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Antes de Partir Cap 4
Yemibella:
Por todo aquello que ha pasado…
Este es una historia, dedicado exclusivamente a la persona que me ha servido de mucho en mí corta vida y que hoy, donde quiere que este en el inmenso cielo, me otorga idea e imaginación.
A cuestas de pasar cuatros deprimentes y nefastos años, tuve una inquietud de pasar algunas memorias de mi hermana en este lugar, hoy por la mañana, tomé el valor de releer lo que escribía, así que, aquí esta. Un Preludio de su inesperado viaje sin retorno, uno de esos presentimientos que se te viene antes de dar un paso al mas allá…
Dejar una memoria a los que quieres en un Antes de Partir…
Espero que sea de su agrado y exigencia…como también les sirva en su vida cotidiana…Gracias
Antes De Partir
Prefacio
El papel y la pluma fueron mis compañeros y con ellos me fui descubriendo, sintiendo una libertad que me llevaba siempre más allá.
¡Cruzando barreras!
Recuerdo haber escrito desde niña, guardando y recortando frases y dibujos que me agradaban. Acumulando de todo…como queriendo capturar todo lo vivido para tenerlo siempre conmigo.
Oh, la pasión de fotografiar cada instante de mi vida, conservar cada gesto de mis padres, el crecimiento de mis hermanos, todo de mi familia, como si tuviera miedo de perder esas imágenes, quería tenerlo todo gravado. Pero como nada nos llevamos a ese viaje sin retorno, hoy vivo acumulando experiencias y las llevo gravado dentro de mi pecho…para siempre y por siempre.
CAPITULO 1
VOLVIENDO AL NIDO
«Hay lazos que no se rompen
Hay cosas que no se olvidan…»
Estuve mirando por largo tiempo un camino.
Lo quería más que nada, lo deseaba por mí, por mi padre, por mi madre, por mis hermanos. Quería ser diferente, ser un ejemplo y siempre querer atribuir con algo.
Nada de ser una carga.
Al salir de allí, había abandonado muchos sucesos, como el crecimiento de Yemina, o las ocurrentes travesuras de Daniel, la primera nota reprobatoria de Eduardo…o, el sueño insistente de Zarela, que siempre se imaginaba en un enorme concierto, siendo ella la espectacular pianista…Aquellos y mucho mas…
Ahora me arrepiento. Bueno, un porcentaje.
Pero ahora, lo había decidido, no seguiría evadiendo, ni dejando pasar tantos sucesos que siempre había esperado ver como hermano mayor que soy. Debía de acumular todo eso, para un próximo futuro.
Volvía a Perú después de seis largos y exigentes años. Vivir en los EE.UU no es como te lo pintan, porqué vivir en un lugar extraño, puede acorralarte y hacer que caigas en muchos hoyos, claro, uno más profundos que otros.
Aunque no me quejo mucho, estar en Norteamérica tuvo sus ventajas. Conoces gente nueva, tienes buenas relaciones amorosas-si sabes elegir lo que te conviene-con personas con un tesoro valioso, hasta puedes irte a grandes conciertos con toda la pandilla…mejor aun, tienes proyecto y trabajos que te pueden dar muchos beneficios…Suprimiendo el vicio de la bebida, drogas y el casino (el cual me volví adicta)
No obstante, extrañaba mi país, especialmente su comida. Probar un exquisito ceviche o un arroz con leche, por supuesto, si eran hechas por las manos de mi nona o mi madre, siempre me acostumbre recibir comida por ellas. Puedo decir que también era entrañable el clima, en los EE.UU hay veces que su clima te enloquece (verano) o te hacen llorar (invierno) aun así, siempre uno extraña su país, su tierra, su cultura…sus raíces.
Así que, me dije: “Hey, es hora de volver, es hora de retomar aquellos recuerdos y conservar lo que tienes. Así que anda, toma tu pasaporte y vuelve con la familia, antes de que pueda acabar…”, jaja, perdón, eso de acabar si puede atemorizar a muchos, pero no a mí, en un mínimo porcentaje.
He tocado el timbre, salió una cabecita blanca con un mancha gris entre las orejas. Oh, cuanto había crecido, ahora era madre, si, Manchis estaba mucho más grande como me lo habían dicho, si que era una gatita con mucha elegancia. Luego, vi a alguien muy familiar…¡Lucas, viejo amigo!, el perro de un tamaño glorioso me dio la bienvenida, me tiro al suelo para pasarme toda la lengua por la cara, corriendo el maquillaje.
