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[+18]*Poisonous Blood: 2.Sobrevivir[S&S]*

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Dresti:
5.

Crimilda cruzó las piernas mientras esperaba sentada en su trono de madera en medio de aquel claro del bosque donde iba a empezar la reunión dentro de unos pocos minutos. Sobre su cabeza se alzaban los enormes árboles que presentaban un refugio tanto para el intenso viento que soplaba en ese momento como para evitar encontronazos indeseados con los humanos.
A su lado, una de sus doncellas le alisaba las arrugas de su vestido color blanco perla, que, fuera de su costumbre de vestirse a la moda medieval, era un bonito Versace que había adquirido un día que había abandonado su ciudad amurallada y había dado un paseo por la moderna Berlín, el largo pelo rubio estaba suelto.
No le gustaban las nuevas tecnologías, para ella la vida era mucho mejor segundo las costumbres de su tiempo, pero esa noche había decidido salirse un poco de su común forma de actuar. Hoy más que nunca debía de ser totalmente cautelosa porque lo que tenía para decir no dejaría indiferente a nadie, sabía que algunos se opondrían pero a ella le daba igual, era la Reina y representaba la máxima autoridad y solo ella podía establecer lo que se debía y no se debía hacer y ya era hora de acabar con ese dichoso período de anarquía.
Sacudió la mano en el aire y su doncella se apartó de ella dejando paso al soldado de confianza de su jefe de seguridad.
-¿Dónde está Itachi?-gruñó, el pelinegro había escogido el momento equivocado para desaparecer y eso la ponía nerviosa, era conveniente tenerlo todo el rato a su lado para mantenerlo vigilado-es el jefe de mi guardia y no puede faltar cuando se le venga en gana.
El soldado, notablemente nervioso por como temblaba su cuerpo, se arrodilló ante ella.
-El capitán no se ha presentado en varios días majestad, ninguno de nosotros sabemos dónde se encuentra.
-¡¿Cómo puede ser eso?! ¡Vete a buscarlo y como no vuelvas con él antes de media hora tú y tu familia moriréis quemados en la hoguera!
Los ojos del soldado se abrieron de par en par y se puso pálido por el miedo y se levantó torpemente mientras hacía una reverencia.
-No hay necesidad de que te alteres majestad-dijo Itachi apareciendo detrás de ella-como ves ya estoy aquí, puntual, antes de que haya empezado la reunión.
Crimilda lo miró a los ojos, algo había cambiado en Itachi, mostraba como cierto tono de rebeldía, y fue entonces cuando se dio cuenta de que no llevaba puesto el uniforme de la Guardia Real sino que vestía unos pantalones de cuero negro y una camiseta ceñida de manga corta del mismo color, el pelo recogido en una pulcra cola de caballo en lugar de las dos acostumbradas y un extraño anillo de oro, con un rubí rojo incrustado en el centro, en el dedo corazón de la mano derecha, un anillo que ella conocía demasiado bien.
-¿Dónde estabas?-preguntó controlando su ira-te recuerdo que tú y yo tenemos un trato y debes obedecerme y estar siempre a mi disposición, esta noche se producirán cambios muy importantes y te necesito aquí a mi lado.
Itachi sonrió, mostrando sus colmillos.
-Tienes razón majestad, esta es la noche de los cambios.
Le haría pagar por esas insolencias, pero tendría que ser más tarde, la Cámara de Lores había llegado y pronto no tardarían en aparecer el resto de nobles y, lo más importante, los sangre pura. Sonrió para sus adentros, esa noche supondría un cambio radical para la raza de los vampiros y nadie, absolutamente nadie, podría hacer nada por impedirlo, al menos sino querían morir bajo sus manos.
-Itachi-habló en un susurro, pero sabía que él la oía perfectamente-no sé por qué motivo llevas el anillo de mi esposo en la mano, pero cuando esto acabé te lo arrancaré, dedo incluido.
El pelinegro ni se movió, típico de los Uchiha, su padre tampoco había sentido miedo de ella, su débil esposa, hasta que lo asesinó a él y a su maldita amante, en ese momento si que la había mirado con terror.
Los veinte nobles que formaban la Cámara de los Lores se fueron acercando a ella uno a uno para besarle la mano y hacerle la reverencia pertinente, mientras al claro empezaban a llegar el resto. Esa noche allí se reunirían cerca de seiscientos vampiros, estarían presentes todos los nobles de Japón, la Cámara de los Lores y dos representantes de la nobleza del resto de países, y luego los trescientos Sangre pura que vivían en la actualidad, aquellos que no se habían pasado al bando de los Sombra.
Bueno, había algunos de la realeza vampira que no se presentarían, ninguno de los miembros que quedaban de la dinastía Serim se presentarían y mucho menos la princesa y su prima mestiza, ellas estaban escondidas y Zedrik no tardaría en encontrarlas, y luego quedaba Neville, estaba claro que él no abandonaría su cueva en Escocia para venir a visitarla. Luego los otros dos miembros no presentaban ningún peligro para ella, los gemelos Serim ahora eran licántropos y por lo que decían ambos estaban muertos, las cosas no podían estar más de su parte.
-Majestad-susurró uno de sus soldados con cierto tono de inquietud en la voz-han llegado los Sangre pura.
Crimilda sintió como el aire se electrificaba y enfriaba producto del inmenso poder que entraba en el claro, los Sangre pura llegaron todos al mismo tiempo con sus aterradoras auras y sus miradas oscuras, ninguno se acercó a saludarla, se limitaron a hacer una leve reverencia a distancia.
Los ojos de los recién llegados se despegaron de ella ante la llegada de tres personas más. Crimilda frunció los labios en un gesto que intentó ocultar una sonrisa, el antiguo comandante romano entraba en el claro al lado de la convertida licántropo que ahora era su pareja, solo por eso se le permitía estar presente, pero lo que ella más ansiaba fue la aparición de Sasuke justo detrás de ellos representando la ira en persona.
Todo el mundo se quedó en silencio, no era un secreto de quién era guardián él, y todo el mundo, en especial los Sangre pura, esperaban que la princesa Serim apareciese, pero ella no iba a aparecer.
Sasuke clavó sus ojos en ella y así estuvieron durante un largo rato, fulminándose uno al otro con la mirada, hasta que ella la retiró para comenzar la reunión.
-Buenas noches queridos súbditos-dijo recalcando la palabra súbditos-siento haber perturbado vuestras ocupadas vidas con esta reunión de emergencia, no sabéis cuanto me pesa.
Desde el otro lado del claro Hinata, Naruto y Sasuke atendían al discurso de la Reina.
-Que hipócrita-gruñó Naruto-está claro que goza de esto sino mírale la cara.
-Lo único que pretende es molestarnos a nosotros-Tenten se había situado a su lado mientras miraba a la Reina con expresión imperturbable-ansía que los Sangre pura se revelen contra ella para que le sea más fácil llevar a cabo lo que pretende.
Naruto y Hinata se giraron hacia ella intrigados.
-¿A caso tú sabes por qué nos ha mandado reunirnos?-preguntó Naruto en tono bajo.
Tenten no contestó, solo se limitó a girarse un poco hacia atrás y mirar a un punto indeterminado entre los árboles, como si estuviese buscando a alguien, suspiró y fijó la vista en Sasuke, quién estaba algo alejado de ellos y miraba con una intensa ira a Crimilda. La peli café suspiró y negó con la cabeza mientras volvía su mirada hacia el frente.
-Estamos atravesando un momento de grave crisis debido a los constantes ataques que los Sombra ejercen sobre nuestro pueblo, matan a nuestros familiares o los convierten en escoria vampira, ¡y no podemos permitirlo!-los nobles prorrumpieron en gritos de guerra.
Sasuke apretó con fuerza los puños, se le removían las tripas al ver que esos estúpidos creían a pies juntillas todo lo que ese demonio estaba haciendo, tenía ganas de matarla y lo haría, pero sabía que debía esperar, quería saber cuál era el verdadero motivo de aquella reunión y si tenía algo que ver con la situación de Sakura.
-Pero nuestra situación interna tampoco ayuda-continuó con una voz más suave-este año recibimos la gloriosa noticia de que la hija pequeña de nuestros anteriores y amados reyes Serim está viva y preparada para reinar, y todos sabemos lo que me complacería a mí entregarle el reino que por derecho le pertenece.
Todas las miradas volvieron a clavarse en Sasuke, quién hacía enormes esfuerzos por controlarse a sí mismo. A su lado sintió la presencia de Naruto que se había acercado para controlar a Sasuke si era necesario, daba igual, nadie le impediría abalanzarse sobre ella si decía algo más sobre Sakura, le arrancaría la lengua y luego la desangraría de la peor manera.
-Desafortunadamente todos desconocemos el paradero de su alteza real-las miradas sobre Sasuke se intensificaron-y eso ha dado lugar a cierto desconcierto entre nuestra población que se pregunta por qué motivo la señorita Serim se oculta de su pueblo.
La sangre empezó a recorrer fervientemente todo el cuerpo de Sasuke y a hacer presión sobre sus venas, ahora la Reina lo miraba con un esbozo de sonrisa en aquel cruel rostro suyo, se oyó un gruñido de fondo y no fue hasta que Naruto le agarró del brazo que se dio cuenta de que había sido él quién lo había hecho y que ahora jadeaba preso de la ira.
-Tranquilízate, Sasuke, todo el mundo nos mira y estamos rodeados-susurró el rubio-es una tontería hacer nada, ignórala.
La Reina continuó hablando.
-Son muchas las personas que saben que nuestra princesa se ha estado relacionando con licántropos y que ha convertido a una de ellos, creando una auténtica aberración que es cuidada con mimo por uno de los más antiguos de nuestra especie, Marco Julio Prisco, hijo bastardo del humano Julio César y una esclava asiática, conocido por su apodo japonés ''Naruto'' ¿no es así, comandante? que desperdicio, un buen partido como tú ligado a esa escoria-todos los nobles y una fracción de los Sangre pura asintieron mientras miraban con desprecio a Hinata.
Esta vez fue Naruto quien perdió la razón, hacía siglos que nadie lo llamaba por su nombre y utilizaba ese tono despreciable para referirse a sus padres, pero lo que realmente lo puso furioso fue la falta de respeto hacia su mujer.
El rubio fue firmemente retenido por la ojiperla y Tenten, mientras hacía intentos de avanzar hacia delante con la punta de los colmillos al aire.
-Perra, hija de...-gruñó.
-Por favor Naruto, no importa, no le hagas caso, no pasa nada-murmuraba Hinata tratando de retenerlo.
-Pero esto no es lo único a lo que se dedica la princesa Serim-continuó-también ha estado manteniendo una estrecha relación con su prima la hija de Demetrio, el jefe de los Sombra-todo el mundo prorrumpió en exclamaciones-además...durante este tiempo ha estado manteniendo relaciones sexuales con su propio guardián, en contra de nuestras leyes, como una vulgar cualquiera ¿no está claro cuáles son las inclinaciones de esa mujer?
Un enorme rugido desgarró la garganta de Sasuke, quién completamente fuera de sí, cruzó el claro a toda velocidad para abalanzarse sobre Crimilda que ya no ocultaba su sonrisa. Dos soldados se abalanzaron a por él para reducirlo, pero Sasuke peleó poseído por la ira y tardó poco en liberarse. La Reina dejó de reírse al ver que Sasuke iba directamente a por ella.
-¡Paradle!-exclamó.
El resto de soldados se abalanzó a por Sasuke y los nobles iban a hacerlo pero Tenten los detuvo.
-¡Tú eres la que está confabulando con Demetrio!-gritó señalando a la Reina, volvió a hacerse el silencio-¡Sakura ojo-sama se ha visto obligada a ocultarse porque tú has dado la orden a tu ejército de capturarla! ¡Lo he visto!
Se oyó un suspiro general de asombro, la afirmación de que Tenten había tenido una visión al respecto era algo que podía desbaratar por completo los planes de la Reina y Crimilda lo sabía, pero no se dejaría vencer. Observó como entre los Lores Shikamaru abandonaba su sitio y se iba a situar junto a su protegida.
-Tenten-sama, esto no es seguro-le susurró-estamos rodeados...
La peli café le ignoró.
-¿Y pretendes que le hagamos caso a una mujer que a pesar de su condición se ve a escondidas con un licántropo?-cuestionó la rubia.
Los Sangre pura que hasta ese momento no se había pronunciado se giraron hacia Tenten y empezaron a rodearla insultándola y enseñándole los colmillos.
-¡¿Qué debemos hacer con estas personas que traicionan nuestras leyes?!-exclamó la Reina.
-¡Quemarlas en la hoguera!
El claro se convirtió en un auténtico remolino, pocos fueron los Sangre pura y nobles, que confundidos, no intervinieron. La gran mayoría se abalanzaron a por Sasuke, Naruto, Hinata, Shikamaru y Tenten, quién se había quedado completamente pálida.
De la nada se oyeron una centena de aullidos que invadieron todo el aire y pronto el olor a licántropo se hizo insoportable. Los vampiros se quedaron paralizados al ver como toda la manada de lobos entraba en el bosque enseñándoles los dientes y listos para atacar.
-¡La princesa Serim lo has mandado contra nosotros! ¡Debemos matar a todos aquellos que la siguen para poder purificar a la raza!-exclamó la Reina.
Los vampiros gritaron eufóricos y se abalanzaron contra los licántropos, colmillos contra colmillos.
Sasuke, reducido por seis soldados, sacó fuerzas de donde no las tenía y aprovechó el caos para abalanzarse sobre la Reina. Crimilda ahogó un grito cuando cayó al suelo bajo el cuerpo de Sasuke, pero en seguida reaccionó y como la guerrera Valquiria que era se lo sacudió de encima, quedando los dos de pie, frente a frente.
-Esta noche moriréis, tú y tu puta-dijo con una sonrisa-Zedrik debe estar cumpliendo su deber ahora mismo y pronto me la traerá, pobrecita.
La furia que se adueñó en ese momento de él hizo que perdiese la razón por completo, la parte animal del vampiro que había enterrado durante tantos siglos salió a flote matando toda la racionalidad que quedaba en su interior. El golpe acertó de lleno a Crimilda en el estómago, mandándola a varios metros de distancia, contra una roca que quedó reducida a escombros por el fuerte impacto, para ese momento Sasuke ya estaba junto a ella lanzándose a por la vena de su cuello. En el último minuto Crimilda lo agarró de la ropa y le enterró las largas uñas en la barriga, el pelinegro rugió de dolor e intentó con todas sus fuerzas quitársela de encima pero ella tenía las uñas fuertemente clavadas en su carne.
Con un puño le acertó en toda la cara, ella tropezó hacia atrás y al sacar las uñas le arrancó algunos pedazos de piel. Fustigado por la ira y el dolor Sasuke volvió a por ella pero de repente sus músculos empezaron a entumecerse y cada vez fue más difícil moverse. Crimilda sonrió y alzó sus manos manchadas de sangre.
-Mi cuerpo emana un veneno potentísimo cada vez que yo quiero, que al entrar en contacto directo con la sangre te mata en unos escasos cinco minutos-su sonrisa era cruel mientras Sasuke luchaba por vencer al intruso que avanzaba por sus venas-morirás.
Por el fondo del bosque apareció Itachi, confundido miró primero a Crimilda y luego vio como Sasuke se desplomaba en el suelo y empezaba a retorcerse de dolor.
-Justo a tiempo Itachi-dijo-juntos podremos ver como muere tu hermano.
-¿Qué has hecho Crimilda?-preguntó horrorizado sin quitar la vista de encima de Sasuke.
-Su sangre entró en contacto con mi veneno, le quedan cuatro minutos de vida, te prohíbo que te acerques a él-dijo al ver como Itachi avanzaba hacia su hermano.
-¡Que te jodan!-le contestó.
Como una ráfaga de aire la rubia se colocó al lado de él y lo sujetó por el cuello.
-Tú eres un asqueroso noble que tiene un pacto de obediencia total conmigo así que harás lo que yo quiera.
Itachi sonrió.
-¿Crees que realmente sabes quién soy?-acercó sus labios al oído de ella y le susurró una palabras muy quedamente mientras ella abría los ojos de par en par-y ahora me molestas, mi hermano necesita mi ayuda.
Retiró la mano que lo sujetaba por el cuello y sin ningún reparo la alzó por los aires y con toda su fuerza la lanzó de regreso al claro donde los ruidos de la batalla ya se estaban atenuando. Al perder de vista a la Reina se agachó sobre su hermano y le rasgó la ropa, viendo las heridas violáceas por donde había penetrado el veneno. Cuando las tocó Sasuke se removió aún más fuerte.
-Ya está hermano, tranquilo, no dejaré que te mueras.
Con decisión le clavó los dientes en el cuello y empezó a sorber el veneno con rapidez para luego escupirlo, el cuerpo de Sasuke estaba quedándose flácido y él se obligó a ir más rápido, no podía dejar que Sasuke muriera, no su hermano, no podía. Extrajo todo el veneno lo más rápido que pudo y luego se quedó allí parado, junto al cuerpo de Sasuke.
-Vuelve hermano, vuelve-dijo zarandeándolo con desesperación-despiértate gilipollas.
De la boca de Sasuke salió una ligera tos que se fue haciendo más y más fuerte.
-Sakura... Sakura...
-Tranquilo hermano, iremos a buscarla inmediatamente te lo prometo-dijo aliviado.
Al fondo ya no se oía nada, la batalla había terminado y no había rastro de Crimilda por ninguna parte. Recogió a su hermano en brazos  y regresó al claro del bosque, donde los lobos se paseaban de un lado a otro pisando y rodeando cadáveres de vampiros. Cuando pasó entre ellos algunos le enseñaron los dientes pero no le importó.
-¡Naruto!-exclamó.
El rubio apareció ante él hecho un desastre, con la ropa rota y la cara hecha un cuadro, pero como todo romano que se preciase estaba entero.
-¿Qué coño ha pasado?-preguntó al ver a Sasuke desmayado en sus brazos.
-Estaba peleando con esa bastarda cuando lo envenenó, por suerte le extraje el veneno a tiempo.
Naruto suspiró aliviado y sonrió.
-Sabía que no habías cambiado-dijo-aquí se armó la gorda pero con los licántropos y la ayuda de algunos Sangre pura y nobles conseguimos ganar, ¿y Crimilda?
-Se esfumó, ¿así que algunos ayudaron?
-Raro ¿eh? fueron como una veintena los que ayudaron, unos por lealtad a los Serim y otros porque conocen bien a Tenten y no se fían demasiado de la Reina, pero lo que cuenta es que no estamos totalmente solos.
-Vamos a necesitar apoyo para encontrar a Sakura, Crimilda ha mandado al demonio Zedrik contra ella, hasta ahora no tenía nada, pero hace poco informó que ha encontrado su rastro en Escocia.
-Joder-gruñó el rubio-entonces tenemos que darnos prisa pero no podemos dejar a Sasuke así, alguien tiene que curarlo.
-Yo puedo hacerlo.
Detrás de Naruto apareció Eishel.
-Me enteré de lo que estaba pasando por Ino y decidí venir con los lobos-explicó-yo puedo hacerme cargo de Sasuke si vosotros os dais prisa en encontrar a Sakura.
-Muchas gracias-dijo Itachi.
El hada se encogió de hombros y con un chasquido de dedos Sasuke desapareció de los brazos de Itachi.
-Lo mandé a mi guarida, allí estará bien.
-Tú también debes irte Eishel, te agradecemos la ayuda pero si las hadas nocturnas te descubren, te matarán-dijo Naruto.
-Lo sé, me alegra que mis servicios hayan sido de ayuda, tened mucho cuidado-despareció en una nube de polvo.
-Sasuke dijo que había visto a Sakura ayer por la noche, al parecer puede teletransportarse pero por poco tiempo antes de que su cuerpo la devuelva al lugar desde donde se transportó-informó.
-Bueno, eso es un alivio, podrá ayudarla si tiene que pelear.
-Verás... esto solo lo sabemos Hinata y yo, bueno creo que Tenten también, pero Sakura no puede pelear porque...-miró a ambos lados y luego bajó la voz acercándose al pelinegro-está embarazada de seis meses o así.
-Mierda, mierda, mierda...
-¡Tenten!-el potente gritó inundó todo el aire.
Desde el fondo del claro Neji, en las mimas condiciones que Naruto, se dirigía a todo correr hacia ellos con la cara desencajada.
-¿Dónde está Tenten?-preguntó.
-Estoy aquí-susurró ella desde uno de los árboles más cercanos.
La peli café estaba de rodillas en el suelo frente al cuerpo inerte de Shikamaru.
-¿Estás bien?-preguntó Neji aliviado-¿te han hecho algo? Dios pensé que tu visión se iba a cumplir...
-Se cumplió-contestó con la voz rota y una lágrima-en mi visión el hombre que me defendía estaba de espalda y tenía el pelo largo y marrón, no le vi la cara.
Todos clavaron su mirada en Shikamaru, no llevaba la coleta y el pelo marrón estaba desparramado por el suelo.
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En el aeropuerto de Edimburgo, Sakura y Alecto esperaban sentadas a su avión cuando un hombre alto con sombrero y gabardina se acercó a ellas.
Sakura alzó la cabeza justo para ver como una pistola le apuntaba directamente en la cabeza a ella y a Alecto.
-¿Tú?-preguntó Alecto aterrorizada.

