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DONDE ESTÉ MI CORAZÓN

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PennyDraco:
Perdon amiga por pasarme tan tarde pero ya me desocupé de largos trabajos.
A ver, los capítulos agradables, en especial porque Sasuke resulta ser el timido y eso como que le hace lucir más atractivo aunque sus manías de ser un nómada es grandioso, ah, si yo tuviera su suerte y viajar por todo el mundo ya lo hubiera hecho :D
Lo que si da más risa en todo esto es que Ino actua de la exigente amiga y comica  a la vez y eso es lo que Sakura necesita de vez en cuando: Oir a Ino....jajajaa
Ok, bueno, espero seguir leyendo lo que sigue y haber como le va a este tipo de Sasuke jajaja.
Te cuidas

Ushio Uchiha:
Ola Penny-chan, no te preocupes yo tampoco he podido subir mas capis pues estaba ocupada tambien.


Capítulo 9:

El médico examinó el trazo de la línea que iba dejando el electrocardiograma en la larga hoja de papel. Un trazo continuo, de subidas y bajadas estables, siguiendo los impulsos marcados por el corazón con cada uno de sus latidos. Sakura, tendida horizontalmente y conectada por medio de los electrodos al sistema de aparatos, lo observaba de reojo, pero también con confianza. Los días en que la angustia y el miedo dominaban cada una de aquellas escenas habían pasado. Por si no fuera bastante, el hombre la tranquilizó aún más, sin esperar a que la prueba hubiera finalizado.

-Bien, muy bien -comentó-. Perfecto.
-Me alegro -reconoció ella-
-Si no fuera por lo que sabemos tú y yo, nadie diría que has pasado por todo lo que has pasado.

Sakura cerró los ojos y respiró con fuerza. De hecho era uno más de sus exámenes rutinarios, pero no podía impedir que, cada vez que entraba en la consulta, una fuerte agitación se disparaba en su interior. Un año antes estaba perfectamente, y luego...
La vida podía cambiar en un segundo.

-Muy bien -dijo por terminada la última prueba el médico-. Vamos a quitarte esto.

Lo hizo un enfermero, con cuidado, mientras él esperaba examinando la larga ficha médica de Sakura. Cuando ella estuvo libre de cables y conexiones, comenzó a vestirse. Para entonces el doctor ya había regresado a su despacho y se había quedado abierta y su paciente se reunió con él.

-Siéntate -le pidió.

Sakura le obedeció mientras él terminaba de efectuar unas anotaciones. La tira de papel con el electrocardiograma fue lo último que añadió a su expediente. Luego lo dejó sobre la mesa y se enfrentó a ella con una sonrisa cálida en los labios.
A Sakura le gustaba, y no sólo porque le había salvado la vida. Era un buen hombre, lleno de ternura, sensibilidad y comprensión.

-Cuéntame -le pidió.
-¿Qué quiere que le cuente? -le preguntó Sakura.
-Pues qué haces y todo eso. Estamos en verano. ¿Ya nadas, caminas, haces ejercicio?
-Sí, sí.
-¿De verdad?
-Bueno, en casa tenemos una piscina, pero no es olímpica, claro.
-Tú ya me entiendes- manifestó el médico-. Se trata de actuar con normalidad.
-Lo hago.
-¿Del todo?

Sakura se mordió el labio inferior. Bajó la vistra al suelo un momento.

-Lo intento -reconoció.
-Es lógico -aceptó el hombre-. Crees que cualquier esfuerzo puede provocarte algo irreparable, pero se trata de que vayas cogiendo confianza. Por eso es tan importante llevar una vida normal. Estás bien, Sakura. Tu corazón debe asimilar esa normalidad, pero es básico que también lo haga tu mente. En tu cuerpo todo trabaja el unísono. ¿Te dije que túe eres tu mejor ayuda?
-Sí.
-¿Cuántas veces?
-¡Uf, cantidad! -bromeó Sakura.
-Pues te lo digo una vez más: eres tu mejor ayuda. Que tu mente esté serena y tu ánimo hará el resto. ¿Qué tal en casa?
-Ése es el problema -asintió con pesar Sakura-. Me miman como si fuera una inválida y están tan pendientes de mí que...
-Es comprensible.
-Ya, y lo entiendo, pero a veces me ahogan. Aunque yo no piense en nada, me basta con mirarlos para que todo vuelva a mi memoria. Me hacen sentir mal. Un estornudo es suficiente para que me pregunten qué me pasa, si me duele algo. Es como si fuera a caerme de un momento a otro. Yo creo, cuando estoy delante, ni respiran.
-He hablado con ellos, pero es difícil hacerles entender cuál es su papel en nuestra estrategia. Por eso quería verte a solas.
-Y yo se lo agradeco, doctor Nara. Me siento mucho más cómoda sin ellos.
-Bueno, únicamente piensa que en unos meses, puede que menos, en unas semanas, todo esto habrá pasado y la normalidad será absoluta. Ten paciendia, ¿de acuerdo?
-La tengo.
-¿Y de amores?