—¡Dios mío!—esa exclamación podía ser dada por alguien.—¡Lucas retírate!
—Mamá—me levanté y le di un abrazo, bueno, la baba aun chorreaba por mi bufanda—Lo lamento, eso fue la muestra del recibimiento de Lucas.
—Hija ¿porqué no avísate que venías?
Por qué quería caerles de sorpresa y ver como estaban, pensé.
Ella me hizo entrar y me ayudó con las maletas. Mi casa, mi hogar era tal como lo había dejado aunque algunas pinturas colgaban en las paredes, unos bates de beisbol tirados debajo del estante del televisor y dos gatitos corriendo de aquí allá.
Sé que era muy temprano, exactamente era las seis de la mañana, pero mi madre dio un grito de “¡Bet ha vuelto a casa! ¡Vengan a recibirla!”. Si, debo nombrarme, me llamó Betsabeht y soy la primogénita de Sergio e Isabel, mis padres y el ejemplo para cuatro niños.
Papá bajó casi refunfuñando, pensando que quizás era una de las bromas de mi madre, pero no, se frotó los ojos y su mirada era absorta.
—Muchacha…cuanto…tiempo—me envolvió con sus fuertes brazos casi robándome el aire.
—Pa-pá ne-ce-si-to ai-re—con voz entrecorta pude decírselo para que me suelte.
No era necesidad que se ponga como mamá, tan cándido y sollozo, bueno, el gran Sergio Bon era así, un hombre sin sentimentalismo, no como mamá, tan frágil, ¡que complementos!.
Pero, oí que un grupito de personas bajaban desde el segundo piso. Sus rostros habían cambiado, cuánto tiempo sin verlos.
—¡Bet!—el chillido fue dado por mi hermana favorita, la que siempre se esforzaba por escribirme casi todos los días—Esto es un sueño.
—Nada de eso Zare—la envolví en mis brazos, era una niña aun, bueno, siempre lo será para mí—Mírate, para tener tus trece años, luces como toda una jovencita de quince.
—Tú sigues siendo la belleza de los Bon—me dijo con un leve sonrojo en esas curiosas mejillas.
—Pero mira quien está aquí—fijé mi mirada en los dos varones—Edu, estas hecho todo un hombrecito, tal y como te esperaba—mi tercer hermano dio una risita antes de darme un abrazo—¿Qué esperas Dan?—dije al pequeño de ocho años que solo me miraba como intentar recordar.
—Venga, destructor—Edu jaló del brazo a mi “enanito curioso” para darnos un abrazo.
—Mis estrellas de futbol—les dije para besar sus cabellos—Cuanto me alegra de verlos.
Me separé de ellos, ahora, mi mirada buscaba a la menor del clan. La pequeña de cuatro años yacía sentada en las últimas gradas de la escalera, me observaba y no vi ninguna expresión en esos pequeños ojos que parecían toffies. Ella solo me miraba, pero papá le susurro algo que si puede oírlo: “Mina ella es tu hermana, la que ves en las fotos de los álbumes de Zare.”. La pequeña sonrió dejando ver dos hoyitos en cada cachetito, era tan dulce, si fuera chocolate, me la devoraría.
—Yemina, tan preciosa—le susurré al tomarla en mis brazos para cargarla. Era una belleza como mi madre y Zare (aunque ella se lo niegue)
—Bonita, si, eres bonita—su linda vocecita me cautivó tanto que no quise soltarla, quería oírla todos los días, bueno, lo haría todos los días.
La bajé, di la vuelta y observe a mi familia. Ellos habían cambiado, yo había cambiado y eso ya lo habían notado. Antes de partir, yo era la chica muy rebelde, muy complicada y buscando pelea a cual se me apareciera. Pero cuando llegué a los EE.UU, tuve que madurar enormemente si no quería ser pisoteada, odiaba ser vista como una chica estúpida.
Mi padre ordenó hacer los preparativos en casa, tendríamos una cena por mi retorno a cuestas de que odio hacer eso, sin embargo, vendría mi nona, mis tíos y primos. Debía de aceptarlo, todo porqué deseaba ver con ansias a mi nona.
