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Mi niñera *w* Actualizacion. EL FIN

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Revelación:
Oh, me había perdido los últimos dos capítulos. Pero de los dos, me ha gustado mucho el cinco. Jajaja ¿Atte. "la heroína de la historia? Sólamente Nimi podía despedirse de esa manera xDD En verdad, me gusta mucho esta extraterrestre. Es simpática y a la vez, tiene un desprovisto sentido de la urgencia. Pobre Kevin con ella.

Nuevos personajes, ya quiero saber porqué ese mayor desconfía tanto de Nimi y ¿fue Nimi quien en verdad dejó salir a los cannies? Pero si así fue, ¿con qué objetivo lo hizo? Esto se pone más intrigoso, además, me intriga mucho la mención de ese planeta en el prologuito. Un planeta destruído por sus propios habitantes que todavía no logro ubicar en la historia. ¿Qué tiene que ver ese planeta destruído con todo esto?

Y me parece que es muy importante dado que ese planeta, "RAC" es lo primero mencionado en la historia. Wow, tendré que esperar el avance de esto.

Quiero conti ya!!

DarkHime:
¡Hi! Gracias, juankure y Revelación por sus comentarios xD

Oh, wow, juankure, pues ese es un lindo sueño. Me has recordado a mi hermano, él también quiere hacer videojuegos xDD

Actualizo:


Cap. VI: “Cuidado con quién te metes”


Un niño estaba acuclillado en el suelo, de espaldas, mientras miraba extrañas flores moradas; giró su cabeza y con una gran sonrisa en su pálido rostro dijo:

—Mira que bonitas flores.

Gray…

Nimi abrió los ojos y vio el cuarto iluminado por los primeros rayos del sol.

—Ya es de día —se dijo levantándose de la cama del padre de Kevin.

Solía dormir en la sala, pero el señor de la casa, desde que había llegado, dormía en el sillón, así que ella debía dormir en su cama. Bajó al segundo piso. Ese día había despertado un poco tarde a lo acostumbrado ya que Kevin ya estaba en la escuela. Se asomó a la sala y no encontró a nadie, es más, aún estaba doblada la cobija que la noche anterior Kevin le había traído a su padre. Se encaminó ahora a la habitación de trabajo y descubrió al hombre sentado frente a su laptop como el día anterior, y se notaba bastante cansado.

—Jefe, ¿no ha dormido? Se ve horrible, debería descansar un poco.

— ¿Hm? No, aún no.

—Ha de tener hambre, le cocinaré algo —iba a dirigirse a la cocina, pero el hombre se levantó de su asiento y con el brazo extendido le dijo, apurado y olvidándose del cansancio:

— ¡No! No te preocupes, yo lo haré — No iba a permitir que volviera a quemar la cocina.

—No, no, yo lo haré. Usted está súper cansado.

—En serio —insistió él acercándose a la puerta para ir a la cocina—, yo lo haré, no te preocupes. Además, soy un hombre mayor, puedo hacerme algo de comer.

—Como quiera —lo vio ir a la cocina—. Entonces yo iré a… hacer cosas normales como pasear y esas cosas.


-N-


—Claro que sí, muchas gracias —dijo una mujer de cabello castaño claro, despidiéndose del hombre de la mudanza.

Ella, junto a su esposo y su pequeña hija, se había mudado a esa ciudad. La niña, que era la viva imagen de su madre, abrió la puerta de su nueva casa para salir al patio trasero, que era muy grande y estaba arreglado con diversidad de plantas y árboles.

—Ivonne —la llamó la madre desde adentro acomodado unas cajas—, no te alejes mucho.

—No, mami —respondió la niña quien ya corría por todo el patio, divertida.

Después de unos minutos de andar de acá para allá, la niña escuchó un ruido de entre unos arbustos. Curiosa, se acercó poco a poco y, con mucho batallar, atravesó los arbustos, caminó un poco más y se detuvo sorprendida cuando vio a un extraño animal que nunca antes había visto en su corta vida. La extraña criatura se acercó a la niña y la miró fijamente con sus negros ojos; la reacción de la pequeña fue la de correr dentro de la casa y, algo asustada, se aferró a la pierna de su madre, quien hablaba por teléfono.

—¡Mami, mami, hay un feo perro afuera, mami!

—Espera, hija —tapó la bocina del aparato—, estoy hablando con papi, deja a mami acabar de hablar con él.

Ivonne apuntó afuera.

—¡Pero mami, es un perro grande y está feo!

—Está bien —destapó la bocina y habló por ella—. Querido, te hablo después, tengo que llamar a alguien… De acuerdo. Te amo, adiós.

Colgó y marcó otros números. Casi enseguida de llamar al departamento de control animal, una furgoneta se detuvo frente a la casa. Las dos no habían salido al patrio por seguridad. Se escuchó el timbre y la señora abrió la puerta.

—¡Muy buenos días! —saludó Nimi animada y con una sonrisa en el rostro—. Ya estoy aquí, ¿dónde está el perrito malo?

— ¿Usted es del control animal?

—Es verdad, sí, soy yo la que le quitará el problema. ¿Usted ha visto al perrito?

—La verdad no, mi hija y yo quisimos esperar aquí.

—Pues han hecho muy bien, debido a que ese es un horrible animal, ¿cierto? —se hincó para quedar a la estatura de la péquela, que sólo afirmó con la cabeza. Nimi se irguió para seguir hablando con la señora—: Le recomiendo que pase lo que pase, oiga lo que oiga, se quede aquí. Yo le haré saber cuando el lindo animalito sea capturado, ¿de acuerdo?

—Está bien.

Con eso, la de “control de animales” se dirigió al patio trasero a hacer su trabajo.


-N-


—Dígame lo que vio— ordenó un oficial a uno que trabajaba en la fundación de control de animales.

Por lo visto, alguien había ponchado las llantas de los vehículos de la fundación. ¿Por diversión? ¿Venganza? ¿Sin alguna razón? La verdad, este oficial no lo sabía, era algo raro, nunca había pasado algo como eso. En cierta manera, esa situación le parecía graciosa, pero no, tenía que ponerse serio.

—¡Está loco! —opinó en la conversación otro hombre que al parecer había escuchado todo—. ¿Usted cree? ¡Dice que fue una mujer de cabello verde! —al decir el color de cabello se le notaron las ganas de reír—. ¡Y dice que luego esa mujer se llevó un auto!

— ¿Una mujer de cabello verde? —preguntó el oficial un poco incrédulo.

—Es verdad, es un poco extraño, pero tal vez ella esté en alguna banda e hizo eso para molestar, no lo sé, pero de que se robó una camioneta, es cierto.

—Entiendo —comentó el hombre de traje, enseguida observó su alrededor y distinguió una cámara de seguridad en el poste del otro lado de la calle—. Espere aquí, voy a ver al gerente de la tienda de enfrente.

Con eso, se dirigió al otro negocio. Una vez habló del caso, él, el gerente y otro chico, se dirigieron a los monitores para activar la cámara y ver lo que realmente había sucedido. Un plan ingenioso. La persona que había inventado las cámaras de seguridad, en estos casos, era la mejor.

—Es extraño que algo como eso sucediera —mencionó el gerente de la tienda para romper el silencio—. Ponchar los neumáticos de todos los vehículos excepto uno. Lo mires por donde lo mires, es realmente inusual, ¿no creen? —el hombre no aguantó más y carcajeó.