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6.

El hombre no contestó a Alecto, solo se limitó a quitarse el sombrero y sonreír. Sakura sintió como todas las terminaciones nerviosas de su cuerpo se sobresaltaban al ver aquella sonrisa demoníaca, ''puro mal'' pensó, quiso levantarse pero aquel sujeto acercó la pistola más hacia ella y no tuvo más remedio que quedarse quieta en su sitio.

Tras fijarse bien en su rostro descubrió que ni siquiera había llegado a la edad adulta, tendría más o menos unos diecisiete años, pelo corto negro, piel blanquísima y unos ojos rasgados de color borgoña, era un sombra pero había algo en su olor que no estaba bien.

Alecto se interpuso entre ellos dos y le enseñó los dientes al extraño.

-¿Qué mierda haces aquí, Akatsuki?-preguntó en un gruñido bajo.

-Pensé que te alegraría más verme primita.

¿Primita? Sakura miró con interrogante a Alecto pero la peli verde seguía manteniendo la mirada fija en aquel sujeto, los escalofríos le recorrieron con más fuerza al mirar con mejor ojo a aquel ser, no sabía de qué pero ella lo conocía y... le daba un miedo horrible.

-¿Y por qué tendría que alegrarme sucio bastardo?

-¿Ahora soy un bastardo? bien que llorabas mientras tu papá jugaba conmigo, le suplicaste que me dejase vivir.

-Sí, tenía dos años y no sabes cuánto lamento eso.

Los dos se taladraron con la mirada durante varios minutos.

-¿A qué has venido?

Akatsuki volvió a sonreír y esta vez Sakura pudo apreciar con toda claridad los dos inmensos caninos superiores, dientes de lobo. La mirada de Akatsuki se clavó fijamente en ella y Sakura sintió como el terror se apoderaba de su cuerpo.