Consecutivamente a la pequeña bienvenida. Mi papá y Edu me ayudaron con las maletas, por cierto, lo que más ocupaba en las maletas era los obsequios que compré para cada uno de ellos. Un radio que se incorporaba para el auto de papá, vajillas y accesorios femeninos para mamá, CDS originales y autografiados de Evanescence, Green Day, Colpays, Epica y algunos muñecos de unos dibujos japoneses para Zare, un play station para Eduardo, la colección original de Star Wars y Spiderman para Dan y el juego completo de Barbie para Yemina…Benditos regalos que me costaron carísimos, pero todo sea para ellos que me lo recompensaron con sus enormes sonrisas y sus notas promedio de clase, aunque Edu sí que me alegró por el trofeo que ganó con su equipo de futbol.
Toda la mañana se la pasaron de aquí y allá, yo estaba en mi habitación. Igual como la había dejado, estaba todo en orden, debía de agradecerle a Zare por su trabajo. Aunque me hubiese gustado tener a Lucas en mi cama, bueno, ahora estaba tan grande que me costaría esfuerzo obligarlo a subir, yo no debía ser tanto esfuerzo…
¡Auch!, lo había olvidado. Debía mantener todo bajo control y mantener la calma, lo que me dijo no debía de afectarme, bueno, a mi no, pero si mi familia se enterara, sería un punto causante de muerte.
Si decidí volver al nido fue para borrar toda mala pasada en las tierras yankes, toda palabra dicha por Albert que casi me deja al borde del suicidio. Pero ya no tenía por qué preocuparme, mi nido estaba aquí y no saldría de él, estaría junto a los que amo.
Como dicen, el amor puede con todo mal.
Entonces, esa era mi cura…
Dakota Dan:
Eso si que fue :'( :'(, es que puedo comprender que es estar metida en un estupido hospital...ya sabes amiga lo que me pasó.
Oh, Betsa si que es un chica de armas y que se merece todo lo bueno pues se ve
el amor que siente por su familia y todo aquello que le rodea.
No pense que serias capaz de escribir las memorias de tu hermana...si mi Danny me narró lo que le dijiste y eso creo q te hace acreedora de mucho respeto y valor, pues yo si que no seria capaz de hacerlo, todo por no moquear :'(
Es que esta super genial y aqui nos tienes para seguirte
Yemibella:
Ay!!!, Dakota y Danny, si que los extrañaba mucho.
Es que enserio se han super bien que pense que ya no andarian por aqui y mucho menos por mi historia...Bueno, con el hecho de que estas bien de salud mi querida Dakota eso me hace pensar que proseguiras con tu fic, el que quisiste abandonarlo, bueno ya sabes lo que opino de aquello y si que me encantó.
Danny, espero que tambien te gusté esta pequeña historia y prometo postear la que te hice...jajaja,
Cuidense!!!!
Mk Terryus:
Excelente y conmovedor pequeña, creo que debio ser algo sumamente valiente el hecho de publicar memorias de tu hermana....Mereces mucho y me imagino como debio costarte.
Betsa es una chica muy interezante, con dotes llamaativos y bien puestos en tierra...Amar a su familia si que muestra su grado de carisma y sentimental.
Pero lo que me llama la atecnion es saber exactamente sobre aquello que Betsa habla, sobre la enfermedad y creo saberlo al menor porcentaje...
En fin, este muchacho se va porque un millon de cosas por hacer
Nos vemos pequeña...
Yemibella:
Gracias amigos por los comentarios. Me dejo de rodeos y les dejo la continuación…
CAPITULO DOS
EL MOTIVO
“Pienso que todo está bien, pero todo está mal. Pienso que todo es color de rosa, pero todo es negro”
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La bienvenida fue atropelladamente exitosa. Mi nona, la que más quería, vino con todo la patrulla. Mis tíos, tías, primos y primas, me dieron un millón de comentarios, aunque tuve que aparentar estar atentando con un “aja”, “ya veo”, “entiendo”, etc., etc.
Pues, debo admitir que en verdad me habían extrañado, no había duda alguna. Mi padre me dio mi viejo dormitorio. Whou, estaba intacto, todas las cosas estaban tal y como las recuerdo haber dejado, y lo que más me alegraba, era que precisamente habían respetado todas las cosas que poseía, como mi diario (que por cierto guarda mis más oscuros secretos), mi colección de fotografías de mi último año de la secundaria.
Si que habían respetado todo lo que había.
