa!! aki traig la conti, spero k os guste^^
Capítulo 1. Comienzo.
16 de Abril de 2011, ciudad de Suna, afueras de la ciudad, 01:00 de la madrugada.
El coche quedó estacionado en frente de la mansión tras hacer un gran derrape al frenar a tal velocidad. El Citroën Picasso blanco semejaba en medio de la oscuridad como un pequeño fantasma. La puerta delantera se abrió y de él bajó un apuesto chico pelinegro. Su falta de equilibrio amenazaba con enviarlo en cualquier momento al suelo pero aún así consiguió llegar intacto hasta la puerta de entrada.
El vestíbulo estaba a oscuras, todos debían dormir, aunque a él eso poco podía importarle, incluso era mejor así pero en el momento en el que la puerta de la calle se cerró la luz se encendió y en el medio del vestíbulo apareció la figura solitaria de su madre. Llevaba un camisón de seda color azul claro y en su cara se evidenciaba la falta de sueño en sus grandes ojeras.
-¿Dónde has estado?-preguntó.
-Hmp-pasó de largo de ella y comenzó a subir las escaleras, pero dio un traspié y a punto estuvo de caer al suelo de no ser por la barandilla.
-Estás borracho-continuó su madre.
-Hmp-últimamente era la única respuesta que le daba a todo.
-Ha llamado la policía, te están buscando por tenencia y venta de sustancias ilegales.
Se quedó parado en donde estaba, sin decir nada. Detrás de él comenzó a escuchar los sollozos de su madre.
-¿Desde cuándo te drogas?-le preguntó.
-Hmp.
Los sollozos de su madre se hicieron más fuertes.
-¿No te das cuenta del daño que le estás causando a tu familia?
Claro, se trataba de eso, del daño que podía hacerle él a la imagen de su familia, no del hecho de si él se drogaba o emborrachaba.
-Van a detenerte Sasuke como no pares de hacer estas cosas.
Ya estaba cansado de oír tanta palabrería, empezó a subir las escaleras, ignorando a su madre, que continuaba sollozando en el vestíbulo. La cabeza le daba vueltas y todo el cuerpo le sudaba, tenía mono, lo sabía, sabía que si no se metía algo en el cuerpo ahora mismo se volvería loco.
Abrió la primera puerta que encontró, el dormitorio de sus padres, o mejor dicho, de su madre, genial, simplemente genial, el último lugar en el que quería estar en esos momentos. Aún así entró y se dirigió hacia el baño, al encender la luz, se vio obligado a cerrar fuertemente los ojos, era demasiado potente y fue dando tumbos hasta el retrete. Se tiró en el suelo de cualquier manera y rebuscó en sus bolsillos, poco después sacó lo que quería, una pequeña tarjeta de cartón y una diminuta bolsita de plástico donde guardaba el tan ansiado polvo blanco.
-¿Vas a hacerlo otra vez?-preguntó una voz sumamente conocida para él.
No se giró, temía hacerlo, porque siempre venía lo mismo, la culpa y luego el dolor, pero la voz de su padre muerto seguía llegándole por todas partes.
-Eres un cobarde Sasuke-continuó-siempre dando la espalda a tus obligaciones.
-Cállate-masculló.
-No vales para nada, mírate cómo estás-continuó la voz, impasible-eres un borracho, un drogadicto y un asesino.
-¡No!-gritó dándose la vuelta.
Allí estaba la figura fantasmal de su padre, vestido con el mismo traje que llevaba el día del accidente, y en medio de la frente la fea herida que le había causado la muerte. Sus ojos se abrieron de par en par al ver pasar los recuerdos borrosos de aquel momento, no recordaba nada más de aquella noche, pero el accidente estaba grabado a fuego en su cabeza. Las visiones habían empezado poco después, llegando a un punto en el que no pudo más y se metió en el alcohol y en las drogas, al principio funcionó y su padre dejó de presentársele durante unos meses pero hacía poco que había vuelto a atormentarlo.
-¡Cállate! ¡Déjame en paz!-gritó, abalanzándose contra la figura, dando patadas y puñetazos.
Pero nada servía, él seguía allí de pie, riéndose de él.
-¡Lárgate!
Cogió cada objeto cercano a su mano y empezó a tirárselos, sin ningún resultado.
-¿Qué es lo que está pasando?-gritó una voz desde el pasillo.