-Ya sabes, asuntos familiares.

-Asuntos...familiares-jadeó la peli rosa, no sabía por qué pero tenía la certeza de que la respuesta no le iba a gustar nada.

-Me imaginaba que no sabrías nada pero no te preocupes a partir de ahora tendremos mucho tiempo para recuperar los años perdidos y presentarnos debidamente.

-No vamos a ir a ningún lado contigo, espero que lo tengas muy presente-le respondió Alecto.

-Sí, sí que lo haréis porque si no me liaré a tiros contra todo humano que pase, ¿sabes que les pasa a los vampiros cuando huelen un enorme cantidad de sangre, primita? no queremos que sobre vuestras mentes caiga semejante peso de conciencia.

-Serás-gruñó la sangre pura.

Alecto sintió una mano temblorosa posarse en su hombro y al girarse vio a Sakura, aterrorizada y con la otra mano sobre su vientre pero aún así la sujetaba con determinación.

-Iremos con él Alecto.

Akatsuki volvió a sonreír.

-Eso es, vendréis conmigo.
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No se oía ni un solo sonido en todo el jet privado, era como si todos los allí presentes se hubiesen quedado mudos como si realmente hubiese dejado de estar vivos y lo que quedaba de ellos no eran más que figuras de cera colocadas allí juntas por mero capricho. Antiguos enemigos ancestrales que ahora se entremezclaban en los asientos y que compartían el dolor por la pérdida de seres queridos, familiares, amigos...

Hinata giró la cabeza unos milímetros para encontrase a Naruto en la misma postura de hacía media hora, los ojos fijos en la ventanilla mirando sin ver las nubes que discurrían por debajo de ellos.

Esa noche habían muertos muchos conocidos de él, de hacía siglos, y sabía que eso le había afectado pero lo que más triste lo tenía eran los recuerdos, los recuerdos de aquella vida humana, tal vez no tranquila, pero si feliz y el hecho de que hubiesen mancillado su honor y el honor de ella misma. También ella estaba conmocionada, Naruto nunca hablaba con ella sobre cosas de su anterior vida y ella había dejado de preguntar pero tras esa noche sabía que no podían seguir así, si había algo que él hubiese hecho en el pasado y que le daba miedo o vergüenza contar ella no se lo recriminaría, solo quería conocer a la persona que quería y poder ayudarlo cuando se sintiese mal, porque sinceramente ahora con todo lo que estaba pasando no sabía cómo podía hacerlo, era cierto que conocía lo de sus padres pero aún así...

Cerró los ojos y se abandonó a sus sentidos, delante de ellos Tenten lloraba silenciosamente sobre el pecho de Neji quien la abrazaba en gesto de mudo consuelo. Detrás, Itachi se sentaba con Sai, el hermano de su amiga, y tras ellos Ino y Kiba. Nadie decía nada, nadie se movía, ni siquiera sabían a donde iban, el jet era de Itachi y era él quién había dado las indicaciones sin comentarles nada a ellos, y así habían pasado diez horas.

-Ya estamos llegando-dijo, rompiendo el silencio, haciendo que el sonido de una voz sonase extraño para todos.

-¿Ahora nos dirás hacia donde nos dirigimos?-preguntó Sai-llevamos diez horas sin saber a dónde demonios...

-A Roma-dijo clavando la mirada en el asiento de enfrente.

Todos los presentes miraron a Naruto pero él no se movió solo se limitó a contestar.

-¿A qué vamos allí?

-A por Demetrio-contestó el Uchiha.

Naruto asintió y cerró los ojos con profunda pena, como desterrando viejos recuerdos de su mente, luego los volvió a abrir y la miró sonriendo.

-Supongo que ya era hora de regresar a casa-dijo.

El nudo de tensión desapareció de la cara de Itachi, él sabía perfectamente lo doloroso que era para alguien volver al lugar donde había nacido y descubrir que lo único que compartía con su lugar natal era el nombre. Era muy doloroso ver que todo aquellos que habías conocido y que tenías por propio, tus vecinos, tus amigos, tus compañeros de ejército, las tabernas, tu casa... habían desaparecido y nunca más los volverías a ver.

Él mismo procuraba ir a Transilvania lo menos posible.

-¿Y en qué lugar de mi ciudad se encuentra ese desgraciado?-preguntó el rubio con un brillo asesino en la mirada.

Preguntaba no porque no supiese que lugar había escogido ese asqueroso para refugiarse, sino para oírlo y que el odio que había sentido hacia él desde hacía dos milenios reviviese con más fuerza, ese odio antiguo entre la relación de enemistad más antigua que existía en el mundo, el odio entre un romano y un griego traidor.

-En tu casa-contestó el pelinegro.

-Grandísimo hijo de puta-dijo rechinando los dientes-¿y qué cojones está haciendo allí?

-Jugar al teto, no te jode-rezongó Kiba.

-No te metas conmigo chaval que te juegas el porvenir.

Kiba iba a contestar pero Neji lo interrumpió con un gruñido, no estaban de humor como para tener peleas y mucho menos en un avión donde piloto y copiloto eran humanos.

-¿Crees que tiene allí su base?-preguntó Sai.

Itachi se encogió de hombros.

-Tú lo conoces mejor que yo Sai-sama, solo lo he visto dos veces y de lejos.

-Su centro de base está en Japón-dijo Naruto-Sasuke ha hecho varias visitas así que lo que tiene en mi casa no es una base, además...mi villa está en ruinas allí no podría ocultar nada.

Todos se quedaron en silencio.

-No tiene por qué ser una base-dijo Hinata de repente-yo...no sé nada sobre estrategias militares y lo único que sé de los sombra es que son lo peor del mundo pero por lo que decís es el hombre más orgulloso del mundo y...no sé, es una tontería.

-No por favor, sigue-rogó Sai-cualquier idea puede ser posible.

Hinata se puso colorada, la verdad le daba mucha vergüenza que todo el mundo se interesase por algo que ella iba a decir, nunca había pasado una situación como esa.

-Bueno, siendo como él es que haya decidido instalarse en la villa de Naruto no significa que vaya a instalar allí una base yo más bien creo que lo hace por provocación para demostrar que ahora él es más poderoso y que ha derrotado de cierta forma a uno de los más antiguos de los nuestros.

-Bien puede ser-contestó Naruto con una sonrisa-me odia porque durante nuestra vida humana yo derroté a su tropa griega y lo hice mi esclavo, quedándose mi casa es como un signo de victoria sobre mí.

En el asiento de adelante Tenten se removió y se reincorporó para quedar de pie frente a todos, Hinata ahogó un gemido al ver la cara demacrada de la peli café.

-Yo sé lo que está haciendo en tu casa Naruto, lo sé desde hace diez años-dijo, su voz sonaba cadavérica-¿podrás perdonarme?

El silencio volvió a reinar en todo el avión.

-Me he pasado mi vida entera ocultando casi todas mis visiones para evitar hacer daño a nadie pero me he dado cuenta que ni siquiera yo, que puedo ver el futuro, tengo poder suficiente para cambiarlo, así que a partir de ahora pondré las cosas claras, lo que Demetrio ha abierto allí abajo es lo más terrorífico que puede haber sobre la tierra.

-¿Y eso es?-preguntó Ino.

Tenten cerró los ojos.

-Hay ciertos rituales que se llevan realizando desde el principio de nuestra existencia y que no son...del todo ortodoxos, la mayoría de ellos se han mantenido ocultos durante miles de años y solo unas pocas personas los conocen-contestó-yo nunca he presenciado uno pero mis visiones son muy claras sobre ese aspecto, en esos rituales se hacen pactos con Lucifer.

-¿Qué estás diciendo?-preguntó Itachi atónito-¿sabías eso y nunca lo has dicho?

-Solo quería evitar problemas, además ¿quién me hubiera creído en esa época? para los vampiros de la Edad Media lo que decía una mujer era tan importante como lo que decía una vaca-continuó-además era joven y estaba muy asustada, lo poco que sé es que se necesitan diez años para preparar el ritual, el lugar que el convocante más odie y un sacrificio.

-Eso explica porque ese desgraciado está en mi villa, no quiero ni pensar lo que hará...

-Abrir una puerta, el hijo de puta va a abrir una puerta-rugió Itachi-nos ha estado engañando como a gilipollas.

De repente se levantó y agarró a Tenten por los hombros.

-¡Debías haberlo dicho antes! ¡Tú lo sabías todo y ahora...! oh, joder, tengo que hacer algo...

-A ver ¿qué mierda pasa aquí?-preguntó Kiba-esta mierda entre vampiros no va conmigo y tengo derecho a...

-Mira gilipollas-dijo Itachi-en cuanto ese imbécil consiga lo que quiere lo que menos te va a preocupar es si eres licántropo o vampiro ¿me entiendes? y ahora me largo a hacer un par de llamadas, esto lo cambia todo.

Itachi desapareció en el compartimento de atrás a la velocidad del rayo.

-Ya estás largando Tenten-exigió Naruto.

La peli café dirigió la mirada a todos los presentes, la matarían por ocultar todo aquello por no haber sido capaz de detenerlo desde el principio, por haber querido hacerlo todo sola... se merecía la muerte.

-Va a abrir una puerta al infierno, todo estaba calculado desde el principio, la muerte de los Serim, el anonimato de Sakura durante estos dieciocho años, que Sasuke y ella se conocieran, que ella se quedase embarazada...

-¿De qué estás hablando Tenten? ¿Qué tiene que ver mi hermana con eso?

-No solo tu hermana, tú, Akatsuki, nosotros, la familia Uchiha...hasta la Reina está siendo utilizada.

-Por Dios Tenten...-susurró Neji.

-Hace ya varios siglos lo vi todo, todas las maquinaciones de Demetrio para conseguir el poder sobre todo, solo necesitaba a las dos familias sangre pura más poderosas y un enlace que a la larga le fuese provechoso, así fue como los Serim, los Uchiha y la propia Crimilda entraron en el juego.

-¿Los Uchiha? la rama pura de los Uchiha ya no existe-dijo Naruto.

-Eso no es verdad-continuó ella-ya te he dicho que estaba todo planeado, todo comenzó en el año setecientos con el romance entre una sangre pura y un licántropo, ya todos conocéis la historia pero nadie supo quienes fueron los protagonistas. Demetrio vio en ello la oportunidad de llevar a cabo su plan, les contó aquella inmunda relación a la manada, ellos decidieron sacrificar a su jefe, la sangre pura intentó evitarlo pidiendo ayuda a la familia dominante de aquella época pero nadie estaba dispuesto a ayudar a un licántropo, ella juró que se vengaría de aquella familia, ¿comprendéis?

-No, no, no-murmuró Naruto-Crimilda...

-Exacto, ella es la sangre pura que se enamoró del licántropo, el enlace que uniría a las dos familias importantes, la que le había negado su ayuda, los Serim, y la otra familia más importante.

-Los Uchiha-terminó Sai.

-Lo que Crimilda pretendía era utilizar a los Uchiha para vengarse de los Serim y para ello contó con la ayuda de los sombra, todo como Demetrio quería, él conocía la historia de Fugaku, enamorado de su propia prima con la que mantenía una relación, si los descubrían ambos serían sacrificados por lo que debía disimular y que mejor manera que casándose con una sangre pura como Crimilda mientras en secreto llevaba su relación de la que nacieron dos hijos.

-Esto es surrealista, entonces Sasuke e Itachi son sangre pura-interrumpió Ino-y ellos no lo saben.

