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[+18]-Exóticos Placeres-[N&H]

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Sakuramin20:
Ayyy, pero que emocion, me encanta esta historia, seguire esperando a que sigas con los demas capitulos para igualarme con todo

Nos vemos

Sakuramin20 :P

Taichi Yagami:
Gran continuación.
Hinata se ve atada de manos debido a la influencia que tiene Kakashi.
Quien podria ser mejor en cuanto a informatica que Hashi? intento pensar..acaso sera algun npc? xD
Quedo atento a la continuación.
Esperando saber que sucede con Naruto y Hinata en la cárcel.

Saludos~~

Dresti:
Ella no hizo nada por separarse.
-Que equivocada estás-susurró-dime Hinata, si tú no hubieses detenido a esos borrachos que dices ¿qué crees que hubiera pasado si continuaban conduciendo? podría haber un accidente en el que ellos y otras personas muriesen, ¿a caso no es eso salvar vidas? tu cumples la ley y yo robo, cada uno tiene su manera de ayudar a los demás.
Ella escuchaba en completo silencio lo que él le decía, con su sola presencia él había logrado que su interior se calmase, el brazo alrededor de sus hombros le proporcionaba una calidez que nadie jamás le había dado y con su voz le había hecho comprender que había varias maneras de ayudar a los demás, aunque no siempre fuesen las correctas.
Él era una buena persona, ningún vulgar ladrón que delinquía por su propio beneficio, había sido una estúpida al tratarlo de una forma tan mala, él no se lo merecía. Le habría gustado tanto continuar así con él pero la situación les jugó una mala pasada.
La puerta del salón donde se hallaban las dos celdas, la de ellos y otra más, se abrió. Los dos se separaron cuando vieron entrar a un policía de uniforme junto con el inspector Inuzuka. Hinata pudo notar como los músculos de Naruto se tensaban y soltaba un irritado suspiro.
El policía abrió la puerta de la celda.
Kiba lo miró con infinita molestia, bueno eso no sería nada comparado con lo que haría si supiera quién era realmente Naruto. Pero al parecer aún así había algo que nunca encajaría entre ellos. Eran enemigos naturales.
-Que bien, ya podemos respirar aliviados, el señor inspector ha venido a liberarnos-dijo Naruto con sarcasmo.
Kiba sonrió de medio lado, sin una pizca de amabilidad.
-Dijiste que la próxima vez que nos veríamos llevarías un Armani-contestó.
Naruto se encogió de hombros.
-Intenté convencerlos tío, pero ninguno de estos polis me dejó ir a casa a por él.
-Sí, solemos hacer eso con la gente que infringe la ley.
-Naa, ¿ahora se le llama así a conducir el coche de tu tío? demonios nadie se molestó en llamar a Kakashi antes de meternos aquí-prosiguió.
Hinata los observaba callada, no entendía de qué iba todo eso.
-Seguro, tendrás muchos coches que arreglar como para estar perdiendo el tiempo.
-Y tú muchos delincuentes que atrapar, podrías haber mandado a otra persona, ¿o es que no tienes tantas ganas de atrapar a ese...ah sí, a Kyubi el asesino?
Los ojos de Kiba centellearon de pura rabia. Hinata decidió intervenir en ese momento, las cosas estaban tomando un cariz muy feo.
-Gracias por venir a sacarnos Kiba-agradeció.
La mirada del castaño se serenó mientras la miraba a ella.
-Vengo a por ti, de este ya se encargaran cuando logren hablar con ''su tío''.
-¿Esto es un adiós?-dijo Naruto fingiendo tristeza-inspector coño, pensé que nuestra relación daba más que para esa fría despedida.
-No juegues con fuego imbécil, puedo hacer que te quedes aquí de por vida.
-No, me echarías mucho de menos-contestó.
-Te espero afuera Hinata, si sigo aquí mataré a ese tipo-dijo Kiba saliendo por la puerta.
-¿Tienes que ser así de desagradable?-preguntó la pelinegra.
-No veo como voy a tratar al tío que está obsesionado con cazarme, ¿sabías que uno de los cuartos de su casa está lleno de fotos mías como Kyubi? eso me da que pensar sobre él.
Hinata no pudo evitar sonreír ante la expresión de falso terror que había puesto el rubio.
Luego ambos se quedaron en silencio.
-Supongo que esto es un adiós-dijo el rubio.
-Así lo has dicho tú.
Él asintió.
-Bueno Hinata, ha sido un placer conocerte-sonrió.
Ella, lejos de sonrojarse o enfadarse, se echó a reír ante el juego de palabras.
-Sí, lo mismo digo-dijo-espero que nos volvamos a ver.
-¡Oh Dios! ¿Tantas ganas tienes de verme en la cárcel?
-No es eso, lo digo porque estoy segura de que Kakashi no me quitará el ojo de encima por miedo a que os delate.
-Yo sé que no lo harás-dijo él completamente serio.
Ahora sí que logró sonrojar a la pelinegra.
-Bu-bueno...adiós entonces.
-Sí, adiós-susurró él mientras la veía salir por la puerta.
Poco después volvió a entrar el policía uniformado para volver a cerrar la celda.
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Kakashi estaba sentado en uno de los sofás raídos de aquella vieja cabaña, no es que le hiciera gracia reunirse en aquel lugar pero dada la situación debía obrar con mucho cuidado.
El sitio en cuestión no es que fuese muy amplio, en si no debían ser más allá de 40 m2, y el aspecto que tenía era de todo menos acogedor. Las paredes eran de un oscuro marrón madera, la cual había quedado en ese estado debido a la cruda humedad del bosque donde se hallaba, y los únicos muebles que había eran dos sofás color vinagre raídos y una mesa de madera con cuatro sillas, en el suelo una remendada alfombra estaba colocada justo delante de la puerta de entrada.
Miró hacia el otro sofá, donde Hachi estaba sentado en completo silencio mientras Nana no hacía más que dar vueltas alrededor de la estancia.
-¿Sabrán localizar el sitio?-preguntó nerviosa.
-Estás hablando de tus hermanos, claro que encontrarán el lugar-respondió Kakashi-lo que más me preocupa ahora es que el inútil de Kyu está en la cárcel de una comisaría, yo no sé qué entendió cuando le dije que no iba a jugar con él a papás y mamás.
-Al menos no lo han detenido por nada grave-dijo Hachi-solo a ese dobe se le ocurre la idea de pasearse por la calle sin documentación.
-Sasuke-kun también pasea por la calle sin documentación-dejo caer Nana-sería más imbécil si saliese con ella.
Al pelinegro le cayó una gotita al estilo anime.
-Chicos, ¿qué tal si dejáis de usar vuestros nombres? vuestros hermanos están a punto de llegar, es más creo que acaba de llegar alguien.
Era cierto, afuera podía escucharse el sonido de un coche aparcando, oh bueno, si el coche aún existía después de aquel inmenso trompo que hizo chirriar el suelo.
-Vale Ichi ha llegado-dijo Kakashi-reconocería el chirrido de un jaguar a kilómetros.
Ichi era de los hermanos el experto en coches y...en robarlos.
-No viene solo-dijo Hachi asomado a la ventana-Ni viene con él.
Nana se asomó a la ventana a tiempo de ver como dos chicos guapísimos bajaban de un Jaguar negro último modelo.
Uno de ellos tenía el pelo azul claro y unas lentillas que hacían que sus ojos pareciesen violetas, vestía al estilo rockero, unos pantalones negros ajustados, una camiseta de tirantes anchos de color gris oscuro con letras blancas que ponían ''Harley Davidson'' y una auténtica chupa de cuero, ese era Ni, el pobre quedó traumatizado después de ver el armario de Kakashi. Como bien podía comprenderse Ni era el encargado de robar cosas un tanto peligrosas, robaba las pistolas de los gángsters y después las revendía a las armerías de la policía con un sobrenombre. A pesar de que era robar, podía considerarse como una buena acción.
El otro era Ichi, más conocido como Shukaku, el ladrón más famoso de coches del mundo y junto con Kyubi y Ni un capullo integral que se creía muy gracioso. Llevaba puesto unos piratas vaqueros y una camiseta de color rojo de manga corta que hacía juego con su cabello pelirrojo, parecía aterrador, sobre todo esos ojos aguamarina que tenía, por eso muchos corredores ilegales se meaban por las patitas cuando lo veían.
Los dos venían riéndose de algo cuando entraron por la puerta.
-¿Qué hay tíos?-preguntó Ni al entrar.
-¿Vosotros la parte de venir sin llamar la atención la habéis entendido?-dijo Nana.
-Hemos venido por carreteras secundarias-contestó Ichi como si eso solucionase el tema de llamar la atención.
-Genial-susurró la chica-¿y qué es lo que os hace tanta gracia?
Ichi y Ni se miraron con una sonrisa.
-Da igual que se lo digamos, se enteraran hoy mismo-sentenció Ni.
-¿Y bien?-preguntó ahora Kakashi.