Pero, quien debía ganarse esa gratificación es Zarela, según mamá, ella se las pasaba los fines de semana encerrada en mi recamara arreglando y limpiando. No me molesta que lo haya hecho, la conozco y sé que guarda mucha discreción, bueno, desde que llegué, está muy calladita.
Eso me incomoda.
Llevo cerca de dos semanas aquí, en mi nido, el cual me arrepiento a veces haber salido de él. Sin embargo, debo ser sincera, si no me hubiera ido a los EE.UU, nunca hubiera conocido a Mily, Marcos, Gretchell y Albert, en serio que eran amigos verdaderos, sobre todo Albert, un joven médico que me ha hecho de ayuda en momentos muy duros en mi vida; jamás hubiera madurado si me quedaba aquí, esperando que papá me meta a la Universidad y estudiar algo que detesto. Política. Pero, sobre todo, nunca me hubiera dado cuenta de lo que tenía…
¡No!, juré que no entraría en esos recuerdos.
Debo de fijarme que mi rostro sigua igual. El espejo solo muestra mi alegría y esa sonrisa en mis labios a cuestas de que mi piel sigue pálida, tuve que trabajar en eso, tuve que mentir a mi familia que me aclaré por el clima friolento que pasa Norteamérica. Tomé el rímel para pasarlo por el contorno de mis ojos, debía maquillarme, mostrar mi elegancia y mi radiante jovialidad.
Sin embargo, hay algo que debo hacer cada mañana y debe hacerse sin que mis padres ni nadie lo sepa. Así que bajo a la cocina, tomó un vaso con agua y mis píldoras…
Sí, hay algo que ellos no saben, algo que estoy ocultando, pero lo hago porque los amo, porque no quiero dar problemas con lo que tengo, no puedo decirles el verdadero motivo de mi llegada. No puedo.
—¿Qué haces Bet?—la pregunta vino desde mis espaldas. Dios. Esa vocecita si es reconocible, aunque me valla por años, siempre la recordaré.
—Un poco de agua no me vendría mal con este calor que estamos pasando—contesté para darle la mirada— y tú ¿No vas a ir a la escuela?.
—No tengo clases—se encogió de hombros mientras escondía su mirada—Me suspendieron.
—¿Suspendieron?
—Me pelee con unos chicos en el patio, el director llegó y me vio encima de ellos y pues aquí me tienes.
Eso era un defecto en ella. Zare jamás se controlaba, era como un instinto en ella, desde pequeña siempre fue así. La niña pleitista y causa problemas, la que se le ocurría incendiar el Kinder, la que una vez le cortó el cabello a su maestra, la que hizo una broma pesada a sus compañeras. Si que la maldad lo llevaba en la sangre.
—Mi papá no lo sabe ¿verdad?—dije al verla como se sentada en la sala, la seguí para oír la respuesta obvia.
—Me asesinara por esto—murmuro casi para no oírla, pero tenía bien puesto mis sentidos—Quizás deba huir antes de que se entere.
—Espera ¿dices que no lo sabe?
—No quise decirle.
—¿Por qué no? Papá te oirá si le das las razones. No es malo, después de todo, sé que ha cambiado, además, Romel te puede ayudar.
—Iré donde mi primo, no quiero estar aquí
—Pero, Zare…—me fui inútil llamarla, como una bala huyo del lugar, solo puede oír cuando corría hacia el segundo piso.
No podía entender, ¿por qué le temía decirle a papá lo que pasaba?. Somos una familia, somos como podría decirse, la familia perfecta. Sé que papá había cambiado, sé que ya no era el mismo hombre agresivo y que siempre me castigaba por cualquier estupidez que cometía.
Dejé a un lado los pensamientos. Me fui directamente a las habitaciones de mis menores hermanos, tenían que ir a clases.
Ocho de la mañana y la casa estaba ya abandonada, bueno, mi madre se fue al supermercado, papá en el trabajo y los niños en la escuela, aunque Zare se desapareció y mis padres creen que esta en la escuela. Tremendo rollo en la que se estaba metiendo.
Me alisté para ir a casa de mi tía, bueno, en efecto, tenía que hablar con Romel, mi menor primo-hermano. Para mi suerte, él estaba, creo saber el porqué.
—¿Aun te duele el estómago?—le pregunté cuando me hizo pasar.
—Jamás vuelvo a comer jalea—hizo una mueca de dolor—Es la primera vez que me pasa esto, lo juro.