Poco después la silueta de Itachi apareció recortada por la luz.
-Dios mío, ¿qué ha pasado aquí?-dijo al ver a su hermano entre tanto cacharro roto-Sasuke, ¿qué demonios te pasa?
El pelinegro continuaba mirando desorientado hacia un lugar a su derecha con una expresión que rondaba entre el terror y la locura. Sin saber cómo vio lo que había encima del retrete y lo cogió, inmediatamente la furia estalló por su cuerpo.
-¿Sigues drogándote?-exclamó-¡esto no puede seguir así Sasuke, mira cómo estás!
La mirada de Sasuke se clavó en la bolsita que ahora sostenía su hermano y se lanzó a por ella pero Itachi la retiró de su camino.
-¡Dámela!-gritó-¡es mía! ¡La necesito!
-¡Lo que tú necesitas es acabar con esta mierda!-gritó Itachi-ahora mismo voy a tirar esto por el lavabo.
Pero antes de que lograra hacer algo Sasuke le propinó un fuerte puñetazo en la cara, rompiéndole la nariz. Itachi se llevó las manos al rostro y su hermano aprovechó ese momento para volver a coger la bolsita.
En ese momento Mikoto entró en la habitación.
-¿Qué esta pasan…? ¡Itachi!-exclamó al ver a su hijo tirado en el suelo cubierto de sangre-¿qué es lo que has hecho Sasuke?
-Eso Sasuke, ¿qué has hecho?-preguntó la voz de su padre-¿también vas a matar a tu hermano cómo lo has hecho conmigo?
La mente agitada de Sasuke estalló en ese momento, totalmente desorientado y fuera de control salió corriendo de la habitación, atravesó el pasillo dando tumbos en mitad de la carrera y casi cae rodando por las escaleras, lo único que quería era salir.
La noche era fresca y tranquila pero eso a él no le importaba, solo quería huir, aunque su mente registraba como la visión de su padre permanecía a su lado. Agarró en su coche y condujo durante una hora entera sin rumbo alguno pero aún así la cara de su padre seguía acompañándolo. Paró de golpe en medio de una calle solitaria y se bajó del coche. Sacó la tarjetita de cartón y se apresuró a vaciar el contenido de la bolsita en ella, colocó el montón en una pulcra raya y después lo esnifó, la silueta de Fugaku desapareció. Una sonrisa se dibujó en su rostro, por fin era libre, pero de repente una extraña sensación le nació en el pecho, primero comenzó como un leve dolor pero después fue creciendo hasta convertirse en algo insoportable, empezó a faltarle el aire y la vista se le volvió borrosa. Un minuto después cayó inconsciente en el suelo.
16 de Abril de 2011, ciudad de Konoha, Residencia de Reintegración a la Sociedad, 02:00 de la madrugada.
Sus dedos se deslizaban como centellas sobre las hojas de papel, devorando cada una de las frases del libro. Sabía que era muy tarde porque su cuerpo clamaba a gritos un poco de descanso pero necesitaba saber cómo terminaba la historia.
Al fondo escuchó cómo se abría una puerta y luego volvía a cerrarse y luego pasos lentos que cada vez se iban acercando más a ella.
-Sakura, ¿estás ahí?-preguntó su compañera de apartamento.
Por respuesta la chica alzó la mano.
-Que susto me habías dado-dijo la chica-me levanté al servicio y cuando no te vi en tu cama pensé que te había pasado algo y luego vi que todo estaba a oscuras…
Sakura se giró hacia donde oía la voz y sonrió, habló, gesticulando bien las palabras.
-Solo quería seguir leyendo un poco.
-Necesitas descansar o sino mañana no estarás del todo despierta para hacer tus ejercicios, ¿sabes la hora que es?
-No Ino, pero supongo que tú vas a decírmelo-contestó divertida.
-Las dos de la madrugada así que señorita, usted y yo regresaremos ahora al cuarto a dormir-dijo.
Resignada, la peli rosa cerró el libro y lo dejó encima de la mesa que tenía en frente.
-¿Te ayudo?-preguntó Ino al ver como Sakura tanteaba el terreno antes de levantarse del sofá.
-Soy ciega Ino, no inválida-contestó-puedo ir sola hasta mi cama.