-Bueno ya que lo quiere saber el Motoris...esto Kakashi-se corrigió Ichi-San y Go se han liado y ahora están saliendo juntos, lo siento chicos ya no sois la única pareja de incesto.
Hachi lo fulminó con la mirada.
Nana sonrió, le agradaba que por fin su hermano y su hermana se decidieran a declararse lo que sentían el uno por el otro. No es que ella y Hachi hubiesen sido muy directos, realmente habían estado dos años ignorando lo que sentían.
-Bueno, nos han pillado-sentenció Ichi tirándose en uno de los sofás-¿qué haremos?
-Hablaremos cuando lleguen los demás.
Como si hubiesen oído sus palabras otros dos vehículos aparcaron junto al Jaguar, uno era un BMW descapotable azul eléctrico y el otro una Harley Davidson.
En la Harley iban dos personas, San, una chica alta y de cuerpo de infarto con cuatro coletas que recogían su pelo rubio, de ropa llevaba una camiseta de manga corta ajustada de color lila y unos pantalones cortos de color blanco, el de delante era Go, un chico alto y guapo, se enorgullecía de que todos sus hermanos fuesen así, llevaba el pelo castaño oscuro recogido en una coleta alta y vestía unos simples vaqueros con una camiseta ancha estilo hip-hop, para él el tema de la ropa era tan problemático que a uno le costaba creer que fuese rico.
San y Go se dedicaban a robarle el dinero a los magnates tipo Bill Gates o más multimillonarios.
Para sorpresa de ella y de los demás del coche azul bajó una chica de pelo castaño en moños y con una camiseta sin tirantes marrón claro y una minifalda blanca, era Yon eso no era de extrañar, pero sí el hecho de que viniese en el coche de Roku, al que odiaba con toda su alma. Roku era un chico de pelo castaño y largo hasta más abajo de los hombros con unos ojos perlas hipnotizantes y con una actitud casi tan fría como la de Hachi, ese día vestía de traje lo que significaba que lo habían pillado en medio de algún negocio.
Roku era narcotraficante y creador de empresas fantasma, su trabajo era uno de los más peligrosos pero él lo llevaba todo con una inmensa mentalidad fría y calculadora, aunque en el fondo ella sabía que no era tan malo como aparentaba.
Por su parte Yon estafaba a la mismísima policía, de hecho Yon era ''policía''.
San y Go entraron cogidos de la mano mientras que Roku y Yon lo hicieron peleándose.
-Hogar dulce hogar-susurró Ichi.
Antes de que nadie pudiese decir nada otro coche aparcó en la explanada, esta vez era Kyu, ya estaban todos.
-Podrías haber hecho que me liberasen antes ¿no?-dijo nada más entrar apuntando a Kakashi-tres horas, estuve tres horas encerrado.
Kakashi se miró las uñas de las manos mientras los demás se quedaban en silencio.
-Piensa que serán muchas más si cometes una idiotez peor-contestó-¿dónde está Hinata?
-Le dije que se fuera.
Kakashi se llevó una mano a la cara.
-Yon hazme el favor de localizar a una policía de la metropolitana de Konoha llamada Hyuga Hinata y mantenla vigilada.
La castaña asintió y miró al rubio.
-Tranquilo Kyu, no haré nada que la pueda molestar-dijo al entrever que había cierta preocupación de él por la chica.
-¿Ahora nos dirás qué demonios debemos hacer? esto es muy problemático-se quejó Go.
Kakashi se encogió de hombros.
-Hablaremos con todos nuestros contactos, cada uno buscaréis en el negocio que os ocupa menos tú-señaló a Naruto-luego te diré lo que harás, Yon tú solo te ocuparás de que nada de nosotros llegue a la policía y de mantener vigilada a Hinata, empezarás ahora mismo.
La chica asintió y se dirigió a los demás.
-¿Alguien me deja un coche? cierto estúpido se ha cargado el mío-dijo mirando a Roku.
Este le torció la cara.
-Toma el mío-dijo el rubio lanzándole las llaves.
Yon se marchó de inmediato.
-Ichi busca información en corredores ilegales y tratantes de coches, Ni encárgate de buscar a través de las armerías, San y Go ya sabéis que hacer, el enemigo puede ser alguno de los magnates que habéis estafado y lo mismo va por ti en relación a las empresas Roku-dijo-en cuanto a ti Nana quiero que peines todos los sistemas de seguridad en busca de cualquier sujeto extraño y tú Hachi, intenta arreglar el sistema central y rastrear al tipo ese por la red, empezad ya.
Todos asintieron y con gestos de despedida se marcharon.
Kakashi miró a Naruto en cuanto se quedaron a solas.
-Me está vigilando a mí-dijo Kakashi.
Naruto abrió los ojos de par en par.
-No sé lo que quiere pero me hago una idea de cómo va a obrar, yo soy el hilo conductor hacia eso que tanto aprecia, me conoce y eso ya de por si lo hace peligroso.
-¿Cómo sabes eso?
-la carpeta que hay sobre mí en el sistema central está intacta y dado que yo soy el líder eso solo significa una cosa, que ya me conoce.
-¿Por qué no se los ha dicho a los demás?
-No es necesario aunque creo que Hachi ya se ha dado cuenta, tú trabajarás conmigo al tiempo que investigas a los tratantes de arte a los que vendes la mayoría de las piezas que robas en los museos ¿ok?
Naruto asintió.
-Y a mí me ayudarás haciendo de mensajero, él solo se comunica contigo de modo que tú y yo intentaremos averiguar quién deja los mensajes.
-Vale correcto pero...
Kakashi sonrió de medio lado, llevaba la misma ropa que en el centro comercial y ese gesto le hacía verse aterrador.
-No hay de qué preocuparse, Yon hace bien su trabajo.
Naruto no dijo nada.
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Hinata iba en completo silencio en el coche patrulla mientras Kiba conducía.
Debería estar aliviada, nunca más volvería a ver a Kyubi pero lo único que lograba sentir era tristeza y miedo porque se preocupaba de que ese ser le pudiese hacer algo.
Ella tenía que hacer algo, porque algo podría hacer ¿no? en esos derroteros iba su mente cuando llamaron a móvil de Kiba y este contestó.
-Sí, la inspectora Hyuga está conmigo, ¿quién la busca? de acuerdo-contestó-Hinata es para ti, es una tal inspectora Sato.
Hinata frunció el ceño mientras cogía el móvil, ella no conocía a ninguna inspectora Sato.
-¿Diga?
-Escúchame atentamente Hinata-dijo la mujer-soy inspectora de policía pero no me llamo Sato, soy hermana de Kyubi.
La mano de Hinata se agarrotó, ¿le habría pasado algo?
-Sí, ¿qué quiere?-intentó sonar tranquila.
-Kakashi me ha ordenado que te vigile y proteja, no soy tu enemiga pero me gustaría que me dijeras de un sitio donde podamos reunirnos, hoy no, dentro de tres días mejor, ¿te parece?
-Claro que si Sato-contestó-nos veremos dentro de tres días n el parque de Suna, como siempre a las cuatro ya tenía ganas de verte-fingió la pelinegra.
-De acuerdo, allí estaré, adiós-luego colgó.
Hinata se quedó por un momento con el móvil en la mano, era consciente de que Kakashi la vigilaría pero nunca imaginó que la fuese a avisar y menos por una de sus ''hijas''.
-¿Te encuentras bien?-preguntó Kiba-te has puesto pálida de golpe, ¿malas noticias?
-¿Eh? ah, no, era una amiga que hace mucho que no veo, trabaja en la policía y al no poder localizarme a mí seguro que pasaron la llamada a tu móvil-dijo.
Kiba se encogió de hombros.
-Em...oye Hinata, ¿te importaría si te invito a comer?-preguntó algo sonrojado.
-Bueno, vale-aceptó la chica sin inmutarse-creo que distraerme un poco no me vendrá mal.
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-Señor, Hachi ha detenido todas sus operaciones de defensa-informó una de los informáticos que tenía contratados.
Se acercó al ordenador con interés.
En la enorme pantalla verde figuraban todas las carpetas del sistema central de los ladrones pero de repente la pantalla empezó a temblar y se puso de color rojo.
-¿Qué sucede?-preguntó cuándo empezó a sonar la alarma del ordenador y los allí reunidos empezaron a teclear como posesos.
-Nos ha mandado un virus, uno que nunca había visto y que es demasiado potente-informó-no sé cómo detenerlo y lo está borrando todo.
Sus ojos se abrieron como platos, Hachi había sido capaz de infectar su propio sistema centrar y a través de eso había llegado también a sus ordenadores. Haciendo eso Hachi perdía todo lo que tenía en su ordenador y al mismo tiempo él también lo perdía.
-¡Mierda!-exclamó-¿guardáis alguna copia de seguridad?
-Solo hemos logrado salvar la mitad de la información señor, el virus ha trabajado demasiado rápido.
Soltó un grito de odio, esto no quedaría así.
Él le enseñaría a Kakashi y sobre todo a Kyubi, que nadie lograba vencerlo.