—Eso te servirá de escarmiento para que no vuelvas a pelear con Zare por unos cuantos trocitos—le dije y él solo se puso colorado, es que su piel clara lo hacía lucir como un tomatito andante—Mi hermana esta acá ¿cierto?. No intentes mentirme Romel.
—Ay, eres siempre perfecta que nada se te escapa—con una risita me halagó, fue algo lindo—Si está, pero no la grites, ya mucho tiene con lo que mi mamá le dijo.
Yo asentí. No tenia porqué gritarle, jamás lo he hecho y no pienso hacerlo, después de todo, es mi hermana favorita.
Zarela llegó a la sala, estaba con una carita muy asustada y no podía oír lo que se decían con Romel. Esos siempre andan juntos que mantienen un lazo muy curioso. Mi primo solo hizo un gesto de molestia en cuanto mi Zare le pidió callarse.
—¿Y bien?—yo hablé al ver esa miraditas pleitistas entre ambos.
—Te dije que me suspendieron. No puedo volver entre una semana.
—Dile a papá, no puedes huir así porque si. De todas formas se enterará. Edu le dirá o Dan o Yemi,
Ella solo guardo silencio. Aun no entendía por qué se rehusaba hablar con mis padres, se escondía y callaba cuando le decía que hablé con ellos. Pero, solo bastó con que Romel entre a la conversación.
—Debes estar bromeando—había dicho con un poco de incredulidad y molestia—No conoces nada lo que está pasando.
—Romel cállate—intervino mi hermana que lo había cogido del brazo
—¡No!. Betsa debe saber lo que en verdad ocurrió. Ya es hora de que alguien te defienda. No puedo permitir tu patético silencio.
—¿Me quieren explicar qué está sucediendo?—exigí con voz de mando y ante eso, ellos solo se quedaron rígidos mirándome—¿Qué me ocultas Zarela?
Ella bajo la mirada y empezó a sollozar. Romel tomó eso como respuesta a que me diga lo que ocurría…Él me explicó todo. Nunca pensé que eso sería cierto.
Estaba furiosa, no, estaba a punto de explotar por enterarme de la verdad y debía tomar cartas en el asunto. Tuve que mentir a mamá que Zare no había asistido a la escuela porque me la había llevado a pasear. Esperé hasta la noche, a la hora en que papá venia del trabajo.
Mis hermanos menores estaban terminando de cenar, yo les había dicho que comieran temprano para que se vayan a la cama. Zare me suplicó a cada momento de que no me meta en los asuntos que no me conciernen, pero eso sería una estupidez, aunque solo le pedí que vaya a mi habitación y juegue con mi Laptop, allí estaría segura.
—¿Betsa no comerás?—me preguntó papá que estaba probando la cena de mamá.
—No como mucho, lo sabes—respondí con firmeza y un tono molesto.
Mi padre se dio cuenta, él era así, nada se le escapa, algo que heredé. Apartó el plato de comida a un lado, puso los brazos sobre la mesa y sus ojos fijaron a los míos.
—Sabes lo mucho que me alegra tenerte en casa. Pero quiero saber cuál fue el motivo que te hizo venir hasta aquí—me había dicho con un media sonrisa.
—Es cierto. He hablado con tu padre y nos ha sorprendido tu decisión—había dicho mi madre—Siempre has querido vivir allá, sin que nadie te invada.
En verdad me estaba molestando, me estaba rebalsando la bendita paciencia. ¿Es que no se daban cuenta mi posición ni mi expresión?. Estaba ya cansada de darle vueltas al asunto. Estaba cansada de que sigan ocultándome lo que en verdad pasaba con mi menor hermana. Pero mi padre me había estado observando detenidamente.
—Tienes un verdadero motivo ¿no es así, Betsa?—sus palabras azotaron mi mente. Claro que tenía un buen motivo, pero nadie debía de saber, no aun.
—Papá…—murmuré de la manera más hostil—…me quieres explicar que es lo que pasa con Zarela.
—¿A qué te refieres?—intervino mi madre—Tu hermana está bien, aunque siempre para con esa postura fúnebre, como si alguien se hubiese muerto. Muy distinto a tus hermanos y a ti.
—Zarela es muy distinto a nosotros, no hay nada “increíble” en ella. Nos es como tú…—dijo mi padre que esbozo una sonrisa—…mi orgullo, nuestro mayor orgullo.