Ino no volvió a replicar, conocía a Sakura y era mejor que la dejase a su aire. Hacía tres años y medio que la conocía y que ambas vivían en el mismo apartamento dentro de la Residencia de Reintegración a la Sociedad que había en el centro de la ciudad de Konoha. Los padres de Sakura eran ricos y ella sabía, por lo que su amiga le había contado, que habían comprado un montón d artilugios para hacer la casa más cómoda para la nueva situación de la peli rosa pero medio años después nadie sabía por qué, ni sus padres ni nadie que conociese a Sakura, ella había decidido abandonar su antigua vida de lujos para recluirse en aquel lugar. Al principio Sakura no hablaba con nadie y se mantenía encerrada en su cuarto todo el tiempo, hasta que un día apareció en el comedor con el resto de inquilinos y empezó a ser la chica agradable que era ahora.
Al contrario que Sakura ella sí que veía pero una enfermedad la dejó sorda cuando tenía doce años, desde entonces había aprendido a leer los labios y el lenguaje de signos, aunque este último pocas veces lo utilizaba.
-Dime que eso que huelo desde la cocina no es café-dijo Sakura.
Al perder la vista el resto de sus sentidos se habían agudizado de una manera impresionante.
-No es en la cocina-contestó Ino-vienes de la ventana, la enfermera de guardia estará preparándose uno.
La peli rosa se encogió de hombros. Tanteó la pared con las manos y dio con el marco de la puerta, supo que era la de su cuarto porque era la primera que aparecía en el pasillo por el lado derecho. Entró detrás de Ino y se fue hacia la izquierda, donde estaba su cama. Estaba a punto de acostarse cuando afuera, en algún lado del edificio se escuchó un ruido tremendo, voces gritando y el sonido de algo rodando por el suelo.
-¿Qué es eso?-preguntó Ino, desde el otro lado.
-No sé, parece como si hubiese pasado algo grave.
Escuchó como Ino salía del cuarto e iba a hacia la puerta del apartamento. La escuchó hablar con otro de los inquilinos de algún otro apartamento y luego volvió a donde ella.
-Akira venía de la entrada y me dijo que dos policías habían traído a un chico inconsciente en una silla de ruedas.
Sakura se llevó una mano a la boca.
-¿Qué le sucedió?
-Sobredosis, al parecer.
Sakura frunció el ceño.
-¿Y por qué no lo han llevado a un hospital?-preguntó.
-Al parecer nadie ha respondido por él y no tienen con qué pagar los servicios de un médico, lo mismo pasa con las clínicas de desintoxicación, este era lugar más cercano y lo han traído aquí.
-Pobre chico, a saber qué cosas tan horribles le han llevado a meterse en eso, solo espero que logre sobreponerse.
Dresti:
Hola gentee! mil perdones por la tardanza peo esk stuve muy liada con los papeles de la uni y no tenía tiempo para nada, pero en fin aki traigo la conti y espero k os guste, para el proximo habra mas sasusaku queda prometido, nos vemos^^
2.Primer encuentro
17 de Abril de 2011, Ciudad de Konoha, Residencia de Reintegración a la Sociedad, 10:00 de la mañana.
Ese día había amanecido soleado, lo sabía por la forma en que los calientes rayos de sol que entraban por la ventana calentaban su piel. Tenía el tazón de café en sus manos, humeante y recién hecho, pero no probó ni un triste trago, sabía cómo sabría, dulce y caliente, la despejaría y la ayudaría a mantener el ritmo de vida que llevaba en su día a día. Pero aquel día era distinto, todo en él lo decía y por eso ella se sentía intranquila.
Una fin de semana al mes sus padres venían a visitarla y por lo general solían llevársela a casa a pasar un día fuera. Todo eso estaba muy bien, y ella agradecía que tuviesen el interés de preocuparse por su salud y de ir a verla aunque sus apretadas agendas no les dejasen un minuto de descanso, pero aquellas visitas nunca resultaban del todo satisfactorias.
-Estabas aquí-dijo Ino mientras atravesaba la puerta de la cocina-pensé que habías bajado al comedor comunitario a desayunar, ¿te pasa algo?-preguntó al ver la cara de ausencia que tenía su amiga-ah, ya, hoy es uno de esos fines de semana ¿verdad? Sabes que si no quieres ir no tienes por qué hacerlo.
-Quiero ir-contestó-ese no es el problema, ¿y cómo va tu día?-preguntó tratando de cambiar de tema.