Los tres hombres que se encontraban en el cuarto se quedaron sorprendidos al ver lo que había aparecido en las pantallas. No era algo poco común como ver a una mujer robarse un camión ni una banda de locos que desinfló las llanas de los demás autos. Lo que vieron fue simplemente una pantalla gris con pequeños puntitos negros que hacía un ruido infernal; en pocas palabras, sólo vieron interferencia. Las cámaras fueron dañadas.

— ¿Pero qué…? —el oficial no pudo completar la frase ante su asombro.

¿Con qué clase de persona se estaba metiendo? Pensó detenidamente. La persona esa se había puesto alguna peluca para distraer a los demás. ¿Quién podría fijarse en el rostro de alguien cuando la atención se dirige al cabello verde? Era inteligente, eso debía reconocerlo el oficial, pero la pregunta que retumbaba en su cabeza sin dejarlo en paz era: ¿Cuáles eran las intenciones de usar un vehículo del control animal? La respuesta le vino en mente tan rápido como un relámpago. ¡Plan con maña! Hacer un crimen con un auto robado y, quién sabe, dejarlo por ahí y perderle la pista, no pudiendo localizarla más.

No podía fiarse de esa camioneta robada, así que por el momento sólo tenía dos pistas: Una, esa mujer y dos, que tenía pelo verde; pero si esta última se trataba de una peluca no podría detenerla a menos que alguien la viera y la denunciara en ese momento, pero no creía que eso sucediera, una gran desventaja. Darío Guerra, un oficial de la policía local había trabajado más de cinco años allí. Era alto, cabello rubio y ojos de un color verde agua. Era uno de los mejores oficiales y ese caso le interesó mucho.


-N-


Nimi, aún en el patio de la señora, ya había atrapado al cannie. No había batallado mucho en capturarlo. Parecía ser que el animal había comido algo que le había hecho daño, porque al ver anteriormente a la niña no hizo nada ni cuando Nimi fue a verlo, por lo que ella se sintió un poco decepcionada ya que quería divertirse con el cannie, pero en esas condiciones era imposible. Bueno, de cualquier manera, lo durmió, lo colocó cuidadosamente en un costal y sin dificultad, claro que con mucho cuidado también, se lo colocó en la espalda. Se acercó a la puerta.

—Bien, mi trabajo aquí ha terminado —le informó a la señora que aún acomodaba varias cajas.

—Eso fue rápido.

—Sí, es que soy una experta. Espero que este lindo animalito esté en un lugar mejor —mostró el costal.

—Ese es…

— Sí, este es el perrito malo. Nos vemos.

Sin más cruzó la puerta de salida, se trepó a la camioneta una vez dejó el costal en la parte trasera y se fue, dejando a la señora un poco preocupada. Por alguna extraña razón, sentía lástima por el animal.

—Van dos, quedan cinco —se dijo Nimi mientras se miraba por el espejo retrovisor y se colocaba la peluca. Luego se dirigió a devolver la camioneta cuando llevó al cannie con el otro.


-N-


Kevin había llegado de la escuela y como de costumbre, se sentó en el sillón para ver la televisión; además, Nimi no estaba, lo que lo extrañó porque no fue a recogerlo como ayer ya que había dicho que siempre iba a ir por él. Su padre estaba en la sala de trabajo y a él, por ser fin de semana, no le habían dejado tarea así que aprovechó ese momento de paz para relajarse y ver la televisión, algo no que había hecho desde hacía… tres días. De acuerdo, exageraba, pero vivir con una extraterrestre hacía ver que ya llevaba viviendo un año con ellos. Hizo funcionar la tele y comenzó a cambiar de canal hasta que encontró un programa de su agrado. Las noticias locales. No es que a él le gustara ver eso, le aburría mucho para ser sinceros; pero algo había llamado su atención, lo que una mujer estaba diciendo:

“…Así es, es poco común este caso. Se dice que en la fundación de control de animales una mujer de pelo verde robó una camioneta y eso no es todo, la camioneta fue devuelta. Esto ha hecho que…”

“Nimi”, pensó Kevin. ¿Cómo era posible que estando fuera de la casa, fuera del alcance de él, ella lograra hacer que se preocupara? “¿En qué piensas?” Rápidamente cambió el canal al escuchar a su padre.

—Hijo, ¿no ha llegado Nimi? Es raro, en la mañana se fue y no ha regresado. ¿Crees que nos dejó?

“Eso quisiera”, pensó el muchacho.

—Tal vez fue a comprar algo y se perdió.

—No creo que se haya perdido, Kevin. Tal vez fue a visitar a algún familiar.

—O tal vez tuvo un accidente.

—O tal vez se encontró con un amigo en la calle.

—O tal vez la metieron a la cárcel… o la meterán —lo último lo dijo en un susurro.

—No importa, realmente —dijo el hombre volviendo a la sala de trabajo—. En tanto no le haya pasado algo grave y nos hable o algo así.


-N-


El oficial Darío entró a la sala de los policías y se dirigió a la oficina de su comandante, lanzándole una libreta que cayó en el escritorio.

— ¿Y esto? —lo tomó y empezó a leerlo.

—Son los informes que acabo de escuchar sobre el caso.

— ¿Hablas de lo que sucedió en la fundación? Es verdad, es algo inusual, pero la camioneta fue devuelta y al parecer fue una simple broma.

—Aun así, debemos detener a la mujer que hizo esto. Es posible que tenga cómplices. Es imposible que ella desinflara todos los neumáticos ella sola. Es mejor detenerlos antes de que vuelvan a hacer otra de esas “bromas”.

—Guerra, ¿acaso piensas detener a todas la mujeres de cabello verde? ¿Sabes cuántas bandas punk hay en este sitio?

—Es verdad, pero hay que intentar resolver este caso.

—No lo considero un caso grave, pero ya que estás obsesionado con eso, haz lo que quieras, pero no hagas que esto te quite el sueño, te quiero al cien.


-N-


Kevin, una vez hubo comido se fue a su recámara. Se encontraba un poco preocupado por Nimi. Su padre había dicho que desde la mañana había salido y todavía no regresaba. Sí, ella era una mujer grande como para hacer una locura; pero se trataba de Nimi, una alienígena que no sabía las reglas de la tierra. Además, Kevin no tenía ni la más mínima idea de lo que pasaba en su cabeza. ¿A quién se le ocurriría llevarse una camioneta? ¿Acaso estaba loca? Pero qué demonios, ¡claro que estaba loca! Y eso él lo sabía muy bien. En verdad que era buena haciendo preocupar a la gente.

Una vez en su cuarto, Kevin se asomó a la ventana para poder salir por su escape, pero al recorrer la cortina se sobresaltó e incluso pegó un gritito, pues vio a su niñera afuera, sobre el tejado. Ella tocó el vidrio.

— ¿A dónde ibas, crío?

El joven abrió la ventana.

—No me asustes —pidió—, ¿qué estás haciendo aquí?

Estaba claro, no sabía qué pasaba por su mente.

— ¿Sabes? Estoy súper aburrida, por eso estoy aquí —entró al cuarto del muchacho—. Acabo de encontrarme otro cannie, pero este fue fácil de atrapar, no hizo ninguna resistencia y tampoco quiso jugar conmigo —lo último lo dijo en tono triste—. Hazme un favor…

— ¡No! —se adelantó sin pensarlo dos veces. Fuera lo que fuera lo que tendría que pedirle, no sería algo bonito.

—Anda, vamos, no te comportes como un crío. Y ni me dejaste explicarte de qué se trata. Lo único que quería era que salieras.

— ¿Salir?

—Así es, es que no me sirves…

—Oh, ya veo, sólo soy una herramienta —le dio la espalda a Nimi para salir de su cuarto.