Le sorprendió la pregunta. Era la primera vez que abordaba el tema. Ni siquiera supo qué decir.

-Normal -se econgió de hombros.
-Entonces recuerda tan sólo que, pese a lo que se diga en las novelas y en las películas, el amor nunca ha roto realmente un corazón, ¿de acuerdo?
-De acuerdo -se echó a reir Sakura.
-Perfecto -el doctor Nara se puso en pie-. Pues vamos a ver a tus padres y a tranquilizarlos un poco.

Ella tambien se levantó. El médico le pasó un brazo por encima de los hombros, amigable y distendido.
Salieron por la puerta del despacho riéndose, lo que dejó no pco sorprendidos a los padres de Sakura.


Bueno asta aki lo dejo jeje nos vemos :P

PennyDraco:
Perdon por la tardanza amiga, vaya lo de Sakura me causó inquietud, comprendo que es pasar por eso y bueno a mi no me miman tanto porque actuo como un ser despiadado (solo algo sin romper a alguien)
Bueno, ahora hay que ver como esto tornara en la vida de ella, me refiero a enamorarse...Hay un Sasuke de excepcion jajajajaa.
Espero el proximo capitulo.
Suerte y bendiciones

Ushio Uchiha:
No te preocupes Penny-chan yo tambien he estado muy ocupada con mis asuntillos jeje bueno aqui te dejo la conti.


Capítulo 10:

Normalidad.
Una palabra sencilla, fácil de pronunciar, difícil de poner en práctica.

-¿Qué te ha dicho el doctor Nara?

Su madre había tardado exactamente siete minutros en preguntárselo. Un récord. Circulaban ya por Osaka, en busca de la Diagonal, para enfilar primero por la autopista y después por la N-340 en dirección a casa.
Sakura, sentada en solitario en el asiento posterior, se resignó.

-Nada que no te haya dicho a ti.
-Me refiero a cuando estabais solos -insistió la mujer.
-Mamá, ya te lo he dicho: nada.
-Pero si habéis estado un montón de tiempo solos.
-Me hacía pruebas. ¿Tú crees que, cuando un médico te examina, se pone a hablar por los codos?
-No, pero...
-Además, si me pasara algo, te lo diría a ti o papá, no a mí.
-Mira, yo es que no entiendo porqué no podemos estar delante cuando...
-Tsunade -dijo en un tono de reproche muy claro su marido.
-Mamá, si estás tú no paras -dijo Sakura.
-Ya está -se enfadó ella-. Es normal que quiera saber cómo estás, ¿no?
-¡Pero si es que estoy bien!
-No grites, ¿eh? -se lo dijo con prevención, no con autoridad-. A ver si te va a dar algo.
-¿Lo ves? -Sakura miró a su padre por el retrovisor interior-. ¡Estoy bien, así que puedo gritar, enfadarme, hacer lo que quiera! ¡Deja de darle vueltas, por Dios!
-Vaya cualquiera diría.

Demasiado tarde. Su madre empezó a llorar.

-¡Oh, no, vamos! -se lamentó Montse.
-Vale ya, Tsunade -le dijo molesto su marido Jiraya-. ¿No ves que así no la ayudas? Bueno, ni a ella ni a nadie.
-Sí, ya -balbuceó la mujer-. Con lo que he pasado y encima...