10.

Eran aproximadamente las once de la noche cuando, por el pequeño y estrecho callejón, apareció un sujeto de mediana estatura, caminaba entre las sombras y era imposible determinar que ropa llevaba o cuantos años tenía porque iba ocultándose profesionalmente.

Sakura no pudo evitar echarse a reír, tal vez las cámaras de seguridad no pudiesen identificar el aspecto del sospechoso pero era suficiente con que sus sensores de movimiento hubiesen captado su señal.

Se giró hacia un lado para encontrarse a su novio inmerso en un millón de letras que descendían velozmente por la pantalla del ordenador.

-Sasu-chan-lo llamó de la forma que él tanto odiaba-tenemos a un intruso en un callejón cerca de la casa de Kyu, el número de la cámara es 143, ya sabes lo que hacer.

Dicho esto ella se levantó de su sitio, su trabajo estaba acabado, ella era la encargada del trabajo práctico, colocar cámaras, micrófonos...etc., mientras que él se encargaba del material recogido en su ordenador.

El pelinegro no le contestó, estaba enfadado, había tenido que sacrificar su propio ordenador para que el sistema del acosador se jodiese también y ahora había tenido que cambiar todas las configuraciones del ordenador central y traspasar de nuevo la información que antes de meter el virus había copiado en unos CDs y Pen Drivers.

Sakura suspiró, era la primera vez que iba a realizar un trabajo peligroso ella sola, por lo general, cuando ella había instalado las cámaras o otra cosa y él hubiese reunido la información que necesitaba, eran los dos los que se presentaban a cometer el robo o cualquier cosa que fuesen a hacer, esta vez tenía que ir ella sola y eso en parte también era lo que enfadaba al ojinegro, pero él no podía hacer nada, habían sido órdenes estrictas de Kakashi que ella saliese y él se quedase.

Se acercó a él y lo abrazó por la espalda.

-Ten cuidado-susurró Sasuke-en el momento que te pase algo mato a Kakashi y quién haga falta.

La pelirosa le creyó, él era totalmente capaz, sonrió.

-Me conoces bien, sabes que no pasará nada, además estaré con Ichi y con Ni.

-Un corredor de carreras ilegales que nunca va a menos de 160 y un tío que trafica con armas y que lleva una Tokarev que a cualquier roce se dispara, si me quedo muy tranquilo.

Sakura encogió los hombros, abandonando su intento de tranquilizarlo, le dio un beso y se dirigió a la puerta de entrada.

Esa noche sería larga.

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Hinata se quedó clavada en el restaurante, sin saber muy bien que era lo que exactamente estaba haciendo allí.

Llevaba un vestido largo de satén fino y color azul apagado. Sus manos se aferraban desesperadamente a un bolso de mano pequeño y del mismo color mientras que sus ojos se posaban en cada detalle de aquel restaurante tan caro.

El salón era inmenso, pintado de color bronce y adornado con cortinas doradas y escarlatas. La pared de enfrente eran todo cristalera, con vistas preciosas de la ciudad, incluso al fondo podía verse la playa de la alejada zona de Suna.

Las mesas eran circulares y salpicaban  con su blanco colorido todo aquel lugar, contrastando con el caoba del suelo.

Todo el mundo allí vestía muy elegante y se felicitó mentalmente por haber escogido, más o menos, bien lo que debía ponerse.

Mas aún así eso no conseguía arrancarle la incomodidad del cuerpo. A esas horas ella debía estar en su casa reflexionando sobre las preguntas que le haría a la hermana de Naruto al día siguiente y no yendo a cenar con Kiba.

Se llevó una mano a la cara, lo que había empezado como una quedada para comer en el McDonalls acabó convirtiéndose en una cena en el Royal de Konoha, el restaurante más caro de la ciudad.

-¿Puedo ayudarla, señorita?-le preguntó uno de los camareros.

Hinata recuperó de inmediato la postura y sonrió con desgana.

-Yo...había quedado en cenar aquí con el señor Kiba Inuzuka, no sé si él llegó.

El camarero recogió el listado de clientes que había sobre una pequeña mesa cuadrada de madera, en la que ella no había reparado antes, y echó una ojeada a los folios hasta que, asintiendo lentamente, volvió a dejar la lista en su sitio.

-El señor Inuzuka todavía no ha llegado pero ha llamado con anterioridad para que le dijésemos a usted que fuese entrando y empezando la cena mientras él no llegaba-informó-si tiene la amabilidad de seguirme.

La ojiperla lo siguió en completo silencio hasta una de las mesas más apartadas y se sentó mientras él iba a buscar la carta de comidas. Suspiró. Tenía el presentimiento de que aquello se haría más lardo de lo normal. ¿Dónde demonios andaría Kiba a esas horas?

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Cuando Nana llegó al barrio donde vivía Kyu, Ichi y Ni ya la estaban esperando.

Su hermano mayor, Ichi, se había vestido con unos vaqueros flojos, una camiseta amarilla y una chaqueta negra normal y corriente que hacía juego con la gorra del mismo color que le tapaba casi por completo su pelo rojo.

Ni por su parte iba como siempre, con unos pantalones de cuero verdes oscuros y una camiseta floja de tirantes anchos y color negro en la que rezaba ''I am Heavy Metal player'', como si fuese necesaria esa frase para darse cuenta.

Había venido en uno de los tantos coches de Ichi, un Mercedes descapotable azul marino.

También venían cargados, Ni con su queridísima Tokarev TT-33 e Ichi con un Viking 466, ambas dos armas rusas bastante peligrosas. De todas formas, aunque solo esas estuviesen a la vista, estaba completamente segura de que Ni se había traído todo un arsenal de armas.

-Vaya Nana-saludó Ichi-pensé que teníamos que ir a arrancarte de los brazos de Hachi.

-Solo estaba retrasando el momento del encuentro onii-chan (hermanito)-contestó-estaba demasiado bien espiando a la señora Kanto desde la cámara de seguridad que instalé en su casa, ahora quedaba escogiendo entre un Dior o un Versace.

-Es una pena distraerte de tus tan pesadas tareas-añadió él-pero fue tu querida cámara callejera la que nos hizo mover el culo hasta aquí así que en parte es tu culpa.

Nana lo fulminó con la mirada, luego se giró hacia Ni, que los observaba con una media sonrisa.

-¿No tienes algo para mí? ¿O es que me odiáis tanto que no me daréis un arma para defenderme?

-Sírvete tú misma-le contestó el ojivioleta abriendo el maletero del coche.

A Nana casi le da un pasmo ante semejante despliegue de armas, allí había pistolas de corto alcance, revolvers de a saber cuantos años atrás y demás armas, incluso habían traído una metralleta.

-Solo es un tipo-dijo-¿hacía falta esto?

-¿Un tipo?-dijo Ichi arqueando las cejas-no sé que tal estaría al asunto cuando saliste, pero a mí Hachi me ha dicho que eran seis y que el número iba ascendiendo.

Nana abrió los ojos de par en par.

Si el acosador mandaba a seis lacayos suyos, significaba que por su mente pasaba algo más que un simple allanamiento de morada.

-¿Y sabes lo mejor?-continuó-todos vienes cargaditos hasta arriba de armas, el detector señaló que por lo menos cada uno de esos tipo llevaba encima cuatro.

La pelirosa se llevó las manos a la cabeza, los iban a acribillar.

-¿Y los demás?-preguntó.

-Kakashi y Kyu han ido a reunirse con Hachi, los tres nos harán de refuerzo, Yon se está encargando de mantener a la poli fuera de esto, y San, Go y Roku se encuentran al otro lado de la calle-contestó Ni-no sé que quiere realmente ese tipo pero esto no me gusta nada, nosotros somos ladrones no asesinos a sueldo y esos tienen toda la pinta de ser profesionales en lo que hacen.