—No te lo tomes tan a pecho, me refiero a que salgas a la calle, que pasees, te diviertas con tus amigos de la escuela y que no te quedes aquí amargándote solo en tu habitación, escapando por la ventana. Eso déjalo para cuando tengas novia.

—¡Eso o para buscar cannies! —le casi gritó el joven, pues ya estaba bajando las escaleras. Nimi lo siguió.

—Eso de paso. ¡Estoy aburrida!

— ¿Por qué no vas a arreglar tu nave?

—Es igual de aburrido, no se quiere arreglar.

—No creo que la máquina se arregle sola —después de hacer el comentario se quedó pensativo un momento—. Bueno, a lo mejor si tienen esa tecnología.

—Pero esa máquina no —después de estar triste su puso enseguida feliz al recordar algo—. Bueno, por el momento esperaré —se tumbó en el sillón de la sala—. ¡Jefe, ya estoy en casa!

—David, se llama David, dile así, que lo llames jefe… hm, bueno, no creo que le quede.

— ¿Sr. David? —lo pensó un poco, luego hizo un sonido con la boca, indicando que la idea no le pareció agradable—. Mejor sigo diciéndole jefe.

—Como quieras —se sentó a un lado de ella y prendió la tele.

—Kevin —lo nombro seria, luego sonrió—. ¿Salí en la tele?

.....................................

Es todo por hoy. Continuará xDD

DarkHime:
Hello, mmm, he regresado con este nick para actualizar esto hasta terminarlo aqui.


Cap. VII: “Un invitado no deseado”[/


Los alumnos del salón 1-B estaban ansiosos de que el timbre de salida sonara, tan sólo quince minutos más. La última clase era de Biología, impartida por la maestra Teresa. La mujer observó a los chicos y los notó algo desanimados debido al horario de su clase y eso que apenas empezaba la semana.

—Chicos, por último les voy a dejar un trabajo para dentro de tres días. Es una pequeña exposición acerca de lo que vimos aquí: La biodiversidad. Serán equipos de a tres.

Al escuchar la parte final, los estudiantes se levantaron con la intención de conformar sus equipos. Les gustaba mucho esa clase de trabajos porque pasaban un rato agradable con sus amigos y podían repartirse el trabajo, aunque algunos lo hacían más por conveniencia. Armando ya estaba dirigiéndose al asiento de su amigo.

—Esperen —tomó la palabra la profesora—. Yo haré los equipos, así que tomen asiento, por favor.

Ante esto, el salón completo dejó escapar una exhalación de inconformidad y una que otra queja.

—Pero maestra… —se escuchó la voz de Armando, totalmente inconforme. Observó a Kevin y éste se limitó a encogerse de hombros.

Teresa comenzó a formar los equipos y Kevin, como muchos de sus compañeros, no prestó mucha atención a los demás nombres, sólo al suyo.

—…El siguiente será: Arturo, Kevin y Melisa…

“¡Me tocó con Melisa!” Kevin se puso sumamente feliz con la idea.

A la hora de la salida, cuando caminaban hacia la puerta que los conduciria a la calle:

—Me gustó eso de que la maestra hiciera los equipos.

— ¿En serio? —inquirió Armando no muy contento—. A mí no me parece. Me tocó con los hermanos Padilla, ¿algo peor? ¡No lo creo!

Como si sus palabras fueran mágicas, como si los hubieran invocado, los hermanos nombrados aparecieron.

—Hola, amigo —dijo uno de ellos pasando su brazo por los hombros de Armando, él otro se limito a caminar a su lado—. ¿Listo para empezar el proyecto?

—Por fin vamos a sacar un diez, hermano.

—Así es, nos tocó con el intelectual.

Armando le pidió ayuda a Kevin moviendo los labios sin soltar palabra.

—Vámonos, Juano.

—Es Armando —replico el mejor amigo de Kevin y sin más, los hermanos Padilla se lo llevaron.

Kevin vio alejarse al trío mientras él se quedaba allí, un tanto divertido por la escena que acaba de presenciar. Luego se encontró con Meli y ella le preguntó que si podía ir a su casa después de clases por lo de la exposición. Sin titubear ni una vez Kevin accedió. El joven Ibarra estaba en verdad contento; era cierto eso que se dice de que después de la frustración llega la felicidad o algo así. Después de eso siguió su camino a la entrada principal y como siempre, desde que había conocido a Nimi, ésta lo esperaba frente a la puerta. Él ya se había acostumbrado a verla, aunque en verdad le costó hacerlo.

— ¿Sabes qué he estado pensando? —Mencionó la mujer en tanto caminaban a casa—. En ir a vacacionar por allí, a salir un rato de este lugar un tiempo, ¿qué te parece? Solos tú, tu padre y yo.

— ¿En serio has estado pensando eso? ¿No crees que en vez de eso deberías pensar en reparar tu nave?

—Oye, ya me quieres correr, ¿cierto? Siempre tienes que hablar de ese tema.

—Aún faltan unos días para salir de vacaciones y hoy pienso ir a la casa de Melisa.

— ¡Oh, bueno! Tenía planeado ir a reparar la máquina, pero bien, otro día será. Vamos a la casa de Meli.

— ¡Espera, espera! —Kevin se detuvo intentando procesar lo que acaba de oír—. ¿Vas a ir? ¿Y quién te invitó?

— ¿Cómo que quién? Soy tu niñera, no lo olvides.

—Pero no necesito que vayas conmigo a todos lados.

—No te preocupes por mí.

— ¿Quién está preocupado? ¿Me estás escuchando? ¡Nimi!

La mujer comenzó a alejarse de Kevin, quien no tuvo más opción que ir tras ella. El chico llegó a su casa, cansado de correr tanto. Nunca alcanzaba a Nimi. Esa mujer tenía una condición de acero, muy resistente. Esa fuerza y esa agilidad a Kevin le daban miedo.

—Hi, joven, por fin llegas —le dijo Nimi muy cómoda sentada en el sillón con los pies en la mesita que adornaba el medio de la sala.

—Baja los pies de allí, eso no es un escabel —pidió Kevin en un tono recriminador, luego se encaminó al cuarto de trabajo para decirle a su padre que ya estaba en casa y que iría a hacer un trabajo escolar, pero no lo vio.

—Oh, es verdad. El jefe salió para algo de su negocio y dijo que iba a llegar tarde.

— ¿Qué se le puede hacer? Bueno, me voy ahora a la casa de Melisa.

— ¿Ya? ¿Viniste sólo a avisar a tu papá?

Kevin no respondió.

— ¿Nos vamos?

Minutos despues:

Kevin y Nimi estaban sentados en la sala de la casa Prados. Una hermosa mujer los había recibido, seguramente se trataba de la madre de Melisa porque vaya que era idéntica a ella. Los genes. La señora, muy amable por cierto, les llevo un par de vasos con agua mientras esperaban a la joven Prados, pues había ido a su alcoba por algunos plumones para empezar con el trabajo que harian en cartulina.

—Entonces me decías que ella es tu niñera —dijo la señora entregando los vasos.

—Gracias, así es, ella es mi niñera.

—Es un poco raro que un chico de tu edad tenga una.

—Lo que sucede es que el señor David, el padre de Kevin, lo quiere tanto que me pidió que siempre lo cuide, ¿cierto? —Notificó Nimi muy sonriente mirando a Kevin, quien, de la vergüenza, no pudo contestar nada—. Además, el muchachito me quiere tanto que no puedo despegarme de él, lloraría…

—No exageres.