Ino se quedó por un minuto en silencio contemplándola, siempre pasaba lo mismo, cada vez que intentaba averiguar sobre por qué Sakura se ponía así cada vez que venían sus padres ella cambiaba de tema.
-Bastante bien-contestó-en realidad había poco ajetreo en el comedor, parece como si todo el mundo se hubiese marchado de la residencia ya a tempranas horas.
Ese día Ino era encargada del comedor, como en la mayoría de residencias sociales, la Residencia de Reintegración a la Sociedad de Konoha, repartía algunas de sus actividades entre los internos para favorecer que estos desarrollen sus capacidades y sean capaces de desenvolverse con soltura en un futuro cuando vuelvan a salir a la calle.
-Es extraño, sí-contestó.
-¿Y tú no tienes ninguna tarea para hoy?
Negó con la cabeza.
-No me dieron nada porque saben que tendré visita.
El ánimo volvió a caer por los suelos, ninguna dijo nada más. Finalmente, Sakura dejó su taza aún llena encima de la mesa y se levantó.
-Voy a dar un paseo, necesito despejarme.
-De acuerdo-contestó su amiga.
Sakura salió al pasillo y se frotó los brazos, hacía fresco en comparación a su apartamento ya que no entraba ningún rayo de sol. Puso en marcha su sentido de la orientación y comenzó a caminar con paso seguro. Diecisiete pasos al frente, giro a la izquierda y otros siete pasos al frente. Estiró la mano y no tardó en encontrar la escritura en braille situada en el botón de llamada del ascensor. Bajó hasta la planta baja. En un día normal hubiese torcido a la izquierda e ido o bien al salón o el comedor comunitario o a la calle, pero ese día se sentía demasiado decaída como para ir a ninguno de esos sitios así que torció a la derecha y abrió la puerta que se encontraba a treinta pasos de distancia.
El aire veraniego le golpeó la cara y recibió los reconfortantes rayos del sol en su piel, estaba sola, no oía ninguna voz en todo el jardín.
-Mejor-susurró, necesitaba estar sola.
El jardín no era muy grande, un pequeño patio interior de cien metros cuadrados, donde había unos pocos árboles y bancos, y una fuente de piedra que manaba agua durante todo el día. Ino le había contado que había cuatro pequeños caminitos empedrados que se unían en el centro, donde se hallaba la fuente, y que los ocho bancos de madera que había se encontraban dispuestos a lo largo de ellos, dos en cada camino. El resto del espacio era ocupado por los pequeños árboles y las flores de diversos tipos y colores.
A pesar de ser un lugar bastante acogedor y tranquilo poca gente iba allí, por lo general solían preferir el jardín que había en la entrada, mucho más espacioso. Ella también iba más al otro jardín para estar con sus amigos y conocidos de allí, pero en días como aquel, en que su ánimo no servía para nada iba allí y se sentaba en uno de los bancos escuchando el agua caer.
Se sentó y cerró los ojos, dejando la mente en blanco. Allí estaría bien. Estaría en paz.
17 de Abril de 2011, Ciudad de Konoha, Residencia de Reintegración a la Sociedad, 10:30 de la mañana.
Abrió los ojos para volver a cerrarlos con fuerza, la cabeza le dolía horrores y esa potente luz que tenía justo encima de la cara no ayudaba nada a aliviar el dolor. Desorientado, poco a poco volvió a intentar abrir los ojos. La luz venía de una barra eléctrica fijada al techo.
Se quedó por un rato mirándola, hasta que sus ojos empezaron a picarle y a ver puntos de colorines. Giró la cabeza y maldijo, todo el cuerpo le dolía, como si el día anterior hubiese corrido una maratón.
Todo era blanco a su alrededor y lleno de aparatos quirúrgicos y solo entonces se dio cuenta de que estaba tumbado en una camilla.
-¿Qué demonios…?-su voz salió pastosa y ronca.
Poco a poco se reincorporó y echó un vistazo a su alrededor. A la izquierda estaba la pared blanca llena de carteles como ‘’silencio’’ o ‘’mantén tu móvil apagado’’ y a su derecha una máquina que medía sus constantes vitales, un medidor de tensión, suero que entraba en su vena a través de la vía y otra serie de aparatos típicos de un hospital. Detrás de estos una cortina verde le impedía ver que había más allá.