-Otra cosa preparada por Demetrio, él fue quien informó a Crimilda de la traición de su marido, ella se enfureció y él, por miedo de que algo le pasase a su familia dijo que Mikoto era una renacida con la que se divertía de vez en cuando y que habían tenido dos hijos, entonces atacaron la residencia Uchiha pero Demetrio se las arregló para que los dos hermanos sobreviviesen y entrasen a servicio de la corona para tenerlos controlados, de ese modo lo único que le quedaba era esperar.

-¿Esperar a qué?

-A que naciese la heredera Serim, sus majestades ya tenían varias hijas pero si unía a cualquiera de los Uchiha con ellas perdería el favor de Crimilda y así esperó durante siglos hasta que hace dieciocho años nació Sakura, ahí vio su oportunidad, convenció a Crimilda para que le ayudase en secreto a asesinar a la familia Serim y así lo hicieron, ahí consiguió su segundo enlace, los gemelos Serim.

-Akatsuki y yo.

-Tenía intención de utilizaros para que con el tiempo pudieseis identificar a vuestra hermana pero aquello no fue bien visto por el resto de sombra por lo que utilizó la experimentación como pretexto para manteneros a su lado y os hizo híbridos mezclando la sangre de un licántropo con la vuestra, pero vosotros escapasteis y eso torció su plan así que tuvo que ingeniárselas para encontrarla y tardó dieciocho años en hacerlo, al principio solo la reina sabía de la existencia de Sakura pero en el momento que se hizo necesario buscarle un guardián se hizo pública su situación, tal joya debía ser cuidada por el mejor guardián, Sasuke Uchiha, así se completaba el círculo, solo quedaba el paso final, que Sasuke y Sakura tuviesen un hijo.

-¿Por qué? ¿Por qué hacer todo eso cuando podía conseguir cualquier otro niño sangre pura?

-Porque ese bebé llevaría la sangre más pura, el de las dos familias más importantes, el mejor sacrificio que él podía ofrecer a Lucifer, los vampiros llevamos la sangre del demonio en nuestras venas, cuanta mayor sea la pureza mejor saldrá el ritual-Tenten suspiró-ahora ya lo sabéis todo.

Sai se levantó y se lió a patadas con todo lo que encontró por delante.

-¡¿Por qué nunca has dicho nada?!-le gritó a la peli café-¡podías haber evitado todo esto! ¡Mis padres y mis hermanos seguirían vivos! ¡Mi madre te quería como una hija y así se lo pagas!

-Claro que la quería-dijo entre lágrimas-yo solo quise ayudar sin meter a nadie en problemas pero estaba tan asustada...lo único que fui capaz de hacer fue llevarme lejos a la niña, nada más, lo siento.
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Sakura caminaba pegada a Alecto por los oscuros pasillos de aquellas mugrientas mazmorras, mirase a donde mirase lo único que era capaz de ver era más y más humedad escapando a chorretones por las paredes de piedra intercaladas por los barrotes que sin duda alguna escondían detrás unas celdas más mugrientas aún que aquel asqueroso pasillo. No sabía donde estaban, suponía que en algún lugar perdido de Escocia, ese maligno ser, que Sakura no lograba identificar de ninguna especie en concreto, las había encerrado a ella y Alecto en la zona del equipaje de un jet privado y no había dicho nada de adonde las llevaba. Tal vez Alecto tenía razón y no había sido una buena idea aceptar ir con ese sujeto, pero Sakura lo conocía de algo, se le hacía tan familiar que necesitaba saber por qué. Había acribillado a Alecto a preguntas durante la hora que las dos habían estado solas encerradas en la zona trasera del avión pero su prima se había negado a pronunciar ninguna palabra, así que estaba como al principio.

-¿Por qué haces esto?-preguntó Alecto a Akatsuki, que iba detrás de ella apuntándoles con la pistola.

Akatsuki volvió a mostrar aquella horrenda sonrisa.

-Te dije que eran asuntos familiares.

-¿Un poco tarde para intentar resolver asuntos familiares no? nos conocemos Akatsuki, sé perfectamente en qué tipo de ser te convertiste tras la transformación y sé para quién trabajas.

-Entonces no es necesario que te explique nada.

Sakura escuchaba en silencio, sin entender absolutamente nada de lo que allí estaba pasando.

-Como deseo matarte-gruñó la peli verde con furia.

-¿Y por qué no lo haces?

La respuesta que dio Alecto desencajó la mueca de placer de Akatsuki y consiguió que Sakura se quedase totalmente estupefacta.

-Porque mi reina me ha ordenado que tenemos que ir contigo y no puedo desobedecer.

Tras un rato de silencio se escucharon las carcajadas de Akatsuki por todas partes, haciéndolas uno de los sonidos más terroríficos que Sakura había oído en su corta vida de vampiro.

-Vaya, vaya, Demetrio se pondrá muy contento cuando se entere de que has abandonado a los Sombra y te has convertido en una Luminati.

-Nunca fui un Sombra y él lo sabe, puedes decirle lo que te de la reverenda gana, hace tiempo que dejé de temer a mi padre o a cualquiera de mis hermanos, solo me dan lástima.

En ese momento llegaron al final del inmenso pasillo, Akatsuki las hizo frenar delante de una pequeña celda, la cual abrió sin llave ni nada y las obligó a entrar y luego volvió a cerrar sin pasar la llave, ¿tan seguro estaba de que no escaparían?

-Podéis intentar huir-dijo él como si le hubiese leído la mente-los barrotes están recubiertos de agua bendita.

Alecto siseó, intentando controlar su furia.

-Dime ahora mismo que pretendes.

Él suspiró.

-Yo solo busco el placer de veros sufrir, tu padre os tiene reservado algo más especial, sobre todo a ella-dijo señalando a Sakura.

El cuerpo de la peli rosa tembló, aquello no le daba buena espina, no señor.

Akatsuki, divertido con las reacciones de la peli rosa consideró que sería divertido explicarles que pensaba hacer Demetrio con ellas, así podría descargar todo el odio que sentía por aquella estúpida cría que se era la copia exacta de su madre, aquella madre a la que él había traicionado y decidido odiar por la eternidad.

-Demetrio va a hacer un pacto con Lucifer-continuó hablando lentamente, para que todo lo que dijese calase hondo en la mente de aquellas dos mujeres.

Vio como Sakura contraía la cara de miedo y confusión, sin duda eso la asustaba pero no entendía lo que significaba aquello, en cambio Alecto había alcanzado una palidez mortal y todo su cuerpo empezó a contraerse en espasmos, fruto del intenso pánico.

-¿De qué está hablando, Alecto?-preguntó Sakura asustada al ver el estado en el que había entrado su prima tras esa declaración.

Alecto apenas escuchaba lo que Sakura le decía, ni siquiera veía nítidamente la figura de Akatsuki, que reía ampliamente, en el que había fijado sus ojos, su mente giraba en torno a aquellas palabras que él había dicho. Para que un vampiro pudiese hacer un pacto con el príncipe del mal era necesario que ofreciese un sacrificio para poder abrir las puertas del infierno y una vez eso sucediese, él pactante obtendría un poder inmenso, sin contar que por la puerta abierta saldrían montones y montones de demonios que destruirían todo cuanto encontrasen en su camino. Sabía que su padre era un ser cruel y que no la quería, pero nunca lo creyó capaz de llegar a tales extremos, nunca.

-Mi padre...-empezó a contestar-mi padre pretende pactar con el demonio para...conseguir el poder para dominar a todo el mundo...él tiene...tiene que abrir las puertas del infierno en el lugar que más odie y para poder hacerlo necesita hacer un sacrificio...un sacrificio con la sangre más pura de la raza...

Sakura, quién no había llegado a comprender el alcance de la situación, sintió que el corazón se le paraba y su cuerpo era presa de un sudor frío.

-Ese sacrificio...somos nosotras-no fue una pregunta.

-No exactamente-contestó Akatsuki, complacido.

-¿No exactamente?-preguntó Alecto.

-Vosotras sois sangre pura si, pero tú Alecto eres una mestiza y ella solo lleva la sangre de una de las familias más importantes-dijo señalando a Sakura-lo que tanto codicia tu padre es el fruto de las dos sangre más puras del mundo de los vampiros, el hijo de un sangre pura Uchiha y de un sangre pura Serim.

-Eso no existe-contestó Alecto-ya no existe ningún sangre pura Uchiha y...

Akastsuki sonrió al ver la cara de Alecto, si, ahora empezaban a comprender.

-Mikoto Uchiha no era una renacida-dejó caer él.

¿Sangre pura? entonces Sasuke era...

Todo pasó muy rápido, de un segundo a otro Sakura había llegado a donde él con una extraordinaria rapidez y lo tenía enganchado por el cuello con una de las manos, robándole el aire. Sus ojos verdes brillaban con furia y sus colmillos se mostraban en toda su espeluznante longitud. Él conocía aquella mirada, la mirada de una madre furiosa que protegía a su cría, aquella que había lucido su madre el día de la masacre cuando delante de ella mataban a sus hijos.

Sakura tiró con fuerza de aquel miserable haciendo que su cuerpo chocase contra los barrotes emitiendo un sonido atronador.

-Nadie... ¡nadie va a tocar a mi bebé!-gruñó en un tono tan oscuro y malvado que hasta ella se sorprendió, pero en ese momento su naturaleza animal reinaba sobre la humana-¡os mataré a todos y me bañaré en vuestra sangre!

-¡Ja, ja, ja!-rompió a reír con fuerza el pelinegro una vez pasada la sorpresa, sin duda aquella mujer era fuerte, sus pies se alzaban a cincuenta centímetros del suelo, pero nada podía hacer contra él, de un manotazo la empujó y la tiró contra la pared-tú no me harás nada, hermanita.

Sakura estaba dispuesta a atacarlo de nuevo pero al oír aquella palabra se quedó quieta.

-Eres débil, deberías haber muerto antes de que madre te diese a luz pero no, tuviste que nacer, tú con ese estúpido color de pelo y de ojos, de todos los hermanos tenías que ser tú, nuestras hermanas, todas tenían ese color de pelo asqueroso pero ninguna tenía los ojos, no tenían ambos símbolos de nuestro linaje por eso no podían reinar.

La peli rosa escuchaba atónita, ese ser...ese ser era su hermano, pero era imposible, le habían dicho que todos estaba muertos, todos.

-Supongo que ya sabrás que en nuestra sociedad las mujeres tienen más derecho a heredar que los hombres, todo por esa estúpida genética que hace que la sangre de la madre sea más fuerte que la del padre en nuestra progenie, por eso a las mujeres os obligan a casaros con parientes lejanos de vuestra propia familia, nunca cercanos el incesto aterroriza a nuestra raza, por eso madre se casó con padre, un pariente lejano de su misma familia Serim-continuó él con desprecio-pero mis hermanas no tenían los ojos, no servían para continuar con la raza Serim, cuando eso sucede heredamos los hijos, de esa forma aunque no prevalezca nuestra dinastía podremos formar otra nueva, eso solo pueden hacerlo los machos, nosotros creamos, vosotras mantenéis lo que los machos creamos, y así iba ser en nuestro caso, ¡yo iba reinar, hasta que naciste tú!

Sakura no fue capaz de decir nada, tanta información nueva la había dejado choqueada.

-Eso era imposible, tenías hermanos machos más mayores que tú y que estaban por encima de ti en la línea sucesoria.

La sonrisa de Akatsuki se hizo más sombría.

-Demetrio me prometió el trono a cambio de que yo le cediese la entrada a palacio, mis hermanos morirían, todos y yo me erigiría como rey y así será cuando tú y ese estúpido de Sai estéis muertos, hermanita.