-¿Cuál es el plan?-cuestionó Sakura mientras su mente hervía en busca del arma más rápida y letal.

-Plan dice-se carcajeó Ichi-querida no sabemos el número de asaltantes y yo personalmente no soy James Bond.

-Vale no hay plan, ¿posibilidades de fracaso?

-Con sus armas, calculo que perderíamos por un 86%, no es el 100% así que tranquila.

-Oh si, ahora estoy mucho mejor-alegó sarcástica.

Ni echó una ojeada por encima de su hombro, estiró el brazo y cogió una pistola.

-Es una FM 9mm, no es lo mejor que hay, pero es bastante fiable-dijo tendiéndole el arma-en caso de emergencia coges de inmediato una metralleta, ¿vale? lo mismo va por ti Ichimaru (-maru es un sufijo que se le suele poner a los nombres masculinos).

Los otros dos asintieron.

-Esto es mejor que una peli-de acción-alegó el pelirojo-ahora creo que hubiese sido mejor traer el Ferrari por si tenemos que realizar alguna retirada estratégica.

Nana rezó.

-Dios asísteme, estamos a punto de morir y él solo piensa en coches.

Ni se echó a reír pero la risa duró poco tiempo.

-Chicos-sonó la voz de Hachi por los pinganillos que llevaban en las orejas-el objetivo está jodidamente cerca, catorce en total. Se han dividido en dos grupos, siete van hacia vosotros y otros siete hacia el lado de Go, San y Roku. He logrado filtrarme en sus bases de comunicación, pincharon nuestros teléfonos y a través de ahí supieron que íbamos a instalar sistemas de escucha y video vigilancia por todo el barrio, saben que estáis ahí y sus órdenes son acabar con todo lo que se interponga en su camino, no sé lo que quieren pero son peligrosos, este es un rival a tener en cuenta.

Los tres tragaron pesadamente.

-Sakura-la pelirosa supo que ahora solo se comunicaba con su pinganillo-no...No hagas nada peligroso, márchate si es necesario pero...como se que no lo harás yo...por favor, ten cuidado.

Tras eso cortó la comunicación y la pelirosa tuvo que hacer un horrible esfuerzo por aguantar las ganas de llorar.

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Hinata se cansó de esperar, llevaba allí desde las diez y ya eran las doce de la noche y Kiba no se había presentado.

Lo había llamado una y mil veces al móvil pero no obtuvo respuesta así que como la cuenta ya estaba pagada y ella estaba cansada de esperar, se terminó los últimos bocados de Ootoro y se fue del restaurante.

Afuera hacía algo de fresco y se le puso la piel de gallina. Miró a ambos lados de la calle pero no encontró ni un triste taxi que pudiera llevarla hasta casa así que no le quedó más remedio que irse caminando.

Era una noche sin Luna y a pesar de las farolas la iluminación era escasa. Aún así ella no tenía miedo, era cinturón negro en Karate y llevaba su arma reglamentaria guardada en el bolso, así que el que quisiera atacarla debería pensárselo dos veces.

Estaba preocupada por Kiba y a la misma vez enfadada, debería haberla avisado de que no podría ir pero por otra parte se preguntaba si le abría pasado algo. Justo iba a llamarlo cuando se dio cuenta del lugar en el que se encontraba.

Claro, el Royal se encontraba en el barrio rico de la ciudad y en ese mismo barrio vivía él. Su corazón empezó a latir desenfrenadamente, no había logrado sacárselo de la cabeza en aquellos dos días.

¿Qué estaría haciendo Naruto en esos momentos? se lo imaginaba sentado en el sofá del salón sin la camiseta y tomando un café mientras veía la tele y se reía de las tonterías que decían de él en las noticias, pero también se lo imaginaba en anos de aquel invisible acechante, solo y sin nadie que le ayudase. Ella más que nadie conocía los métodos de Naruto para mantenerse oculto y confiaba en él pero también sentía miedo.

Cuanta ironía, ella ahora sentía miedo por un ladrón, pero él había dejado de ser un delincuente para ella en el mismo momento que lo conoció, a él y a su triste historia. No, definitivamente, él nunca sería una mala persona y no sería ella quién delatase a su peculiar familia.

Pero lo que más la perturbaba era el hecho de extrañar su presencia hasta un nivel tan elevado, los sueños eróticos del principio habían regresado. Su cuerpo le pedía a gritos el de él y al no poder conseguirlo su subconsciente jugaba con ella cada noche hasta tal punto que llegó a considerarse una enferma pervertida. Mas siendo Naruto, ¿quién no se haría pervertido por un cuerpo como ese?

En esas divagaciones estaba cuando de repente empezó a oír disparos y gritos.

Su corazón se paró en seco al reconocer una de las voces que gritaban. Nana.

Eso solo significaba una cosa, estaban atacando la casa de Naruto. Sin pensárselo dos veces echó a correr hacia allí.

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Kiba se quedó mirando fijamente al hombre que tenía delante de él.

Hacía varias horas lo había citado diciéndole que tenía información muy importante  sobre el caso Kyubi y allí se hallaba él, dejando plantada a la mujer que le gustaba por centrarse en resolver el caso que lo obsesionaba desde hacía bastante tiempo.

Habían estado dos horas hablando sobre el tema pero el hombre no había mencionado ni por un momento la verdadera identidad del delincuente y eso lo tenía muy frustrado.

-Veo que está muy informado sobre el caso y que conoce aspectos que yo desconocía, pero ese no es el motivo por el que usted y yo nos hemos reunido-dijo-me contó que sabía el nombre de este sujeto y que me lo proporcionaría.

El hombre sonrió.

-Veo que es usted una persona que va al grano inspector-contestó-y siento haberle fastidiado su cita, pero debe entender que yo le pida algunas cosas a cambio de tan importante información.

Kiba frunció el ceño, el cariz que estaba adquiriendo la conversación no le gustaba ni un pelo.

-Y esas condiciones ¿serían...?

-Usted debe mantenerme informado de todos los avances que haga la policía.

El castaño alzó las cejas.

-Usted sabe que no puedo hacer eso, es ilegal que un policía venda información de un caso a un civil.

El hombre volvió a sonreír.

-¿Y eso qué importa? lo que yo puedo decirle es mucho más importante que todo ese royo burocrático, además tengo otra cosa que le interesará mucho a toda la policía.

Kiba no dijo nada.

-Usted sabe que Kyubi no trabaja en solitario, que es parte de una organización de nueve ladrones y que estos están liderados por un tal Kakashi.

-Shukaku, Nibi, Sanbi, Yonbi, Gobi, Rokubi, Shichibi, Hachimata y Kyubi, los ladrones más famosos del mundo, ¿a caso también sabe sus identidades?-preguntó escéptico.

-No solo eso-contestó el hombre-he logrado penetrar en sus archivos y conozco cada una de las propiedades de ellos y cada mínimo detalle de su trayectoria personal.

Kiba se quedó perplejo, aquello era imposible.

-Eso es...del todo imposible, la policía ha trabajado en eso y ninguno consiguió jamás acceder a semejante información.

-Ciertamente Hachimata es uno de los mejores informáticos del mundo, por no decir el mejor, pero incluso alguien como él necesita ayuda y su ayuda viene nada más y nada menos que de dentro de la policía.

A ese punto del tema Kiba sentía que lo que allí se estaba hablando era algo más importante que la captura de un simple ladrón, sino nada más y nada menos de una organización entera.

-Sino me cree, las pruebas están en esta carpeta-dijo señalando el objeto que había encima de la mesa-solo encontrará información sobre el espía, de los demás se la iré pasando una vez vaya cumpliendo lo que le pida y cuando yo considere necesario el otorgársela.

El castaño se dio cuenta de que había vendido la investigación a un tipo totalmente desconocido y del que no se fiaba un pelo, pero lo cierto era que la policía nunca había llegado tan lejos como esa persona y que no le quedaba más remedio que aceptar lo que le proponía.

-Está bien-contestó.

El hombre sonrió por enésima vez mientras abría la carpeta.

-Esta es Yonbi-dijo señalando a una mujer que había en una foto-tiene veinticinco años y su trabajo consiste en estafar y espiar a la policía, de ella depende mantener encubiertas todas las operaciones de la organización, o al menos las más importantes, nació en China, era de familia pobre, a su padre lo mataron por deudas con el gobierno y su madre fue violada decenas de veces delante de ella antes de morir desangrada, al quedar huérfana la mandaron a un orfanato en Japón donde llegó con siete años y fue recogida con nueve para entrar a formar parte de la organización, su verdadero nombre es Tenten Ling pero en la policía todo el mundo la conoce como la inspectora de asuntos internos Yuna Sato.