—…Por eso me quedaré con él. Bueno —se levantó del sillón—, muchas gracias por su hospitalidad, pero me tengo que irme.

— ¿No dijiste que te ibas a quedar conmigo? —preguntó Kevin algo confundido. Nimi lo abrazó.

— ¿Ve lo que le digo? Lloraría.

La señora sonreía por esa escena tan tierna. Se veía que se apreciaban muchísimo y que se caían muy bien. Casi podía decirse que eran como hermanos o madre e hijo. No obstante, Kevin se sintió un poco engañado. ¿Plan con maña?

—Siento mucho la espera —dijo Meli en cuanto regresó.

—Bueno, los dejo en paz —dijo la señora—. Si se les ofrece algo estaré en la cocina.

Melisa tomó asiento en el sillón de una sola persona una vez dejó todo el material en la mesa que estaba allí.

—Arturo aún no llega —dijo la chica mirando el reloj que se encontraba colgado en la pared—. Vamos a tener que empezar sin él, de cualquier modo, si no llega, le dejaremos trabajo para que lo haga después.

—Sí —estuvo de acuerdo el chico.

—Manos a la obra.

—Bueno, yo también los dejo-volvio a informar Nimi

— ¿Te vas? —indagó Kevin extrañado. ¿Acaso no era broma lo anterior?

—Tengo cosas que hacer. Nos vemos, crío, no llegues tarde a casa.

—Ok.

—Se ve que es una buena persona —mencionó Meli una vez Nimi se hubo retirado.

—No vives con ella —fue el único comentario de Kevin.

-N-

Se procuró que la nave de excursión aterrizara en un lugar no habitado, para sí no sorprender, alertar o atemorizar a los terrícolas. Así que el lugar fue las afueras del pueblo.

—Lo siento mucho, pero no puedo ver —dijo Denor tapándose los ojos con sus manos—. No quiero ver, no quiero ver la destrucción que hizo esa mujer.

—Señor —lo llamó su secretaria mientras abría las puertas del Hatton cuatro—, abra los ojos, por favor. Todo se ve tal y como debe verse. Todo en orden.

— ¿En serio? —preguntó con un tanto de duda todavía. Retiró las manos de su rostro, aunque aún mantenía los ojos tras los párpados.

—Oh, señor, antes de que…

— ¡Oh, por Dios! ¡Mis ojos! ¡Me quemo!

—…abra los ojos y póngase esto —concluyó, un poco tarde como pueden imaginarse—. Aquí los rayos del sol son más fuertes.

—Es verdad, se me olvidó por completo.

Denor estaba muy contento de verificar que todo estaba bien. Seguramente allí estaba la gente paseando de aquí para allá, todos los pueblerinos haciendo sus vidas. Los dos llegaron al centro del pueblo Harton. Denor Inhaló profundamente respirando el aire a lo más.

—Qué hermoso planeta, ¿no lo crees?

—Es idéntico a Aurón.

—Sí, pero este es un maravilloso lugar. Mira que es el único planeta del universo que tiene más de trescientos idiomas oficiales y más usados, eso sin contar los miles de dialectos. Si uno quiere venir a vacacionar aquí, se tiene que aprender todas estas lenguas. ¿No es increíble? Yo sólo sé hablar trece. Este lugar es interesante…

—Tal vez por lo mismo vino Nimi, ¿no?

— ¿Eh? No lo creo, yo lo dudo —se puso serio, la mencion de Nimi le robo su deleite—. Ella está tramando algo, de eso estoy seguro. Vamos a buscarla, ¿por dónde empezamos?

—El lugar es extenso, puede estar en cualquier sitio.

El capitán se colocó los lentes oscuros, y un tanto molesto, informó:

—Por desgracia, la señal no llega aquí a la tierra —se quitó los lentes—. Si no, sólo la buscaríamos por radar. ¡Ya qué! Tendremos que buscarla a la antigua. ¿Usted ha visto a Nimi? —le preguntó a un hombre que pasó por allí.

—No.

—No creo que la conozcan —razonó la mujer—. Es mejor buscarla por nuestra cuenta o empezar a buscar en los lugares que más le gustan.

El hombre se quedó pensando.

— ¿Un lugar que le guste? ¿Una florería? ¿Un lugar? ¿Un lugar?

—Bueno, si aterrizó en este pueblo no creo que sea muy difícil encontrarla. A menos que se haya ido a otro lugar.

— ¿Por qué aterrizaría en este lugar específicamente? —Se preguntó el mayor—. Tal vez… sólo tal vez… podría ser que… no tengo ni la más mínima idea.

Aley tan sólo lo miró. No podía creer la actitud tan extraña de su jefe. Todavía no se acostumbraba a ella a pesar del largo tiempo que llevaba trabajando para él. Era el jefe más extraño que había tenido y esperaba fuera el único.

— ¿Sabe qué? —Siguió la morenita—. Si ella todavía tiene la pulsera de corta distancia podríamos ubicarla con eso.

—Es cierto. ¡Aley, eres increíble! Cada día me sorprendes más. Vamos.

“Yo cada día me sorprendo más de usted”, pensó la mujer.

—Sólo espero que no se haya deshecho de ella —comentó un poco intranquilo, porque si así era ya no tendrían nada para encontrarla. Cierto que habia aterrizado en ese pueblo, pero tardarían días en encontrarla y era urgente tenerla enfrente de ellos...ya!

—Pues si ella no quiere ser encontrada lo más seguro es que sí. Pero no hay que ser negativos.

Ambos comenzaron a moverse, caminando de aquí para allá. Del sur del pueblo al norte, del oeste al este. Ya habían transcurrido un par de horas desde su búsqueda y para desgracia del mayor, no había ninguna señal de la pulsera. Esa pulsera funcionaba de la siguiente manera: cada explorador debía contar con una de éstas, casi de por ley, si uno de ellos perdía la comunicación con los demás, éstos iban y lo buscaban y al estar a algunos metros de distancia la pulsera lanzaba un pitido y conforme se acercaban más y más, el sonido aumentaba y era constante hasta que se presionaba el botón azul que servía para cortar la señal. La pulsera también funcionaba para comunicarse con los demás, como una especie de radio.

—Espera —Denor se detuvo y corto el paso de Aley —creo que escuché algo.

Efectivamente, el sonido que había estado esperando se oyó.

—Por aquí —dijo apuntando cierta dirección.

-N-

Kevin tenía mucha hambre. La madre de Melisa, quien en verdad era una persona amable, invitó tanto a él como a Arturo a comer. Su compañero aceptó, pero él no, porque le daba algo de pena, además de que no quería estar mucho tiempo fuera de casa por si su padre llegaba; aunque, pensándolo bien, tal vez ni notaría que su hijo no estaba, pero le prometió a Nimi que no tardaría; aunque, pensándolo bien, tal vez ella ni estuviera en casa. ¡Maldición! ¿Por qué no aceptó mejor? ¿Qué haría solo en casa? ¿Ver televisión? Una vida solitaria. De cualquier manera, se alegró un poco. Ya estaba adaptándose a su nueva vida. Se detuvo en seco cuando escuchó el mismo sonido que había escuchado por primera vez aquel día que vio al cannie. De nuevo se repetiría la escena. La reacción más pronta que tuvo fue la de correr a su casa, que ya no le quedaba lejos, solo unos metros. Y deseo profundamente que Nimi estuviera en casa.

— ¡Nimi! ¡Nimi, Nimi! ¿Estás aquí? —Empezó a correr por toda la casa, desesperado.