Sakura iba a decirle que era ella quien había estado a las piertas de la muerte, pero logró contenerse. Por mucho que la irritara la actitud de su madre, y esto no podía evitarlo, debía acostumbrarse. Para eso formaban una familia, para compartir lo bueno y lo malo, y más cuando lo malo era muy malo. De hecho, la que estaba ahora enferma, de los nervios, era su madre, y no mejoraba. Vivía al límite, pero lo peor era que parecía esperar una fatalidad a cada momento. Unos días antes su padre había hablado de llevarla a un psiquiatra.
Se negó en redondo. Dijo que la enferma no era ella, sino su hija.

-¿Estás bien? -le preguntó el padre de Sakura a su mujer.
-Pse -exclamó ella con desidia.
-¿Por qué eres tan fatalista? -quiso saber su hija.
-No puedo evitarlo, ¿qué quieres que te diga?
-Ya, pero es que te vas siempre al extremo. Cuando papá llega cinco minutos tarde, no piensas en el tráfico o que se ha podido quedar hablanco con un amigo, o simplemente que tenía más trabajo que de costumbre; tú en seguida piensas en un accidente. Y cuando Konohamaru se perdió en la montaña y lo encontraron, no dijistes <<gracias a Dios>> o algo así. No, tú preguntaste: <<¿está vivo?>>. ¿Por qué eres tan pesimista?
-Déjalo, Sakura -le recriminó su padre.
-Es más fuerte que yo -se justificó Tsunade.
-Pues a los demás nos haces la vida imposible, ¿sabes? Cuando uno está en un atasco y no puede lamar por teléfono, y encima sufre porque sabe que tú estás sufriendo...
-¿Y yo qué...?
-¡Eh, eh! -las acalló Jiraya-. ¿Vais a estar todo el trayecto así?

Se callaron. La mujer, que hasta aquel momento había estado girada hacia atrás, mirando a su hija, se puso recta en su asiento delantero y, tras exteriorizar su enfado respirando con fuerza, fingió interesarse por el tráfico. Sakura agradeció la determinación de su padre. No quería discutir. Nunca quería discutir. Pero su madre no la dejaba en paz, sobre todo desde lo sucedido.
Probablemente jamás la dejaría en paz después de eso.
Y tenía que vivir con ello.
Ya no volvieron a discutir durante el resto del viaje hasta Tokio, adonde llegaron en menos de veinte minutos.



Capítulo 11:

Acababa de llegar y se había sentado sola cuando apareció él, tan misteriosamente como siempre, igual que si saliera de la nada, como si se materializara a su lado, o... como si la esperase.

-Hola.
-Hola -correspondió a su saludo.

Sasuke se quedó de pie, aguardando algo, tal vez una invitación por su parte. Sakura no se la sirvió en bandeja. Prefirió ver sus nervios, aquella contenida tensión que lo dominaba cuando estaba con ella, la sensación de inquietud, aunque al menos ya no se motrara tan tímido como para no acercarse a hablar con ella.
Fueron apenas unos segundos. Decidió no ser una sádica.

-¿No te sientas? -le sugirió.
-Bueno... -lo hizo bien, fingiendo despreocupación, pero no la engañó-. sí, gracias -luego buscó una excusa para iniciar una conversación trivial-. ¿Y Carolina?
-En Osaka, con sus padres.

El escaso público del polideportivo saludó en ese momento un gol de su equipo. Las gradas cobraron una inusitada vigorosidad y colorido, con dos docenas de chicos y chicas en pie dando saltos. En el centro de la pista, protegida por su cubierta de color amarillo, los jugadores del equipo de balonmano se abrazaban entre sí.

-¿Quién gana? -preguntó Sasuke.
-Ni idea, acabo de llegar y me he sentado aquí como podía haberlo hecho en la piscina. No soy muy amante de los deportes que digamos -le tendió la bolsa de ganchitos que estaba disfutando-. ¿Quieres?
-Gracias -metió la mano en su interior y sacó uno-. ¿Te gustan estas cosas?
-Es para tener algo en las manos -se justificó Sakura.
-Ah.

Ella se echó a reír.