Esta vez la que se echó a reír fue Alecto.

-Un híbrido como tú nunca podrá reinar.

Él la miró con ira.

-Yo fui convertido cuando ya había pasado mi transición.

-Eso es imposible-dijo Alecto-un vampiro no puede convertirse en licántropo y viceversa, si eso sucediese en este momento el planeta estaría lleno de híbridos.

-No tienes ni idea, ¿verdad?-continuó él-yo no me convertí por un simple mordisco como mi hermanito Sai, con él fue más fácil porque su transición no estaba completa, aún no había bebido sangre humana por lo que no era un vampiro completo y bastó con el mordisco de un lobo para convertirlo, a mí me desangraron y me inyectaron sangre de licántropo, soy un ser único, bebo sangre para sobrevivir y puedo convertirme en lobo cuando quiera, Sai nunca podrá volver a ser vampiro pero yo lo sigo siendo, tu padre es un hombre muy inteligente.

Akatsuki dejó de prestar atención a Alecto y volvió a mirar a su hermana, Sakura se había mantenido callada todo el rato, parecía que su alma hubiese abandonado su cuerpo, se aferraba con fuerza a su abultado vientre. Bien, había logrado lo que quería, hacerla sufrir.

-Me encantaría seguir de charla con vosotras, pero tengo otros asuntos que atender, portaros bien.

Sakura escuchó como los pasos de su hermano se alejaban ya de la celda, Alecto empezó a hablar con ella, pero no la escuchó, su mirada estaba clavada en una pequeña piedra que había delante de ella, mientras su mente hervía como una olla. Tenía que hacer algo, tenía que escapar de allí, para salvarse ella y a su prima, pero sobre todo para proteger a su pequeño bebé, tenía su poder si, pero ahora de nada le servía, no lo controlaba y aunque se teletransportase su cuerpo la devolvería a aquel lugar en unos minutos y no estaba dispuesta a arriesgarse de esa manera.

Cogió la piedrita en la mano y la miró con fijeza, tenía un plan y aquella pequeña piedra iba a ayudarla. Solo tenía que tener fe en sí misma, lo conseguiría.

Una imagen de Sasuke se cruzó por su mente, lo necesitaba tanto en esos momentos, ahora que sabía lo que él era, también irían a por él, lo sabía, había sido tan estúpida al creer que podría mantenerlo apartado de todo aquello...solo esperaba que él no le guardase rencor. Se echó a llorar, tal vez nunca más volvería a verlo.

Estuvo lamentándose durante varias horas, hasta que tomó una decisión, algo loca, pero que necesitaba llevar a cabo.

-Alecto-susurró-no te asustes.

-¿Asustarme? ¿De qué?

Un segundo después, Sakura desapareció de su vista.

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Eishel retiró el paño húmedo que había colocado en la frente de Sasuke en un intento de bajarle la fiebre y lo cambió por otro, no había parado de hacerlo desde que había llegado con él a casa del pelinegro. Itachi había conseguido retirar el veneno a tiempo pero aún así Sasuke había quedado bastante mal y su cuerpo no hacía más que convulsionarse preso de los delirios de la fiebre.

Las cosas estaban mal, y no solo entre los hijos de la noche, todo el mundo se convulsionaba por culpa de Demetrio y la caza que había organizado la actual reina, Crimilda. Muchos habían sido apresados por su guardia real acusados de confabular contra ella, otros habían sido inmediatamente ejecutados. Se había puesto precio a la cabeza de los seguidores de Sakura, y de la propia princesa en sí, a parte de declarar el estado de guerra contra los licántropos. Konoha se había convertido en un hervidero, desde la noche anterior la ciudad había dejado de ser segura, incluso los humanos se daban cuenta de que algo estaba pasando aunque no supieran el qué.

Pronto tendrían que marcharse de la casa del pelinegro, no era un lugar seguro y la reina ya tendría planeado algo con respeto a eso, pero antes de nada debía conseguir que Sasuke mejorase aunque solo fuese un poco. Se había quedado sin paños, tendría que ir a buscar más y dejarlo solo por unos minutos. Volvió a mirarlo, aquel vampiro era fuerte, cualquier otro ya hubiese muerto pero él luchaba, se resistía a morir, sonrió, Sakura había elegido bien, muy bien. Salió con rapidez del cuarto, necesitaba los paños, para ayudarle a luchar contra la fiebre.

Justo en el momento en que Eishel cerraba la puerta del cuarto de Sasuke en la estancia apareció la peli rosa.

-¡Sasuke!-exclamó al ver el estado en el que estaba el chico.

Su cuerpo se convulsionaba y sudaba copiosamente y tenía el abdomen cubierto con unas vendas manchadas de sangre. Se llevó una mano a la boca y se arrodilló junto a él, tomándole una de las ardientes manos.

-¿Qué...qué te ha pasado?

El cuerpo del pelinegro pareció serenarse un poco cuando ella le sujetó la mano, pero continuó delirando y sin recuperar la consciencia.

-¿Qué te han hecho?-susurró ella con el rostro bañado en lágrimas al ver al ojinegro en ese estado-esto es mi culpa, es culpa mía por no saber que me buscarías, no tenía que haber...Sasuke...no te puedes morir, no me puedes dejar, yo...yo sin ti no puedo vivir... ¿me oyes? no puedo...

-Sakura...-la voz del pelinegro sonó como un vago lamentó.

Ella alzó los ojos, él seguía inconsciente.

-Estoy aquí, estoy aquí contigo Sasuke, tienes que despertarte, tienes que volver, por favor-rodó-por favor Buda, Alá, Zeus... ¡quién sea que esté ahí arriba!-dijo mirando al cielo-sé que odias a nuestra raza pero por favor...por favor no lo lleves de mi lado...

Su cuerpo se retorció, los átomos de su cuerpo que no había logrado teletransportar y que se habían quedado en la celda empezaban a tirar de ella, no le quedaba mucho tiempo. Apretó con fuerza la mano de Sasuke y la besó, la besó infinidad de veces.

-Dentro de unos minutos tendré que irme, sé que Eishel está aquí contigo, ahora ya consigo identificar los aromas, me has enseñado muy bien, sé que ella te cuidará pero debes vivir Sasuke, no me puedes abandonar, no puedes abandonar al bebé-se irguió un poco y depositó un suave beso en los labios del pelinegro, quién detuvo sus delirios solo por un momento-ahora debo irme, me queda poco tiempo y antes tengo que hablar con Eishel, volveré, te lo prometo y nunca más volveremos a estar separados.

La peli rosa abandonó aquel cuarto, ni sin antes volver la mirada hacia él, Tenten tenía razón, ellos eran los seres más hermosos del planeta, pocas cosas podían matarles y vivían eternamente, pero el precio a pagar por la eternidad era muy alto y ella, ella no estaba dispuesta a pagarlo.

-Te quiero...-dijo antes de cerrar la puerta.

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Alecto se asustó sobremanera cuando veinte minutos después de su desaparición Sakura volvió a aparecer en la celda. La peli verde tuvo buenos reflejos a la hora de cogerla pues el cuerpo de su prima estaba totalmente débil, el esfuerzo que había realizado la había dejado totalmente agotada.

-Quiero una explicación de esto-exigió enfadada.

Pero se tragó su propio enfado cuando Sakura, rota de dolor, se abrazó a ella y lloró sobre su hombro, silenciosamente, en un silencio doloroso que hizo que Alecto cerrase los ojos y abrazase con fuerza a su prima. Ella también estaba asustada, aunque ante todos intentaba mostrarse fuerte ella también tenía miedo, y solo entonces, allí, abrazada a la peli rosa, compartiendo su dolor, permitió que una fina lágrima descendiese por su rostro. Una lágrima cargada de miedo, de dolor y, sobre todo, de amor.

sakuritha_haruno:
mmmm Bueno primero pido disculpas por no haberme pasado por tus fics es que el realidad a mi criterio habia estado un poco "inactiva" en el foro xD pero bueno... aqui me tienes leyendo otras de tus historias de las que soy adicta
Ahora... la historia esta muy muy muy muy emocionante quiero una continuacion muy pronto esta buenissima y... ahhh (suspiro) me encanta :ohnoes: bueno no quise comentar en la primera parte porque estaba muy entusiasmada con la historia y ahora que no veo conti me detibe recien a comentar hehe
bueno ojala la conti este pronto y no me dejes con las ganas :=p:
                                                  bye-bye
                                                                                                                sakuritha_haruno

Dresti:
Conti^^

7.

Crimilda se mantuvo pegada a la ventana de su castillo en Osen, mirando como las nubes se escapaban por el horizonte junto con los últimos rayos de sol, dejando paso a una de las noches más frías de aquel año pese a estar en pleno verano. Aún así, a pesar del frío, todo se mantenía en una asombrosa calma en ese momento, las calles de la enorme fortaleza medieval estaban completamente desiertas, en otros momentos hubiera sonreído, ella había conseguido mantener a aquella población alejada del resto del mundo por siglos, a ojos de aquellos harapientos nada había cambiado, ninguno de los habitantes sabían que el estilo de vida medieval había quedado lejos, no conocían nada del mundo actual, salvo unos pocos, a los que les permitía vivir allí bajo pena de muerte si revelaban algo del mundo exterior, de esa manera se aseguraba de tener un lugar seguro donde vivir en caso de que se produjese una insurrección, como en aquel mismo instante.

Pero a pesar de toda aquella calma aparente nunca antes se había sentido tan furiosa y preocupada, tenía el control del asunto pero no sabía por cuánto tiempo más, esa endemoniada princesa era muy escurridiza y el intento de caza de sus aliados había resultado del todo satisfactorio pero ineficaz, incluso los hombres lobo se habían negado a dar detalles sobre los vampiros a los que apoyaban, algo totalmente insólito.

Su mano derecha se cerró con fuerza sobre la piedra tallada que formaba una de las jambas de la ventana, provocando una leve grieta, mientras que la mano derecha se mantenía firmemente cerrada en un puño.

-Majestad, ¿puedo pasar?

La voz de su nuevo capitán de la Guardia Real la tomó totalmente por sorpresa y a punto estuvo de lanzarle uno de sus jarrones a la cabeza, en vez de eso inspiró profundo y se giró intentado mostrar una tranquilidad que no sentía.

-Dejé ordenado que no se me molestase capitán-su voz sonó demasiado cadavérica para su gusto, pero no podía hacer más, su furia llegaba hasta límites insospechados.

El hombre no sabía dónde meterse, Crimilda podía oler el miedo que desprendía por los poros de su piel. Había sido asignado hacía poco, más o menos tres días atrás, después de que en un arranque de ira ella misma hubiese matado al anterior. Así había sucedido desde que Itachi se había largado hacía un mes, ese debía ser el sexto capitán que nombraba, el resto los había matado o degradado de su puesto porque eran un puñado de incompetentes que no sabían ni atarse los zapatos. Su actual capitán, del cual no recordaba el nombre, era un apuesto esquimal que había nacido hacía ciento sesenta años en el seno de una familia noble de Groenlandia, el pelo negro y liso le caía hasta los hombros y enmarcaba su tez morena de grandes ojos oscuros.

-Lo siento majestad, pero es una verdadera urgencia-continuó con la voz trémula-la Cámara de los Lores solicita su presencia.