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-Hijos de puta-rechinó Ichi escondiéndose detrás de su coche para protegerse de los disparos que les llovían por todas partes-este coche me costó dos millones de dólares.

-Querrás decir...-gritó Ni mientras se asomaba, disparaba y luego se volvía a esconder-que costaba dos millones de dólares cuando lo robaste.

-Por muy increíble que parezca este lo compré y no pienso dejar que esta panda de gilipollas me lo destrocen.

Asomó la cabeza por encima del coche y disparó, segundos después le contestaron con una descarga de balas que le fallaron la cabeza por muy poquito.

-Tiran a matar-dijo cuando volvió a ocultarse.

-¡¿Y qué te esperabas cacho imbécil?!-le gritó Nana-joder, esto no me gusta nada, yo no soy ninguna asesina.

-Yo tampoco pero antes de que me maten ellos a mí los destrozo yo-alegó Ni-y estos no saben con quién se meten.

-Chicos-sonó la voz de San por el pinganillo-le han dado a Roku en una pierna y no para de sangrar, nos están acribillando así que nos largamos.

Nana escuchó con desesperanza las palabras de su hermana.

-¡Joder! ¡Hachi!-llamó a su novio.

-¿Si?-contestó este por el pinganillo.

-Necesitamos que vengáis ya, le han dado a Roku y se van a retirar, nosotros tres no vamos a poder con todo.

-¡Salid de ahí ahora mismo! abandonad.

Pero en esos momentos Sakura no lo escuchaba lo que estaban viendo sus ojos no podía ser cierto.

Hinata acababa de aparecer en la calle de la nada y miraba a todos, aterrada, vio como la pelinegra sacaba su móvil, seguramente llamando a la policía, y luego colgaba y lo volvía a guardar para acto seguido sacar su pistola.

Nana vio impotente como uno de aquellos hombres se acercaba a ella por las espaldas.

-¡Hinata!-gritó.

Pero fue demasiado tarde, la pistola eléctrica impactó de lleno en la espalda de la ojiperla y esta inconsciente cayó al suelo. El hombre la recogió y se la llevó a sabe Dios donde, Nana no pudo verlo.

-Hachi...-susurró-han cogido a Hinata.

Poco después empezaron a escucharse las sirenas de la policía.

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Hachi se quedó en completo silencio mientras su mente procesaba el gran fracaso de la misión.

Detrás de él Kakashi se mantenía sentado en una silla, muy quieto y pensativo, mientras que Kyu no hacía más que dar vueltas de un lado a otro como un león enjaulado.

Naruto pensaba que él debería estar con sus hermanos, era él quién era perseguido, pero Kakashi había insistido en la importancia de que él se quedara. Se sentía inútil y culpable de todo.

-Roku, San y Go se retiran, Roku ha sido herido en una pierna-informó con rabia contenida-¿qué hacemos Kakashi?

-Yo ir para allí-dijo Naruto.

-Aborta la operación-ordenó Kakashi-y tú ni se te ocurra salir por esa puerta.

Naruto volvió a su sitio mientras Hachi le gritaba como loco a Nana que saliesen de allí de inmediato.

Después se quedó callado y miró a Naruto con ojos como platos y viniendo de Hachi, eso no era nada bueno.

El rubio se alarmó.

-¿Qué pasa?-preguntó.

-Hinata apareció por allí y esos tipos se la han llevado.

Naruto se quedó completamente paralizado. Lo que él decía no podía ser verdad, no, no era posible, Hinata estaba fuera de aquello no podría haber ido allí, pero sabía que su hermano no le mentía. El corazón dejó de latirle para convertirse en un pedazo de carne muerto.

-Ni se te ocurra Naruto-dijo Kakashi anticipando lo que el rubio pensaba hacer.

-Me importa una mierda lo que me digas, no pienso dejar que ese gran hijo de puta le haga daño, ni a ella ni a ningún otro de mis hermanos-dijo-si me quiere a mí, a mí me tendrá.

Tras eso salió disparado de la estancia.

Kakashi y Hachi se quedaron en completo silencio.

-Yo también voy Kakashi-dijo el pelinegro-no pienso dejar que nadie le haga daño a Sakura-dicho esto salió por la puerta.

Kakashi se llevó las manos a la cara.

-El amor-susurró-vuelve estúpidos a los listos y temerarios a los valientes, solo espero que sepan lo que hagan.

Poco después recibió una llamada de Tenten. La habían descubierto y se había visto obligada a abandonar Konoha.

Aquello no era más que el inicio del caos y él lo sabía muy bien, con un suspiro activó el control de seguridad de los ordenadores y después él también se marchó, a fin de cuentas aquellos eran sus hijos, y un padre siempre protege a su descendencia.

11.

Notó la cabeza pesada como un bloque de hormigón en el momento en que recobró la conciencia. Quiso moverse pero sus piernas y brazos no contestaban, posiblemente debido al hecho de que estaban tan fuertemente amarrados con una cuerda que la falta de circulación hizo que sus cuatro extremidades se durmieran.

Cayó presa del pánico, abrió los ojos y se encontró que todo era negro. Se tragó su propio aullido de terror, ¿tal vez había quedado paralítica y ciega? pero, ¿dónde demonios estaba?

Tras el momento de confusión volvieron a su mente las últimas escenas vividas. Había un tiroteo en la calle donde vivía Naruto, ella se había quedado paralizada y lo único que pudo hacer fue llamar a la policía, luego un tipo de esos la había herido en la espalda con una pistola eléctrica. Seguramente era causa de eso el hecho de que casi todo su cuerpo estuviese sometido y que fuera incapaz de moverse.

Fue a abrir la boca para pedir auxilio pero se dio cuenta de que esta estaba tapada con cinta, entonces no se había quedado ciega, lo más probable es que también le hubiesen puesto una venda en los ojos.

Reprimió el miedo que empezaba a nacer en su pecho y se obligó a sí misma a concentrarse, ella era policía y debía estar preparada para cosas como aquellas, esperaría a que su cuerpo volviese a reaccionar e intentaría soltarse o por lo menos intentar averiguar a través de sus oídos en donde estaba y quién la retenía.

Luego otra duda invadió su mente, ella había visto a lo lejos a Nana junto a otros dos hombres, seguramente más hermanos de Kyubi, ¿qué habría sido de ellos? debía reconocer que le había cogido cariño a aquella estrambótica pelirosa, esperaba que nada malo le hubiese pasado, porque si los habían cogido a ellos era obvio que Naruto había corrido la misma suerte.

Si ella hubiese hecho algo...

Estaba en medio de sus lamentaciones cuando su oído percibió un leve sonido, junto a ella se escuchaba la respiración de otra persona.

Su primer instinto fue buscar una pared a la que arrimarse pero luego lo pensó mejor, uno nunca debía mostrarse débil frente al enemigo, así que se limitó a permanecer en su postura con todos los sentidos alerta.

-Así que tú eres Hinata.

La voz era de un hombre y sonaba con un ligero tono de burla.

-Me presentaría pero que tú sepas mi nombre no es importante, debes perdonar toda esta falta de cortesía por mi parte, no suelo tratar así a todos mis invitados, pero es un hecho de vital importancia que tú no sepas nada acerca de mí-prosiguió-la verdad es que no creí que fuese tan fácil llegar hacia ti.

Hinata continuaba quieta, sin moverse y sin emitir ningún ruido.

-Te preguntarás que haces aquí, es comprensible, pero tranquila, nada te pasará si colaboras-dijo-ahora te quitaré la cinta, puedes gritar todo lo que quieras, aquí nadie te oirá.

Hinata sintió como su boca era liberada de aquel asqueroso celo y lo primero que hizo fue tomar una bocanada de aire.

-Bien, empecemos, ¿sabes donde Kyubi guarda su tesoro?

La pelinegra mantuvo la boca cerrada, como si aún tuviese la cinta, no pensaba decir ni una sola palabra.

El hombre suspiró.

-Te dije que sería bueno contigo si colaborabas pero con esta actitud no conseguirás nada-dijo él-te doy otra oportunidad.

-Puedes hacer lo que quieras porque de mi boca no saldrá nada-gruñó ella.

El hombre se echó a reír.

-Que curioso, si, muy curioso, ¿desde cuando los policías defienden a los ladrones? que ingenua eres, ¿piensas que si él estuviese en tu lugar no me daría la información que te pido yo a ti ahora? tú te niegas a hablar pero él te vendería a la primera de cambio.