-¿Qué pasa, qué he dicho? -abrió mucho los ojos Sasuke.
-A veces eres tan serio...
-Defecto de fabricación, supongo -se resignó el otro.
-Bueno, no me hagas caso. To también tengo fama de seria. ¿Has encontrado ya trabajo?
-No.
-Pues lo vas a tener crudo -insistió una vez más al respecto-. Mira, aquí hay unas cinco mil personas, me refiero al censo de la ciudad, pero nos rodean nada menos que diecisiete urbanizaciones. En ellas vive mucha gente de manera habitual, aunque la mayoría son segundas residencias de los de Osaka. Y no todos los que viven todo el año están empadronados en la ciudad. Eso quiere decir que no es una ciudad con industrias ni nada de eso, salvo la fábrica de chocolates o, un poco más arriba, la fábrica de cemento. Aquí abundan los pequeños comercios, eso sí, pero casi todos son negocios familiares. Quizás te iría mejor en Nagano.
-Tampoco tengo prisa -reconoció Sasuke.
-¿Que hacías antes de venir aquí?
-Estudiar.
-¿Y tu familia?

Sasuke dejó de mirarla como solía hacerlo, de forma fija y absorbente. Dirigió sus ojos a la pista, donde de nuevo atacaba el equipo favorito de la mayoría de los asistentes, a juzgar por los gritos de ánimo que les dirigían desde las pequeñas gradas de cemento. Sakura percibió que su observación había sido inoportuna.
-Perdona -dijo-. A veces olvido que a mí también me joroba bastante hablar de según qué.
-No, no, qué va, es sólo que... -fingió indiferencia- no hay mucho que decir, salvo que necesitaba estar solo y por eso me he ido.
-Ojalá también pudiera marcharme yo -reflexionó Sakura.
-¿Por qué?

Ahora la que no respondió al momento fue ella.

-Vale, uno a uno -se disculpó él.
-¿Qué harás si no encuentras trabajo? -cambió de tema Sakura.
-No lo sé. Ya te dije que tenía dinero para aguantar un par de meses.
-Te acabarás marchando -aseguró ella.
-No tiene por qué ser así.

Se sintió obervada el milímetro, así que mantuvo los ojs en la pista, dejando que él la mirara. Se dio cuenta de que, por primera vez en mucho tiempo, no se sentía incómoda. No era el tipo de mirada que le dirigían los vecinos del pueblo después de la operación, aunque cada vez se encontraba menos con ello; ni la mirada de los chicos que se le acercaban con ánimo de ligar antes de sus problemas de salud. Era como si Sasuke la acariciase con los ojos, la mimase y le hablara con ternura a través de ello. Percibía que le gustaba y sentirse así le producía una tranquilidad, una sensación de normalidad mayor que todo cuanto pudiera decirle el doctor Nara. Había llegado a creer que nunca más volverían a mirarla como lo hacía Sasuke, si es que alguien lo había hecho alguna vez de aquella forma.
Más aún, había creído que jamás sentiría otra vez lo que estaba sintiendo ahora.
Aunque sólo fuese un juego: chico, chica, verano...
Pero si era así, ¿por qué se sentía como se sentía?

-Yo antes hacía muchos planes -se oyó decir a sí mísma, sin saber en qué momento había decidido volver a hablar-. Ahora sé que lo importante es vivir al día.
-Yo pienso los mismo -reconoció Sasuke-, aunque sé que no es justo.
-¿Por qué ha de ser justo?
-Porque no puede vivirse tan sólo el momento, y porque siempre hay algo más, comenzando po run después un más tarde, un mañana.
-Eres un filósofo -dijo Sakura sin ánimo de burla.
-He aprendido algunas cosas, nada más.

Esperaba que ella le preguntase cuáles y, al ver que no lo hacía, que se había quedado súbitamente pálida, siguió la dirección de su mirada. No le costó encontrar el motivo de aquel silencio. Al otro lado de la pista un muchacho joven, de dieciocho o diecinueve años, también miraba hacia ella. Iba acompañado por otro chico y dos chicas.
Fueron apenas unos segundos.
Luego él apartó su mirada y Sakura apretó las mandíbulas con tanta fuerza que sus sienes palpitaron levemente.
A continuación se puso en pie.

-Vámonos -le pidió.

Sasuke no tuvo tiempo de nada más: se levantó para seguirla porque ella ya le llevaba un par de metros de ventaja.


Bueno hasta aki lo dejo a ver k te parece Penny chan nos vemos:P

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