— ¿Y esos gritos? —Oyó la voz de su padre—. Estamos en la cocina.

— ¿En la cocina? —Se adentró a ésta. Nimi y su padre estaban sentados frente a la mesa en donde había comida, claro, comida de restaurante—. ¿Y esta comida?

—Nimi la trajo —informó el señor.

—Es correcto, así que ven y siéntate, crío.

— ¿Qué es ese ruido? —inquirió David extrañado.

—Es verdad —a Kevin ya se le había olvidado a lo que realmente iba. Le enseñó la pulsera a su niñera.

—Oh, presiona el botón azul —dijo mientras se levantaba de la silla y se acercaba al chico.

Kevin hizo lo sugerido y al mismo tiempo se escuchó que alguien tocaba la puerta. Rápidamente, Nimi fue a abrir con Kevin detras de ella. Una vez Nimi estuvo frente a la puerta, la abrió encontrándose, del otro lado, a nada más y nada menos que a Denor y Aley. Nimi se sorprendió mucho y luego sonrió.

— ¡Hola! Cuánto tiempo sin verte, Aley —tomó las manos de la mujer—. Pasa, pasa.

— ¿Eh?

La morena entró un poco confundida, después Nimi cerró la puerta en la nariz del mayor. Ignorado por completo, éste se enfurecio ante el recibimiento y tocó la puerta con mucha más fuerza.

— ¡Nimi! ¡Abre ahora! ¡No finjas que no me viste! ¡Abre mujer! ¡Abre, Nimi!

La puerta se abrió apenas lo suficiente como para que los dos pudieran mirarse a través de una rendija.

— ¿Estabas aquí? —preguntó ella en tono sarcástico.

—Nimi, ¡qué simpática! —respondió con el mismo tono y fulminandola con la mirada.[/..............................................................

Y en pocos dias pongo el siguiente.

Saludos ewe.


DarkHime:
Actualizo ewe xD

Cap. VIII: “No juzgues a una persona antes de conocerla”

— ¿Quiénes son ellos? —preguntó Kevin a la extraterrestre. ¿Cómo la conocían? ¿Eran también del planeta de Nimi? ¿Por qué estaban ahí? ¿Acaso Nimi era una fugitiva y fueron a la tierra por ella? Estas y otras preguntas se formularon en la cabeza del chico. La que más le preocupó fue la última. Por una extraña razón, no lo dudaba; pero dejó de pensar en eso cuando escuchó la voz de la protagonista.

—Son unos de los compañeros del trabajo que te mencioné anteriormente.

—Por fin te encontré. Ahora vámonos —tomó la palabra Denor.

—No —respondió Nimi sin pensárselo y secamente.

— ¿Eh? ¿Pero de qué hablas? No estás en posición de negarte. Tienes que venir conmigo ahora, te agrade la idea o no.

—No.

El hombre enfureció ante el comportamiento tan irritante de Nimi.

—Nimi —dijo ahora Kevin—, ¿ellos son de tu planeta?

—Él… él sabe… ¿sabe que no somos humanos? ¡La gota que derramó el vaso! ¡No puedo creerlo! —se frotó fuertemente las manos en el cuero cabelludo—. ¿Sabes cuántas reglas intergalácticas has roto? ¡Has roto 236!

— ¿236? —repitió Kevin sumamente sorprendido—. ¿Tantas?

—Uno: Saltarte el trabajo; dos: robar un Hatton; tres: dirigirte a la tierra; cuatro —apuntó a Kevin—: hablar con un humano; cinco:…

—Tú también las has roto —apuntó Nimi.

— ¿Cómo? —pensó incrédulo en lo que le había dicho y, analizándolo bien, era cierto—. ¡Rayos, es verdad! —Su estado de ánimo cambió a uno de completa congoja—. ¿Qué clase de capitán soy? —comenzó a lamentarse.

—Uno corrupto —aseveró Nimi con descaro.

— ¿Quiénes son? —inquirió esta vez David acercándose a la multitud.

—Son mi hermano y mi prima —le informó Nimi en voz baja, luego sonrió muy ampliamente—; pero no se preocupe, jefe, ya se van.

— ¿Ya nos vamos?

Nimi empezó a empujar a Aley y Denor a la salida.

—Espera…

—Ahora no puedo atenderte, Denor. ¿Por qué no dejas un mensaje después del “pip”? —enseguida, Nimi volvió a cerrar la puerta de la entrada.

— ¿Eh? ¿Y el “pip”? ¡Nimi! —una vez más se acercó a la puerta y volvió a tocarla—. ¡Tienes que venir con nosotros!

—Señor, pronto va a oscurecer —habló Aley —. Ya sabemos dónde está hospedada, podríamos volver mañana.

Sin más, se fueron de allí.

—¿Quiénes eran ellos, Nimi? —volvió a preguntar Kevin, dentro de la casa.

—Son Denor y Aley. Denor es el capitán que está a cargo de la nave que se dirige a los planetas y Aley es su secretaria.

—Oh, eso quiere decir que el tal Denor es tu jefe, ¿cierto?

Al escuchar eso, Nimi no puso una expresión de mucha alegría; pero era cierto, ella sólo se encargaba de cuidar la mercancía. El patrón era el encargado del Blipon.

—Por desgracia, sí… Pero bueno, ¿qué te parece si mejor acompañamos a tu padre a comer?

Y al concluir la comida, Nimi y Kevin se dispusieron a ver la televisión hasta la hora de dormir. David se había ido a seguir su trabajo; aunque había pasado una comida divertida. Hacía mucho que Kevin y su padre no se sentaban juntos a comer. Así ese día terminó, ¡oh! Los otros dos nuevos llegados se habían ido a descansar a su nave. El viaje los había agotado mucho.

Al día siguiente, Nimi había acompañado, como todas las mañanas, a la escuela a Kevin. Cuando regresó a casa, frente a la puerta estaban Denor sentado en el suelo y Aley a su lado, de pie.

—Hey, Denor, qué temprano has venido. ¿Tanto te urge que me vaya contigo?

—Nimi —dijo éste mientras se ponía de pie—, ¿sabes en qué he estado pensando?...

—Ni idea.

— ¡Déjame terminar! Hm, estaba pensando en los cannie que dejaste escapar…

— ¿Yo?

— ¡No te hagas la inocente! Yo sé muy bien que tú planeas algo. No sé qué es, pero lo descubriré. Como sea, por el momento necesito saber dónde está la nave donde vinieron los cannie.

Nimi pasó de largo el comentario y se dirigió a la puerta.

— ¡¿Me estás escuchando?! —se molestó ante la actitud de ella.

—Nimi —tomó la palabra ahora la joven morena—, necesitamos saber dónde está la nave para volver a reprogramarla y llevarnos a los cannie de nuevo al Blipon y terminar nuestro trabajo. Dejaste escapar siete, ¿cuántos has encontrado?

—Dos.

— ¿Sólo dos? ¿Qué has estado haciendo estos días? —cuestionó iracundo el mayor. Aley intentó tranquilizarlo.

—Ah, otra cosa. No sé dónde está el Hatton dos, pero si me disculpan, tengo cosas más importantes que hacer.

— ¿Más importantes que terminar nuestro trabajo? —quiso saber Denor, definitivamente fuera de órbita, o al menos de la suya.

—Sí.

Entró a la casa.

—Me pregunto qué será —se dijo Aley curiosa.

—Hay que tenerla vigilada.

-N-

El oficial Darío entró a la oficina de policía.