Con esfuerzo, estiró el brazo y la apartó, dejando al descubierto un escritorio con dos silla, lleno de carpetas y un ordenador, otra camilla, varios diplomas colgados de la pared y más aparatos médicos. En la silla detrás del escritorio había una mujer y en la otra un chico de su edad aproximadamente, de pelo negro despeinado y piel bronceada.
La mujer de pelo negro corto y ojos de mismo color lo miró y sonrió.
-Vaya, así que nuestro paciente ya se ha despertado-dijo levantándose y caminando hacia él.
-¿Cómo te sientes?-preguntó.
-¿Dónde estoy?-preguntó de malas-¿quién eres tú?
-Me llamo Shizune y estás en la enfermería de la Residencia de Reintegración a la Sociedad de Konoha.
¿Residencia? ¿Konoha? ¿De qué demonios estaba hablando aquella mujer? ¿Cómo iba a estar él en Konoha? Y entonces recordó lo sucedido la noche anterior. Había llegado a casa borracho y siendo acosado por la visión de su padre e Itachi lo había pillado con la droga, se habían peleado y luego él había salido enfurecido de casa y conducido como un loco, se había metido la droga y después ya no recordaba nada más.
-¿Qué mierda hago aquí?-preguntó.
-Sobredosis-contestó la enfermera-la policía te encontró y llamó a tu familia pero no quisieron hacerse cargo de ti y como no tenías dinero no tuvieron más remedio que traerte aquí.
Sasuke tardó varios minutos en procesar aquella información, le había dado una sobredosis y ahora estaba ingresado en una especie de enfermería y su familia le había dado la espalda. La furia de inmediato estalló por todo su cuerpo.
-Me largo de aquí-dijo, intentando bajarse de la camilla.
Shizune lo agarró del brazo, pero a pesar de eso y del dolor que sentía por todo su cuerpo logró ponerse de pie en el suelo.
-¡No puedes irte! ¡Estás enfermo y la policía ahora te tiene bajo su brazo! ¡No puedes marcharte de aquí hasta que te repongas y ellos te lo permitan!-exclamó la enfermera.
-¡Suéltame!-gritó él apartándola de un empujón.
El chico moreno que había visto antes se abalanzó sobre él e intentó reducirlo pero no consiguió nada. Sasuke lo tiró al suelo y luego salió a trompicones de la habitación.
-Debemos avisar a la policía-dijo.
-Déjalo-lo detuvo Shizune-está desorientado y confuso, cuando vea que no tiene a dónde ir él mismo volverá.
Sasuke recorrió los blancos pasillos llenos de puertas tan rápido como sus piernas se lo permitían, tenía que marcharse de allí, no podía dejarse encerrar.
-Ha pasado lo que tenía que pasar, Sasuke-dijo aquella odiosa voz en su cabeza-estás loco y tarde o temprano te iban a encerrar.
-No-dijo el pelinegro-no es cierto, ahora mismo llamaré al idiota de Itachi y me sacarán de aquí.
Buscó como desesperado un teléfono y lo encontró al final del pasillo que recorría, lo descolgó y marcó el número de Itachi.
-‘’El teléfono móvil al que llama está apagado o fuera de cobertura en estos momentos’’-le contestó la operadora.
Con una maldición colgó y volvió a marcar, esta vez el número de casa.
-¿Diga?-era la voz de una de las sirvientas.
-Soy Sasuke, dile a mi madre que se ponga.
La línea se quedó por un momento en silencio.
-¡Es que no oyes! ¡Dile que se ponga!
-Señor…-dijo la sirvienta-su madre no quiere hablar con usted, será mejor que no vuelva a llamar.
-¡Dile que se ponga!-volvió a gritar pero ya habían colgado.
-Te lo dije-se regodeó la voz de su padre-nadie te va a ayudar, estás encerrado.
El pelinegro tiró el teléfono y se llevó las manos a la cabeza. Su familia le había abandonado en aquel infama lugar pero él no se quedaría, no, se marcharía. Volvió a recorrer pasillos hasta que llegó a un ascensor que lo llevó a la planta baja, el vestíbulo estaba vacío. Salió a la calle y recorrió lo más rápido posible el jardín hasta llegar a la calle propiamente dicha. Pero allí no había nada. La residencia estaba en medio de una especie de bosque y no había nada alrededor, ni siquiera un coche.
-Estás encerrado-volvió a decir su padre-y nunca podrás escapar.