La duda se sembró en la pelinegra, Naruto no era así, él no haría eso, ¿o si? al fin y al cabo ella no lo conocía también y él era un ladrón...

-Yo no sé nada de Kyubi.

-Otra vez vuelves a ser ingenua, os vi juntos, besándoos, ¿cómo debo interpretar eso?

Hinata se obligó a pensar, ese hombre sabía demasiado y si ella se negaba a contestar no sabía lo que podía pasar. Tenía que hacer algo, ya, o sino acabaría mal. En ese momento sintió un leve cosquilleó por su cuerpo, bien eso quería decir que su cuerpo empezaba a recobrarse, bien, si lograba entretener a ese tío mientras se recuperaba había posibilidades de escaparse.

-Está bien, tienes razón-contestó.

Ya podía mover los dedos e intentó localizar el nudo de la cuerda, para su mala suerte este se encontraba hacia arriba y de ese modo le sería imposible así que lo único que podía hacer era mover la cuerda sin que ese tipo se diese cuenta, por otro lado sabía que la cuerda estaba demasiado apretada y que al moverla se arriesgaba a desollarse las muñecas, pero era eso o no hacer nada.

-Te contaré todo lo que sé-dijo mientras empezaba su labor.

Al acto notó como la piel empezaba a desprenderse de su carne pero eso no la detuvo, era su única posibilidad de liberarse.

-De acuerdo, escuchemos lo que tienes que decir-dijo el hombre.

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Naruto se maldijo a sí mismo, llevaba horas buscando a Hinata y no la encontraba por ningún lado, por ninguno.

En su mano apretaba fuertemente el localizador que le había dado Hachi. Aquel objeto llevaba un microchip incorporado y se pondría a pitar cuando sintiese la presencia del ordenador del maldito acosador.

El problema era que llevaba horas dando vueltas por la ciudad y ese maldito artefacto no registraba ninguna señal y él ya estaba empezando a impacientarse.

Cualquier cosa podría haberle sucedido a Hinata mientras él andaba perdiendo el tiempo.

Soltó un taco al aire y volvió a repasar los sitios que le quedaba por rastrear.

Había ido al museo, al zoo, a los barrios bajos...había ido a todos sitios y no había ni rastro.

Luego una vaga idea pasó por su cabeza y sus ojos se abrieron como platos.

Joder, había un lugar perfecto para esconder a Hinata sin que él se diese cuenta, el lugar menos pensado. Luego miró el aparato que llevaba en su mano y lo guardó en el bolsillo, si aquella corazonada que tenía resultaba ser cierta aquel aparato ya no le servía para nada.

Se dio la vuelta y miró el reloj, las cinco y media de la mañana, debía darse prisa.

Había salido tan apurado que se había dejado su coche en el garaje de la casa de Hachi y Nana, aunque tampoco le hubiese servido de mucho, el accidente que había sufrido hace poco lo había dejado algo tocado.

Suspiró y volvió a renegar otra vez, hasta que dobló una esquina y vio lo que exactamente necesitaba. Una parada de taxi.

Se subió al primero de los vehículos amarillos que encontró vacío y le dio la dirección al conductor.

-Y por favor vaya todo lo rápido que pueda, es urgente, la vida de una persona corre peligro.

El taxista no hizo preguntas y arrancó a toda velocidad, en su oficio estaba acostumbrado a ver todo tipo de personas y a enfrentarse a todo tipo de extrañas peticiones.

A pesar de la velocidad que llevaba el coche el rubio sentía que nunca llegaría.

-Párese aquí-ordenó, ni siquiera esperó a que el coche parase de todo para salir, luego tiró unos cuantos billetes al taxista.

-Quédese con el cambio y lárguese ya, esta noche no es conveniente andar por aquí.

El taxista le hizo caso y se fue del lugar como alma que lleva el diablo.

El rubio se quedó quieto, apoyado contra la pared de la esquina mientras meditaba lo que debía hacer, estaba completamente seguro que ese lugar estaría hasta arriba de vigilantes ocultos si es que allí se encontraba la ojiperla, y que si se arriesgaba a ir lo más probable era que lo cosiesen a balazos. Suspiró, ¿tan importante era ella como para arriesgarse? él nunca había puesto su culo en peligro por otra persona, bueno también contaba el hecho de que todas sus personas queridas, sus hermanos y Kakashi, no necesitaban precisamente un regimiento de guardaespaldas y se defendían bien.

Pero aún así lo meditó, ¿lo haría? no podía dejarla morir o cualquier cosa por culpa suya, si algo le pasaba a ella, él estaría recriminándoselo el resto de su vida.

-Cruel destino, arriesgándome por una mujer policía-dijo irónicamente.

En ese momento echó en falta un arma con la que defenderse pero él nunca había sido bueno para eso así que solo contaba con sus pies y sus puños para atacar y defenderse.

Tomó una bocanada de aire y echó a andar calle abajo.

Ni bien dio veinte pasos le salieron al encuentro dos tipos, al parecer sin armas.

-Vaya, vaya, mira quién ha venido a por la palomita, si lo capturamos el jefe nos dará una buena recompensa-dijo uno de los hombres.

-Si me dices donde tenéis a Hinata puede que sea bueno y no os patee el culo-replicó Naruto.

-Eso no va a pasar porque antes te mataremos-dijo el otro hombre mientras él y su compañero se lanzaban a por el rubio.
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-Entonces él me confesó que guardaba su tesoro fuera de Japón, creo haber entendido que en la zona de Asia menor, tal vez en Israel o algún sitió cercano-mintió la ojiperla.

Llevaba veinte minutos hablando, contando toda una serie de mentiras que creía que jamás podría inventar.

Ahora había conseguido alcanzar el nudo de la cuerda con los dedos, pero se le presentaba otro problema, la sangre le manchaba las manos y sentía que no tenía fuerzas para deshacer aquel tremendo nudo.

-Me resulta muy difícil de creer ese cuento, quiero que me digas la verdad.

-Pues es la verdad-dijo ella desesperada mientras conseguía aflojar algo la cuerda-no tengo intención de sacrificar mi vida, me he dado cuenta de que es mejor contártelo todo.

El hombre se mantuvo callado durante unos minutos, tiempo suficiente para que ella lograse deshacerse de la cuerda que le aprisionaba las muñecas. Rezó porque él no se hubiese dado cuenta, ella no podía verlo y no sabía si se daba cuenta de lo que hacía, pero al ver que él no decía nada con disimulo fingió que se cambiaba de postura para acomodarse y llevó las manos al nudo de la cuerda que le ataba los tobillos.

No fue difícil deshacerlo.

Ahora venía lo decisivo, quitarse rápidamente la venda de los ojos para contar con el factor sorpresa y atacar.

-Está bien, continúa, tenemos un pacto y lo respetaré.

-Pues yo no.

Hinata se levantó en un nanosegundo y se retiró la venda de la cara.

El hombre que estaba delante de ella era moreno y tenía la piel tostada, era occidental y sus ojos eran de un intenso verde manzana. Su cara hubiese sido hermosa sino estuviese contraída en aquella ridícula mueca de sorpresa. Hinata no lo dudó y aprovechó su oportunidad, le asestó tan patada en la cara que le rompió la nariz y lo dejó inconsciente en el suelo.

No se molestó ni en averiguar quién era, estaba segura de que un tipo como aquel no llevaría documentación encima, pero si que se quedó pasmada al reconocer el lugar donde había estado encerrada. Ese lugar era nada más y nada menos que su propio salón, al principio no lo había reconocido porque todas las persianas estaban bajadas, pero ahora que sus ojos se habían acostumbrado a la penumbra pudo identificar el lugar sin problemas.

Se había quedado estática cuando su conciencia la trajo de vuelta al mundo real.

Debía salir de allí inmediatamente.

Fue corriendo hacia la puerta de entrada y salió a la calle, ni bien anduvo escasos pasos hacia afuera vio una escena que la sorprendía en grado sumo.

Un poco más arriba se encontraba Naruto, peleando con tres tipos que lo tenían rodeado.

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Naruto sentía que su cuerpo empezaba a flaquear, llevaba casi treinta minutos seguidos peleando sin descanso y cada vez sus acciones eran más lentas. Por encima, cada vez que abatía a alguno otro venía de inmediato a atacarle sin ofrecerle ningún tipo de descanso.

Logró esquivar un puñetazo que le iba directamente a la cabeza y él se defendió dando una patada en el estómago. El tipo cayó derrumbado al suelo, pero aún así quedaban otros dos y Naruto sentía que ya no aguantaría mucho más.