—Hola, Guerra —lo saludó un compañero más joven que él. Darío le devolvió el saludo—. ¿Es verdad que aún sigue con el caso de la semana pasada? ¿No cree que fue una mera broma?

—Fuera lo que fuera, voy a descubrir quién lo hizo y por qué.

El joven oficial le palmeó la espalda en un ademán de despedirse.

—Le deseo lo mejor.

¿Acaso estaba mal? Muchas veces esa pregunta se planteaba el hombre. Todos siempre le recordaban o le decían abiertamente que dejara el caso, pero él no quería; él deseaba conocer a la mente maestra de aquel plan. Tenía esa sensación de querer conocerla pasara lo que pasara. Por desgracia, no podía avanzar en su investigación debido a que estaba como había empezado: en ceros. Tal vez la mejor opción era dejar aquello por la paz, bueno, a veces pensaba eso; mas no podía, no quería. Aun así, tenía la esperanza de que tarde o temprano iba a conocer a esa persona y esperaba que fuera más temprano.

— ¡Oye, Guerra! —escuchó su nombre y vio como otro de sus compañeros lo saludaba—. ¿Te apetece acompañarme a patrullar por la calles un momento?

Daría aceptó sin problemas, quizás una vuelta le hacía falta para despejar su mente un poco.

-N-

— ¿Esta es la cosa más importante? —preguntó Denor incrédulo caminando por uno de los tantos pasillos del supermercado mientras Nimi empujaba un carrito del mismo.

— ¡Claro! Al jefe se le acabó el pan. ¿Qué es lo que voy a comer mañana si no hay pan fresco, eh?

—Bueno, en eso tienes razón… Pero en estos momentos lo más importante es buscar la nave donde estaban los cannie, repararla, volver al trabajo ¡y misión completa!

—Pues que te vaya bien.

—Necesitamos tu ayuda —calló al darse cuenta de lo que acababa de decir. ¿Necesitaba su ayuda? Eso fue estúpido—. ¿De qué estoy hablando? Es contigo con quien hablo. No sé por qué te pedí eso, ¡estoy enloqueciendo!

—Sí, lo estás —afirmó la mujer alejada unos metros de él y luego vio como la gente lo miraba extrañada, pues prácticamente estaba hablando solo. Estaba dando un monólogo en pleno mercado. Se acercó a la mujer y suspiró.

—De acuerdo —comenzó a decir a la morena—, creo que tenemos que ir por nuestra cuenta.

— ¿A quién le hablas? —preguntó curiosa Nimi.

— ¿Cómo que a quién? A Aley… —se volteó a un lado y no la vio, se giró al otro lado y tampoco la vio—. ¿Eh?

—De veras que estás loco —sentenció Nimi divertida—. Tu secre hace rato que se fue. Qué jefe tan más atento.

-N-

Aley caminaba hacia la residencia Ibarra. No quería estar con ese par de locos. Siempre era igual, cada vez que los dos estaban juntos surgía una disputa entre ellos. Eso la cansaba y no quería ir a la tierra por lo mismo, pero órdenes eran órdenes. ¿Qué hacer? Por el momento esperaría a que su jefe terminara de hacer compras y lo esperaría en la casa de esa familia. Un paso antes de llegar a la casa, Kevin y ella cruzaron miradas. Kevin había salido temprano debido a que las vacaciones de verano estaban por llegar, ahora sólo entregaban algunos trabajos y ya estaba, los que los entregaron podían volver a casa.

— ¿Tú eres la de ayer? —indagó el chico.

—Hola, soy Aley —se presentó muy amablemente—. ¿Estás estudiando? —preguntó al ver la mochila de Kevin que colgaba de su brazo izquierdo.

—Sí, sólo venía a decirle a mi padre que iré a hacer un trabajo con un amigo.

— ¿Puedo acompañarte? No te molestaré.

—Ah, claro. Voy a avisar.

¿Por qué no?, se preguntó el chico. Aley se veía una persona agradable, muy diferente a Nimi y de lo poco que conocía al otro también se veía que era diferente a él. Así, el joven entró a su casa para decirle a su padre que iría a hacer una tarea escolar. Después de eso, él junto a Aley caminaron a la casa de Arturo, ahora se habían quedado en ver ahí.

—Creí que estaría con... ¿Denor? —dijo Kevin para sacar conversación.

—Denor y Nimi están de compras…

“¿De compras?”. No se podía imaginar a Nimi haciendo eso.

—… Y la verdad es un poco molesto estar junto a ellos —se desahogó la morena—. Siempre están discutiendo y eso llega a fastidiarme mucho. Bueno, ¿qué se le puede hacer? Creo que eso viene de genes.

— ¿Genes?

—Sí, Nimi y Denor son hermanos.

— ¿Hermanos? —preguntó sorprendido Ibarra.

— ¿No te lo mencionó Nimi?

—No, creo que se le pasó decirme ese enorme detalle.

—En cierta manera son iguales, tal vez por eso siempre están discutiendo; aunque de alguna forma son diferentes.

Ahora Kevin entendía un poco más. Había creído que todos los de esa raza eran unos locos, pero pensándolo bien la persona que caminaba con él ahora era más calmada. ¡Pero claro!, esos genes eran poderosos, los dos estaban locos. Y no era su culpa haber pensado eso; de hecho, cualquiera que no supiera que eran parientes diría que los de Aurón son raros.

— ¿Tienes otra niñera? —le preguntó Arturo a Kevin, quien estaba afuera esperando a su compañero junto a la puerta, al verlo con alguien diferente a la que se había presentado días pasados en el salón.

— ¡No! Ella es conocida de mi niñera… digo de Nimi.

— ¡Ah!, ya veo. Bueno, hay que empezar ya. Hoy tengo prisa, mis padres y hermanos siempre vamos a visitar a mi abuelo y Meli y su mamá también van a salir, así que no tenemos mucho tiempo.

—Entiendo, de acuerdo —dijo Kevin. Qué bonito era tener compromisos con la familia. Cómo le gustaría a Kevin tener uno de esos—. ¿Pasamos?

—Oh, no, tu ve —informó la morena.

— ¿Segura?

—Sí, te espero.

— ¡Rápido, Kevin! —se escuchó la voz de su compañero desde el interior de la casa.

— ¿Ya está aquí Kevin? —se oyó después la voz de Meli.

Con eso, el joven entró a la casa un poco incómodo de dejar afuera a Aley, pero no podía obligarla a hacer algo que no quería, como entrar a la casa.


Mientras tanto, en el supermercado por fin estaban formados para pagar. Se habían entretenido en darle la vuelta a toda la tienda y ver cada cosa. ¿Quién dijo que ir de compras era algo fácil? Aun así, no compraron mucho, sólo lo básico y lo que en verdad hacía falta en la casa. Era la primera vez que Nimi hacía algo así, pero le gustó mucho, lo único malo fue tener a Denor ahí.

—Espero que Aley no esté perdida —dijo el mayor.

—Tú estarías perdido sin ella. Por eso no te has ido, ¿cierto?

— ¿Qué pretendes? ¿Que no sé llegar a la casa?

—Exacto.

—Bueno, no es mi culpa, soy nuevo aquí, sería fácil para mí perderme.

En otra de las cajas: Darío y su compañero estaban pagando una caja de donas. Darío aún estaba pensativo y su compañero se dio cuenta de eso, también lo único que miraba era su palma derecha, la cual sujetaba un circulito bien hecho de aproximadamente tres milímetros, casi no se veía en su palma.

— ¿Y eso qué es? ¿Un imán? —cuestionó su compañero mientras pagaba lo de la caja de donas.