La Reina no pudo más que alzar una ceja, la Cámara de los Lores se dedicaba exclusivamente a los asuntos de importancia menor del estado, como repartir los trabajos, organizar juicios civiles o elaborar leyes de conducta, claro está, todo debidamente aprobado por la Reina, quién tenía derecho a veto de todo cuanto se le antojase, a ese aspecto la sociedad vampírica todavía vivía en las monarquías propias de la Francia de los últimos Borbones. Lo que no entendía era porque su Parlamento solicitaba su presencia, ¿qué podía haber pasado? ¿Una revuelta civil? lo dudaba mucho, la mayoría de los vampiros de a pie no conocían a la princesa y lo único que sabían era los rumores que ella misma se había encargado en extender por cada rincón del mundo.

-Además...-prosiguió el capitán, esta vez en tono confuso y extrañado-está aquí en Berlín el gobernador de Italia y solicita audiencia con usted.

A Crimilda le recorrió un escalofrío por la espalda, eso era imposible, el gobernador de Italia no podía estar allí porque llevaba dieciocho años muerto.

-¡No me tomes el pelo, capitán! ¡Sabes que esa persona está muerta!-rugió mientras lo agarraba con fuerza del cuello del uniforme-Akari Serim lleva dieciocho años muerta.

El capitán empezó a temblar y sudar copiosamente, presa del pánico.

-No se trata de su majestad, que en paz descanse-contestó con los dientes en puro castañeteo-sino de un hombre que dice ser de su familia.

-¿Y le habéis dejado entrar en el país?-exclamó furiosa-¡sabes que la única heredera viva es la princesa Serim! ¡¿Un familiar?! Debería mataros a todos por tal incompetencia y...

-Dice llamarse Suigetsu Neville-se atrevió a interrumpir-del noble clan Serino, perteneciente a la rama japonesa Serim...

-¡Sé perfectamente como se llama la rama japonés de los Serino!-exclamó-¡lo que quiero saber es que demonios hace aquí!

Se había olvidado por completo de aquel hombre, Suigetsu llevaba apartado de la sociedad desde tiempos inmemoriales, casi nadie sabía donde vivía, hasta algunos habían asegurado que había muerto hacía varias décadas. Crimilda apretó los dientes, malditos Serim, malditos todos, ni siquiera el exterminio de hace dieciocho años había acabado con ellos y ahora además estaban los Uchiha. ¡Maldito Fugaku! la ira del engaño volvió a ella como un torrente de lava, lanzó al capitán lejos, contra una pared, que resistió como pudo semejante embate, y luego se llevó las manos a la cabeza.

Las palabras que Itachi le había susurrado al oído en el campo de batalla volvieron con fuerza a su mente.

''Lo sé todo sobre tu vida, sobre Hastings, y ahora que sé que soy un sangre pura no pararé hasta acabar contigo''.

Estaba asustada, por primera vez en su vida tenía miedo de alguien, en aquel momento no sabía cómo pero Itachi había descubierto su secreto, ahora sabía que el Uchiha mayor había aprovechando su status de capitán para investigar sobre su vida y ella no se había dado cuenta, tantos siglos a su servicio y ella había sido incapaz de descubrir el papel que estaba jugando el Uchiha.

El capitán se levantó, pero se mantuvo alejado de ella, sin duda el aspecto que tenía en esos momentos era terrorífico e invitaba a todo menos a acercarse.

-Majestad, ¿qué debemos...?

-¡Cállate y desaparece de mi vista!-gritó-¡lárgate o te mato!

El hombre no insistió más y salió corriendo del despacho, la Reina se había vuelto loca y él no quería convertirse en el séptimo capitán muerto.

Cuando se quedó sola se dejó caer en el suelo, presa de la rabia que sacudía su cuerpo. Debía serenarse, no era el momento adecuado para ponerse así, ni siquiera había preguntado que querían los de la Cámara de los Lores ni mucho menos que hacía Suigetsu allí. Tendría que dar la cara antes de que todo se pusiese peor de lo que ya iba.

Respirando hondo se levantó y salió del despacho. Empezaría con los Lores, no estaba de humor y mucho menos preparada para mantener una conversación con Suigetsu.

La Cámara de Lores se reunía en un despacho, supuestamente un bufete de abogados, en el centro de la actual Berlín, por lo que necesitaba cambiarse. Por el camino se encontró con uno de los miembros de su Guardia Real, que hizo una tiesa reverencia al verla.

-¡Ordena a mis doncellas que me preparen un traje para ir a Berlín y que el inepto de tu capitán me espere en media a la entrada de la fortaleza con el coche, ¿entendido?!

El soldado asintió y se marchó corriendo tras hacer otra reverencia como si la vida le fuese en ello.

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Naruto estaba sentado en lo alto de un promontorio, era de noche y estaba disfrutando de la vista de Roma desde aquella gran altura. Roma, su amada y querida Roma. Casi se le escapa una lágrima, la última vez que había estado en la ciudad del Tíber fue cuando se tuvo que marchar al descubrir su nueva naturaleza, en el año 44 a.C, unos meses antes de que su padre, Julio César, muriese asesinado por los miembros del senado romano. La versión oficial que se dio a los ciudadanos y que quedó registrada en los anales de la historia era que los Brutos y otros miembros del senado, él mismo lo creyó durante un tiempo y había jurado matarlos a todos en especial a Decimo Junio Bruto Albino, familiar a quién su padre estimaba mucho, pero después descubrió que había sido uno de sus antiguos esclavos griegos, Demetrio, el que había ideado todo el plan para vengarse de él, utilizando sus recién adquiridos poderes de sangre pura para manipular a esos poderoso pero tontos humanos.

A lo lejos pudo ver el magnífico anfiteatro Flavio, el Coliseo, donde tantas veces había ido a ver las peleas navales y las luchas de los gladiadores, había sido una época feliz, sabía que había sido un hombre afortunado desde su nacimiento, pocos ciudadanos romanos, y mucho menos los patricios, reconocían a los hijos que tenían con sus esclavas, pero todo el mundo sabía que Cayo Julio César se moría de amor por su esclava asiática y cuando esta murió no pudo soportarlo y reconoció a Naruto como un primo lejano suyo de la rama de los Priscos, dándole de esta manera su apellido, de niño había sido muy atento y aprendido todo lo que su tutor griego le había enseñado, Timeo se llamaba, y luego de mayor había llegado a ser un gran general y comandado ejércitos que le otorgaron innumerables victorias en la Galia, tenía mujer y dinero y un gran poder en el senado, pero toda su suerte cambió aquella noche en medio del bosque, cuando se había llevado a una prostituta a su tienda, a la mañana siguiente ya no quedaba nada del antiguo Marco Julio Prisco y a partir de entonces solo fue Naruto.

Sonrió al recordar que llevaba ese nombre porque la primera palabra que había aprendido en japonés era aquel ingrediente del ramen y se pasaba todo el rato diciendo esa palabra. Había querido marchar tan lejos de Roma para evitar el deshonor que había acabado en la otra punta del mundo, siguiendo a un sangre pura que había tenido a bien en contratarlo como su nuevo guardián, así fue como empezó su relación con la familia Uchiha. Fue muy difícil separarse de su vida humana y aunque habían pasado más de dos mil años aún recordaba perfectamente el día en que se había despedido de su padre, como él había insistido en que se quedase y como él le había dicho que no había más remedio y que no le podía explicar por qué.

Él nunca lloraba, muy pocas veces los hacía, pero el hecho de volver a estar allí, donde había nacido, había roto algo que se había mantenido oculto dentro de él durante muchos años. Llevaban un mes en Italia, pero hacía apenas dos días que habían llegado a Roma, se habían tenido que parar en Venecia y Milán con anterioridad para evitar a los secuaces de Demetrio y despistar a la guardia de la Reina que había ordenado su muerte.

-Así que estabas aquí-dijo Hinata, sentándose a su lado.

Habían estado toda la tarde buscando la antigua situación de la casa de Naruto, pero el terreno había cambiado tanto en esos dos milenios que Naruto era incapaz de orientarse, hacía apenas dos horas que el rubio había desaparecido y no había logrado encontrarlo hasta ese momento.

El ojiazul de inmediato se cubrió la cara, intentando secarse las lágrimas para que Hinata no lo viese llorar.

-Estaba descansando.

-No mientes bien-dijo la pelinegra-estabas recordando, Itachi está preocupado por ti, cree que no ha sido buena idea venir aquí y los demás también.

Él no dijo nada.

-¿Y tú qué piensas?-preguntó fingiendo despreocupación.

-Yo creo que es bueno que estés aquí-contestó-sabes que yo antes era muy tímida y temerosa, tú me dijiste que en esta vida hay que ser valientes y yo te hice caso porque tenías razón, porque es verdad, así que es buena idea que estés aquí, llevas dos milenios huyendo de tu antigua vida por vergüenza y lo que tú llamas deshonor, hasta cambiaste tu nombre.

Naruto apretó los puños pero continuó sin decir nada.

-No hay nada deshonroso en dejar tu ciudad para protegerlos de tu sed de sangre, al contrario es un sacrificio heroico, algo que habla bien de ti.

-Ahora lo sé-contestó-pero me atormenta pensar que en lugar de aquella mujer podía haber sido mi padre.

Hinata le pasó el brazo por los hombros y se recargó en su hombro.

-Es una ciudad preciosa-dijo.

-Sí, la verdad es que sí, pero te hubiera gustado mucho más la antigua, cuando Roma era el centro del mundo conocido.

Hinata la sonrió.

-¿Tú me la mostrarías? ¿Me hablarías de cómo era tu vida?

-¿De verdad te interesa?-preguntó sorprendido.

-No sé nada de ti Naruto y te quiero, así que quiero conocer la Antigua Roma para conocerte a ti.

-Para conocerme tendrás que aprender más que la antigua Roma-dijo con una sonrisa-tendré que contarte toda mi vida, que no es corta por cierto.

Ella se echó a reír.

-Ya sabes, tengo toda la eternidad para escucharte.

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El flamante Rolls Royce azul marino frenó ante uno de los edificios más lujosos del centro de Berlín. A pesar de que el sol había abandonado por completo el cielo hacía dos horas, la capital alemana bullía de actividad como si aún fuesen las cuatro de la tarde.

Crimilda le dijo al chofer y al capitán de la guardia que estacionasen allí mismo y que no se moviesen de allí bajo ningún concepto hasta que ella abandonase el edificio, luego abrió la puerta y bajó de la parte trasera del coche, agradeció ser un vampiro porque de lo contrario sabía que esos zapatos de diez centímetros de tacón que llevaba acabarían por convertirse en un auténtico suplicio para sus pies, el vestido palabra de honor negro que le quedaba dos dedos por encima de la rodilla por el contrario era bastante cómodo aunque se sentía extraño en ella que o normalmente vestía sus vestidos medievales o bien llevaba las ropas propias de la guerra. Sin perder más tiempo agarró con fuerza su bolso de mano también negro, donde llevaba un móvil y una cartera por si ocurría algo, y se encaminó hacia la portería.

El portero no pudo más que sonreírle cuando la vio aparecer por allí, a sus ojos Crimilda era lo más parecido a una diosa que él había visto en su vida,  y ella no hacía nada por bajar de su ensoñación al pobre humano.

-Hacía tiempo que no la veía por aquí señorita, el bufete ha estado lleno de gente últimamente y me extraño no verla.

-Por suerte-contestó ella con un tono de falsa amabilidad-esta última temporada no he necesitado de abogados pero no sabía que hubiese pasado algo importante para que el bufete tenga tanta demanda como dices.

Ese hombre era humano, y no sabía nada de lo que allí se cocía, en eso los de su especie eran muy buenos, eso y que nadie encontraba nada raro que un bufete de abogados estacionado en un edificio donde se situaban otras empresas de gran renombre entre los humanos, estuviese lleno de gente en un momento donde las situaciones financieras no eran buenas para nadie y se necesitaba constantemente ayuda o asesoramiento, salvo que su bufete claro no asesoraba a nadie.