-¡No! ¡Cállate!
Uno de los guardias de seguridad que había cerca de la puerta lo oyó y echó a correr hacia él. Sasuke lo vio.
-Vienen a por ti-dijo la voz.
Lleno de ira el pelinegro se lanzó contra el guardia en el mismo momento en que este se abalanzaba sobre él y le dio un fuerte golpe en el estómago. Aprovechando que el guardia quedó en el suelo adolorido, echó a correr hacia el interior de la residencia, sin rumbo fijo hasta que llegó a un pasillo cuya única salida era una puerta blanca al fondo.
La abrió y entró en una especie de patio interior con trazas de jardín, cuatro pequeños caminos empedrados de juntaban en el centro, donde reposaba una fuente de piedra. Alrededor se extendían una serie de árboles pequeños rodeados de flores de todo tipo. También había bancos de madera a lo largo de los caminos, ocho en total.
Avanzó hacia delante, más tranquilo, ya que la voz de su padre parecía haber desparecido y se sentó en uno de los bancos. Tenía que escapar de allí, pero estaba tan cansado y confuso… Su familia lo había abandonado, ya no querían saber nada de él. Estaba solo.
A su derecha escuchó un suspiro, alarmado miró en esa dirección, un banco más allá encontró sentada a una chica. Esta estaba sentada de cuclillas en el banco, con las rodillas rodeadas por sus delgados brazos y la barbilla apoyada sobre ellas. El pelo, de un extraño color rosa, le tapaba parte de la cara y le caía alrededor de los hombros. Llevaba puesta una sencilla camiseta de tirantes de color verde y unos jeans con francesitas negras. Parecía no haberse dado cuenta de que él había entrado pues no se había movido y seguía mirando hacia el frente, abstraída en sus pensamientos. Era hermosa, de una manera que Sasuke pensó que la había visto antes, pero si fuese así, sin duda él la recordaría.
Estuvo durante varios minutos mirándola, parecía triste, pero no había nada en su cuerpo que lo demostrase, solo una sensación.
Apartó la mirada con rabia, ¿qué le importaba a él lo que le pasase a esa maldita cría? Él tenía sus propios problemas y le importaba una mierda lo que le pasase al resto del mundo, si ella estaba triste seguramente era porque se lo merecía.
-¡Haruno Sakura!-se escuchó una voz por el interfono.
La chica peli rosa dio un respingo y miró hacia todos lados, por un momento sus ojos y los de él se encontraron, eran de un color verde apagado que por un momento logró sobrecoger al pelinegro, aquella mirada… Pero la chica parecía no haberlo visto porque apartó la mirada como si allí no hubiese nadie más.
-¡Haruno Sakura! Tus padres te esperan en recepción-repitió la voz.
La chica se levantó del banco con resignación, lo más probable es que ella fuese Sakura. Al mirarla a la cara creyó ver en ella rastros de lágrimas, ¿pero por qué alguien lloraría cuando sus padres venían a sacarla de aquel sitio horrible?
‘’Otra vez, ¿y a ti qué carajo te importa la vida de esa tía?’’ se dijo así mismo.
Pero aún así no apartó la vista hasta que ella hubo salido del jardín.
Se recostó en el banco.
-Hola, enfermo mental-dijo la voz de su padre-¿ya te has rendido? Mira que eres patético.
Como siempre, la furia de Sasuke volvió a apoderarse de él.
-¡¿Por qué no me dejas en paz de una vez, viejo asqueroso?!-rugió.
La figura de su padre se hallaba ante él sonriendo, lo que lo enfureció aún más. Se abalanzó sobre él pero lo atravesó y solo consiguió que Fugaku se echase a reír.
-Siempre has sido así, la oveja negra de la familia, el niño al que nadie quiso y nadie querrá, te morirás solo aquí encerrado.
-¡No!-gritó el pelinegro furioso-¡te mataré!
-Ya lo has hecho-continuó su padre-¿no recuerdas el accidente? ¡Morí por tu culpa!
-¡No es cierto!-rugió.
-¡Aquí está!-gritó una voz desde la puerta del jardín.
Poco después Sasuke sintió varios pares de brazos agarrándolo, quiso soltarse, arañó, mordió pegó, pero no sirvió de nada, alguien había sacado una jeringuilla y se la clavó en un brazo. Pocos segundos después cayó inconsciente.
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