Aprovechando su distracción uno de los hombres lo agarró por la espalda mientras el otro se desquitaba dándole un puñetazo en la barriga.

-Peleas bien, pero no tienes nada que hacer, somos dos contra uno.

Naruto ya estaba esperando el golpe final cuando sucedió algo muy extraño. Se oyó un golpe secó y el tío que lo amenazaba cayó como una muñeca de trapo al suelo dejando al descubierto a Hinata, la cual llevaba el vestido de satén azul por las rodillas y uno de los finos tacones de su sandalia manchados de sangre.

-Tiene razón, somos dos contra uno-jadeó la pelinegra.

Naruto sonrió y utilizando las pocas fuerzas que le quedaban derribó al tipo que le sujetaba por la espalda y lo noqueó.

-Gracias-dijo volviendo a mirar a la ojiperla-pero ¿cómo...?

-Soy poli, ¿recuerdas? larguémonos de aquí.

El rubio asintió y los dos echaron a correr calle arriba y no pararon hasta que se encontraban lo suficientemente lejos de la casa de la pelinegra.

Naruto la escaneó con la vista, estaba completamente sudada por el esfuerzo y el pelo se le pegaba por todas partes a la cabeza pero lo que le llamó la atención fueron sus muñecas, las cuales estaban en carne viva.

Las aletas de la nariz se le abrieron y los ojos le ardieron en ira.

-Te han hecho daño-dijo.

Hinata se miró las muñecas y se encogió de hombros.

-Esto me lo hice yo cuando me desaté, se me pasará.

Naruto se llevó una mano a la cabeza, aliviado, y luego sin previo aviso la abrazó.

Hinata se quedó sorprendida, para nada se había esperado aquel gesto pero sus doloridos brazos obraron por ella y correspondió al abrazo, ambos habían estado tan preocupados el uno por el otro que ver que estaban a salvo los había puesto felices a los dos.

-¿En serio que estás bien?-preguntó Naruto.

-Si, ¿y tú?

-Eso no importa, joder Hinata podrían haberte matado por mi culpa, ¿entiendes ahora por qué no puedes volver a verme?

La pelinegra se acurrucó más en su pecho, la verdad es que se estaba de maravilla allí, y agarró con fuerza su camiseta.

-La culpa fue únicamente mía, no tendría que haber bajado la guardia, ni siquiera tendría que haber ido por donde tu barrio.

-Entonces, ¿por qué lo hiciste?-preguntó él.

-No lo sé-contestó-no lo sé, no entiendo nada.

Naruto suspiró.

-Yo tampoco-dijo-pero al parecer separarnos es la opción incorrecta.

-El tipo ese está convencido de que tú y yo somos pareja-dijo ella echándose a reír-absurdo no.

-Hombre, cosas más extrañas se han visto, además si sabe lo que tú y yo...

Hinata se separó de él y le fulminó.

-¿Por qué siempre tienes que estropear las cosas? ya vuelves a estar burlándote de mí.

-Pero si es la verdad-dijo girándose.

-Tú y yo no tenemos nada, absolutamente nada-dijo empezando a andar calle abajo.

-Hinata oye...

-¡Déjame!

-No es eso es que...por ahí vuelves hacia tu casa.

La pelinegra rugió frustrada y dio la vuelta, pasando por delante de él.

-¡Eres una auténtica insoportable! te ven a salvar y así me lo pagas.

-Soy yo la que te salvé, ¡idiota!

-¡Lo tenía todo controlado! no necesito a ninguna Lara Croft para defenderme.

-Tampoco yo necesito a ningún chulo ''cariño yo controlo'' que no soporta ningún ataque a su orgullo de macho herido.

Y dicho esto aceleró el paso alejándose más de él.

Naruto la siguió en silencio mientras una sonrisa de medio lado aparecía en su rostro.

Unos pasos más adelante ella seguía enfadada porque él se empeñaba en decir que él le gustaba a ella, pero no enfadada con él sino con ella misma porque en el fondo él tenía un poquito de razón.

Sonrió, a pesar de todo él había ido a buscarla y esas peleas siempre acababan divirtiéndole.