—Algo así.

—Vamos, no estés tan pensativo, relájate, de veras que te pegas mucho a tu trabajo. No te preocupes, no hubo un robo mayor o un asesinato, sólo una simple broma, quizás para molestar a los policías, muchos hacen eso. Vamos ahora por un café.

Se disponían a salir cuando Darío chocó por accidente con Nimi.

—Lo siento —se disculpó ella, luego siguió caminando discutiendo con Denor sobre quien llevaría las bolsas del mandado.

— ¡Es ella! —dijo el oficial sorprendido.

— ¿Quién? —preguntó su compañero extrañado.

—Es la mujer que ponchó las llantas la semana pasada- su sexto sentido se había activado.

— ¿Ella? ¿Estás seguro? ¿Cómo lo sabes?

—sí, tiene cara de que haría cualquier cosa, lo que sea, pensada o… ¡No! Idear planes bien pensados. No me equivoco, ella es.

Claro que su compañero no le creyó.

— ¿Estás seguro? Creo que lo que te hace falta son vacaciones. ¿Hace cuanto que fueron las últimas que tomaste? Deberías hablar con el jefe sobre eso, de seguro él piensa lo mismo.

—No estoy equivocado —se dijo el oficial-estoy convencido que es ella

—No creo que debas juzgar a las personas sin antes conocerlas —dijo su compañero para finalizar su monólogo.


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Continuará.



 

DarkHime:
Dejo el cap que sigue


Cap. IX: “Un vistazo más allá de lo que se ve. Parte 1”
El oficial Darío Guerra estaba sentado en su oficina con los pies en el escritorio. Pensaba en el encuentro de unos momentos atrás, cuando estaban Erick y él en el supermercado y no dejaba de observar el pequeño imán.

—Estoy un 90% seguro de que es ella. Sólo necesito saber dónde vive, hablarle y así sacarme de dudas. Hubiera ido si no fuera porque Erick estaba conmigo.

— ¿De nuevo hablando solo? —inquirió un tanto divertido su comandante. Darío bajó los pies y se levantó rápidamente.

—Señor…

—Guerra, hubo un robo en la tienda de la salida Este, gracias a Dios no hubo ningún herido. Ya he mandando a alguien. Pero quiero que usted vaya con el gerente para que le muestre las cámaras de vigilancia.

“Cámara de vigilancia”, pensó mientras volvía a ver ese pequeño círculo negro que no soltaba desde que lo había tomado de la cámara de vigilancia la semana pasada. El dueño de la tienda había mandado reparar la cámara para saber por qué no funcionaba; pero el hombre que la examinó abriéndola en todas sus partes informó que no estaba dañada, que debía funcionar adecuadamente, sin embargo, no volvió a funcionar, así que antes de que terminara en el cubo de la basura, él pidió llevársela para darle un vistazo. Fue entonces cuando descubrió ese pequeño círculo que parecía un imán. Después sucedió esa cosa extraña en el supermercado, cuando chocó con esa mujer, el “imán” tuvo un tipo de reacción, por eso dedujo que ella era la dueña de ese aparato. Ahora tenía que encontrarla.

-N-

Nimi había ido a recoger a Kevin a la escuela como de costumbre, pero al llegar no lo encontró. Sólo habían salido los de segundo y tercer grado. Allí una maestra le informó que los de primero ya habían salido, por lo que no tuvo más opción que regresarse a la casa a ver si ya había llegado.

Denor, que se mantenía sentado frente a la puerta de la residencia Ibarra, se puso de pie al ver a Nimi.

— ¿Has visto a Aley?

—No, ni siquiera encontré al crío.

—Me pregunto dónde… ¡Mira!, ahí vienen —Denor apuntó a las dos personas que conversaban muy amenamente.

— ¡Crío!

— ¡Aley!

Gritó cada quien al verlos.

—Aley —se dirigió ahora muy serio a su secretaria—, tenemos que ir a buscar esa nave por nuestra cuenta y también debemos buscar a los cannie — fijó su mirada en Nimi, llena de reproche, aunque más que nada de reto—, porque si no lo hacemos nosotros, nadie lo hará.

—Espera, espera —dijo la niñera al darse cuenta de las intenciones de Denor—. ¿De qué hablas? Seguro y yo atrapo un cannie más rápido que tú.

—Jajaja, eso no tuvo gracia. Es claro que yo atraparía dos de ellos en menos de una semana.

—Ya veo. ¿Qué te parece esto? Yo me llevo a Aley conmigo y tú te llevas al crío…

—Es Kevin-intercaló el crío, aunque de nada sirvió.

—…contigo, a ver qué equipo atrapa a un cannie primero. Tú y el crío.

— ¿Es un reto?

—Claro, a menos que no quieras porque nosotras vamos a ganar.

— ¿Bromeas? Por supuesto que acepto. ¡Vamos, crío! —dijo muy entusiasmado. Ya quería ver la cara de Nimi cuando ese mismo día encontrara y atrapara a un monstruo de esos.

—Esperen, ¿y por qué yo? Ni siquiera me preguntaron si estaba de acuerdo —protestó Kevin ante tal cosa.

—Tú ve por allá y nosotras por acá —Nimi apuntó las direcciones.

— ¡¿Me están escuchando?!

—De acuerdo, vamos.

— ¡Oigan! —Denor sujetó la muñeca de Kevin y lo haló para correr. Y así, sin decir nada ni interesarse por la opinión de Aley o Kevin, la competencia inició, aunque sólo era entre Denor y Nimi.

Kevin ya había planeado su día. Había salido temprano y había ido a casa de Arturo a continuar con el proyecto de Biología, aún era temprano cuando estaba dirigiéndose a casa. El plan después de eso era descansar todo el día, preparase algo de comer, relajarse y sentarse frente al televisor esperando la hora de dormir. No era la gran cosa, pero era la rutina de todos los días. Mas ahora, por una extraña razón, su simpática niñera ya había planeado su día. En ese momento no estaba comiendo algo que se preparó, estaba caminando... corriendo, mejor dicho, a un lado de Denor. No estaba relajándose en su cómodo sillón para ver la televisión, estaba dirigiéndose hacia las afueras del pueblo. ¿Ahora qué se suponía que pasaría? En lugar de esperar la hora de dormir, ¿esperaría ser comido por esos perros mutantes?

— ¿Estás bien? —le preguntó el mayor al notarlo un poco decaído.

—Más o menos. ¿Por qué vamos en esta dirección? —preguntó el muchacho al dirigirse hacia los bosques.

—Porque hay más probabilidad de que encontremos un cannie aquí —se dio cuenta de que el joven no sabía a lo que se refería—. Debido a que estos lugares se parecen a su hábitat, además de que consiguen más fácil la comida.

— ¿La comida? —ahora sí que estaba más en blanco que al principio.

—Sí, por la vegetación.

Kevin se quedó con la boca abierta.

— ¿Quieres decir que esos mutantes son herbívoros? —el hombre asintió—. Pe-pero Nimi dijo que eran peligrosas y que podían morder hasta el material más resistente de la tierra.

—Esas criaturas son mansas, no harían daño; mas es verdad que pueden perforar el material más resistente, pues sus dientes son fuertes ya que en su planeta existen plantas que tienen como protección un caparazón muy duro y a causa de eso han desarrollado dientes así de fuertes y grandes.

—Creí que eran carnívoros.

—No. Ellos no pueden comer carne, sus ácidos gástricos no la disolverían, no son tan hábiles, si comieran se intoxicarían. Para ellos, comer carne, significaría suicidio. Así que no te preocupes, no se comerán a nadie y eso lo sabe ella.