-Bueno no ha pasado nada raro, pero usted sabe que normalmente los clientes del bufete prefieren aparecer por aquí con más discreción, ya sabe que siempre vienen de noche, supongo que para evitar a la prensa o a otra gente, lo extraño es que últimamente hasta vienen de día.

Eso puso a Crimilda en alerta, los vampiros podían salir de día pero normalmente, por miedo a lo dañinos que eran los rayos de sol últimamente debido al calentamiento global y porque eran una raza que había nacido sin duda para vivir en la oscuridad, preferían ir de noche. Por otra parte las cosas estaban muy tensas pero aún así aquello no dejaba de ser raro, los Lores no se arriesgarían a salir de día cuando eran un blanco fácil y eran más débiles.

-Muchas gracias-contestó afablemente-ahora debo subir así que si no es mucha molestia te agradecería que avisaras al bufete de mi presencia aquí.

-Por supuesto, señorita-dijo el hombre que ni bien acabó de hablar cogió el teléfono.

Ella se dirigió al ascensor, vacío para su suerte, y subió hasta el tercer piso. Gran parte de su ira se había esfumado debido a la curiosidad pero aún así continuaba molesta por la repentina llamada de los Lores y el asunto que tendría que resolver a continuación. Llegó a la puerta del bufete y ni se molestó en llamar, daba igual si aquel patético humano ya había anunciado su presencia o no, ella era la Reina y no tenía que rendir cuentas a nadie. Abrió y cerró la puerta con un gesto brusco.

Delante de ella se encontraban una decena de hombres y mujeres y al frente de ellos su presidente, Shikaku Nara, un vampiro moreno que había pasado su transición a los treinta y que tenía la cara desfigurada por una cicatriz. No pudo evitar fijarse en que faltaban a lo sumo otra decena de Lores, pero le restó importancia, era poco frecuente que se presentasen todos los Lores en una reunión.

-Majestad-dijeron todos al unísono haciendo la reverencia protocolaria.

Crimilda los ignoró a todos y se dirigió a la enorme mesa de la sala de juntas y se sentó en el sillón principal, posteriormente se sentaron los demás según la jerarquía, de modo que Shikaku quedó sentado a su derecha. El silencio era tan incómodo que la tensión se podía cortar con un cuchillo, las normas exigían que como Reina ella debía abrir la reunión, nadie podría decir ni una palabra antes que ella, en otros momentos había disfrutado provocando silencios de hasta diez minutos pero aquel día no tenía ni el humor ni la paciencia.

-Me muero por saber qué asunto de tan grave importancia ha sucedido para que me hagáis abandonar mi castillo en un momento en que mi presencia es sumamente necesaria al mando-empezó a hablar, yendo directa al grano.

-Precisamente por eso hemos decido llamarla, majestad-contestó Shikaku sumamente serio y tenso.

Todos se miraron entre si y se removieron en sus asientos, vaya, al parecer sí que tenían algo importante que decirle.

-Su majestad habrá notado que no estamos todos-prosiguió.

-No tengo tiempo para acertijos, señor presidente, vaya al asunto en cuestión.

Shikaku asintió.

-Las decisiones tomadas por su majestad con respeto a su alteza la princesa Serim ha suscitado una serie de desavenencias entre los miembros de la Cámara.

Crimilda entrecerró los ojos, no le gustaba como estaba marchando la conversación y de repente la falta de miembros que no estaban no le pareció tan insignificante.

-¿Qué tipo de desavenencias?-preguntó.

-Algunos miembros consideran su decisión de ponerle precio a la cabeza de su alteza y de algún que otro miembro respetable de nuestra raza como un atentado y un intento de acabar con los sangre pura y eso es algo que no podemos permitir.

Las aletas de la nariz de Crimilda se hincharon de ira y un rugido amenazó con escapar de su garganta.

-¿Acaso alguien se atreve a acusarme de mirar únicamente por mi propio bien? ¿Se me acusa de ambicionar un poder que ostento desde hace dieciocho años y por eso quiero matar a mis oponentes?

Fue una respuesta retórica. Se puso en pie y miró a todos los presentes con profunda ira.

-¡Yo he sido la primera en aceptar que Sakura Serim recuperase su trono! ¡Pero no puedo aceptar que alguien que confabula con los Sombra y los licántropos suba al trono! ¡Sería el fin de los Luminati!

Los presentes la miraron aterrados, pero con la indecisión tallada en el rostro.

-¡Se me acusa de abusar de mi poder! ¡Esto es increíble! ¡Si yo hubiese hecho tal cosa muchos Luminati estarían muertos! ¡¿O a caso creéis que pasé por alto el hecho de que se le asignase un guardián a la princesa Serim sin que yo supiese que seguía viva?! ¡También me enteré de que se le había asignado un profesor fuera de mi aprobación que le enseñaba burdas mentiras a mis escondidas! ¡Y no era otro que tu hijo, Shikaku!

La cara del presidente se contrajo de pura ira y se levantó dando un golpe en la mesa, que se partió.

-Eso sí que no lo acepto majestad-dijo-no acepto que se acuse a mi hijo muerto, y menos por usted, ¡jamás!

Crimilda se quedó de piedra, para nada se había esperado aquella reacción.

-¿Qué estás insinuando, Shikaku?

Todos los demás presentes se mantenían callados.

-¡Insinúo, Majestad, que detrás de esa falsa humildad se esconde una mujer resentida y una persona de lo más cruel! ¡Usted sabía que la princesa Serim seguía viva y se negó a darle protección y el trono que por derecho le correspondía! ¡A saber qué sería de esa niña si su ama de cría no nos hace constar su existencia!

La cara de la Reina se puso blanca de terror y de ira.

-¿Quién ha dicho eso?

-Lo he dicho yo, a ver si tienes cojones de negármelo a mí también.

Crimilda se quedó de piedra al ver que entre los presentes se encontraba Suigetsu, sus ojos la taladraban y en su cara había una sonrisa maliciosa. ¿Cómo no lo había visto al entrar?

-Contemos a todo el mundo esa sincera carta que te escribí solicitando protección para mi sobrina-prosiguió.

La carta, se había olvidado de aquella endemoniada carta que alguien le había mandado días después de la masacre, estaba firmada con el sello de la familia Real pero ella lo ignoró, sabía que tarde o temprano Demetrio acabaría encontrando a la niña y matándola por eso ni siquiera había informado de ese hecho a su compinche.

-En esa carta-prosiguió él-relaté como la sangre pura Tenten me ponía al corriente de todo lo que había pasado y me había informado de que mi sobrina se encontraba a salvo con su ama de cría, es cierto que no di datos de su paradero porque yo mismo lo desconocía y supuse que para la Reina no sería ningún problema encontrarla y brindarle la protección que se merecía, pero no recibí respuesta hasta que me enteré una semana más tarde que se habían encontrado los cuerpo de toda la familia, incluido el del bebé, por lo que supuse que al final la habían encontrado y matado, yo mismo me oculté porque sabía que el próximo sería yo.

La sala seguía en silencio sepulcral, prestando total atención a Suigetsu que más que hablar ahora gritaba.

-¡Dieciocho años después me entero de que mi sobrina estaba viva y embarazada y que había huido de su casa porque los Sombra y la Reina, la Reina, la perseguían para matarla! ¡Y ahora hasta ponen precio a su cabeza y a la de otros nobles y sangre pura fieles a la corona y no solo eso, había contratado los servicios de un demonio para darle caza! ¡Yo mismo tuve que matarlo en Edimburgo!

La noticia del embarazo de la princesa era nueva hasta para ella y lo de Zedrik se lo imaginaba, no era frecuente esa tardanza en un demonio y menos en él. De todas formas debía poner freno a aquello, Shikaku era imposible de recuperar para su causa, su hijo había muerto en la última batalla y él iba a apoyar a Tenten y por lo tanto a la princesa, pero los demás estaban indecisos. Suigetsu siempre había tenido fama de chiflado y era más normal creerla a ella que no a él, de todas formas dudaban.

-Yo no sabía nada-contestó ya más calmada-nunca me llegó esa carta que tú dices y es cierto que se encontró el cuerpo quemado de un bebé en el palacio real y en cuanto a lo del demonio, no fui yo.

-¿Ah, no? ¿Entonces por qué me dijo que tu Guardia había ido a buscarlo y hacerle el encargo antes de que acabase con él?-preguntó.

Ella estaba preparada para contestar.

-Tú lo has dicho, mi Guardia, Itachi fue quién hizo el encargo, sabía que Sasuke mantenía una relación con la princesa y no pudo evitar morirse de celos, si ella llegaba a reinar Sasuke se vería muy favorecido y él quedaría a la sombra, por eso no podía permitir que ella continuase con vida, yo me enteré hace poco y mandé una partida a cazar a ese demonio para evitar la tragedia, por suerte tú lo solucionaste todo-contestó fingiendo indignación.

-Que bien mientes.

-Me culpas de la muerte de tu hermana y tu familia porque yo fui ascendida después al trono pero no sabes cómo lamenté...

-¡Cierra la boca! ¡No te atrevas a decir que lo lamentas cuando has sido tú la asesina!

Crimilda acabó por perder la compostura.

-¡Es tu palabra contra la mía! ¡Nadie creerá a un chiflado como tú! ¡Todos sabemos que eres un antisocial que está mal de la cabeza!

Suigetsu miró al resto de presentes y con frustración e ira vio como todos daban su apoyo en silencio a la Reina, no creían, o simplemente no querían creer, que les gobernaba una tirana y que habían sido engañados durante tanto tiempo.

-Cuando esta mujer consiga lo que quiere os arrepentiréis de apoyarla-dijo dispuesto a marcharse.

-Espere, oji-sama-dijo Shikaku-yo me voy con usted.

Shikaku miraba maravillado a Suigetsu mientras ambos abandonaban el edificio, el vampiro acababa de declarar que él solito había matado a un demonio, algo, sino totalmente imposible, si poco probable para alguien de su especie.

-¿En serio mató usted al demonio, Oji-sama?-preguntó.

El sangre pura no contestó hasta que ambos caminaban a solas por las calles de Berlín, bajo el amparo de millones de seres humanos, su mejor salvación en un mundo en el que las criaturas mágicas preferían mantenerse en el anonimato.

-Por supuesto que no-aseguró con naturalidad-mi poder sangre pura no es algo que me sirva para defenderme.

Shikaku evitó abrir la boca de par en par, no era nada común que un sangre pura admitiese sus errores en público sin inmutarse.

-Simplemente fui a asegurarme de que cierta persona llegaba sana y salva al aeropuerto y allí encontré el rastro, fui a mirar y me encontré al demonio muerto.

Shikaku estaba perplejo, el sangre pura acababa de decirle que su poder no era suficiente para acabar con un demonio y él había captado el rastro de uno y había ido tras él solo aún sabiendo que eso sería su propio fin. De repente sintió un respeto reverente por ese vampiro al que todo el mundo tenía por chiflado.

-¿Qué haremos ahora Oji-sama?

Suigetsu sonrió.

-¿Sabes? nunca se me dieron bien las artes mágicas-admitió-pero todos los ejércitos que he dirigido han ganado todas las batallas.

El noble no comprendió nada y su confusión se reflejó en la cara.

-Verás Shikaku-aclaró el ojivioleta-ya no hay dudas de que nos encontramos en guerra, nuestra rival ha organizado sus tropas y está persiguiendo y masacrando a todos los partidarios de mi sobrina. No soy una persona belicosa, ya lo sabes, pero esta mujer se ha burlado de mí y mi familia hasta cierto que límite que acabaré con ella, no permitiré que le haga daño a nadie más de mi familia.