Ambos sonrieron abiertamente por mí, me halagaban de muchas maneras y eso me molestaba. ¿Qué es lo que en realidad pasaba? ¿Por qué tildaban a Zare como si no fuese de la familia? Y allí comprendí todo, comprendí lo que Romel me había dicho. Ante sus risas, la ira me invadió y no estaba en momento de dar marcha atrás.
—Padre, te exijo que me digas la verdad.
—¿Cuál verdad? ¿De qué hablas, hija?.
—¡Deja de ocultar lo que pasa como si todo fuera normal!—grité ante sus intercambios de miradas—Desde que vine, he visto muy cambiada a mi hermana, teme estar con los demás, se aleja del resto, ¿porqué?.
—Es así, muy antisocial, y ¿Qué hay con eso?. Yo también lo era cuando tenía su edad—había dicho mi padre que intentó ponerse de pie.
—¡Al diablo!—me enfurecí—Nada de rodeos. Tú no has cambiado para nada. Ahora, si tanto deseas mi motivo de esta visita pues déjame decírtelo. Me llevo a Zarela ni bien acabe el mes, se irá conmigo a los EE.UU, le daré todos los beneficies y haré que estudie lo que desea.
Mis padres me miraron desconcertados, fuera de lugar, pude interpretar sus miradas y es que pensaban que estaba bromeando.
—¿Acaso podrías cuidarla?.
—Ya deja de ocultarme todo—lo miré con desafío y él solo me devolvió la mirada pero con frialdad—Creí que todo era un rumor, creí que habías cambiado, pero no. ¡Maldita sea la hora en que no me fijé en eso! ¡Estuve revisando todo y me doy con la sorpresa que mi hermana tiene marcas en la espalda! ¡¿Qué clase de padre eres?!.
—¿Con que sustentas en que yo la haya tocado?
—Porque siempre fuiste muy agresivo conmigo, fuiste agresivo con ella y todo por tu maldita obsesión de ser la perfección y parlotear de nosotras. ¡Me enfurece tu falta de comprensión!.
—A mi me bajas tu tonito—su fiera mirada pudo aplastar mi agresividad, sin embargo, tenía las agallas y prometí hacerle frente ante su aptitud.
—¡No! ¡Esto ha ido muy lejos, padre!. Me duele saber que sigues con tu comportamiento después de haberle jurado a Dios que dejarías tu aptitud—lo fulminé con la mirada—Esta será la última vez que hablamos de mi hermana. Quiero la partida de nacimiento de Zarela y sus boletas de notas. Aunque se opongan, ella se irá conmigo.
No sé que pudieron haber dicho…Me largué del comedor. En verdad estaba furiosa, mi padre me había decepcionado, mi familia me había engañado, pero, aun no entendía porque tanto mi padre se obsesionaba con Zare, porque no a mis menores hermanos. A veces pienso que ella no pertenece aquí, a veces pienso que ella es…adoptada. No, imposible, Zare tiene el perfil del nono y la creatividad de él. Aunque mis padres tilden de eso como una tontería, a veces quisiera golpearlo y hacerle entender lo mucho que mi hermana sufre y el rencor que Romel le tiene…Oh si, debo agradecerle, él siempre manteniendo su lazo con mi hermana, a veces pienso que en verdad ellos si son hermanos.
Pude seguir amargándome y maldecir, pero sentí unas finas lagrimas en mis mejillas mientras iba así mi habitación…¿Qué sería de ella si esto no sale bien? ¿Quién defendería a mi hermana si mi tratamiento de recuperación no da buenos resultados?. Albert me dijo que no debía alterarme y eso debía de hacer. Así que sería mejor descansar antes de que el dolor me devuelva otro motivo por creer que esto saldrá mal. Pero…me había olvidado de algo. Al entrar, vi a Zare, estaba con los ojos desorbitados y las lágrimas le salían en abundancia.
—¿Escuchaste todo?—le dije mientras cerraba la puerta.
—¿Porqué, Bet? ¿Porqué…—su voz empezó a ponerse dura y solloza a la vez—…no me lo dijiste?. ¿Acaso pensabas ocultarlo por toda la vida?.
Entendí cuando pude ver la laptop encendida. Mi MSM decía “conectada” y vi la bandeja de entrada: «Mensaje de Dr. Albert: Espero que el tratamiento arroje los resultados positivos…».
Zarela se estremeció y yo me quedé sin razón ni sentir al verla así…
¿Cómo le explicaría sobre mi enfermedad?.
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