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Los dos iban sentados en el asiento de atrás, cada uno mirando por su ventanilla y con el ceño fruncido, negándose incluso al más leve contacto de miradas.
El conductor los miraba desde el asiento de adelante, enfocando su mirada en el espejo retrovisor y suspirando. No hacía ni media hora que aquel rubio le había mandado que saliese corriendo del lugar al que lo había llevado, porque al parecer sucedería algo peligroso, y ahora lo llevaba de vuelta a él y a aquella señorita que parecía que había estado en medio de la más extraña de las peleas, aunque el rubio no estaba mejor.
Al principio, al verlos, pensó que habían estado peleándose el uno con el otro, lo cual parecía cierto dado que ambos se fulminaban el uno al otro y en ningún momento s dirigieron la palabra. Estuvo tentado de llamar a la policía pero luego, pensándolo mejor, se dijo que no tenía por qué meterse en asuntos que no le incumbían y mucho menos hacer conclusiones de cosas que él no había visto.
-Llévenos a las afueras de Konoha, una vez allí ya le diré donde debe parar-le había dicho l rubio.
Y él arrancó sin pedir explicaciones, no quería problemas.
En el asiento de atrás, Hinata miraba los borrones de casas que pasaban a toda velocidad por su lado, no es que le interesase el paisaje nocturno de Konoha a esas horas pero estaba dispuesta a mirar a todos los lados menos al rubio que tenía a su lado.
¿Quién se creía él para restregarle en la cara que los dos se habían acostado? ni que eso fuese la gran cosa, no tenían nada y él no tenía por qué estar recordándoselo a cada rato, faltaba más.
Por si fuera poco se había dado los aires de gran superman por el mero hecho de haber ido a rescatarla, que ni siquiera eso había hecho porque fue ella la que lo tuvo que rescatar a él, y el hecho de habérselo dicho había hecho saltar su ego de hombre herido.
Y ahora estaba montada con él en un taxi sin saber a dónde demonios la llevaba.
Por su parte Naruto no estaba tan enfadado, al menos no con ella, sabía cómo se las gastaba el genio de Hinata y que cualquier intento de conversación con ella ahora terminaría en el saliendo por la ventanilla de una patada en un sitio que mejor no quería ni pensar.
La pelinegra era así, ibas a salvarla y ella se revolvía defendida, era cierto que al final fue ella quién lo ayudó a él pero creía que la mera intención de haberse preocupado por ella valía al menos algún tipo de recompensa y no la furia con que lo había tratado.
Lo que sí que le preocupaba era que aquellos tipos se hubiesen atrevido a entrar en la casa de la ojiperla. Eso quería decir que estaban desesperados y dispuestos a lograr su objetivo, fuera cual fuese, y de cualquiera manera.
Lo bueno de aquello es que ahora podían calcular más o menos las fuerzas con las que contaba el enemigo.
Su móvil empezó a sonar, era Kakashi.
-¿Sabes? este no es el momento adecuado para una charla ''obedece a tus padres''-dijo.
-Deja de hacerte el gracioso y atiende-contestó Kakashi serio-han descubierto a Yon así que ahora no contamos con nadie entre los nuestros que mantenga a la policía fuera de esto, prefiero no pensar que tu amiga ha tenido algo que ver con esto.
Naruto se giró y miró a Hinata de reojo.
-¿Te has chivado?-le preguntó.
A regañadientes, Hinata se giró hacia él y lo fulminó con la mirada.
-Claro, me he arriesgado a contarlo todo para que mis compañeros me arresten por cómplice y por ocultar información-contestó ácidamente para luego volver a torcerle la cara.
-Ella no ha sido-contestó Naruto.
-¿Está contigo? ¿No estaba secuestrada?
-Es algo largo de explicar-contestó el rubio-ahora estamos de camino a casa de Hachi, ¿encontró a Nana y a los demás?
-Nana, Ichi, Ni y Hachi ya están aquí, Go y San se llevaron a Roku al hospital pero parece que todo está bien, la bala no afectó a nada importante.
Naruto suspiró, aliviado.
-¿Cómo demonios han descubierto a Yon?
-No lo sabemos-contestó-Yon estaba en su despacho cuando entraron dos guardias a arrestarla, por suerte ni todo el cuerpo de policía podría con ella.
El rubio sonrió pero luego volvió a ponerse serio.
-¿Crees que fue él quien filtró la información?-preguntó.
Al otro lado de la línea Kakashi guardó un segundo de silencio.
-Estoy seguro, lo que no sabemos es quién de la policía recibe la información-respondió-Hachi ha entrado en el sistema de seguridad de la policía pero no hay ni rastro de nada, así que deduzco que la información se entrega mano a mano.
-Bien, esto mejora a cada segundo, ¿significa eso que mañana puede que en cada una de nuestras casas se presente media policía japonesa a arrestarnos?
-Sí.
Ahora Hinata había girado la cara y miraba con interés a Naruto.
-Para quieta Nana, él está bien-dijo Kakashi-tu hermana intenta arrancarme el teléfono.
Era típico de Nana hacer esas cosas.
-¡Eres un imbécil!-escuchó como la chica le gritaba, sin duda ya con la propiedad del móvil de Kakashi-¿cómo se te ocurre ir solo? ¿Es que quieres que maten pedazo de inconsciente? ¿Tú estás bien de la cabeza? cuando llegues aquí te haré entender que las cosas que haces no son de personas normales.
El ojiazul soportó toda la parafernalia de su hermana con una sonrisa, era una pesada y una repelente pero siempre se preocupaba por él y se lo agradecía.
-No me ha pasado nada, tanto Hinata como yo estamos bien.
-Pásame con ella de ti no me fío-gruñó-eres capaz de estar agonizando y no decírmelo.
Naruto se encogió de hombros y le tendió el móvil a Hinata.
-Nana quiere hablar contigo-dijo.
La ojiperla cogió el teléfono y contestó.
-Hinata-dijo Nana-¿de verdad que estáis bien? ¿Mi hermano no me miente?
-Tranquila, no ha pasado nada-contestó-estamos bien, por suerte pudimos defendernos de esos asquerosos, ¿y vosotros que tal?
-Mi hermano Roku tiene un disparo en la pierna, pero nada importante, por lo demás el resto estamos ilesos-contestó-oye Hinata, aquí algunos dudan de ti pero yo sé que tú no has delatado a Yon, no creo que seas capaz de cosas tan viles cuando sabes por qué motivos actuamos de esta forma.
Hinata sonrió agradecida, ella también le había cogido cariño a la extraña hermana de Naruto y se alegraba de que no le hubiese pasado nada malo.
-Yo no lo hice Nana, ¿pero cómo la han descubierto?-preguntó.
-El tal acosador ha establecido contacto con la policía pero no sabemos con quién ni de qué forma, no hemos encontrado nada.
-Y por eso Kakashi piensa que he sido yo, bueno, no puedo culparle, pero yo no soy y en cuanto lo veo se lo demostraré.
-Lo sé, bueno ahora tengo que dejarte, tú y mi hermanito cuidaros mucho ¿eh? nos vemos ahora, adiós.
Hinata le regresó el teléfono a Naruto y volvió a mirar por la ventanilla.
El taxi se detuvo.
-Oiga, todavía no hemos llegado a las afueras-dijo Naruto.
-Por lo que he oído ustedes tienen problemas con la policía así que quiero que se bajen aquí.
Naruto fue a abrir la boca para replicar pero ya estaba cansado de discusiones por esa noche así que lo único que hizo fue bajarse del taxi.
-Yo soy policía, señor-replicó Hinata sin bajarse.
-Y por lo que veo corrupta, no quiero tener problemas con la ley así que márchense ya o llamaré a las autoridades.
Hinata se puso roja de ira y bajó del coche dando un portazo.
-Esto es el colmo-dijo mientras veía como el taxi se alejaba a todo correr.
Cuando se giró descubrió a Naruto doblándose de la risa algo que hizo que se pusiese aún más roja de rabia.
-¿De qué te ríes?-le espetó-no tiene ninguna gracia.
-Lo siento-se disculpó.
-¿Y ahora qué hacemos? las afueras de Konoha quedan muy lejos para ir a pie, es más ¿qué íbamos a hacer allí?
-Allí viven Hachi y Nana, pero tienes razón ahora no podemos ir hasta allí y pedir que nos vengan a buscar sería muy peligroso-contestó-no podemos ir a tu casa y está claro que a la mía tampoco.
Hinata dio una patada en el aire.
-Entonces nos quedamos en la calle ¿no?-ironizó-seguro que eso es mucho más seguro.
Esta vez fue Naruto quién la fulminó.
-Pues si eso es lo que prefieres adelante, yo había pensado en otra cosa-dijo dándose la vuelta-por aquí cerca está el museo y allí pienso pasar la noche.
Hinata alzó las cejas.
-¿Piensas dejarme sola a mi merced?-preguntó.
-Tú misma has demostrado que te defiendes muy bien tú solita-contestó empezando a dejarla sola-estoy cansado de ti.
La pelinegra quiso agarrarlo y emprenderla con él a bofetadas pero se contuvo, la verdad es que peleándose no ganaban nada y debía admitir que le daba cierto miedo quedarse sola en medio de la calle donde posiblemente volverían a apresarla y de esta vez seguro que no sería tan fácil escapar.
-De acuerdo, me voy contigo-dijo mientras lo seguía.
El rubio sonrió para sus adentros, eso era una pequeña derrota en contra del orgullo de la ojiperla.
El museo no estaba muy lejos así que no tardaron en llegar.
-¿Cómo hacemos para entrar?
Naruto se llevó una mano a la cara.
-Que me preguntes estas cosas, muñeca, ¿tú de verdad sabes quién soy yo? he entrado miles de veces en este sitio y ni una sola ha saltado la alarma ni los sistemas de seguridad.
Hinata pidió perdón con un gesto de la mano.
-Sígueme, tal vez más tarde se vuelva a en mi contra que te muestre por donde me cuelo, pero no me queda otra opción.
Hinata tragó grueso, iba a ver por donde se colaba el ladrón de arte más famoso del mundo pero menudo chasco se llevó cuando Naruto la leo a la parte de atrás y le mostro la entrada del conducto de ventilación.
-¿Un vulgar conducto?-preguntó.
-¿Y qué te esperabas? ¿La entrada de una catedral? tú no sabes lo difícil que nos lo ponen en esta época, hay que buscarse todo tipo de remedios, de todas formas si no quieres pasar...
-No dije que no fuese a pasar, solo que me parece cutre para alguien como tú.
Naruto sonrió triunfal.
-Gracias por el cumplido.
Ella gruñó y se metió a gatas por el conducto, con él detrás.
Rápidamente sintió aquel familiar torrente de lava que la inv

Dresti:
Rápidamente sintió aquel familiar torrente de lava que la invadía cada vez que sentía la presencia del rubio tan cerca de ella. Sentía un ardor insoportable en cierta zona de su cuerpo reclamando por él.
Detrás de ella Naruto no podía evitar apartar la mirada del cuerpo de la chica, ya no solo porque se deslizaba delante de él sino por el hecho de que inevitablemente su mirada viajaba hacia allí.
No tardó en notar como el pantalón empezaba a apretarle en su zona más íntima, demonios, Hinata lo volvería loco, loco de remate.
Ambos llegaron a un cruce.
-Sigue hacia delante-dijo el rubio intentando apartar la necesidad de su voz-luego encontrarás una salida que da a uno de los pasillos laterales.
La chica hizo caso y no tardó en ver el otro extremo del conducto de ventilación, alargó la mano e intentó arrancar la chapa de aluminio, pero esta estaba sujeta fijamente.
-No puedo-dijo.
-Deben haberla reforzado, inténtalo de nuevo con las dos manos.
Hinata obedeció pero aún así no consiguió nada.
Naruto suspiró.
-Intenta hacerte a un lado, lo haré yo.
Pero el espacio era tan reducido que cuando Naruto se echó hacia adelante sus cuerpos quedaron pegados por completo, cosa que no mejoró ni su situación ni la de la chica.
Hinata tuvo que llevarse una mano a la boca para ahogar un gemido, la rodilla de Naruto estaba tan cerca de su intimidad que esta le dolía de deseo. Intentó concentrarse en el sonido del aluminio cuando el rubio tiró la chapa, pero este perdió el equilibrio y ambos cayeron al suelo del pasillo, él encima de ella.
La erección de él sobre su bajo vientre fue tan notoria que de esta vez fue incapaz de contener el gemido.
El rubio se la quedó mirando, consciente que ella deseaba eso tanto como él y sin aguantarse más aplastó sus labios contra los de ella. Los saboreó a placer y ella hizo lo mismo con los de él porque eran la cosa más rica que ambos pudiesen probar.

Taichi Yagami:
jjejej buen momento para hacer eso xD
si esto de los instintos....para que tenerlos si no se usan? xD esta bien...mejor usarlos.

Me gusto la continuacion, bastante extensa xD
=)
felicidades! quedo a la espera de continuacion.

Saludos~~

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