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Alecto observaba preocupada a su prima. La peli rosa se mantenía agazapada en una esquina de la mugrienta celda con la mirada clavada en su mano, sobre la que reposaba una piedra. Se había mantenido así durante todas las semanas que llevaban allí encerradas. Sakura no le había contado lo que pretendía lograr con aquello, es más ni siquiera había soltado prenda desde que había regresado de su escapada a la casa de Sasuke.

La peli rosa no le había dicho nada pero sabía perfectamente lo que estaba haciendo su prima, ella misma veía como la piedra desparecía y volvía a aparecer minutos después y su prima suspiraba, frustrada y así había sido durante todo ese largo tiempo que habían estado allí encerradas.

Se les acababa el tiempo, Alecto lo sabía y su prima aún mucho más, bastaba con mirar a su abultado vientre para saber que los nueve meses estaban muy cerca, peligrosamente cerca, también sabía que los esfuerzos que hacía Sakura por controlar su poder eran las únicas esperanzas que les quedaban para salir de allí pero no podía permitir que la peli rosa continuase castigando su cuerpo.

-Sakura tienes que parar, llevas más de cuatro semanas entrenando sin parar, debes dormir.

-Los vampiros no necesitamos dormir-contestó con la voz áspera, causa de su desuso.

-Al menos para por el bebé, estás gastando la mayor parte de tu energía corporal y solo has bebido sangre dos veces en todo este tiempo...

La mirada que le lanzó la peli rosa mostraba tal cantidad de odio que por un instante Alecto pensó que se encontraba ante el alter ego Sombra de su prima.

-No pienso parar porque haciendo esto es la única manera de no sentirme inútil, es la única forma de salvar la vida de mi bebé y la única manera de saber si Sasuke sigue con vida, ¿lo entiendes? no, ya veo que no.

Dicho esto Sakura volvió a centrarse en su trabajo con la piedra, dejando a Alecto sumida en sus propios pensamientos. Sakura tenía razón, ella no podía entender lo que una madre sufría al verse incapaz de salvarle la vida a su hijo pero lejos de lo que Sakura y el resto del mundo pensaba ella si entendía lo que era sufrir por amor, era un dolor que llevaba sobre su espalda desde que había nacido hacía veintiún años. Había experimentado el dolor por primera vez a los seis años cuando Demetrio decidió que su madre ya no le era útil y la mató, había experimentado dolor al ser maltratada y humillada constantemente por su progenitor y sus hermanos, y ahora... seguía sufriendo por amor.

Se limpió una lágrima traicionera que resbaló por su cara. Hacía tres años, poco después de pasar por su transición, que lo había conocido. Su padre la había enviado como espía al recinto que rodeaba el castillo-fortaleza de Osen, donde vivía la Reina, ese había sido el momento en que su vida cambió, fue uno de esos flechazos de los que se hablaban en las películas de amor. El había aparecido en la puerta, con su uniforme de capitán de la Guardia Real, su pelo largo y negro y sus blanquísimos colmillos, era el ser más maravilloso que había visto en toda su vida. No tardó en detectarla, él era un vampiro experto y ella una pobre niña de dieciocho años. Recordó que había cerrado los ojos, esperando que él la matase pero lo único que había hecho era secarle las lágrimas de la cara. Le había dicho que él nunca mataría a una sangre pura Luminati, por muy hija de quién fuese. Ella se había sorprendido, era la primera vez que alguien la reconocía sin haberla visto antes. La dejó escapar y le dijo que no volviera nunca más por allí, que era muy peligroso.

Ella no le hizo caso, iba siempre que podía escapar de la vigilancia de su padre. Lo observaba hasta que él se daba cuenta de su presencia y la dejaba entrar en su cuarto, hablaban durante horas sobre sus vidas y pronto se hicieron amigos. Ella quería más pero sabía que era imposible, él la aventajaba en siglos de experiencia, seguro que solo la veía como una chiquilla a la que cuidar, no como una mujer.

Sonrió, había estado muy equivocada desde el principio y él se lo demostró con creces medio año después, una noche se confesaron su amor mutuo y ella acabó por entregarse a él. Recordaba perfectamente aquella primera noche.

FLASH BACK

Alecto no se podía creer la suerte que tenía, horas antes si alguien le diría que se iba a encontrar desnuda, tumbada en una cama junto al hombre que amaba no se lo hubiera creído pero era cierto, allí estaban ella e...Itachi.

-Su Majestad está furiosa-replicó Itachi en voz baja-me ha costado escabullirme esta vez.

Alecto asintió, a ella le sucedía lo mismo con su padre, pero en esos momentos ella no pensaba en él, solo en el hombre que con tanto amor le acariciaba la espalda. Un fuerte sonrojo le atravesó la cara de lado a lado al recordar lo que había sucedido hacía apenas uno minutos. Escuchó como Itachi prorrumpía en carcajadas.

-Así que era cierto que nunca habías tenido novio-dijo.

Alecto se sonrojó aún más.

-No es gracioso-se arrebujó aún más en las mantas.

-No me estoy burlando de ti-dijo él volviendo a abrazarla-es solo que me parece extraño.

-A mí sí que me parece extraño-dijo ella divertida-en las guaridas de mi padre es frecuente que la gente se entretenga comentando chismorreos sobre los Luminati.

El pelinegro enarcó una ceja.

-De ti-prosiguió ella-decían que no se te conocía doncella ninguna y que seguramente era porque tú…

Volvió a sonrojarse y esta vez él sí que se echó a reír a carcajadas.

-Bueno, la duda está subsanada, creo yo ¿no? Pero si quieres puedo volver a demostrártelo cuando quieras.

No le dio opción a contestar, reclamando sus labios con furia demandante.

FIN DEL FLASH BACK

Ella, a diferencia de Sakura, llevaba sin ver a Itachi desde que se había encontrado con él en el castillo de la Reina cuando había llevado el tratado de paz que le cedería Hokkaido a los Sombra y le había informado sobre la situación que estaba viviendo su hermano. De eso hacía más de medio año. Se habían mandado mensajes de correo y habían hablado varias veces por teléfono pero eso no bastaba para satisfacer sus necesidades de estar con él.

Suspiró, él estaba bien ahora que se había reencontrado con su madre, sabía de la existencia de Mikoto porque la última vez que había hablado con él por teléfono, poco antes de su viaje a Escocia, él le había contado todo lo sucedido en su ausencia. Itachi era el informador que le proporcionaba informes sobre la situación de las cosas durante su huida.

Él se había enfadado con ella al principio porque se había negado a decirle donde estaba, ni siquiera le había contado del embarazo de Sakura ni lo que ambas tenían pensado hacer. Había respetado la decisión de su prima de mantener todo en secreto.

Se restregó los ojos, allí no había cobertura y él empezaría a preocuparse. Removería cielo y tierra y se pondría en peligro.

-Lo siento Alecto-murmuró Sakura-siento haberte hablado de esa forma, tú solo te preocupas por mí y no te mereces que te diga esas cosas.

-No pasa nada-contestó-entiendo tu angustia y también sé que de tu destreza depende de que salgamos de aquí.

Sakura asintió.

-La verdad, mientras he estado entrenando este tiempo me he preguntado si tú no podrías ayudarme un poco.

Alecto alzó las cejas, sorprendida.

-¿Yo? ¿De qué manera?

-Todos los sangre pura tienen un poder especial, tú eres sangre pura y has sido tocada por nuestro tío, de alguna forma tu poder ha tenido que despertar en ti-respondió la peli rosa.

La peli verde negó, comprendía la desesperación que llevaba a Sakura a albergar esperanzas de que hubiese algo más que pudiese ayudarlas a salir de allí.

-Yo no tengo ningún poder Sakura-dijo-cuando me convertí en vampiro mi padre me sometió a duras pruebas para obligar a mi poder a salir a la luz pero nunca sucedió nada, supongo que es el castigo de los híbridos.

Sakura suspiró, frustrada, sino hacían algo no saldrían nunca de allí, volvió a mirar sus manos para volver con la piedra, apenas distinguía su piel de los contornos del pequeño objeto, tenía las manos y todo el cuerpo cubierto de la suciedad que inundaba la celda y su ropa estaba hecha un asco, miró a Alecto, ella no ofrecía un aspecto mejor. El monstruo de su hermano se limitaba a llevarles sustento una vez a la semana y nada más.

-Seguiré intentándolo-susurró-no podemos rendirnos.

La celda volvió a quedarse en silencio.

Eishel se encontraba preparando un concentrado vitamínico en la cocina de la planta baja cuando escuchó unos extraños ruidos procedentes del vestíbulo. Con precaución salió de la cocina y se quedó parada en medio del inmenso recibidor, pero allí no había nadie.

El ruido se repitió de nuevo y entonces pudo darse cuenta de que lo que realmente estaba pasando era que alguien golpeaba la puerta desde el exterior. Su cuerpo se contrajo de terror, aquello solo significaba una cosa, sus enemigos sabían que se encontraban allí.

El hada no supo qué hacer, ella podría enfrentarse a los intrusos pero si se trataba de gente mandada por la Reina estaba claro que no lo tendría nada fácil, pues serían soldados entrenados contra todo tipo de magia, sobre todo la de las hadas.

La puerta cada vez era golpeada con más fuerza y ahora escuchaba gritos y arañazos. ¿Arañazos? Eso la contrarió aún más, un vampiro era incapaz de…

La puerta estalló en mil pedazos.

-Cristo bendito-musitó el hada al ver el tipo de seres que entraban por la puerta.

Nunca antes había visto nada igual, los seres que entraban por la puerta eran y no eran vampiros, el hada pudo detectar en su aura la presencia vampírica y demoníaca. Eran híbridos de vampiro y demonio, alguno nunca visto antes. Eso no podía ser cosa de la Reina, sino de alguien mucho más peligroso. Solo se le ocurrió pensar en Satanás, era imposible que alguien que no fuese él realizase un cruce semejante.

Se vio obligada a abandonar sus pensamientos, aquellos seres espantosos la habían visto y ahora se lanzaban como cazadores hacia ella.

-Que Dios me proteja-musitó alzando los brazos y lanzando un hechizo intentando contener el avance de los enemigos. Como supuso, no sirvió para nada, los monstruos continuaron acercándose a ella. Tenía que pensar, su vida y la de Sasuke dependían de ello.

-Será mejor que te marches de aquí, hada-dijo una voz de mujer detrás de ella.

De entre las sombras apareció una mujer, Eishel se preguntó qué hacía allí y como había logrado entrar. La mujer alzó una mano y una ráfaga de aire salió disparada hacia los monstruos híbridos, algo que frenó por un momento su avance. El hada no pudo más que abrir los ojos de asombros al reconocer a la mujer que había salido de entre las sombras.

-Mikoto Uchiha-exclamó como si hubiese visto un fantasma.

La mujer de largo pelo negro se giró hacia ella y le sonrió.

-Veo que te has quedado muda Eishel-san pero este no es momento de explicaciones, son tiempos de guerra y ya estoy cansada de ocultarme, ya es hora de que luche aunque solo sea para proteger la vida de Sasuke.

sakuritha_haruno:
No! No! No! No! No puedes dejarme asi! dress-san como se te ocurre dejar la historia muy muy interesante
Bueno... ojala ke todo este bien con saku y alecto mmmm... y  lo de itachi y alecto de algun modo me lo esperaba :XD:
Ojala este muy pronto la conti y ke tengas mucha suerte con la Uni xD
                                                    bye-bye



                                                                                                                  sakuritha_haruno

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