Kevin se sintió más aliviado al escuchar aquello, pero irritado a la vez, pues todo ese tiempo ella sabía que no podían atacar a un humano y no se lo dijo y lo hizo preocuparse por nada. Ahora entendía esa actitud tan despreocupada de Nime ante los cannie que lo sacaba de quicio. Denor se dio cuenta de que estaba un tanto irritado y rió divertido.

—Así que Nimi no te mencionó eso, ¿eh? Es muy problemática, ¿cierto?

—Ah, demasiado para mi gusto —dijo en forma de suspiro de desahogo.

—Pero se ve que te quiere —mencionó al recordar cuando había llegado a la casa de las compras y ella había ido por él a la escuela—. Ah, tal vez sea porque le recuerdas a su hijo.

— ¿A su hijo? —el chico se sorprendió, ¿acaso tenía un hijo?

— ¿Tampoco te mencionó eso? Sí, tenía un hijo, era un chico muy inteligente —al recordarlo, Denor se puso muy feliz y más al decir—, tanto como su tío. Era muy alegre. Se llamaba Gray.

Kevin se detuvo y Denor hizo lo mismo.

— ¿Se-se llamaba?

Ante la pregunta, Denor fue tornándose triste al retornar al pasado una vez más.

—Sí. Gray nació con una condición muy mala, su salud no era estable, con cualquier cosa se ponía grave. Nimi trabajaba viajando a varios lugares de Aurón y Gray no quería estar solo en casa, quería permanecer al lado de su madre, así que empezó a llevárselo. Varios viajes fueron así y eso lo mejoró, o por lo menos eso se veía, pues se le notaba más feliz. Pero un día, en un viaje se agravó mucho. Él tenía la costumbre de cortar flores, le gustaban mucho, pero cuando Nimi fue a buscarlo, lo vio en el suelo, él ya estaba… Ese día fue triste.

Kevin comprendía a la perfección ese dolor que ella debió sentir ese día. Había perdido a alguien muy importante.

—Bueno —se escuchó entre los pensamientos de Kevin la voz del mayor—. Hay que continuar. Si no buscamos no vamos a encontrar nunca —y siguieron moviéndose.

-N-

Nimi y Aley caminaban al centro del pueblo.

—Nimi —comenzó la morena—, ¿no crees que los cannie estén a las afueras del pueblo por la alta vegetación?

— ¿De qué hablas, Aley? —sonrió—. Deja que Denor se encargue de eso.

La morena empezó a comprender la verdadera intención de ella.

—Ya veo, todo fue planeado, dejar que los chicos hagan el trabajo pesado. Nimi, sí que das miedo.

La nombrada se limitó a sonreír ante el cometario, luego habló:

—Por cierto, ¿por qué aún trabajas para Denor? Debo decir que has soportado mucho. Es demasiado problemático, ¿cierto?

—Sí lo es, pero no puedo hacer nada. Soy una simple secretaria, si mi jefe no quiere reeemplazarme no puedo hacer nada.

—Hm —Nimi pareció meditar un poco—. Pero escuché que la primera secretaria que tuvo lo dejó porque no lo aguantó y sí aceptaron su petición.

— ¿A-ah, sí? Eso no lo sabía —se sorprendió un poco. No se imaginó que ya había tenido una secretaria antes que ella o que había cambiado. Después sintió como Nimi le tocaba el hombro.

—Así que si quieres dejarlo puedes hacerlo. Pero te agradezco que cuides al Sr. Molestia. ¿Qué te parece si nos relajamos un poco y compramos un helado? Verás qué buenos están los sabores de aquí y luego nos vamos a descansar al parque mientras dejamos que los hombres se encarguen del trabajo.

Así, las dos hicieron lo mencionado y fueron a sentarse al parque donde había juegos para niños y disfrutaron de su nieve. Las dos veían a los niños jugar, después notaron algo extraño. Los niños comenzaron a dejar el lugar poco a poco; unos entraban a un montón de arbustos y volvían a salir para llamar a más niños y así, hasta que todos los niños se congregaron para mirar los arbustos..

—Nimi…

—No, no, no creo que sea un cannie. Es imposible, además, no ha sonado ninguna de nuestras pulseras.

—Es cierto….

Se escuchó un pitido, otro y muchos más, demostrado que definitivamente, lo que había detrás de esos arbustos era un perro de esos. Las dos mujeres se miraron.

—No traje nada —mencionó Nimi dándole la razón Aley.

-N-

—Denor — se escuchó la voz de Nimi por la pulsera del mayor.

— ¿Qué pasa Nimi? —respondió el hombre.

— ¿Es Nimi?

—Encontramos a un cannie…

“Maldición, qué rápidas”, se frustró por eso.

—… pero no tenemos equipo para atraparlo.

— ¡Qué! ¿Estás loca Nimi o qué? ¿A quién se le ocurre ir a la guerra sin armamento? —comenzó a sermonear a la mujer, pero recordó algo—. ¡Maldición! Yo tampoco traigo nada.

—Mira, mira, quién es el tonto —se escuchó burlona.

— ¡Loco!

— ¿Por qué no vas a la nave, recoges el “armamento” y vienes?

—De acuerdo, pero… ¿en qué dirección queda el Hatton?

En serio, al escucharlo, Aley pensó en dejarlo, sin embargo, solo se limitó a suspirar.

—Denor, ¿cómo es posible? Está bien, ¡Kevin! —Se dirigió al muchacho—, ve a tu casa y en el garaje está una bolsa, tráela.

—Sí.

—Rápido, en tanto, Aley y yo sacamos a los civiles del parque.

Con esto, velozmente, Denor y Kevin fueron a la casa por esa bolsa, mientras en el parque, Nimi informaba a los padres que se retiraran de allí porque se necesitaba cerrar el lugar.

— ¿Cómo puede cerrar algo público? —inquirió una mamá no muy contenta, apenas iba llegando y su hijo quería subirse a la res-baladilla, y Nimi no tenía en ese momento mucha paciencia aunque la mamá en cierta manera tenía razón por su descontento.

—Como quiera— dijo Nimi sin importancia—, pero si su hijo sale dañado por su arrogancia, es su problema.

— ¿Disculpe? —no entendió la joven madre.

—Sí, no ve que ha escapado un feroz y peligroso animal que puede morder, perforar y arrancarle el brazo a cualquiera, y se encuentra aquí en el parque —la manera en que Nimi lo dijo, hizo que la señora se asustara, mejor llamó a su hijo y se fueron de allí, a un lugar más seguro. Mientras esto sucedía, Kevin y Denor entraron a la casa.

—Oh, hijo, ya llegaste —dijo David al verlo entrar, un tanto presuroso.

—Lo siento, pero tengo prisa.

Sin detenerse abrió la puerta del garaje y vieron una bolsa.

— ¿Es esa? —cuestionó el chico.

—Sí —aseveró el mayor, quien tomó la bolsa y la colocó sobre su espalda, como un costal de papas, después salieron de allí y se dirigieron al parque de los niños.

— ¿Se le olvidaría algo? —se preguntó el señor de la casa, ya que lo vio en verdad con prisa e intranquilo—. ¿Ese no era el hermano de Nimi?

El cannie se asomó de los arbustos y con sus ojos negros vio a Nimi unos metros alejada de él, quien, con una sonrisa divertida lo saludó:

—Hola, lindo perrito. ¿A qué vamos a jugar hoy?

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Después edito el que sigue u.u xD

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